Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

10 ene 2016

Maldito seas, Sean Penn............................................. Diego Fonseca

Leo este título, Sean Penn para mi era un actor afortunado algunas veces y menos otras.
 Fue marido de Madonna y hasta ahí puedo leer. Sus pel´culas en la que lidera la libertad homosexual en San Francisco fue buena, más compleja la de un asesino que mata a una pareja, por nada porque le dió, va de sobrado, pero ahí esta Susan Sharon para quitarle la sobradez, hacer que se arrepienta y le acompañe a la infame máquina de la muerte. Dos actores a cual mejor. 
Y ahora no solo ha sido amigo de ese Narco experto en fugas ese chapo que ni sabía de su existencia pero era amigo de Sean Penn y lo extraño es que antes o después Sean Penn asistiera a una reunión del F.M.I....¿que pinta él en el F.M.I?Eso si que me mosquea y mucho. Pera vamos a la noticia.

Joaquín Guzmán, antes de ser trasladado al Altiplano. / Eduardo Verdugo (AP)

Desde hace al menos tres años, Joaquín Guzmán Loera buscó que el mundo conociera su historia por propia boca.
 El año pasado dio una entrevista a Rolling Stone -que se acaba de publicar- y hace pocos días cayó prisionero por la imprudencia de producir una película, su último intento para propagandizarse. Antes, El Chapo quiso que alguien escriba la historia de su vida.
Un día de enero de 2012, cuando Washington DC era un pantano de humedad gélida, una editora amiga me llamó para tentarme con una oferta que no podía rechazar:
 El Chapo Guzmán, dijo, quería contar su vida y ella me había elegido a mí como su autor.
 Un cirujano plástico amigo de El Chapo había llamado de buenas a primeras a su compañía en busca de quien le abriera las puertas a la historia del narco más famoso del planeta.
Podían haber elegido cualquier otra editorial, dijo, pero la fortuna —o la guía telefónica— quiso que la suya, Aguilar, comenzase con la letra A.
 El Chapo quería narrarse a sí mismo, cansado de que la Historia lo tuviera del lado de los malos y no como un bandido con corazón.
El libro debía escribirse en condiciones de espanto y absurdo. El inicio de la producción no tenía fecha fija porque dependía de cuándo Guzmán Loera quisiera o pudiera hablar.
Cada uno de mis viajes sería a un aeropuerto a determinar, donde sería recogido por un grupo de hombres. No podía llevar teléfono celular ni computadora, el pasaporte quedaría con ellos y viajaría encapuchado a un destino incierto.
 En ese paraje remoto de México donde mi única compañía serían tipos armados con todo tipo de armas pero ninguna piedad, debería conversar con Guzmán Loera del tema que él quisiera, por el tiempo que fuera necesario y sujeto a su humor de mercurio. Menudo plan: desaparecería de la Tierra sin aviso y volvería a aparecer cuando el Chapo lo deseara.
Desde el principio dije a mi amiga que me interesaba escribir la historia según mi propia voz, no ser un escritor fantasma, pero del otro lado insistían en que la historia debía ser la voz y mirada del Chapo.
 Ante su necesidad de un amanuense, yo insistía, no sé con qué coraje o inconsciencia, en que no hay mejor historia que aquella apropiada por los extraños. Mi mujer estaba preocupada —nuestro hijo recién tenía tres años— y yo compartía sus nervios, pero los mezclaba en un cóctel promiscuo de excitación, famas posibles y veleidades de escritor pretencioso.
 La mayor parte de nosotros pasa su vida sin que un gran criminal toque a la puerta para contarte su vida a un brazo de distancia, de modo que decidí esperar por los hechos. El mal espanta al hombre pero atrapa al escritor.
Como si estuviese tocado por el espíritu de Flannery O’Connor, El Chapo había decidido asumir que sólo él podía escribir el guión de su propia existencia
Siguieron varios meses del cirujano esfumándose con regularidad para volver a aparecer con nuevos SMS desde un teléfono nuevo. En ocasiones, el tipo nada más escribía para decir que el proyecto continuaba.
 Mi editora y yo nos acompañábamos en la ansiedad de los padres primerizos, pero un día, al cabo de unos seis meses, sus SMS se acabaron tan inesperadamente como comenzaron.
En una última comunicación, el cirujano dijo que suspendía los contactos por cuestiones de seguridad.
