Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

5 nov 2015

 Amedeo Modigliani Pintor y escultor italiano




Amedeo Modigliani
(1884/07/12 - 1920/01/24)





Amedeo Modigliani

Pintor y escultor italiano



Nació el 12 de julio de 1884 en Livorno.

Fue el menor de cuatro hermanos -el primogénito, Emmanuel, llegó a ser un importante dirigente del Partido Socialista Italiano. Hijo de Flaminio Modigliani, comerciante de origen romano, y Eugenia Garsin, mujer progresista que ejerció una poderosa influencia en Amedeo.

Se crió en el barrio judío. Con once años padece una grave pleuritis, de cuyas secuelas nunca se recuperó, y, dos años después, inicia sus clases de dibujo.


Cursó estudios de arte en Florencia con Giovanni Fattori (1902) y en Venecia (1903). En el año 1906 atraído por la pintura de Toulouse-Lautrec, viaja a París, donde conoce a Pablo Picasso, Jean Cocteau y otros. Llevó una vida temeraria, que poco a poco le fue mermando la salud.

Influido por el fauvismo y también por el escultor rumano Constantin Brancusi, sus primeras obras son esculturas inspiradas en las máscaras africanas. Su pintura se caracteriza por la simplificación, con líneas sinuosas, formas planas y proporciones alargadas. La mayor parte de su obra la integran retratos y estudios de la figura humana caracterizados por los rostros ovalados.

En 1914, cuando estalla la guerra, intenta alistarse pero su mala salud se lo impide. Retrató a Paul Guillaume, marchante que le compra algunos cuadros; Beatrice Hastings, una poetisa sudafricana con la que mantuvo una tormentosa relación amorosa, y, sobre todo a Lépold Zborowski, poeta polaco que, desde 1917, será, a la vez, representante y amigo.

Su primera exposición individual se realizada en la galería de Berthe Weill, y es clausurada por la policía a causa de unos desnudos calificados de inmorales que se mostraban en el escaparate de la sala.

Conoce a la que sería su última compañera, Jeanne Hébüterne, una joven de diecinueve años con la que tendrá su única hija reconocida, Jeanne. Poco a poco consigue vender obras, pero su salud empeora y se agrava su dependencia de las drogas y del alcohol.

Consumido por la enfermedad, tras una semana de terrible agonía en que la pareja permanece recluida en su estudio, sin comida y sin solicitar ayuda a nadie, el pintor muere el 24 de enero de 1920 de meningitis tubercolosa en un hospital de París. A las pocas horas, su compañera, que se encontraba ya en el octavo mes de gestación, se suicida arrojándose desde la ventana de su piso.

Amedeo Modigliani fue sepultado el 27 de enero en el cementerio de Père Lachaise en Paris; Jeanne Hébuterne fue enterrada a su lado.

Pintor y escultor italiano



Nació el 12 de julio de 1884 en Livorno.

Fue el menor de cuatro hermanos -el primogénito, Emmanuel, llegó a ser un importante dirigente del Partido Socialista Italiano. Hijo de Flaminio Modigliani, comerciante de origen romano, y Eugenia Garsin, mujer progresista que ejerció una poderosa influencia en Amedeo.

Se crió en el barrio judío. Con once años padece una grave pleuritis, de cuyas secuelas nunca se recuperó, y, dos años después, inicia sus clases de dibujo.


Cursó estudios de arte en Florencia con Giovanni Fattori (1902) y en Venecia (1903). En el año 1906 atraído por la pintura de Toulouse-Lautrec, viaja a París, donde conoce a Pablo Picasso, Jean Cocteau y otros. Llevó una vida temeraria, que poco a poco le fue mermando la salud.

Influido por el fauvismo y también por el escultor rumano Constantin Brancusi, sus primeras obras son esculturas inspiradas en las máscaras africanas. Su pintura se caracteriza por la simplificación, con líneas sinuosas, formas planas y proporciones alargadas. La mayor parte de su obra la integran retratos y estudios de la figura humana caracterizados por los rostros ovalados.

