Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

2 abr 2016

Angela Davis: “La pena capital es racista”

La activista que inspiró a Lennon defiende que la condena a muerte es herencia de la esclavitud. En un libro analiza el sistema carcelario en EE UU.

Angela Davis lidera una protesta contra el racismo en Raleigh en 1974. 
Angela Davis es uno de los rostros más conocidos de la lucha contra el racismo en Estados Unidos desde hace medio siglo
. Icono de los movimientos radicales de los sesenta, participó en los principios de los Panteras Negras, fue apartada de la universidad por declararse comunista y pisó la cárcel. John Lennon le dedicó una canción
. Volvió a la universidad, primero en San José y luego en Santa Cruz (California), donde enseñó filosofía durante tres décadas.
 Las fotos de aquella joven de mirada desafiante se sobreponen en el imaginario colectivo a toda su vida posterior, pero Davis (Birmingham, Alabama, 1944) ha mantenido desde la universidad sus tesis contra el sistema carcelario y el racismo institucionalizado.
La editorial Trotta publica este año en España un volumen con dos ensayos previos, ¿Están obsoletas las prisiones? (2003) y Democracia de la abolición (2005), en colaboración con el profesor de filosofía Eduardo Mendieta.
  En ellos se resume buena parte de ese pensamiento. Estados Unidos tiene la población carcelaria más grande del mundo, por delante de China. Son 2,2 millones de personas entre rejas que cuestan más de 70.000 millones de dólares al año (62.720 millones de euros).
 Se trata de un “complejo industrial carcelario”, en palabras de Davis, que traza en sus escritos una línea que relaciona directamente las instituciones de la esclavitud con el sistema penal actual en Estados Unidos.
Un ejemplo concreto de esa herencia es la pena de muerte, una excepción norteamericana en el contexto de las naciones desarrolladas. “
La persistencia de la pena de muerte como una forma habitual de castigo es uno de los ejemplos más dramáticos de cómo las consecuencias de la esclavitud siguen dando forma a nuestra sociedad”, explica Davis en una entrevista por correo electrónico.
 “La pena capital sobrevivió a la abolición de formas de castigo corporal obsoletas al convertirse en parte de las leyes de esclavitud.
 Por eso es una institución completamente racista, no solo porque se dirige de manera desproporcionada contra personas negras y de color, sino que además es una institución heredada de la esclavitud.
 Como ha señalado [la profesora y activista de los derechos civiles] Michelle Alexander, hay más hombres negros en prisión bajo control de la justicia criminal de los que había esclavizados en 1850”.
“El complejo carcelario atañe a relaciones entre cárceles, policía, empresas y Gobierno. Desmantelarlo requiere más que leyes”
La reforma de un sistema penal que ha crecido de manera desproporcionada desde el endurecimiento de penas de los ochenta y los noventa está ya entre las prioridades de ambos partidos, con notables avances en el ámbito estatal en California y Texas.
 Davis, sin embargo, sigue apostando por el abolicionismo del sistema carcelario. “Después de décadas de organizarse radicalmente y de investigación académica, la crisis de las prisiones y la violencia policial finalmente se han convertido en asuntos del discurso público”, argumenta.
 Pero “el consenso se ha desarrollado a partir de reformas que se presentan como capaces de ‘arreglar el sistema’
. Los abolicionistas consideran que no es una cuestión de hacer reformas menores, o incluso grandes, sino de desmantelar el sistema y reconstruir la justicia penal y los sistemas policiales, además de reconceptualizar y transformar la sociedad en su conjunto para que no tenga que apoyarse en la violencia institucionalizada”.
“El complejo industrial carcelario”, continúa, “consiste en una serie de relaciones entre cárceles, policía, empresas, medios y el Gobierno.
 Desmantelarlo requiere más que leyes”. Para Davis, la superpoblación es consecuencia de un enfoque neoliberal centrado en los beneficios de la industria.
 “El complejo industrial carcelario es un fenómeno global con ramificaciones en África, Latinoamérica y Asia”.
En el caso de Europa, afirma, se ve en su población de presos inmigrantes.
 “Desgraciadamente los europeos no están exentos de las consecuencias de la esclavitud transatlántica, y desde luego no lo están de las consecuencias del colonialismo.
 Francia, por ejemplo, ha establecido un Día del Recuerdo de la Esclavitud y el Comercio de Esclavos.
Debería reconocerse que los refugiados de África siguen las mismas rutas del comercio de esclavos. Ciertamente, Europa está experimentando ahora los resultados de una larga historia de esclavitud y colonización”.
Los textos que se presentan ahora en España están escritos antes de que en Estados Unidos ocurriera algo impensable.
