En su pista de baile se juntaba la gente más guapa de la ciudad de Nueva York y del mundo. Givenchy, por ejemplo, volaba desde París, se echaba una siesta y se iba a medianoche a la discoteca.
Allí se encontraba con Halston, Manolo Blahnik, Cher, Andy Warhol,David Bowie… Pero si hay una imagen que resume aquellas veladas de purpurina y glamur es la de Bianca Jagger montada sobre un caballo blanco.
Vestida, precisamente, de Halston y con sandalias de Blahnik.
Bianca Jagger, en Studio 54 en 1977. Rose Hartman / The Artists Company.
En mitad de la locura que fue aquella noche de 1977, la fiesta de cumpleaños de Mick Jagger,
la por entonces mujer del cantante de los Rolling Stones casi ni
destacaba, pero alguien, menuda, rápida y sin vergüenza la vio y corrió a
por ella.
Era la fotógrafa Rose Hartman.
Fue ella quien logró la mejor
instantánea del momento
. La mejor estampa de una época.
En recuerdo a ese momento, el pasado fin de semana, Rose Hartman
apareció en el festival SXSW de Austin (Estados Unidos) montada en un
caballo blanco
. Y con una sonrisa de oreja a oreja. The Incomparable Rose Hartman
es el título del documental que el director Otis Mass ha hecho sobre la
famosa fotógrafa.
“Esto no es Los Ángeles, no es una producción de
Steven Spielberg como debería ser”, suelta, con su genio particular, al
principio de la película. La fotógrafa Rose Hartman. Getty Images
Hartman siempre se ha sentido más importante de lo que la historia
piensa de ella.
Cogió una cámara por primera vez inspirada por su padre y
las revistas Vogue de su madre, pero, sobre todo, motivada por
tener la vida que quería.
Como profesora de Inglés de instituto no
podía llegar a formar parte de su admirada “jungla de raso”, pero
cargada con una cámara, Hartman se convirtió en la fotógrafa de las
mujeres glamurosas en aquel Nueva York setentero.. “Era una mujer entendiendo a una mujer, fotografiando a una mujer”, dice Donna Karan, en cuyo backstage
se coló Hartman en 1985 por primera vez
. “Mucho antes de que la gente
se interesara por lo que pasaba detrás del desfile”, dice descarada y
orgullosa.
Un ojo único con mal carácter
Con más de cuatro décadas de trabajo a sus espaldas, infinitos
negativos y tres libros publicados, Hartman es tan conocida por su ojo
único como por su carácter
. Mal carácter. Que le abrió más puertas de
las que le cerró. Las de Studio 54, desde luego, estaban siempre
abiertas para ella gracias a su amistad con el famoso portero, Mark
Benecke, responsable de la fauna única que se juntaba en la discoteca.
Mick Jagger captado por el lente de Rose Hartman. Rose Hartman/ The Artists Company
La fotógrafa iba a todos los eventos en los que creía que habría
“gente guapa”.
Aún va, sin necesidad de invitación.
Nunca fue detrás de
los famosos, sino de la belleza y la originalidad, “de la persona más
interesante de la sala
”. Aunque fotografió a muchas celebrities, de Audrey Hepburn a Mark Wahlberg, de Kate Moss a Leonardo DiCaprio.
Le fascinan y siempre les ha mirado muy de cerca
. A casi todos los ha
pillado en momentos tan íntimos que hay quien la llama paparazi.
“No lo es”, dice Carolina Herrera, otra vieja amiga, a quien conoció también en Studio 54. “
“Pero sabe esperar al momento perfecto, cuando nadie mira y ella
siempre lleva su cámara”, analiza la diseñadora.
Hartman no les
perseguía, pero tenía el don de la ubicuidad. Creaba una relación con
ellos y, cuando menos lo esperaban, ella disparaba.
El diablo de Tasmania la llamaban sus colegas
. Por la velocidad con
la que enfocaba y la seguridad con la se abría paso entre la gente, a
codazos, “para captar la espontaneidad”. “A mí solo me interesa ese algo
que muestra quién eres de verdad”, dice.
Enfadada, solitaria, asertiva.
Su carácter se contagiaba en su objetivo y se respiraba en sus
encuadres.
