Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 oct 2015

Munch, la voz detrás del grito....................................................... Andrea Aguilar

La obra del artista noruego resurge en su doble vertiente, pictórica y literaria, con dos exposiciones en Madrid y Ámsterdam y la publicación de una antología de sus escritos.

Edvard Munch pinta en la playa de Wandermünde, en Alemania. Autorretrato fotográfico (1907). / Munch Museum

En un estado de ánimo
intenso
un paisaje ejercerá
cierto efecto sobre
la persona— al representar
este paisaje [la persona] llegará a
una imagen de su propio estado —
y esto— este estado de
ánimo es lo principal

Como prueban sus propias palabras, Edvard Munch (Loten, 1863-Ekely, 1944) abogó por un arte en el que el sentimiento indefectiblemente turba la vista.
 El filtro emocional inunda de color y de fuerza sus lienzos
. Las escenas, siempre figurativas y narrativas —con historias y personajes— se transforman.
 Y el arrebato establece un potente vínculo con el espectador: atrás queda el plano objetivo, llega el ensalzamiento de lo subjetivo sin disimulo y con una notable carga de sentida sinceridad.
 Fue criticado y ridiculizado por críticos que clamaban que sus cuadros arañados no estaban acabados.
Él, incluso ya en la madurez y plenamente consagrado, montaba sus estudios al aire libre; le gustaba el efecto que la naturaleza y los elementos podían tener sobre los lienzos.
'Agonía' (1915), obra de Edvard Munch. / Munch Museum
La conexión que Munch trataba de establecer con el público no apela simplemente a la reproducción de ese mundo exterior común a todos, sino que busca el nexo en el crudo sentimiento, la angustia o la pasión que todo ser humano ha padecido.
 A golpe no sólo de pincel sino de pluma, en miles de cartas, en notas, aforismos, apuntes, versos y algún que otro relato, el icónico y prolífico artista noruego trató también de explicarse y defender su postura.
Este otoño ambas vertientes de Munch, la pictórica y la literaria, cobran un nuevo impulso.
 A la exposición Arquetipos en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid —que reúne desde el 6 de octubre hasta el 17 de enero cerca de 80 obras del artista noruego y ha sido organizada conjuntamente por el Munchmuseet de Oslo—, se suma la publicación por primera vez en castellano de una antología de sus escritos en El friso de la vida (Nórdica).
"La escritura fue muy importante para Munch.
Sintió la necesidad de expresarse por este medio, algo que resulta evidente a la vista de la cantidad de material que legó y el cuidado que puso en que no se perdiera", explica por correo Hilde Boe, autora del prólogo de El friso de la vida y directora del archivo digital del Munchmuseet.
 A pesar de sus frecuentes viajes el pintor guardó sus apuntes. Rara vez fechaba sus textos, usaba los mismos cuadernos para escribir y dibujar a veces durante décadas.
 Su tía Karen y su hermana Inger le ayudaron a conservarlos, como prueba la larga correspondencia que mantuvo con ellas.
 La publicación en la Red —en noruego y alemán— del conjunto del archivo del artista dentro del proyecto emunch arrancó en 2011 y ya permite acceder a un 60% del material.
 El libro Cuadernos del alma (Casimiro), aparecido en septiembre, reúne una selección tomada de esta web.
"Ahora sus escritos están jugando un papel muy importante en la preparación de las exposiciones que sobre su obra se están realizando", añade Boe.
 Por ejemplo, en la muestra Munch: Van Gogh que este otoño, tras su paso por Oslo se ha instalado en Ámsterdam.
 La exposición enfrenta por primera vez la obra de los dos pintores que nunca llegaron a conocerse personalmente, aunque fueron contemporáneos y compartieron una aproximación similar al lienzo. Algo de lo que el noruego era claramente consciente:
El horno del infierno del alma –
es extremadamente
agresivo para
los sistemas nerviosos
(P[or ejemplo] Van Gogh…)
(En parte yo mismo)