 En enero de 2009, un hombre de raza negra juró como presidente del país. Para alguien que estuvo en el inicio de movimientos como los Panteras Negras, en estos siete años la presencia de Barack Obama en Washington “ha tenido un impacto profundo en las percepciones sobre la raza y el racismo”.
 “Acabamos de embarcarnos en una conversación nacional después de varios intentos fallidos, primero durante la presidencia de Clinton, luego durante la campaña electoral de Obama y el primer periodo de su presidencia
. Desgraciadamente, Obama ha sido frenado por poderosos críticos que equiparan cualquier intento por su parte de discutir sobre raza con sus preocupaciones personales como primer presidente negro”.
“Obama ha sido frenado por poderosos que equiparan sus intentos de discutir sobre raza con sus preocupaciones personales”
Davis sigue con especial interés, sin embargo, la última expresión de la comunidad negra en las calles.
 El movimiento Black Lives Matter, surgido a partir de una serie de muertes violentas de afroamericanos a manos de la policía, “ha emergido en el espacio contradictorio creado por el hecho de una presidencia negra y la aparente incapacidad de esa presidencia para llevar a cabo ningún gran cambio respecto a la persistencia del racismo”, opina Davis.
 “La pregunta que yo me haría sobre esto es por qué ha tardado tanto en emerger un principio de movimiento de masas.
Pero claro, uno no puede predecir cuándo se van a dar juntas las condiciones para producir una encrucijada histórica como la que se vio en las protestas de Ferguson” (agosto de 2014).
Un movimiento como Black Lives Matter es “precisamente lo que necesitan las comunidades negras en Estados Unidos, es lo que necesita el país”.
 “No podemos asumir que el racismo es sobre todo un problema para aquellos que lo padecen.
El racismo distorsiona y corrompe instituciones y mentes, crea una asunción de superioridad, produce el privilegio blanco.
 Hay quienes creen que el eslogan Black Lives Matter tiene una connotación particular, pero no podría ser más universal
. Decir simplemente All Lives Matter es ignorar hasta qué punto las vidas negras y de color son objeto de racismo y represión. Decir que las vidas negras importan, sin embargo, es proclamar que en efecto todas las vidas importan”.
En una época en que las imágenes de violencia policial contra personas de raza negra se distribuyen a una velocidad y a una cantidad de gente como nunca antes, sin embargo no ha surgido un movimiento violento organizado como ocurrió en los sesenta. “La historia en realidad nunca se repite”, responde Davis. “Las condiciones son hoy muy diferentes.
 La mejor manera de recordar el 50º aniversario de los Panteras Negras este año es reconociendo que hoy necesitamos movimientos que reflejen los cambios sucedidos en esos 50 años, especialmente el auge de nuevas tecnologías de comunicación, la vasta influencia de las redes sociales y la agudización de las contradicciones de riqueza y pobreza”.
Tras siete años de Barack Obama, parece haber una reacción de una parte de la derecha de Estados Unidos que se ha entusiasmado con un candidato abiertamente xenófobo y que coquetea con los prejuicios más básicos.
“Es increíble que tengamos un candidato republicano que quiere prohibir a los musulmanes entrar en el país y que califica a los mexicanos de violadores y asesinos.
 El racismo de Donald Trump está animando a todo tipo de racismos al igual que una relación sin complejos con el fascismo”, considera Davis.
“Europa experimenta los resultados de la colonización. Los refugiados siguen las mismas rutas del comercio de esclavos”
En este sentido, Davis no cree que el racismo contra los negros y el que sufren los hispanos tenga las mismas causas profundas, pero sí que su reacción podría ser parecida.
“A pesar de que la historia de los latinos y la de los negros se cruzan, incluido el hecho de que un número importante de latinos son de ascendencia africana, hay diferencias. Igual que la colonización y la esclavitud son diferentes, aunque profundamente relacionadas históricamente, esas gentes cuyos ancestros fueron objeto de estas formas de represión sufren diferentes formas de opresión.
 Juntar a esas dos comunidades en movimientos contra el racismo requiere, por ejemplo, un mayor compromiso en las comunidades negras en el apoyo a los derechos de los inmigrantes”.
Desde la experiencia de medio siglo de activismo y trabajo académico, Angela Davis no cree que sean posibles las sociedades en las que idealmente la gente fuera ciega a los colores.
 “No creo que debamos luchar por una sociedad en la que la raza esté completamente ausente.
 De hecho, no creo que sea posible revertir el desarrollo de la historia, hacer como si la esclavitud nunca hubiera existido, como si la colonización de las Américas, África o Asia nunca hubiera ocurrido”
. Pero sí se puede seguir aspirando a una sociedad “libre de jerarquías raciales, desigualdades raciales o violencia racial.
 Es el racismo lo que debemos expulsar de nuestras sociedades”. •

