6 sept 2015
El FBI espió a Gabriel García Márquez..................................... Silvia Ayuso
Documentos demuestran que el FBI vigiló al escritor colombiano durante dos décadas.
El FBI mantuvo bajo una discreta vigilancia al escritor Gabriel García Márquez
durante más de dos décadas por órdenes directas de su más mítico
director, Edgar J. Hoover.
Así lo revelan los documentos desclasificados a petición del diario The Washington Post y que muestran que la agencia estadounidense siguió los pasos del premio Nobel de Literatura desde el momento en que se instaló en Nueva York para trabajar para la agencia de prensa cubana Prensa Latina, en 1961.
El propio Hoover parece haber firmado la orden, que data del 8 de febrero de 1961, de que “en el caso de que (García Márquez) entre en EE UU por cualquier motivo, el FBI debe ser avisado de inmediato”
. Así se hizo cuando Gabo se instaló en el hotel Webster de Manhattan junto con su mujer, Mercedes Barcha, y su primogénito, Rodrigo, ese mismo año.
Entre los primeros reportes registrados sobre las actividades de García Márquez en Nueva York hay detalles como que pagó 200 dólares para costearse un mes de estancia en el hotel neoyorquino. Los datos apuntan a que en esos primeros meses en EE UU el FBI contactó al menos a nueve “informantes confidenciales” que le mantenían al tanto sobre las idas y venidas del periodista y escritor colombiano.
La vigilancia se mantendría durante 24 años, pese a que para entonces García Márquez ya era un renombrado autor que se codeaba con las más altas autoridades mundiales, incluidos presidentes como el estadounidense Bill Clinton, señala el Post.
El diario ha obtenido 137 páginas desclasificadas del expediente -hasta ahora desconocido- que la agencia federal mantuvo sobre el premio Nobel de Literatura.
El FBI ha mantenido clasificadas otras 133 páginas del dossier, por lo que el Post reconoce que no ha podido descubrir qué fue lo que provocó el interés de la agencia sobre el escritor colombiano que en aquel entonces todavía no había alcanzado la fama mundial que le darían sus novelas más famosas, como Cien años de Soledad (1967) o la más tardía El amor en los tiempos del cólera.
Pero para su hijo Rodrigo García, aunque la noticia de la vigilancia sobre su padre supuso una novedad, no constituye sin embargo sorpresa alguna.
“Teniendo en cuenta que este colombiano estaba en Nueva York para abrir una agencia de prensa cubana, lo inusual habría sido que no espiaran”,
dijo el productor residente en Los Angeles al diario capitalino.
La ironía, agregó García, es que a su padre lo echaron de Prensa Latina unos meses más tarde porque no lo consideraban lo suficientemente radical. “
Mi padre no era un comunista de carné.
De hecho, había publicado algunos artículos sobre sus viajes a países socialistas y sus análisis eran mixtos.
Así que no se lo consideraba un verdadero comunista, y perdió ese trabajo”.
No obstante, la afiliación de Gabo a la Cuba de Fidel Castro fue constante a lo largo de su vida, hasta el punto de que el escritor sirvió en varias ocasiones como intermediario entre Washington y La Habana, según se reveló en el libro Back Channel to Cuba publicado unos meses después de la muerte del escritor, el 17 de abril de 2014.
Aunque no hay constancia de que el FBI llegara a abrir una investigación criminal contra Gabo, con la revelación de que fue vigilado por la agencia, el escritor latinoamericano pasa a formar parte de la selecta lista de autores bajo la mira de Hoover, entre los que se incluyen el también Nobel y enamorado de Cuba Ernest Hemingway, John Steinbeck o Norman Mailer.
Así lo revelan los documentos desclasificados a petición del diario The Washington Post y que muestran que la agencia estadounidense siguió los pasos del premio Nobel de Literatura desde el momento en que se instaló en Nueva York para trabajar para la agencia de prensa cubana Prensa Latina, en 1961.
