Pasolini tenía la particularidad de mirar hacia donde no debía
. En la
Roma
de los años 50 crecían las barracas y la miseria y el intelectual
centró su mirada en los más desfavorecidos.
Su obra muestra la realidad
de los desposeídos.
No solo desnudó a sus personajes, Pasolini también
destapó las desigualdades de su época.
El compromiso con su tiempo y la
lucha con el
statu quo le llevaron a estar permanentemente en el centro de la polémica.
Uno de sus
leivmotiv
fue hacer lo que le apetecía sin atender a los dictados de una sociedad
consumista que él criticaba.
Cuarenta años después de su muerte, un
buen puñado de artistas italianos han heredado ese perfil combativo y
sin amarras, aunque no cultiven los mismos temas o sus estilos se alejen
de los
del maestro maldito.
"La lección de
Pasolini
es más de método que de mérito. Nos dijo que miráramos su libertad,
pero que no le siguiéramos, que hiciéramos lo que quisiéramos
. Esa es su
grandeza", sostiene Giordano Meacci, crítico de cine. Meacci acaba de
publicar
un libro sobre el periodo menos conocido del artista,
su época como docente en Ciampino (1951-1954), muy cerca de Roma.
"Dejó
esa actividad para dedicarse a la escritura. Realmente, Pasolini fue un
poeta y ese sentido lírico lo llevó al resto de artes".
En opinión de
Meacci, los experimentos poéticos que inició Pasolini cambian de tiempo y
de género, pero el gesto artístico, su herencia, se reconoce en otros
directores y guionistas, como
Francesca Serrafini y Claudio Caligari, autores (junto al propio Meacci) del guión de
Non essere cattivo (
No seas malo),
la película que la academia italiana ha elegido este año para competir
por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2016.
La cinta narra la historia de dos amigos que buscan una vida normal, tras crecer en un barrio degradado de
Ostia, cerca de Roma,
donde la droga, la bebida y las peleas eran elementos habituales. "En
la obra hay guiños visibles a Pasolini.
Por ejemplo, usamos el nombre
del protagonista de
Accattone,
Vittorio.
Pero hay otros gestos más profundos: utilizamos la libertad
creativa que él nos legó, centramos la mirada en un mundo que pasa
desapercibido y no tenemos miedo a experimentar, como él", asegura
Meacci. Hay un paralelismo más.
Pasolini, que ofreció una entrevista
días antes de su asesinato,
intuía que iba a morir pronto.
Lo mismo que Caligari. El director finalizó la película en mayo y pocos
días después murió, a los 67 años.
"Hizo un esfuerzo titánico",
reconoce Meacci, que señala a
Vincenzo Cerami, desaparecido en 2013, como otro de los herederos de Pasolini.
"Cerami escribió 40 guiones, entre ellos el de
La vida es bella junto a
Roberto Benigni.
Dibujó el dolor y la tragedia de la pequeña burguesía con una lengua
nueva, pero heredera del concepto de compromiso y libertad que legó
Pasolini y que ya es inherente a todos los cineastas y los escritores
italianos posteriores", subraya Meacci.
Entre los escritores que mejor
representan esa descripción, el crítico cita a
Sandro Veronesi y a Matteo Nucci.
Veronesi es un autor florentino que, a sus 46 años, ha escrito 14 libros, entre los que
destaca Caos Calmo, premio Strega en 2006, el máximo galardón literario que se concede en Italia.
Luego, el mediático
Nanni Moretti llevó la historia a la gran pantalla.
Matteo Nucci (Roma, 1970) fue finalista del
Strega en 2010 con la novela
Sono comuni le cose degli amici (
Son comunes las cosas de los amigos),
que cuenta la historia de un joven que pierde a su padre.
En la obra
retrata a la burguesía que tanto odiaba Pasolini y a una serie de
personajes que tratan de emanciparse de ella.
Su obra más pasoliniana,
sin embargo está por llegar. Nucci no desvela el título que llevará,
pero sí adelanta que, como su maestro, se centrará en la periferia de
Roma y en personajes que dialogan sobre sus inquietudes.
"Pasolini
pensaba que todo era política.
La política como sinónimo de
cotidianidad, porque
polis significa pueblo y es ahí donde
todos vivimos.
Por eso creo que todos somos herederos de Pasolini o, al
menos, estamos condicionados por su obra de alguna manera", reconoce
Nucci.
En una novela anterior,
Le lacrime degli eroi (
Las lágrimas de los héroes), este periodista especializado en
Grecia
habla del sufrimiento de los héroes, de algo que ya escribió Homero
hace 3.000 años.
"Nuestra sociedad nos dice que un hombre no puede
llorar, pero un hombre tiene sentimientos, tiene derecho a llorar y a
mostrar su fragilidad.
Así lo entendía Pasolini, que creía que no había
que ocultar los instintos primarios", recalca.
Nucci sigue al pie de la letra el consejo de escandalizar que ofreció
Pasolini, pues "solo escandalizando se construye una conciencia".
La
que persigue este romano es que no desaparezca la tauromaquia, a la que
considera una riqueza para toda
Europa, a pesar de la polémica que levanta en
España.
De Pasolini aprendió a no realizar un producto por el simple hecho de
ser consumido, a tener la libertad de hacer lo que le apetece, por eso
uno de sus tres libros,
Il toro non sbaglia mai (
El toro nunca se equivoca), está dedicado al mundo de los
toros. Roma, su ciudad, organizó el último festejo con estos animales en 1924. Ahora está prohibido.
En
Italia tampoco se
permite el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La homosexualidad
no está bien vista en una sociedad muy clasista.
Mucho menos la
transexualidad. Pero a Sebastiano Riso, un siciliano de 33 años, no le
tembló el pulso cuando se aventuró a contar la historia de Davide
Cordova, el mítico drag queen
Fuxia, símbolo de Muccassassina,
el histórico local gay de Roma. Cordova, de Catania como Riso, se fugó
de casa a los 14 años para irse a vivir a Villa Bellini, un parque de la
ciudad.
Allí se esconde un mundo de marginados que el joven Riso
muestra en
Piú buio di mezzanotte (
Más oscuro que la medianoche). Con este filme,
Riso consiguió ser finalista en Cannes al premio de mejor director novel.
La obra fue inicialmente censurada en Italia (como la de Pasolini) a
pesar de que "no contiene desnudos ni escenas de sexo", según su
director.
"El problema era la temática, porque estos asuntos en Italia
aún son tabú. Estamos en un país profundamente homófobo", se sincera
Riso
. Pero la película se estrenó y ha traspasado fronteras.
Además de
algunos premios internacionales, el filme ha valido para que Riso sea
considerado el heredero natural del autor de
Saló o los 120 días de Sodoma.
El director
Bernardo Berloluci llegó a evaluar la cinta como uno de los productos más valientes de los que se han hecho en la última década.
"Grabé la historia porque era un modo de hablar de libertad",
reconoce Riso.
Tenía el apoyo de grandes productores y podría haber
hecho la película que quisiera, pero decidió hacer un relato poco
comercial que demostrara un mundo que no por oculto, deja de existir.
Este joven realizador destaca el concepto de libertad que dejó Pasolini
como una tradición de valentía creadora, de la que él mismo es heredero.
En su caso, reconoce que "no importa que en el camino hayamos recibido
amenazas, ha merecido la pena rodar.
Lo que menos me duele es que me
digan que la mía es una película de maricones".