En 1914, cuando estalla la guerra, intenta alistarse pero su mala salud se lo impide. Retrató a Paul Guillaume, marchante que le compra algunos cuadros; Beatrice Hastings, una poetisa sudafricana con la que mantuvo una tormentosa relación amorosa, y, sobre todo a Lépold Zborowski, poeta polaco que, desde 1917, será, a la vez, representante y amigo.

Su primera exposición individual se realizada en la galería de Berthe Weill, y es clausurada por la policía a causa de unos desnudos calificados de inmorales que se mostraban en el escaparate de la sala.

Conoce a la que sería su última compañera, Jeanne Hébüterne, una joven de diecinueve años con la que tendrá su única hija reconocida, Jeanne. Poco a poco consigue vender obras, pero su salud empeora y se agrava su dependencia de las drogas y del alcohol.

Consumido por la enfermedad, tras una semana de terrible agonía en que la pareja permanece recluida en su estudio, sin comida y sin solicitar ayuda a nadie, el pintor muere el 24 de enero de 1920 de meningitis tubercolosa en un hospital de París. A las pocas horas, su compañera, que se encontraba ya en el octavo mes de gestación, se suicida arrojándose desde la ventana de su piso.

Amedeo Modigliani fue sepultado el 27 de enero en el cementerio de Père Lachaise en Paris; Jeanne Hébuterne fue enterrada a su lado.

Sotheby’s vende ‘Paulette Jourdain’, de Modigliani, por 39 millones de euros

La obra, subastada en Nueva York, pertenecía al coleccionista fallecido Alfred Taubman.

 

'Paulette Jourdain', de Modigliani
'Paulette Jourdain', de Modigliani. / Sotheby's

Sotheby's ha vendido el retrato Paulette Jourdain, del italiano Amedeo Modigliani por 42,8 millones de dólares (más de 39 millones y medio de euros) en una subasta celebrada este miércoles
. El cuadro pertenecía al fondo del coleccionista Alfred Taubman, antiguo presidente de Sotheby's, fallecido en abril.
Paulette Jourdain, colorista y de inspiración cubista, representa a la criada y amante del marchante de Modigliani, Lóepold Zborowski
. La obra está considerada hermanada con la Mona Lisa, ya que, en ambos cuadros, las retratadas presentan una mirada fija y una sonrisa misteriosa
. El cuadro, cuyo precio superó las estimaciones previas, era uno de los preferidos de su dueño.
La mayoría de las demás obras subastadas no han tenido tanta suerte a la hora de venderse. Femme assise sur une chaise, un picasso de 1938, se vendió por 20 millones de dólares (cuando la estimación eran 25). Lo mismo le ocurrió a La porte (Objet) (1931), de Miró, que se quedó en 11,7 millones de dólares (si bien el precio estimado estaba entre 15 y 20 millones).
El director de la subasta, Oliver Barker, comentó antes de iniciar la sesión que una de las penas de Alfred Taubman antes de fallecer era que no podría presenciar la subasta de sus obras. A modo de homenaje, Sotheby's dejó una silla vacía durante la subasta.

El buen samaritano es el ateo..................................................................... Javier Salas

Las personas religiosas se muestran menos altruistas con desconocidos, según los últimos estudios.

Los menos religiosos parecen ser más proclives a ayudar a los demás
Los menos religiosos parecen ser más proclives a ayudar a los demás por empatía. / Ed Yourdon

