Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 mar 2016

El realismo mágico del fútbol......................................................... Juan Cruz

Johan Cruyff calmaba la ansiedad de ver jugar con la memoria de lo que él inventó y gracias al tabaco, que al fin fue su enemigo mortal.

El realismo mágico del fútbol. Cruyff durante un partido en el Camp Nou en 1978. EFE Quality
Era el García Márquez del fútbol, un perfume extraterreste que dejaba cabriolas en el campo con el aire ceñudo de un intelectual enfadado con el mundo.
 Calmaba la ansiedad de ver jugar con la memoria de lo que él inventó y gracias al tabaco, que al fin fue su enemigo mortal.
 Su manera de jugar remitía al realismo mágico del de Aracataca, pero, como Gabo, engañó a todo el mundo haciendo creer que esos inventos procedían del cielo, o de la magia, y no de la tierra.

 

La imaginación que aplicó Gabo a sus relatos tenía la parte de invención que le daba el trabajo, pero la metáfora de la que partía estaba a ras de tierra, junto a su casa polvorienta del Caribe, en los árboles enormes de su patio trasero, en el riachuelo donde convivían piedras minúsculas que él hizo enormes en Cien años de soledad, o en el hielo de verdad que él convirtió en un hielo prehistórico como los huevos enormes o las mariposas que parecían milagros cuando en realidad cubrían, como la lluvia de improviso, el cielo de Aracataca.
Con Cruyff, este mago, pasaba lo mismo: en los entrenamientos se fijaba en la posición de los pies propios y de los pies ajenos, y de ahí extrajo una teoría de los espacios, propios y ajenos, que le dio autoridad en los partidos.
 De ese modo, aunque no estuviera, estaba en todas las jugadas, y cuando se arriesgaba a saltar ya sabía el rédito, y cuando pasaba sin mirar (como hacía luego Laudrup, o como hizo hasta el fin Xavi Hernández, o hacen ahora Messi o Neymar o Isco o Modric, entre otros muchos) estaba inaugurando una escuela que también fue una fábrica de trampantojos que luego parecieron reproducirse cuando Ronaldinho introdujo los malabarismos.

Pero el de Cruyff, como la literatura más extraterrestre de Gabo, era puro realismo, tocaba la tierra, aunque su perfume pareciera venir del séptimo cielo.
  Él llevó hasta las últimas consecuencias la concepción del fútbol como el resultado de una gran orquesta, sabía por dónde se pulsaba el viento, conocía a la perfección que un balón en los pies de un portero es más que un balón despejado al aire como si no fuera un tesoro, y conocía, porque lo practicó, el juego de los medios volantes (como Guardiola, como el propio Xavi, que fue su discípulo más aventajado) como la base fundamental de lo que luego él convertía en arte de la cabriola.
A todas esas características de fútbol perfectamente realista pero mágico le añadía Cruyff un factor más que lo emparentaba con Gabo: de todo eso hacía en el campo, pero le costaba muchísimo ponerse a hablar de ello, porque las magias se aprenden haciéndolas o mirándolas, pero si las cuentas pierden por completo el perfume.
 Y a Cruyff, como a Gabo, lo distinguía su perfume increíble.
 Para que las comparaciones no sean finalmente ociosas, u odiosas, una odiosa coincidencia los distingue ahora al de Aracataca y al de Holanda: los dos han muerto un jueves santo.
 Se quedó otra vez el cielo roto.

Desde el trópico de Cáncer: [Reedición] Hoy, "Una cierta idea de Europa"

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Desde el trópico de Cáncer: [A vuelapluma] Glosa, comentario, reseña, crítica. ¿Términos sinónimos?

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Mujeres maduras, hombres jóvenes y cine.............................................................Enrique Campos