La celebración del 150 nacimiento de Munch en 2013 consolidó la nueva etapa que venía cuajándose desde los años noventa en torno al estudio de su obra.
 El pintor, cuya prolífica e intensa obra había quedado en buena medida sepultada por El grito —más exactamente por los cuatro gritos que pintó en el plazo de 17 años— , resurge con fuerza. Nuevos matices se añaden, como capas de pintura, a la leyenda del artista hipersensible, enfermo y atormentado.
En la infancia Munch perdió a su madre y a una hermana por tuberculosis y se crio junto a su padre médico, estricto y devoto cristiano.
 A los 17 años escribió en su diario que había decidido hacerse artista y efectivamente se entregó a la bohemia y al alcohol, frecuentó a escritores como Hans Jaeger y gracias a una beca se instaló en París en 1899 durante tres años, y poco después en Berlín.
Vivió turbulentas pasiones llenas de celos y desespero, que culminaron en una bronca fatal con Tulla Larsen en la que Munch disparó una pistola y se mutiló un dedo.
 En 1905 ingresó en un sanatorio mental después de sufrir una crisis nerviosa y volvió a ser internado tres años después.
 Fue definido por el poeta Strindberg como "el pintor esotérico del amor, de los celos, de la muerte y de la tristeza".
 En sus cuadros hay angustia, dolor, mujeres vampiro.
Detalle de 'Mujer vampira en el bosque' (1916-1918), de Evard Munch. / Munch Museum
Igualmente cierto es que Munch vivió hasta los 81 años y que su obra, a pesar de haber sido muy criticada al principio, llegó a gozar de un amplio reconocimiento.
 "Fue un artista-empresario muy productivo y de gran éxito que consagró fervientemente su vida a lo único que consideraba su verdadera misión: crear una obra de gran altura y ser respetado como artista", apunta en el catálogo de Arquetipos Jon-Ove Steihaug, director de colecciones y exposiciones del Munchmuseet y comisario, junto a Paloma Alarcó, de la muestra en el Museo Thyssen. "No es su vida lo que nos llama la atención, sino lo que como artista logró producir".
 De hecho, Munch realizó 1.800 óleos, 750 grabados y un ingente número de dibujos que no han sido catalogados.
La sobrevaloración del peso de su biografía en el arte de Munch es uno de los mitos que empiezan a caer.
 Aunque en su biografía se pueda rastrear, y allí resida el interés que tuvo por determinados temas (como la enfermedad o los celos), su plasmación a lo largo de cinco décadas escapa los márgenes de esta estrecha lectura.
Otro mito que ha caído es que su obra posterior a la década de 1890 no valía realmente la pena. Contra esto cargó la exposición Munch: The Modern Eye que en 2012 estudió la influencia del cine y la fotografía en la obra de las últimas etapas de su trayectoria. Munch diseñó rompedoras escenografías teatrales y realizó muchas fotografías, los planos y puntos de vista de sus cuadros tienen un carácter fuertemente cinematográfico.
Ahora, la muestra Arquetipos —que presenta sendos programas de cine y de conferencias— ahonda en otro de los puntos candentes en torno al artista noruego: al tratar la obra de Munch no se debe hablar de copias en referencia a los cuadros que llevan un mismo título y tratan una misma escena, sino de versiones o interpretaciones.
'Autorretrato ante la fachada de la casa' (1926), obra de Edvard Munch. / Munch Museum
La manera en que se mira también depende del estado de ánimo y de cómo se encuentra uno en general.
Esa es la razón por la que un motivo —
puede verse de muchas maneras y eso es lo que hace interesante el arte

