Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 nov 2015

Una universitaria aparece muerta a golpes en un piso en Canarias

Una compañera encontró el cuerpo, que presentaba golpes en la cabeza y síntomas de haberse defendido.

 

Una mujer ha encontrado a su compañera de piso muerta este miércoles en la vivienda que ambas compartían en Las Palmas de Gran Canaria
. La víctima, una universitaria, recibió varios golpes en la cabeza con un objeto contundente e intentó defenderse, según se desprende de su autopsia.
La directora del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas, María José Meilán, ha confirmado que la joven recibió golpes “lo suficientemente graves” como para producirle una muerte rápida. Meilán ha precisado que las señales que había en el cuerpo probablemente fueron infligidas con un objeto contundente con algún borde agudo.
Fuentes de la fiscalía han indicado que aún no se ha producido ninguna detención relacionada con estos hechos.
 La Jefatura Superior de Policía de Canarias ha declinado revelar detalle alguno sobre lo ocurrido, porque el caso está bajo secreto de sumario.

Adiós a todo eso....................................................................... Carlos Boyero .

Cesc Gay cuenta muy bien esta tragedia que a veces se transforma en comedia. Posee sutileza y matices.


Afortunadamente nunca voy a prever como va a ser el desarrollo en las historias que cuenta ese director tan personal como inquietante llamado Cesc Gay, pero sé que cuando está más inspirado o yo más receptivo esos retratos de seres humanos y situaciones tan reconocibles me van a provocar identificación, complejidad, cercanía y en algún momento un notable rubor al constatar que las miserias, mentiras, medias verdades y trampas con las que los personajes intentan engañarse a sí mismos o a lo demás también son las mías.
Hay películas de este hombre que me sorprenden y me envuelven mientras que las veo, pero que siguen dando vueltas en mi cabeza mucho tiempo después.
 En mi caso, estoy hablando de la más que curiosa Krámpack y de las esplendidas En la ciudad y Una pistola en cada mano.
  Lo que ocurre en ellas es cotidiano pero también excepcional, malsano y luminoso, angustioso y realista, revelador de que la persona que se ha inventado ese universo urbanita sabe muchas cosas de la naturaleza humana y que en ésta conviven incertidumbres y seguridades, miedo y esperanza, anverso y reverso, anhelos y derrumbe, lo que expresamos y lo que ocultamos, necesidad de refugio afectivo y soledad, generosidad y egoísmo.
 Ambas terminan con una reunión colectiva entre esa pandilla de amigos de la que antes hemos conocido sus dilemas en pareja o a solas, su desconcierto, su fracaso o su intento de ponerse de acuerdo con la vida.
TRUMAN
Dirección: Cesc Gay.
Intérpretes: Ricardo Darín, Javier Cámara, Dolores Fonzi.
Género: drama. España, 2015.
Duración: 108 minutos.
Si en las anteriores los amigos no se decían adiós, solo como en la canción un “pasa la vida”, en Truman, Cesc Gay hablan de una despedida definitiva, ya no habrá encuentros ni desencuentros, la inminente muerte con formato de cáncer está llamando insistentemente a la puerta y no hay forma de que el depredador ofrezca treguas o se largue.
 Y hay que poner las cosas en orden antes de largarse
. O sea, pasar tres días compartiendo recuerdos, riéndose, contándose lo que jamás se había expresado, disimulando el pavor, con el colega que sabe casi todo de ti y tú de él, alguien que vive en Canadá, lleva una existencia plácida, viene a ofrecer ayuda, complicidad y consuelo al moribundo. Los últimos tiempos de éste deben de haber sido duros
. No tiene un euro. Todo en él huele a intemperie: afectiva, familiar, económica, profesional existencial
. Y el moribundo tiene pasado y vete a saber si se ha merecido tanto infortunio.
 Pero como el capitán Alatriste, es un hombre valiente.
 Aunque esté acojonado se refugia en la causticidad, sabe reírse de sí mismo, no es un llorón, o lo hace a solas.
 Tiene cuentas pendiente con un hijo al que siente perdido (emocionante secuencia la de ese último encuentro en Ámsterdam). Tiene un desgarrador problema con la futura orfandad de su perro.
Y poco más. Solo necesita coraje para acortar el infierno.
Cesc Gay cuenta muy bien esta tragedia que a veces se transforma en comedia
. Posee sutileza y matices, sentimiento, jamás sensiblería ni tentaciones de manipular al espectador. Y dispone de Ricardo Darín, un actor que está mas allá del elogio, haciéndose mutuamente un regalo extraordinario. 
Y un muy meritorio Javier Cámara enfrentándose con temple a un peso pesado, sabiendo escuchar, sin perder el ritmo que le exige el impresionante Darín.