El graduado. Imagen: MGM.
El graduado. Imagen: MGM.
Una película cualquiera.
 Un argumento cualquiera.
 El protagonista, un varón; quizá abogado, arquitecto, policía.
 Eso no importa aquí, que continúe la aleatoriedad. En las películas, normalmente, suceden cosas, y a nuestro protagonista le puede suceder de todo.
 Tiene los «treinta y cinco y pico» de Hugh Laurie cuando vende cremas, o ya es cincuentón, o más allá. Tampoco esto es relevante. 
 En algún momento se nos presentará a su mujer, su amante, su relación complicada (según Facebook), y su mujer, su amante o su relación complicada tal vez sean relevantes en la historia, aunque las probabilidades en este juego azaroso que ahora iniciamos nos inducen a pensar que no, que será el descanso del guerrero, el fiel e incondicional apoyo que acompañará al héroe hasta la meta. 
Pero digamos que ella es la piedra angular de todo el cotarro. 
Sigue sin importar, a efectos empíricos.
 Ha quedado dicho que al protagonista puede pasarle de todo, no sabemos de qué película estamos hablando, pero esa hipótesis va con matices; puede pasarle de todo y sin embargo las probabilidades de que en su casa le espere una mujer, amante o relación complicada de su misma edad se pagan muy bien en Betwin.
 Son ínfimas.
 No, ella no tiene más de treinta, treinta y cinco años
. Él le saca media vida, aunque ese dato forma parte de lo accesorio, como aquel semáforo de allí, o los niños que juegan en el parque, o el tren que pasa tronando por Brooklyn.
 Esa diferencia de edad es un elemento cotidiano, no se subraya en el guion, no se le explica al actor para que le aplique el Stanislavski.
Cambiamos el rollo (en el proyector).
 Otra película cualquiera
. Ahora la protagonista es una mujer que pasa de los cuarenta, quizá incluso ronde los cincuenta si es que se conserva bien. No puede ser mucho más mayor, porque entonces no sería una película cualquiera, sería una película con anciana a bordo. Así que ella tiene entre cuarenta y cincuenta años, y una relación con un hombre bastante más joven.
 En esta película ese no es un dato accesorio, ese es inequívocamente el único argumento de la obra. 
La película va de ESO.
Google, enséñame lo que tienes
Clark Gable corría como un tiro para los cuarenta cuando le soltó a Vivien Leigh, que no pasaba de las veintiséis primaveras, aquello de «sinceramente, querida, con tu pan te lo comas», o algo así.
 A Kirk Douglas lo crucificaron en Espartaco con cuarenta y cinco años y desde la cruz dejaba viuda a una Jean Simmons que acababa de llegar a la treintena pero aparentaba veinticinco.
 Y quince eran también los años que separaban a James Stewart del peinado barroco de Kim Novak en Vértigo. ¿Hace falta seguir? 
De acuerdo, podemos venirnos a Europa, aquí nos tomamos las cosas de otra forma, somos los padres de las vanguardias, de la Bauhaus, de las casas de tolerancia… y del cine.
 Podemos pensar en Michel Piccoli y Romy Schneider, que rodaron juntos media docena de películas
. Con ellos nos va a bastar. Claude Sautet los embarcó en dos terceras partes de su trilogía del amor. Schneider fue la puta con derecho a beso en la boca en Max y los chatarreros, y la segunda mujer de Piccoli en Las cosas de la vida. ¿Coetáneos? Parece que no. Michel sigue con nosotros y Romy abandonó el edificio a principios de los ochenta, pero había un trecho de trece años entre el icono nuevaolero y la criatura más hermosa que se ha paseado por una pantalla de cine.
 Europa is not different.

A Clark esto de la edad no le importa. (Lo que el viento se llevó). Imagen: MGM.
A Clark esto de la edad no le importa. (Lo que el viento se llevó). Imagen: MGM.
Lo que el viento se llevó, Vértigo, Espartaco, Max y los chatarreros… Ha llovido mucho desde entonces.
 Ha pasado toda una era glacial por Tara. Valores, edad de emancipación, las mujeres pueden abrir cuentas corrientes sin el permiso de su padre/esposo. 
Todo ha cambiado mucho, sí. Ahora existe Google y existe Tinder, ahora Leslie Wilkes, el verdadero amor de Escarlata —o eso decía ella—, no habría tenido que ir a la guerra, ya irían los negros libres en su nombre.
 Pero, hablando de Google, ¿qué dice el oráculo de Mountain View de todo esto? 
El ojo que todo lo ve, mucho más sabio que tú, más sabio que yo, al introducir en su buscador y en este orden las palabras «mujer madura hombre joven» inmediatamente invierte los términos como si quisiera alertarnos de un error ortográfico. ¿Quizá quisiste decir «hombre mayor mujer joven»? Quizá, Google, quizá. Enséñame lo que tienes.
Lugar, Google, ya ha quedado dicho.
 Época, segunda década del siglo XXI. Resultados para la búsqueda «hombre mayor mujer joven», miles.
 Un vistazo general y hay que volver a fusilar a Gil de Biedma, porque «la verdad desagradable asoma». El grueso de los artículos, las referencias, los comentarios se alojan en webs «femeninas» para mujeres muy «femeninas» que rezuman el progresismo de la Sección Femenina. 
«Una de las razones por las cuales las mujeres se interesan por hombres mayores es una mera autoprotección, la belleza de la mujer dura menos que el atractivo del hombre.
 Para la mujer, la máxima expresión de belleza llega a lo más hasta los treinta y cinco años, la del hombre hasta los cuarenta-cuarenta y cinco», dice una tal Alexandra, en EnFemenino. «Actualmente observamos que las mujeres prefieren a hombres maduros cuando quieren establecerse en una relación de pareja», leído actualmente en Salud180
 Y continúan, siempre pegados a la actualidad: «Estabilidad, apariencia, inteligencia, son profesionales asentados en la vida, tienen mejores modales, respetan tu forma de ser, y tienen mayor experiencia sexual». Sin un cubo a mano en el que poder apaciguar estas arcadas me niego a continuar con la investigación de campo
. Le pido, pues, a Google que respete mi error y entrecomillo: «mujeres maduras y hombres jóvenes». No me devuelve ni un cuarto de los resultados que me ofreció antes, pero los que me devuelve son tan ilustrativos como los anteriores. Cambia el tono, eso sí.
 Ya no hay verdades absolutas sino una cierta clandestinidad, confesiones al amparo de otras que, como tú, salen con yogurines y se han acostumbrado a que las miren raro
. De vez en cuando el punto de mira se vuelve hacia el hombre; la cuestión no es por qué una mujer madura querría salir con un hombre joven —¿por qué querría hacer eso una mujer?, ¿en qué cabeza cabe?— sino qué lleva a un hombre joven a salir con una madura. Y a partir de esta búsqueda en el ciberespacio se pueden construir todas las sinopsis de todas las películas que encaman a mujeres maduras con hombres en la flor de la vida. Todas las películas que tratan de ESO.