El estreno de ‘El despertar de la Fuerza’ aúna ‘frikismo’, cinefilia, religión y amor por películas que marcaron a varias generaciones.
El café Deux Magots,
en la parisiense plaza de Saint-Germain-des-Prés, lleva abierto desde
1885. Allí se reunían Verlaine, Rimbaud y Mallarmé, en sus mesas aunaron
fuerzas los surrealistas con Breton a la cabeza, en su sala bebieron
Picasso, Hemingway, Beauvoir, Sartre, Sábato…
Y allí se juntaron por primera vez, en 2013, J. J. Abrams y Lawrence Kasdan para hablar de la trilogía final de Star Wars.
Ambos han reconocido que en aquellas charlas cimentaron todo lo que veremos en pantalla a partir del próximo 18 de diciembre.
Así que, por carambola cinematográfica, París ha vuelto a convertirse en la capital mundial de la cultura.
¿Qué se dijeron aquellos días un veterano cineasta, escritor de las mejores partes de El imperio contraataca, y el director elegido para insuflar nueva vida a la franquicia que ha marcado la historia del cine?
Algo sabemos, poco para una de las películas más esperadas de los últimos años.
Da igual. La venta anticipada de sus entradas está rompiendo récords por todo el mundo, los cinéfilos estudian cada plano de los diversos tráileres que se han estrenado en cine y televisión de El despertar de la Fuerza, cada palabra dicha por los actores es meticulosamente analizada por los fans.
Es el final de la travesía del desierto, y el principio de una nueva era en Star Wars, ya que además de la octava y novena parte, ya están en marcha otros spin offs que bucean por el mundo que creó hace casi 40 años George Lucas.
Para muchos, Star Wars es mucho más que un artefacto cinematográfico
. En Australia y Reino Unido, el jedismo –por traducirlo de alguna manera al español- es una religión oficial que cuenta con 500.000 adeptos.
Sí, medio millón de personas han rellenado un formulario oficial asegurando que creen en la Fuerza y en el batiburrillo filosófico-religioso en el que Lucas basó sus guiones, que bebieron de textos de san Pablo, de la misma Biblia, de Chesterton o de El héroe de las mil caras, de Joseph Campbell, además de códigos samuráis y algo de taoísmo.
Tanto sus creyentes acérrimos como sus meros seguidores esperan mucho de una película de la que alguna pista sí se ha ido mostrando. El despertar de la Fuerza transcurre 30 años después de la explosión de la segunda Estrella de la Muerte al final de El retorno del jedi.
Algunos seguidores del Imperio lograron reagruparse después de la batalla de Endor y aguantaron conformando una nueva resistencia.
Ahora se hacen llamar la Primera Orden, esperan restaurar el Imperio y sí, puede que tengan líderes y armamento necesario para lograrlo.
El general Hux –al que da vida Domnhall Gleeson- es uno de esos cabecillas, y gobierna en la base Starkiller (guiño a los viejos seguidores: ese fue el primer apellido que Lucas manejó para la familia Skywalker).
A su mando está la capitana Phasma (Gwendoline Christie), un personaje que promete… aunque no tanto como el dueño de un espectacular sable láser, Kylo Ren, el enmascarado al que da vida Adam Driver, un villano que al parecer va a ir por su cuenta y riesgo.
¿Y el jefe de ese reverso tenebroso?
El líder supremo Snoke, un personaje generado por ordenador creado por el actor Andy Serkis, el mejor cuando se trata de creaciones digitales basadas en intérpretes.
Su voz fue la primera que escuchó en el primer tráiler, cortesía de la dosificación de información que están sabiamente manejando con puño de hierro desde Disney, la compañía propietaria de LucasFilms.
Hay también un grupo de personajes que, como le pasaba en la inicial ‘Una nueva esperanza’ a Luke Skywalker, parecen tangenciales hasta que las guerras de poder les arrastran al epicentro de la acción. Ahí están Finn (John Boyega), un soldado que se encuentra en medio del planeta Jakku a merced de un gran peligro, o Rey (Daisy Ridley), una carroñera del desierto.
