Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 sept 2015

Al pasar la barca........................................................................ Carlo Frabetti

El río que nos lleva y las barcas que lo cruzan o lo recorren: un tema inagotable para artistas, poetas… y matemáticos.

 


En el acertijo anterior, al dar siete números de una fila de un cuadrado mágico de orden 8, en realidad los damos todos, pues su suma tiene que ser la constante mágica del cuadrado; puesto que en el cuadrado están los números del 1 al 64, la suma total será 2.080, y como las ocho filas tienen que sumar lo mismo, la constante es 2.080 : 8 = 260. Por lo tanto, el octavo número de la primera fila es 260 – 61 – 62 – 63 – 64 – 1 – 2 – 3 = 4, y el de la octava fila es 260 – 36 – 35 – 34 – 33 – 32 – 31 – 30 = 29
. A pesar de tener dos filas completas, no es fácil hallar la solución que vemos en la figura (obsérvese la elegante simetría del recorrido del rey, a la izquierda).
Pero ya está bien (por el momento) de recorridos individuales: un filósofo que va a visitar a un amigo, un paseante que cruza puentes, un ciclista que va y vuelve de la playa, un punto que recorre las aristas de un poliedro
 Veamos ahora algunos interesantes recorridos que implican a varias personas, animales o cosas, como los que aparecen en un tema clásico de los acertijos lógicos: el de la barca con la que hay que cruzar un río cumpliendo ciertos requisitos.
Uno de los más sencillos y conocidos, pero no por ello desdeñable, es el del pastor que va con un lobo, una cabra y una enorme col y tiene que cruzar un río en una pequeña barca que solo le permite llevar una cosa a la vez, con el agravante de que no puede dejar solos al lobo y a la cabra (pues el primero se comería a la segunda) ni la col con la cabra (pues el artiodáctilo se comería la hortaliza).
Otro muy similar es el de la familia gordita: el padre y la madre pesan cien kilos cada uno, y el hijo y la hija cincuenta por cabeza, y tienen que cruzar un río en una barca que solo puede llevar como máximo cien kilos.
¿Cómo pueden cruzar el río de forma que nunca una mujer quede en compañía de otro hombre si su marido no está presente?
Y un tercer clásico: tres misioneros y tres caníbales llegan a un río y quieren pasar a la otra orilla. Disponen de una barca en la que solo pueden viajar dos personas, y en ningún momento puede haber más caníbales que misioneros en una orilla, porque los primeros se comerían a los segundos.
¿Cómo pueden pasar todos al otro lado del río?
Y una variante del anterior: tres maridos celosos y sus respectivas esposas tienen que cruzar un río en una barca que solo puede llevar a dos personas en cada viaje. ¿Cómo pueden cruzar el río de forma que nunca una mujer quede en compañía de otro hombre si su marido no está presente?
Y sin salir del tema de las barcas y los ríos, pero enfocado desde otro ángulo, he aquí un acertijo propuesto por un lector, José Hinojosa, en una de las primeras entregas de esta sección (ver última entrada de la 9ª página de comentarios de Un filósofo de ida y vuelta):
Dos barcas parten simultáneamente de las orillas opuestas y paralelas de un río.
 Al cabo de cierto tiempo se cruzan a 200 metros de la orilla derecha.
 Continúan su viaje y al llegar a la orilla opuesta cada barca permanece parada 10 minutos, tras lo cual vuelven a salir en sentidos opuestos, cruzándose otra vez, a 100 metros de la orilla izquierda. ¿Qué anchura tiene el río?
Invito a nuestras lectoras y lectores a proponer otros acertijos sobre el inagotable tema de las barcas y los ríos.

Escucha

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¿Donde están?



Isabel Preysler

Cine en el Louvre ocupado.................................................... Tommaso Koch

El ruso Aleksandr Sokurov compite en Venecia con ‘Francofonia’,su regreso tras 'Hermitage'.

