Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 sept 2015

Adúlteros pero leales.......................................................................... Rosa Montero

Qué difícil es amar a alguien a través del tiempo, construir una convivencia duradera, que no termine siendo de algún modo tóxica.

Supongo que los piratas de Impact Team que desvelaron los nombres de 34 millones de clientes de Ashley Madison, la web para adulterios, seguirán sintiéndose orgullosos de lo que han hecho, porque la imbecilidad suele ser pertinaz.
 Estos talibanes de la virtud conyugal dicen que cometieron el estropicio por razones éticas y para que cerrara Ashley Madison.
 Yo no sé si cerrará la empresa, pero lo que sí que han logrado es destrozar estúpidamente la vida de millones de personas; ya se sabe que los datos han sido recogidos por bandas criminales, que ahora están amenazando y chantajeando a la gente.
Me importa mucho más la lealtad que la fidelidad sexual
Por dinero, desde luego, pero quizá también por influencias y favores.
 Porque hay adúlteros en todos los sectores sociales, desde organizaciones de alta seguridad como el Pentágono a partidos políticos.
 En España, por ejemplo, se sabe que hay tres mujeres y dos hombres que se hicieron clientes con el dominio del Congreso de los Diputados (hace falta ser tontos, dicho sea de paso).
 Mientras escribo este artículo, que se toma su tiempo en la impresión, no se conocen sus nombres, y espero que siga siendo así. En España hay 800.000 usuarios de Ashley Madison: al parecer somos uno de los países más infieles.
 Sólo en Madrid hay 135.000; en Barcelona, 68.000.
 Imagino el miedo que deben de estar pasando ahora casi todas esas personas. No me parece justo.
La vida es infinitamente complicada y una de las cosas más complicadas de la vida son las relaciones sentimentales y sobre todo ese conflicto permanente que es la pareja.
 Qué difícil es amar a alguien a través del tiempo, construir una convivencia duradera que no termine siendo de algún modo tóxica.
 Amar sin caer en la rutina, sin achacar al otro nuestras propias frustraciones, sin devorar, sin tiranizar, sin empobrecerse, sin aburrirse.
Es algo tan tremendamente difícil, en fin, que con los años vas comprendiendo que cada cual intenta salir adelante como puede.
 No hay reglas para el éxito, lo que le sirve a uno puede no servirle a otro, así que no seré yo quien dictamine lo que se debe hacer; si alguien cree que para ser feliz necesita un compromiso absoluto de fidelidad sexual, pues perfecto.
Sin embargo, personalmente pienso que al sexo se le da una importancia desmesurada
. Y a menudo me apena ver cómo una simple aventura que en realidad no ha sido nada, la típica cana al aire, arruina parejas con mucha lucha y mucho amor a las espaldas.
 La verdad, no creo que el ser humano haya nacido para la monogamia y la monoandria.
Al menos, no para toda la vida.
Hay estudios evolucionistas que sostienen que la ventana de fidelidad de nuestra especie abarca unos cuatro o cinco años, que es el tiempo necesario para parir un hijo y que sea más o menos autónomo.
Tengan razón o no, lo cierto es que la inmensa mayoría de los humanos sienten deseos adúlteros al menos una vez en su vida
. Muchos los realizan; según un estudio de Nordic Mist (2006), en España hay un 37% de hombres y un 35% de mujeres que han sido infieles a sus parejas alguna vez.
Otros muchos no se atreven a llevar esos deseos a la práctica, algunos por respeto a su pareja y la mayoría yo creo que por miedo a que les pillen (si les aseguraran al 100% que nadie lo sabría jamás, ¿cuantos se abstendrían?), pero, la verdad, yo no encuentro mucha diferencia entre que tu pareja tenga un amante casual y que no lo tenga pero haga el amor contigo soñando con otra persona
.O, mejor dicho, prefiero lo primero.
 De hecho, estoy convencida de que a menudo esas relaciones extraconyugales pasajeras mejoran la relación principal. La renuevan, la ponen de relieve, le dan más vida y más valor.
 Tengo la sospecha de que quien se reprime una y otra vez sus deseos adúlteros termina cargando esa frustración y ese aburrimiento sobre su cónyuge.
Hay adúlteros en todos los sectores sociales, desde organizaciones de alta seguridad como el Pentágono a partidos políticos
A mí, en fin, me importa mucho más la lealtad que la fidelidad sexual.
Me parece mayor traición criticar amargamente a tu pareja a sus espaldas con tus amigos; o no tener sus opiniones nunca en cuenta; o dejarle en ridículo públicamente; o no apoyarle en un momento de verdadera necesidad
. Que quede claro que no estoy abogando por tener relaciones paralelas que duren años y años. O sí, ya digo que allá cada cual, pero vamos, a mí ese tipo de pareja creo que no me serviría.
 Y también creo que, si tienes todo el rato mil amantes, la relación principal no debe de funcionar nada bien.
 Pero si cuidas esa relación principal por encima de todo; si eres discreto; si no pones en evidencia a tu pareja, ¿qué más da si alguna vez te acuestas con alguien? Amigos y amigas que acabáis de descubrir una infidelidad, por favor, pensadlo un poco.
 No tiréis por la borda todo lo que tenéis, todo lo que habéis pasado juntos, todo el cariño.
@BrunaHusky
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12 sept 2015