 

Casi una vez.............................................................. Xavi Sancho

Vivimos en una sociedad en la que todos hacen lo mismo para parecer diferentes, y este templo de reafirmación llamado Primark es más consecuencia que causa.

Decenas de personas abarrotan las escaleras mecánicas de la tienda de Primark, en la Gran Vía de Madrid / Samuel Sanchez

La media de veces que las prendas adquiridas en Primark son vestidas es de 0’9.
 Tiene sentido, pues la marca irlandesa es una experiencia, ese concepto vacío con el que se trata hoy de dotar de contenido a lo que no lo tiene.
 Lo divertido es ir de compras, lo gratificante es contar que se ha ido donde había que ir y se ha hecho lo que tocaba hacer.
Vivimos en una sociedad en la que todos hacen lo mismo para parecer diferentes, y este templo de reafirmación llamado Primark es más consecuencia que causa
. Desde que la economía financiera se impuso a la productiva, otorgamos más valor a la acción de comprar y vender que a lo que realmente compramos y vendemos.
 Lo inútil tiene el respeto social que perdió lo práctico.
 Hablar de inútil en el marco de esta columna me parece lo más meta que he hecho en la vida.
Recuerdo que, un día, mientras estábamos en una clase de Semiótica en la facultad, un amigo, airado por la inutilidad que intuía en la asignatura —a mí me gustaba un poco, debo admitir—, se dirigió a un tipo que se nos había sentado al lado. “¿Te das cuenta de que los que fueron al colegio con nosotros cuando acaben sus carreras sabrán extirpar un tumor o construir un puente?”, le dijo
. El chaval se giró y respondió: “No sé. Yo tengo un Premio Ondas”.
 Le llamamos Premio Ondas el resto del curso.
 Con sorna, pero, sobre todo, con rencor.
 En el fondo, no queríamos aprender a construir un puente, queríamos un Premio Ondas como el suyo para poder decir que poseíamos uno, al menos, 0’9 veces al día.

 

Cuando pesa lo ligero....................................................................... Javier Marías

Uno se pregunta por qué ha habido un retroceso generalizado del entendimiento y el sentido común.

