Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

16 mar 2016

Warhol hasta en la sopa............................................................... Joseba Elola

El poliédrico artista que redefinió el devenir del arte contemporáneo con un bote de sopa Campbell siempre vuelve, nunca se va.


Inagotable. Warhol es inagotable. Inagotable la fascinación que genera, la controversia que despierta, el rechazo que provoca.
 Inagotable su obra, que sigue emergiendo de esas cápsulas del tiempo que confeccionó en sus últimos años de vida y que aún deparan sorpresas entre los conservadores del Museo Warhol de Pittsburgh
. Inagotable su pujanza en el mercado del arte, donde desde hace 10 años se mantiene como uno de los valores más sólidos, como un termómetro del mercado, como un Dow Jones del mundo del arte.
nagotable su talento para reinventarse, para hacer algo de la nada.
 Cualquier cosa puede ser arte.
Inagotable también su capacidad para desafiar al espectador, como hace en Empire, esa película que rodó en el año 1964 y que en estos días se puede ver en la muestra que acoge el Ashmolean Museum de Oxford: en la imagen, el Empire State Building de Nueva York. La cámara quieta. Durante ocho horas. Enfocando al edificio.
 Un solo plano, leves y progresivos cambios en la luz, alguna sombra que pasa.
El crítico de arte Blake Gopnik escribió en 2014 una crónica de su experiencia en el visionado de las ocho horas de esta obra de Warhol.
 Dijo que la película engancha.
Las muestras sobre el trabajo del artista de Pittsburgh se multiplican a lo largo y ancho del globo. En 2015 se registraron más de 40 exposiciones solo en Estados Unidos; entre ellas, la de las 32 sopas Campbell que expuso el MOMA de Nueva York.
El año pasado, la Tate de Liverpool abrió sus salas a Transmitting Andy Warhol. Acaba de cerrar sus puertas, a principios de febrero de 2016, una muestra de 200 obras en el Museo de Arte Moderno de París. En Nueva York, The Morgan Library and Museum acoge Warhol by the Book, que incluye ocho proyectos de libros, portadas y contribuciones en todo tipo de publicaciones.
En Melbourne, la National Gallery of Victoria expone Andy Warhol & Ai Weiwei.
 La galería Gagosian de Londres acoge hasta el 23 de abril una muestra que emparenta sus trabajos con los del fotógrafo Richard Avedon.
En España, se exhibe en el Guggenheim de Bilbao hasta el próximo 2 de octubre Sombras, 102 lienzos serigrafiados basados en dos fotografías de sombras tomadas en el estudio de Warhol. También se esperan dos importantes muestras para finales de este año o principios del que viene en suelo español, según adelanta el director del Museo Warhol de Pittsburgh, Eric Shiner.
Y el año que viene, en conmemoración del 40º aniversario del fallecimiento del gran adalid del arte pop, el Museo Jumex de México albergará una gran muestra sobre su concepto de la muerte.
Inagotable su talento para reinventarse, para hacer algo de la nada. Cualquier cosa puede ser arte
Warhol, Warhol, Warhol. Warhol hasta en la sopa.
Sostiene el crítico de arte Blake Gopnik que el artista, nacido en 1928 en Pittsburgh, es el perfecto cartel para una exhibición
. Atrae a grandes audiencias y además concita el interés de los más serios catadores de arte contemporáneo. “Para el mundo del arte serio es el hombre que expandió la noción de arte”, explica en conversación telefónica desde Nueva York. 
“Es uno de los más complicados y profundos artistas del siglo XX o de cualquier otros siglo”.
 Para los más jóvenes, añade, es una “celebridad excéntrica”.
 Aquel tipo que se codeaba con Bowie, Robert Mapplethorpe, Yves Saint-Laurent, Dennis Hopper y Truman Capote; el glamuroso hombre de las pelucas blancas y las Ray-Ban negras que apuraba las noches rodeado de gente muy puesta en los pasillos del mítico Studio 54, conserva intacto su halo, no apto para mitómanos
Se le puede considerar todo un precursor de la cultura de las celebridades que hoy nos inunda.
Más allá de su influjo y vigencia en los tiempos que corren, la proliferación de muestras tampoco debe sorprender si se tiene en cuenta lo prolífico que era el artista, su dinámica de producción industrial de los últimos años y la cantidad de obra que se puso a circu­lar en el mercado del arte en el año 2011 –la Fundación Warhol puso a la venta 20.000 piezas–.
El profeta de los nuevos medios, el visionario que se adelantó al fenómeno Instagram cargando allá por donde iba con su Polaroid, es, con permiso de Pablo Picasso, uno de los artistas más fecundos del siglo XX.
Al morir, legó a la fundación que lleva su nombre más de 100.000 obras. Más de 100.000 obras, sí, no es una errata, no sobra ningún cero
 Una buena parte de ellas fue a parar al museo que hay en su ciudad natal, Pittsburgh.
 Allí se pueden ver 900 cuadros, 100 esculturas, 200 trabajos en papel, más de 1.000 serigrafías y 4.000 fotografías; por no hablar de las 60 películas, los 4.000 vídeos o los 200 Screen Test, esas pequeñas joyas que rodó entre los años 1964 y 1966, época de esplendor creativo, cortometrajes en los que sentaba delante de una cámara a los que pasaban por su estudio y los dejaba cuatro minutos frente al objetivo con una sola consigna: no parpadear.

