Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

21 ene 2016

Los Chichos y la era del postureo............................................................ Diego A. Manrique

Primavera Sound logra 'epatar' con la contratación del veterano grupo rumbero.

Los Chichos y la era del postureo
Ha sido una jugada perfecta, oiga
. El festival Primavera Sound anuncia su cartel y las redes se han puesto al rojo vivo a partir de un detalle aparentemente trivial: la inclusión de Los Chichos.
 De principio, nadie puede objetar nada: se justifica con las invocaciones de los organizadores a “la diversidad musical”.
Apunten más argumentos respetables: ampliar el horizonte sonoro de la tropa hipster, la reparación de una injusticia histórica, la reivindicación de la rumba suburbial
. A continuación, borren tranquilamente esas excusas
. Recuerden: la estética que encarnaban Los Chichos ya llegó a los museos en 2009 (Quinquis de los 80, inaugurada en el CCCB).
 Simbólicamente, fueron celebrados en El del medio de los Chichos, uno de los primeros éxitos de Estopa en 1999.
Y también conviene precisar su grado de marginación.

Los Chichos y la era del postureo
Ha sido una jugada perfecta, oiga. El festival Primavera Sound anuncia su cartel y las redes se han puesto al rojo vivo a partir de un detalle aparentemente trivial: la inclusión de Los Chichos. De principio, nadie puede objetar nada: se justifica con las invocaciones de los organizadores a “la diversidad musical”.
Apunten más argumentos respetables: ampliar el horizonte sonoro de la tropa hipster, la reparación de una injusticia histórica, la reivindicación de la rumba suburbial. A continuación, borren tranquilamente esas excusas. Recuerden: la estética que encarnaban Los Chichos ya llegó a los museos en 2009 (Quinquis de los 80, inaugurada en el CCCB). Simbólicamente, fueron celebrados en El del medio de los Chichos, uno de los primeros éxitos de Estopa en 1999. Y también conviene precisar su grado de marginación.
Cierto es que, durante sus inicios, los medios escritos prestaban poca atención a las músicas más raciales.
 Fue el poeta José Miguel Ullán, entonces colaborador de EL PAÍS, quién rompió el tabú, con unas evocaciones líricas de las folclóricas, que pronto amplió a los pujantes rumberos madrileños.
En realidad, se tiende a olvidar que Los Chichos clásicos grabaron para una multinacional, Philips. Hacían discos lustrosos, a toda orquesta; trabajaban con Ricardo Miralles, inmortalizado por sus colaboraciones con Serrat.
 Se les promocionaba en radios y programas de variedades de TVE. El dato de que vendieran más casetes que elepés obedecía a una realidad del consumo, no a una minusvaloración previa del producto o –sí, se ha llegado a decir- un apartheid racista.
Los Chichos triunfaron a lo grande.
 Su principal problema, en términos mercadotécnicos, fue la aparición –cuatro años más tarde- de Los Chunguitos.
 Competencia dura: los Salazar tenían unos arreglos más “modernos”, unas letras menos truculentas, una imagen más informal
. Y fueron reclamados por Carlos Saura (Deprisa, deprisa, 1981) o por Paloma Chamorro para La edad de oro.
De alguna manera, los veteranos intentaron seguir la pista de sus jóvenes alumnos. Los Chichos hicieron canciones para Yo, El Vaquilla (1985), la película de José Antonio de la Loma: se montó un concierto del grupo en el penal de Ocaña, para que actuaran ante el personaje, de nombre real Juan José Moreno Cuenca, y sus compañeros de infortunio; los periodistas que allí estuvimos atesoramos momentos alucinantes.
En 1989, lanzaron un doble en directo, Y esto es lo que hay, con producción de Joaquín Sabina y el refuerzo instrumental de la banda del cantautor
. En aquel momento, dentro de la industria, el chiste era que no se sabía quién tenía mayor peligro, si Sabina o los rumberos
. Estos, en Interviu, alardeaban de las virtudes de la cocaína y de su excelente relación con algunos miembros del servicio antidrogas de la Guardia Civil.
Y se pagó un precio. En 1990, se marchó Juan Antonio Jiménez Muñoz, alias Jeros, el miembro más carismático del trío, rumbo a una carrera en solitario que no despegó; aquejado de depresiones, falleció en 1995, en lo que se interpretó mayormente como un suicidio.
Su hijo, Chaboli, casado con Niña Pastori, se ha ocupado de alentar un disco de homenaje y rescatar canciones inéditas.
Nunca volverían a la cresta de la ola, pero igual destino esperaba a Los Chunguitos.
 Les quedaba el circuito de segunda división, combinado con actuaciones ocasionales ante grandes públicos: el pasado año, Los Chichos arrasaron en Viña Rock.
Cierto que pocos se enteraron de semejante transgresión de uno de los festivales más multitudinarios. Y esa es la gran diferencia con Primavera Sound, donde manejan maravillosamente a los medios (y en esa categoría incluyo a los mismos usuarios de redes sociales).
Saben que van a triunfar, en todos los sentidos de la palabra.

