Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 ago 2015

Un astronauta del Apollo 14: "Los extraterrestres impidieron una guerra nuclear"
















Houston, tenemos un aliado. Edgar Mitchell, astronauta de la misión Apollo 14, la tercera que logró aterrizar en la Luna, en 1971, ha asegurado que los extraterrestres ayudaron a parar una posible guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría.
En una entrevista al Daily Mirror, Mitchell, sexto hombre en pisar el la Luna, asegura que los extraterrestres estaban interesados en los ensayos nucleares que Estados Unidos realizó en White Sands (Nuevo México), el primer lugar donde se detonó una bomba nuclear en julio de 1945.
"Querían conocer nuestra capacidad militar.
 Mis conversaciones con personas de allí me dejan claro que los extraterrestres trataron de alejarnos de una guerra nuclear y nos ayudaron a mantener la paz en la Tierra", dice Mitchell.
El astronauta asegura que varios militares que trabajaron en las Fuerzas Aéreas le contaron historias sobre ovnis que frecuentaban la zona y que, según dice, "inhabilitaban los misiles".
"Otros oficiales de bases aéreas en el Pacífico me dijeron que varios de sus misiles de prueba fueron destruidos por naves extraterrestres", añade.
No es la primera vez que Mitchell realiza declaraciones en este sentido.
 En 2008 ya aseguró que los extraterrestres aterrizaron en Roswell (Nuevo México) hace 70 años, y que varios de ellos fueron capturados vivos.
Entonces la NASA tuvo que emitir un comunicado rechazando las afirmaciones de Mitchell. "Es un gran americano, pero no compartimos sus opiniones sobre este asunto".
BOMBA ET

Guía de temas de conversación a evitar en un ascensor.................................................... Daniel García López

Las redes sociales, el último escándalo político o la serie de moda. Le mostramos como salir al paso de cualquier charla entre pisos.

Una escena en un ascensor de la película 'El apartamento'.