A semejante tortura se sometió, parpadeando, la crème de la crème del underground (y no tan underground) neoyorquino.
 Se puede ver a un Bob Dylan con 25 años, camisa negra y chaqueta, desviando la mirada, reacomodándose en su silla; a un Marcel Duchamp tranquilo, arqueando las cejas, fumándose un puro; o a una magnética Nico, cantante y socia de la Velvet Underground, aguantando el tipo, riéndose del experimento.
 Piezas como estas se pueden contemplar en una de las salas de la muestra del Ashmolean Museum de Oxford.
Su producción fue ingente, y en el museo de Pittsburgh aún están desenterrando los tesoros que esconden las 610 cápsulas del tiempo en las que el artista empaquetada bocetos, recuerdos de su vida, objetos que acumulaba como buen coleccionista compulsivo que era.

Era un auténtico adicto al trabajo, trabajaba todos los días como si no hubiera un mañana”.
Lo dice su sobrino James Warhola en conversación telefónica desde Nueva York.
Artista e ilustrador, relata con voz entusiasta los días en que veía a su tío pintar a mano esas latas de sopa Campbell que se convertirían en iconos del arte pop. James Warhola y su hermano correteaban por el estudio de su tío en la primera mitad de la década de los sesenta.
 Recuerda cómo el tío Andy empezó a experimentar con las serigrafías, le vio trabajar en sus retratos de Marilyn, de Liz Taylor, de Elvis Presley.

James Warhola, nacido en Pittsburgh en 1955, cuenta que el hombre que rompió con el discurso de los expresionistas abstractos, lejos de ser ese personaje arisco, raro e inquietante que aparentaba ser, era en realidad todo un bromista, un tipo al que le encantaba decir tonterías, con un talento natural para interactuar con niños.
 Hay una palabra que repetía una y otra vez, cuenta su sobrino: “Marvelous” [maravilloso].
La vena artística, dice Warhola, le venía de su madre, con la que vivió a lo largo de 20 años
. “Ella era muy creativa y tuvo mucha influencia en él. Le encantaba decorar huevos, dibujar, pintar”.