Presentar a Los Chichos en semejante conclave de la modernidad es una espléndida chulería, una respuesta directa a esos críticos avinagrados que acusan de elitismo a los festivales indies.
 Pero se trata de un gesto vacío, donde solo se detecta una vocación de epatar
. Aquí no se pretende dignificar las músicas llamadas “callejeras”; más bien, es un capricho de gente rica, como aquellos señoritos que –recordaban Los Chichos- les contrataban en las barras americanas de Salamanca para animar la juerga.

 

Lola Flores, homenajeada por Google

La artista es recordada con un doodle al cumplirse 93 años de su nacimiento.

Lola Flores, en 1994. Foto: Gorka Lejarcegi
Lola Flores (1923-1995) ha conseguido la inmortalidad.
 Hace 20 años que la cantante murió pero su arte sigue vivo.
 Hoy Google ha decidido homenajear su nacimiento con un doodle que se publicará en más de 20 países tan diversos como Kazajistán, Ucrania, Indonesia, Japón, Kenia, Croacia y, por supuesto, España, Portugal, Chile, Argentina y otros países de Latinoamérica.

Hija de un camarero y de una costurera, se jactaba de haber aprendido a caminar bailando, de haberse aprendido las canciones de Imperio Argentina antes que las tablas de multiplicar y de haber “españoleado” por todo el mundo. Lola, que era una gran admiradora de Tina Turner, pasó 55 años de su vida sobre los escenarios.
Actuó por igual en el Olympia de París que en el Madison Square Garden de Nueva York. “No canta ni baila, pero no se la pierdan”, dijo de ella The New York Times.
 En 1952 decidió ir a México donde filmó ¡Ay pena, penita, pena! (1953) y La Faraona (1956), dos películas que la posicionaron entre el público iberoamericano, de allí que no llame la atención que el doodle de hoy, además de verse en España, se encuentre en países de América.
Lo que sí sorprende es que Google haya elegido países de habla no hispana para rendir este homenaje.
 Sin embargo, la vida de esta folclórica fue tan apasionante que puede ser por ello que el buscador aproveche el aniversario de su nacimiento para dar a conocer quién fue Lola Flores.
 Además de conocer la fama y la gloria, tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados por fraude fiscal (“¡maldito parné!”). Entonces ella, que había sido “una curranta desde los 12 años”, definió su nuevo estatus con el pañuelo en la mano y las lágrimas en los ojos: “Ya no soy Lola de España, soy Lola de Hacienda”. Pagó lo que el juez le ordenó y siguió trabajando.
Y es que la personalidad de la cantante —de ojos hipnotizadores, el rostro rabioso, el bronceado natural, la peineta, la bata de cola, el abanico y el arrebato— no se olvida del imaginario colectivo español.
Ya lo dijo Miguel Bosé: "Lola es para España lo que Madonna fue para América. Quizá tengamos muy presentes sus últimos años, pero el momento en que arrancó fue muy difícil
. No se cantaba así, no se bailaba así, no se maquillaba alguien así, no se hablaba como ella…
No era guapa
. Era imponente. Según iba madurando, su físico se volvía más espectacular. Tenía un corazón como una fundación. ¡Con los suyos era una fundación!
 Y fue la gran embajadora de este país”.
Lola murió la madrugada del 16 de mayo de 1995 en El Lerele, su casa de La Moraleja (Madrid). Durante una veintena de horas, más de 150.000 personas pasaron frente a ella para darle el último adiós.
Había luchado durante 25 años contra el cáncer de mama, entre operaciones y tratamientos, pero negándose a que le amputaran un seno.