Gracias a que todo el mundo sabe lo que hace cada uno en cada momento, obra y gracia de Facebook e Instagram, ese tema de conversación tan temido en las oficinas que son las vacaciones se ha convertido en un intercambio mucho más liviano (tipo: "Vaya fotos maravillosas subiste de Ibiza, qué vacaciones te has pegado", ante lo que la otra persona asiente, ufana y feliz de no tener que dar muchos detalles porque ese trabajo ya lo hizo vía 3G).
 Mientras esperamos a que las redes sociales o la evolución de las especies nos libren de todas las conversaciones prescindibles que acechan cada vez que uno entra en un ascensor, hemos identificado algunas de las más aburridas para que pueda salir del paso:
Madrid vs. Barcelona
Entre los tópicos, no se suele decir que puedes pasar un verano en Barcelona y no ver ni a un catalán
Una es más bonita, pero la otra es más divertida; la gente es más acogedora en la capital, pero en Barcelona hay mar.
No se suele mencionar que puedes pasar un verano en la Ciudad Condal y no cruzarte con un solo catalán por culpa de las masas de suecos de Erasmus, turistas italianos, coreanos con bolsas de Santa Eulalia y/u hombres musculados de todas las nacionalidades con gusto por los parques acuáticos (de todas formas, para cuando llega el Circuit, toda Barcelona está en las Baleares).
 Del mismo modo, tampoco se hace alusión a que el último de esos encantadores, sucísimos bares de viejos por los que Madrid es justamente célebre, probablemente eche el cierre en 2016 gracias a la política municipal.
 Si su interlocutor no se quiere encender con ninguno de estos dos entretenidos debates y prefiere los lugares comunes que señalamos al principio, tiene dos opciones antes de bostezar y quedar como un maleducado: comentarle lo bien que está San Sebastián en esta época del año o fingir que le llaman por teléfono.
Las series
Uno no confía en cualquiera para que le recomiende películas, ¿verdad?
 Pues que un semidesconocido amenace con explicarle que no ha dormido porque está "enganchadísimo" y se tragó "cinco capítulos de una sentada" es todavía peor.
 Las series obligan a invertir demasiado tiempo como para que nos estén recomendando tonterías. Además, el ritmo vertiginoso de las tendencias televisivas hace muy difícil que alguien sepa bien si tal spin off es "una obra maestra, mil veces mejor que la original", o si por el contrario se trata de un producto "previsible y mediocre", indigno de las nobles columnas de la HBO.
 Eso, sobre lo último en Yomvi.
Respecto a las series consagradas (Los Soprano, Breaking bad, True detective), es como hablar sobre arte con mayúsculas: a nadie le interesa lo que el otro piense sobre el Cubismo, puesto que la última vez que leyó sobre ello probablemente tenía 15 años; en cambio, si realmente entiende del asunto y piensa algo que merezca ser escuchado, entonces tendrán que quedar para hablar muy seriamente, pero eso ya no será una conversación de ascensor.
¿Solución? En vez de decir que no ve la tele, que no se lo cree nadie, elogie algo del aspecto o la indumentaria de su compañero de trayecto y saldrá del trance como un señor.
El brunch
Entrar en detalles sobre el brunch implica abundar en prolijas consideraciones de índole gourmet
Está muy de moda hablar de ello, pero tenemos tan poca experiencia en esta comida de importación norteamericana, y hay tantos restaurantes que la ofrecen de un tiempo a esta parte, que es imposible descifrar qué querrá decir ese compañero de trabajo cuando afirma que tal brunch "está genial". Antes, cuando las opciones consistían en quedar para comer o cenar o para el aperitivo (lo de verse para el desayuno no suena muy de aquí), los códigos estaban más claros:
"Los entrantes bien, los segundos psé", o "tiran muy bien las cañas y la tortilla está rica, pero no pidas vino". Entrar en detalles sobre el brunch implica abundar en prolijas consideraciones de índole gourmet: el menú es americano pero, ¿es francés el croissant? ¿Y es industrial o tienen obrador?
Por no hablar de las sutilezas del bloody mary, si las mimosas son con zumo natural o qué tal la salsa holandesa de los huevos benedict.
 Es una conversación sin futuro, además: una vez empiezas a obtener respuestas, se abre la puerta del ascensor y solo habrás quedado o como un paleto o como un pedante, que es todavía peor.
 Pruebe a escaparse preguntándole a su compañero cómo hace la tortilla de patata, que le dará información más útil (o, al menos, exacta).
Apolítica
Todos lo hemos oído, o incluso dicho alguna vez: "Me da igual quienes gobiernen si son honrados". Y después: "Tiene usted razón, son unos chorizos".
 Lo primero se llama falta de escrúpulos y no es muy prudente confesárselo a nadie (se pueden cometer atrocidades amparadas por la ley), y lo segundo, pues hombre: por mucho que sea verdad, no puede uno hablar como si fuera un personaje de Amar en tiempos revueltos.
 Llegados a este nivel de convencionalismo, es mucho más interesante intentar cambiar el foco de la conversación a algo útil como lo difícil que es votar por correo, o contar una anécdota divertida sobre esas familias donde el padre le da a cada uno el sobre cerrado.
No saltarán chispas de química entre ustedes, pero peor es oírse a uno mismo soltar perlas como "qué horror ver el periódico cada día" a un semidesconocido.
Las redes sociales
Intente explicar de forma conciliadora que toda comunicación online no es "airear intimidades" o que, de todas formas, la intimidad en 2015 no tiene nada que ver con la de 1980
Partiendo de que en la actualidad las redes sociales son, por suerte o por desgracia, una forma más de ccomunicación y que usar Google Maps con el móvil hace mucho menos por la privacidad de uno que poner una canción en el muro de Facebook, hay una frase ante la que es mejor hacerse el agobiado, mirar el reloj con angustia e inventarse una urgencia (a no ser que usted esté de acuerdo): "No sé qué interés tiene la gente en poner su vida privada a la vista de todo el mundo". Intente explicar de forma conciliadora que toda comunicación online no es "airear intimidades" o que, de todas formas, la intimidad en 2015 no tiene nada que ver con la de 1980, etcétera, y no solo habrá agotado el tiempo del trayecto en el ascensor, sino que probablemente se haya bajado en la planta de su interlocutor y lo esté aleccionando en su propia mesa.
 Y total, para nada, porque este tipo de personas suele estar muy en desacuerdo con el mundo actual en general y son precisamente sus argumentos lo que NO les convencen.
Dicho esto, cualquier anécdota con nombres y apellidos relacionada con las redes sociales es bienvenida.
 Es el mejor tema de conversación posible en estos casos: siempre es actual, no hace falta empatizar, la capacidad de comentar es ilimitada y se puede interrumpir en cualquier momento, porque como sabe cualquier nativo digital, como la comunicación hoy es fragmentada, da igual en qué planta se interrumpa el debate.
 Además, ¿por qué, si no es para provocar esos interesantes comentarios de amigos y conocidos, íbamos a invertir un ratito al día en subir fotos de tostadas con aguacate o poéticas camas deshechas con la luz de la mañana, mientras pensamos en un comentario ingenioso sobre la noticia del día? ¿No?