 

Warhola –Andy Warhol se quitó la a del apellido porque le sonaba mejor– confiesa que su tío le sirve de gran inspiración a la hora de trabajar. “Decía que el arte puede ser cualquier cosa; que está, todo, alrededor de nosotros”.
Knives, de 1981.
Arte puede ser cualquier cosa y, como dirían sus detractores –entre los que se encontraba el reputado crítico de arte Robert Hughes–, de cualquier manera.
 La época que su biógrafo el filósofo Arthur C. Danto califica de mayor profundidad conceptual, la de los rompedores años sesenta, derivó en una de producción en serie que fue a más en los últimos años de su vida.
 Producción en serie que marcó el camino para algunos de los magos de arte contemporáneo de nuestros días, como el siempre polémico Jeff Koons.
“El negocio del arte es lo que viene después del Arte”, escribió Warhol en 1975 en La filosofía de Andy Warhol: de A a B y de B a A (Tusquets).
 “Empecé como un artista comercial y quiero acabar como un artista del negocio. Ser bueno en los negocios es la forma más fascinante de arte”.

Algunos sitúan el punto de inflexión en la producción artística de Warhol en el momento en que traslada la sede de la mítica Factory, espacio de inspiración y perdición, al número 33 de Union Square West en 1968. Un cambio que al propio Warhol le daba un poco de miedo:
 “Temía que sin esos locos drogados farfullando a mi alrededor, haciendo locuras, podía perder mi creatividad.
 Habían sido mi absoluta inspiración desde 1964”, confesó a su amigo y confidente David Bourdon.
El traslado a esas nuevas dependencias, que se asemejaban mucho más como espacio a una oficina, marcó un giro hacia un nuevo modo de concebir y ejecutar las obras en los años en los que Warhol había soltado los ­pinceles para entregarse en cuerpo y alma a hacer películas
. Sus abogados, mientras, andaban ocupados dando forma a Andy Warhol Entreprises.
“A partir de entonces, la producción se intensificó”, confirma en conversación telefónica desde Nueva York Vincent Fremont, que conoció a Warhol en 1969 y se convirtió en vicepresidente de Andy Warhol Entreprises en 1974. “Todo se volvió más estructurado”. Fremont, para quien Warhol fue “como un segundo padre”, recuerda que en aquellos años el establishment del arte ya empezaba a decir que Warhol había perdido el pulso artístico.
 Algo con lo que no está de acuerdo. “Fue un visionario, tenía una mirada hacia el mundo absolutamente única. Y, como todos los grandes artistas, fue un adelantado a su tiempo”.
Fremont, que fue mánager de la Factory, asistió a toda la puesta en marcha de la maquinaria industrial.
 A los años en que el artista neoyorquino empezó a hacer series serigrafiadas en las que volvía sobre los motivos que le habían dado fama en la década anterior: las sopas Campbell, los billetes de dólar, las flores…
El crítico de arte Richard Dorment reveló en un artículo de investigación publicado en 2013 en The New York Review of Books que uno de los problemas que existen con el legado de Warhol es que muchos de sus trabajos, desde los años setenta, fueron elaborados fuera de su estudio, en imprentas que ni siquiera visitaba –aspecto este que la Fundación Warhol para las Artes Visuales niega mediante un escueto correo electrónico enviado a este periódico–. Fremont, que fue agente de ventas de la Fundación Warhol tras la muerte del artista, también lo niega. Recuerda que el creador de Ocho Elvises recurría
 
Versión de la célebre 'Sopa Campbell' (1969).
“¡Rafael tenía una fábrica! ¡Rubens tenía una fábrica! ¡No hay nada de malo en tenerla, la mayor parte de los grandes artistas la tuvieron!”, exclama enfático, alzando los brazos, Norman Rosenthal, comisario de la muestra que en estos días se puede ver en Oxford.
 El que fuera jefe de exposiciones durante 30 años de la británica Royal Academy desdeña el debate periodístico que rodea la hiperproducción de Warhol en sus últimos años y las dudas que se siembran en torno a la autenticidad de algunas de sus obras.
 “Andy Warhol sabía lo que hacía, era un gran controlador, controlaba lo que se hacía en su nombre”, dice sentado a una de las mesas del despacho del director del Ashmolean mientras pica algo de comer, en el clásico día de cielo gris y chirimiri en la ciudad de la excelencia universitaria.
 ”Algunos artistas trabajan rápido y otros trabajando despacio. Lo importante es lo que queda”.

