3 sept 2015
HUequitos de Sol: Antonio Vega
HUequitos de Sol: Antonio Vega: ANTONIO VEGA La foto es de hace unos años. Hay muchos artículos sobre su muerte, me ha gustado éste, que se titula "Te echaremos de ...
Cuando somos testigos de la Tragedia
“Las manos de mis dos niños se escaparon de las mías”.
Y Dios está dormido...
Sobrevivió a las bombas y a la guerra, pero no al mar ni a las
barreras geográficas y legales que separan un Oriente Próximo en llamas
de Europa.
El niño sirio cuya fotografía se ha convertido en el símbolo del drama de los refugiados -con su diminuta camiseta roja y su pantalón azul, tendido sin vida en la turística playa turca de Ali Hoca Burnu, lamiéndole la cara las mismas olas del mar que lo mataron- ha sido identificado como Aylan Kurdi.
Solo tenía tres años. Su familia había intentado pedir asilo en Canadá.
La barca hinchable en la que viajaban la familia de Aylan y otros refugiados sirios –un total de seis personas- partió en la noche del martes al miércoles de la península de Bodrum (suroeste de Turquía) con destino a la isla de Kos
. Pero jamás llegó a su destino. Junto al pequeño sirio murió su hermano, Galib (de 5 años), su madre, Rihan Kurdi (de 35 años) y un joven de 18 años.
Solo dos personas, una de ellas el padre de la familia Kurdi, Abdulá, lograron ser rescatadas por los guardacostas turcos.
Abdulá Kurdi, el padre del niño ahogado cuya imagen se ha convertido en símbolo de la tragedia de los refugiados sirios ha relatado la tragedia: "La guardia costera [turca] nos detuvo y después nos liberó
. Nosotros mismos conseguimos un bote y empezamos a remar hacia Kos", ha explicado.
"Después de alejarnos unos 500 metros de la costa, en el bote empezó a entrar agua y se nos mojaron los pies. A medida que aumentaba el agua, cundía el pánico.
Algunos se pusieron de pie y el bote volcó. Yo sostenía a mi mujer de la mano", ha recordado. "Las manos de mis dos niños se escaparon de las mías, intentamos quedarnos en el bote, pero el aire disminuía.
Todo el mundo gritaba en la oscuridad. Yo no lograba que mi esposa y mis hijos oyeran mi voz", ha añadido.
"Quiero que todo el mundo vea lo que nos ha ocurrido en el país al que vinimos a refugiarnos de la guerra
. Queremos que el mundo nos preste atención para que puedan impedir que esto les ocurra a otros. Que ellos [sus hijos y su esposa] sean los últimos”, declaró. Su plan ahora es regresar a su país: "Voy a llevarme los cuerpos primero a Suruç [ciudad turca en la frontera con Siria] y luego a Kobane [Siria]. Pasaré el resto de mi vida allí", ha explicado.
De acuerdo a los medios locales, los Kurdi habían escapado de Kobane, la ciudad kurdo-siria fronteriza con Turquía que, durante casi medio año, fue fieramente asediada por el Estado Islámico. Con todo, dos fuentes del gobierno cantonal de Kobane consultadas por este diario afirman que todavía no se ha podido confirmar su origen:
“Estamos tratando de identificar a la familia, pero su apellido es muy genérico y, además de en Kobane, hay Kurdi en las zonas de Raqqa, Alepo y Homs”, aseguró a EL PAÍS el viceministro de Exteriores de Kobane, Idris Nassan. Otra fuente gubernamental explicó que “poco a poco” la mayoría de los refugiados que huyeron de Kobane “están regresando” después de que las milicias kurdas hayan asegurado su control sobre el terreno:
“Pero hay algunos, que huyeron a Turquía antes del asedio del Estado Islámico, que sí quieren escapar a Europa, la mayoría habla de ir a Alemania”.
Al parecer este no era el destino preferido por los Kurdi, que habrían intentado obtener un visado para Canadá, según la prensa de ese país.
En unas declaraciones citadas por el diario Ottawa Citizen, la tía del pequeño Aylan, Teema Kurdi, residente en Vancouver desde hace más de 20 años, explicó que la Oficina de Ciudadanía e Inmigración de Canadá rechazó la petición de asilo que sus parientes habían solicitado en una representación consular canadiense en Turquía.
"Yo estaba intentando patrocinarles, y mis amigos y mis vecinos me ayudaron con los depósitos bancarios, pero no pudimos conseguir sacarlos y por eso se subieron en un bote", ha precisado la tía en el diario canadiense
. "Yo incluso les pagaba el alquiler en Turquía, pero es horrible el modo en que tratan a los sirios allí", ha añadido.