La muestra Arquetipos abarca un amplio espacio cronológico de más de medio siglo, con obras que van desde 1881 hasta 1935
. Y es precisamente esta dilatada horquilla temporal lo que refuerza la idea que sustenta la exposición
: Munch trabajó a lo largo de su vida con ahínco una serie de asuntos sobre los que volvía una y otra vez. Igual que el dramaturgo Henrik Ibsen hizo en sus obras, podría decirse que Munch también trabajó en torno a moldes o arquetipos que revisitaba incesantemente.
En plena efervescencia del psicoanálisis y el subconsciente, con el arquetipo jungiano que habla del mito cultural que se impone y se traslada generacionalmente con visiones estereotipadas de la mujer y del hombre, pinta Munch.
 En su obra aborda reiteradamente escenas como la de una pareja retratada de espaldas que mira al mar en Los solitarios —imagen plasmada por ejemplo en un grabado de 1894, en una xilografía de 1899 y en un óleo de 1935 presentados en la exposición—.
 Cambian los colores, la postura, el sentido, como un recuerdo cuya evocación va mutando.
 "Había un inventario de temas que le interesaban y repite obsesivamente obras sobre estos arquetipos en óleo, grabado y dibujo.
 Tenía una especie de catálogo de imágenes en la cabeza.
 La repetición es una fórmula moderna de experimentación", explica la comisaria Paloma Alarcó, jefa de conservación de pintura moderna del Museo Thyssen.
 "Quizá porque sus obras son narraciones ha costado leerlas así
. La variación se ha entendido mejor en la abstracción, en las series de pintores como Rothko o de Monet con sus nenúfares".
—El arte es la forma del cuadro—
nacido a través de los nervios—
ojo —cerebro y corazón—
del ser humano
El arte es la necesidad
humana de cristalización
La naturaleza es el reino
infinito del que
se nutre el cuadro—

Melancolía, Muerte, Pánico, Mujer, Melodrama, Amor, Nocturnos, Vitalismo y Desnudos son los ejes que ordenan Arquetipos.
 La muestra arranca con la quietud y luminosidad impresionista de los retratos de sus hermanas, con figuras melancólicas que miran lejos.
 La sección muerte presenta las múltiples versiones de La niña enferma sobre las que Munch trabajó hasta llegar a esa Agonía densa y expresionista
. En la sección del pánico están las litografías y xilografías de El grito, de Ansiedad y de Pánico en Oslo.
El color vuelve al tratar el tema de la mujer, donde surgen las amenazadoras vampiras, que acaban desembocando en Celos y Sorpresa, y en esa habitación de papel verde moteado que presta un fondo repetido en los cuadros que desarrollan el Melodrama.
 Amor recoge el Beso con el que Munch llega a la abstracción. En Nocturnos van desapareciendo las figuras. Aún queda el Vitalismo fresco y Desnudos, el último bloque, que se cierra con El artista y su modelo mirando fijamente desde el lienzo.
Edvard Munch. Arquetipos. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Desde el 6 de octubre hasta el 17 de enero.
Munch: Van Gogh. Museo Van Gogh, Amsterdam. Hasta el 17 de enero.

 

Audrey Hepburn, del glamour a los fogones..................................................................Margot Molina

Luca Dotti, el hijo de la actriz, publica un libro en el que mezcla las recetas y la biografía de su carismática madre.

 

Aurey Hepburn con su hijo Luca, en su casa de 'La Paisible' (Suiza), en 1971.