El Tribunal Superior confirma la condena a los padres de Asunta................................ Sonia Vizoso

El tribunal rechaza sus recursos y ratifica la pena de 18 años para cada uno por asesinar a su hija.

 

Los padres de Asunta, este martes durante la vista de su recurso.
El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia ha rechazado los recursos presentados por los padres de Asunta Basterra contra su condena a 18 años de cárcel por el asesinato de su hija de 11 años en septiembre de 2013.
 La sentencia de la Sala de lo Civil y Penal entiende que Rosario Porto fue quien asfixió a la pequeña en el chalé familiar de las afueras de Santiago, "sin la colaboración" de Alfonso Basterra, pero "en ejecución de un plan preconcebido con él", han informado este miércoles fuentes judiciales, por lo que ratifica las penas fijadas por la Audiencia Provincial de A Coruña.
Las defensas de los padres de Asunta, condenados a 18 años de cárcel por el crimen, agitaron durante la exposición de sus recursos ante el Tribunal Superior las incógnitas que aún sobrevuelan el asesinato e intentaron convencer si éxito a los magistrados de la ausencia de pruebas de cargo que demuestren que la pareja diseñó y ejecutó un plan para drogar a la niña durante meses y acabar asfixiándola.
 Ya en aquella sesión celebrada hace unas semanas, el fiscal aseguró que veía "fundamentado" el veredicto del jurado popular y esgrimió que el asesinato de la pequeña es uno de esos casos en los que "se exige un esfuerzo inductivo y valorativo" que conduce a "juntar pequeños indicios".

¿Qué se ha hecho Tom Cruise en la cara?

¿Qué se ha hecho Tom Cruise en la cara?

La 69ª edición de los BAFTA, que se celebraron este domingo en Londres con la victoria de 'El renacido' de Iñárritu y DiCaprio, ofreció también una barra libre de cotilleos alrededor de la figura de Tom Cruise.

¿Qué le ha pasado a Tom Cruise en la cara? por elhuffingtonpost


TOM CRUISE

 El actor, con el rostro enrojecido y totalmente hinchado, dejó entrever un reciente retoque estético que no ha pasado inadvertido en las redes sociales, que no han tardado en compararle con Renée Zelweger, que en 2014 dejó al mundo de una pieza tras convertirse, prácticamente, en otra persona.

La nueva imagen de Cruise empezó a correr en las redes en la madrugada del lunes y no salía precisamente bien parado. 

De hecho, algunos medios hablaban directamente de "destrozo" facial, una especie de última entrega de mal gusto de 'Misión Imposible'.

“El cuelpo de Cristo”............................................................... Juan Cruz

“El cuelpo de Cristo”

El historiador José Ignacio Jiménez, patriota puertorriqueño, nos hablaba de algunos desmanes de la Televisión Española que ven en este continente.

Los reyes de España son recibidos por el gobernador de Puerto Rico, Alejandro Padilla, y la primera dama, Wilma Pastrana. EFE

 

Un señor bien plantado nos paró ayer a dos periodistas de EL PAÍS para hacernos un reproche muy serio sobre el uso que en España se hace de la lengua española, siendo como es la cuna del idioma.

