Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 ene 2016

Mandato y arrepentimiento....................................................... Javier Marías.

Quizá ver esa actitud engreída e irrealista es lo que lleva a muchos votantes al arrepentimiento.

Escribo esto cuando aún no ha transcurrido una semana desde las elecciones, por lo que no sé si cuando se lea el panorama se habrá aclarado; si los partidos habrán acordado algo para la gobernación o estaremos vislumbrando otra convocatoria a las urnas para dentro de unos meses
. No obstante, en estos pocos días –bien pocos– he percibido un fenómeno no sorprendente pero sí inquietante: son numerosas las personas medio o totalmente arrepentidas del voto por el que se inclinaron.
Si me parece esperable es por lo siguiente: según las encuestas, había un 40% de indecisos en vísperas del 20 de diciembre, y mucha gente oscilaba cada semana de una opción a otra y volvía atrás
. Nada tiene de particular que, después de haber elegido, el día que no quedaba más remedio, se siga vacilando, se siga cambiando de opinión y se lamente el circunstancial impulso que nos llevó a coger una papeleta.
Yo mismo me cuento entre los semiarrepentidos, sin por ello saber tampoco qué haría si pudiera retroceder. (Abstenerme o votar en blanco me ha parecido siempre la peor solución: que decidan otros por uno.)
Yo mismo me cuento entre los semiarrepentidos, sin por ello saber tampoco qué haría si pudiera retroceder
Pero aparte de ese factor natural y esperable (la indecisión permanece tras decidir), creo que se ha producido una enorme decepción general.
 Se suponía que estas elecciones iban a ser distintas; que, por primera vez en décadas, habría más de dos partidos con posibilidad de triunfo, o al menos en condiciones de influir en la gobernación; que habría “maneras” frescas y jamás vistas.
Sin embargo, la reacción de todos los partidos ha sido la consabida, sólo que agravada, y en eso no se han distinguido los tradicionales de los recién estrenados.
 Lo clásico era que casi nadie admitiera haber perdido, ni siquiera haber hecho un mal papel; que todos buscaran el ángulo más favorable, que les permitiera consolarse y salvar la cara, por ficticiamente que fuera.
 En esta ocasión los partidos han ido más allá: la mayoría se han conducido como si hubieran sido los vencedores incontestables y sus respectivas cabezas de lista pudieran ponerse a exigir.
 La paternidad de esta actitud hay que reconocérsela a la CUP catalana, que así lleva comportándose desde las autonómicas de septiembre (claro que con el servil beneplácito de Mas y Junqueras, Romeva y Forcadell).
 Con diez diputados, actúan como si tuvieran la sartén por el mango (en parte porque los susodichos se lo han entregado con abyección).
 Toda postura antidemocrática y chantajista prospera y encuentra imitadores, y en eso ha destacado Podemos, cuyo ensoberbecido Pablo Iglesias se ha apresurado a imponer condiciones a los demás cuando todavía nadie le había pedido su colaboración
. Pero también Sánchez del PSOE, y en menor medida Rivera de Ciudadanos, y no digamos el más votado Rajoy.
Quizá ver esa actitud engreída e irrealista es lo que ya lleva a muchos votantes al arrepentimiento. ¿No hay nadie capaz de saber cuál es su verdadera dimensión?
 Quizá el origen esté asimismo en esas autonómicas “plebiscitarias” de hace escasos meses: si quienes han obtenido un 47% proclaman con desfachatez su victoria, ¿por qué no proclamar lo mismo con un 20%?
 Si cuela, cuela, y lo asombroso es que aquí cuelan y convencen las mayores inverosimilitudes, las mayores negaciones de la aritmética y de la realidad.
Precisamente en las elecciones democráticas no hay “mandatos” homogéneos, término temible donde los haya
También los políticos catalanes han sido pioneros en el uso y abuso de una palabra que solía estar ausente de la política de nuestro país y que delata como peligroso y autoritario a quien se vale de ella, del mismo modo que la fórmula “compañeros y compañeras”, “españoles y españolas”, etc, delata sin excepción a un farsante
. La palabra es “mandato”. “Hemos recibido el mandato claro y democrático”, se han hartado de repetir Mas, Junqueras y compañía … para referirse a ese 47% que era todo menos claro y democrático. Pues bien, el detestable vocablo está ya en boca de todos, con notable predilección por parte de Iglesias y Sánchez. ¿Y quién emite ese “mandato”?
El pueblo, claro está, que todo lo santifica.
Precisamente en las elecciones democráticas no hay “mandatos” homogéneos, término dictador y temible donde los haya.
La gente suele votar lo que le parece menos malo, nada más; con mediano o nulo entusiasmo, con el ánimo dividido y con fisuras, aprobando algunas medidas y desaprobando otras, dispuesta a vigilar a los gobernantes elegidos.
 La utilización de esa palabra es una burda forma de dotarse de manos libres y decir: “Lo que queremos hacer, el pueblo nos lo ha mandado; sólo somos el instrumento de una voluntad superior que, eso sí, nos toca a nosotros interpretar; luego haremos lo que nos venga en gana, porque en realidad nos limitamos a cumplir órdenes de la mayoría o de nuestra minoría particular (que es la que cuenta), tanto da”.
En el caso de la CUP y de Podemos la cosa va aún más lejos: son asambleístas o proponen hacer referéndums continuos (bien teledirigidos, claro está), para reafirmar y reclamar ese “mandato” cada dos por tres.
 Uno se pregunta para qué quieren entonces gobernar, ya que esto siempre ha consistido en tomar decisiones, a veces impopulares si hace falta, y en tener mayor visión que el común de los ciudadanos, a los que no se puede “consultar” sin cesar.
No les quepa duda: la apelación al “mandato” no es sino el anuncio de que quien emplea el término va a mandar “sin complejos”, como gustaba de decir Aznar por “sin escrúpulos”, con imposición y arbitrariedad.
elpaissemanal@elpais.es