Del lado de los héroes Leia está en la Resistencia –así es como se conoce a los rebeldes, lo que podría aclarar que quien manda es la Primera Orden- Ahora bien, a Carrie Fisher se la ve llorar en un tráiler abrazada a Han Solo (Harrison Ford), y ese momento ha generado un reguero de especulaciones en Internet. Porque la mano biónica de Luke (Mark Hamill) posada en R2-D2 es lo único que se ha visto de su hermano (escuchar, hemos escuchado su voz, confundiendo aún más a los espectadores con la frase: “
Mi padre la tiene”, en un tráiler). Han Solo en cambio ha aparecido mucho más en los adelantos, y eso que sufrió un accidente en el rodaje con la puerta del Halcón Milenario, y hubo que reorganizar todo el calendario de la filmación para que el proyecto no sufriera en demasía su ausencia. También vuelve su compañero de andanzas y pillerías Chewbacca, el wookiee al que su colega de negocios llama Chewie.
Como no podía ser de otra manera, C-3PO asoma en las nuevas películas… ¿pero por qué tiene un brazo rojo? Y los fans ya adoran a un robot recién incorporado, el esférico BB-8.
Para completar la trama faltan Poe Dameron, interpretado por Oscar Isaac, y del que se sabe que es un gran piloto, o Maz Kanata, otro personaje generado por ordenador, una pirata basada en Lupita Nyong’o, y que se dejará ver por un castillo que huele a trasunto de la taberna de Mos Eisley, aquel estupendo bar que creó la imaginación del genio del maquillaje Rick Baker
. Ahora bien, en todo este puzzle, ¿cómo encaja el veteranísimo actor Max von Sydow, del que no se ha filtrado ni una migaja de información?
Todo este tercer advenimiento de Star Wars –a todos dejó frustrados el estreno de la primera trilogía (por orden cronológico de la historia)- ha quedado en manos de J. J. Abrams, un cineasta con suficientes armas creativas y talento como para llevar a buen puerto el reto más difícil de su carrera. Que Disney decidiera alejar el desarrollo narrativo de los guiones de lo marcado por Lucas y lo dejara en manos de Abrams fue una sabia decisión.
Que este recurriera a Kasdan confirmó las expectativas.
Ahora solo queda que se apaguen las luces, que tatareemos la mítica melodía de John Williams, y que arranque aquella retahíla de letras que van fundiéndose con las estrellas: “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana…”.
Y allí se juntaron por primera vez, en 2013, J. J. Abrams y Lawrence Kasdan para hablar de la trilogía final de Star Wars.
Ambos han reconocido que en aquellas charlas cimentaron todo lo que veremos en pantalla a partir del próximo 18 de diciembre.
Así que, por carambola cinematográfica, París ha vuelto a convertirse en la capital mundial de la cultura.
¿Qué se dijeron aquellos días un veterano cineasta, escritor de las mejores partes de El imperio contraataca, y el director elegido para insuflar nueva vida a la franquicia que ha marcado la historia del cine?
Algo sabemos, poco para una de las películas más esperadas de los últimos años.
Da igual. La venta anticipada de sus entradas está rompiendo récords por todo el mundo, los cinéfilos estudian cada plano de los diversos tráileres que se han estrenado en cine y televisión de El despertar de la Fuerza, cada palabra dicha por los actores es meticulosamente analizada por los fans.
Es el final de la travesía del desierto, y el principio de una nueva era en Star Wars, ya que además de la octava y novena parte, ya están en marcha otros spin offs que bucean por el mundo que creó hace casi 40 años George Lucas.
Para muchos, Star Wars es mucho más que un artefacto cinematográfico
. En Australia y Reino Unido, el jedismo –por traducirlo de alguna manera al español- es una religión oficial que cuenta con 500.000 adeptos.
Sí, medio millón de personas han rellenado un formulario oficial asegurando que creen en la Fuerza y en el batiburrillo filosófico-religioso en el que Lucas basó sus guiones, que bebieron de textos de san Pablo, de la misma Biblia, de Chesterton o de El héroe de las mil caras, de Joseph Campbell, además de códigos samuráis y algo de taoísmo.