 

Élisabeth Badinter: “La mujer no arreglará lo que ha hecho mal el hombre”....................................... ÁLEX VICENTE

La filósofa alerta de que la crisis ha acentuado el deseo de la mujer de volver al hogar y sentencia: “Hoy para muchas tener un hijo es como crear una obra maestra”.

 

Élisabeth Badinter, durante la entrevista en su casa en París. / Eric Hadj

Élisabeth Badinter (Boulogne-Billancourt, 1944) lleva cuatro décadas firmando ensayos sobre el amor materno, la diferencia sexual y la identidad masculina
. Valedora de un feminismo que aspire a la igualdad total, su última batalla la enfrenta a los partidarios de la crianza natural, a quienes considera responsables de “una guerra ideológica subterránea” destinada a reconducir a las mujeres hacia el hogar. Gran especialista del Siglo de las Luces, Badinter también lleva dos décadas oponiéndose al velo integral y defendiendo a capa y espada el modelo laico francés.
La filósofa, que ultima estos días un volumen sobre el reinado de María Teresa de Austria, abordó sus inquietudes desde el domicilio parisino que comparte con su marido —Robert Badinter, el ministro de Mitterrand que abolió la pena de muerte—, pegado a los Jardines de Luxemburgo
. En el comedor, elegante y sobrio, sobresalen dos elementos: un busto de su admirado Condorcet y un puñado de peluches de la última película de Pixar.
“Un regalo para mis cuatro nietos”, explica.
Pregunta. En su último ensayo, La mujer y la madre, denunciaba “una revolución silenciosa para volver a situar la maternidad en el corazón del destino femenino”.
 Cinco años después, ¿cuál es la situación?