 

La tozudez de Cristina de Borbón................................................... Mábel Galaz

Cuatro años después del estallido del caso Nóos la hermana de Felipe VI se siente víctima de una campaña.

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en 2010. / AFP

Este año por primera vez Cristina de Borbón ha pasado las vacaciones de Navidad en Ginebra
. No ha habido visita fugaz al palacio de La Zarzuela, ni almuerzo en Vitoria con la familia Urdangarin.
En los días previos al inicio del juicio por el caso Nóos, la hermana del Rey ha optado por mantener la distancia, algo hasta ahora inusual en ella
. Y es que desde que estalló la implicación de su esposo y luego la suya en este asunto, ha intentado mantener los vínculos con la familia real como si nada hubiera cambiado.
Pero la farsa no se sostiene desde hace tiempo.
 Los lazos están rotos.

En su lujoso retiro suizo, los Urdangarin sí han recibido la visita de la infanta Elena, que acudió a celebrar la Navidad acompañada de sus dos hijos.
 Esta vez no ha trascendido sí doña Sofía ha estado en algún momento con su hija menor.
 En cualquier caso ellas son las dos únicas que mantienen una relación regular con la que un día fue duquesa de Palma de Mallorca.
 Hace tiempo que en el palacio de La Zarzuela reside una familia en la que sentimientos y obligaciones conviven con dificultad dando paso a dos bandos.
El Rey emérito se ha mostrado inflexible como monarca, pero herido y profundamente decepcionado como padre
. La comunicación con su hija es cada vez más fría.
 Las constantes llamadas de don Juan Carlos pidiendo a su hija que renunciara a sus derechos como infanta cortaron el cordón umbilical y si había aún alguna posibilidad de acercamiento, todo acabó el día en que se produjo el relevo en la Corona
. El entonces Rey, de acuerdo con el Rey que llamaba a la puerta, asumió la tarea de comunicar a Cristina de Borbón que no asistiera a los actos programados para la ocasión.
 Fue una conversación tensa pero más aún el momento en que la infanta desoyó la orden paterna y se presentó en el palacio de La Zarzuela.
 Pero el cortafuegos se puso en marcha y Cristina solo tuvo acceso a las habitaciones que ocupa su madre.
 Ambas almorzaron allí a solas.
La reina Sofía ha sido con la infanta Cristina más madre que reina, lo que ha colocado a la Casa del Rey en complicadas situaciones.
 Ocurrió con el viaje a Estados Unidos. En pleno estallido del caso Nóos, doña Sofía pasó unos días con su hija y posó con Urdangarin en una foto de grupo familiar que publicó la revista ¡Hola!, que fue alertada del encuentro y no precisamente por el palacio de La Zarzuela.
Cuatro años después de que Urdangarin fuera afeado por su comportamiento por el jefe de la Casa del Rey y excluido de la agenda oficial, Cristina de Borbón se siente todavía una víctima.
 No ha tenido, dicen quienes hablan con ella de estas cuestiones, ni un solo momento para el arrepentimiento.
 Cree que todo es fruto de una conspiración contra su esposo.
 La infanta ha cerrado filas con él. Si hubo algún momento de crisis matrimonial tras la filtración de unos correos que mostraban una aparente infidelidad de Urdangarin, este se ha desvanecido
. Cristina es cabezota, tozuda, tanto que mantiene a veces actitudes por pura altivez.
Conforme la instrucción de caso Nóos avanzaba, ella más se aferraba a su marido y a sus derechos como infanta de España a los que no renuncia, dice, que por sus hijos.
El último enfrentamiento con su hermano, el Rey, es un claro ejemplo de que está fuera de control. Tras varias llamadas de don Felipe para que renunciara al título de duquesa de Palma de Mallorca, no solo dio largas al asunto, sino que cuando el monarca decidió quitarle el título, ella maniobró simulando un gesto que nunca existió.
 Jamás pensó en perder el privilegio pero sí en hacer ver a la opinión pública que nadie le imponía nada cuando en realidad la decisión la tomaron por ella. Le salió mal. Nadie la creyó y su hermano se distanció más aún.
Hace mucho tiempo que Cristina de Borbón no acude a Palma de Mallorca, colectivos de la isla pidieron antes que nadie la retirada del ducado y que se quitara la calle a la que daba nombre.
 Se acabaron las vacaciones en Palma y sus visitas al palacio de Marivent que no abrirá sus puertas para ella y su marido mientras dure el juicio.
Cristina manda mensajes a la familia a través de su madre y hermana,  se siente “abandonada”.
 En los últimos días ha visitado a hurtadillas Barcelona para preparar su comparecencia.
 En Ginebra se quedan sus cuatro hijos. El mayor ya sabe que sus padres van a juicio.
Ese es el mayor castigo para la infanta.

