Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

11 feb 2016

El árbitro de la belleza del siglo XX.................................................. Carles Gámez

Un libro proyecta el estilo de Ceil Beaton, un diseñador y cronista de la alta sociedad que hizo de él mismo su mejor obra.

 

Cecil Beaton, cronista de moda británico.
Cuando en 1963 Cecil Beaton diseñó el vestuario de Mi bella dama, la comedia musical trasladada a la pantalla por el director George Cukor, estaba creando la que sería su Capilla Sixtina victoriana, su gran y última obra maestra como árbitro de la elegancia y la belleza del siglo XX.
Un beaton que, como el profesor Henry Higgins —el personaje Pigmalión de la obra—, modelaba en la figura de Audrey Hepburn un estilizado vestuario en blanco y negro, su testamento estético señalado por ese deseo infinito de capturar la belleza en cada una de sus facetas profesionales.
Como recuerda el historiador de moda Benjamin Wild, autor del libro A Life in Fashion, The Wardrobe of Cecil Beaton (Thames and Hudson, 2016), desde sus primeras apariciones públicas Beaton (1904-1980) cultivó el gusto por la originalidad y el toque excéntrico en su propia figura.
En 1922 llegó a la Universidad de Cambridge —que abandonó sin graduarse— vistiendo una llamativa chaqueta, zapatos rojos y pantalones blanco y negro que no pasaron inadvertidos entre alumnos y profesores.
 Tampoco sus modos afectados, una homosexualidad que siempre quedó en un segundo plano pero que su amigo y cómplice Truman Capote se encargó de desvelar en algunas secuencias divertidas y que intentó encubrir con un intento frustrado de
Cecil Beaton, cronista de moda británico.
Cuando en 1963 Cecil Beaton diseñó el vestuario de Mi bella dama, la comedia musical trasladada a la pantalla por el director George Cukor, estaba creando la que sería su Capilla Sixtina victoriana, su gran y última obra maestra como árbitro de la elegancia y la belleza del siglo XX.
Un beaton que, como el profesor Henry Higgins —el personaje Pigmalión de la obra—, modelaba en la figura de Audrey Hepburn un estilizado vestuario en blanco y negro, su testamento estético señalado por ese deseo infinito de capturar la belleza en cada una de sus facetas profesionales.
Como recuerda el historiador de moda Benjamin Wild, autor del libro A Life in Fashion, The Wardrobe of Cecil Beaton (Thames and Hudson, 2016), desde sus primeras apariciones públicas Beaton (1904-1980) cultivó el gusto por la originalidad y el toque excéntrico en su propia figura. En 1922 llegó a la Universidad de Cambridge —que abandonó sin graduarse— vistiendo una llamativa chaqueta, zapatos rojos y pantalones blanco y negro que no pasaron inadvertidos entre alumnos y profesores.
 Tampoco sus modos afectados, una homosexualidad que siempre quedó en un segundo plano pero que su amigo y cómplice Truman Capote se encargó de desvelar en algunas secuencias divertidas y que intentó encubrir con un intento frustrado de matrimonio con la actriz Greta Garbo.
Cecil Beaton con sus diseños para la comedia musical 'My Fair Lady' para Broadway en 1956.
Durante más de medio siglo, Beaton se convirtió en el cronista de la alta sociedad, fotógrafo de moda y retratista oficial de la familia real británica
. Su imagen de dandi y esteta se adueñó de los salones de la alta burguesía de Nueva York, que lo recibieron con los brazos abiertos.
 Beaton luchó toda su vida por ser considerado como un creador y no quedar recluido en su ejercicio de fotógrafo, pero, paradójicamente, fue este medio el que le abriría las puertas a ese mundo de magia y fascinación donde proyectaría sus dotes creativas.

En los años treinta desembarcó en Hollywood, donde percibió la fascinación por las estrellas de la gran pantalla como imagen de glamur y fantasía para el público.
 Un voluminoso itinerario profesional con el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial y sus trabajos para el Ministerio de Información por los diferentes paisajes bélicos que le acabó granjeando enemigos a lo largo de su vida.
 Su verbo mordaz quedó reflejado en sus diarios editados después de su muerte en 1980, saliendo a la luz sus comentarios vitriólicos sobre algunos miembros de la monarquía británica o personajes como Elizabeth Taylor a la que acusó de “reunir todo el mal gusto británico y americano”.
A partir del guardarropa y el estilo, A Life in Fashion. The Wardrobe of Cecil Beaton recorre la historia de uno de los grandes notarios del gusto y la vida social del siglo XX desde sus ángulos más privilegiados.
 Beaton acabó haciendo, como más tarde haría Andy Warhol, de sí mismo su mejor obra, con una mezcla de originalidad y elegancia.