El propio Hoover parece haber firmado la orden, que data del 8 de febrero de 1961, de que “en el caso de que (García Márquez) entre en EE UU por cualquier motivo, el FBI debe ser avisado de inmediato”
. Así se hizo cuando Gabo se instaló en el hotel Webster de Manhattan junto con su mujer, Mercedes Barcha, y su primogénito, Rodrigo, ese mismo año.
Entre los primeros reportes registrados sobre las actividades de García Márquez en Nueva York hay detalles como que pagó 200 dólares para costearse un mes de estancia en el hotel neoyorquino. Los datos apuntan a que en esos primeros meses en EE UU el FBI contactó al menos a nueve “informantes confidenciales” que le mantenían al tanto sobre las idas y venidas del periodista y escritor colombiano.
La vigilancia se mantendría durante 24 años, pese a que para entonces García Márquez ya era un renombrado autor que se codeaba con las más altas autoridades mundiales, incluidos presidentes como el estadounidense Bill Clinton, señala el Post.
El diario ha obtenido 137 páginas desclasificadas del expediente -hasta ahora desconocido- que la agencia federal mantuvo sobre el premio Nobel de Literatura.
El FBI ha mantenido clasificadas otras 133 páginas del dossier, por lo que el Post reconoce que no ha podido descubrir qué fue lo que provocó el interés de la agencia sobre el escritor colombiano que en aquel entonces todavía no había alcanzado la fama mundial que le darían sus novelas más famosas, como Cien años de Soledad (1967) o la más tardía El amor en los tiempos del cólera.
Pero para su hijo Rodrigo García, aunque la noticia de la vigilancia sobre su padre supuso una novedad, no constituye sin embargo sorpresa alguna.
“Teniendo en cuenta que este colombiano estaba en Nueva York para abrir una agencia de prensa cubana, lo inusual habría sido que no espiaran”,
dijo el productor residente en Los Angeles al diario capitalino.
La ironía, agregó García, es que a su padre lo echaron de Prensa Latina unos meses más tarde porque no lo consideraban lo suficientemente radical. “
Mi padre no era un comunista de carné.
De hecho, había publicado algunos artículos sobre sus viajes a países socialistas y sus análisis eran mixtos.
Así que no se lo consideraba un verdadero comunista, y perdió ese trabajo”.
No obstante, la afiliación de Gabo a la Cuba de Fidel Castro fue constante a lo largo de su vida, hasta el punto de que el escritor sirvió en varias ocasiones como intermediario entre Washington y La Habana, según se reveló en el libro Back Channel to Cuba publicado unos meses después de la muerte del escritor, el 17 de abril de 2014.
Aunque no hay constancia de que el FBI llegara a abrir una investigación criminal contra Gabo, con la revelación de que fue vigilado por la agencia, el escritor latinoamericano pasa a formar parte de la selecta lista de autores bajo la mira de Hoover, entre los que se incluyen el también Nobel y enamorado de Cuba Ernest Hemingway, John Steinbeck o Norman Mailer.
“En Hollywood todo se solucionaría clonando a Jennifer Lawrence”........................ Rocío Ayuso
La actriz Anne Hathaway, protagonista de 'El becario' junto a Robert de Niro, se declara fascinada por el universo de Instagram, donde tiene 770.000 seguidores.
Anne Hathaway
se muere de risa con lo que piensa que será el titular de esta
entrevista: "¡No quiero ser un mueble de IKEA!" “No es que lo tenga tan
pensado aunque estoy segura de que quiero ser incinerada o enterrada
bajo un árbol que no acabe hecho estanterías
. Pero ¿cómo he acabado hablando de esto?”, se vuelve a desternillar abriendo aún más los ojos
. La respuesta es simple. Hablando de la vida y de la muerte, de su próximo estreno, esa comedia titulada El becario que protagoniza junto a Robert de Niro, o de Instagram, ese otro universo paralelo a su fama en Hollywood que la actriz ganadora del Oscar por Los Miserables ha descubierto y en el que cuenta con más de 770.000 seguidores.
Una realidad virtual donde se siente viva. “Ahí no me paro a pensar si soy la verdadera Anne o no. Simplemente soy.
