Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

12 mar 2016

Palabras nuevas......................................................... Boris Izaguirre

Me gusta recordar a Nancy Reagan como la anfitriona de la Casa Blanca que permitió a John Travolta bailar con Diana de Gales y que se fotografiaba con Mr. T.

Nancy Reagan con el actor MR. T., en la Casa Blanca en 1983.
¡Otra semana más sin gobierno, manteniendo esa sensación, entre relajadita y estimulada, como la que te deja una buena sesión de yoga!
 Sintiéndonos muy “compi yogui”, el término empleado por la Reina y que hemos conocido al desvelarse un intercambio de mensajes entre ella y Javier López Madrid, un súbdito investigado por varias razones
. La Reina ha impuesto una nueva moda y ya en varios gimnasios de Madrid imparten clases compi yogui. Lamentablemente, aquella amistad terminó en una lesión confirmada ahora por la Casa del Rey.
Yo también tengo compis yoguis: libros buenos.
 Cinco esquinas, la nueva novela de Mario Vargas Llosa, es uno de ellos
. Lo que más me gusta de esta es que no está escrita por un Nobel sino por un hombre ya sin edad. Porque la novela, más que contemporánea, es próxima, vital, como escrita por un joven con inmenso talento dotado de un conocimiento profundo de nuestra lengua
. Esa es la clave de esta novela y su emoción.
 El lenguaje es pleno, euforizante, no cesas de descubrir palabras que quieres averiguar, investigar y, desde luego, incorporar.
 Ese disfrute te adentra en la sórdida historia de un chantaje que reúne a un elenco de personajes que jamás se conocerían sino fuera porque forman parte de un tiempo cruel y oscuro en Perú.
 Pero muchas veces ese Perú parece esta España.
 Los ricos son igual de pueriles y peligrosos que los políticos que juegan con el poder y los periodistas que creen que la búsqueda de la verdad es cosa solo de los buenos

 

Otra lectura es Furias divinas, de Eduardo Mendicutti, sobre un cabaret de transformistas en La Algaida, el Macondo gaditano del autor.
 El cabaret se llama Garbo, para hacerle competencia al antro de enfrente que se llama Loren, y, a partir de ahí, tampoco puedes dejar de leerla
. Los transformistas de la novela no son transgénero, como las hermanas Wachowski, que dirigieron Matrix como hombres y ahora son directoras, pero tienen los mismos problemas que muchos españoles: desempleo, desconcierto político y un interés por Podemos que deviene en obsesión al tiempo que desnuda las carencias de una izquierda que por travestirse de burguesa terminó desorientada.
Al final, pareciera que solo la pachanga es nuestra salvación
. Es probable que con Furias divinas te rías más que con Cinco esquinas, que es un thriller de aquí te espero, pero ambas lecturas hacen pensar en que lo bueno no es el jaque al poder sino el poder de la literatura.
La princesa Diana de Gales baila con el actor norteamericano John Travolta, durante una cena en la Casa Blanca (Washington) en 1995.
Nancy Reagan, que conoció el poder de verdad, falleció el domingo pasado. No fue una buena actriz, sus hijos se quejaron de su papel como madre pero sí fue una primera dama excepcional.
 El público la quiso más cuando sobrevivió el duro proceso de ver a su esposo Ronald alejarse del mundo que una vez lideró, víctima del alzhéimer. Siempre se dijo que consultaba con una vidente los cambios en el Gobierno de su marido.
 A mí me gusta recordarla como la anfitriona de la Casa Blanca que facilitó que John Travolta bailara con Diana de Gales o que se fotografiaba con Mr. T. o con Michael Jackson disfrazado de Simón Bolívar
. Ese es su retrato bueno, pero de inmediato recuerdo que ella y su marido hicieron lo imposible para no reconocer el sida como una epidemia, desperdiciando años clave para encontrar la cura.
 En los ochenta, los Reagan gobernaban sobre el culto al dinero, el poder, la hombrera extensa y el dorado intenso en todos los accesorios
. De la misma manera que Donald e Ivana Trump, su esposa de entonces, parecían bañarse en dólares y aclararse el pelo con lingotes de oro
. Una vez coincidí con los Trump en un desfile en el hotel Plaza, que fue también de su propiedad, e Ivana olía a millones de dólares mezclados con millones de orquídeas raras; mientras Donald saludaba a la gente en una larguísima línea sin mirarles a los ojos
. Eran como los duques de la Quinta Avenida gracias a las políticas neoliberales de la Administración Reagan.
 Con la muerte de Nancy, queda Trump como un payaso para muchos miembros de su propio partido. Pero para otros es un globo llamativo que colocar entre las nubes prometiendo un come back a esos años ochenta felices y dispendiosos.