 

El juicio por el ‘caso Nóos’ culmina seis años de escándalo institucional................................ Fernando J. Pérez

La vista oral sobre el desvío de 2,6 millones de euros a las empresas de Iñaki Urdangarin empieza el lunes.


El juicio del caso Nóos, sobre el supuesto desvío de 2,6 millones de euros de fondos públicos a las empresas de Iñaki Urdangarin, esposo de la infanta Cristina, empieza mañana lunes en la Audiencia Provincial de Baleares.
 La apertura de la vista oral culmina seis años de uno de los mayores escándalos institucionales de la historia reciente de España, que afectó notablemente a la imagen de la Corona
. Las tres magistradas que forman el tribunal deberán decidir en la primera fase del proceso si mantienen en el banquillo a la hermana de Felipe VI.

El caso Nóos empezó a investigarse en 2010 casi por casualidad.
 El fiscal anticorrupción Pedro Horrach y el juez José Castro, enfrascados en el macrosumario del caso Palma Arena, se fijaron en una carpeta medio vacía.
En ella se guardaba un expediente oficial en el que se justificaba el pago de un millón de euros desde el Gobierno balear presidido por Jaume Matas al Instituto Nóos, dirigido por Iñaki Urdangarin y su entonces socio, Diego Torres
. La cantidad era el precio pactado por organizar un congreso dedicado al impacto del deporte en la actividad turística.
La cantidad abonada a Nóos a través del Instituto Balear del Deporte llamó la atención del magistrado instructor y del fiscal, que desentrañaron una maraña de contratos del Gobierno autonómico, y también de la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia, con el organismo dirigido por Urdangarin.
 El Instituto Nóos, del que eran miembros Cristina de Borbón y el exsecretario de las infantas Carlos García Revenga, logró contratos —de forma fraudulenta, vulnerando todos los principios de contratación pública— por valor de 5,8 millones de euros entre los años 2004 y 2007.
Parte de ese dinero, no menos de 2,6 millones de euros, fue supuestamente desviado por Urdangarin y Torres a un entramado de empresas dependiente del Instituto Nóos, entre las que destaca Aizoon.
Las cantidades percibidas fraudulentamente supusieron un fraude fiscal a través de Aizoon de 182.000 y 155.000 euros en 2007 y 2008, respectivamente, en el caso de Urdangarin.
 La fiscalía sostiene que su esposa, Cristina de Borbón, a la que califica de elemento “decorativo” en el Instituto Nóos, no fue de cooperadora necesaria en el delito fiscal, sino de partícipe a título lucrativo, es decir, que se benefició del dinero defraudado pero sin ser consciente de la comisión de un delito.
 Sin embargo, la acusación popular ejercida por Manos Limpias, y el juez José Castro en su auto de apertura de juicio oral, mantienen la imputación de la hermana del Rey.

Quebradero de cabeza

El caso, que acumula más de 70.000 folios y alrededor de un centenar de tomos, ha supuesto un auténtico quebradero de cabeza tanto en los últimos años del reinado de Juan Carlos I y en los primeros tiempos de Felipe VI en el trono.
 El anterior monarca envió a su asesor jurídico, José Manuel Romero, conde de Fontao, a investigar los negocios de su yerno en 2006 después de que las actividades del Instituto Nóos fueran objeto de atención parlamentaria en Baleares.
 Urdangarin se negó a abandonar su actividad empresarial particular hasta el año 2009, cuando fichó por Telefónica y se trasladó a vivir a Washington.
En diciembre de 2011, el juez Castro imputó a Urdangarin.
 En su discurso de Nochebuena de ese año, don Juan Carlos pronunció una frase definitiva: “La Justicia es igual para todos”.
 Su yerno empezaba a quedar fuera del paraguas institucional de la Casa del Rey
. En febrero del año siguiente, el antiguo jugador de balonmano acudió a declarar como imputado ante el juez
. Durante 22 horas a lo largo de dos jornadas, Urdangarin cargó toda la responsabilidad en su socio Diego Torres y se esforzó en apartar a doña Cristina de sus actividades.
Sin embargo, la aparición en la causa de delitos fiscales acabó por salpicar a la infanta, que en febrero de 2014 tuvo que declarar ante el juez como imputada ante el juez Castro.
 En las seis horas de interrogatorio, la hermana del Rey contestó 182 veces “no sé” y otras 55 “no lo recuerdo”
. La infanta, despojada del título de duquesa de Palma desde junio pasado, se sentará el lunes en el banquillo de los acusados.