Grecia echa el cierre.......................................................................... Álvaro Corcuera

La crisis helena se ha llevado por delante un 25% del PIB del país europeo desde 2009. Sus efectos se aprecian en las decenas de miles de negocios que han bajado la persiana.

Doscientos mil ciudadanos han marchado al extranjero, dejando atrás unas ruinas muy distintas a las de la Antigüedad.

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Tienda de alfombras en la calle Olimpo, en Tesalónica (Grecia). / Georgios Makkas
En el céntrico barrio ateniense de Koukaki, de noche, la calle tenía una iluminación tenue. De madrugada, después de atravesar la ciudad primero en autobús y después en un taxi desde Syntagma –en esa plaza tantas veces vista por televisión en los últimos meses, escenario de manifestaciones a favor y en contra del Gobierno de turno–, la impresión era la de estar en un sitio familiar, aunque fuera en verdad la primera vez en Grecia. Nada más poner un pie en ese lugar, uno se encontraba con dos realidades, dos detalles, que indicaban que este era un país con problemas: primero, un puesto de venta de periódicos, cuyas portadas monotemáticas informaban de las negociaciones que en esos días de finales de junio se libraban a cara de perro entre el Gobierno de Syriza y los acreedores europeos; y segundo, la cola de taxis, interminable, y sus conductores a la caza de los turistas que se bajaban del autobús que provenía del aeropuerto. Un país a la espera, como lo estaba Atenas en esa noche de verano.
Es triste ver cerrados los negocios que significaban la vida y
el sustento para muchas personas”
Con el amanecer, la ciudad descubrió también sus pequeñas vergüenzas. Sus aceras algo cuarteadas y desvencijadas a pesar de ubicarse en el epicentro del turismo arqueológico griego, a cinco minutos del majestuoso Museo de la Acrópolis; la basura que desbordaba de algunos contenedores, los árboles sin podar, las fachadas con viejos grafitis y, sobre todo, los negocios cerrados eran testigos mudos de un ciclón que se ha llevado por delante el 25% del producto interior bruto de Grecia desde que comenzara la crisis, y que ha dejado a este país con un desempleo del 26%, el más elevado de la Unión Europea, siendo entre los jóvenes del 52%. Muy cerca, en la avenida de Andrea Syngrou, las persianas de muchos locales estaban echadas, irónico destino para una calle nombrada en honor de un importante banquero del siglo XIX. Si esta era la realidad en el corazón de una capital europea, ¿cómo estaría el resto de Atenas? ¿Y el país? Con el paso de los días fue posible constatar que en cada ciudad, en cada pueblo, en las carreteras, el abandono y la huida eran evidentes. Viajar significaba comprobar lo que muestra el proyecto La arqueología del ahora, del fotógrafo Georgios Makkas (Atenas, 1977), a quien pertenecen las imágenes mostradas en estas páginas y cuyo título da en el clavo: un país mundialmente conocido por las maravillosas ruinas de la Antigua Grecia, por su historia, ofrece hoy un paisaje despedazado, pero de otra naturaleza.
Atenas, Tesalónica, Heraclión, Ioánina, Lesbos, Volos…, en todos esos lugares Makkas ha ido documentando desde hace un año el desmantelamiento de talleres, tiendas de ropa, restaurantes, zapaterías, supermercados, videoclubes, relojerías, tintorerías… “Siempre es una pena ver un negocio cerrado, pero cuando los visiono todos juntos en mi ordenador, una fotografía detrás de otra, es muy duro”, explica Makkas. “Es como un cementerio, un cementerio de recuerdos. Por un lado me entristece, como es obvio, porque son las imágenes de la crisis, porque hablamos de negocios que significaban la vida y el sustento para muchas personas. Por otro lado me produce también mucha melancolía comprobar cómo el paisaje de la ciudad está cambiando, cómo los recuerdos de la infancia se desvanecen, los tiempos en que mis padres me llevaban a las tiendas o al centro de Atenas”, continúa.
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Aparcamiento y taller en la calle Polizoidi, en Tesalónica (Grecia). / Georgios Makkas