Aylan y Galib no fueron los únicos niños que fallecieron esa fatídica noche
. Otra embarcación naufragó mientras seguían la misma ruta que el bote de los Kurdi. Ocho personas murieron, entre ellas una bebé de 9 meses, dos gemelos de año y medio y dos hermanos de 9 y 11 años.
En esta barca, con capacidad para 10 ocupantes, viajaban 17 refugiados sirios por lo que se cree que fue el exceso de peso lo que hundió el bote.
Sólo siete personas sobrevivieron y dos aún no han sido halladas, aunque un oficial de la Armada turca citado por Reuters reconoció que apenas hay esperanza de que encontrar con vida a los desaparecidos.
Uno de los supervivientes, entrevistado por la agencia turca DHA, afirmó que habían pagado 2.050 euros por cabeza a los traficantes que organizaron el viaje de la costa turca a la isla griega de Kos.
Prácticamente todos los medios turcos llevan hoy en su portada la foto del pequeño Aylan Kurdi con grandes titulares en que se acusa a la comunidad internacional de permanecer impasible al drama migratorio que se vive en el Egeo.
“En 2015, el número de refugiados sirios en Turquía ha alcanzado los 2 millones; en Líbano, con una población de 4,5 millones, hay 1,1 millones –escribe Celal Özcan en el diario Hürriyet-
. Los 28 países de la Unión Europea, que se encuentran entre los más ricos del mundo, han recibido 338.000 refugiados en los primeros siete meses de este año.
La UE, que ha celebrado cumbre tras cumbre para tratar de rescatar a Grecia de la bancarrota, es en cambio incapaz de ponerse de acuerdo sobre los refugiados”.
Ahora que la imágen de un niño ahogado nos sobrecogió hablamos de ello, pero me temo que como dice Iñaki Gabilondo en unos dias nadie se acordará, ¿Por que hay guerra en Siria? sería la 1º pregunta que muy pocos sabrían la respuesta. Y la huída de una muerte de bombas nos lleva al Mar un mar que te atrapa, poniendo un poco de fantasía creamos que el Mar elige a los que quieren que estén con él y se lleva a los mejores.
El Drama humano de ser espectador de la tragedia queda para esa persona que lo ve y no puede hacer nada, por eso mi madre decía siempre que si existiera un Dios no prmitiría que los niños murieran desnutridos de enfermedades o ahogados.....Que si existan los angeles para que se los puedan levar a un lugar mejor y ¿Qué decir a ese padre? nada, silencio, que lleve su pena como testimonio de lo que ocurre en este mundo.
El niño sirio cuya fotografía se ha convertido en el símbolo del drama de los refugiados -con su diminuta camiseta roja y su pantalón azul, tendido sin vida en la turística playa turca de Ali Hoca Burnu, lamiéndole la cara las mismas olas del mar que lo mataron- ha sido identificado como Aylan Kurdi.
Solo tenía tres años. Su familia había intentado pedir asilo en Canadá.
La barca hinchable en la que viajaban la familia de Aylan y otros refugiados sirios –un total de seis personas- partió en la noche del martes al miércoles de la península de Bodrum (suroeste de Turquía) con destino a la isla de Kos
. Pero jamás llegó a su destino. Junto al pequeño sirio murió su hermano, Galib (de 5 años), su madre, Rihan Kurdi (de 35 años) y un joven de 18 años.
Solo dos personas, una de ellas el padre de la familia Kurdi, Abdulá, lograron ser rescatadas por los guardacostas turcos.
Abdulá Kurdi, el padre del niño ahogado cuya imagen se ha convertido en símbolo de la tragedia de los refugiados sirios ha relatado la tragedia: "La guardia costera [turca] nos detuvo y después nos liberó
. Nosotros mismos conseguimos un bote y empezamos a remar hacia Kos", ha explicado.
"Después de alejarnos unos 500 metros de la costa, en el bote empezó a entrar agua y se nos mojaron los pies. A medida que aumentaba el agua, cundía el pánico.
Algunos se pusieron de pie y el bote volcó. Yo sostenía a mi mujer de la mano", ha recordado. "Las manos de mis dos niños se escaparon de las mías, intentamos quedarnos en el bote, pero el aire disminuía.
Todo el mundo gritaba en la oscuridad. Yo no lograba que mi esposa y mis hijos oyeran mi voz", ha añadido.
