Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 abr 2016

Chus................................................................... Fernando Trueba

No era una persona más, no era "una actriz", era una "presencia", una aparición, porque había en ella algo de angélico.

El mundo ha perdido a Chus Lampreave, que era una de esas personas que con su belleza lo hacían mejor.
 Los que tuvimos el gran placer y el inconmensurable privilegio de conocerla, de trabajar con ella, de quererla y hasta, de vez en cuando, de abrazarla y besarla, somos tan afortunados que no debiéramos lamentarnos.
Sino sólo celebrar el haberla frecuentado.
Chus no era una persona más, no era "una actriz", era una "presencia", una aparición, porque había en ella algo de angélico, que la hacía única e irrepetible. Es probable que eso que dicen de que todo ser humano es único sea ciert
o. Yo no estoy tan seguro.
Pero sí lo estoy en el caso de Chus. No se parecía a nadie, sólo a sí misma.

Las testigas no mentimos

 

La actriz Chus Lampreave en San Sebastián en 2012. FOTO: RAFA RIVAS (AFP) | VÍDEO: EFE
Dicen que ha muerto Chus Lampreave.
 Ilusos. No puede morir quien habita en el tuétano sentimental de todas las generaciones vivas ahora mismo ahí fuera. Se ha ido, dicen, tranquilita en su casa de Almería.
 Sin dar un ruido. Haciendo mutis por el foro como entraba y salía ella de los sitios.
 De puntillas en sus zapatillas de estar por casa para alcanzar a atisbar al prójimo por la mirilla. Como no queriendo la cosa.
 Dejando tan leve como imperecedero recuerdo de su presencia en las retinas ajenas.
 Daba igual que tuviera una frase, que una escena, que un cameo, que un par de segundos en un anuncio de un fufú quitagrasas de cocina. La Lampreave llegaba, veía y vencía.
 Dejaba poso. Congelaba el tiempo. Se grababa en el cerebelo.
 Quien la ha visto, la recuerda. Esos ojos como platos, ese cuerpecillo de guindilla, esa voz de Mari Sentencias, ese retintín de ya te lo dije, esa aura de modernidad fuera del espacio y del tiempo que ni se compra ni se vende en ningún estilista estrella.
Era Lampreave una cómica de las que hacen reír, llorar, pensar, o lo que a ellas les dé la gana hacer con el respetable.
Una payasa, en el mejor sentido de la palabra, de la estirpe de la grandísima Gracita Morales. De Marta Fernández Muro, sin irnos tan lejos.
 De la de esas secundarias robaplanos a mano desarmada, que en el cine español son y han sido y que se comen con patatas bravas a tantas protagonistas bellas pero sin alma.
 Chicas finísimas por dentro y resultonas por fuera a las que el excluyente canon de belleza imperante se les queda grande y las películas, cualquier película en la que participan, pequeñas.
 Esas señoras de su oficio que saturan la pantalla a fuerza de talento, gracia y vatios por centímetro cuadrado de cutis: era salir la Lampreave en una esquina, encenderse la luz de su rostro y apagarse la del resto.
Habrá quien la recuerde como la abuelita paz del anuncio de los embutidos Campofrío, dirigido por Icíar Bollaín
. Como la suegra resabiada del spot del limpiador KH-7, perpetrado por José Antonio Bayona, los nuevos directores son relativamente jóvenes, pero no tontos.
 Inmarcesible para todo quien la haya visto es, sin embargo, su portera testigo de Jehová de Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar.
 Esa antropóloga, perdón, cotilla, cum laude por la universidad de la vida a la que nada humano le es ajeno.
Esa voluntaria social que oye, ve y luego va y lo casca a beneficio de todo el vecindario. Qué sería de nosotros, periodistas, políticos, encuestadores, entrometidos todos, sin ellas.
 Dicen que se ha muerto la Lampreave, y no me lo creo.
Tanta gloria lleve como gusto de haberla conocido deja. Ya lo dijo ella en su día: las testigas no mentimos.

 

Ultrasexo.............................................................. Estrella de Diego

La obra de Mapplethorpe no ha envejecido en absoluto; sus fotos mantienen ese control clásico sobre el medio y una radicalidad en los temas.