Las imágenes empezó haciéndolas con un iPhone según caminaba por las ciudades y pueblos a los que acudía. La idea era tomar notas, para después regresar y hacer una fotografía con una cámara e iluminación profesionales. “El problema es que cuando volvía, en algunos casos esas tiendas habían sido convertidas en un nuevo negocio, así que en un momento dado decidí seguir retratándolas con el teléfono en el instante en el que las veía”.
El lugar donde creció Makkas era muy distinto hace 30 años. “No había centros comerciales ni multinacionales. Había negocios independientes, la gente vendía productos diferentes unos de otros. Creo que había mucha más variedad que ahora. Hoy caminas por Atenas y no se diferencia mucho de Madrid: es un poco aburrido. Creo que no es muy saludable que Europa se convierta en una única cultura”, reflexiona este fotógrafo que pertenece a la agencia Panos, una de las más importantes en fotoperiodismo del mundo. Sin embargo, a pesar de ese estatus profesional, él mismo ha sido un damnificado de la crisis. Virtualmente hablando, bajó la persiana de su negocio como fotógrafo afincado en Atenas para exiliarse en el extranjero: “Vivo en Londres desde diciembre porque tenía que pagar en Grecia unas cifras en impuestos y seguridad social que eran ridículas. Necesitaba un 110% de mis ingresos. Era imposible seguir así y me marché a Reino Unido”, dice. Como él, se calcu­la que 200.000 griegos han abandonado el país desde el inicio de la crisis. Ciudadanos “jóvenes y talentosos, en una de las mayores fugas de cerebros sucedidas en una economía occidental avanzada”, según describía el periódico The Guardian recientemente. “De mis amigos, un 50% viven fuera, unos quince calculo, en Alemania, Holanda, Inglaterra, Australia, Francia, Suiza… En realidad, solo se pudieron quedar los que tenían empleos fijos, los que eran profesores, los que trabajan en el sector público”, detalla Makkas.
“Mi padre me advirtió hace unos años, me dijo que me fuera, veía venir la situación. Mis abuelos se han tomado muy mal mi marcha. A ellos también les ha afectado la crisis, porque son pensionistas y les han recortado los ingresos a la mitad”, prosigue el fotógrafo. Y es que en Grecia, el 45% de los jubilados cobran menos de 665 euros al mes, cifra considerada la línea de la pobreza. Si se compara con la situación en 2009, en la antesala del inicio de los recortes, la caída ha sido tremenda, porque los pensionistas pobres eran entonces el 20%.
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Taberna en la calle Tzaferi, en Atenas (Grecia). / Georgios Makkas
Se vaya donde se vaya en Grecia, se hable con quien se hable, los ciudadanos lamentan la situación en la que se encuentran, relatan los sufrimientos y dificultades en sus vidas y en sus negocios, y recuerdan a los familiares y amigos emigrados. Cuestión distinta es el análisis y las opiniones sobre lo que se hizo, lo que se hace y lo que se debería hacer desde el poder. Es ahí donde aparecen fuertes divisiones y brotan apasionados debates. Tan pronto un matrimonio, en una cola para un concierto de Yiannis Kotsiras –cantante crítico con la política de recortes de los últimos años–, defiende la gestión del primer ministro Tsipras y elabora un discurso del “sí se puede” a la griega, como un joven de familia tradicionalmente socialista añora las épocas del PASOK al tiempo que reconoce la deriva del partido, o el dueño de un hostal en Gerolimenas, una pequeña población apartada del Peloponeso, echa pestes de Syriza y reclama la vuelta de Nueva Democracia al poder. “¿Ves esa montaña? ¡Ojalá Varoufakis y Tsipras se tiraran de ella!”, decía este último, desesperado, ante el goteo incesante de cancelaciones en su establecimiento turístico un día después del cierre de los bancos, a finales de junio, y la limitación a 60 euros de la retirada de efectivo de los cajeros.
“¿Volveré a casa? Creo que la situación va a empeorar, así que no lo sé. Quién sabe. Tengo enormes dudas.
 Creo que al menos durante 10 años no va a ser fácil”, apunta Makkas. Desde Londres. En un perfecto inglés.