Por eso fue la mejor retratista de una época libre,
despreocupada por la imagen, desconocedora de la viralidad actual
. A
Hartman le daba igual si su foto se vendía o no.
Ella buscaba el momento
y que este pasara a la historia.
Diana Ross y Halston en Studio 54. Rose Hartman The Artists Company
Alexandra, la pequeña de las hijas de Carolina de Mónaco debutó en esta cita, escoltada por su hermano mayor Andrea.
Ante la ausencia de Charlene de Mónaco, Carolina y su hija Carlota apoyaron al príncipe Alberto en la gala.
Alexandra, Alberto, Carolina y Carlota. Las mujeres Grimaldi junto al príncipe de Mónaco.
Alberto y Carolina el diseñadornKarl Lagerfeld,
que todos los años ocupa un puesto principal entre los Grimaldi en el
Baile de la Rosa.
Vestida de rojo y con un impresionante collar Beatrice Borromeo debutó como señora de Casiragho en el Baile de la Rosa.
Beatrice Casiraghi, Pierre Casiraghi, Alexandra
de Hanover, el príncipe Alberto, Carolina de Mónaco, Carlota
Casiraghi,Tatiana Santo Domingo, Andrea Casiraghi y Karl Lagerfeld a su
llegada al Baile de la Rosa.
Alexandra Hannover, hija menor de Carolina y Ernesto de Hannover debutó en el Baile de la Rosa.
Carlota apoyó a su hermana Alexandra en su primer Baile de la Rosa en el que acudió sin su actual pareja.
Pierre Casiraghi y su esposa Beatrice, que contrajeron matrimonio el pasado verano.
Los invitados durante el baile tras la cena en el Sporting Club de Montecarlo.
Alberto de Mónaco, sin su esposa, y con una amiga de la familia en la cena, La ausencia de Charlene no se justificó.
Un aspecto del salón del Sporting Club de Montecarlo antes de la cena.
Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo, con un espectacular traje rojo.
Carolina ejerció de primera dama del Principado
ante la ausencia de Charlene, lo que alimenta rumores sobre los
problemas en el matrimonio de Alberto.
Llega el calor el buen tiempo y no solo florecen las terrazas, también lo hacen las plantas y los árboles.
Están ahí a tu alrededor, en parques y jardines - si eres alérgico ya
lo habrás notado - , pero ¿sabrías llamarlas por su nombre? ¿Eres capaz
de identificarlas?
Te retamos con un test visual para que pongas a prueba prueba tus conocimientos sobre flores, plantas y árboles varios.
El preciso instante en que pasamos del invierno a la primavera ha marcado mitos y culturas desde el comienzo de la humanidad.
“La primavera”, de William-Adolphe Bouguereau (1886). Joslyn Art Museum.
“La primavera”, de William-Adolphe Bouguereau (1886). Joslyn Art Museum
No había nadie en la antigüedad que no conociera los solsticios y los
equinoccios.
Hoy ya no es así, porque la supervivencia no depende de
ello
. Pero no nos equivoquemos, no hemos dejado de ser seres humanos y,
por ello, irremediablemente simbólicos
. Escribir una crónica sobre
solsticios o equinoccios es contar una historia del calendario,
de la cosecha, de sobrevivir al invierno o del amor de verano
. Son
nuestros grandes eventos astronómicos y no hemos dejado de estudiarlos,
festejarlos e insertarlos en nuestras vidas.
El equinoccio de primavera es la fecha del renacimiento, de la vida nueva y de la naturaleza en eclosión
El equinoccio de primavera, o vernal, puede que tenga el lugar más
destacado.
Marca el preciso instante en que pasamos del invierno a la
primavera.
Es la fecha del renacimiento, de la vida nueva y de la
naturaleza en eclosión.
Así que no es de extrañar que, si la doncella Perséfone, diosa de la vegetación, vuelve de su rapto en el inframundo para reunirse con su madre, Deméter, diosa de la agricultura, tenga que ser en el equinoccio de primavera.
O si Isis consigue resucitar a Osiris para preñarse de él, tras juntar los 14 pedazos en que lo troceó su hermano Seth, lo haga en la luna llena posterior al equinoccio de primavera, una fértil luna llena de catorce días de edad.
