Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 ago 2015

Yvonne de la alegría........................................................................... Juan Cruz

Fallece Yvonne Hortet, compañera del editor y escritor Carlos Barral.

 

Yvonne Hortet, compañera de Carlos Barral / ARCHIVO FAMILIAR

Al final del verano de 1989 la cocina de Carlos Barral en Barcelona estaba en penumbra y aquel hombre que ya andaba a zancadas cortas porque los pulmones no le daban para más no sabía dónde estaba el agua fría.
 No está Yvonne, decía.
Los dos, él e Yvonne (Yvonne Hortet, que falleció anteayer en Barcelona a los 83 años) fueron inseparables desde que ella era una adolescente de cuerpo admirable y de risa sin desmayo.
 Esa fue la sonrisa de Yvonne, el rastro público de su elegancia melancólica, de su manera de ser y de estar a la vez, esencial e íntima, pública y también secreta.
Los dos, en realidad, fueron siempre unos adolescentes; a Yvonne la risa se le hizo fronteriza con la tos que procuran los cigarrillos, y a Carlos la risa se le hizo metálica y grande, como una gota enorme de risa seca que empezaba y concluía en un hermoso espasmo de sorpresa.
Él protagonizó una de las aventuras literarias más impresionantes de la segunda parte del siglo XX en Europa, y fue el centro visible de un sentimiento europeo que, después de la guerra mundial y de nuestra propia guerra incivil, trató de reconstruir el ánimo intelectual, y narrativo, del continente.
A su lado esta mujer, cuya alegría ahora es como su emblema en la memoria de los otros, fue siempre un apoyo, una referencia, como el bastón invisible en el que se apoyaba en su soledad y también en sus desvaríos sobre las arenas movedizas del negocio de vivir.
A él todas las cosas le parecían posibles, como caminar sobre las aguas, e Yvonne, más allá incluso de la muerte de Carlos (que se produjo, tras aquel verano en que buscaba infructuosamente el agua fría en la cocina oscura, el 12 de diciembre de 1989), creyó también que el mar no iba a ser nunca violento
. Pero no le respondieron las expectativas de su entusiasmo; luchó para que la casa de Calafell, aquella reliquia barraliana (e ivonyana) sobreviviera a la piqueta espiritual del tiempo, y batalló en silencio, o risueña, para que la memoria del navegante del Argüello, su barco, no naufragara en el proceloso océano del olvido al que este país somete sobre todo a quienes lo quisieron.
La inevitable melancolía de aquella pérdida, pues Barral era un continente en sí mismo, y alrededor todo fue archipiélago, no hizo heridas visibles en Yvonne, que tuvo la fortaleza de sus hijos y de sus nietos, la cercanía de los símbolos (el barco, la arena, L’Espineta, el bar donde recibían en verano a los amigos y a los transeúntes, en Calafell) y también la increíble realidad de la memoria común.
Esos libros que escribió Carlos Barral para dejar memoria de él son también la memoria de Yvonne Hortet; ahí está ella, saltando “sobre aquellas aguas de espejo”…
El encuentro con Yvonne, evoca Barral en uno de esos textos, “había movido mi centro de gravedad, modificado mi posición de equilibrio con respecto al mundo que me rodeaba o, mejor, había como desplazado la idea que me venía haciendo de mí mismo”.
Este hombre sin tierra, mirando la vida desde la arena o desde el mar (Cataluña desde el mar, qué canto de amor a su tierra desde las olas)..., siempre creyó que la vida era agua.
Él era “urgente y frágil, / de alabastro”, ella era de aire, y de agua de mar, una habitante sutil y hasta incorpórea, compañera de este habitante de la arena que acabó sus días soñando que era otra vez el adolescente que podía andar desnudo por la playa, esperando otra vez, intacta, la primera visión de la chica que se aprestaba a saltar "sobre aquellas aguas de espejo".
Fueron dos adolescentes mirándose y mirando cómo cada uno iba en pos de un mar común al que ahora llegan, en un tiempo que ni ella ni él reconocerían, porque ya se acabó, desde hace tanto, el tiempo de los adolescentes, es decir, el instante largo de la que fue su alegría.

 

La familia de Sergio Morate: “Ojalá te localicen y encierren”

Los familiares de Sergio Morate transmiten a los padres de las asesinadas su pesar.

Sergio Morate en su foto de perfil de Facebook
Sergio Morate, principal sospechoso de la muerte de las dos mujeres de Cuenca, en una foto en su perfil de Facebook.