Viena, la ciudad múltiple........................................................ Mercedes Cebrián


Viajes a Viena
El edificio del Parlamento, con una estatua de Palas Atenea en primer plano y la torre del ayuntamiento al fondo. / Westend61/Getty
¿Por dónde comenzar a trinchar Viena? La ciudad es un objeto multifacético que responde a una amplia gama de intereses.
 Si solamente queremos prestarle atención a su lado imperial, ahí tenemos palacios y magnas bibliotecas esperándonos.
 Si por el contrario buscamos una Viena con banda sonora de Schönberg y muebles iguales a los que usaron Klimt y Egon Schiele, también hay un itinerario para ello, así como varias atalayas para asomarnos al día a día de la capital austriaca.

Jardines imperiales

Para comprender la Viena austrohúngara de finales del siglo XIX, popularizada por la figura de la emperatriz Sissi, hay una opción poco frecuentada que sirve como excelente prólogo de posteriores visitas: el Museo Hofmobiliendepot (www.hofmobiliendepot.at) del barrio de Mariahilf.
 Allí se almacenan los muebles que pertenecieron a los emperadores, cuyos palacios, salvo el de Hofburg, no estaban amueblados.
 Cada vez que pasaban temporadas en sus residencias de Belvedere o Schönbrunn, un séquito de personas, muebles y objetos decorativos viajaban con ellos.
 Admirar el pianito de teclas estrechas construido especialmente para el príncipe Rodolfo, hijo de la emperatriz, y ver todas las escupideras de palacio allí expuestas nos hace aprender de esta vida opulenta mucho más de lo que esperábamos.
El café-librería Phil, en la calle Gumpendorfer. / Hemis
Al salir del museo, lo suyo es tomarse un café, no tanto por la necesidad imperiosa de beberlo sino porque visitar cafés es una de las obligaciones de quien pisa Viena
. Muy cerca se hallan dos: el amplísimo Café Ritter (www.caferitter.at), muy años cincuenta, o el Jelinek (cafejelinek.steman.at), de paredes encantadoramente mugrientas y con una enorme estufa metálica que sigue funcionando.
 Su lista de desayunos es larga, y al recibir nuestra comanda será inevitable fotografiarla, por lo abundante y bien servida.
Así, con las ideas mucho más claras sobre el Imperio Austrohúngaro y sus posesiones, podemos seguir recorriendo otros palacios, como Schönbrunn, por cuyos jardines el pueblo llano pasea hoy sin pagar entrada.
 Lo mismo ocurre en Augarten (www.augarten.at), el jardín situado al norte de la ciudad.
En su interior se encuentra la fábrica de porcelana de igual nombre, cuyo museo está abierto al público.
 También es posible ver trabajar a los artesanos de lunes a jueves.

Curvas y volutas

Detalle de uno de los edificios de Hundertwasser en Viena. / Carlos Sánchez Pereyra
Este periplo por lo imperial nos lleva más atrás todavía en el tiempo: al Sacro Imperio Romano Germánico, anterior a 1806, en el que ya existían las barrocas iglesias de la ciudad. Algunas están escondidas, como la Peterskirche o iglesia de San Pedro, discretamente situada en un rincón de la muy comercial calle Graben. En su interior se celebran conciertos gratuitos de órgano los viernes por la tarde y algunos miércoles a mediodía. Pero el culmen de las arquivoltas y de los trampantojos lo encontramos en la iglesia de San Carlos Borromeo o Karlskirche, que además nos permite durante este año subir a su cúpula y llegar a rozar los frescos apoteósicos a cargo de ­Rottmayr; por eso el andamio que vemos nada más entrar es, en realidad, una buena noticia. La versión secular de este barroco ecléctico la encontramos en la Sala Imperial (Prunksaal) de la Biblioteca Nacional de Austria (www.onb.ac.at), situada en la zona palaciega de Hofburg.

