"Sostiene Markus Gabriel que el mundo no existe, pero sí todo lo
demás.
Lo que niega es la existencia de un todo que debería incluirse a
sí mismo
. Hay pues un sujeto que percibe una realidad poblada de objetos
y hechos que no constituyen una unidad interrelacionada.
También existe
otro tipo de entidades en un sentido diferente a como puedan existir
una mesa o el propio Markus Gabriel. Por ejemplo, los personajes
literarios e incluso los meramente imaginados como “duendes, brujas o
armas de destrucción masiva en Luxemburgo”
. Es decir, “existe todo lo
que no existe”. ¿Provocación? No.
Más bien una invitación a pensar en
tiempos en los que parece un lujo prescindible.
Gabriel es un filósofo
alemán nacido en 1980, catedrático de la Universidad de Bonn apenas
cumplidos los 28 años. Está de moda en su país, tal vez porque su último
libro, que ahora aparece en castellano, ha sido éxito de ventas". Por
FRANCESC ARROYO
"Un conocido multimillonario invita a cenar a algunos colegas de
riqueza y a algunos intelectuales del sistema, aparentemente preocupados
por el crecimiento exponencial de la desigualdad.
Durante la reunión,
varios de los “plutócratas” presentes evocan a María Antonieta (mujer
del rey francés Luis XVI, juzgada, condenada por traición y
guillotinada) y se recuerdan mutuamente los peligros de que las
desigualdades aumenten hasta el exceso al que han llegado.
“Recordad la
guillotina’ se convirtió en el lema de la noche”. ¿Anécdota contada por
algún indignado de extrema izquierda, testigo de cargo? ¿Lenguaje el de
los plutócratas utilizado por algún marxista desclasado nostálgico de
los métodos de Robespierre? No. Está en las páginas iniciales del último
libro de un premio Nobel de Economía, galardonado por el Banco de
Suecia, asesor económico de presidentes de EE UU, economista jefe y
vicepresidente del Banco Mundial, columnista estrella de los principales
periódicos del mundo: el norteamericano Joseph E. Stiglitz". Por
JOAQUÍN ESTEFANÍA
4 dic 2015
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"Ningún título más apropiado para esta novela, Suave caricia, porque
eso es lo que siente el lector cuando la lee
. William Boyd cuenta en ella la historia personal de Amory Clay, nacida al comienzo del siglo XX en una familia compuesta por el padre, un modesto autor teatral y hombre de letras que, tras la Primera Guerra Mundial, queda seriamente afectado y alejado de la familia; la madre, una mujer tradicional y de carácter, y los hermanos de Amory, Elizabeth y Xan.
A diferencia de su hermana Elizabeth, que recibe estudios superiores de música, Amory, una vez que abandona el colegio, debe buscarse la vida y a ello la ayudará su tío Greville, un reputado fotógrafo de sociedad que le regala una cámara y la introduce en la revista BeauMonde". Por JOSÉ MARÍA GUELBENZU
. William Boyd cuenta en ella la historia personal de Amory Clay, nacida al comienzo del siglo XX en una familia compuesta por el padre, un modesto autor teatral y hombre de letras que, tras la Primera Guerra Mundial, queda seriamente afectado y alejado de la familia; la madre, una mujer tradicional y de carácter, y los hermanos de Amory, Elizabeth y Xan.
A diferencia de su hermana Elizabeth, que recibe estudios superiores de música, Amory, una vez que abandona el colegio, debe buscarse la vida y a ello la ayudará su tío Greville, un reputado fotógrafo de sociedad que le regala una cámara y la introduce en la revista BeauMonde". Por JOSÉ MARÍA GUELBENZU
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"La librería Terranova está en “liquidación final de existencias por
cierre inminente”: una impresionante relación de términos amenazadores
No es una de aquellas librerías de los años finales del franquismo, que se llamaban Rayuela, Macondo o Jarama porque tenían dueños jóvenes, progresistas y entusiastas.