Muchos de los que leemos el periódico en papel estamos acostumbrados a empezar por lo malo: política nacional e internacional, opinión pesimista o peregrina o (qué alivio) a veces balsámica; economía, sucesos, salud (casi siempre mala y desalentadora, cuando no alarmante).
 Luego aparecen las secciones más amables o sosegadas, o menos indignantes, aquellas que no nos suelen dar sobresaltos ni disgustos: sociedad, cultura, espectáculos, deportes, algún cotilleo o curiosidad.
 Uno agradecía asomarse a esas esferas de relativa armonía, o por lo menos de inocuidad, tras pasar por las atrocidades cotidianas, las sandeces, corrupciones e irresponsabilidades de demasiados políticos, los amenazantes vaivenes laborales y financieros y la ristra de asesinatos individuales, cometidos cada uno en un lugar.
Por eso, a mí, me dice más sobre el estado del mundo lo que traen y reflejan esos ámbitos “ligeros” que las noticias “de peso”, que siempre han sido preocupantes o directamente horribles y lo seguirán siendo siempre.
Lo que me hace ver nuestra época como particularmente tenebrosa no son las salvajadas del Daesh (que también), ni la crisis de los refugiados, ni que Donald Trump y Putin cosechen más entusiastas cuanto más rebuznan, ni la furia sádica de los cárteles mexicanos, ni la dictadura chavista ni el auge de Le Pen, ni la tabula rasa que Rajoy parece tener por cerebro, ni la posesión de Artur Mas (que cada vez se cree más Napoleón, como si fuera un loco de chiste anticuado; sólo que éstos acostumbraban a estar encerrados), ni la tontuna parvularia de sus cerrajeros de la CUP (de ellos depende que pueda utilizar su llave)
. Con todo esto uno ya cuenta.
 Con que los países a menudo los rigen deficientes, sanguinarios o no, y aspiran a regirlos otros deficientes, elegidos en las urnas o no.
 Lo que me indica la gravedad de la situación es comprobar que las irritaciones y estupefacciones no terminan donde deberían sino que se extienden hasta esas secciones inofensivas y las invaden, normalmente de estupidez, con ocasionales gotas de envilecimiento.
No quiero ni pensar la que le habría caído hoy a Marlon Brando, que en 1956 hizo de japonés en La casa de té de la luna de agosto
Llega uno a Cultura y con frecuencia se encuentra a palmarios farsantes a los que se dedican páginas injustificables
. Llega a Deportes y lo que allí lo aguarda son los amaños del nefasto Blatter y sus acólitos, o la enésima pitada a Piqué por parte de cenutrios que ni siquiera saben por qué le pitan, como antes se abucheaba a Casillas por ser sobresaliente y haber rendido incomparables servicios a su club y a su selección.
 Llega a Espectáculos y se topa con noticias como esta: en pocas horas se han recogido 95.000 firmas en “la Red” protestando porque en una nueva película relacionada con Peter Pan se ha encomendado la encarnación de la Princesa Tigrilla a una actriz blanca y no a una “nativo-americana” –india piel roja, para entendernos–, puesto que ese personaje de fantasía pertenece a dicha raza.
No es el primer caso de “ofensa”, cuenta Irene Crespo: la pecosa actriz Emma Stone pidió disculpas (!) por haber interpretado a una piloto mitad asiática y mitad hawaiana. Ridley Scott se la cargó por no contar con actores árabes para Éxodo, que transcurría en Egipto … en los tiempos de Moisés. ¿Y cómo se atrevió Johnny Depp con el papel del amigo indio del Llanero Solitario, siendo él caucásico a más no poder? Según esto, Mac­beth sólo lo podrían hacer actores escoceses y Hamlet, daneses.
 Y Don Quijote, manchegos. Y Don Juan, sevillanos
. Y Quasimodo, jorobados de verdad. No quiero ni pensar la que le habría caído hoy a Marlon Brando, que en 1956 hizo de japonés en La casa de té de la luna de agosto. (Cierto que estaba para darle de bofetadas durante todo el metraje, como alguna vez más, pero esa es otra cuestión.)
Uno se pregunta qué ha pasado para que parte de la humanidad ya no distinga entre realidad y ficción, algo que la especie sabía hacer desde siglos antes de Cristo.
 O cuándo optó por el “realismo” a pie juntillas y decidió inmiscuirse en los criterios de los artistas y protestar por lo que éstos inventen.
 También cuándo dejó de entender que las instituciones y clubs privados tienen sus reglas y que nadie está obligado a pertenecer a ellos.
Si para la Iglesia Católica abortar lleva o llevaba aparejada la excomunión, la opción es clara: si se forma parte de esa fe religiosa, o no se aborta o se expone uno a las consecuencias; lo que no tiene sentido es ingresar en ella, conociendo sus castigos, y pretender que éstos se modifiquen a conveniencia de cada interesado.
 Y sin embargo eso es hoy lo habitual.
 En la Real Academia Española es preceptivo llevar corbata, y yo lo sabía antes de entrar en ella.
 Si un día aparezco sin esa prenda, supongo que no me permitirán pasar y no armaré un escándalo por ello.
 Sabía a qué me atenía al aceptar.
Uno se pregunta por qué grandes porciones del mundo han dejado de entender lo que era fácilmente comprensible hasta hace cuatro días.
Por qué ha habido un retroceso generalizado del entendimiento y del sentido común. Por qué no hay mayor placer que el de quejarse y protestar por todo, más cuanto más inexistente el motivo.
 Cuando la estupidez se apodera de las secciones amables del periódico; cuando éstas prolongan la irritación, en vez de apaciguar, es síntoma de que todo es ominoso y anda fatal.
No es de extrañar que luego la gente vote o ensalce a idiotas, pirados o malvados, y que las secciones “de peso” nos hundan cada mañana el ánimo.
elpaissemanal@elpais.es