 

La isla de los viejos................................................................................... Álex Ayala Ugarte

En Pariti, un pueblo boliviano rodeado por el lago Titicaca, se han quedado sin sacerdote, sin jóvenes y sin su medio de vida: la pesca.

 

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Antaño la pesca era la principal fuente de riqueza de la isla.
En la cara oeste de Pariti, una isla boliviana del tamaño de un gran asteroide rodeada por las aguas del lago Titicaca, una piedra vertical con un orificio apaisado decide el destino de sus habitantes. Leandro Callizaya, un campesino de labios arrugados y 63 años, dice que el que cruza sin dificultad a través de este agujero profético es bendecido con una salud de hierro, y cuando alguien fracasa al intentar traspasarlo “recibe el castigo de la Madre Tierra” y a veces se muere.
Algunos de los más longevos de la isla se enfrentaron a él con éxito en sus tiempos mozos y todavía se mueven por sus terrenos de labranza como si tuvieran la energía de un adolescente
. Desde mediados de los noventa, sin embargo, el abandono juega en contra de sus habitantes, hombres y mujeres con las sandalias llenas de barro y el semblante serio. “La mayoría de los jóvenes se han marchado a ciudades como La Paz o El Alto para estudiar o buscar trabajo”, lamenta Gerardo Limachi, un tipo fornido de 49 años y pómulos pronunciados.
 “Antes manteníamos a nuestras familias gracias a la pesca: sacábamos entre 600 y 800 peces diarios, íbamos a las ferias de las poblaciones cercanas y hacíamos trueque.
Ahora apenas conseguimos 40 o 50 y lo que ganamos no alcanza ni para fideo”.
En Pariti quedan 42 familias. En una década, calculan, no habrá ni un
solo alumno en la escuela
Todas las mañanas, a la hora en que los gallos cantan, los más madrugadores de Pariti ya están en sus botes de madera para lanzarse al agua.
 Son las 6.30, las primeras luces del alba cubren el lago con un manto violáceo y Limachi rema a través de un laberinto de plantas de totora mientras su pareja se encarga de recoger las redes.
 Los movimientos de su mujer son como los de un autómata que no se aburre de repetir los mismos gestos metro tras metro: primero jala, luego desenreda y finalmente deposita los pescados que quedaron atrapados sobre un plástico celeste.
Según Limachi, el aroma que les acompañaba antes era el del té caliente de sultana con el que les esperaban cuando regresaban a casa. Desde hace algún tiempo, sin embargo, el olor a basura y a huevo podrido a ratos es insoportable y algunos se enferman.
Los vertidos llegan a la bahía de Cohana a través de los ríos que pasan cerca de las empresas (fábricas de baterías, plásticos, textiles…) instaladas en los puntos más poblados del Altiplano y se han adueñado poco a poco de las áreas menos profundas del Titicaca. Según Donato Corani, un especialista en temas ambientales de 50 años, su superficie –de color verde esmeralda en algunas zonas por culpa de los desperdicios– se ha convertido en un basurero gigante en el que se acumulan metales pesados que ahuyentan a los peces. Corani dice que en la bahía uno puede hallar de todo: “Zapatos, llantas, hasta perros muertos”; calcula que hay 5.000 afectados por los desechos y cree que lugares como Pariti podrían desaparecer en 30 o 40 años: se están extinguiendo.
El nonagenario Eusebio Callizaya, uno de los más longevos de Pariti.
En la isla, antaño vivían en torno a 300 personas
. Hoy apenas quedan 42 familias. Ya no hay ni siquiera sacerdote.
El campo de fútbol casi siempre está vacío y más de una veintena de casas están habitadas solo por las arañas.