Esta lo ha sido también, pero su pedigrí era mucho más veterano y Manuel Rivas cuenta que la fundaron en 1935 un grupo de amigos: Amaro Fontana, galleguista y profesor de lenguas clásicas, ensayista certero y oculto, miembro del venerable Seminario de Estudos Galegos, que se suicidó al final de una vida de frustración y contumacia, y Comba, su tenacísima esposa, apasionada desde niña por los libros; con ellos estuvo un marinero en tierra, Eliseo, que siempre ocultó su condición homosexual y fantaseó sobre los viajes imaginarios que le llevaban a pasear por La Habana Vieja con Lorca, Guillén (Nicolás), Langston (Hughes) y Lezama (Lima), o a conocer a Borges en Buenos Aires y a María Zambrano y su hermana Araceli en Roma.
El sucesor y heredero, Vicenzo Fontana, ya en la sesentena, carga ese fardo esplendoroso al que suma una dramática huella de la zarpa franquista: fue víctima de uno de los crónicos episodios de poliomielitis, que el Gobierno español minimizó, y vivió años en un pulmón de acero.
Sobrevivió al tratamiento y fue un rebelde —hasta donde pudo— en los años locos en que escribió letras de rock y la librería tuvo incluso un confidente policial de plantilla.
Ahora, Vicenzo, víctima del rebrote de la enfermedad de su infancia, se enfrenta a algo peor que la persecución ideológica: la especulación urbanística que tiene cercado a su negocio y ha señalado su fin". Por JOSÉ-CARLOS MAINER.
No es una de aquellas librerías de los años finales del franquismo, que se llamaban Rayuela, Macondo o Jarama porque tenían dueños jóvenes, progresistas y entusiastas.
Esta lo ha sido también, pero su pedigrí era mucho más veterano y Manuel Rivas cuenta que la fundaron en 1935 un grupo de amigos: Amaro Fontana, galleguista y profesor de lenguas clásicas, ensayista certero y oculto, miembro del venerable Seminario de Estudos Galegos, que se suicidó al final de una vida de frustración y contumacia, y Comba, su tenacísima esposa, apasionada desde niña por los libros; con ellos estuvo un marinero en tierra, Eliseo, que siempre ocultó su condición homosexual y fantaseó sobre los viajes imaginarios que le llevaban a pasear por La Habana Vieja con Lorca, Guillén (Nicolás), Langston (Hughes) y Lezama (Lima), o a conocer a Borges en Buenos Aires y a María Zambrano y su hermana Araceli en Roma.
El sucesor y heredero, Vicenzo Fontana, ya en la sesentena, carga ese fardo esplendoroso al que suma una dramática huella de la zarpa franquista: fue víctima de uno de los crónicos episodios de poliomielitis, que el Gobierno español minimizó, y vivió años en un pulmón de acero.
Sobrevivió al tratamiento y fue un rebelde —hasta donde pudo— en los años locos en que escribió letras de rock y la librería tuvo incluso un confidente policial de plantilla.
Ahora, Vicenzo, víctima del rebrote de la enfermedad de su infancia, se enfrenta a algo peor que la persecución ideológica: la especulación urbanística que tiene cercado a su negocio y ha señalado su fin". Por JOSÉ-CARLOS MAINER.
- Foto:ALFAGUARA
Tom Hanks: “Soy un tipo normal pero rodeado de fama”................................................ Rocío Ayuso
A punto de cumplir 60 años, y para seguir con su eterno papel de hombre corriente, el actor habla de enfermedades y problemas familiares.
Las quinielas le sitúan como candidato a un nuevo Oscar.
Tiene un asteroide con su nombre en el espacio y una colección de
máquinas de escribir en su casa. Para los niños es parte de su infancia
gracias a Woody, el vaquero de Toy Story, y los gais lo consideran uno de los suyos después de que consiguiera romper barreras con Filadelfia.