 

Un día en la vida del imperio de Trajano

Viaje en el tiempo para conocer la leyenda del emperador hispano.

 

Marco Ulpio Trajano nunca concibió el fracaso.
Sometidas Armenia y Mesopotamia a la autoridad romana, el emperador de origen hispano continúa imparable la conquista de Oriente.
 Es el año 115 después de Cristo.
 Sus fieles confían en la campaña de expansión, pero los opositores temen una derrota ante los partos. El autor de una saga superventas sobre Trajano recrea una jornada de aquellos tiempos legendarios.
Magna obra. El Foro de Trajano fue el último de los foros imperiales. Corbis
Roma, noviembre de 115 después de Cristo.
 En las tabernas del puerto fluvial no se habla de otra cosa: el emperador Trajano ha vuelto a cruzar el Éufrates y se dirige al Tigris.

–¡Nadie es capaz de detener al César! –afirma con rotundidad un veterano de las guerras de la Dacia golpeando con su copa ya vacía de vino la mesa.
Sus acompañantes asienten mientras se sirven más vino o cogen algo del queso cortado que ha traído el dueño de la cantina.
 Pero en las mesas de al lado se ven rostros más sombríos.
 Roma ya intentó conquistar territorios en Oriente y siempre que se cruzó el Éufrates todo terminó en terribles fracasos militares cuyos efectos adversos se dejaron sentir hasta en la misma capital del imperio
. Todos en Roma recordaban el error del cónsul Craso, que fue derrotado brutalmente por los partos, murieron miles y toda una legión entera quedó apresada por el enemigo.
 La legión perdida, la llamaban en Roma desde entonces.
 ¿Qué pasó con aquella legión prisionera de los partos?
 Nadie lo sabe, pero muchos temen que con Trajano se repita aquel horror.
Busto de Trajano.
Del exterior han llegado nuevos barcos que acaban de ascender por el Tíber desde el puerto marítimo de Ostia, con las bodegas llenas de ánforas de aceite de oliva, salsa garum de Hispania y especias de la remota India
. Un hombre maduro, recio, curtido por las guerras y el sol y el viento de mil lugares desciende de un barco militar.


 Con paso firme cruza por entre una patrulla de triunviros que velan por el orden en los muelles

(al menos durante el día; la noche en Roma es otra historia, otra vida, otra muerte). Ninguno de los soldados se atreve a cortarle el paso al recién llegado: el hombre recio viste túnica roja propia del combate.
 Además, el guerrero se cubre con un gran paludamentum, una larga capa negra que lanza destellos a la luz del sol por el fino hilo de plata utilizado en su confección.
 La capa está fijada al hombro izquierdo de su portador por una preciosa fíbula de oro, y de la cintura cuelga una spatha, una espada más larga que un gladio convencional propia de la caballería romana. Los legionarios de vigilancia del puerto saben que están ante un pretoriano venido desde donde combate el César.
El pretoriano asciende cruzando las calles que discurren entre los grandes horrea o almacenes portuario
s. De pronto arruga la nariz
. Al girar la esquina ve la enorme montaña del Testacio, el gran vertedero de Roma donde los esclavos arrojan cientos de ánforas cada día que no pueden ser reutilizadas para nuevos transportes. Las gaviotas sobrevuelan buscando restos de comida.