Antes del boom de la telefonía móvil, para entrar a Pariti había que encender una gran fogata en Quewaya, la población de enfrente; y cuando las llamas alcanzaban una altura considerable, casi siempre había un barquero disponible para recoger a los viajeros.
 Hoy son más los que salen de la isla que los que entran.
 Los herederos legítimos de Pariti se han ido a España, a Argentina o a las ciudades de La Paz y El Alto, y en sus calles lo habitual es cruzarse con gente mayor de 60 años que cuida vacas y habla en aimara. Pariti es una isla de viejos, una isla olvidada. El éxodo, según Limachi, es una historia que se repite constantemente, y los que se han ido, un triste recuerdo.
Eusebio Callizaya tiene 95 años, utiliza un bastón para sostenerse y asegura que, hasta mediados del siglo XX, Pariti era un paraje casi aislado dominado por los patrones. Según él, el primero que se instaló en la isla fue Pablo Pacheco, un hacendado que tenía un calabozo para castigar a los agricultores díscolos.
 Y el segundo, Martin Frantz, un alemán que compró la isla después de que Pacheco muriera ahogado en el lago
. Los campesinos solían entregarles parte de sus cosechas y dependían de ellos, y no recobraron su independencia hasta después de la reforma agraria de los años cincuenta.
Callizaya, que camina despacio porque está mal de la vista, hace mucho que no comparte estos recuerdos con sus nietos porque ninguno de ellos vive en la isla.
 “Aquí no hay médico y cuando me indispongo recurro a los remedios naturales, como el hinojo o la hoja de coca.
Me siento cansado. Ya quisiera morir”, dice en aimara, y luego se retira hacia su dormitorio con el cuerpo encorvado.
A Benita Tarque, otra vecina, la encontramos unos minutos después en una de las esquinas de la plaza
. La anciana tiene 70 años, 5 hijos, 11 nietos y los ojos rojos, y lleva un tejido andino de colores fuertes ajustado a la espalda para transportar leña
. Dice que solo uno de sus hijos decidió permanecer en Pariti y que le preocupa el resto.
Alejandra Mamani, de 93 años, tiene los pies hinchados y los cabellos largos.
 Sigue peinándose sola cada mañana con la ayuda de un simple cubo con agua.
Y también carga una gran pena encima: dos de sus hijos yacen bajo tierra.
La isla está plagada de gente con canas que casi siempre habla de sus dos, tres, cuatro, cinco, seis o más nietos con un tono de ausencia.
 Probablemente, en algún momento, todo esto quedará desierto.
Los que se mueren suelen hacerlo en silencio: cierran los ojos, se les para el corazón y no despiertan al día siguiente; o se accidentan, están algunas semanas convalecientes y se van consumiendo como si fueran cigarros.
La hija menor de Gerardo Limachi asiste al colegio de lunes a viernes con una mochila con la forma de un oso panda.
 Su profesor, Marcelino Morales, tiene una camisa oscura y 56 años, y lleva ocho en la isla compartiendo sus conocimientos.
En el aula, el mobiliario es austero: hay dos bancas medianas de madera, una mesa, tizas usadas, una pizarra blanca con ejercicios de matemáticas y una pizarra negra en la que una niña trata de esbozar algunas sílabas: ma, mo, me, mi, mu.
Cuando Morales comenzó a dar clases había más de 30 alumnos.
 Ahora son solo tres y el maestro piensa que en menos de una década no habrá ni uno.
Paradójicamente, el sector del lago en el que nos encontramos es conocido en aimara como Wiñaymarka, que en castellano quiere decir “pueblo eterno”.
elpaissemanal@elpais.es

Días con Isabel................................................................................ Luis Alegre

Me encantaría saber qué pasa por la cabeza del exquisito escritor al verse en la portada de '¡Hola!' y oírse tan citado por Anne Igartiburu en las sobremesas de España.