Derrick Cross, 1983
Con frecuencia captaba la propia imagen de chico sexy y guapo, de látigos y braguetas, de rompimientos y suturas; de fotos brutales y bellísimas; de cuerpos escultura afroamericanos y contracultura leather
 Miraba desafiante a la cámara —lo había hecho su amigo Warhol— maquillado o con pajarita, listo para una gala benéfica; en poses sadomasoquistas, con chaqueta de cuero y puñal en la mano; guerrillero, travestido, manteniendo a la muerte a raya…
 Formas rigurosas y poses calculadas —un autorretrato de Durero—; imágenes paradójicas e intensas, sexuales en cada gesto, con esa ultrasexualidad de la década de los ochenta en que todo valía, o valía al menos un rato: lo que durara la canción o la raya.
Quién sabe si esa paradoja que salpica la obra de Robert Mapplethorpe es precisamente lo que hace de su trabajo uno de los más especiales de aquella época tan llena de fotografías —el que mejor ha envejecido—.
 Es más, ante su obra —presentada en el Lacma (Los Angeles County Museum) y el Museo Paul Getty de la misma ciudad hasta el verano— el espectador tiene la sensación nítida de estar frente a una propuesta artística que no ha envejecido en absoluto: las instantáneas del artista estadounidense, fallecido de sida en 1989, con poco más de 40 años —en plena crisis de la enfermedad—, siguen manteniendo esa mezcla inesperada de control clásico sobre el medio —a ratos casi conservador en el modo de iluminar, la sintaxis fotográfica, el uso del blanco y negro…— y una poderosa radicalidad en los temas tratados.
De hecho, sus imágenes, a menudo muy explícitas, hablan de un deseo poco convencional donde el sadomasoquismo se mezcla con el homoerotismo —a ratos dulce como el famoso abrazo de los dos jóvenes vestidos con una corona y a ratos brutal como el cuerpo afroamericano sin rostro, elegantemente trajeado, de cuyos pantalones emerge indiscreto el pene—; la sexualidad alternativa y desgarrada de su amiga Patty Smith; andrógina en el caso de la body builder Lisa Lyon; o descarada en el delicioso retrato de la ancianita Louise Bourgeois, quien lleva uno de sus falos bajo el brazo a modo de inocente barra de pan.
La contradicción prodigiosa de Mapplerthorpe es la que las dos exposiciones de Los Ángeles han sido capaces de recuperar —desvelar, se diría—, junto a otros materiales extraordinarios de su abultado archivo — más de 3.000 polaroyds, 120.000 negativos, correspondencia…—, adquirido a medias por ambos museos en 2011
. Quién sabe si fue su paradoja entre clasicismo y radicalidad lo que hizo del artista uno de los más controvertidos del momento, más allá del miedo colectivo al sida en una época en la cual se asociaba de forma directa a la comunidad gay que él explicitaba sin tapujos.
Visto el conjunto de las deslumbrantes imágenes años después se admira la elegancia del fotógrafo casi tanto como su desenvoltura a la hora de tratar los juegos en los márgenes
. Asombran, sobre todo, esas formas desimplicadas, convertido el deseo alternativo de látigos y cueros en un ejercicio de estilo también, cargado no obstante de un eficaz mensaje político que, pienso ahora, quizás hubiera sido menos firme caso de haber presentado las imágenes una menor perfección estética.
 ¿Puede acaso el arte político ser bello? Mirando la obra de Mapplerthorpe, la respuesta afirmativa está clara.
A lo mejor por eso clausuraron la muestra póstuma en la Corcoran Gallery y no por la supuesta ofensa a la moral pública: las fotos insolentes eran demasiado perfectas.
 Para los censores el chico guapo y su estética refinada y clásica no deberían haberse convertido jamás en los narradores del ultrasexo en los ochenta.
 Y, sin embargo, nadie lo relató como él. •

 

Muere Chus Lampreave, rostro emblemático del cine español.......................................... Diego Galán

La actriz, de 85 años y con un gran vínculo con la obra de Almodóvar, fallece en Almería.

 