No se trata de ser valiente o de llevar el corazón a flor de piel sino de ser y lo más maravilloso es que tú tienes la elección de ser mi amigo. Si me sigues, bien. Y si no, también”, añade pícara y refrescante
. Y puede que el corazón lo lleva a flor de piel en las redes sociales, pero ahora está en su pantalón, un bordado de pedrería cruzado por una flecha de cupido que adorna su conjunto negro de Scott Pirelli.
Y, a continuación, la actriz, observadora, se fija en el color de las gafas de esta periodista. “Turquesa como mis pendientes”, añade.
Pregunta: ¿Tanto le gusta la moda?
Respuesta: Dudo que me fijara tanto en estas cosas si no fuera actriz.
Pero mi carrera ha tenido mucho que ver con la moda con películas como El diablo viste de Prada y ahora esta.
Personalmente aprecio la moda, pero no me obsesiona.
No necesito ir a la última y valoro más el corte que el estilo. También aprecio la belleza de una colección
. Y mantengo una relación muy personal y profunda con Valentino, alguien que me ha enseñado mucho.
Pero eso es lo maravilloso de ser actriz, la sinergia que existe entre el cine y la moda.
P. Hay momentos que no son tan maravillosos como las críticas que vivió tras ganar el Oscar.
R. Los instantes maravillosos existen cuando la gente empieza a actuar, cuando todavía son jóvenes y capaces de ser ellos mismos en público.
Para mí, no ha sido así. He tenido que pasar mucho tiempo siendo alguien que no era para aprender a cómo ser quien soy. No pasa nada. Algunos somos más lentos.
P. ¿Cree que hay un doble rasero en Hollywood? ¿Qué le perdo
narían más cosas de ser hombre?
R. Tristemente lo de la desigualdad se da en todos los campos.
Hay mucho que aprender y Hollywood no se libra.
Pero soy optimista. La campaña Heforshe que puso en marcha Emma Watson el pasado año para la igualdad de género tuvo la mejor de las respuestas.
Y tres millones de hurras para Jennifer Lawrence por negociar el primer contrato por casi 18 millones de euros para una actriz.
Por saber lo que vale y defenderlo. En Hollywood todo se solucionaría clonando a Jennifer Lawrence.
Hathaway fue la Lawrence de hace una década, la Emma Watson que se codeó con la realeza de Hollywood desde sus comienzos en Princesa por sorpresa sin dejarse amilanar por Julie Andrews, Meryl Streep o ahora Robert de Niro, algunos de los compañeros de reparto de su carrera.
Pero también ha tenido tropezones como ese novio que el FBI arrestó por defraudar a sus inversores o la campaña #HathaHate que la persiguió por las redes tras su momento de victoria. Ahora, felizmente casada con el diseñador de joyas Adam Shulman, Hathaway habla con más veteranía que la que sus 32 años deberían darle, pero ya se sabe que en Hollywood la juventud es un grado.
P. ¿Está satisfecha con su trayectoria?
R. He tenido que aprender a navegar en público, a sacudir los errores con gracejo, dignidad y tacto hasta que me vuelva a dar de bruces.
Por eso me doy por contenta con tener una carrera, interpretar papeles diferentes y disfrutar de un abanico tan amplio como sea posible.
P. ¿De ahí su interés por otras plataformas, la televisión o las redes sociales?
R. Tengo mi compañía de producción desde hace unos años, pero en cuanto termine esta entrevista lo que haré será entrar en mi cuenta de Instagram para cotillear lo que han hecho los demás. Estos días todos buscamos una estimulación constante, 24 horas al día. Algo impersonal y donde además disfrutamos de un gran control eligiendo lo que nos gusta. Es lo que nos va
. Quizá cambie en cinco años. Seguro.
Pero ahora es lo que hay.
. Pero ¿cómo he acabado hablando de esto?”, se vuelve a desternillar abriendo aún más los ojos
. La respuesta es simple. Hablando de la vida y de la muerte, de su próximo estreno, esa comedia titulada El becario que protagoniza junto a Robert de Niro, o de Instagram, ese otro universo paralelo a su fama en Hollywood que la actriz ganadora del Oscar por Los Miserables ha descubierto y en el que cuenta con más de 770.000 seguidores.