¿que le pasó al pelo de Isabel? se le ha caido y no tiene a mano el flequillo postizo que se pone? porque su pelo nace ya casi en la nuca....habrá que hacer algo como con su piel. Se nota que lleva dias de ajetreo, ella que duerme hasta la 1h de la tarde y empieza sus ejercicios y potingues para estar exquisita con un couch para cada cosa.

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El escritor Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler durante el seminario organizado con motivo del 80 cumpleaños del autor. EFE
Hace un año, Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler disfrutaban, cada uno en su esquina, de un protagonismo abrumador en la vida cultural y social.
 Ambos mantenían un carisma casi imbatible en sus respectivos mundos, tan aparentemente alejados. A nadie se le ocurrió imaginar la bomba que estaba cerca de estallar.
 Nos hemos acostumbrado enseguida a que la imagen de la pareja decore el paisaje, pero quién lo iba a decir.
Esta historia encierra algún detalle muy chocante.
 En su obra, Vargas Llosa ha denunciado las debilidades de una civilización que ha arrinconado un modo de entender la cultura a cambio de enaltecer lo insustancial, el amarillismo y el espectáculo.
 Y él, ahora, se halla en la cima de esa montaña rusa, convertido en superestrella de un circo del que abomina pero que ha decidido tolerar por puro amor, al reparar en que venía en el mismo paquete.
Me encantaría saber qué pasa por la cabeza del exquisito escritor al verse en la portada de ¡Hola! y oírse tan citado por Anne Igartiburu en las sobremesas de España.
No parece probable que alguna vez publique un relato de sus días con Isabel, de cómo se ve la vida con ella al lado.
 Pero ojalá. Sería glorioso, sobre todo si deslizara su fina retranca.
Yo daría algo por conocer la reflexión que le pudo inspirar la respuesta que repentizó Chábeli cuando le preguntaron si había leído algo suyo: “No he leído nada de Mario porque, desde que vivo en Miami, sólo leo en inglés”.
 Esas palabras son, se miren como se miren, una involuntaria joya del surrealismo, un género al que Vargas Llosa ha dedicado líneas fabulosas. 80 años. Felicidades, Mario.

 

Karl Lagerfeld, el último emperador................................................... Álex Vicente