"Quiero que todo el mundo vea lo que nos ha ocurrido en el país al que vinimos a refugiarnos de la guerra
. Queremos que el mundo nos preste atención para que puedan impedir que esto les ocurra a otros. Que ellos [sus hijos y su esposa] sean los últimos”, declaró. Su plan ahora es regresar a su país: "Voy a llevarme los cuerpos primero a Suruç [ciudad turca en la frontera con Siria] y luego a Kobane [Siria]. Pasaré el resto de mi vida allí", ha explicado.
De acuerdo a los medios locales, los Kurdi habían escapado de Kobane, la ciudad kurdo-siria fronteriza con Turquía que, durante casi medio año, fue fieramente asediada por el Estado Islámico. Con todo, dos fuentes del gobierno cantonal de Kobane consultadas por este diario afirman que todavía no se ha podido confirmar su origen:
“Estamos tratando de identificar a la familia, pero su apellido es muy genérico y, además de en Kobane, hay Kurdi en las zonas de Raqqa, Alepo y Homs”, aseguró a EL PAÍS el viceministro de Exteriores de Kobane, Idris Nassan. Otra fuente gubernamental explicó que “poco a poco” la mayoría de los refugiados que huyeron de Kobane “están regresando” después de que las milicias kurdas hayan asegurado su control sobre el terreno:
“Pero hay algunos, que huyeron a Turquía antes del asedio del Estado Islámico, que sí quieren escapar a Europa, la mayoría habla de ir a Alemania”.
Al parecer este no era el destino preferido por los Kurdi, que habrían intentado obtener un visado para Canadá, según la prensa de ese país.
En unas declaraciones citadas por el diario Ottawa Citizen, la tía del pequeño Aylan, Teema Kurdi, residente en Vancouver desde hace más de 20 años, explicó que la Oficina de Ciudadanía e Inmigración de Canadá rechazó la petición de asilo que sus parientes habían solicitado en una representación consular canadiense en Turquía.
"Yo estaba intentando patrocinarles, y mis amigos y mis vecinos me ayudaron con los depósitos bancarios, pero no pudimos conseguir sacarlos y por eso se subieron en un bote", ha precisado la tía en el diario canadiense
. "Yo incluso les pagaba el alquiler en Turquía, pero es horrible el modo en que tratan a los sirios allí", ha añadido.
Aylan y Galib no fueron los únicos niños que fallecieron esa fatídica noche
. Otra embarcación naufragó mientras seguían la misma ruta que el bote de los Kurdi. Ocho personas murieron, entre ellas una bebé de 9 meses, dos gemelos de año y medio y dos hermanos de 9 y 11 años.
En esta barca, con capacidad para 10 ocupantes, viajaban 17 refugiados sirios por lo que se cree que fue el exceso de peso lo que hundió el bote.
Sólo siete personas sobrevivieron y dos aún no han sido halladas, aunque un oficial de la Armada turca citado por Reuters reconoció que apenas hay esperanza de que encontrar con vida a los desaparecidos.
Uno de los supervivientes, entrevistado por la agencia turca DHA, afirmó que habían pagado 2.050 euros por cabeza a los traficantes que organizaron el viaje de la costa turca a la isla griega de Kos.
Prácticamente todos los medios turcos llevan hoy en su portada la foto del pequeño Aylan Kurdi con grandes titulares en que se acusa a la comunidad internacional de permanecer impasible al drama migratorio que se vive en el Egeo.
“En 2015, el número de refugiados sirios en Turquía ha alcanzado los 2 millones; en Líbano, con una población de 4,5 millones, hay 1,1 millones –escribe Celal Özcan en el diario Hürriyet-
. Los 28 países de la Unión Europea, que se encuentran entre los más ricos del mundo, han recibido 338.000 refugiados en los primeros siete meses de este año.
La UE, que ha celebrado cumbre tras cumbre para tratar de rescatar a Grecia de la bancarrota, es en cambio incapaz de ponerse de acuerdo sobre los refugiados”.
Ahora que la imágen de un niño ahogado nos sobrecogió hablamos de ello, pero me temo que como dice Iñaki Gabilondo en unos dias nadie se acordará, ¿Por que hay guerra en Siria? sería la 1º pregunta que muy pocos sabrían la respuesta. Y la huída de una muerte de bombas nos lleva al Mar un mar que te atrapa, poniendo un poco de fantasía creamos que el Mar elige a los que quieren que estén con él y se lleva a los mejores.