 Supusimos entonces que los militares del gobierno de Felipe Calderón atraparían pronto a Guzmán Loera, pero el cerco recién estrangularía un año y medio después de nuestras conversaciones, cuando la Marina, ya bajo el mando del presidente Peña Nieto, cazó a El Chapo en Sinaloa casi al mismo tiempo en que la revista Forbes lo incluía en su lista de millonarios y famosos.
Me olvidé del caso por un tiempo y cuando ya había comenzado a convencerme de que nada más sucedería, a fines de 2014 un colega muy joven me contó una historia similar a la de mi editora: un médico que era testigo protegido de la DEA en Estados Unidos y decía ser cercano a Guzmán Loera le dijo que quería contar la historia de ambos, pero nada pasó y el proyecto cayó en el mismo vacío sideral donde flotaba la aventura del cirujano plástico.
 Un tiempo después el Chapo escaparía de una prisión federal para esconderse quién sabe dónde, hundiendo al gobierno mexicano en el descrédito y la burla hasta que apareció la Procuraduría General de la República con una historia, literalmente, de película.
Como un actor de tablado pobre, ansioso por atrapar el único papel importante de su vida, un Guzmán Loera embrutecido por las torpezas que provoca la vanidad descontrolada, habría salido a buscar a la desesperada actores y directores para ponerse a sí mismo ante el escrutinio de Hollywood. Como si estuviese tocado por el espíritu de Flannery O’Connor, El Chapo había decidido asumir que sólo él podía escribir el guión de su propia existencia. Ahora su historia ya no sería narrada sino vista y él sería el productor y mandamás de todo un equipo que contaría la leyenda de un tal Joaquín Guzmán Loera.
En medio, sabemos ahora, Sean Penn aterrizó con Kate del Castillo en una sierra ignota de México y habló siete horas con el Chapo.
 Su historia, con mensajes encriptados y una avioneta que escapaba radares, empequeñece mi travesía imposible y engrandece mi derrota, pero hace sobre todo increíble la determinación de Guzmán Loera por volverse propagandista de sí mismo.
Y es comprensible: todos deseamos ser aceptados. Con su libro y su película, el Chapo quería limpiar su legajo de las maldiciones ajenas, peinarse como el chico bueno de la foto
. Que el mundo entendiera que aquel criminal brutal era un bandido romántico amado en su tierra. La vanidad no es ajena a nadie con dos piernas ni nueva entre los hampones.
 Donnie Brasco, el agente encubierto del FBI que vivió seis años con la familia Bonanno, decía que los gángsters adoraban verse en las películas retratados como generales listos e inteligentes como filósofos.
 El Padrino de Coppola enorgullecía a los mafiosos de New York porque su delicadeza y clasicismo técnico presentaba la vida en la mafia como un universo violento, sí, pero también capaz de glamour y refinamiento. El hijo de John Gotti tocó la cúspide de esa superficialidad desesperada por ser y encajar cuando celebró su matrimonio en el Helmsley Palace de Manhattan junto a doscientos cuarenta invitados en una bacanal romana de pasta, medallones de ternera, langostas de Maine y kilos de fruta fresca.
La avidez de Guzmán por contar su vida requiere de nuestra complicidad.
 Películas como Buenos muchachos o Casino o series como Los Soprano tocan nuestras canciones. El libro Film, Television and the Psichology of the Social Dream habla de Vito Corleone como un hombre resuelto, astuto, inteligente y determinado, dispuesto a vivir la vida de manera realista y en sus propios términos antes que a sucumbir a la miseria de trabajos insignificantes y la amenaza de la miseria.
 Ese costado enjundioso no parece desdeñable para quien vive molido a palos por la vida, aún cuando quien lo inspire sea un arquetipo de la mafia como Corleone o el Chapo.
Y luego está aquello que a mí mismo me atrapó, ese tironeo de repelencia y seducción de estos tipos malditos que nos muestran cómo podría ser la vida si tuviéramos menos escrúpulos.
 En libro o película, El Chapo, un pequeño Darth Vader mexicano, confiaba en nuestra avidez y nuestra piedad para hacer, de su historia, la Historia. Como debía ser, vía Sean Penn y Rolling Stone, el Chapo se la regaló a Hollywood.
Diego Fonseca es un periodista y escritor argentino.
 