Asombroso fin de siglo

Mapa de Viena. / Javier Belloso
En el Museumsquartier, un complejo cultural donde se encuentran la mayoría de los museos de la ciudad, la mies es mucha y probablemente no haya días para visitar toda su oferta.
Si hemos de elegir uno, el Leopold Museum (www.leopoldmuseum.org) parece la opción ganadora (con permiso del Museo de Historia del Arte).
 Su aspecto austero de caja nada barroca es estupendo para exponer obras de Schiele y Klimt, y de los artistas que hicieron de Viena ese foco de creación constante.
Después, se puede comer o tomar algo en la cafetería de la Academia de Bellas Artes situada en Schillerplatz, a pocos pasos, que es precisamente donde Egon Schiele tuvo que repetir la asignatura de perspectiva
. En el Museo Albertina (www.albertina.at), también a pocos metros y siempre dentro de la avenida circular Ringstrasse, no hay que buscar la liebre de Durero, que raras veces se expone por tratarse de un dibujo delicado
. A cambio encontramos la obra de los impresionistas y la de otros contemporáneos de Klimt como los miembros del grupo Die Brücke.
 Al otro lado de la Albertinaplatz se halla otro de los cafés legendarios: el Mozart, y junto a él, la sastrería decimonónica Jungmann & Neffe (www.feinestoffe.at), que, con sus pajaritas de mil colores, paraguas y tela a granel, nos traslada inmediatamente a una Viena de aficionados a la ópera vestidos para una representación en la Staatsoper.


Detalle del Pabellón de la Secesión, de 1898. / Danita Delimont
Si continuamos hacia el sur nos sale al paso el edificio de los artistas rebeldes, el Pabellón de la Secesión de Olbrich, fácilmente distinguible por la bola dorada que lo corona y su fachada blanca con la inscripción Ver Sacrum (primavera sagrada).
 Si nuestra visita coincide con la inauguración de alguna exposición, veremos por allí alternando a los Ur-gafapastas vieneses, vestidos de elegante luto riguroso.
 Muy cerca se encuentra el Café Museum, decorado sobriamente por Adolf Loos, en las antípodas estéticas de los secesionistas, si bien desde 2010 se ha recuperado el interiorismo de 1931, a cargo de Josef Zotti, pues los clientes encontraban algo incómodas las sillas Thonet de Loos, en las que se sentaban Klimt (cómo no), Oskar Kokoschka y el compositor Alban Berg, entre otros muchos.
Otro edificio de Loos que nos llama la atención es el del número 11 de Michaelersplatz, que contrasta enormemente con la fachada barroca de enfrente, donde los carruajes turísticos de Viena paran a descansar.
El inmueble de Loos, de 1911, es un hito arquitectónico, pues en su limpia fachada el rebelde arquitecto (autor de Ornamento y delito y precursor del funcionalismo) plasmó en medio de una gran polémica sus ideas contrarias a las edificaciones historicistas de la época.
 Hoy alberga un banco cuyos empleados ya no se sorprenden ante la cantidad de visitantes que entran a husmear por allí, a los que además entregan un folleto informativo.

Si queremos comer cerca, no faltan cafés, pero un local algo más escondido lo encontramos en una galería comercial de las que Walter Benjamin tendría en mente al escribir su Libro de los pasajes: el Ferstelpassage.
 Allí se encuentra el bar Vulcanothek (www.vulcanothek.at), que solo sirve patas de cerdo austriaco y vino.
 Del techo cuelgan jamones en una variante estilosa de un museo del jamón.
Por las decenas de tiendas de la calle Dorotheengasse encontramos aún objetos de principios del XX de Koloman Moser o Josef Hoffmann, diseñadores del colectivo Wiener Werk­stätte, pero eso sí, a precios estratosféricos
. Como en la Viena de 1900 confluyeron tantos creadores, parece inevitable preguntarse si alguno se psicoanalizaría con Freud. Para ello tendría que desplazarse al barrio cercano a la Universidad de Viena, en el 19 de la Bergasse
. Allí sigue hoy su casa museo (www.freud-museum.at), que nos muestra varios objetos fetiche del psicoanalista. No tiene sentido acudir en busca de su diván, pues se lo llevó consigo a Londres cuando los nazis tomaron el edificio donde vivía y pasaba consulta.
 A cambio, podemos mirar por las mismas ventanas por las que él se asomaba y, sobre todo, aprender sobre su época y sobre las mujeres que tuvieron un papel importante en la disciplina de la que se le considera el padre, pues el museo organiza una exposición al respecto.

