Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 ene 2016

Cronenberg también escribe novelas, ¿para qué?.............................................. Carlos Boyero

El cineasta se estrena en literatura con 'Consumidos', obra pretenciosa de argumento intragable y personajes grotescos.

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El director David Cronenberg.
En el convencimiento de que mi espíritu es simple, que jamás he podido entender los tratados filosóficos y que casi nunca puedo captar el arte de las vanguardias y la militancia en la modernidad, me he esforzado por comprender y admirar los revolucionarios valores que tanta gente ilustrada, cool, sofisticada, a la moda que convenga y con alergia hacia las convenciones y el alcanfor del clasicismo ha descubierto cotidianamente en cineastas, escritores, pintores y músicos empeñados en renegar de los viejos lenguajes para contar historias y describir sentimientos, poseedores todos ellos al parecer de universos desasosegantes, investigadores del horror y no sé cuántas cosas más.
Ateniéndome al cine, una de mis permanentes fobias es ese director suizo llamado Jean-Luc Godard, especializado en ensayos fílmicos (¿se dice así?), que según cuentan sus infinitos acólitos cambió las reglas del cine, le otorgó frescura y libertad y abrió caminos con su estilo destroyer a varias generaciones de directores inquietos y prestigiosos.

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El director David Cronenberg.
En el convencimiento de que mi espíritu es simple, que jamás he podido entender los tratados filosóficos y que casi nunca puedo captar el arte de las vanguardias y la militancia en la modernidad, me he esforzado por comprender y admirar los revolucionarios valores que tanta gente ilustrada, cool, sofisticada, a la moda que convenga y con alergia hacia las convenciones y el alcanfor del clasicismo ha descubierto cotidianamente en cineastas, escritores, pintores y músicos empeñados en renegar de los viejos lenguajes para contar historias y describir sentimientos, poseedores todos ellos al parecer de universos desasosegantes, investigadores del horror y no sé cuántas cosas más.
Ateniéndome al cine, una de mis permanentes fobias es ese director suizo llamado Jean-Luc Godard, especializado en ensayos fílmicos (¿se dice así?), que según cuentan sus infinitos acólitos cambió las reglas del cine, le otorgó frescura y libertad y abrió caminos con su estilo destroyer a varias generaciones de directores inquietos y prestigiosos.
 Tampoco he podido gozar de las infinitas virtudes del moderno cine asiático, aunque todos los festivales, las revistas especializadas, cinematecas y demás templos de la cultura moderna aseguraran que la salvación, la vitalidad y la trascendencia del cine estaban localizadas en Oriente. Y en Occidente han disfrutado de selectiva adoración desde el comienzo de su obra tres hombres con talento genuino (aunque no sea del tipo que me enamora) que han sido entronizados por las academias de la modernidad como maestros de lo inquietante, analistas supremos de la magia y la plasticidad que contienen las tinieblas, algo de lo que me convencieron, me asustaron y me fascinaron directores como Hitchcock, Jacques Tourneur, Georges Franju, Roman Polanski y algunos más, pero sus supuestos sucesores casi siempre me provocan bostezos o irritación abordando temáticas presididas por la oscuridad.
 Sus nombres son David Lynch, Lars von Trier y David Cronenberg, iconos intocables en los altares de la modernidad y la posmodernidad.
Los protagonistas son una errática pareja de periodistas de la nueva era que siguen la pista de un crimen
No me inquieta, pero sí me ataca el sistema nervioso el cine de Trier, excepto en la verdaderamente estremecedora Rompiendo las olas
. Y las pesadillas de Lynch me son ajenas, no entiendo dónde reside su magia, aunque en dos ocasiones me ha emocionado retratando sentimientos, los de un anciano que hace un viaje muy largo para despedirse de su agonizante hermano en esa espléndida road movie titulada Una historia verdadera, y la atmósfera presidida por el horror y la piedad hacia un ser deforme y desamparado que crea en la preciosa El hombre elefante.
La primera podría llevar la firma de John Ford,y la segunda, la de Tod Browning. En cuanto a David Cronenberg, ese turbio creador canadiense, las características que marcan sus películas más personales me resultan fatigosas o repelentes, su desmedido amor a la sangre y las vísceras, sus fantasías sadomasoquistas, la gratuidad disfrazada de filosofía, la sobredosis de violencia, su estética de la monstruosidad, su morbo insano.
 Sin embargo, en varias ocasiones el tono angustioso y las perturbadoras imágenes y sonidos que ha creado este hombre me han afectado.
Tengo un recuerdo duradero e hipnotizado del científico que va transformándose en insecto de La mosca; la tragedia envuelta en sexo y drogas, el enfermizo derrumbe, el fatalismo sin retorno de aquellos hermanos gemelos que ejercen de ginecólogos en Inseparables; los provocados accidentes de tráfico y las mutilaciones como exclusivo motor del erotismo en la obsesiva Crash.
 Y sobre todo me intrigan, aterran y conmueven dos películas de Cronenberg cuyos guiones sospechosamente no vienen firmados por él, en los que este narra las historias sin aplicarles su sello más identificable y repetido, el que aman sus fans de siempre.
Lo hace de forma clásica.
 Son la intrigante y magnífica Una historia de violencia y una obra maestra protagonizada por la violencia implacable del poder, la compasión por los débiles, la complejidad emocional y el lirismo duro titulada Promesas del Este.
 Inmediatamente después retrata con profundidad la retorcida historia de sexo y de amor entre Jung y una paciente suya aquejada de histeria y la tortuosa relación entre Jung y Freud en la intensa Un método peligroso.
 El esplendor de estas tres películas consecutivas no es duradero
. En sus últimas entregas Cronenberg retorna a sus experimentales aficiones en las insoportables, retóricas y vacías Cosmopolis y Maps to the Stars.