Contemplando algunas de sus famosas fotografías de Vacaciones en Roma, My Fair Lady o Desayuno con diamantes nadie podría imaginar que Audrey Hepburn “era capaz de comerse tres platos de pasta y de atiborrarse de helados”, como desvela su hijo Luca Dotti, quien cuenta que la estrella más glamurosa y delgada de cuantas han brillado en Hollywood no se privaba de nada y disfrutaba cocinando para su familia, “como un ama de casa romana normal”.
 “Mi madre siempre decía que cada uno tiene que escuchar a su cuerpo”, precisa Dotti, quien acaba de publicar Audrey en casa. Recuerdos de la cocina de mi madre, una obra a mitad de camino entre un recetario y una biografía de la actriz británica.
El hijo menor de la actriz está empeñado en mostrarle al mundo que su famosísima madre nunca actuó, ni delante de la cámara ni en su vida privada:
 “Ella era siempre la misma. Se comportaba exactamente igual con sus amigos de Hollywood que con el tendero de la esquina o con las personas que trabajaban en nuestra casa”,
 asegura Dotti (Lausana, Suiza, 1970), fruto del segundo matrimonio de Hepburn y del neuropsiquiatra italiano Andrea Dotti.
Y para conseguirlo ha escrito Audrey en casa, en colaboración con el periodista Luigi Spinola, un libro que mezcla las recetas favoritas de la actriz con fotografías de su álbum familiar y anécdotas de su vida privada.
 La obra, que acaba de salir en castellano editada por Libros Cúpula (Planeta), es como una ventana por la que el lector puede asomarse y sentirse uno más de la familia Dotti-Hepburn, un curioso tándem que se forjó durante un crucero por la costa de Turquía en 1968, en el que se conocieron y enamoraron, y duró 13 años en los cuales la actriz solo aspiró a ser una buena ama de casa y cocinar para los suyos, una vocación que la apartó del cine durante ocho años.
“Engracia, que ahora vive en Talavera de la Reina y nació el mismo año que mi madre [1929], introdujo en nuestro menú el gazpacho y la tortilla de patatas
. Ella fue como una madre suplente para mí”, cuenta Dotti, quien justifica que la receta de gazpacho incluya salsa de Tabasco porque “era una opción de mi papá”. “Él le añadía picante a casi todo”, aclara.

Aunque el recetario incluye platos nórdicos —Audrey nació en Bruselas de madre holandesa y padre inglés—, españoles, estadounidenses o suizos —donde la actriz tuvo toda la vida su refugio, la casa jardín de La Paisible—, la mayoría son italianos
. “No soy ningún chef, pero me encanta cocinar
. Mi madre me enseñó a apreciar los productos.
 Tomaba mucha verdura y, como casi todos los que vivieron la II Guerra Mundial, patatas, siempre patatas con todo”, comenta el autor del libro.
“Uno de mis platos favoritos son los espaguetis a la puttanesca, que mamá preparaba cuando estaba de vacaciones Giovanna, la celosa cocinera que no dejaba entrar a nadie en su territorio.
 Se cocina muy rápido, con el fuego muy vivo.
 La historia dice que es un plato que se hace en solo 15 minutos, porque era el tiempo que las prostitutas tenían entre cliente y cliente.
 También me gusta mucho el hígado a la veneciana, quizás porque es lo que más comió mi madre cuando estaba embarazada de mí siguiendo los consejos del médico”, cuenta Dotti.

Audrey Hepburn en 'Villa Rolli', a las afueras de Roma en 1954.
“Nuestra primera intención era hacer un recetario.
 Yo me dediqué, a lo largo de dos años, a visitar a familiares, amigos y personas que habían trabajado para mi madre y recopilé unos 200 platos.
 Pero lo que en principio iba a ser un libro de cocina, se transformó en una especie de perfil humano, porque nos dimos cuenta de que era una pena no incluir todas esas anécdotas e historias que había acumulado”, explica Luca Dotti en un casi perfecto castellano con acento argentino por teléfono desde su casa de Roma, la misma en la que creció.
“Aprendí español porque la mamá de mi primer hijo es de Buenos Aires.
 Me resultó fácil ya que me crie hablando francés e italiano y algo de inglés, pero muy poco”, asegura Dotti, diseñador gráfico quien desde 2013 relevó a su hermano Sean Hepburn Ferrer [hijo del actor y director estadounidense Mel Ferrer, con quien la intérprete estuvo casada de 1954 al 1968] al frente del Fondo Audrey Hepburn por la Infancia, una organización que gestiona el legado de la intérprete desde 1995 con el objetivo de financiar proyectos concretos y continuar así la labor que ella desarrolló como embajadora de Unicef.
 Los beneficios que se obtengan de este peculiar libro de cocina, que primero se editó en inglés, en octubre saldrá en italiano y el año próximo se publicará en Alemania y en varios países asiáticos, se destinarán a este fondo.
“Mi madre no fue un icono internacional hasta después de su muerte [falleció en 1993 a los 63 años]. Vivió como una persona común, rodeada por sus amigos y manteniendo su privacidad pero no se escondía de nadie y hablaba con todos.
 Lo que ha venido después es sorprendente, la gente se inventa cosas porque les viene bien”, desvela Luca Dotti, quien recuerda que en una de las exposiciones fotográficas que organizaron en Corea se enteró de que habían escrito que sus padres se conocieron en un crucero en el que él (que era psiquiatra) trabajaba como médico y ella era una pasajera que estaba deprimida.
“Les dije que eso era un error que no tenía nada que ver con la realidad, pero me contestaron que era una historia bonita y a ellos les gustaba así”. Con las estrellas de cine cualquiera se cree guionista.