Respuesta. No ha habido una mejora, pero tampoco un empeoramiento.
 En gran parte, a causa del contexto económico.
 Cuando una mujer tiene ganas de dejar el trabajo y dedicarse solo a la maternidad, se lo piensa dos veces
. Las separaciones son cada vez más comunes y muchas mujeres temen terminar solas con una minúscula pensión alimenticia.
Cuando tienen un trabajo mínimamente interesante y bien pagado, prefieren mantenerlo que regresar al hogar, incluso cuando les apetece lo segundo.
P. ¿Lo que dice es que la crisis ha sido, paradójicamente, favorable a la emancipación?
R. No, la crisis ha sido un factor muy regresivo.
Ha generado una gran desconfianza respecto al mundo laboral y ha acentuado esa voluntad de repliegue en el hogar.
 Ante la precariedad imperante y la desigualdad salarial, muchas mujeres prefieren refugiarse en la familia y la descendencia
. A falta de un puesto de trabajo formidable, muchas se centran en la procreación
. ¿Para qué matarse a trabajar por un salario ínfimo cuando existe una alternativa más apetecible? Frente a un mundo laboral que las trata como pañuelos desechables, el cometido de criar a un hijo feliz e inteligente resulta más apasionante
. Hoy, para muchas mujeres, tener un hijo es como crear una obra maestra.
P. Es decir, que la maternidad se ha convertido casi en una empresa creativa, frente a la frustración generada por el mundo laboral.
“Hay formas de vestir que me chocan más que el ‘burka’ como ver a una niña de 13 años con las nalgas al aire”
R. Totalmente.
 El problema es que eso venga acompañado de una imposición de posturas naturalistas
. Para ser buena madre hoy, una debe dar de mamar a su bebé día y noche y acostarle en su propia cama hasta que cumple un año.
 Se exige a la madre que prolongue el contacto con su hijo todo lo posible.
P. Lleva años denunciando la imposición de la lactancia, pero también el rechazo a la píldora, la anestesia peridural o la leche en polvo.
 ¿De qué son sintomáticos estos fenómenos?
R. Del supuesto retorno a la naturaleza que propugna el ecologismo, muy inspirado en Rousseau. Cuando uno lee Emilio, o de la educación, se encuentra con todas y cada una de las ideas que hoy nos venden como si fueran la modernidad absoluta.
 La madre naturalista aspira a romper con el modelo consumista y capitalista, en beneficio de una comunión con una naturaleza sacralizada.
Hoy se observa el comportamiento de una madre chimpancé y se proclama que ese es el modelo a seguir.
Veo absurdo tomar la naturaleza como modelo eterno e insuperable.
 Es innegable que la acción del hombre ha dañado la naturaleza, pero no todo lo que ha aportado la civilización ha sido nocivo.
P. ¿Asistimos a un movimiento reaccionario similar al acontecido en los cincuenta, cuando la llamada Liga de la Leche, organización estadounidense fundada por madres católicas, promovió con gran éxito la lactancia materna en plena emergencia del feminismo?
R. Existe una diferencia importante: quienes se reclaman hoy de ese movimiento no son mujeres tradicionalistas, sino plenamente feministas.
Asistimos a un triunfo incontestable del feminismo diferencialista, muy distinto del universalista, que es el que defiendo yo y el que encarnó Simone de Beauvoir. El nuevo feminismo, en lugar de incitarnos a vivir como los hombres, prefiere subrayar nuestros particularismos.
 Especialmente la maternidad, pero también el pacifismo, la proximidad con la naturaleza o la atención a los demás.
 Ese modelo filosófico-feminista que surge en los ochenta ha encontrado una audiencia muy considerable entre las mujeres de las clases favorecidas.
"Mi generación crio a los hijos con biberón. Hoy son los que tienen mayor esperanza de vida"
P. La evidencia científica también sostiene la lactancia. La OMS defiende que es “la forma ideal de aportar los nutrientes necesarios para el crecimiento” y la aconseja de forma exclusiva durante seis meses, y alternada “hasta los dos años o más”. ¿Qué responde?
R. Nadie puede discutir que la leche materna está perfectamente adaptada a las necesidades del bebé. Pero la OMS no tiene en cuenta que, para una madre que no quiere dar de mamar, obligarse a hacerlo es lo peor que puede pasar, porque el bebé lo nota.
 El elemento psicológico es tan importante o más que el fisiológico.
 No existe ningún motivo para culpabilizar a las madres que no quieren dar el pecho.
 Entre otras cosas, porque la diferencia respecto a la leche en polvo no está probada en absoluto. En el mundo occidental, existen leches muy sofisticadas que se adaptan perfectamente a cada bebé.
Y un último argumento: las mujeres de mi generación criamos a nuestros hijos con el biberón. Hoy son los que tienen mayor esperanza de vida de la historia.
P. Las connotaciones del feminismo han cambiado.