Su capacidad de meterse en pieles ajenas es tal que Steven Spielberg no se cansa de dirigirlo. Su cuarta colaboración juntos es El puente de los espías, que se estrenó el pasado viernes en España, y que podría suponer la sexta candidatura de Tom Hanks al Oscar y quién sabe si su tercera estatuilla. Sin embargo, él se considera "un hombre corriente".
"El padre idiota que intenta hacer bien las cosas, pero que también mete la pata", añade.
Ha amasado una fortuna de más de 8.000 millones de euros interpretando, por lo general, a gente corriente
. El mismo tipo de hombre que dice ser este californiano que el próximo año cumplirá los 60.
“Soy un tipo normal pero rodeado de fama
. Hablamos mucho sobre eso en mi familia.
Para mis hijos no soy más que su padre.
Pero, ¡dios mío lo que hace un nombre!
La gente se vuelve loca cuando se da cuenta de que la persona corriente y moliente que tenían hasta hace un minuto a su lado comiendo en el restaurante está relacionada con el tonto que estrena El puente de los espías.
No me quejo y a estas alturas mis hijos han aprendido a vivir con ello, pero sigue siendo algo increíble”.
Hanks habla con el mismo tono bonachón de algunos de sus filmes, bromeando en cuanto puede, para escapar de la pregunta o para divertirse con su respuesta.
Son tantos años concediendo entrevistas que incluso da consejos. Por ejemplo, mejor no preguntarle por su trabajo preferido. “Es de periodistas vagos”, dice (aunque luego admite que Socios y sabuesos le trae grandes recuerdos).
“Sería como preguntarme cuál de mis cuatro hijos es mi preferido”, añade impostando la voz. Hanks volverá a encarnar a otro hombre corriente en una situación inesperada como lo fue Chesley Sullenberger, el capitán que hizo un amerizaje en las aguas del río Hudson salvando a todo el pasaje. El actor dará vida al valiente piloto en Sully, la película que está rodando a las órdenes de Clint Eastwood.
Pregunta. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que utilizó un vuelo comercial?
Respuesta. Espero que no quiera la fecha exacta porque hace mucho, mucho tiempo
. Como le pasaría a cualquiera, me ilusiono cuando el estudio me lleva de viaje en chárter privado. Genial, viaje gratis, me digo.
No son aviones grandes, pero son cómodos. Al menos para cuatro personas. Quizá seis.
Pero cuando te acompaña todo el departamento de marketing, el viaje puede hacerse muy largo.
P. ¿No me diga que echa de menos los vuelos en clase turista?
R. Ni los echo de menos ni tengo mala conciencia por volar en jets porque cualquiera que se lo pueda pagar, lo hará. Nadie me discutirá que los vuelos comerciales no son más que un camión de ganado con alas. No me quejo de mi fortuna.
Hanks no se queja porque sabe que la vida golpea a todos por igual, no importa si eres o no famoso. Y los últimos tiempos han sido una pelea continua
. El actor fue diagnosticado con diabetes tipo 2, “de la adquirida”, su hijo Chet Marlon Hanks ha tenido problemas con las drogas y, el último mazazo, ha sido la doble mastectomía a la que se sometió su esposa, la también actriz Rita Wilson, en su lucha contra el cáncer de mama.
“Ahí es cuando sabes lo afortunado que eres porque te puedes pagar los mejores cuidados del mundo”.
Pero tampoco oculta su enfado: “Te das cuenta de la sociedad de depredadores en la que vivimos. Porque son muchos los que intentan sacar dinero de la tragedia, recomendando procedimientos, alimentando falsas esperanzas, solo pensando en su propia ganancia”, gruñe un enamorado del medioambiente, activista concienciado, solidario y, por encima de todo, estadounidense. En su generación, pocos actores se sienten tan puramente americanos como Tom Hanks.