 

La policía sospecha que el cadáver hallado en Astorga es de la peregrina.............................José Precedo

El cuerpo, totalmente descompuesto, ha sido encontrado en la finca del principal sospechoso.

Un grupo de agentes durante la búsqueda. / El País TV

La policía halló la noche de este viernes un cadáver en la finca del principal sospechoso de la desaparición de la peregrina estadounidense Denise Pikka Thiem.
 Fuentes de la investigación explican que el estado del cuerpo presenta tal grado de descomposición que no se puede determinar a simple vista si se trata de un hombre o una mujer, pero la policía está convencida de que es de la turista norteamericana desaparecida el pasado 5 de abril. Miguel Ángel M. B., de 39 años, era el sospechoso número 1 en la lista de la policía y ya había sido investigado al inicio del caso.
 En la tarde del viernes fue arrestado por los agentes en un bar de Grandas de Salime (Asturias), a 162 kilómetros de la aldea de Castrillo de los Polvazares, en Astorga (León), donde residía en una casa prefabricada alejada del núcleo urbano y de la que huyó sin dejar rastro la pasada semana.

Denise Thiem contó en la víspera de que se le perdiera el rastro a varios testigos que tenía previsto realizar una etapa de 14 kilómetros de la ruta jacobea entre Astorga y la aldea de El Ganso, donde iba a pasar la noche en un albergue.
 Desapareció el 5 de abril y nunca más se supo de ella.
 Fuentes cercanas a la investigación sostienen que hay contundentes indicios contra el arrestado: se ha hallado una sierra de su propiedad con restos biológicos que se están analizando y la policía investiga además una operación bancaria que Miguel Ángel M. B. realizó pocos días después de la desaparición de Thiem para cambiar más de 1.000 dólares por euros.
El cuerpo, “totalmente descompuesto”, fue localizado horas después del arresto en Grandas de Salime del sospechoso de la desaparición de la mujer.
El detenido, Miguel Ángel M. B., estaba en boca de todos en Castrillo de Polvazares desde que comenzaron las pesquisas.
 Algunos lugareños lo definen como un hombre de vida solitaria y modales abruptos que nunca hizo buenas migas con el vecindario.
Cuando murieron animales envenenados en Castrillo, la culpa fue para él; igual que la vez que aparecieron coches con las ruedas pinchadas y algunos pequeños robos en tiendas del pueblo.
 Otros testimonios aseguran que el sospechoso molestaba en ocasiones a peregrinas que realizaban esa ruta siguiéndolas en su bicicleta.
Hace unos días que se había evaporado.
 Nadie en la localidad leonesa conocía demasiado de su historia
. Una mujer apunta que hace tres años contó que estaba casado y tenía una hija, y que las dos mujeres de su vida pronto llegarían de Madrid para acompañarle.
 Durante un tiempo se le vio vendiendo en algunos establecimientos hosteleros de la zona productos que, según él, extraía de su huerta.
 Cuando uno de los clientes le preguntó, extrañado, por el tamaño de la finca, el ahora detenido ya no regresó con más hortalizas.
 El imaginario del pueblo le atribuye también unos cepos que se encontraron cerca de su residencia y constantes quejas sobre lo mucho que intentaba acercarse la gente a su vivienda.