Mercado de pulgas

Para entrar de cuerpo entero en el siglo XXI basta dejarse llevar por el canto de sirenas de cualquier local de la ciudad, todos con su luz cálida y bien escogida.
 La tarde-noche pide sobre todo una parada en Phil (www.phil.info), la librería-café que sirve como antídoto a las numerosas Vienas de otras épocas.
 Y los sábados, la ciudad sigue muy viva en el mercadillo de pulgas (Flohmarkt), un paraíso para cacharrear junto al metro Kettenbrückengasse.
 Al lado está también el abarrotado Nasch­markt (www.naschmarkt-vienna.com), un rastro de comida del que nadie sale sin llevarse algo a la boca.
 Para terminar el día o comenzar la noche, el bar Der Dachboden, que situado en la azotea del hotel 25Hours (www.25hours-hotels.com) nos permite admirar desde una atalaya todos esos decorados del pasado mientras sorbemos por la pajita uno de los muchos cócteles que sirven.
Mercedes Cebrián es autora de El genuino sabor (Literatura Random House).


Querida Angelina, odiada Jolie................................... Rocío Ayuso.

La rebelde Angie ha cumplido 40 años, convertida en una actriz que controla su carrera y en una mujer comprometida. Tanta perfección parece ficticia.

Veinte años de carrera, seis hijos, dos batallas para evitar el cáncer y un único amor: Brad Pitt. Hollywood le ha dado un Oscar, la reina Isabel la nombró dama de honor y la ONU, embajadora de Buena Voluntad para los Refugiados.
Según un sondeo internacional de la empresa YouGov, Angelina Jolie es la mujer más admirada del mundo.
 Y, en ocasiones, la más vilipendiada, como quedó claro en un intercambio de mensajes robados donde uno de los principales productores de Hollywood la llamaba “niñata mimada con poco talento”.
 Las cualidades de Jolie como actriz, directora y también guionista en su último estreno, Frente al mar, quedan para que otros las juzguen
. Pero la mujer de 40 años que recibe a EL PAÍS en el hotel Four Seasons de Los Ángeles parece justo lo contrario: una artista que controla plenamente su carrera.
Y, a juzgar por la prole que le espera en el quinto piso del hotel, no tiene mucho de niña mimada. “Soy quien soy gracias a mis hijos. Ellos son lo mejor de mí misma”, asegura sin rodeos.

 