El pretoriano sigue avanzando en paralelo al río
. Le habría gustado desviarse e ir al Circo Máximo
. Como jinete siempre le han agradado las carreras de cuadrigas, pero eso ahora tendrá que esperar. Lleva un mensaje imperial que entregar.
Su nariz percibe un cambio en el ambiente. Roma le habla a uno más por los olores que por otros sentidos
. Está llegando a la zona del viejo Foro Boario, el mercado de la carne donde centenares de tenderos ofrecen pollos, terneros, corderos, todo tipo de animales a una muchedumbre de compradores, desde exigentes matronas hasta cocineros de grandes residencias senatoriales que se afanan en conseguir los mejores productos al mejor precio posible.
 Hay un comerciante que anuncia que tiene los mejores erizos, un manjar de la cocina romana, pero salta a la vista que están casi podridos y una matrona pasa al lado del puesto indicando con un gesto que aquel vendedor es sólo un charlatán.
El pretoriano se aleja del río y cruza varias plazas amplias porticadas recubiertas de mármoles traídos de África, Asia y Egipto. Es el gran Foro de Trajano.
Pasa entonces junto a la altísima columna Trajana, con maravillosos relieves policromados con azules, rojos y amarillos que narran las gestas del emperador al norte del Danubio.
 Y por fin se detiene frente a la puerta de una gran domus.
 Llama con la rotundidad que da llevar un mensaje del emperador.
 Le abren y lo conducen a un gran atrio.
 El senador Palma, el conquistador de Arabia por orden de Trajano, lo recibe de inmediato.
Palma sale de su casa en apenas media hora.
 Quiere ver qué cara pondrá el viejo Serviano, que con su cuñado Adriano se oponen a la política imperial de expansión en Oriente.
El mensaje del pretoriano va a caer como un jarro de agua fría sobre los anhelos de algunos senadores de frenar las conquistas del César.
 En poco tiempo, todos los senadores de Roma están reunidos. Palma va directo al asunto:
Armenia et Mesopotamia in potestatem P.R. redactae… (Armenia y Mesopotamia han sido sometidas a la autoridad del pueblo romano. Una nueva gran victoria de Trajano).
Hay que convocar al Senado.
En La justicia de Trajano (1840), Delacroix recrea este episodio en el que Trajano, antes de partir a la guerra, atiende a una mujer que pide justicia para su hijo.
La gran mayoría aplaude menos Serviano y sus más fieles, como su yerno Salinator. Roma está dividida entre los que temen que la campaña de Oriente de Trajano acabe como la legión perdida, con tropas romanas prisioneras de los partos con un destino terrible y desconocido, y los que como Palma están convencidos de que Trajano es imbatible.
A cierta distancia del Senado, nuestro pretoriano está ahora en los nuevos mercados de Trajano, frente a un puesto de telas, donde ha encontrado una preciosa palla, un manto para mujer, de la mejor seda de la remota Xeres (China).
Acudirá primero a las termas que el emperador ha hecho construir al norte de la ciudad. Son más baratas. Aunque tenga buen sueldo, se ha dejado muchos sestercios en el manto.
Pero la Roma de Trajano es mucho más que la gran capital: al norte, en la frontera con la provincia de la Dacia, una cohorte de alistados en la legión VII Claudia custodia el mayor puente del mundo antiguo construido por orden imperial sobre el Danubio
. Al sur, en Egipto, el gran arquitecto del César, Apolodoro de Damasco, excava en la arena junto al Nilo para abrir Amnis Traianus, el canal de Trajano, que conecte el Mediterráneo con la mar Eritrea (mar Rojo).
 Para este César no hay ni límites ni fronteras infranqueables. Pero… ¿dónde está el emperador?
Fragmento del bajorrelieve que recorre la columna de Trajano en Roma. En la escena puede verse un sacrificio realizado antes de partir a Dacia.
Cizre, Mesopotamia, seis meses después
. Las legiones están detenidas en el río Tigris. Es el mismo lugar donde lo cruzó Alejandro Magno siglos atrás. Trajano sabe que es el único sitio por donde proseguir su avance hacia Oriente, pero 40.000 partos esperan con sus arcos en la otra ribera. Es el segundo intento en cruzar. El año pasado no lo consiguió.
 Esta vez Trajano ha lanzado a miles de legionarios en barcazas hacia la otra ribera y ha ordenado construir un puente con naves en medio de la batalla. Los partos van a rechazar el desem­barco. Todo parece perdido.
Trajano mira al puente y azuza su caballo.
Se lanza al galope sobre las barcas seguido por un centenar de capas negras pretorianas.
 El paludamentum púrpura del emperador resplandece bajo la luz del sol mientras los cascos de su caballo pisan con fuerza las endebles maderas flotantes de aquel puente improvisado.
 Hay emperadores que terminan un reinado, pero otros, como Trajano, cabalgan directos a la leyenda.
Santiago Posteguillo es autor de ‘La legión perdida’ (Planeta), último volumen de la trilogía de Trajano.
elpaissemanal@elpais.es