Cuando Dios libera al pueblo judío de la esclavitud de Egipto, para renacer libres a la sombra del templo que Salomón construirá en Jerusalén, en sustitución del tabernáculo de Moisés,
lo hará durante una noche de luna llena, en el mes del Nisán o del
"primer brote", el mes del equinoccio de primavera, el primer mes del
año entonces.
El templo se construirá orientado hacia el Este y el
amanecer equinoccial iluminará el altar. Aún hoy, la conmemoración de
este evento, en la Pascua, sigue siendo la celebración más importante de
los judíos y coincide con la luna llena posterior al equinoccio, o el
día catorce de Nisán. Catorce, otra vez, como la edad de la luna llena.
Posteriormente, cuando el judío Jesús de Nazaret
sea traicionado, precisamente durante la cena de Pascua para que, tras
ser ejecutado, resucite como hijo de Dios y Salvador, solo podría ser
celebrado tras la luna llena posterior al equinoccio de primavera,
durante lo que se denominará la Semana Santa
. Más concretamente, el
domingo posterior a esa luna, con una serie de complejas excepciones
recogidas en el Computus, motivadas, entre otras cosas, por la necesidad de diferenciación con la fiesta judía.
Y así una innumerable mitología, tanta como lugares y culturas, como Cinteotl y Chicomecóatl,
deidades del maíz y la vegetación, que siguen festejándose junto con la
Semana Santa, en la comunión sincrética que solo puede ofrecer México. O
la figura griega de Adonis, también identificada con Osiris , al igual que Atis, resucitado en forma de pino para ser dios de la vegetación en la antigua Frigia.
Hoy es más fácil interpretar los equinoccios.
Basta con sumergirse en Wikipedia
para poder disfrutar de gráficos y animaciones que nos ayudan a
visualizar que el equinoccio vernal es el preciso instante en el que el
Sol corta el plano del ecuador terrestre, un momento concreto que este
año se producirá el 20 de marzo a las 04:30 en horario universal.
Podremos, viéndolo desde fuera, comprender por qué la inclinación del
eje de rotación de La Tierra, de unos 23,5º, provoca las estaciones, al
ir moviéndose el planeta por su órbita alrededor del Sol, con los
solsticios y equinoccios como los puntos de cambio y, de forma inversa,
para cada hemisferio. En otros planetas, como Júpiter, en cambio, con
una inclinación de tan solo 3º, prácticamente no hay estaciones
.
Calcularemos la altura máxima que tendrá el Sol
al mediodía sobre nuestras cabezas (90º menos nuestra latitud), que en
el caso de Canarias, por ejemplo, será de unos 62º, en Madrid de unos
48,5º y en el ecuador de 90º, de modo que los objetos no arrojarán
prácticamente sombra al mediodía.
Finalmente, entenderemos lo que tendremos frente a nuestros ojos al
abrir la ventana al amanecer
. El Sol, que venía amaneciendo hasta ahora
hacia el sudeste, saldrá exactamente por el Este, cosa que solo ocurre
en los equinoccios, y se pondrá por la tarde justo en el Oeste.
Esto
provocará que el día y la noche duren prácticamente lo mismo, de donde
surge el término “equinoccio”.
Realmente, no siendo el Sol un objeto
puntual, más el efecto de la refracción de la luz cerca del horizonte y
sumado a la luz crepuscular, las horas de día superarán a la noche.
Asomados a la ventana del amanecer estaremos en igualdad de
condiciones que todos los humanos que nos precedieron. Sin los datos al
alcance de la mano, no es fácil fijar los cuatro puntos cardinales del
calendario.
La manera de hacerlo es buscar referencias sobre el fijo
fondo de estrellas, observar por delante de cuál constelación pasa el
Sol durante el equinoccio.
Y eso hicieron en Babilonia,
con herencia sumeria, durante casi 2.000 años.
Dos mil años dedicados
al estudio de la Astronomía.
Los babilonios tuvieron una visión
extremadamente pragmática que, aunque con clara vocación adivinatoria,
los llevó a describir el funcionamiento de la Naturaleza en base a
observaciones empíricas, sin imposiciones de modelos cosmológicos
basados en geometrías perfectas o posiciones apriorísticas del hombre
frente al Universo