Letizia: comienzo de año sin estridencias


Hace 40 años una mujer se atrevió a hacer preguntas sobre el orgasmo

Shere Hite recopiló las respuestas en 'El informe Hite', obra clave del feminismo y la sexualidad. 

Esta es la historia de la mujer que se atrevió a preguntar lo que nadie había preguntado.

shere hite
“A las mujeres no se les ha preguntado nunca qué piensan y sienten acerca del sexo”.
Con estas palabras comienza Shere Hite su Estudio de la sexualidad femenina, conocido más popularmente como El informe Hite en honor a su decidida impulsora. En 1976 parecía que factores como la revolución sexual, el movimiento feminista y la popularización de la píldora anticonceptiva habían cambiado para siempre el panorama de las relaciones entre géneros y que las mujeres en Estados Unidos habían alcanzado una libertad sexual absoluta. Pero la publicación de una obra que consistía en algo tan en apariencia sencillo como preguntarles a las mujeres mismas “qué sienten, qué es lo que les gusta, y qué opinan del sexo” demostró que esta creencia estaba muy lejos de la realidad. El informe Hite resultó tan revolucionario que sus ecos resuenan con fuerza cuatro décadas después de su aparición.
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La historia de su autora también es una historia de liberación y de descubrimiento. Tuvo una infancia complicada en la que fue criada por una abuela abusiva hasta que sus tíos se hicieron cargo de ella. Shere Hite, cuyo verdadero nombre es Shirley Gregory, consiguió establecerse más tarde en Nueva York para estudiar Historia en la Universidad de Columbia. Dueña de una incontestable belleza, posó desnuda para revistas como Playboy o Oui y trabajó como modelo para sufragarse los estudios. Fue uno de esos encargos el que, según ella misma ha contado, marcaría el inicio de su trayectoria como activista del feminismo. En un anuncio para las máquinas de escribir Olivetti, aparecía Hite en el papel de secretaria sexy junto al siguiente lema: “Una máquina de escribir tan inteligente que ella no tiene que serlo” (“The typewriter that's so smart she doesn't have to be”). “Imagíneme, yo allí sola rodeada de hombres. Uno se acercaba a retirarme el pelo para parecer más sexy, el otro me bajaba la blusa hasta dejarme con el pecho al aire, un tercero me cogía un muslo y lo ponía sobre la mesa. Había llegado al máximo de lo que nadie puede soportar”, declararía más tarde sobre la experiencia.
Ya metida en los círculos feministas de la Nueva York de los setenta, Hite fijó el objeto de su estudio en el orgasmo femenino. Ante la muy extendida idea de que la sexualidad femenina es algo insondable y misterioso, ella arguyó que habían sido siempre los hombres los que habían hablado sobre ella y esto siempre se había producido en un contexto de dominación y control masculino. Como habían hecho décadas atrás Kinsey y sus colaboradores, optó por el método de que fuesen los propios sujetos, mujeres en su caso, los que se explicasen.
shere hite
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Shere Hite fotografiada en 1978.
A lo largo de cuatro años repartió cuestionarios entre mujeres de distintas partes de Estados Unidos a través de organizaciones femeninas o poniendo anuncios en revistas para llegar al mayor número de interesadas en participar en el estudio. Los cuestionarios consistían en preguntas muy concretas sobre el orgasmo, la masturbación o las relaciones afectivas, y fueron contestados de forma anónima por más de 3000 mujeres de las más diversas edades, ocupaciones y condiciones, desde una ex monja a una criptoanalista; casadas, solteras, lesbianas y célibes. Hite organizó y estructuró la información resultante en el libro, consciente de su importancia, con la intención de que fuese accesible al mayor número de lectores.
Se estima que el libro ha vendido 50 millones de copias. Además de ser traducido y editado en varios idiomas, se prohibió en nueve países: en España no se publicó hasta los años ochenta.
Vaya si lo consiguió. El informe Hite se convirtió en un éxito automático que todo el mundo leía y comentaba, y convirtió a su autora en la feminista más famosa de América. Hoy se estima que el libro ha vendido 50 millones de copias. Además de ser traducido y editado en varios idiomas, se prohibió en nueve países (en España no se publicó hasta los años ochenta), rasgo de su éxito tan significativo como el número de países en los que sí se publicó.
La conclusión más famosa, polémica y publicitada del libro es que el setenta por ciento de las mujeres encuestadas no tenían orgasmos durante el coito. Pero una grandísima parte de esas mujeres no tenía ninguna dificultad para experimentar orgasmos por sí mismas mediante la masturbación.