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El director David Cronenberg.
En el convencimiento de que mi espíritu es simple, que jamás he podido entender los tratados filosóficos y que casi nunca puedo captar el arte de las vanguardias y la militancia en la modernidad, me he esforzado por comprender y admirar los revolucionarios valores que tanta gente ilustrada, cool, sofisticada, a la moda que convenga y con alergia hacia las convenciones y el alcanfor del clasicismo ha descubierto cotidianamente en cineastas, escritores, pintores y músicos empeñados en renegar de los viejos lenguajes para contar historias y describir sentimientos, poseedores todos ellos al parecer de universos desasosegantes, investigadores del horror y no sé cuántas cosas más.
Ateniéndome al cine, una de mis permanentes fobias es ese director suizo llamado Jean-Luc Godard, especializado en ensayos fílmicos (¿se dice así?), que según cuentan sus infinitos acólitos cambió las reglas del cine, le otorgó frescura y libertad y abrió caminos con su estilo destroyer a varias generaciones de directores inquietos y prestigiosos. Tampoco he podido gozar de las infinitas virtudes del moderno cine asiático, aunque todos los festivales, las revistas especializadas, cinematecas y demás templos de la cultura moderna aseguraran que la salvación, la vitalidad y la trascendencia del cine estaban localizadas en Oriente. Y en Occidente han disfrutado de selectiva adoración desde el comienzo de su obra tres hombres con talento genuino (aunque no sea del tipo que me enamora) que han sido entronizados por las academias de la modernidad como maestros de lo inquietante, analistas supremos de la magia y la plasticidad que contienen las tinieblas, algo de lo que me convencieron, me asustaron y me fascinaron directores como Hitchcock, Jacques Tourneur, Georges Franju, Roman Polanski y algunos más, pero sus supuestos sucesores casi siempre me provocan bostezos o irritación abordando temáticas presididas por la oscuridad. Sus nombres son David Lynch, Lars von Trier y David Cronenberg, iconos intocables en los altares de la modernidad y la posmodernidad.
Los protagonistas son una errática pareja de periodistas de la nueva era que siguen la pista de un crimen
No me inquieta, pero sí me ataca el sistema nervioso el cine de Trier, excepto en la verdaderamente estremecedora Rompiendo las olas. Y las pesadillas de Lynch me son ajenas, no entiendo dónde reside su magia, aunque en dos ocasiones me ha emocionado retratando sentimientos, los de un anciano que hace un viaje muy largo para despedirse de su agonizante hermano en esa espléndida road movie titulada Una historia verdadera, y la atmósfera presidida por el horror y la piedad hacia un ser deforme y desamparado que crea en la preciosa El hombre elefante. La primera podría llevar la firma de John Ford, y la segunda, la de Tod Browning. En cuanto a David Cronenberg, ese turbio creador canadiense, las características que marcan sus películas más personales me resultan fatigosas o repelentes, su desmedido amor a la sangre y las vísceras, sus fantasías sadomasoquistas, la gratuidad disfrazada de filosofía, la sobredosis de violencia, su estética de la monstruosidad, su morbo insano. Sin embargo, en varias ocasiones el tono angustioso y las perturbadoras imágenes y sonidos que ha creado este hombre me han afectado. Tengo un recuerdo duradero e hipnotizado del científico que va transformándose en insecto de La mosca; la tragedia envuelta en sexo y drogas, el enfermizo derrumbe, el fatalismo sin retorno de aquellos hermanos gemelos que ejercen de ginecólogos en Inseparables; los provocados accidentes de tráfico y las mutilaciones como exclusivo motor del erotismo en la obsesiva Crash. Y sobre todo me intrigan, aterran y conmueven dos películas de Cronenberg cuyos guiones sospechosamente no vienen firmados por él, en los que este narra las historias sin aplicarles su sello más identificable y repetido, el que aman sus fans de siempre. Lo hace de forma clásica. Son la intrigante y magnífica Una historia de violencia y una obra maestra protagonizada por la violencia implacable del poder, la compasión por los débiles, la complejidad emocional y el lirismo duro titulada Promesas del Este. Inmediatamente después retrata con profundidad la retorcida historia de sexo y de amor entre Jung y una paciente suya aquejada de histeria y la tortuosa relación entre Jung y Freud en la intensa Un método peligroso. El esplendor de estas tres películas consecutivas no es duradero. En sus últimas entregas Cronenberg retorna a sus experimentales aficiones en las insoportables, retóricas y vacías Cosmopolis y Maps to the Stars.
Y resulta que al creador de imágenes David Cronenberg también le ha dado por la literatura.
 Me llega su primera novela, titulada Consumidos.
 De entrada, me intriga. Pero mi mosqueo aparece en la faja promocional. Que al excelente actor Viggo Mortensen, que ha protagonizado con absoluta solvencia Una historia de violencia, Promesas del Este y Un método peligroso, le parezca un libro apasionante me parece comprensible, la relación entre ambos debe de ser cómplice y mutuamente admirativa.
 Pero la cita extraída del comentario sobre la novela que ha aparecido en algún periódico o revista asegurando que Consumidos es “un bufé libre, delicioso e inesperado para fans de Burroughs, Ballard y DeLillo” me provoca un escalofrío.
 No me apasiona la literatura de ninguno de ellos.
Los he leído por la obligación de conocer su reputada y rompedora obra, pero jamás los releeré.
 No es mi rollo, aunque en alguno de sus libros me hayan despertado cierto interés.
 Y no es extraño que Cronenberg haya adaptado al cine El almuerzo desnudo, Crash y Cosmopolis.