Si alguna vez —Dios no lo quiera— le dan una paliza unos asaltantes mientras baja de Jerusalén a Jericó, más vale que después pase por allí un samaritano poco creyente
. Porque ser religioso o ateo no hace más buenas a las personas, pero sí que parece condicionar la forma de entender la generosidad y el altruismo hacia desconocidos
. Y las personas menos religiosas tienen una tendencia más espontánea a ayudar al prójimo, según los últimos estudios.
Los niños más altruistas eran de familias ateas o no religiosas. La religión no es una garantía para la moralidad", asegura el autor
El último trabajo ha sorprendido al mostrar que los niños y niñas criados en ambientes religiosos son menos proclives a ser generosos, que existe una correlación inversa entre el altruismo y la educación en valores identificados con la fe.
 Por medio de un experimento realizado con menores de entre 5 y 12 años en seis países culturalmente muy diversos (Canadá, EE UU, Jordania, Turquía, Sudáfrica y China), los investigadores encontraron que los escolares que no reciben valores religiosos en su familia son notablemente más generosos cuando se trata de compartir sus tesoros con otros niños anónimos.
"Es importante destacar que los niños más altruistas vienen de familias ateas o no religiosas",
 destaca el líder del estudio, Jean Decety, neurocientífico y psicólogo de la Universidad de Chicago. "Espero que la gente empiece a entender que la religión no es una garantía para la moralidad, y que la religión y la moralidad son dos cosas diferentes", remata cuestionado por la importancia de este estudio.
Además, en la investigación se preguntaba a los progenitores si sus hijos eran más o menos generosos y, curiosamente, los padres y madres más religiosos creen que están criando una prole más solidaria: los creyentes dan por hecho que sus hijos son más altruistas, aunque a la hora de la verdad compartían menos
. Otro hallazgo importante es que la religiosidad hace que los niños sean más severos a la hora de condenar el daño interpersonal, como por ejemplo los empujones.
 "Este último hallazgo encaja bien con investigaciones previas con adultos: la religiosidad está directamente relacionada con el aumento de la intolerancia y de las actitudes punitivas hacia delitos interpersonales, incluyendo la probabilidad de apoyar penas más duras".
 En resumen, los menores criados en ambientes religiosos serían algo menos generosos pero más proclives a castigar a quien se porta mal.
Los más religiosos fundamentan menos su generosidad en las empatía y más en otros factores como el dogma, la identidad de grupo o la reputación", asegura Willer
Hace un par de años, el sociólogo de Stanford Robb Willer publicó un estudio en el que, a través de tres experimentos, mostró que la compasión llevaba a las personas no creyentes a ser más generosas mientras que en las más apegadas a la fe la compasión no influía en su nivel de generosidad.
"Para los menos religiosos, la fuerza de su conexión emocional con otra persona es fundamental para decidir si van a ayudarla o no", aseguraba Willer en su día:
"Los más religiosos, por el contrario, fundamentan menos su generosidad en las emociones y más en otros factores, como el dogma, la identidad de grupo o la reputación".
Desde hace siglos, distintos autores han abordado el debate de si la religión, creer o temer a Dios, provoca en los humanos una actitud más bondadosa, más solidaria, más empática hacia el sufrimiento de los demás.
 No obstante, en los últimos años la investigación psicológica ha revelado varias tendencias consistentes, como que los creyentes tienden más a dirigir su empatía hacia su propio grupo, que religiosos y no religiosos motivan su altruismo en valores diferentes y que usan criterios distintos para determinar qué acciones son inmorales.
Sin embargo, la idea de que la religión consolidaba el altruismo aparecía en diversos estudios, como los que vienen publicando autores como Azim Shariff, que ha repasado en la revista Science la importancia de la fe a la hora de mostrarse más generoso con los demás.
 En sus trabajos se ponía a prueba el altruismo de la gente después de hacerles pensar (consciente e inconscientemente) en Dios y sus manifestaciones: aquellos que leían sobre él o veían vídeos relacionados antes de la prueba se mostraban notablemente más generosos que los que no.
 Las motivaciones no eran la compasión o la empatía, pero ayudaban más al prójimo al tener presente la figura divina.
Por eso, Shariff considera que los resultados del estudio en niños publicado hoy "parecen superficialmente contradictorios" con su trabajo
. Pero de gran importancia: "Creo que se trata de unas conclusiones fascinantes a partir de un esfuerzo impresionante
. Este estudio nos obliga a repensar seriamente las cosas a fin de conciliar lo que sabemos", resume Shariff, de la Universidad de Oregón.
Los padres y madres más religiosos creen que su prole es la más solidaria; los experimentos mostraron que era justo al revés
Lo difícil sería explicar por qué ateos y creyentes (o poco religiosos frente a muy religiosos) actúan de forma distinta cuando se trata de pensar en los demás.
Aunque no hay respuestas concluyentes, tanto Shariff como Decety aluden a una cierta licencia moral que se otorgan aquellos que ya rezan por los demás: si ya cubro el cupo de generosidad en mi parroquia, eso me exime de tener que ser altruistas con desconocidos.
"Es un fallo mental particularmente interesante: haciendo algo bueno, que ayuda a fortalecer nuestra propia imagen positiva, se desinhibe el comportamiento egoísta y por lo tanto somos más propensos a tomar decisiones inmorales", explica Decety, uno de los mayores expertos en empatía.
 Eso explicaría que los niños criados en hogares religiosos, que se perciben como más sensibles y justos, son de hecho los menos altruistas entre sus compañeros de clase.
Shariff, más crítico, considera que esto tiene una lectura a la inversa. "Se limitan a un tipo específico de generosidad espontánea.
 Es posible que alguien sea enormemente altruista donando el 20% de sus ganancias a la caridad. Y como ha estructurado su altruismo de este modo, no se sienten obligados a donar a un mendigo en la calle que les pide dinero de forma espontánea, o a un psicólogo que les da la oportunidad de compartir con alguien en un experimento".
En la parábola de Jesús que recogió Lucas en los Evangelios, era un sacerdote quien pasaba de largo ante el necesitado y únicamente se detuvo el samaritano.
 Pero no sabemos quién era más religioso de los dos, ni si eso tuvo algo que ver.