Cronología de la desaparición

-El día 6 de marzo la peregrina inició en solitario el Camino de Santiago desde Pamplona.
 Durante alrededor de un mes, Thiem realizó la ruta, cuyo recorrido se podía seguir a través de las fotografías que sacaba y colgaba en su perfil social.
-La última vez que la peregrina sacó dinero del cajero —50 euros— fue el 1 de abril.
-La última instantánea la tomó el pasado 3 de abril en un lugar sin identificar, aunque la subió a Internet un día después.
-El último día que se comunicó con una amiga a través de la Red fue el día 4. En la tarde de ese mismo día Thiem mostró su credencial de peregrina en el albergue de San Javier, cercano a la catedral de Astorga.
-Al día siguiente, durante el Domingo de Resurrección, desayunó en la cafetería Gaudí, según las declaraciones de varios peregrinos.
-Su pista se perdió en la iglesia de Santa Marta el 5 de abril, aledaña a la catedral maragata.
La estadounidense planeaba asistir a misa y emprender luego una etapa de 14 kilómetros hasta la localidad de El Ganso, porque le habían informado de que tenía "un albergue decente", según se leía en el último mensaje que publicó.
-Cinco meses después, se ha reactivado la búsqueda
. Los responsables policiales no dan pistas del por qué.
-En este tiempo ha mediado una carta del senador republicano de EE UU John McCain al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ofreciendo la ayuda del FBI. El Ministerio del Interior admite que la investigación es "prioritaria".

Despliegue policial

El arresto, en cualquier caso, produjo estupor en la más turística de las aldeas de Astorga, famosa por ser una postal casi perfecta de la arquitectura maragata.
Ese remanso de paz que los visitantes acuden a disfrutar, sobre todo los fines de semana, se había interrumpido ya el pasado jueves con la llegada de 300 efectivos de Policía Nacional y de la Unidad Militar de Emergencias, que desde entonces han peinado sin descanso la veintena de pozos y los matorrales de la zona para dar con el cuerpo de la peregrina norteamericana.
El ingente dispositivo de rastreo, que ha incluido helicópteros, expertos de rescate en el subsuelo, tanquetas blindadas y varios camiones de la Unidad Militar de Emergencias, fue interrumpido cuando llegaron noticias de Asturias sobre el arresto.
 Todo se paralizó a la espera de que la juez de instrucción de Astorga tomase declaración al detenido y decidiese o no restablecer la búsqueda, que se reactivó hasta el hallazgo del cuerpo en la finca del sospechoso, epicentro de la búsqueda desde el pasado jueves, donde se han rastreado más de cien hectáreas.
Los portavoces oficiales de la policía y el Ministerio de Interior repitieron durante los dos últimos días que Miguel Ángel M. B. (entonces aún no identificado por sus siglas) era “un sospechoso más, como otros sobre los que se ha indagado en este tiempo”.
La repercusión del caso en EE UU empujó al senador republicano John McCain a enviar una carta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la que llegaba a ofrecer la colaboración del FBI.