¿Por qué resultaba tan revolucionaria esta idea?

En los setenta aún imperaban las ideas de Freud sobre el orgasmo femenino según las cuales las mujeres que lo experimentaban mediante la estimulación del clítoris eran inmaduras y ese orgasmo resultaba de menor nivel que el vaginal. Esto implicaba que el coito “tradicional” era la única forma válida de relación sexual, la más madura, la más adulta, y conllevaba que miles de mujeres viviesen su incapacidad para sentir orgasmos durante el coito como un fracaso. Pero el estudio de Hite desmontaba la idea de que a las mujeres les resultaba difícil conseguir un orgasmo; de hecho decía que la mayoría eran perfectamente capaces de lograrlo por sí mismas, que para ello no necesitaban la penetración vaginal, y que tampoco tardaban más tiempo (cuatro minutos de media) en lograrlo que los hombres.

Dos ideas que hoy son comúnmente aceptadas, la importancia del clítoris para el placer femenino y la idea de que el sexo es algo cultural y creado, no biológicamente dado, fueron la contribución de la obra al debate sobre el sexo. Hite interpelaba de forma directa a sus lectoras diciéndoles que no eran frígidas, que tenían derecho al orgasmo y las animaba a procurárselo por sí mismas, sin esperar a que un príncipe azul adecuado les descubriese los misterios del éxtasis sexual.
Las críticas arreciaron con la misma fuerza con la que se vendían ejemplares del libro. Lo llamaron The Hate Report (El informe del odio, en un juego de palabras que se asemejaba al nombre original), y acusaron a su autora de odiar a los hombres. Las críticas no vinieron sólo por parte de la América más puritana que consideraba que hablar de sexo en general, y que lo hiciesen las mujeres en particular, resultaba pernicioso, sino también por sectores científicos como psicólogos y sexólogos. Acusaron al libro de manejar las estadísticas de forma ruda y poco científica, como les había ocurrido a los trabajos de Kinsey (tal como se mostró en la película homónima) o de Masters y Johnson (tratado en la serie Masters of sex). Precisamente Virginia Johnson defendió que el trabajo de Hite estaba lleno de consideraciones culturales, de opiniones, pero no de respuestas físicas medibles, que era donde ella sí había investigado.
El núcleo más tópico del género masculino no se quedó atrás: en abril del 1977 la revista Hustler de Larry Flynt publicó unas fotos de Hite desnuda, sacadas durante su época de modelo de finales de los 60, bajo el titular de “El informe Hite, expuesto”. Por parte del feminismo, aunque también contó con defensoras, recibió acusaciones de estar aprovechando el movimiento para enriquecerse con los sustanciosos adelantos de sus obras posteriores. 