Un juez británico señala a Putin por la muerte del espía Litvinenko............................ Pablo Guimón

Reino Unido congela los activos de los dos presuntos asesinos y llamará al embajador ruso para trasladarle su malestar por el caso.


La investigación pública sobre la muerte por envenenamiento de Alexander Litvinenko, cuyos resultados se han presentado esta mañana en Londres, concluye que el exespía ruso fue asesinado “probablemente” obedeciendo órdenes directas del presidente Vladímir Putin
. Las conclusiones de la investigación colocan al Gobierno de David Cameron ante un serio conflicto diplomático con Rusia:
 Litvinenko, fallecido en Londres en noviembre de 2006, había adquirido la nacionalidad británica poco antes de morir.
 Cameron se enfrenta a las presiones para responder con dureza al asesinato, patrocinado por un Estado extranjero, de un ciudadano británico en suelo británico.

"He llegado a la conclusión", ha dicho el juez que preside la investigación, Robert Owen, "de que la operación del SFS [Servicio Federal de Seguridad, antiguo KGB] para matar a Litvinenko fue probablemente aprobada por [Nikolai] Patrushev, entonces al frente del sercivicio, y también por el presidente Putin".

 


El informe, de 245 páginas, concluye que Litvinenko -quien antes de fallecer trabajaba, según su viuda, para los servicios de inteligencia británicos y españoles proporcionando información sobre las mafias rusas- fue asesinado por dos agentes rusos, Andrei Lugovoi y Dimitry Kovtum.
 Existe una “alta probabilidad” de que estos, según la información secreta aportada por la inteligencia británica durante el proceso, actuaran en nombre de los servicios secretos rusos.
La ministra británica del Interior, Theresa May, ha declarado en el Parlamento que las conclusiones del informe sobre la participación del Gobierno ruso en el asesinato son "profundamente inquietantes"
. Y ha anunciado que se han congelado los activos de Lugovoi y Kovtum, y que mantiene su solicitud de extradición.
 El Gobierno británico ha convocado al embajador ruso en Londres para trasladarle su malestar con el caso.
 Pero la ministra no ha anunciado medidas de mayor alcance, y ha recibido por ello duras críticas de los diputados de la oposición, que han lamentado que la búsqueda de justicia haya sido eclipsada por las actuales prioridades diplomáticas del Gobierno.

En un encuentro con medios británicos recogido en las ediciones digitales de los mismos, la portavoz del primer ministro británico, David Cameron, ha señalado que el informe "lamentablemente confirma lo que el Gobierno ya temía".
"Pero debemos calibrar cuidadosamente la necesidad de tomar medidas, con la necesidad de trabajar conjuntamente con Rusia en determinados asuntos" como la lucha contra el Estado Islámico.
Marina Litvinenko, viuda del exespía envenenado, ha recordado en un comunicado leído a la salida del tribunal que su marido, postrado en su lecho de muerte de un hospital londinense, señaló que solo Putin podía haber ordenado su muerte.
 La viuda ha exigiso a Reino Unido que imponga “sanciones económicas a Rusia y restricciones de entrada en el país a individuos, incluido Putin”.

