En Canarias hay 86 especies de tiburón y rayas, pero no suelen acercarse a la playa. Las jaulas de piscifactoría les atraen, pero llevan más de una década instaladas.
Fernando Frías Reis es el presidente de la organización Alianza por
los Tiburones de Canarias. También practica el submarinismo y en sus más
de 150 inmersiones en aguas de las islas nunca se ha topado con un
tiburón sedoso como el que mordió a una bañista la semana pasada en Gran Canaria. "Y en las próximas 1.500 inmersiones tampoco me encontraré con uno salvo que lo busque", añade.
Frías, tras conocer el percance de la bañista, entró en contacto con ella.
Y tras analizar la mordedura y el relato de la mujer, concluye que se trata de un ejemplar de sedoso de entre 1,80 y dos metros de largo, "aunque el cuerpo no llegará al metro y medio". Frías también ha contactado con varios expertos de la Universidad de Miami, que le han confirmado que se trataba de esta especie.
Rechaza que se utilice la palabra "ataque".
"No es un ataque; los tiburones atacan a sus presas y no a las personas".
En su opinión, el escualo debió confundir el brazo de la nadadora con algún pez e intentó capturarlo. "Al tiburón no le gusta el sabor de la carne humana", apunta.
El sedoso se suele alimentar de peces medianos o de presas más grandes, pero enfermas.
"Es un oportunista", dice Frías.
Pero, ¿qué hacía este escualo a solo 20 metros de la playa? "No es normal que se acerquen tanto a tierra", sostiene Pascual Calabuig, director del centro de recuperación de fauna silvestre del Cabildo de Gran Canaria. Calabuig apunta a la presencia en las inmediaciones de varias jaulas de piscifactoría, que pueden atraer a estos depredadores oportunistas.
"Las jaulas de piscifactoría son polos de atracción de muchos peces, de rayas, mantelinas, tiburones y aves", explica Ricardo Aguilar, director de Investigación de la organización Oceana en Europa.
"Es un lugar de concentración, pero lo extraño es que se produzca un ataque a una persona", añade. "La jaulas llevan más de diez años aquí y es la primera vez que hay una mordedura", sostiene Frías.
Todos los expertos consultados coinciden en lo inusual de la mordedura.
"Es la primera vez que ocurre; es la excepción que confirma la regla.
La regla es que en Canarias los tiburones no se acercan a la playa y no muerden", afirma Calabuig.
Pero eso no significa que en las aguas de las islas, con una rica biodiversidad, no existan animales de este tipo.
"Hay muchos tiburones, pero en alta mar.
Yo lo he visto cuando rescatamos el cadáver de algún cetáceo", indica el director del centro de recuperación de fauna de Gran Canaria.
"En Canarias se ha detectado la presencia de 86 especies de tiburón y rayas, que son las primas del tiburón", apunta Frías.
"La mayor parte viven en grandes profundidades y no llegan al metro de longitud", explica el responsable de la organización Alianza por los Tiburones de Canarias.
Frías cree que en el encontronazo también influyeron las condiciones de la mar. "Había viento del sur, calima, y el oleaje era sur norte", afirma.
"Todo estaba al revés", sostiene para explicar la cercanía del ejemplar a la playa.
"Esto servirá para que dentro de 100 años si vuelve a suceder algo parecido se pueda tirar de hemeroteca y decir: ya ocurrió una vez", concluye Calabuig.
Frías, tras conocer el percance de la bañista, entró en contacto con ella.
Y tras analizar la mordedura y el relato de la mujer, concluye que se trata de un ejemplar de sedoso de entre 1,80 y dos metros de largo, "aunque el cuerpo no llegará al metro y medio". Frías también ha contactado con varios expertos de la Universidad de Miami, que le han confirmado que se trataba de esta especie.
Rechaza que se utilice la palabra "ataque".
"No es un ataque; los tiburones atacan a sus presas y no a las personas".
En su opinión, el escualo debió confundir el brazo de la nadadora con algún pez e intentó capturarlo. "Al tiburón no le gusta el sabor de la carne humana", apunta.
El sedoso se suele alimentar de peces medianos o de presas más grandes, pero enfermas.
"Es un oportunista", dice Frías.
Pero, ¿qué hacía este escualo a solo 20 metros de la playa? "No es normal que se acerquen tanto a tierra", sostiene Pascual Calabuig, director del centro de recuperación de fauna silvestre del Cabildo de Gran Canaria. Calabuig apunta a la presencia en las inmediaciones de varias jaulas de piscifactoría, que pueden atraer a estos depredadores oportunistas.
"Las jaulas de piscifactoría son polos de atracción de muchos peces, de rayas, mantelinas, tiburones y aves", explica Ricardo Aguilar, director de Investigación de la organización Oceana en Europa.
"Es un lugar de concentración, pero lo extraño es que se produzca un ataque a una persona", añade. "La jaulas llevan más de diez años aquí y es la primera vez que hay una mordedura", sostiene Frías.
Todos los expertos consultados coinciden en lo inusual de la mordedura.
"Es la primera vez que ocurre; es la excepción que confirma la regla.
La regla es que en Canarias los tiburones no se acercan a la playa y no muerden", afirma Calabuig.
Pero eso no significa que en las aguas de las islas, con una rica biodiversidad, no existan animales de este tipo.
"Hay muchos tiburones, pero en alta mar.
Yo lo he visto cuando rescatamos el cadáver de algún cetáceo", indica el director del centro de recuperación de fauna de Gran Canaria.
"En Canarias se ha detectado la presencia de 86 especies de tiburón y rayas, que son las primas del tiburón", apunta Frías.
"La mayor parte viven en grandes profundidades y no llegan al metro de longitud", explica el responsable de la organización Alianza por los Tiburones de Canarias.
Frías cree que en el encontronazo también influyeron las condiciones de la mar. "Había viento del sur, calima, y el oleaje era sur norte", afirma.
"Todo estaba al revés", sostiene para explicar la cercanía del ejemplar a la playa.
"Esto servirá para que dentro de 100 años si vuelve a suceder algo parecido se pueda tirar de hemeroteca y decir: ya ocurrió una vez", concluye Calabuig.