El Drama humano de ser espectador de la tragedia queda para esa persona que lo ve y no puede hacer nada, por eso mi madre decía siempre que si existiera un Dios no prmitiría que los niños murieran desnutridos de enfermedades o ahogados.....Que si existan los angeles para que se los puedan levar a un lugar mejor y ¿Qué decir a ese padre? nada, silencio, que lleve su pena como testimonio de lo que ocurre en este mundo.
Dior se enamora de los labios de Jennifer Lawrence
La 'maison' ha publicado el nuevo anuncio de la línea de belleza que protagoniza la actriz.
El idilio de la firma francesa con la actriz a la que ha convertido en Miss Dior cumple dos años y lo celebra con una nueva campaña de la línea de belleza Dior Addic
t. El fotógrafo Raf Simons, que ya declaró su pasión por la intérprete, ha centrado el objetivo en los labios de Jennifer Lawrence —que cumplió hace dos semanas 25 años— y ha hecho de ella una versión cosmética de la Sharon Stone de Instinto Básico.
La maison ha presentado la “película corta”—como ellos la han llamado— que protagoniza la ganadora de un Oscar y su pinta labios
. Con un vestido rosa, maquillaje sutil y un sexy cruce de piernas, Lawrence se pinta los labios bajo el lema "el brillo no debe ser tímido".
La gama de labiales está formada por 35 tonalidades y ya está disponible en las tiendas.
Van Gogh, un asunto de familia............................................................................. Isabel Ferrer
Tras las celebraciones del 125º aniversario de la muerte de Van Gogh la conmemoración culmina en septiembre con la apertura de un nuevo acceso en el museo de Ámsterdam.
Todos los años, la escena se repetía el primer día de clase.
Al pasar lista, los profesores respiraban profundamente un segundo cuando llegaba el turno de Vincent Willem van Gogh, sobrino biznieto del pintor holandés. “¿Eres… pariente suyo?”, preguntaban casi de forma retórica.
Cumplido el ritual y explicada la afinidad, al muchacho le dejaban tranquilo durante el resto del curso.
Ahora que tiene 61 años y asesora al museo que lleva el nombre de su tío en Ámsterdam –es una especie de embajador cultural–, su tarjeta de visita le presenta como V. Willem van Gogh.
Un pequeño truco que despista al principio y explica con modestia: “Hay suficientes Vincent en la familia”.
El sobrino biznieto del artista habla arropado por un mural en tonos sepia que resume la vida y obra de su ilustre antepasado en una sala de reuniones del centro.
Entre sus tocayos destaca su abuelo, Vincent Willem, claro.
Era el único hijo de Theo, el sufrido hermano y receptor de 651 cartas del artista, muchas ilustradas. La correspondencia completa suma 819, dirigidas también a otros colegas, o bien a la madre y una hermana
. Es una cifra abultada, mas no excepcional.
Monet, el impresionista parisiense, superó las 3.000.
De su compatriota Delacroix, padre de la escuela romántica francesa, se conservan 1.500.
Lo verdaderamente valioso de las misivas es que deshacen el equívoco de la dependencia fraterna de un creador en busca de su identidad. Muestran que la intensidad del vínculo era doble y los hermanos se apoyaban por igual, algo que el sobrino está empeñado en demostrar.
Es un hecho constatado que Vincent se amparaba en Theo y sobrevivía, y pintaba, gracias al estipendio y los materiales que recibía de este.
También lo es su plan vital, porque en las notas esbozaba los cuadros que bullían en su cabeza y deseaba ejecutar. “Pero lo más importante es que ambos se necesitaban mentalmente, algo de lo que no suele hablarse”, insiste el sobrino biznieto.
“Era una sujeción mutua. Theo pensaba que Vincent era grande.
Estaba metido en el negocio del arte y animó la evolución pictórica de su hermano mayor. Vincent, por su parte, volcaba en sus escritos su alma.
Se alimentaban uno a otro, y cuando llegó el suicidio, murieron casi al mismo tiempo
. Mi tío, de su propio disparo el 29 de julio de 1890, a los 37 años
. Mi bisabuelo, el marchante, apenas seis meses después (supuestamente de sífilis) a los 33 años”.
Su teoría iguala a los hermanos y propone una doble imagen novedosa: el artista febril a la espera constante de remesas, y el hermano deseoso de recibir otra carta excepcional
. Empeñado como está en despejar equívocos sobre la vida del artista, Willem, casado desde 2007 con una cubana, no duda en abordar el ya legendario tema de la salud mental de Vincent. “Se han escrito por lo menos 400 libros o ensayos
. No soy médico ni psiquiatra, pero sí tuvo obsesión por su arte y depresiones.
Y sí, creo que se suicidó.