2 oct 2015

Emperador del estilismo............................................................................ Ana Fernández Parrilla..

Luigi Murenu, director creativo de Kérastase, es uno de los peluqueros más influyentes

Este otoño dicta que el cuidado capilar prima sobre el color o el corte.

Luigi Murenu.

Liso, ondulado, con flequillo o sin él.
 Las tendencias capilares se resisten a encasillarse en un catálogo de estilos y esta temporada el único dictado que prevalece es que el pelo esté sano.
 Lo proclama la versión digital de Vogue París –“el cabello saludable se ha convertido en el nuevo negro”– y lo ratifica Luigi Murenu (Cerdeña, 1964), director creativo de Kérastase, además de uno de los peluqueros más poderosos de la industria de la moda y máximo precursor de esta nueva corriente. Estilista de cabecera de Madonna durante años, Murenu no solo convierte en moda cualquier peinado que crea, sino que es capaz de multiplicar su alcance como tendencia a través de su reciente faceta como fotógrafo. Una nueva vocación que le ha llevado a firmar, entre otras, la campaña de Dior de la pasada primavera (con Jennifer Lawrence como protagonista), la de Versace Jeans del otoño de 2014 o la de la línea cosmética de Tom Ford en el invierno de 2013.
Con la tijera, la cámara o empuñando ambas, hay pocos hombres con el poder de prescripción que ostenta este italiano.
 Y este otoño sentencia que la calidad del cabello prima sobre cualquier corte o tratamiento.
 “El peor error que las mujeres cometen con su pelo es no cuidarlo.
 Usar el acondicionador y los productos de styling adecuados puede marcar una enorme diferencia”, explica mientras se dispone a trabajar con Magdalena Frackowiak, la modelo que protagoniza las imágenes de las páginas anteriores.
La sensualidad que adquiere una melena lacia en sus manos contrasta con el poco esfuerzo que, aparentemente, le requiere conseguirla.
 Observándole, un par de pasadas con los dedos por el cabello liso bastan para proporcionar el sutil volumen que buscaba.