P. ¿Cómo explica su patriotismo?
R. Prefiero hablar de alguien involucrado con la sociedad en la que vive.
Sé que en la actualidad es difícil tomarse las cosas en serio.
Los debates políticos son de broma. Pero como ciudadano es necesario conseguir un balance entre ser extremadamente cínico y ser extremadamente optimista. Es difícil, pero hay que hacerlo.
P. ¿Se considera un buen negociador?
R. ¿Yo? Un inútil. Con mi familia soy el que siempre sale perdiendo.
P. ¿Consigue al menos un ten con ten en casa? ¿Cómo equilibra la estrella y el padre?
R. No somos de los que tenemos pósters de nuestras películas colgados en las paredes de casa, pero mi esposa sabía que se casaba con un actor y no con un dentista.
Y mis hijos supieron desde pequeños que papá tenía un trabajo raro.
Saben de mis películas porque el corte de pelo es diferente o me he teñido el bigote
. Un trabajo que nos da la oportunidad de pasar vacaciones gratis en Budapest o Marruecos.
Al menos a ellos, a mí me toca trabajar.
La mejor forma de equilibrar una familia es desayunar juntos, y lo intentamos.
P. ¿Cómo ha cambiado esta rutina el cáncer de su esposa?
R. Todos sabemos que, dinero o poder al margen, no hay nada más infernal que un problema de salud.
Ese sí que es un momento de reflexión que detiene todo lo que está a tu alrededor y hace que te fijes en las cosas importantes.
Han sido... ¿Un año? ¿Nueve meses de tratamiento? Desde que Rita recibió su diagnóstico en diciembre la vida fue completamente diferente.
Pero me arrodillo ante su entereza.
Fue su decisión compartir su diagnóstico con el mundo, una decisión igual de valiente que la de aquellos que prefieren lidiar con ello a solas.
Lo digo de corazón, toda mi admiración porque los que están al lado solo pueden estar ahí
. Dejarlo todo y estar ahí.
Su capacidad de meterse en pieles ajenas es tal que Steven Spielberg no se cansa de dirigirlo. Su cuarta colaboración juntos es El puente de los espías, que se estrenó el pasado viernes en España, y que podría suponer la sexta candidatura de Tom Hanks al Oscar y quién sabe si su tercera estatuilla. Sin embargo, él se considera "un hombre corriente".
"El padre idiota que intenta hacer bien las cosas, pero que también mete la pata", añade.
Ha amasado una fortuna de más de 8.000 millones de euros interpretando, por lo general, a gente corriente
. El mismo tipo de hombre que dice ser este californiano que el próximo año cumplirá los 60.
“Soy un tipo normal pero rodeado de fama
. Hablamos mucho sobre eso en mi familia.
Para mis hijos no soy más que su padre.
Pero, ¡dios mío lo que hace un nombre!
La gente se vuelve loca cuando se da cuenta de que la persona corriente y moliente que tenían hasta hace un minuto a su lado comiendo en el restaurante está relacionada con el tonto que estrena El puente de los espías.
No me quejo y a estas alturas mis hijos han aprendido a vivir con ello, pero sigue siendo algo increíble”.
Hanks habla con el mismo tono bonachón de algunos de sus filmes, bromeando en cuanto puede, para escapar de la pregunta o para divertirse con su respuesta.
Son tantos años concediendo entrevistas que incluso da consejos. Por ejemplo, mejor no preguntarle por su trabajo preferido. “Es de periodistas vagos”, dice (aunque luego admite que Socios y sabuesos le trae grandes recuerdos).
“Sería como preguntarme cuál de mis cuatro hijos es mi preferido”, añade impostando la voz. Hanks volverá a encarnar a otro hombre corriente en una situación inesperada como lo fue Chesley Sullenberger, el capitán que hizo un amerizaje en las aguas del río Hudson salvando a todo el pasaje. El actor dará vida al valiente piloto en Sully, la película que está rodando a las órdenes de Clint Eastwood.