No hubo terceras personas, como sugiere la biografía Van Gogh: la vida, de los estadounidenses Steven Naifeh y Gregory White Smith”.
Los escritores apuntan que la bala que le costó la vida fue disparada, accidentalmente, por un adolescente que jugaba a los vaqueros en un trigal en la propia Auvers-sur-Oise
. Para evitarle el reformatorio, el pintor no le denunció. En su lugar, regresó a casa y dio una explicación incoherente de lo ocurrido.
Dos días después, la infección desencadenada por el balazo le produjo la muerte.
Sentado frente a un austero té, y en una mañana de luz gloriosa, de
esas que el cielo del norte europeo regala pocas veces, el embajador
cultural agradece el esfuerzo de los escritores.
Pero aporta un testimonio familiar:
“Es una biografía estupenda, de las mejores que se han publicado. Sin embargo, no comparto la versión de cómo fue el final
. Los autores asumen demasiadas cosas sobre lo que pudo pasar. Theo lo vio al día siguiente del tiro y le preguntó si había sido un suicidio. Vincent respondió que sí y que era hora de irse. ¿Por qué iba a mentir a su hermano y mentor en el último momento de intimidad?”.
El pintor sigue inspirando con su obra porque sabemos cuánto le costó el arte
. Era a su vez un europeo moderno: hablaba inglés y francés y viajó a Bélgica, Inglaterra y Francia. Hasta donde pudo, llevado por su arte.
“Fíjese, por otro lado, en la adoración de los japoneses.
Cuando llegan al museo y ven las telas de los almendros en flor, la empatía es instintiva. Hay algo en la exploración de uno mismo que les atrae
. En China, su obra sobrevivió incluso a la Revolución Cultural de Mao. Allí es apreciado porque era autónomo. Como pintor, no quiso formar parte de la burguesía y no retrataba a los ricos, sino a la gente corriente”.
Willem asegura que su familia está muy unida y que suelen citarse todos, cada dos años, en algún lugar que fue especial para el pintor.
En esta última ocasión ha sido en Auvers-sur-Oise, con motivo de la presentación del Atlas de Van Gogh. Una obra que recorre los lugares señalados, desde los balbuceos artísticos en Holanda, de paleta oscura y motivos campesinos, hasta el estallido de luz y color de Francia. “Somos unos 30, y nos reciben bien porque la gente siente afinidad por la peripecia vital del pintor. Eso sí, entre nosotros hay de todo, ingenieros, juristas, historiadores o sociólogos, pero nada de pintores. Es imposible competir.
Sin duda, el que tenía más talento era mi primo Theo, el cineasta [asesinado en 2004 por un islamista holandés de origen marroquí]”.
Después de tanto esfuerzo y metros y metros de lienzos sin vender, Vincent expiró al borde de la fama
. Tan tópico como cierto. Tras el entierro de Theo, su viuda, Johanna Bonger, se vio en casa con un bebé y 450 pinturas y 700 dibujos originales.
Convencida de la valía de su cuñado, se impuso la tarea de hacerle justicia
. Aunque solo se ha podido comprobar la venta, en vida del artista, de una tela, El viñedo rojo, Van Gogh intercambió cuadros con colegas como Émile Bernard, Toulouse-Lautrec y Gauguin. Renoir y Manet le consideraron uno de los mejores vanguardistas.
“Si bien durante su estancia en La Haya también había vendido algunos dibujos, cuando falleció era un desconocido para el gran público
. De todos modos, eso de que era un hombre aislado es otro mito. Intenso, conflictivo, trabajador y estudioso sin descanso
. Seguro. Chocó con Gauguin, sin duda. Pero era amigo de sus contemporáneos, salió a pintar al campo con Seurat y compartía tardes con ellos en los cafés de París”.
Aun así, lo que le lanzó a la fama fue el tesón de Johanna.
Ella organizó exposiciones y vendió obras a colecciones y museos.
Como había varias repetidas, por ejemplo, las cinco versiones de Los girasoles, pudo escoger los compradores y quedarse alguna
. En Holanda, la primera muestra de envergadura llegó en 1905, en el Museo Stedelijk, de arte moderno, de la capital.
“Piense que cuando Vincent pintaba a destajo en París, la fama era distinta”, prosigue Vincent Willem. “No suponía que los aficionados compraran a grandes precios.
Era otra dimensión. Por eso mi tío ansiaba tanto una buena crítica.
Creía que pintar era un oficio democrático y siempre quiso ser apreciado”.