Félix de Azúa: “Está muy mal visto ser viejo”..................................................... José Andrés Rojo

El escritor se sirve del género histórico para contar el fracaso de proyectos disparatados en Mansura, obra en la que halló su voz y que ha sido rescatada en una sobria edición.

Félix de Azúa.
En medio de una de las muchas refriegas que se relatan en Mansura, uno de los combatientes más valerosos entra de pronto en acción y consigue correr a los turcos como a borregos.
“Flotaba sobre sus enemigos como el ángel de la muerte, y sus mandobles parecían lentos y despaciosos. Era como si matase por distracción”.
 La novela tiene esa prodigiosa ligereza con la que Félix de Azúa se embarcó a contar una disparatada cruzada en el año 1248 y el Reino de Redonda, del que el escritor es duque de Mansura desde el año pasado, la ha rescatado en una elegante y sobria edición.
PREGUNTA. ¿Por qué la considera su primera novela?
RESPUESTA. Ya había publicado una trilogía, Las lecciones, pero aquellas novelas estaban demasiado influidas por el noveau roman y plantean unas exigencias al lector que me parecen excesivas
. Me di cuenta de que no quería seguir por ese camino y pensé que igual merecía la pena volver a un género por completo obsoleto, el de la novela histórica
Estamos hablando de los años ochenta y, en esa época, la novela histórica sólo se leía en las peluquerías de señoras.
P. ¿Cómo se anima a dar un salto tan grande?
R. Por aquel entonces estaba yo fascinado con dos cosas.
Una, los ensayos sobre el lenguaje militar de la Edad Media y el Renacimiento de Martín de Riquer, el medievalista más grande de Europa.
 La otra, las crónicas medievales.
Son auténticas novelas de aventuras, pero que cuentan episodios que han ocurrido de verdad.
 Ahí está, por ejemplo, la de Ramon Muntaner.
 Se ocupa de una expedición de catalanes que acudieron en auxilio del emperador de Bizancio y les gustó tanto la zona de Grecia donde estaban que decidieron quedarse.
 Ya entonces los catalanes eran un poco así, por lo que fundaron una monarquía que se llamaba Neopatria.
 Es una historia deliciosa, y está maravillosamente narrada por Muntaner.
 De ahí me vino la idea de una cruzada de catalanes en Oriente.
P. La deuda que reconoce, sin embargo, es con Jean de Joinville.
R. Tomé como andamiaje su crónica sobre la cruzada del rey san Luis, que es una bellísima narración. 
Yo estaba iniciando por aquellos días una nueva vida, y quería dar testimonio de mi generación, los que rondábamos los 40 años.
 También habíamos hecho una cruzada: comunismo, drogas, sexo a gogó, viajes a lugares condenados al desastre, comunas…, todo aquel mundo de los años setenta, y habíamos fracasado en cada una de estas empresas exactamente igual que los cruzados fracasaron desde el primer día de su llegada a Tierra Santa.
 Esa era la alegoría. También nosotros caímos en una locura parecida a la de los cristianos.
 También nosotros íbamos por el mundo diciendo que había que ser comunista, que tenías que acostarte con la mujer de tu mejor amigo, que había que tomar LSD y tirarse por una ventana. Cosas de esas. Mansura es un poco eso: la alegoría de ese fracaso.
“También nosotros hicimos una cruzada: comunismo, drogas, sexo a gogó, viajes locos, comunas… Y fracasamos”
P. Aquella fue una época de grandes cambios políticos y culturales.
R. Cien años de soledad, de García Márquez, apareció en el setenta y pico en España.
 Yo trabajaba entonces en la editorial de Carlos Barral, que rechazó publicarla: le pareció una novela casi un poco juvenil.
 El primero en defenderla, en aquel medio tan de izquierdas y de alta literatura, fue Salvador Clotas. Fue como si nos hubiera dado permiso para que nos gustara, y se convirtió en una revolución.
P. ¡Auténticos árbitros del buen gusto!
R. Cualquier cosa que se convertía en popular era mirada con sospecha.
 Y es que habrá que decirlo alguna vez: nosotros, como la mayor parte de la oposición al franquismo, no éramos demócratas.
Los demócratas eran los de UCD, a nosotros nos daba risa la democracia.
 Por darnos risa, nos daba risa incluso el socialismo. 
Entre los años 1976 y 1980 fue eso lo que cambió. Buena parte de la izquierda se dio cuenta de que era un camino equivocado, que no hacía sino prolongar el franquismo, y entonces todo el mundo empezó a hacer profundos estudios de democracia para convertirse en demócrata y llegar a ministro. Ése fue el cambio.
 El arte no puede ser elitista, no puede ir dirigido a una minoría, porque eso es traicionar la esencia misma del arte y, sobre todo, te lleva a considerar (esta cosa insoportable de la izquierda) que todo el mundo es idiota menos nosotros. P. Esto del idiota me resulta familiar.
R. Poco después de Mansura vino la Historia del idiota, que es exactamente el mismo libro
. La historia de un fracaso.
 Hay una continuidad, y yo diría que se trata del desen­gaño absoluto por todo lo colectivista, lo gregario, lo masivo, las ideologías de masas.
Y un humilde intento de empezar una carrera individual.
 Intentar saber si es posible ser un individuo.
"El arte no puede ser elitista, no puede ir dirigido a una minoría, porque eso es traicionar la esencia misma del arte"
P. ¿Y cómo ve las cosas en este momento?
R. La vida es como una obra de teatro en tres actos.
 El primero es sensacional, ya hemos hablado de él, y en la actualidad viene a durar hasta los 40 años.