 

Arqueologías del cine................................................................................. Antonio Muñoz Molina

Las personas de mi generación serán las últimas en recordar un tiempo en que la televisión aún no existía y el cine era la forma suprema del entretenimiento.

 

Patio de butacas del cine Fígaro de Madrid, en 1966. / EFE

Las personas de mi generación serán las últimas en recordar un tiempo en que la televisión aún no existía y el cine era la forma suprema del entretenimiento. 
En las ciudades pequeñas, en los pueblos de mayoría campesina, el cine se integró en un rico ecosistema de ficciones que eran sobre todo orales, complementando a la radio pero sin competir con ella, integrando sus mitologías en los repertorios de la imaginación popular. La mayor parte de los géneros narrativos cultivados por los autores de radionovelas eran los mismos que ofrecía el cine: el melodrama, las historias de misterios y crímenes.
 Había veces que una misma historia se difundía en la radio y después en el cine, o incluso en el teatro, y eso multiplicaba los fervores colectivos, la identificación emocional entre el público y los personajes de las fábulas que lo subyugaban
. En una época en la que la única música que se escuchaba en la radio eran variantes diversas de copla o canción española aflamencada, el oyente reconocía su propia vida y su propia lengua en esas canciones, que no eran ajenas casi nunca a las heredadas de la tradición oral, y muchas veces se mezclaban con ellas.
Hablo de mis propios recuerdos. Cuando se estrenó con un éxito inmenso ¿Dónde vas, Alfonso XII?, el romance que da el título a la película y que cantan en ella unas niñas formaba parte ya del repertorio de las canciones infantiles que oíamos cotidianamente en la calle. Joselito, Antonio Molina, Lola Flores y algo más tarde Marisol pasaron de la radio al cine, y durante años se movieron entre esos dos medios, convertidos en héroes que provocaban una identificación más poderosa por su cercanía. Joselito o Pablito Calvo eran idénticos a cualquier niño de clase trabajadora; Antonio Molina era el joven obrero que se abre paso gracias a su talento y su coraje, y a quien el don de su voz y la bondad de su carácter le permiten al mismo tiempo salir de la pobreza y permanecer fiel a sus orígenes, es decir, al público innumerable, hombres y mujeres, que lo escucha cantar en la radio y llena los cines cada vez que se estrena una película suya.
Pero el cine también se contaminaba de otro modo de la tradición oral. 
Cuando yo era niño, la gente, también los adultos, dedicaba mucho tiempo y esfuerzo a contar películas, y así un producto de Hollywood, hecho y difundido gracias a las tecnologías más costosas, se convertía en lo más primario y lo más humilde, un cuento contado en voz alta en un corrillo. Cuando mi madre volvía de ver una película de mayores yo le pedía que me la contara con el máximo detalle.
 Algunos de los cuentos de miedo que más me han sobrecogido en mi vida me los contaba un tío mío en la oscuridad del dormitorio que compartíamos, cuando volvía de una película de vampiros o monstruos.
 El grado máximo de entusiasmo narrativo era cuando nos juntábamos en un grupo en el que todos habíamos visto la misma película, y competíamos los unos con los otros alzando la voz para rememorar la escena que más nos había gustado.
Algunos de los cuentos de miedo que más me han sobrecogido me los contaba un tío mío en la oscuridad del dormitorio
Ni siquiera faltaba el relato por entregas.
 Durante un tiempo, en nuestra clase, había solo un alumno que tuviera televisión en su casa.
 Un día a la semana, nada más llegar al patio, nos reuníamos en torno a él para que nos contara el último episodio de una serie que ya nos estremecía de miedo nada más que con su título: Belfegor, el vampiro del Louvre.