Después de vender 250 obras y promover la publicación de la correspondencia del artista, la tía Jo, hija de un corredor de Bolsa y una de las fundadoras del movimiento socialista holandés de mujeres, se quedó con las 200 restantes
. Van Gogh ya era famoso, muy famoso, y había que hacer algo más.
A la muerte de su madre, en 1925, Vincent Willem sénior heredó la colección.
En su casa, las telas estaban en el comedor y repartidas por las habitaciones. “Era mi abuelo y no reparé en lo que suponían hasta unas vacaciones de verano.
Tendría unos 10 años, y al entrar en la habitación de un hotel en Francia, vi una reproducción de Los girasoles. Entonces pensé que la cosa iba en serio”.
Después de abundantes antológicas y cesiones temporales al extranjero, el Estado holandés propuso en 1960 la creación de la Fundación Van Gogh. El actual museo abrió sus puertas en 1973.
Diseñado por dos pesos pesados de la arquitectura, el holandés Gerrit Rietveld y el nipón Kisho Kurokawa, presenta a la familia Van Gogh, ensombrecida por la rigidez del patriarca, Theodorus, pastor protestante.
“En realidad, el pintor se llevaba bien con sus tres hermanas (Anna, Lies y Willemina, que acabó en una institución psiquiátrica, y sus dos hermanos, Theo y Cor, muerto en Sudáfrica)”,
añade el sobrino biznieto. “A su madre, Ana, la quería mucho y le envió una copia de su dormitorio en Arlés
. Sí se enfrentó a su padre, preocupado porque el chico no encajara en ninguna parte.
Además, todos los amores de Vincent se truncaron y con ellos la perspectiva de asentarse”.
No debió de ser fácil convivir con un tipo que apenas comía y bebía café y fumaba sin parar.
Que pintaba y dibujaba hasta el alba bebiendo absenta, el ajenjo, licor por antonomasia de la belle époque.
Le rechazaron Eugénie Loyer, en La Haya, cuando tenía 20 años, y su prima viuda, Kee Vos-Stricker.
A la prostituta Sien Hoornik, madre de una niña y embarazada de otro hombre, de la que se apiadó al principio, la abandonó él.
Su vecina, Margot Begemann, que le correspondió pero era 10 años mayor, intentó suicidarse cuando ambas familias se opusieron al enlace.
La última fue Agostina Segatori, dueña de Le Tambourin, café restaurante parisiense. Modelo de Corot, Delacroix, Jean-Léon Gérôme, Manet y del propio Van Gogh, cuando se retiró de posar compró el local. Acabó mal
. Ella perdió el café y los lienzos del holandés que se había quedado.
Esquivar el tópico del artista desgraciado que triunfa a posteriori es siempre un reto, pero 125 años después de su muerte el museo de Ámsterdam se prepara para inaugurar en septiembre una nueva entrada en forma de elipse.
Acompañada de un bulevar exterior, permitirá gestionar mejor el flujo de visitantes.
Hace cuatro décadas se pensó que el pintor atraería a unas 200.000 personas al año. Hoy suman 1,6 millones y por eso la nueva puerta al universo de Van Gogh está a punto de abrirse.
elpaissemanal@elpais.es
Al pasar lista, los profesores respiraban profundamente un segundo cuando llegaba el turno de Vincent Willem van Gogh, sobrino biznieto del pintor holandés. “¿Eres… pariente suyo?”, preguntaban casi de forma retórica.
Cumplido el ritual y explicada la afinidad, al muchacho le dejaban tranquilo durante el resto del curso.
Ahora que tiene 61 años y asesora al museo que lleva el nombre de su tío en Ámsterdam –es una especie de embajador cultural–, su tarjeta de visita le presenta como V. Willem van Gogh.
Un pequeño truco que despista al principio y explica con modestia: “Hay suficientes Vincent en la familia”.
El sobrino biznieto del artista habla arropado por un mural en tonos sepia que resume la vida y obra de su ilustre antepasado en una sala de reuniones del centro.
Entre sus tocayos destaca su abuelo, Vincent Willem, claro.
Era el único hijo de Theo, el sufrido hermano y receptor de 651 cartas del artista, muchas ilustradas. La correspondencia completa suma 819, dirigidas también a otros colegas, o bien a la madre y una hermana
. Es una cifra abultada, mas no excepcional.
Monet, el impresionista parisiense, superó las 3.000.
De su compatriota Delacroix, padre de la escuela romántica francesa, se conservan 1.500.
Lo verdaderamente valioso de las misivas es que deshacen el equívoco de la dependencia fraterna de un creador en busca de su identidad. Muestran que la intensidad del vínculo era doble y los hermanos se apoyaban por igual, algo que el sobrino está empeñado en demostrar.