 Pues eso, que disfruten con Consumidos los entusiastas de estos tres autores y del mundo que ha creado el reconocible Cronenberg.
 Su estilo literario no es nada memorable, pero el argumento me resulta intragable, una idiotez con pretensiones
. En un ejercicio heroico, me propongo llegar al final. Lo consigo acompañado de una desidia infinita.
 Es difícil encontrar una página en la que no aparezcan todo tipo de nuevas tecnologías, un universo del que me siento ajeno, del que no entiendo nada.
Vale, la culpa es mía, es absurdo y suicida no adaptarse al presente y al futuro.
 Pero no es solo el aburrimiento ante lo que desconozco
. Es que la trama y los personajes son grotescos. Lo protagoniza una errática pareja de periodistas de la nueva era, gente que ya no necesita escribir, que utiliza cámaras digitales y numerosos artilugios visuales y auditivos para hacer sus investigaciones.
Y estas consisten fundamentalmente en seguir la pista de un filósofo que ha asesinado a su también filósofa esposa y después se la ha zampado, de gente que solo se complace sexualmente follando con enfermos terminales, que únicamente alcanza el orgasmo con personas invadidas por tumores y ganglios.
 O con otras criaturas exóticas que se arrancan la piel.
Pasan más cosas, no muchas, pero todas obedecen al disparate sanguinolento, a la vocación por el espanto y la anormalidad.
 Habrá quien encuentre muy divertida, amoral y corrosiva la imaginación de Cronenberg.
 Allá ellos.

 

La contraseña más popular del mundo sigue siendo ‘123456’.................................. Andrea Arnal Martín

Una lista con datos de más de dos millones de usuarios revela la falta de seguridad de la mayor parte de contraseñas que se usan en internet.