Angelina Jolie está en plena promoción de su película, la tercera como realizadora en una industria que no ofrece oportunidades a sus mujeres. Frente al mar, estrenada ayer en España, mezcla lo personal y lo profesional
. En la cinta, dedicada a su madre Marcheline Bertrand, la actriz y su esposo encarnan a una pareja en crisis.
 “Es un estudio sobre el dolor, porque no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Una experiencia universal en la que aprendemos las idas y venidas de la vida”.
Las mareas en la vida de Jolie han sido turbulentas.
Hija de actores, su rebeldía fue algo siempre patente. A los 16 años se fue a vivir con su primer novio.
 Habló de bisexualidad antes de que la fluidez sexual fuera parte del vocabulario aceptado, intercambiando lo mismo anillos que viales de sangre con otros o besando a su hermano como se hace con el mejor amante
. Ahora, Jolie es toda una institución: estrella, benefactora, mujer, madre y esposa.
“Solo me da envidia que alguien llame a su madre porque yo no puedo”, afirma sobre una muerte que aún le duele.
Esta afirmación no la hace para evitar hablar de su esposo Brad Pitt. Para nada. Llevan juntos más de 10 años y tras la boda sorpresa en Francia en 2014 se cambió el apellido al de Jolie-Pitt, el mismo que sus niños. “Tener hijos es lo que te ata.
El día que firmó los papeles de adopción de Zahara y Madoxx supe que estábamos unidos para el resto de nuestras vidas”, confiesa refiriéndose a los dos mayore
s. A veces, sus palabras pueden parecer cursis y, más que a amor, suenan a farsa calculada. Es en ese momento cuando la hija de John Voight deja las musas y baja a la tierra esbozando una sonrisa pícara. “Claro que también lo vuelvo loco”, añade con malicia.
 “Las gafas, por ejemplo”, continúa buscando en su cabeza las lentes de sol que llevaba puestas al llegar a la cita, “las dejo por todos lados. No lo soporta”, se ríe de nuevo comentando las manías de su familia.
Un matrimonio que, cuando suma al medio equipo de fútbol internacional que tienen por hijos, es algo caótico. Como dijo una exniñera, se trata de una familia que está a caballo entre lo hippie y lo salvaje, donde los padres apoyan las iniciativas creativas de su tribu, escolarizada en casa y siempre a su lado, viajando de rodaje en rodaje. Y en la que no faltan las discusiones. “Es lo que pasa tras 10 años de matrimonio”, confiesa la intérprete sin dejar claro si habla de los protagonistas de su cinta o de ellos mismos. “Brad me conoce ya en cada gesto y sabe cuando me impaciento”, añade. Ella reconoce que, cuando se enfada, o lo soluciona enseguida o se encierra en sí misma. Resulta fácil verlo.
Angelina Jolie durante el rodaje de 'Frente al mar'.
Jolie también conoce cada rasgo de su marido, de su amigo, del hombre en el que ve a sus hijos. Una familia donde todos han ido creciendo y se acercan peligrosamente a la pubertad. “De momento, solo Mad está entrando en esa etapa.
 Es el más reservado, así que no sé mucho. Supongo que será mejor así”, confiesa. Habla de su primogénito, el que adoptó en Camboya en 2002 cuando tenía 6 meses. Ahora ha vuelto a ese país que cambió su vida y donde prepara, con Maddox como asistente, su nueva película, basada en la novela Primero mataron a mi padre, sobre la masacre del régimen de Pol Pot.
 “Me siento más cómoda haciendo películas de guerra. No es que el matrimonio no sea una guerra”, bromea.
Jolie tiene claro que piensa continuar dirigiendo. Hay muchas historias que quiere contar y en esta nueva etapa de su vida es lo único importante.
 Con la sombra de todas las mujeres de su familia que enfermaron o murieron en sus 40, Jolie solo tiene tiempo para los suyos o para hablar de lo que considera importante. Preferiría no ser ejemplo para las mujeres afectadas por el cáncer de mama, pero ahí está.
Su segunda operación —en 2015 se extirpó los ovarios, y en 2013 se sometió a una doble mastectomía— tuvo lugar mientras montaba Frente al mar.
 “Claro que tengo mis dudas pero también quiero decirle a las mujeres que, aunque se sientan diferentes, siguen siendo mujeres”, afirma.

Gauguin llega al Reina Sofía: la pintura más cara del mundo.................................

'Nafea faa ipoipo', obra del genio francés vendida por 270 millones de euros, puede visitarse durante todo el verano en el museo madrileño

Instalacion del cuadro de Gauguin '¿Cuándo te casarás?' en el Reina Sofía. / Samuel Sánchez

Instalacion del cuadro de Gauguin '¿Cuándo te casarás?' en el Reina Sofía. / Samuel Sánchez