 . Luego viene el momento de responsabilizarse de algo: ya no puedes seguir bailando todos los días. 

Esto dura un poco menos, unos 25. Y el tercero, el que me toca ahora, es donde resulta más difícil actuar. Porque es dificilísimo mantener la dignidad. Sobre todo en esta sociedad donde la vejez es casi una enfermedad.

 Está muy mal visto ser viejo, es algo muy feo; para la sociedad, claro, no para el viejo. Pobre hombre. Y ocurren cosas espantosas. 

Tengo amigos de mi edad que siguen llevando unos tejanos y pendientes y se hacen piercings en un desesperado intento por no llegar al tercer acto.

 Se mueren en el segundo, como en las malas obras.

P. ¿De qué va ese último acto?
R. Si has vivido con cierta honradez, eso quiere decir que te has preocupado por aprender algunas cosas. Los viejos sabemos cosas y a veces son muy interesantes.
 Lo difícil es exponerlas sin arrogancia, con toda la claridad posible y sin dar lecciones inútiles.
P. ¿Cuál es entonces su plan?
R. En cuanto termine lo que llevo encima, hacia mayo, me voy a dar un año sabático para escribir la cuarta falsa autobiografía.
 Es la última, donde voy a matar al personaje. 
Es puro tercer acto. 
Voy a tratar de exponer, de la manera más serena posible, y agradable, en qué consiste eso de estar igual que en el poema: como las hojas de los árboles en otoño.
 A punto de caer.

¿Inspiración o plagio? El parecido razonable del número musical de Dani Rovira en los Goya

Javier Olivares, creador de 'El Ministerio del Tiempo', plantea en Twitter el 'plagio' de un número de los Tony.