 

La Guerra Civil desde fuera de las trincheras............................................... Guillermo Altares

Arturo Pérez-Reverte se ha sumergido en la contienda española con una misión: contársela a los jóvenes alejado de clichés.

La intervención exterior. Ilustración del libro 'La Guerra Civil contada a los jóvenes' (Alfaguara). / Fernando Vicente

Un día, el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) leyó en un libro de texto la siguiente descripción de la muerte de Antonio Machado: “Poeta español, académico de la lengua, al cabo de un tiempo se fue a Francia, donde murió”.
 Entonces decidió que había que contar la Guerra Civil a los jóvenes fuera de cualquier trinchera, lejos de la militancia
. Fue un impulso similar al que le llevó muchos años antes a crear al Capitán Alatriste, aquel soldado de guerras perdidas del Siglo de Oro.
 No está claro si los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, pero sí que la ignorancia impide la formación saludable de un país, dificulta que pueda mirar hacia el futuro sin arrojarse el pasado.
Embarcó en el proyecto al dibujante Fernando Vicente (Madrid, 1963), y así surgió La Guerra Civil contada a los jóvenes, que acaba de editar Alfaguara.
“Este libro responde al intento de crear un relato común, no pretende sustituir a los libros de historia, sino que quiere situar a los lectores jóvenes en un terreno objetivo para un estudio posterior”, explica Pérez-Reverte, cuya obra literaria se ha nutrido muchas veces de la historia de España, desde el Cádiz asediado hasta la rebelión de Madrid contra los franceses.
 “Lo que he pretendido es que un alumno, partiendo de este territorio objetivo, alentado por un profesor, por sus padres o por él mismo, pueda después ampliar el territorio.
 El problema es que la generación que hizo la Transición no había vivido la guerra y se la habían contado testigos directos.
Mi generación tiene fuentes directas de lo bueno y de lo malo de los dos bandos.
 Al borrarse esa memoria, no quedan más que los clichés, una trinchera en torno a la que se articula cualquier memoria
. Un joven de ahora puede ser manipulado porque no tiene los datos objetivos, no sabe qué fue la Guerra Civil”.

