Cuando se encienden las luces tras la proyección de
Truman,
el espectador no puede más que pensar que en el alma humana, lastrada
por la incomunicación y los miedos, siempre habrá algo bello
. Unos lo
denominarán amistad, otros amor, algunos terceros, bondad.
Cesc Gay,
como experto cirujano cinematográfico, pone al público frente al espejo
de los sentimientos, provocando a la vez alegría y dolor, risas y
lágrimas.
Ayer, la Academia de Cine, en su 30ª entrega de los
Premios Goya, se rindió a esa evidencia, confirmó las quinielas y consagró a
Truman, que se llevó cinco
goyas de los seis a los que competía.
Y los grandes; a película, dirección, actor, actor secundario y guion original.
Nadie quiere la noche, de Isabel Coixet, se quedó con cuatro, y
La novia, de Paula Ortiz, que defendía 12 candidaturas, se quedó con dos.
Ha sido justo:
Truman es la gran película española del año.
Cesc Gay y la productora, Marta Esteban, han colaborado en seis
ocasiones desde hace 15 años.
Los días previos, Gay solo deseaba lograr
el premio principal por Esteban, que apostó por él cuando decidió
adaptar la obra de teatro
Krámpack, su primera película
. Junto a ellos, la otra pareja: la de Ricardo Darín y Javier Cámara (
ex aequo Concha de Plata en San Sebastián a mejor actor) y que se llevaron sendos
cabezones.
"Las películas no compiten entre ellas", dijo Fernando León cuando
recogió el Goya a mejor guion adaptado. “Los actores tampoco”, apostilló
Darín
.
El argentino fue la estrella internacional que se llevó el galardón,
mientras Juliette Binoche y Tim Robbins aplaudían desde el patio de
butacas y recibían alguna pullita del maestro de ceremonias, Dani
Rovira
. Por cierto, pocos se saltaron el guion —si acaso Antonio de la
Torre— para dar mensajes políticos. También ahí estuvo Darín al nivel
que se le supone:
“Hagan algo por la cultura, es lo único que merece la
pena”.
El Goya de Honor fue para Mariano Ozores, 89 años de cineasta con 96
películas, cuyo mayor mérito, no menor, es haber sumado 87 millones de
espectadores.
“El respetable público”
“Reír es la mejor forma de colaborar para un mundo mejor”, aseguraba
una de sus sobrinas, Emma Ozores, antes de entregarle el galardón a su
tío.
“Hay un ente misterioso y extraño al que le debo todo lo que he
conseguido: el público, el respetable público”, afirmó el cineasta.
Las cinco películas españolas más taquilleras de 2015 solo tenían una
candidatura: la del mejor filme de animación, que se llevó
Atrapa la bandera.
La ceremonia tuvo a un gran presentador, otra vez, con Dani Rovira: divertido, chispeante (enorme el dueto musical de
Nariz contra nariz con Berto Romero), pero el
show nunca alcanzó un buen ritmo. El famoso arranque tan cacareado como excepcional, devenido en un
soufflé deshinchado, marcó el devenir de la ceremonia: no voló
Y se volvieron a repetir números que lastraron el ritmo y eternos
agradecimientos, que incluso llegaron a ser cortados por la realización.
Ni siquiera Antonio Resines, en su primer discurso como presidente,
cumplió las expectativas. Esquizofrénica entre calidad o cantidad, la
gala avanzó como un chiste interruptus, y el esperado momento emotivo de Joan Manuel Serrat cantando Los fantasmas del Roxy
pasó como otra actuación más
. Que no lo era, que se cumplían 30 años de
la gala.
Por cierto, uno de los triunfadores de la velada fue el
sorprendente esmoquin del líder de Podemos, Pablo Iglesias
Solo algún apunte emotivo entre tanto pespunte de aliño. Miguel Herrán, mejor actor revelación, miró a su director en A cambio de nada,
Daniel Guzmán, al final de su discurso y le dijo: “Tú me has dado una
vida”
. Algo parecido dijo minutos después el mismo Guzmán, ganador de la
dirección novel, al señalar a su abuela (que no ganó actriz revelación)
de 93 años, y rendir homenaje a quien sacó adelante a su nieto cuando
era un bala perdida.
En los próximos 30 años algunos volverán a la ceremonia
. Puede que el
compositor Lucas Vidal, que se llevó dos galardones (y por dos
películas distintas). Probablemente, un miembro de la familia Gutiérrez
Caba, porque ayer la representante de la sexta generación de esa saga de
actores, Irene Escolar, se llevó el cabezón a la mejor actriz revelación
. O Natalia de Molina, segundo goya en tres años.
Ninguna había nacido el 17 de marzo de 1987, cuando nacieron los primeros Goya.