El año nuevo no ha traído consigo contraseñas más seguras.
 El proveedor de aplicaciones de seguridad SplashData ha publicado por quinto año consecutivo una lista de las contraseñas más usadas en el mundo, y trae pocas novedades.
 Se trata de un ranking de los 25 caracteres más empleados por los usuarios de internet y, por tanto, los más vulnerables.
Las palabras “solo”, “princess” y “starwars” aparecen por primera vez en la lista
Pese a las publicaciones que se hacen casi a diario respecto a la usurpación de identidad y robos de cuentas debido a la excesiva simplicidad de las contraseñas, el informe ha señalado que los usuarios siguen empleando secuencias poco seguras. De hecho, la más usada continúa siendo “123456”, seguida de “password” [contraseña en inges], “12345678” y “qwerty”.
La lista se ha elaborado recopilando información de 2,2 millones de contraseñas filtradas a lo largo del 2015, y proceden en su mayoría de usuarios de EE UU y de Europa del Este.
Además de estas contraseñas, están presentes términos que han inundado nuestra cultura el último año
. Con el reciente estreno de Star Wars: The Force Awakens, parece que muchas personas se han inspirado en la galaxia lejana para proteger sus datos
. Las palabras “solo”, “princess” y “starwars” aparecen por primera vez en la lista. “Football” y “baseball”, que aparecieron en el año anterior, también encabezan la lista, aunque en una posición inferior a la de 2014.

Las contraseñas más usadas

1- 123456 (mismo puesto en 2014).
2- password (mismo puesto en 2014).
3- 12345678 (baja un puesto).
4- qwerty (sube un puesto).
5- 12345 (baja dos puestos).
6- 123456789 (mismo puesto en 2014).
7- football (sube tres puestos).
8- 1234 (baja un puesto).
9- 1234567 (sube dos puestos).
10- baseball (baja dos puestos).

Por muy inteligente que parezca emplear la contraseña “passw0rd”, esta también aparece en el ránking de las peores’ Otra que, en apariencia, entraña su dificultad como “1qaz2wsx”, también está en la lista. Se trata de las dos primeras columnas de un teclado estándar.

Consejos para cuentas seguras

La lista de SplashData demuestra que mucha gente sigue exponiéndose al riesgo de emplear contraseñas simples y muy fáciles de adivinar.
 Por eso añade una serie de consejos para que las cuentas de los usuarios estén más protegidas, como usar contraseñas o ítems con frases de doce caracteres o más con grafías mixtas, evitar usar la misma contraseña en diferentes sitios, y emplear un gestor de contraseñas para organizar y proteger las claves, así como para generarlas aleatoriamente.
“Hemos visto un esfuerzo por parte de mucha gente de emplear contraseñas más seguras añadiendo más caracteres a las contraseñas, pero si estas contraseñas siguen estando basadas en patrones simples, tu identidad seguirá estando en riesgo”, ha indicado Morgan Slain, CEO de SplashData, en un comunicado.
SplashData, el proveedor de aplicaciones de gestión de contraseñas SplashID, publica su lista anual con el fin de fomentar la adopción de contraseñas más seguras.
Slain señala que “como siempre, esperamos que haciendo más publicidad sobre cuál es el riesgo de usar contraseñas poco seguras, más gente comience a tomar medidas simples para protegerse con contraseñas más fuertes y diferentes en cada web”.
 Hemos visto un esfuerzo por parte de mucha gente de emplear contraseñas más seguras añadiendo más caracteres a las contraseñas, pero si estas contraseñas siguen estando basadas en patrones simples, tu identidad seguirá estando en riesgo”, ha indicado Morgan Slain, CEO de SplashData, en un comunicado.

 

19 ene 2016

Isabel Preysler habla por primera vez de su relación: “Nos hemos hecho inseparables”