Estaba a punto de comenzar el Congreso, donde se iba a hablar, por supuesto, de la lengua y sus recovecos, y este caballero, el historiador José Ignacio Jiménez, patriota puertorriqueño que reside en Caracas, nos hablaba de algunos desmanes de la Televisión Española que ven en este continente (y en estas islas).
Sucede que él ve, en los dos canales que sintoniza en su casa, algunos de los reportajes que sirve nuestra televisión estatal y se fijó recientemente en dos dedicados a la vieja arquitectura del norte de España.
“Eran reportajes muy bellos, pero la música de fondo era ¡rock inglés!
¡Con las buenas músicas que ustedes tienen! ¡Pero qué falta de autoestima, qué vergüenza!”
Uno de nosotros le dio más leña para que pusiera al fuego.
 “Pues ahora la representante de España en Eurovisión cantará en inglés”. “Pues más a mi favol”.
 Ese favol con ele no es una errata de esta crónica, puede haber otras; lo que sucede, como sabe todo el mundo, es que en esta zona, el Caribe, la ele es la erre por otros medios, y la dice todo el mundo y todo el rato, como explicó en seguida José Ignacio ya en vías de hacernos entender más cosas de la autoestima española y de la autoestima que él mismo siente por hablar español en Puerto Rico, o en el Puelto Rico, que así también lo dice todo el mundo acá, desde las alturas al llano.

El propio gobernador del territorio libre asociado, Alejandro García Padilla, que tiene un apellido bien gomero, se ufanó de su acento, de su modo de decir el español, “cambiando las erres por jotas” y usando la ele donde hace falta y donde aquí se tiene por costumbre hablada.
 “No es exactamente ele”, me dijo una periodista puertorriqueña, “tienes que poner la lengua así, como hago yo, y te sale una ele estupenda, como la nuestra”.
 Lo ensayé; así digo la ele ahora, pues uno viene a estos congresos a seguir aprendiendo lengua.
 En todo caso, del mismo modo que el gobernador puso su acento en el orgullo como parte de la reivindicación del habla caribeña de Puerto Rico, el Rey de España incursionó en el mismo vericueto y nos dio línea a los andaluces y a los canarios en la parte admirativa de su discurso, pues dijo que lo que aquí se habla se le antoja una mezcla “entre andaluz y canario”.
Tiene tanta razón el monarca al menos en lo que a nosotros los canarios nos concierne que esa ele que distingue al puertorriqueño (y al cubano, por ejemplo) también se dice en nuestros ámbitos campesinos insulares, al menos en el norte de la isla de Tenerife.
 Allí escuché a un adolescente reprender a su madre, que ponía la ele en todas partes, hasta que ella le alzó la voz para decirle este pareado: “Mira, muchacho, yo sé decir hilo e hilacha y mierda pa quien me tacha”.
Así que aquí no se reprende la ele, se habla un castellano purísimo, y gente como José Ignacio Jiménez tiene argumentos para acusarnos a los que venimos de Madriz (así lo dijo él, burlándose cariñosamente de ese hablar castizo) de descuidar la autoestima con la que debemos afrontar el cuidado del idioma
. En el discurso más famoso ahora del Congreso, el novelista, y ya un prócer literario puertorriqueño, Luis Rafael Sánchez reivindicó a su país, en su esencia y en su manera de hablar, y reclamó ese factor de identidad que ya han leído en la crónica de Javier Rodríguez Marcos: la puertorriqueñidad; “soy aquí como el coquí”, “boricua a bordo”…., todos esos eslóganes callejeros que trajo a colación Luis Rafael forman parte de la reivindicación urbana de una lengua que es, a la vez, una identidad cuya defensa mereció un aplauso largo al alegre, y serio a la vez, manifiesto del autor del Abecé indócil, libro del que les hablaré uno de estos días.
Pero volvamos a la ele, que aquí es la letra estrella.
 Mi compañero Javier, precisamente, le preguntó a José Ignacio Jiménez si esa ele estaba presente en todos los estratos de la profesión, desde el campo de los jíbaros (de donde es el gobernador Padilla, “a mucha honra”) a las universidades…
La respuesta que dio hubiera enorgullecido a aquella madre campesina de Tenerife que le explicaba a su hijo su orgullo de decir como decía.
 Dijo José Ignacio: “Por supuesto que sí, tú oyes la ele en todas partes
. Un muchacho sin letras la utiliza y la utiliza un obispo, que mientras te introduce la hostia en la boca te dice ´El Cuelpo de Cristo”.