  Recuerdo ese nombre y la imaginación se me llena de sombras de película expresionista deslizándose por escalinatas, siluetas enmascaradas y envueltas en capas de mucho vuelo
. Semana a semana aguardé el día en que llegara a clase nuestro compañero trayéndonos un capítulo más de la historia, como llevaban los veleros a América los cuadernillos recién impresos de las novelas por entregas de Dickens.
En Úbeda, con 30.000 habitantes, había dos cines grandes de invierno, y llegó a haber cinco de verano, incluyendo la plaza de toros, donde cada domingo se llenaban las gradas y las sillas de madera plegables instaladas en el ruedo
. El cine era el pan nuestro de cada noche de verano.
 En las copas de los pinos contiguos al cine de la Cava, colgaban racimos de espectadores polizones, a horcajadas de las ramas, más altas que la tapia. Como sucede siempre con las ficciones populares, la mayor parte de las películas correspondían a las normas estrictas de un género: de indios y vaqueros, de crímenes, de risa, de romanos, de espadachines, de piratas, “de llorar”. Estas últimas eran dramones mexicanos en blanco y negro que gustaban exclusivamente a las mujeres y provocaban oleadas de sollozos e insultos contra los malvados de bigotillo negro que ultrajaban a las heroínas indefensas
. Algunas modas duraron años, originadas por un éxito repentino: la moda de los spaghetti westerns después de La muerte tenía un precio, que desató fervores multitudinarios como yo no he visto nunca; la de los espías internacionales seductores, con despliegues de anatomías femeninas y de artefactos de tecnología mortífera.
 En las de gladiadores, subgénero de las de romanos —que incluían cualquier antigüedad, más o menos disparatada en sus vestuarios y decorado—, algunos aficionados precoces prestábamos más atención a los muslos y los escotes de las bellas esclavas con túnicas de apertura lateral que a los combates de héroes aceitosos en el coliseo.
 A nadie le sorprendía que todos aquellos personajes, de tantas épocas y países, con tantos vestuarios distintos, hablaran siempre un robusto español.
En las copas de los pinos contiguos al cine de la Cava, colgaban racimos de espectadores polizones, a horcajadas de las ramas
Vivíamos espléndidamente alimentados a base de malas películas que tal vez estaban incluso peor hechas de lo que recordamos
. Pero la emoción era legítima, la generosidad incondicional de nuestra expectativa, el momento de la llegada al cine, de caminar por un suelo de grava oliendo a dondiegos de noche, de escuchar la música amplificada por los altavoces cuando la pantalla estaba plenamente iluminada y todavía en blanco, la gran lona sujeta a sus bastidores laterales y estremecida por un rastro de brisa, la Vía Láctea atravesando el cielo, entonces muy cuajado de estrellas, la gran bóveda lujosa de nuestro cine de verano.
 Hubo un año en el que por esos altavoces, entre las canciones que ponían antes y después de la película, sonó cada noche Black is Black, como un vendaval de algo nuevo que no sabíamos lo que era, pero que merecía nuestra fervorosa aprobación, aunque no entendiéramos el idioma en el que la cantaban.
La radio, y luego el cine, habían irrumpido en la cultura popular y se habían hecho parte de ella. La televisión la destruyó, o la cambió irreparablemente, en muy poco tiempo, como esas especies invasoras que arrasan un ecosistema antes de que otros organismos desarrollen defensas.
 No es un juicio de valor, sino la constatación de un hecho.
 Fue en la televisión donde por fin empezamos a ver buenas películas, antes de viajar a las capitales en las que nos volvimos adictos a otras formas de cine, a salas más cerradas y recogidas a las que íbamos a solas y en las que ahora escuchábamos las voces verdaderas de los actores, la bella música desconocida de otros idiomas.