Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 dic 2015

Cuantas vces yo pensé en volver.............................LA DISTANCIA ROBERTO CARLOS

https://youtu.be/aOmPW8-8LaE


 https://youtu.be/xgZvKYzWOfI




Los lectores de EL PAÍS dan por ganador a Pablo Iglesias.............................................. Reyes Rincón

El 47,01% considera vencedor al candidato de Podemos. Rivera, segundo, con el 28,9% de los votos.


Los internautas consideran que el candidato de Podemos ha liderado este lunes el debate electoral organizado por EL PAÍS, en el que participaron Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera.
 La página web del periódico ha ofrecido a los espectadores la posibilidad de elegir quién ha sido el ganador del debate mediante una encuesta que estuvo abierta desde el inicio de las intervenciones (21.00) hasta hora y media hora después de que concluyera el evento (00.00).
El resultado ha dado por ganador a Iglesias, que ha acaparado el 47,01% de los votos.
El líder de Ciudadanos, con el 28,9%, ha quedado segundo. Solo el 24,09% ha considerado ganador al candidato socialista.
Este sondeo no es una encuesta rigurosamente científica que siga todos los criterios demoscópicos, pero sí un buen termómetro de la impresión de los lectores y espectadores que ayer siguieron el debate.
 El sistema bloqueó las direcciones IP de los usuarios una vez que se había votado, de manera que no se pudiera hacer dos veces.

    Albert Rivera
    28.90%
  • Pedro Sánchez
    24.09%
  • Pablo Iglesias
    47.01%
El líder de Podemos destacó como el más votado desde los primeros minutos.
Cuando apenas había transcurrido media hora desde le inicio del debate, el 48,4% consideraba que Iglesias estaba liderando la contienda.
 Sus dos rivales le seguían a mucha distancia: Rivera, con el 29,8% de los votos y Sánchez, con el 21,7%.
A lo largo del cara a cara y en la hora en la que la encuesta se mantuvo activa una vez finalizado el debate, las posiciones se mantuvieron inamovibles y los candidatos de Ciudadanos y PSOE solo recortaron distancias mínimamente con Iglesias.
 Sánchez redujo su diferencia con Rivera desde los ocho puntos iniciales a los 4,8 puntos que finalmente les separaron.
El resultado final de la encuesta coincide con el tirón que los tres candidatos tienen en Twitter, donde Iglesias, con 1,3 millones de seguidores, se sitúa muy por encima de Rivera (406.000) y Sánchez (210.000).
Me gustó mucho la dialéctica empleada por Pablo Iglesias, y de paso le da fuerza a la cultura.
Esta vez aludió a los 8 apellidos vascos, que a mi no me pareció muy graciosa pero es cierto que se cruzan catalanes con vascos y con gallegos y andaluces. y eso lo entiende todo el mundo.
El habla de Poesía de Neruda, canta la nana de Mercedes Sosa Duerme negrito.
Responde con una canción a una invitación de un programa , vaya que eso nos acerca más a Podemos, Monedero anda siempre en la abundacia de improperios al contincrante, y Pablo no se da por aludido. Me gusta si señor y puede ser un buen Presidente. Formado e informado está y cercano.

 

“De ti no me lo esperaba, Pablo”.................................................. Rubén Amón

Iglesias y Rivera vengan la ausencia de Rajoy y acosan a Pedro Sánchez en un combate decidido a los puntos.

 

Pablo Iglesias, durante el debate digital. / Gorka Lejarcegi | VÍDEO: EL PAÍS - LIVE!

Carmen, la sastre, intervino en el plató a las 20,50 para cepillar la indumentaria de los tres mosqueteros, aunque la rutina pareció un ritual exorcista, una manera de purificarlos antes de que Albert, Pedro y Pablo —así decidieron llamarse entre sí, eludiendo los apellidos y el usted— midieran sus guantes en el ring de EL PAÍS.