Pregunta. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que utilizó un vuelo comercial?
Respuesta. Espero que no quiera la fecha exacta porque hace mucho, mucho tiempo
. Como le pasaría a cualquiera, me ilusiono cuando el estudio me lleva de viaje en chárter privado. Genial, viaje gratis, me digo.
No son aviones grandes, pero son cómodos. Al menos para cuatro personas. Quizá seis.
Pero cuando te acompaña todo el departamento de marketing, el viaje puede hacerse muy largo.
P. ¿No me diga que echa de menos los vuelos en clase turista?
R. Ni los echo de menos ni tengo mala conciencia por volar en jets porque cualquiera que se lo pueda pagar, lo hará. Nadie me discutirá que los vuelos comerciales no son más que un camión de ganado con alas. No me quejo de mi fortuna.
Hanks no se queja porque sabe que la vida golpea a todos por igual, no importa si eres o no famoso. Y los últimos tiempos han sido una pelea continua
. El actor fue diagnosticado con diabetes tipo 2, “de la adquirida”, su hijo Chet Marlon Hanks ha tenido problemas con las drogas y, el último mazazo, ha sido la doble mastectomía a la que se sometió su esposa, la también actriz Rita Wilson, en su lucha contra el cáncer de mama.
“Ahí es cuando sabes lo afortunado que eres porque te puedes pagar los mejores cuidados del mundo”.
Pero tampoco oculta su enfado: “Te das cuenta de la sociedad de depredadores en la que vivimos. Porque son muchos los que intentan sacar dinero de la tragedia, recomendando procedimientos, alimentando falsas esperanzas, solo pensando en su propia ganancia”, gruñe un enamorado del medioambiente, activista concienciado, solidario y, por encima de todo, estadounidense. En su generación, pocos actores se sienten tan puramente americanos como Tom Hanks.
P. ¿Cómo explica su patriotismo?
R. Prefiero hablar de alguien involucrado con la sociedad en la que vive.
Sé que en la actualidad es difícil tomarse las cosas en serio.
Los debates políticos son de broma. Pero como ciudadano es necesario conseguir un balance entre ser extremadamente cínico y ser extremadamente optimista. Es difícil, pero hay que hacerlo.
P. ¿Se considera un buen negociador?
R. ¿Yo? Un inútil. Con mi familia soy el que siempre sale perdiendo.
P. ¿Consigue al menos un ten con ten en casa? ¿Cómo equilibra la estrella y el padre?
R. No somos de los que tenemos pósters de nuestras películas colgados en las paredes de casa, pero mi esposa sabía que se casaba con un actor y no con un dentista.
Y mis hijos supieron desde pequeños que papá tenía un trabajo raro.
Saben de mis películas porque el corte de pelo es diferente o me he teñido el bigote
. Un trabajo que nos da la oportunidad de pasar vacaciones gratis en Budapest o Marruecos.
Al menos a ellos, a mí me toca trabajar.
La mejor forma de equilibrar una familia es desayunar juntos, y lo intentamos.
P. ¿Cómo ha cambiado esta rutina el cáncer de su esposa?
R. Todos sabemos que, dinero o poder al margen, no hay nada más infernal que un problema de salud.
Ese sí que es un momento de reflexión que detiene todo lo que está a tu alrededor y hace que te fijes en las cosas importantes.
Han sido... ¿Un año? ¿Nueve meses de tratamiento? Desde que Rita recibió su diagnóstico en diciembre la vida fue completamente diferente.
Pero me arrodillo ante su entereza.
Fue su decisión compartir su diagnóstico con el mundo, una decisión igual de valiente que la de aquellos que prefieren lidiar con ello a solas.
Lo digo de corazón, toda mi admiración porque los que están al lado solo pueden estar ahí
. Dejarlo todo y estar ahí.
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