 Hoy parece un término de moda: lo defienden las estrellas del pop y las actrices de Hollywood. ¿Basta con autoproclamarse feminista para serlo?
R. Es evidente que no.
 Todo el mundo se dice feminista, aunque solo en los debates de salón.
Muchas veces es una palabra vacía de contenido, al servicio de la comunicación.
 Además, cuando observo los estudios demográficos sobre la repartición de las tareas domésticas, no me parece que haya habido una gran evolución.
Si las mujeres siguen haciendo el 90% de esas tareas, ¿quién es realmente feminista? La igualdad entre sexos no será factible hasta que hombres y mujeres las compartan a partes iguales.
 Ese es siempre el mejor barómetro.
P. ¿Qué opina de las llamadas teorías del care y la ética del cuidado, que defienden un mundo más justo y humano, inspirado en valores supuestamente femeninos?
R. Son el resultado de ese nuevo feminismo diferencialista.
 Consideran que el feminismo de Beauvoir fue demasiado viril, lo cual puedo entender, porque negó la feminidad.
 Pero no acepto que hablen de la mujer como una persona con más aptitud a dedicarse a los demás, más empática ante el dolor o más generosa que un hombre
. Quienes creen que la mujer arreglará lo que el hombre ha hecho mal y creará una especie de nirvana femenino, se equivocan. Olvidan que nuestros comportamientos son muy parecidos.
"No acepto que hablen de la mujer como más empática o generosa que un hombre"
P. Sin embargo, esas teorías tienen cada vez más alcance en la vida política
. Las han defendido mujeres como Martine Aubry, cuando era líder del socialismo francés, o la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.
Al ser investida, defendió “la cultura de las mujeres” y dijo que trabajaría con “la política de los cuidados”.
R. ¿Dijo eso? Mire que me caía bien… Es una absurdidad contraria a la realidad. Las mujeres son capaces de hacer todo lo que hace un hombre, incluido lo peor imaginable, como la violencia o el terrorismo. El separatismo entre sexos tiene que terminar, o la paz entre hombres y mujeres nunca llegará.
P. Otro de sus grandes combates es el que libra contra el velo islámico
. En 1989 lo tildó de “signo de sumisión” de la mujer. Veinte años más tarde, lo consideró más bien “un estandarte de una ofensiva integrista”. ¿Qué ha cambiado?
R. Lo que ha cambiado desde 1989 es la llegada del salafismo al territorio francés. Hace dos décadas no había ni una mujer con velo en Francia
. Los musulmanes franceses no sabían ni lo que era el burka.
Se ha producido un trabajo de proselitismo inimaginable en las banlieues, que empieza en los imanes pero va más allá.
La clase política no ha querido verlo, porque constituye un tabú, pero el tiempo ha demostrado que su expansión era sintomática de un combate contra el laicismo.
P. ¿Que una mujer lleve el velo es necesariamente un ataque al modelo republicano?
R. No me malinterprete, no soy tan radical como otros.
Para mí, una mujer puede vestirse como le apetezca, en el espacio privado y en el público.
 De hecho, hay formas de vestir que me chocan más que el velo, como ver a una niña de 13 años con las nalgas al aire. Pero soy intransigente en cuanto al respeto de la ley. En las instituciones públicas, como la escuela y la administración, los signos religiosos tienen que estar prohibidos.
No solo el velo, sino también la kipá. Mi padre, que creció en una familia judía muy religiosa, siempre decía que, cuando uno sale de la sinagoga, se tiene que quitar la kipá.
 Cuando no se está rezando, esos símbolos son pura ostentación.
"Veo absurdo tomar la naturaleza como modelo eterno e insuperable"
P. Desde los atentados de enero en París, la clase política se ha unido a su defensa del modelo laico.
R. Sí, aunque no basta con hablar de laicismo, también hay que actuar
. Pero, por lo menos, empezamos a abrir los ojos sobre el hecho de que el islamismo, incluso cuando es minoritario, puede tener efectos espantosos.
El islam debe poder ocupar todo su lugar en la sociedad francesa, pero el islamismo tiene que ser combatido sin piedad.
P. “La sociedad evoluciona de forma opuesta a mis valores.
 He perdido todos mis combates”, escribió en XY: la identidad masculina. ¿Qué la incita a seguir?
R. Cuando hago balance, no me siento nada satisfecha.
 Pero, siendo consciente de defender posturas minoritarias, sé que hay personas que se reconocen en ellas y que no están descontentos de tener una portavoz.
 Aunque le confieso que me gustaría ganar alguna vez… [sonríe]. Me gustaría marcharme diciéndome que he logrado cambiar algo, aunque es muy difícil.
 Durante años me convencí de que nadie creía ya en el instinto maternal, que fue uno de mis primeros combates
. Ahora veo que esa convicción regresa en una versión todavía más extrema.
Los prejuicios y los modelos anteriores siempre terminan volviendo, y cuentan más que la palabra de una señora que grita sola entre la multitud.