Chus Lampreave, en 1989. Ricardo Gutiérrez / EL PAÍS VÍDEO

La actriz madrileña Chus Lampeave (1930) ha fallecido hoy, lunes, a los 85 años en una residencia de Almería en la que estaba recluída desde hacía tiempo.
De cuerpecillo menudo, con carita de mujer corriente y moliente, frecuentemente ayudada por unas gafotas de culo de vaso, con voz aguda, aire de pirada irrecuperable y gran facilidad para la réplica oportuna, Chus Lampreave desprendía "alegría, optimismo, sentido del humor y bonhomía", como Pedro Almodóvar escribió sobre ella en cierta ocasión.
Y así era. Cuando Chus Lampreave aparecía en la pantalla te podía recordar a alguien de tu propia familia, quizás a esa tía despistada que parece no enterarse de nada pero que con un delicioso aire de ingenuidad acaba dando en el clavo con la frase justa.
No otra cosa era el personaje de madre que siempre estaba discutiendo con su hija en La flor de mi secreto y que iba por la vida como "una vaca sin cencerro", o aquella portera de Mujeres al borde de un ataque de nervios que no podía mentir por su condición de "testiga de Jehová", o la abuela diabética de ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, que cuidaba con amor del lagarto que siempre iba con ella, o la bigotuda monja sor Rata de Callejón de Entre tinieblas, que escribía a escondidas novelas de amor, todas ellas películas de Almodóvar, o la solterona cotilla y despiadada que hurgaba en la maleta de la Querida señorita, de Jaime de Armiñán.
María Jesús Lampreave Pérez no iba para actriz, ni se le había ocurrido tal cosa.
 Al principio de los cincuenta, cuando tenía veinte años, había ingresado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y al terminar sus estudios trabajó como ilustradora en la editorial Aguilar; más tarde se matriculó en la especialidad de dirección del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (luego Escuela de Cine).
 Hizo allí numerosos amigos, y uno de ellos, Jaime de Armiñán, le ofreció su primer papel como actriz en uno de aquellos espacios en directo de la primitiva televisión del madrileño paseo de La Habana.
 Desde entonces, intervino en más de 70 películas y acabó trabajando con buena parte de los mejores directores del cine español.
 Además de Almodóvar y Armiñán, con Luis García Berlanga (Todos a la cárcel), Marco Ferreri (El cochecito), Fernando Trueba (El año de las luces), Gonzalo Suárez (Epílogo), Antonio Mercero (Espérame en el cielo), Josefina Molina (Teresa de Jesús), Fernando Colomo (Bajarse al moro), José Luis Cuerda (Amanece que no es poco), Santiago Segura (Torrente, el brazo tonto de la ley), Francesc Betriu (Una pareja perfecta), Fernando Fernán-Gómez (Siete mil dias juntos)...
Interpretaba sus personajes como si fueran ella misma, en bata y desde su propia casa. Los dotaba de verosimilitud y humanidad, y desde luego de un inteligente sentido del humor, que a veces era delirante
. Cuando hacía de telefonista en el programa Lo más plus o cuando acompañaba a Miguel Gila en ¿De parte de quién?, o al Gran Wyoming en El peor programa de la semana, Chus Lampreave alcanzaba auténticas cotas surrealistas.
 No fue extraño que Almodóvar, el director que más veces ha contado con ella en sus repartos, se haya arrepentido cada vez que no encontraba un personaje a su medida, lo que ha ocurrido en raras ocasiones.
 Hay quien llegó a calificarla como "la auténtica chica Almodóvar".
Varias veces fue nominada al premio Goya (El año de las luces, Espérame en el cielo, Bajarse al moro, La flor de mi secreto…), pero solo lo obtuvo una vez por Belle époque, de Fernando Trueba. Fue magnífico, por lo tanto, que el Gobierno de 2001 le otorgara la Medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, o que la revista Fotogramas quisiera paliar tal escasez de premios concediéndole el suyo de Honor, o que la Academia de Cine quisiera darle el suyo, aunque tarde, cuando ella ya no estaba para tales trotes
. Chus Lampreave ha sido un lujo del cine español, un icono que permanecerá por siempre en la memoria.

Muere Manolo Tena, la voz carrasposa de la movida...................................... Fernando Navarro

El músico, que perteneció a Cucharada y Alarma!!! y autor de canciones como ‘Sangre española’, fallece a los 64 años.

Manolo Tena, en 1988. RICARDO GUTIÉRREZ / EL PAÍS VÍDEO
Con su estilo carrasposo y chulesco, pocas voces han sido tan reconocibles en el pop español como la de Manolo Tena, muerto hoy en Madrid a la edad de 64 años por un cáncer en el hospital Gregorio Marañón, informa la SGAE
. Emblema de la movida madrileña por su pertenencia a grupos como Cucharada y Alarma!!!, pero también por su carrera en solitario, su voz estaba detrás de canciones como Quiero bailar rock & roll, Frío, Preparado para el rock & roll y, sobre todo, Sangre española y Tocar madera, composiciones con las que alcanzaría su mayor éxito, ya en solitario, en los primeros noventa, cuando la fiesta de la movida se desintegraba a ritmo vertiginoso.