Una realidad virtual donde se siente viva. “Ahí no me paro a pensar si soy la verdadera Anne o no. Simplemente soy.
No se trata de ser valiente o de llevar el corazón a flor de piel sino de ser y lo más maravilloso es que tú tienes la elección de ser mi amigo. Si me sigues, bien. Y si no, también”, añade pícara y refrescante
. Y puede que el corazón lo lleva a flor de piel en las redes sociales, pero ahora está en su pantalón, un bordado de pedrería cruzado por una flecha de cupido que adorna su conjunto negro de Scott Pirelli.
Y, a continuación, la actriz, observadora, se fija en el color de las gafas de esta periodista. “Turquesa como mis pendientes”, añade.
Pregunta: ¿Tanto le gusta la moda?
Respuesta: Dudo que me fijara tanto en estas cosas si no fuera actriz.
Pero mi carrera ha tenido mucho que ver con la moda con películas como El diablo viste de Prada y ahora esta.
Personalmente aprecio la moda, pero no me obsesiona.
No necesito ir a la última y valoro más el corte que el estilo. También aprecio la belleza de una colección
. Y mantengo una relación muy personal y profunda con Valentino, alguien que me ha enseñado mucho.
Pero eso es lo maravilloso de ser actriz, la sinergia que existe entre el cine y la moda.
P. Hay momentos que no son tan maravillosos como las críticas que vivió tras ganar el Oscar.
R. Los instantes maravillosos existen cuando la gente empieza a actuar, cuando todavía son jóvenes y capaces de ser ellos mismos en público.
Para mí, no ha sido así. He tenido que pasar mucho tiempo siendo alguien que no era para aprender a cómo ser quien soy. No pasa nada. Algunos somos más lentos.
P. ¿Cree que hay un doble rasero en Hollywood? ¿Qué le perdo
narían más cosas de ser hombre?
R. Tristemente lo de la desigualdad se da en todos los campos.
Hay mucho que aprender y Hollywood no se libra.
Pero soy optimista. La campaña Heforshe que puso en marcha Emma Watson el pasado año para la igualdad de género tuvo la mejor de las respuestas.
Y tres millones de hurras para Jennifer Lawrence por negociar el primer contrato por casi 18 millones de euros para una actriz.
Por saber lo que vale y defenderlo. En Hollywood todo se solucionaría clonando a Jennifer Lawrence.
Hathaway fue la Lawrence de hace una década, la Emma Watson que se codeó con la realeza de Hollywood desde sus comienzos en Princesa por sorpresa sin dejarse amilanar por Julie Andrews, Meryl Streep o ahora Robert de Niro, algunos de los compañeros de reparto de su carrera.
Pero también ha tenido tropezones como ese novio que el FBI arrestó por defraudar a sus inversores o la campaña #HathaHate que la persiguió por las redes tras su momento de victoria. Ahora, felizmente casada con el diseñador de joyas Adam Shulman, Hathaway habla con más veteranía que la que sus 32 años deberían darle, pero ya se sabe que en Hollywood la juventud es un grado.
P. ¿Está satisfecha con su trayectoria?
R. He tenido que aprender a navegar en público, a sacudir los errores con gracejo, dignidad y tacto hasta que me vuelva a dar de bruces.
Por eso me doy por contenta con tener una carrera, interpretar papeles diferentes y disfrutar de un abanico tan amplio como sea posible.
P. ¿De ahí su interés por otras plataformas, la televisión o las redes sociales?
R. Tengo mi compañía de producción desde hace unos años, pero en cuanto termine esta entrevista lo que haré será entrar en mi cuenta de Instagram para cotillear lo que han hecho los demás. Estos días todos buscamos una estimulación constante, 24 horas al día. Algo impersonal y donde además disfrutamos de un gran control eligiendo lo que nos gusta. Es lo que nos va
. Quizá cambie en cinco años. Seguro.
Pero ahora es lo que hay.
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