Tanto sus creyentes acérrimos como sus meros seguidores esperan mucho de una película de la que alguna pista sí se ha ido mostrando. El despertar de la Fuerza transcurre 30 años después de la explosión de la segunda Estrella de la Muerte al final de El retorno del jedi.
Algunos seguidores del Imperio lograron reagruparse después de la batalla de Endor y aguantaron conformando una nueva resistencia.
Ahora se hacen llamar la Primera Orden, esperan restaurar el Imperio y sí, puede que tengan líderes y armamento necesario para lograrlo.
El general Hux –al que da vida Domnhall Gleeson- es uno de esos cabecillas, y gobierna en la base Starkiller (guiño a los viejos seguidores: ese fue el primer apellido que Lucas manejó para la familia Skywalker).
A su mando está la capitana Phasma (Gwendoline Christie), un personaje que promete… aunque no tanto como el dueño de un espectacular sable láser, Kylo Ren, el enmascarado al que da vida Adam Driver, un villano que al parecer va a ir por su cuenta y riesgo.
¿Y el jefe de ese reverso tenebroso?
El líder supremo Snoke, un personaje generado por ordenador creado por el actor Andy Serkis, el mejor cuando se trata de creaciones digitales basadas en intérpretes.
Su voz fue la primera que escuchó en el primer tráiler, cortesía de la dosificación de información que están sabiamente manejando con puño de hierro desde Disney, la compañía propietaria de LucasFilms.
Hay también un grupo de personajes que, como le pasaba en la inicial ‘Una nueva esperanza’ a Luke Skywalker, parecen tangenciales hasta que las guerras de poder les arrastran al epicentro de la acción. Ahí están Finn (John Boyega), un soldado que se encuentra en medio del planeta Jakku a merced de un gran peligro, o Rey (Daisy Ridley), una carroñera del desierto.
Del lado de los héroes Leia está en la Resistencia –así es como se conoce a los rebeldes, lo que podría aclarar que quien manda es la Primera Orden- Ahora bien, a Carrie Fisher se la ve llorar en un tráiler abrazada a Han Solo (Harrison Ford), y ese momento ha generado un reguero de especulaciones en Internet. Porque la mano biónica de Luke (Mark Hamill) posada en R2-D2 es lo único que se ha visto de su hermano (escuchar, hemos escuchado su voz, confundiendo aún más a los espectadores con la frase: “
Mi padre la tiene”, en un tráiler). Han Solo en cambio ha aparecido mucho más en los adelantos, y eso que sufrió un accidente en el rodaje con la puerta del Halcón Milenario, y hubo que reorganizar todo el calendario de la filmación para que el proyecto no sufriera en demasía su ausencia. También vuelve su compañero de andanzas y pillerías Chewbacca, el wookiee al que su colega de negocios llama Chewie.
Como no podía ser de otra manera, C-3PO asoma en las nuevas películas… ¿pero por qué tiene un brazo rojo? Y los fans ya adoran a un robot recién incorporado, el esférico BB-8.
Para completar la trama faltan Poe Dameron, interpretado por Oscar Isaac, y del que se sabe que es un gran piloto, o Maz Kanata, otro personaje generado por ordenador, una pirata basada en Lupita Nyong’o, y que se dejará ver por un castillo que huele a trasunto de la taberna de Mos Eisley, aquel estupendo bar que creó la imaginación del genio del maquillaje Rick Baker
. Ahora bien, en todo este puzzle, ¿cómo encaja el veteranísimo actor Max von Sydow, del que no se ha filtrado ni una migaja de información?
Todo este tercer advenimiento de Star Wars –a todos dejó frustrados el estreno de la primera trilogía (por orden cronológico de la historia)- ha quedado en manos de J. J. Abrams, un cineasta con suficientes armas creativas y talento como para llevar a buen puerto el reto más difícil de su carrera. Que Disney decidiera alejar el desarrollo narrativo de los guiones de lo marcado por Lucas y lo dejara en manos de Abrams fue una sabia decisión.
Que este recurriera a Kasdan confirmó las expectativas.
Ahora solo queda que se apaguen las luces, que tatareemos la mítica melodía de John Williams, y que arranque aquella retahíla de letras que van fundiéndose con las estrellas: “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana…”.