Pocas visitas artísticas han levantado tanta expectación como Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás? en tahitiano) la obra de Paul Gauguin que el pasado febrero se hizo con el título de la "más cara de la historia" tras ser adquirida por un comprador catarí a cambio de 300 millones de dólares (270 millones de euros).
 Hoy viernes, Rudolf Staechelin, su anterior propietario, el director del  Reina Sofía, Manuel Borja-Villel y el presidente del Patronato, Guillermo de la Dehesa, han oficiado la ceremonia de instalación de la tela que hasta primeros de septiembre convivirá con la colección del Kunstmuseum de Basilea en la cuarta planta del edificio, compartiendo pared con otra célebre tela de Gauguin: Paisaje con tejado rojo (1885).
Procedente de la Fundación Beyeler de Basilea (Suiza), donde ha formado parte de una retrospectiva dedicada al pintor, después de su exposición en Madrid viajará a la Phillips Collection de Washington.
 A partir de la clausura de esta muestra, el 10 de enero, será entregada a sus nuevos propietarios, la Autoridad de los Museos de Qatar, según ha publicado la prensa estadounidense; extremo que Staechelin ha declinado confirmar en Madrid, "por acuerdo de los componentes del trust familiar", entidad con sede en Nueva York y creada para gobernar la riquísima colección de la que una buena parte se puede ver este verano en el Reina Sofía y el Museo del Prado.
"Lo importante son las obras" declaró Staechelin, "las colecciones se modifican con el tiempo.
 Esta fue comprada por mi abuelo en 1921 por 18.000 francos.
 No lo hizo por especular, sino porque le gustaba. Esa belleza será eterna, lo demás es efímero".
La venta se produjo mientras la obra estaba expuesta en la Fundación Beyeler, pero se acordó que antes de entregarla a sus nuevos propietarios, se respetarían todos los compromisos adquiridos por el Kuntsmuseum de Basilea.El récord anterior lo ostentaba Los jugadores de cartas, de Paul Cézanne, vendido en 2011 por 250 millones de dólares.
Secretos aparte, no hay duda de que la belleza contenida en ese lienzo de 101,5 cm × 77,5 centímetros es apabullante. Los colores del paisaje polinesio inventado por el artista rodean a dos hermosas jóvenes. Una de ellas es Tehe’amana, la muchacha con la que Gauguin se casó cuando ella contaba solo 13 años y mientras su esposa oficial y sus cinco hijos seguían viviendo en Dinamarca. Los estudiosos del artista consideran que esta es su obra más erótica y una de las más importante de su amplia producción.
Nafea faa ipoipo salió el martes por la mañana en un camión expresamente acondicionado de la empresa de transportes Sim con dos transportistas y un experto encargado de velar por la obra (un correo). Después de hacer noche en los almacenes de la compañía en Barcelona, prosiguió viaje hasta Madrid. Llegó ayer jueves y durante 24 horas permaneció en posición horizontal sobre una mesa para conseguir que se aclimatara. Hacia las 11.00 de hoy viernes ha podido por fin ser colgada de las paredes por tres profesionales del museo. no se reforzará la vigilancia habitual (uno por sala) ni se modifican las condiciones del seguro, que tiene el aval del Estado.
Ante el supuesto remoto de si Manuel Borja-Villel hubiera dispuesto de 270 millones de euros hubiera adquirido la obra, el director respondió que lo importante son los relatos, no una pieza individual.
 Especulaciones aparte, aseguró que se trata de una obra maestra fundamental y muy importante en la producción de Gauguin. "Tiene todos los elementos clave de sus obras posimpresionistas. La pinta en 1892, durante su primer viaje a Tahití, y él tiene otra idea del paraíso. Por eso, los colores de la Naturaleza que representa no son reales, son los que hay en su imaginación. Es una obra cargada de códigos y forma parte de la serie de cuatro telas dedicadas a las preguntas. Cuando la pinta, él ha huido de Europa buscando un paraíso que solo está en su imaginación".
No se sabe con exactitud la relación entre el título del lienzo y la significación global de este trabajo, pero la misteriosa pregunta -
¿Cuándo te casarás?- forma parte del simbolismo general de la escena.
La obra también refleja hasta qué punto Gauguin proyectó su imaginario europeo en un paraíso polinesio que bajo el imperio colonial de Francia había perdido su inocencia hacía mucho tiempo. Algunos expertos han considerado que la mujer del primer plano busca marido debido a que lleva una flor en su oreja mientras que la otra sería la encargada de buscar al futuro esposo, por eso al fondo se vislumbran dos figuras paseando
. Las tahitianas fueron el motivo fundamental para la inspiración del artista, protagonizando la mayor parte de los lienzos ejecutados en la Polinesia.
Staechelin recordó el origen de la colección familiar formada por su abuelo, en 1915. Con el mismo nombre que el nieto, formaba parte de una familia con negocios en el mundo de la construcción y la aeronaútica, entre otras cosas
. "Este cuadro lo he visto toda mi vida, pero, como la mayor parte, estaba depositado en el Museo de Basilea. No conocía a mi abuelo, murió antes de que yo naciera.
 Después, en un accidente de avión de la compañía que teníamos entonces, murieron mi padre y mi hermano. En total, fallecieron 100 pasajeros y tuvimos que hacer frente a indemnizaciones muy altas. Era 1967, año en que decidí vender dos lienzos de Picasso (Arlequín sentado, de 1923, y Los dos hermanos, 1906, que fueron comprados por el Ayuntamiento después de un histórico referéndum en Basilea; un gesto al que Picasso respondió regalando cuatro obras".
Aunque Staechelin explicó la venta de los picassos, no hizo lo mismo respecto a la obra de Gauguin. Sí aseguró, sin embargo, que, por el momento, no tienen nuevos planes de venta.
 Y concluyó diciendo que no está seguro de que la parte de su colección que desde hace décadas está depositada en el Kunstmuseum retorne a Basilea en las mismas condiciones en las que estaba. "Tenemos discrepancias con la dirección del museo. Es una decisión que tomaremos el próximo año".