Es un hecho constatado que Vincent se amparaba en Theo y sobrevivía, y pintaba, gracias al estipendio y los materiales que recibía de este.
También lo es su plan vital, porque en las notas esbozaba los cuadros que bullían en su cabeza y deseaba ejecutar. “Pero lo más importante es que ambos se necesitaban mentalmente, algo de lo que no suele hablarse”, insiste el sobrino biznieto.
“Era una sujeción mutua. Theo pensaba que Vincent era grande.
Estaba metido en el negocio del arte y animó la evolución pictórica de su hermano mayor. Vincent, por su parte, volcaba en sus escritos su alma.
Se alimentaban uno a otro, y cuando llegó el suicidio, murieron casi al mismo tiempo
. Mi tío, de su propio disparo el 29 de julio de 1890, a los 37 años
. Mi bisabuelo, el marchante, apenas seis meses después (supuestamente de sífilis) a los 33 años”.
Su teoría iguala a los hermanos y propone una doble imagen novedosa: el artista febril a la espera constante de remesas, y el hermano deseoso de recibir otra carta excepcional
. Empeñado como está en despejar equívocos sobre la vida del artista, Willem, casado desde 2007 con una cubana, no duda en abordar el ya legendario tema de la salud mental de Vincent. “Se han escrito por lo menos 400 libros o ensayos
. No soy médico ni psiquiatra, pero sí tuvo obsesión por su arte y depresiones.
Y sí, creo que se suicidó.
No hubo terceras personas, como sugiere la biografía Van Gogh: la vida, de los estadounidenses Steven Naifeh y Gregory White Smith”.
Los escritores apuntan que la bala que le costó la vida fue disparada, accidentalmente, por un adolescente que jugaba a los vaqueros en un trigal en la propia Auvers-sur-Oise
. Para evitarle el reformatorio, el pintor no le denunció. En su lugar, regresó a casa y dio una explicación incoherente de lo ocurrido.
Dos días después, la infección desencadenada por el balazo le produjo la muerte.
El sobrino biznieto de Vincent van Gogh está
empeñado en demostrar que el vínculo con Theo era doble y los hermanos
se apoyaban por igual
Pero aporta un testimonio familiar:
“Es una biografía estupenda, de las mejores que se han publicado. Sin embargo, no comparto la versión de cómo fue el final
. Los autores asumen demasiadas cosas sobre lo que pudo pasar. Theo lo vio al día siguiente del tiro y le preguntó si había sido un suicidio. Vincent respondió que sí y que era hora de irse. ¿Por qué iba a mentir a su hermano y mentor en el último momento de intimidad?”.
El pintor sigue inspirando con su obra porque sabemos cuánto le costó el arte
. Era a su vez un europeo moderno: hablaba inglés y francés y viajó a Bélgica, Inglaterra y Francia. Hasta donde pudo, llevado por su arte.
“Fíjese, por otro lado, en la adoración de los japoneses.
Cuando llegan al museo y ven las telas de los almendros en flor, la empatía es instintiva. Hay algo en la exploración de uno mismo que les atrae
. En China, su obra sobrevivió incluso a la Revolución Cultural de Mao. Allí es apreciado porque era autónomo. Como pintor, no quiso formar parte de la burguesía y no retrataba a los ricos, sino a la gente corriente”.
Willem asegura que su familia está muy unida y que suelen citarse todos, cada dos años, en algún lugar que fue especial para el pintor.
En esta última ocasión ha sido en Auvers-sur-Oise, con motivo de la presentación del Atlas de Van Gogh. Una obra que recorre los lugares señalados, desde los balbuceos artísticos en Holanda, de paleta oscura y motivos campesinos, hasta el estallido de luz y color de Francia. “Somos unos 30, y nos reciben bien porque la gente siente afinidad por la peripecia vital del pintor. Eso sí, entre nosotros hay de todo, ingenieros, juristas, historiadores o sociólogos, pero nada de pintores. Es imposible competir.
Sin duda, el que tenía más talento era mi primo Theo, el cineasta [asesinado en 2004 por un islamista holandés de origen marroquí]”.
Después de tanto esfuerzo y metros y metros de lienzos sin vender, Vincent expiró al borde de la fama
. Tan tópico como cierto. Tras el entierro de Theo, su viuda, Johanna Bonger, se vio en casa con un bebé y 450 pinturas y 700 dibujos originales.