La capilla ardiente se instalará mañana, martes, desde el mediodía hasta las 21.00 en la sede de la SGAE, de cuya junta directiva era miembro, han informado a Efe fuentes de esa entidad.
 Su último concierto fue el 19 de marzo, en el auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, donde cantó los temas de su nuevo disco, Casualidades.
Nacido en Badajoz, aunque criado en el madrileño barrio de Lavapiés, Tena se metió en la música fascinado por el rock y el blues, con especial predilección por John Mayall.
 En la agonía del franquismo formó su primer grupo en 1977.
 Su nombre: Cucharada. Fue una suerte su colaboración con Lacochu (Laboratorio Colectivo Chueca)
. A partir de esta relación, la banda consiguió, en 1978, colarse en el disco generacional Rock del Manzanares (Viva el Rollo v.2), editado por el sello Chapa de Mariskal Romero.
 Cucharada pasó a ser una de las formaciones más simbólicas de lo que más tarde se conoció como rock urbano, etiqueta que no siempre gustó a sus protagonistas.
Como Burning, Leño o Asfalto, grupos de la capital alumbrados en los sinsabores de la ciudad y la vida barrial de una incipiente democracia, Cucharada nació con mucha actitud rock: protagonismo de las guitarras eléctricas, una buena dosis de teatralidad en sus directos y letras irreverentes para una sociedad que todavía vivía bajo la ley de vagos y maleantes, a la que criticaron en Social peligrosidad, composición que estuvo en el legendario recopilatorio de Chapa y les traería problemas en sus comienzos
. No fue su única denuncia.
 También cargaban contra el consumismo, la hipocresía social o el poder de Estados Unidos.
Sin embargo, Tena mostraría su mejor perfil en Alarma!!!, el grupo que puso en marcha en 1981.
 Con un sonido cercano a The Police, siendo demasiado rockeros para el pop de la movida y demasiados blandos para el rock urbano, Alarma!!! se movió en tierra de nadie en plena gloria de la movida madrileña, aunque dejó ver la capacidad compositiva de Tena, un interesante creador de viñetas sentimentales y contador de historias de perdedores románticos
. Aunque admirada por coetáneos como Los Secretos, y aun habiendo envejecido bien en la nostalgia de aquella época, a la banda siempre le faltó el carisma de Loquillo y los Trogloditas o una afinación pop más certera como la de Nacha Pop o Radio Futura.
Con todo, Alarma!!! sirvió también para anticipar el verdadero molde de Manolo Tena, que alcanzaría más éxito tirando por su cuenta.
Como cantaba en la emotiva Frío, aquel cantante de chupa y patillas era “un extraño en el paraíso, un juguete de la desilusión”.
Ávido lector de poesía, el músico introdujo más que antes en sus canciones el aroma de superviviente maldito, que, a fin de cuentas, ilustraba su propia figura existencial de adicto a las drogas con pronunciados descensos a los infiernos.
El golpe de gracia lo daría con Sangre española en 1992, donde, con el uso de vientos, supo insuflar un atractivo optimismo a su cancionero.
 Temas como Sangre española y Tocar madera sonaban a todas horas y en cualquier emisora. Parecían himnos de la España de la Expo 92, aparte de convertirse en auténticos clásicos de karaoke. Aunque conviene señalar que no era todo oro lo que relucía y tanto éxito convivía con sonrojantes préstamos artísticos, como el que hacía con All That Heaven Will Allow, del disco Tunnel of Love, de Bruce Springsteen en su tatareada Qué te pasa, la de “la moto estropeada”
. Con todo, se erigió como un referente del rock castizo con un estilo que se hacía cercano.
Pero, como en aquella isla de la Cartuja abandonada a su suerte tras el fulgurante fervor de la Expo 92, su carrera nunca volvería a ser igual.
 Tena, que entraría en la junta directiva de la SGAE, siendo uno de los músicos protegidos por la polémica entidad, cayó sorprendentemente, arrastrando sus problemas con las drogas.
 Cierto que no dejó de trabajar con gente como Miguel Ríos, Ana Belén, Luz Casal, Los Secretos, Rosario Flores, Siniestro total o Ricky Martin, pero tardaba años en sacar material nuevo y cada disco que salía era más intrascendente que el anterior.
Solo en el último año, tras siete de silencio discográfico, pareció recobrar el pulso con un álbum y un documental sobre su figura
. Fue una vuelta alentada por su hermano Rafa y que vino acompañada por su presencia en el programa televisivo A mí manera, todo un vacuo ejercicio de nostalgia compartido con Marta Sánchez, Sole Giménez, Mikel Erentxun, Antonio Carmona o Nacho García Vega. En ese espacio de homenajes, se veía a un Tena superviviente de su propia historia de éxito y fracaso
. En el fondo lo era. Tena era todo un superviviente de esa generación de chicos malditos de la movida, ejemplificada en Antonio Vega, Enrique Urquijo, Pepe Risi, Carlos Berlanga o Antonio Flores, que cruzaron más de la cuenta el límite de los excesos.
Lo era hasta hoy, aunque todavía resuene su característica y compañera voz carrasposa, desnuda bajo las lluvias.