Una joya de modelo

En sus 16 años de carrera, la modelo Magdalena Frackowiak (Gdansk, Polonia, 1984), que protagoniza este editorial, ha abierto y cerrado desfiles de Balenciaga, Yves Saint Laurent o Dolce & Gabanna; ha monopolizado editoriales en casi todas las ediciones de ‘Vogue’, y ha sido uno de los cotizados ángeles de Victoria’s Secret.
 Ahora ha lanzado una línea de joyería homónima: “Cada pieza es como una pequeña escultura y está fabricada a mano en Polonia por artesanos locales”.
Perfeccionista es un adjetivo con el que se suele calificar a este aspirante a bailarín de jazz.
 Siempre trabaja con un cargamento de maletas gigantescas repletas de secadores, cepillos, tenacillas y postizos en una infinidad de largos y tonos.
 A la sesión de fotos para El País Semanal acude con tres asistentes.
“Sí, soy un perfeccionista, pero también tengo mucha disciplina.
Necesito saber todos los detalles antes y qué voy a hacer, aunque algunas veces pueda volverme loco”, explica.
Streeters, la agencia que gestiona su carrera, advierte de que el italiano solo acepta “reservas especiales”.
 “Todavía puedo peinar, pero con muy pocos diseñadores: Riccardo Tisci, Rick Owens. Continúo siendo muy buen amigo de Peter Dundas, pero, honestamente, uno tiene que encontrar su lugar en la vida. Necesito tener el control.
Ahora que soy fotógrafo trabajo con los diseñadores en otro nivel diferente.
Tengo más poder”, argumenta.
Para Naomi Campbell, una de las múltiples modelos que han posado para el italiano desde que formase tándem creativo con Iango Henzi, su evolución de peluquero a fotógrafo ha sido algo natural. “Luigi tiene un ojo increíble.
Se lo toma todo con entusiasmo y gran sentido del humor.
 Cuando trabajo con él, me aparto y le dejo crear, porque confío plenamente”, explicaba al portal models.com.
Uno de sus últimos proyectos, la campaña Visions of style de Kérastase, le permite aunar sus dos vocaciones.
 “Ser fotógrafo me da la oportunidad de crear un personaje y traducir los estilos en imágenes.
 Quiero sentarme en el asiento del conductor, no tocar en la cara B de la cinta de música”.
elpaissemanal@elpais.es

 

El misterio de Tutankamón y el amante de Alejandro Magno.............................................. Jacinto Antón

Mientras sigue sin desvelarse si existen cámaras desconocidas en la tumba del primero, arqueólogos griegos creen haber dado con la del segundo.