Convencida de la valía de su cuñado, se impuso la tarea de hacerle justicia
. Aunque solo se ha podido comprobar la venta, en vida del artista, de una tela, El viñedo rojo, Van Gogh intercambió cuadros con colegas como Émile Bernard, Toulouse-Lautrec y Gauguin. Renoir y Manet le consideraron uno de los mejores vanguardistas.
“Si bien durante su estancia en La Haya también había vendido algunos dibujos, cuando falleció era un desconocido para el gran público
. De todos modos, eso de que era un hombre aislado es otro mito. Intenso, conflictivo, trabajador y estudioso sin descanso
. Seguro. Chocó con Gauguin, sin duda. Pero era amigo de sus contemporáneos, salió a pintar al campo con Seurat y compartía tardes con ellos en los cafés de París”.
Aun así, lo que le lanzó a la fama fue el tesón de Johanna.
Ella organizó exposiciones y vendió obras a colecciones y museos.
Como había varias repetidas, por ejemplo, las cinco versiones de Los girasoles, pudo escoger los compradores y quedarse alguna
. En Holanda, la primera muestra de envergadura llegó en 1905, en el Museo Stedelijk, de arte moderno, de la capital.
“Piense que cuando Vincent pintaba a destajo en París, la fama era distinta”, prosigue Vincent Willem. “No suponía que los aficionados compraran a grandes precios.
Era otra dimensión. Por eso mi tío ansiaba tanto una buena crítica.
Creía que pintar era un oficio democrático y siempre quiso ser apreciado”.
Después de vender 250 obras y promover la publicación de la correspondencia del artista, la tía Jo, hija de un corredor de Bolsa y una de las fundadoras del movimiento socialista holandés de mujeres, se quedó con las 200 restantes
. Van Gogh ya era famoso, muy famoso, y había que hacer algo más.
A la muerte de su madre, en 1925, Vincent Willem sénior heredó la colección.
En su casa, las telas estaban en el comedor y repartidas por las habitaciones. “Era mi abuelo y no reparé en lo que suponían hasta unas vacaciones de verano.
Tendría unos 10 años, y al entrar en la habitación de un hotel en Francia, vi una reproducción de Los girasoles. Entonces pensé que la cosa iba en serio”.
Después de abundantes antológicas y cesiones temporales al extranjero, el Estado holandés propuso en 1960 la creación de la Fundación Van Gogh. El actual museo abrió sus puertas en 1973.
Diseñado por dos pesos pesados de la arquitectura, el holandés Gerrit Rietveld y el nipón Kisho Kurokawa, presenta a la familia Van Gogh, ensombrecida por la rigidez del patriarca, Theodorus, pastor protestante.
“En realidad, el pintor se llevaba bien con sus tres hermanas (Anna, Lies y Willemina, que acabó en una institución psiquiátrica, y sus dos hermanos, Theo y Cor, muerto en Sudáfrica)”,
añade el sobrino biznieto. “A su madre, Ana, la quería mucho y le envió una copia de su dormitorio en Arlés
. Sí se enfrentó a su padre, preocupado porque el chico no encajara en ninguna parte.
Además, todos los amores de Vincent se truncaron y con ellos la perspectiva de asentarse”.
No debió de ser fácil convivir con un tipo que apenas comía y bebía café y fumaba sin parar.
Que pintaba y dibujaba hasta el alba bebiendo absenta, el ajenjo, licor por antonomasia de la belle époque.
Le rechazaron Eugénie Loyer, en La Haya, cuando tenía 20 años, y su prima viuda, Kee Vos-Stricker.
A la prostituta Sien Hoornik, madre de una niña y embarazada de otro hombre, de la que se apiadó al principio, la abandonó él.
Su vecina, Margot Begemann, que le correspondió pero era 10 años mayor, intentó suicidarse cuando ambas familias se opusieron al enlace.
La última fue Agostina Segatori, dueña de Le Tambourin, café restaurante parisiense. Modelo de Corot, Delacroix, Jean-Léon Gérôme, Manet y del propio Van Gogh, cuando se retiró de posar compró el local. Acabó mal
. Ella perdió el café y los lienzos del holandés que se había quedado.
Esquivar el tópico del artista desgraciado que triunfa a posteriori es siempre un reto, pero 125 años después de su muerte el museo de Ámsterdam se prepara para inaugurar en septiembre una nueva entrada en forma de elipse.
Acompañada de un bulevar exterior, permitirá gestionar mejor el flujo de visitantes.
Hace cuatro décadas se pensó que el pintor atraería a unas 200.000 personas al año. Hoy suman 1,6 millones y por eso la nueva puerta al universo de Van Gogh está a punto de abrirse.
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