 El juez Owen apunta a cuatro posibles motivaciones del asesinato de Litvinenko, como su trabajo para el espionaje británico, sus críticas a los servicios secretos rusos y a Vladímir Putin, y los vínculos de Litvinenko con disidentes rusos, informa la BBC.
 El juez considera, además, que hay una "indudable dimensión personal en el antagonismo" entre Putin y Litvinenko.
 Tales tensiones se explican porque el hoy presidente de Rusia era el jefe de los servicios secretos rusos, el antiguo KGB, en 1998, y chocaba con Litvinenko, que pretendía introducir reformas en la organización.
 Más tarde, cuando Litvinenko vivía en Londres, donde se exilio en el año 2000, fue un crítico feroz de Putin.

Una novela de la Guerra Fría

Reino Unido proporcionó asilo al exespía de la KGB Alexander Litvinenko, que llegó a Londres con su familia en el año 2000, tras una huida que “no desentonaría en las páginas de un thriller”, según el abogado de la acusación.
 Había cumplido casi un año de prisión en Rusia después de denunciar públicamente en 1998 la supuesta corrupción en el Servicio Federal de Seguridad ruso (SFS, sucesor del KGB).
 Desde Reino Unido continuó con su campaña contra Putin y trabajó para el servicio de inteligencia británico MI6.
Según el abogado de la viuda, también trabajó para el CNI español, vigilando a las mafias rusas que operan en España.

Litvinenko falleció el 23 de noviembre de 2006, a los 43 años, en la cama de un hospital londinense, tras ingerir un dosis letal de polonio 210, una sustancia altamente radiactiva.
El polonio se encontraba supuestamente mezclado en una taza de té, que Litvinenko habría bebido, tres semanas antes de morir, en el hotel Mienium del centro de Londres con dos antiguos colegas, Andrei Lugovoi y Dmitry Kovtun.
 Estos supuestamente viajaron por Reino Unido y Alemania con la dosis de veneno, en una rocambolesca trama que se ha podido reconstruir en buena parte siguiendo el ratsro radiactivo del polonio.
 Rusia siempre ha negado su participación en la operación.
La viuda de LItvinenko, Marina, ha llevado a cabo una larga campaña para que haya una investigación y dijo a AFP en una entrevista el año pasado que eso era "lo último" que ella puede "hacer por él". "Mi lucha ha consistido en que se conozcan los hechos. Para mi lo importante es que al final haya una explicación oficial".

Quién investiga y para qué sirve este proceso

La investigación pública dirigida por el juez retirado Sir Robert Owen es un ejercicio indagatorio para reunir los hechos en torno al caso
. No es por tanto un método para encontrar un culpable, como sería en un proceso criminal.
 En una investigación de estas características no hay partes, sentencia, ministerio público, defensa o juicio. Simplemente un esfuerzo por establecer los hechos.
Este tipo de procesos, dirigido por un juez de instrucción, con o sin jurado pretende en líneas generales obtener respuestas fiables a cuatro preguntas fundamentales: la identidad de la víctima, cómo murió y el lugar y momento de su fallecimiento.
Como indica la página web de esta investigación pública, las tres primeras cuestiones no son difíciles de responder
. La cuarta, el cómo murió la víctima, es la que centra las pesquisas y el proceso.
El juez instructor de un proceso de esta naturaleza, en este caso Sir Robert Owen, es un magistrado independiente que tiene como objetivo investigar las causas de muertes violentas, no naturales o repentinas de las que se desconocen las circunstancias.
 Aunque la la mayor parte de participantes en estas investigaciones son abogados también pueden ser llamados a trabajar médicos por su vertiente forense.
Aquellos que tengan un interés personal, profesional, reputacional o económico en la muerte investigada podrán solicitar su participación en el proceso
. Con permiso del juez instructor podrán interrogar a testigos y manifestar su visión de los hechos.