Momentos excitantes en el mundo de la arqueología –por si no lo fueran ya los del mundo en general-
. A la noticia de la búsqueda de cámaras ocultas en la tumba de Tutankamón, una de las cuales se especula que acaso guarde la momia de Nefertiti, nada menos, se ha sumado la de que podría haberse encontrado el sepulcro de Hefestión, el amante de Alejandro Magno.
 El gran amigo y amor de la vida del rey macedonio, que le acompañó en todas sus campañas como uno de sus generales (acabó dirigiendo su caballería y siendo quiliarca, una especie de visir o segundo al mando), sería finalmente el personaje al que estaría consagrada la gran y misteriosa tumba de Anfípolis, bajo un túmulo gigantesco, la colina de Kasta, al noreste de Tesalónica.
Dicha tumba sensacional, que los arqueólogos llegaron a pensar que era la del mismísimo Alejandro (su cenotafio macedónico: el cuerpo es sabido que se encontraba en un sepulcro en Alejandría, hoy desaparecido), fue localizada en 2012 aunque los trabajos en el túmulo y los hallazgos arqueológicos se remontan a los años cincuenta.
La monumentalidad de la tumba estaría en consonancia con la épica pena que se nos dice que sintió Alejandro al morir Hefestión y las conmemoraciones realmente extravagantes que dedicó al amigo muerto, incluyendo la dedicación al amante de un culto heroico.
De momento toca ser prudentes y aguardar el desarrollo de las investigaciones, en ambos casos.
 No se tomó Troya en un día, y valga la frase especialmente en este contexto.
La hipótesis lanzada este verano por el reconocido especialista británico Nicholas Reeves, uno de los mayores especialistas mundiales en la época de Amarna (la de Akenatón y su familia), de que la famosa tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes (Lúxor), uno de los monumentos más conocidos, estudiados y visitados del planeta, podría albergar cámaras desconocidas hasta ahora, desató una oleada de emoción y escepticismo a partes iguales.
La idea, comparable a decir que hay otra sala desconocida en Altamira o en la Capilla Sixtina o que se ha dilucidado la muerte de JFK, parecía una locura: ¿cómo iban a no haberse dado cuenta de la existencia de esas cámaras el descubridor de la tumba, Howard Carter, que pasó años dentro estudiándola (y vaciándola) con su equipo y los millones de personas que desde el hallazgo en 1922 la han visitado?
Cabeza de la estatua de Alejandro hallada en Perge (Anatolia, Turquía) en la campaña de excavación 1985-1992.
Reeves apoya su hipótesis de que hay concretamente una cámara perteneciente al enterramiento de Tutankamón sin descubrir (y que almacenaría aún parte de su ajuar funerario) y otra que sería realmente un pasaje que conduciría a una tumba anexa desconocida (¡la de Nefertiti! –madrastra de Tutankamón-) en la existencia de ciertas anomalías en los muros oeste y norte de la cámara funeraria del faraón
. Esas anomalías, fisuras ocultas tras las pinturas que sugieren la existencia de puertas, se habrían revelado durante el minucioso escaneado de la cámara mortuoria efectuado por la empresa Factum Arte para la posterior realización de una copia facsímil del sepulcro.
Lo de Nefertiti, cuyo paradero es uno de los mayores enigmas de Egipto junto con el de Cleopatra, Reeves lo sostiene basándose en una docta relectura iconográfica de las pinturas de la cámara funeraria (la única decorada de la tumba) que según él mostrarían no a Tutankamón sino a la reina entronizada como faraón.
Pese a que todo está muy traído por los pelos, sorprendentemente Reeves ha sido autorizado a estudiar la tumba con una celeridad asombrosa, y no solo eso, sino que el ministro de Antigüedades Egipcias, Mamdouh El Damaty, arqueólogo y egiptólogo solvente, ha estado junto a él durante las primeras inspecciones oculares realizadas ya esta semana in situ.
 Todo ello parece indicar que se da total credibilidad a las teorías de Reeves y que quizá haya otros indicios o pruebas que no han sido hechos públicos.
 Sería raro que el Gobierno egipcio –por no hablar del propio Reeves que, recordémoslo, pasó mucho tiempo investigando en el Valle de los Reyes hasta que lo echó el entonces todopoderoso responsable de las antigüedades Zahi Hawass- se embarcara en una aventura semejante si pensara que va a salir con las manos vacías y el prestigio dañado.
 Aunque no hay que descartar el beneficio que para el mermadísimo sector turístico puede significar toda la atención mediática de la operación.
De momento, la primera entrega del serial se ha saldado con un anticlímax.
Tras la inspección y la primera rueda de prensa, el jueves, estamos donde estábamos: las puertas podrían existir, y los misterios ocultos, pues también.