Tiene sentido el símil de boxeo porque los tres púgiles aparecieron con séquito y preparadores.
 Y porque cada pausa entre los cuatro rounds programados consentía revisar la táctica y maquillar las heridas
. Que fueron pocas, muy pocas, precisamente porque el combate nunca se jugó en el umbral del KO, sino en la convención de los puntos
. Medirse, arriesgar poco, convenir y trasladar a la audiencia una respuesta generacional y constructiva a la tribuna vacante del presidente ausente. De acuerdo estaban los tres en que el sucesor de Mariano Rajoy debía salir del debate.
Pablo Iglesias, dotado de más cintura y mayor empatía con los espectadores -sus bromas rompieron el protocolo del silencio, aprovechó la campechanía para extralimitarse.
 Quiso convertirse en púgil y en árbitro, invitando a la moderación de sus rivales, subrayando la propia disciplina, incluso demostrando que su camisa blanca no había sufrido rasguños.
 Ni siquiera cuando Pedro Sánchez sobreactuó en un atisbo de refriega al límite del minuto 46:
"De ti no me lo esperaba, Pablo". No, no se esperaba Pedro que el líder de Podemos acusara a la socialista Trinidad Jiménez de haber circulado en el símbolo totémico de la puerta giratoria para sustituir a Rodrigo Rato en el consejo de Administración de Telefónica.
El golpe bajo no desquició la pelea, pero sí demostró la posición en minoría de Pedro Sánchez. Minoría porque el sorteo de los atriles en el debate escenificó metafóricamente la pinza de los adversarios
: Rivera a la derecha, Iglesias a la izquierda, reivindicando cada uno su expediente impecable y vinculando al líder socialista con la vieja guardia, la herencia, el pasado, el socialismo exhausto.
Se explica así que Sánchez encontrara su vía de fuga mirando a la cámara, dirigiéndose no a sus rivales sino a los espectadores, provisto de un discurso más mecanizado que interiorizado y dispuesto a demostrar que Pablo Iglesias representa la política de la magia potagia tanto como Albert Rivera encarna "las derechas".
Era un plural despectivo que el aludido digirió bebiendo agua y más agua, pero nunca hasta el extremo de ahogarse con la corbata -era el único que decidió ponérsela- ni hasta el punto de comprometer la eficacia de un discurso pragmático.
 Menos aún cuando Iglesias lo comparó con José María Aznar a propósito del ardor guerrero.
 O cuando trató de reprocharle una continuidad ideológica con Rajoy.
Estuvo muy presente Mariano Rajoy sin estar.
 Y realizó uno de sus grandes prodigios: el dontancredismo en ausencia.
 Puestos a no exponerse, a no arriesgar, a quedarse de perfil, el presidente del Gobierno capituló preventivamente.
 Decidió hacerse inmaterial, asumiendo, imaginamos, que la "espantá" retrataba su miedo al contraste con sus rivales
. Perdió el debate por incomparecencia.
Incurrió en un truco de escapismo que podía haber justificado desde una posición incontestable: estaba en París, custodiando el planeta, garantizando un hábitat más respirable a nuestros hijos.
Y entonces vino a saberse que regresaba de urgencia
. No porque hubiera reconsiderado su plantón al debate de EL PAÍS, sino porque se avino a conceder una entrevista a Pedro Piqueras en el informativo nocturno de Tele 5.
Demostraba así el presidente del Gobierno esa facultad del cinismo que consiste en vengar los propios errores.
En lugar de medirse con sus adversarios, optó por contraprogramar el debate, torear de salón en solitario, subestimando acaso que su invisibilidad en el debate de EL PAÍS lo hizo aún más visible.
 Y que el mutis facilitó a sus rivales uno de los escasísimos argumentos de consenso:
 Rajoy escapaba de sus responsabilidades, huía de sus obligaciones de presidente y de candidato, no permitiéndosele -como no se le permitió- delegar en la vicepresidenta para todo. O en la sobresaliente, por utilizar un símil taurino tan acomodado al dontancredismo.
Una terna de toreros parecían Alberto, Pedro y Pablo. Nerviosos, inquietos, antes de hacer el paseíllo. Y nerviosos también al final, cuando el desgaste de la cortesía descubrió a Rivera e Iglesias que podía hacerse sangre con el candidato del medio.

Ganó el debate.........................................................................Un encuentro fresco, ágil y a tumba abierta abre la discusión electoral


Debate de EL PAÍS
Saludos entre Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en el debate organizado por EL PAÍS. / ULY MARTIN (EL PAÍS)

Los debates electorales entre candidatos a La Moncloa arrancaron ayer con el organizado por EL PAÍS y al que asistieron tres de los aspirantes que tienen opciones de gobierno.
La fórmula puso de manifiesto hasta tres novedades esenciales: los protagonistas, en este caso figuras nuevas de la política española; el formato digital elegido para la producción y difusión del evento; y la agilidad en su desarrollo, tan diferente al encorsetamiento de anteriores cara a cara electorales televisados.

Editoriales anteriores

No caben muchas dudas de que el primer ganador es el debate mismo y, por lo tanto, los millones de ciudadanos que lo siguieron
. Gracias a la realización de este encuentro, Internet se asienta definitivamente en las campañas electorales de este país y las transforma: ya no volverán a ser como antes.
 Se abre una ancha puerta al futuro de la comunicación política, en línea con los cambios de fondo que está experimentando la sociedad.
Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias explicaron las razones por las que han llegado hasta aquí y debatieron abiertamente sobre sus motivos para disputar el poder.
 Lo hicieron en términos duros, sin concesiones mutuas, muy conscientes de que la batalla por los votos se disputa en las fronteras de cada uno de ellos.
Son figuras frescas de la política, aunque representan segmentos diferentes.
La imagen de un debate como el organizado por EL PAÍS es tan importante como las palabras.
Los tres participantes tuvieron la oportunidad de descubrirse ampliamente ante los ciudadanos y de dejar claro que, cualquiera que sea la suerte que les reserven las urnas del 20-D, son líderes insoslayables para el futuro inmediato de este país.
Los tres pudieron ocupar enteramente la escena y transmitir una imagen de renovación a causa de la ausencia de quien estaba igualmente invitado, pero declinó acudir: Mariano Rajoy.
Horas antes, el presidente y candidato había dicho que él solo va a los debates “importantes”, en alusión al cara a cara con Pedro Sánchez previsto para el final de la campaña a las elecciones al 20-D. No está el PP tan sobrado de apoyos seguros como para esgrimir este argumento.
 El atril que Rajoy dejó vacío le ha ahorrado el desgaste de tener que replicar a los ataques que le habrían sido dirigidos de forma directa, a cambio de mantener una actitud excesivamente de retaguardia frente a lo que se configura como una vanguardia de jóvenes políticos.
En medio de la volatilidad de las intenciones de voto mostrada por las encuestas, los ciudadanos necesitan que los partidos contendientes, y por lo tanto sus líderes, aclaren los proyectos y confronten las ideas.
 Poco van a aportar los mítines tradicionales destinados a los previamente convencidos, y es dudoso que la proliferación de comparecencias de políticos en programas televisivos de entretenimiento sirva para decidir a quién votar.
 Los debates a los que los candidatos concurren directamente constituyen la mejor fórmula para decidir el curso de una campaña muy distinta a las que precedieron a anteriores elecciones generales.