Portada de la edición publicada por Plaza & Janés en España.
Hubo otras respuestas que no vinieron de críticos concretos, sino de cambios culturales que afectaban a la mentalidad de la época. Hite considera que la aparición en medios generalistas y estudios especializados del “punto G”, en el interior de la vagina, en los años posteriores a su informe, fue la respuesta del patriarcado a la revalorización del clítoris que produjo su estudio. Hite vio en ese énfasis en el punto G la forma de volver añadir valor a la penetración vaginal en las relaciones sexuales que se mantienen no con afán reproductivo, sino de placer, y de añadir de paso nuevas frustraciones y ansiedades a las mujeres que no se lo encontraban o no eran capaces de estimularlo adecuadamente. La América de los ochenta tampoco era la de los convulsos setenta. La época de Reagan, que supuso un retroceso para los avances críticos y los movimientos contestatarios de las décadas anteriores, y el nuevo conservadurismo impuso un regreso hacia la idea de la familia, el sexo y las relaciones que el machismo había impuesto durante milenios.
Tras publicar más libros de polémicas conclusiones (Informe sobre la sexualidad masculina le valió virulentas críticas por parte de la revista Time), sintiéndose acosada, denunciando que su trabajo había sido frivolizado y atacado por la prensa y temiendo por su seguridad –las amenazas físicas y boicots habían sido constantes–, Hite se trasladó a Europa en 1995, y en la actualidad reside en Londres.
Pocos estudios científicos han alcanzado la popularidad y el predicamento de la obra de Hite. El motivo es que no sólo incluye estadísticas, cuadros de valores y resultados cuantificables, sino que está plagado de los testimonios de las mujeres que ayudaron a componerlo. Incluso abstrayéndose de sus tesis, puede ser leído como un catálogo de comportamientos sexuales e historias de relaciones en el que mujeres de todo tipo describen sus experiencias con una sinceridad y unos detalles que rara vez se encuentran en una obra escrita y ni siquiera en una conversación real. Era la primera vez que ocurría, y en pocas ocasiones ha vuelto a ocurrir con esa fuerza.
En un mundo en el que, ni entre mujeres, no se habla lo suficiente de sexo ni de placer con sinceridad total, la lectura de El Informe Hite resulta extrañamente refrescante cuarenta años después. Las voces de las 3000 voluntarias con cuyas respuestas se construyó relatan un fresco de la vivencia del sexo por parte de las mujeres mucho más rica, variada y compleja de lo que la cultura, la ciencia y la sociedad no han dicho siempre. No sólo hay descripciones detalladas de prácticas, sino también de cómo se sienten ante ellas narradas de forma abierta no exenta de humor. Hablan de sentimientos, de sus ideas sobre qué supuso la revolución sexual, sobre las relaciones con hombres o con otras mujeres, de la importancia de la independencia económica, de trabajo, de qué les excita, de qué les desagrada, de qué es lo que desean. El Informe Hite nació con vocación de ser un libro revolucionario, una de esas obras capaces de cambiar la sociedad. Y pocas cosas son tan revolucionarias como la verdad.

 

  • El periodista de COPE, en contra de incluir a mujeres en la Cabalgata de Reyes

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Carlos Herrera ha comenzado el año acordándose este lunes en su editorial de las 8 de la mañana de Artur Mas tras el 'no' de la CUP a su investidura y ha arremetido contra la alcaldesa de Madrid y Barcelona Ada Colau y Manuela Carmena y sus equipos de gobierno.
El presentador de COPE considera que la número uno de Ahora Madrid y sus compañeros de partido son unos "mamarrachos" y unos "cretinos sin carnet". Todo ello, tras la iniciativa del Ayuntamiento de la capital de que se incluyera a mujeres como 'reinas magas' en la Cabalgata de Reyes de este año de los distritos madrileños de Puente de Vallecas y San Blas Canillejas.
Carlos Herrera ha asegurado que el panorama político en Cataluña, como en el resto de España es 'esperpéntico', "casi tan esperpéntico como es esto, de organizar Cabalgatas de 'Reinas Magas' por estos 'mamarrachos' que han llegado a la política. Cretinos con carnet.
  El esperpento es más o menos parecido. El año que viene tendremos en el Belén a la niña 'Jesusa', a 'Santa Josefá' o 'el virgo Marío'. Este país es muy divertido", ha alegado el periodista, que no ha visto con buenos ojos una iniciativa impulsada en España la semana pasada y que también ha llevado a cabo el Papa Francisco durante la Misa de Año Nuevo en el Vaticano..
Carlos Herrera es de esas especies que no tratarías jamás y desde luego sus opiniones no me interesan.
Machista facha maleducado huevón, te metes como los de tu calaña con una Mujer, eso si ella es una Señora y tiene un cargo político como alcadesa, y de izquierdas, y como su cargo la obliga se hizo cargo de las fiestas de su ciudad, y una es la Cabalgata de los Reyes que provocó la ira de todos los-as fachas.
Pero Manuela Carmena es una señora para hacer lo ella crea conveniente. Y estala el PP porque la Cabalgata se parecía a un pase de modelos de Agata Ruuiz de La Prada.
Carlos herrera se inflama por no saber que él solo puede decir y ella actuar.
Anda y que les den a esos peperos de Revista.