Se ha anunciado que se realizarán estudios con radar y otras técnicas no intrusivas para averiguarlo. Mientras eso ocurra, mientras no veamos qué hay (si hay algo) al otro lado del muro, todo lo demás es pura especulación, un saludo al sol, y valga de nuevo la referencia (en este caso a Akenatón)
. El timing del desvelamiento no está claro: se habla de unos meses y se ha comentado ya que la noticia, cualquiera que esta sea, podría darse a conocer en coincidencia con la fecha del aniversario del descubrimiento de la tumba, el 4 de noviembre.
 Esperemos que la cosa no se demore como aquel show que fue la investigación de los conductos de ventilación de la Gran Pirámide
. En fin, todos los amantes de la egiptología y de la arqueología y el arte y la historia en general (y de los misterios), permaneceremos en ascuas hasta que se aclare el asunto (aunque yo me como el salacot –y lo haría muy a gusto- si resulta que Nefertiti está de verdad en la tumba de Tutankamón).
Reconstrucción digital de la supuesta tumba de Hefestión en Anfípolis.
Lo de la tumba de Hefestión no tiene el mismo morbo, pero no está mal. Hefestión era el hombre al que Alejandro amaba
 (sabemos por las fuentes que era atractivo y más alto que él: la reina persa los confundió), su favorito.
Se decía, con antigua sorna, que Alejandro solo había sido derrotado una vez y lo había sido por los muslos de Hefestión.
 Su relación se moldeaba –Alejandro era un mitómano- en la de Aquiles con Patroclo (¡qué peligro tiene leer la Ilíada al pie de la letra!), aunque en este caso al parecer el querido era de mayor edad que el rey.
 El sexo entre Alejandro y Hefestión se da por seguro entre los estudiosos, aunque, como señala el magistral Robin Lane Fox, “no sabemos exactamente quién hizo qué a quién”, lo que es una fórmula muy británica de decir las cosas.
Hefestión, compañero de infancia, luchó mucho y bien junto a Alejandro, fue herido en Gaugamela, tuvo que tragarse el sapo de los amores del rey con el persa Bagoas y su boda con Roxana (fue padrino), apoyó siempre a su jefe incluso en los momentos más difíciles de la carrera de este y la rebelión del ejército, le secundó en sus planes de unir los imperios macedónico y persa (se casó con la hija pequeña de Darío, convirtiéndose en cuñado de Alejandro)
 y acabó como hiparca, jefe de la caballería y posiblemente el hombre al que el rey habría visto como sucesor.
Yacimiento de la tumba de Hefestión en Anfípolis.
Durante las inacabables campañas asiáticas, en Hamadán, al oeste de Irán, Hefestión cayó enfermo con fiebres, probablemente tifoideas.
El médico le recetó dieta, pero él se comió un pollo regado con vino y se puso peor. Durante siete días permaneció en cama y murió.
 Alejandro, destrozado, se entregó a una pena desmesurada como él mismo
. Ayunó, se cortó el cabello y las crines de todos los caballos, y al final decidió honrar al amigo con despliegue jamás visto.
Los funerales fueron espectaculares, fuera de toda mesura.
Según las fuentes clásicas, el monumento que proyectó dedicarle a Hefestión, encargado al arquitecto Dinócrates, medía sesenta metros, constaba de varios pisos y estaba decorado con estatuas como una especie de gigantesca falla.
 Se habrían empleado veinte toneladas de oro.
 Hay estudiosos que dudan de que llegara jamás a realizarse, pues Alejandro murió solo un año después que Hefestión.
 Tampoco está claro si lo diseñado respondía a una pira -¿fue Hefestión cremado a la manera macedónica (y homérica) o quizá se conservó su cuerpo como el del propio Alejandro?- o a una construcción duradera, pero en todo caso, los restos del amado amigo, al que se le consagró un culto semidivino, deberían reposar en última instancia en una tumba regia.
 Puede que se hicieran las dos cosas: una pira fenomenal –según algunos testimonios se quemó a Hefestión en Babilonia y hubo que desmontar una parte de la muralla para dar cabida al dispositivo- y una tumba en la patria macedónica a escala del afecto y la pena de Alejandro.
Esfigies de la tumba.
La tumba de Anfípolis, la más grande de Grecia, con 30 metros de altura y rodeada de un muro de mármol de casi 500 metros de largo y tres de alto, podría haber sido construida en memoria de Hefestión.
 La directora de las excavaciones, la arqueóloga Katerina Peristeri, así lo cree tras el descubrimiento de unas inscripciones en las que aparece lo que interpreta como el monograma del personaje.
Aduce también en beneficio de su hipótesis la cronología de la tumba (que establece en el siglo IV antes de Cristo) y la presencia de un monumental león de piedra (hallado en 1912 a 2 kilómetros) que según ella habría estado colocado sobre el túmulo y que remite a la misma estatua que sabemos hizo tallar Alejandro en Hamadán en memoria de su amigo y que allí se conserva.
 En todo caso, en la tumba, que posee tres cámaras y está decorada con esfinges, cariátides, frescos y mosaicos, se han encontrado restos de al menos cinco personas
. A lo largo de las excavaciones, la tumba ha sido atribuida a Alejandro mismo, a su madre Olimpia y a alguno de sus generales.
 De momento las evidencias claras de que pudiera ser la tumba de Hefestión son, de nuevo, ay, más bien escasas.