La obra se estructura en 30 breves capítulos, acompañado cada uno por una ilustración de Fernando Vicente.
 Los anexos incluyen un panorama de uniformes, mapas del conflicto y un glosario.
 El libro, en el que Reverte ha trabajado seis meses destilando un material documental gigantesco, apenas tiene adjetivos y ninguna opinión de su autor
. Son hechos pelados, indiscutibles.
 Está el avance sobre Madrid, el éxodo y la tragedia, las atrocidades, pero también las principales batallas o, un tema muy poco tratado, las mujeres como víctimas. “Todos los españoles fuimos víctimas y verdugos a la vez.
 Es una tragedia colectiva, no es que hubiese españoles buenos contra españoles malos”, afirma.
El autor de novelas como El club Dumas o La Reina del Sur, que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, sabe de primera mano que las guerras nunca se pueden contar en blanco o negro, y mucho menos las guerras civiles.
Trabajó durante más de dos décadas como enviado especial a zonas de conflicto. “He visto Nicaragua, El Salvador, Rumania, los Balcanes… La gran lección es que lo de buenos y malos es mentira
. Es evidente que había una República legítima, eso es innegable, y unos golpistas que se cargaron la democracia
. Pero a partir de ahí los dos bandos fusilaron, los dos bandos mataron.
Todo eso hay que explicárselo a los jóvenes para que puedan formarse su propio juicio.
 Quiero contar cómo fue desde los dos bandos, porque estoy harto de que se cuente siempre desde uno de ellos
. Este es mi reproche a los historiadores: tenían que haber hecho esto hace mucho tiempo”.
La sublevación. Ilustración del libro 'La Guerra Civil contada a los jóvenes' (Alfaguara). / Fernando Vicente
“Ese libro aparentemente tan sencillo me ha dado un trabajo espantoso, porque resumir es lo más difícil”, prosigue al ser preguntado sobre los volúmenes de historia que ha manejado.
“He buscado las líneas que pasaban por todos ellos y son las que me he llevado al libro”, afirma.
 Pero hay un autor que ha sobrevolado toda su labor, el periodista Manuel Chaves Nogales (1897-1944), que falleció en el exilio y cuyo compromiso con la República no le impidió criticar las atrocidades y los errores cometidos por su propio bando.
 “Ha planeado en todo momento. Me he preguntado muchas veces cuando escribía cómo le hubiera contado Chaves Nogales a su hijo la Guerra Civil”.
Un tema con el que se topa varias veces en su recorrido por el conflicto es la pasividad ante la guerra de las democracias como Francia o Inglaterra, mientras que las dictaduras, la Alemania nazi, la Italia fascista –cuyas tropas sufrieron una tremenda derrota en Guadalajara– o la URSS de Stalin, no tuvieron dudas en tomar partido.
 Esa pasividad se ha repetido muchas veces desde entonces, en los Balcanes, en Ruanda o ahora mismo en Siria. “Todo tiene una lectura contemporánea. Nunca existe una guerra civil a palo seco, siempre hay intereses detrás.
Lo terrible es que la historia es una gran lección que estamos escamoteando a generaciones de jóvenes, a quienes dejamos sin ningún tipo de argumento intelectual sobre su propia memoria. Es imposible comprender a Franco sin la Guerra Civil o la democracia sin entender el franquismo.
 Todo es una cadena.
No se puede escamotear la historia. La era de los testigos se agota y los relatos de segunda mano en España son muy peligrosos
. Los bobos creen que ocultando se protege y no saben que, en realidad, se exponen más todavía. Este libro debería ser una puerta a otros libros.
 Y espero que la curiosidad lleve al lector a estudiar, a recordar”.
elpaissemanal@elpais.es
Recuerdo  estando mi padre ingresado por un Infarto, el médico que vino aquella mañana a hacer no sé yo muy bien que hacen pasando esas consultas, pues ese médico joven, le pregunta a mi padre, lo debe ver muy mayor porque lo era, pues eso va y le pregunta jovialmente !!Que cmo estamos hoy? y mientras le dice usted estuvo en la guerra verdad? vaya que podía preguntarle a usted le gusta nadar, pues no le pregunta por la guerra y mi padre le responde ¿Que guerra? descoloca un poco al doctor que le dice, en la civil hombre en la civil, y en que bando luchó usted? a mi me tenía ya de los nervios asi que cuando mi padre le dijo "En el bando legal" se quedó a cuadros, porque el médico no debía saber que había un bando legal, ya que se lo pregunta:Y cual es el legal? mi padre ya de lado y tapado casi hasta la cabeza y yo temiendo que le diera otro infarto le respondió, "El que habian elegido los españoles legalmente". Creo que el doctor no lo entendió, pero se limitó a oscultarlo y no volver a preguntar nada.
Espero que lea por lo menos ese trabajo de Pérez Reverte. Y así pueda comentar algo informado y no hacer el tonto.