 

Fotograma de 'Francofonia'.

Para buena parte del público Aleksandr Sokurov debe de sonar más a trabalenguas que a cine.
En el festival de Venecia, sin embargo, el director ruso es una institución, más aun desde que se llevó el León de Oro por Fausto.
  Tanto que algunos hasta tienen un método especial aplicado a sus películas
. “Decidí desde el principio que la vería al menos dos veces, quizás tres”, decía un joven a su amigo, justo después de la proyección de Francofonia. “Obvio.
 Y creo que hay que dejar pasar al menos 70 horas antes de formular un juicio”, respondía el otro.
 A falta de tanto tiempo para opinar, la sala Darsena acogió ayer el nuevo filme de Sokurov con el mayor aplauso que se haya escuchado en el concurso oficial hasta la fecha.
Con un tremendo esfuerzo de síntesis y simplificación, se podría decir que Francofonia es el regreso del veterano director siberiano a los museos.
Tras la atrevidísima El arca rusa, un único plano secuencia de 96 minutos rodado en el Hermitage de San Petersburgo en 2002, ahora Sokurov se mide con el Louvre.
 El museo, de hecho, cofinancia el proyecto, filmado en sus pasillos y que relata la ocupación nazi de París en 1940.
 En concreto, el filme se centra en la relación entre el entonces director de la pinacoteca, Jacques Jaujard, y el oficial alemán encargado de la protección del arte, Franziskus Wolff-Metternich, enemigos y sin embargo aliados para salvar los tesoros que quedaban en el museo –muchos ya habían sido evacuados o escondidos-.
Pero Francofonia va mucho más allá. Al hilo principal se suman imágenes de archivo y otras rodadas como si lo fueran, la Libertad del célebre cuadro de Delacroix y Napoleón sentados juntos frente a la Gioconda, las reflexiones en voz alta del cineasta sobre la cultura y el pueblo y sus conversaciones telefónicas con su amigo Dirk, un capitán de un barco que lleva containers llenos de obras de arte y se halla en medio de una tormenta. El filme es, además, un homenaje de Sokurov “a los valores de Francia”, como contó el director ante la prensa. Lo cierto es que quizás ni 70 horas sean suficientes para entender del todo Francofonia.
Al fin y al cabo el propio director lanzó explicaciones igual de estructuradas.
“Las respuestas simples se han acabado, quedan las complicadas
. No ha habido ninguna renovación de la actitud de las personas, todo se hace a la vieja manera, desde la Primera Guerra Mundial no ha cambiado nada”, ha contado el cineasta, sobre todo atacando a la clase política de todo el mundo.
 Por lo menos, “el cine puede dirigirse a vuestros corazones y almas, para dar la posibilidad de soñar”.
Sokurov no aclaró si su presunta tetralogía soñada sobre museos (faltarían el Prado y el British Museum) se llevará a cabo: de momento, no la tiene planeada, ni quiere especializarse en filmar pinacotecas. “
El museo es el ADN auténtico de la sociedad civil.
 En mis filmes es uno de los personajes”, sostiene
. Y se lanzó a una aplaudida defensa de las artes, sobre todo europeas, y de las individualidades de cada país:
 “La pintura nos permite entender quiénes somos.
Hemos de mirarnos a los rostros, sus particularidades, en busca de lo que nos diferencia.
 En Rusia cuando decimos ‘Italia, Francia, Alemania’, lo hacemos con admiración.
 Tenéis que protegeros con vuestra cultura europea”.
“¿Qué es más valioso, la vida de un hombre o el arte?
 Cada individuo elige. Hay gente que sacrificó su vida por el arte”, planteó Sokurov, que pese a su veteranía dice sentirse todavía como “un alumno” del cine.
 “Todo lo que hago es demasiado imperfecto”, asegura el director.
 Aunque, por lo pronto, medio festival no estaría de acuerdo. En 70 horas, serán más.