dani rovira goya 2016
Uno de los parecidos: ambos hicieron un truco de magia y reaparecieron por las escaleras del auditorio.
Siguen surgiendo críticas en Twitter a los Goya. "Va a ser uno de los mejores comienzos de una gala de los Goya", prometió el presentador de la misma, Dani Rovira, días antes en RTVE.es. "Dicen que piratear es delito. ¿Y plagiar", se pregunta en Twitter Javier Olivares, creador de El Ministerio del Tiempo, serie también emitida la cadena pública.
 Junto a su mensaje, comparte un vídeo de YouTube en el que se compara la introducción de Rovira con la coreografía inicial de los premios Tony de 2013.
 Colgado en el canal de Eduardo Pola, lleva más de 47.000 reproducciones.
Al principio, apenas hay similitudes entre la introducción musical de Dani Rovira, rodeado de todo un cuerpo de baile, y la de Neil Patrick Harris
. El actor español comienza un acelerado discurso similar al del presentador de los Tony.
 Cuando desaparece del escenario con ayuda de un mago y surge de nuevo en las escaleras del auditorio seguido del cuerpo de su cuerpo de baile, las similitudes ya son evidentes.
 Aquí se puede ver la introducción de los Tony al completo.
El propio Rovira, también guionista de la gala, hizo durante su intervención una referencia al actor estadoiunidense. "Neil Patrick Harris, esto lo hacemos en España y con menos presupuesto", dijo el español mientras bajaba las escaleras del Hotel Auditorium de Madrid, donde tuvo lugar la fiesta del cine español.
Para muchos, más que un homenaje, el comentado inicio de los Goya 2016 resulta una copia. De la ceremonia del año pasado también se encontraron parecidos razonables con los Oscar.
"¿Estás seguro de lanzar una piedra?", le pregunta Sonia Martínez, directora de ficción de Atresmedia. Olivares aduce su derecho a opinar como espectador para criticar a la misma cadena que programará a partir del próximo lunes la segunda temporada de su serie estrella.
"Los guionistas llevamos recibiendo muchas pedradas en las dos últimas galas.
 Y nadie se ofende", continúa Olivares, en referencia a las quejas del gremio por no haber sido invitados a la alfombra roja de la gala, a diferencia de otros invitados que nada tienen que ver con el cine.
"Es una gala nacional, un poquito más de orgullo", "Que la apertura de unos Goya sea una parodia (término más adecuado que plagió) de otra gala USA, es muy triste" o "Los silencios han hecho y hacen mucho daño a este negocio"
, son otros de los comentarios que dedica Olivares a TVE.
"No me ha merecido la pena presentar los Goya", aseguraba hace unos días el propio Dani Rovira en Twitter.
 Parecer ser que cada día que pasa se arrepiente más.
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Yo, Cristina.............................................................................. Luz Sánchez-Mellado

Bueno, se levanta la sesión. A ver si pasa ya la semana y vamos el ‘finde’ a casa.

Qué injusticia, qué contrariedad, qué lata.
 Qué hago yo aquí, encerrada en el quinto pino de Palma, con lo bien que podríamos estar todos esquiando en Gstaad aprovechando la semana blanca de los niños.
 A quien se le diga, no se lo cree.
Tener que estar cinco horas sentada sin poder levantarte ni al baño y escuchando a gente decir cosas de las que no tienes ni idea.
Claro que se me cierran los ojos, claro que se me abre la boca, claro que estoy doblada.
 Pero no voy a bajar la cabeza, ni a bostezar, ni a cruzar las piernas
. La espalda recta, la mirada al frente, la cabeza alta.
 Me lo enseñó mamá, igual que a no clavar los codos en la mesa y a distinguir la pala del pescado entre la cubertería de gala.
 Por cierto, ¿qué estarán haciendo los niños? Les hemos dicho que estamos unos días haciendo un recado en España, pero a los mayores ya no se la cuelas.
 La pequeña es aún muy bebé.
 Tan dulce, tan mimosa, tan apegada a su padre.
Iñaki. Ay, Iñaki.
Yo no digo que no me haya hecho alguna, pero es mi marido y el padre de mis hijos.
 Mírale: aún es el más alto y el más guapo y el más rubio y el de los ojos más azules, pese a haber tenido años mejores
. Como yo, no te fastidia.
Dicen que estoy hundida, demacrada, que me han caído encima los 50 años de repente.
 ¿Cómo quieren que esté, si no pego ojo, si no vivo, si me ha abandonado a mi suerte todo el mundo, empezando por mi familia?
 Podría esmerarme, hacerme un retoque, sonreír a las cámaras.
Pero no voy a darle ese gusto a nadie.
 Hay que ver el frío que hace aquí en febrero, con lo bien que se está al sol en la terraza del Club Náutico
. Ahí tienes a Pepote, por cierto, hablando de más, con lo fenomenal que le tratamos, que hasta fuimos a su boda.
La jueza es mona, la verdad. Samantha, creo que se llama la chica.
 Querrá pasar a la historia por no haber librado de este lío a una infanta de España
. Bueno, se levanta la sesión. A ver si pasa ya la semana y vamos el finde a casa.