Llevará 60 años en un mundo tan volátil como el de la moda, pero Karl Lagerfeld sigue en lo más alto
. En un contexto donde los diseñadores se convierten en piezas intercambiables y los mayores talentos se queman las alas de una temporada a la siguiente, el alemán sigue pareciendo inoxidable. Es el último superviviente de la alta costura de los cincuenta tras la retirada de Valentino Garavani, un año mayor que él
. Sigue diseñando ocho colecciones al año para Chanel, de la que es director creativo desde 1983. Al frente de un imperio que bordea los 5.000 millones de euros anuales en ventas, ha logrado transformar aquella vieja maison de otra época en un emporio global como existen pocos.
A punto de cumplir 83 años, aún no tiene intención de retirarse.
 “Karl nunca está satisfecho con lo que hace, eso lo impulsa a seguir. Necesita gustar y sentirse amado.
Y lo ha conseguido: es lo más parecido a una estrella de rock en la moda”, explica la modelo y diseñadora Inès de la Fressange, perfecta encarnación del mito de la parisienne que se convirtió en imagen de Chanel en 1983
. Lo conoció a finales de los setenta, cuando él aún oficiaba en Chloé. “No sé qué vio en mí. Tal vez le recordé a su madre, pero no se lo diga
. Luego se ríe de mí llamándome Sigmund Freud. Y, a él, el psicoanálisis no le interesa nada”, sonríe.
Pese a esa aversión, a Lagerfeld le encanta contar la misma anécdota en cada entrevista.
 Su equipo es capaz de repetirla de memoria.
“De pequeño, mis padres me regalaron seis bicicletas”, relató a The Guardian. “Fui un niño muy mimado.
Los demás no tenían ninguna, porque era la posguerra.
 Yo no las compartía: cada día usaba una distinta para que los demás se pusieran celosos”. Tal vez no sea casualidad que trabaje en un negocio que vende el deseo de algo que no se tiene.
El diseñador procede de una familia acomodada de Hamburgo. Su padre dirigió una fábrica de productos lácticos, mientras que su madre, personaje exigente e iracundo, había sido vendedora de lencería en el Berlín de entreguerras.
 “Eran protestantes convertidos al catolicismo: el peor tipo”, afirma El Káiser con su conocida lengua viperina.
 Sus inicios en la moda tuvieron lugar al ganar un concurso en 1954, ante un jurado donde figuraban Pierre Balmain y Hubert de Givenchy.
 Un año después, fichó como aprendiz de Jean Patou
. “La moda es la expresión personal de un mundo en transformación.
 El diseño es el arte de observar esos cambios y anunciarlos en ropa que millones de personas puedan vestir. Karl ha dominado ese proceso”, dijo Anna Wintour el pasado otoño, al entregarle un premio honorífico en los British Fashion Awards.
“Es un ser delicioso, contrario a lo que se cree y a lo que dejan entender sus frases asesinas”, asegura Oliver Saillard
La modelo y productora musical Caroline de Maigret, cuya carrera despuntó cuando Lagerfeld la descubrió en un casting, lo considera “un personaje único y casi alienígena”, además de “un visionario que entiende cómo funciona la sociedad y cómo evoluciona la mujer”
. “En el fondo, la moda y las tendencias le dan igual.
 En un momento, decidió que la moda sería él”, afirma De Maigret.
 “Si sigue siendo relevante, es porque nunca ha dejado de aprender.
No se ha dormido en los laureles y se ha nutrido de nuevos estímulos.
 Cuando pienso en él, lo imagino rodeado de libros de arte, de historia y de moda”. No por casualidad, su cuadro preferido es El pobre poeta, del pintor holandés Carl Spitzweg, donde figura un hombre solo en medio de una habitación, rodeado de libros.
El historiador de moda Olivier Saillard, director del Palais Galliera de París, afirma que eso es lo que le distingue
. “Dispone de una cultura a la antigua que los demás no tienen, una sed de conocimiento que ha formado su espíritu
. Puede leer un libro sobre el siglo XVIII e imaginar cuatro colecciones a partir de dos o tres páginas”, afirma.
 “Además, es querido por su equipo, que sigue con él desde hace dos o tres décadas, algo que no sucede en las demás firmas. Lagerfeld es un ser delicioso, contrario a lo que se cree y a lo que dejan entender sus frases asesinas”, ironiza Saillard
. Entre las más célebres: tildó a Yves Saint Laurent de “provinciano”, calificó a Andy Warhol de “físicamente repulsivo”, llamó a Diana de Gales “guapa y dulce, pero tonta”, y dijo que Adele estaba “demasiado gorda”.
Su longevidad le asemeja a su predecesora Coco Chanel, pero una diferencia fundamental parece separarlos.
 Mientras la revolucionaria diseñadora terminó renegando del progreso, oponiéndose a la minifalda y echando pestes a la juventud de los sesenta, Lagerfeld entendió que su supervivencia pasaba por seducir a los llamados millenials.
 En su última presentación de prêt-à-porter en París, hizo desfilar a la plana mayor de las instagirls, modelos surgidas de las redes sociales, sentó a la familia Kardashian en primera fila y empujó a tres hombres a circular por la pasarela, para sumarse a esa fluidez de género que hoy es tendencia.
 “En lugar de rechazar a los jóvenes, los engloba en su propuesta.
 Si sigue ahí, también es porque no le gusta nada la nostalgia”, confirma De la Fressange.
Hace pocos meses, se negó a acudir a la retrospectiva organizada en Bonn para celebrar sus 60 años en la moda.
“No quería ver todos esos vestidos viejos. Me interesan más los que estoy intentando diseñar ahora”, explicó a The New York Times
. “Personalmente, no hago ningún esfuerzo por recordar”.