Esta semana las evidencias toman forma de exclusiva de bastantes miles de euros: Isabel habla por primera vez para la revista Hola
“Es verdad que nos hemos hecho inseparables, y no queremos perder ni un minuto”, explica, y para los que se posicionan del lado de Patricia Llosa, aclara:
“Estamos muy seguros de lo que hemos hecho”
Si ya les vimos el otro día llegar a la lujosa fiesta de la mano, ahora les vemos posando bien juntitos en NY, él con su mano derecha sobre la cintura de ella.
Dice Mario Vargas Llosa que a él los asuntos del corazón como que no le interesan.
 Por eso, cuando un periódico americano aseguró que estaba rentabilizando la relación con Isabel Preysler, se enfadó y les hizo rectificar.
Y no, no sabemos si lo está rentabilizando, pero sí es cierto que él participa en esta exclusiva de Hola y que el otro día acudió de la mano con Isabel Preysler a una fiesta de una firma que tiene contratada a su novia y que, a cambio, se ganó titulares de todo el mundo que decían:
“Puesta de largo de la pareja del año en Nueva York”.
¿Sabía el Nobel, que tan erudito e inteligente es, que acudir a un evento de esas características alimentaría la repercusión que está teniendo en las revistas sensacionalistas su relación con la reina de corazones?
Reconozco que aunque yo soy una fiel defensora del amor a cualquier edad el otro día sentí no sé qué al ver a Patricia Llosa, su mujer desde hace más de cuarenta años, en el aeropuerto hablando mejor que bien de Mario, sorteando como buenamente podía la persecución de los paparazzis y de las reporteras de agencia.
Lo que está claro es, madre mía, lo que le ha cundido a Isabel Preysler en solo tres meses , al menos en lo que a rentabilidad económica se refiere, ¿no os parece?





El desliz de Chábeli: “No he leído a Vargas Llosa. Sólo leo en inglés”

El Nobel no gana para sustos (ni nosotros para diversiones).
 Desde que se lió la manta a la cabeza y decidió empezar de cero a sus setenta y muchos años, los sobresaltos se suceden
. Él echa las culpas a la prensa sensacionalista, pero lo cierto es que algo tiene que ver también, en su nueva proyección mediática, el hecho de que se haya emparentado con una de las familias más singulares del panorama de los famosos
. Porque no me negarán que lo de Tamara Falcó, a la que adoro, no es de traca (ese momento cumbre que vivió hace un par de años leyendo la Biblia).
 Y ahora que las aguas estaban calmadas ha hecho acto de aparición en España… Chábeli Iglesias.
Chábeli Iglesias, el pasado jueves, en Barcelona. © Gtres
Chábeli Iglesias, el pasado jueves, en Barcelona. © Gtres
Chábeli, la misma que vivió en sus carnes el despertar de los programas cañero-agresivos (aquel primer programa de Tómbola no lo olvidará jamás), ha pisado el solar patrio después de dos años sin hacerlo.
Y lo ha hecho porque… ¿echaba de menos el que al fin y al cabo es su país de procedencia?
Frío. Vino porque la contrató Swarovski por un pastizal para comparecer en Barcelona, con un ‘photo call’ detrás, ante la prensa de la que no quiere ni oír hablar Vargas Llosa.
La hija mayor de Isabel Preysler, que se alejó de las complejidades de este país nuestro hace la friolera de 30 años, reveló una primicia mundial: ya conoce al autor de La fiesta del Chivo.
 Quiero decir que le conoce en persona: se reunieron una cena familiar en Miami.
  Lo que todavía no conoce, sin embargo, es su obra. Que no, que no ha abierto una de esas novelas magistrales ni por curiosidad
. Atención a lo que dijo: “La verdad es que no he leído ningún libro de Mario, soy honesta”. Hasta ahí, ningún problema. Lo estropeó todo cuando quiso justificarse: “Hace 30 años que no vivo en España y leo en inglés”.
No, Chábeli no había caído en que el ínclito escritor tiene su obra traducida a más de treinta idiomas. Cuando un periodista se lo aclaró, dijo:
“Me voy a dedicar a leer un poquito sus libros y a conocer un poquito más su persona”.
Se agradecen titulares como éstos, no me digáis que no
. El caso es que ella, a diferencia de Ana Boyer, ha caído rendida a los encantos de Vargas Llosa: “Me parece una persona encantadora, inteligente y llena de vida
. Para la edad que tiene está muy bien”.
Tuvo momentos de cordura al mostrar su preocupación por el medio ambiente y el cambio climático (¡ciudades sin coches ya!)
Añadió que a la Preysler la ve “fenomenal, muy feliz que es lo importante porque hacía mucho tiempo que no la veía así.”
Y tan feliz está que puede que prontito veamos a la Preysler casándose de nuevo
. Se dice, se comenta, se rumorea que en cuanto Mario tenga el divorcio se va a casar con Isabel Preysler.
 De momento, según la revista de las exclusivas de la reina de corazones, se van a ir a vivir juntos de un momento a otro.
A mí toda esta historia, qué queréis que os diga, en el fondo me gusta
. Me gusta porque, más allá de las bromas de pésimo gusto que circulan por Internet, es la prueba y la confirmación de que el amor no tiene edad.
 Y de que nunca es tarde si la dicha es buena.