El final del camino de Lianne............................................................................ Rebeca Carranco

Cuando supo que su marido había sido detenido, Lianne Smith planificó las últimas vacaciones de sus hijos.

 Después los mató.

 

Lianne Smith cuando era conducida por un mosso a las dependencias judiciales. / ROBIN TOWNSEND  (EFE)
Sentada sobre la colcha marrón de una cama individual de hotel y con las cortinas de la habitación, también marrones y tupidas, corridas, Lianne Smith narra cómo hace unas horas ha matado a Rebecca y a Daniel, sus dos hijos de 5 años y de 11 meses.
 “Fue un fin de semana perfecto”, dice, sin llegar a romper a llorar. Tres días idílicos en Lloret de Mar (Selva), adonde llegaron desde Barcelona. “Vinimos aquí sin nada, no cogimos nada porque esto era el final del camino”, explica con la voz ya quebrada.
En la habitación de al lado, Daniel y Rebecca están tumbados cada uno en una cama de la habitación triple 101 del hotel Miramar
. Están tapados, como si durmiesen
. Su madre, a las nueve de la noche del 17 de mayo de 2010, aprovechó que ya descansaban y poniendo sus piernas sobre las de ellos, para que no se moviesen, les colocó una bolsa de plástico en la cabeza hasta asfixiarles. Al día siguiente, sobre las dos y media de la tarde, bajó a la recepción y pidió que avisaran a la policía.
“En aquel momento estaba como ida, parecía que no estuviese en este planeta. Hablaba al ralentí”, recuerda cinco años después el inspector de los Mossos d’Esquadra Josep Monteys, que asistió a la confesión voluntaria y grabada en vídeo de Lianne en aquella habitación.

Ficha técnica de la asesina

Datos personales: Lianne Angela Smith, inglesa, de 45 años.
Tipología: Doble infanticidio.
Víctimas: Sus dos hijos, Rebecca, de cinco años, y Daniel, que tenía 11 meses.
Perfil: Lianne llevaba dos años y medio huyendo con su marido, Martin Smith, al que la justicia británica buscaba por haber violado a una hija de un matrimonio anterior de Lianne.
Móvil: Tras la detención de su marido, quiso acabar con la vida de sus hijos y la suya, aunque no lo logró.
Su caída: Confesó lo que había hecho.
¿Qué fue de ella?: Cumple 30 años de cárcel.
“Mi intención era irnos, mis hijos y yo juntos”, sigue ella, apuntando al infinito con las manos
. Una semana y media antes, los Mossos d’Esquadra habían detenido a su pareja y padre de los dos niños, Martin Smith, que era buscado por las autoridades británicas acusado de abusos sexuales. Hacía dos años y medio que la familia Smith había emprendido una huida para evitar que Martin fuese juzgado por haber violado a otra hija de Lianne, fruto de un matrimonio anterior.
 Primero recalaron en la Costa del Sol y finalmente se instalaron en Barcelona.
Lianne se puso un nuevo apellido, Ross, y se transformó en una profesora de inglés, casada con un escritor que nunca salía de casa.
Vivieron en tres pisos distintos. Rebecca asistía a un colegio en Horta; Daniel iba a la guardería
. Se comportaban como cualquier familia normal, como si hubiesen olvidado que en realidad eran fugitivos.
 Y con esa misma normalidad reaccionaron el día que entraron a robarles en casa.
 Les habían desvalijado su piso de Travessera de Gràcia y Lianne acudió a los Mossos d'Esquadra a denunciarlo
. La policía catalana no tardó en descubrir que había una orden europea de detención contra Martin.
“A partir de entonces ella se emparanoió.
Salía de casa mirando alrededor, pensaba que la gente le estaba vigilando.
 Temía que los servicios sociales británicos le quitasen a sus hijos”, explica Monteys. Hasta que Lianne no vio otra salida, cogió cuatro prendas de vestir y puso rumbo a Lloret de Mar, donde ya habían estado alguna vez.
“Sabía que no se podían defender”, admite Lianne Smith, sentada sobre la colcha marrón.
 A preguntas del fiscal, repite las edades de sus hijos, e insiste en que ella también querría haber muerto.
 “Creemos que se intentó asfixiar, pero tampoco hay un indicio claro.
 Solo lo que dicen las notas que escribió, y los borradores que encontramos en la papelera del lavabo de la habitación”, explica el investigador.
 La gran mayoría de sus escritos tenían la única intención de defender la inocencia de Martin, en el que creía a ultranza.
Monteys cree que Lianne nunca supuso un peligro para la sociedad en general.
 “Pero hubo una mínima planificación del crimen, una intención”, razon
a. Daniel y Rebecca fueron enterrados en el cementerio de Lloret de Mar porque sus padres no pudieron pagar la repatriación
. Lianne fue condenada a 30 años de cárcel.
 Su marido fue condenado a 11 años de prisión en el Reino Unido por abusar en 11 ocasiones de su hijastra. Meses después se suicidó.
EL HORROR Y EL DOLOR ¿POR QUË LAS VÏCTIMAS SON NIÑOS PEQUEÑOS Y MUJERES? QUE PASA CON LA LEY CONTRA LA VIOLENCIA DE GËNERO?