La familia de Sergio Morate, el presunto responsable del asesinato de Marina Okarynska y Laura del Hoyo, de 26 y 24 años respectivamente, ha difundido este jueves un texto dirigido al propio Morate en el que expresan que no solo asesinó a las jóvenes sino a su propia familia y confían en que le "localicen y encierren indefinidamente" para que su "mente perturbada" pueda recuperarse y ser consciente de lo que ha hecho.
 "No sabemos qué diablo o terrible demencia se apoderó de ti pero debes ser consciente que no sólo asesinaste a esas niñas, has matado a su familia y a la que fue tuya, no existe excusa ni perdón para una atrocidad así"
, ha escrito la familia al sospechoso en un comunicado publicado en la red social Facebook.
"Ojalá te localicen y encierren pronto indefinidamente, y ojalá entonces tu mente perturbada se recupere para darte cuenta de que también te mataste tú", prosigue el texto, firmado por la "familia Morate- Garcés"
 que también tiene palabras para los padres de Marina y Laura, la policía y los periodistas.
El texto tiene como imagen un lazo negro con los nombres de las jóvenes asesinadas, a cuyos padres y hermanas la familia de Sergio también envía un mensaje:
"Cuando la angustia, incertidumbre y el sufrimiento constante por cada larguísimo día que pasaba sin apenas noticias resultaban insoportables, pensábamos en vosotros y nos daba hasta vergüenza quejarnos".
"Si tanto era nuestro dolor resultaba inimaginable vuestra agonía", añade.
Las familias Morate y Garcés consideran que no es conveniente acompañarles en los actos de luto por si les recuerda "a esa abominación de hombre", pero dejan claro que, aunque no puedan estar en persona, estarán conectados siempre "por el profundo sentimiento de dolor" que les deja "sus irreparables pérdidas".
Sobre la situación vivida ayer, cuando se encontraron los cadáveres, explican que estaban juntos los hermanos tras una "concienzuda" jornada de búsqueda por parte de la policía en su finca y "aliviados" del resultado nulo, cuando "en sólo unos segundos el mundo se hundió".
 "Rompimos a llorar desconsoladamente" por las jóvenes asesinadas.
La familia de Sergio agradece a la policía el trato amable y el tacto con ellos, y a los periodistas con "ética en riesgo" les pide que recapaciten sobre los métodos que utilizan para realizar sus informaciones porque la sociedad "está ya sobrada de monstruos" y necesita "noticias bien contrastadas".

 

El juez dicta una orden internacional de búsqueda del sospechoso de Cuenca...................... Patricia Ortega Dolz

La policía busca a Sergio Morate, presunto responsable del asesinato de las dos mujeres

El exnovio de Marina, una de las fallecidas, quería huir a un país sin extradición.

 

Imagen del principal sospechoso de la policía. / El País Vídeo (Atlas)

El titular del Juzgado de Instancia e Instrucción número 2 de Cuenca ha dictado una orden internacional de búsqueda para localizar a Sergio Morate, principal sospechoso del asesinato de Marina Okarynska y Laura del Hoyo, de 26 y 24 años, según ha informado el delegado del Gobierno de Castilla-La Mancha, José Julián Gregorio.

Por otro lado, la policía asegura que no ha sido encontrado ningún coche perteneciente a Morate. Fuentes policiales desmienten así la información difundida por la agencia Efe esta mañana citando fuentes de la investigación según la cual el vehículo había sido localizado este jueves en la provincia de Valladolid.
 El coche que se busca es un Seat Ibiza de color verde, con matrícula 1062CPF.
Morate se encuentra en paradero desconocido desde el mismo día en que desaparecieron en Cuenca su exnovia, Marina, y la amiga de esta, Laura.
 Los cuerpos sin vida de las dos mujeres fueron hallados en la tarde este miércoles después de que la policía las buscara desde el pasado jueves
. Los agentes persiguen el rastro de Morate, principal sospechoso de las muertes, quien comentó a sus allegados antes de esfumarse que quería irse a un país que no tuviera convenio de extradición con España.
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Geografía y cronología del asesinato doble en Cuenca
Geografía y cronología del asesinato doble en Cuenca
Cuando los investigadores del caso de las dos mujeres desaparecidas en Cuenca tuvieron conocimiento de que Morate quería partir a un país sin extradición, aumentaron sus sospechas sobre el exnovio de Marina Okarynska
. Los agentes creen que el hombre podría haber huido con un coche perteneciente a su familia.
 La unidad canina de la Policía Nacional había registrado este miércoles una finca en Chillarón de Cuenca, propiedad de su familia.
Fuentes próximas a la investigación han asegurado que la única orden de busca y captura que hay emitida es contra Morate.
Este jueves, por otro lado, en el tanatorio de Cuenca se practica la autopsia en los cuerpos de las dos mujeres fallecidas.
 Mientras, los vecinos se han concentrado desde las 11 de la mañana en repulsa por el crimen frente al Ayuntamiento de Cuenca y en la Diputación Provincial
. El organismo provincial ha decretado tres días de luto oficial.
Los cadáveres de las dos jóvenes desaparecidas el pasado jueves en Cuenca fueron hallados por un ciudadano la tarde de este miércoles junto a una poza en el nacimiento del río Huécar, a dos kilómetros del municipio de Palomera, según informaron fuentes del Ministerio del Interior.
 Laura del Hoyo y Marina Okarynska, las dos amigas de 24 y 26 años, respectivamente, desaparecieron el pasado jueves junto a su presunto captor.
El río Huécar nace a unos tres kilómetros de la localidad de Palomera, donde la policía había registrado ya una casa de la familia de Sergio Morate.
 La principal área de búsqueda, aparte de Cuenca, había sido esa pequeña población --apenas cien habitantes en invierno--, de donde son originarios los padres de Morate.
 En la otra punta de la ciudad, a siete kilómetros en sentido opuesto, en la localidad de Chillarón, poseen también los padres una finca con una tienda de muebles antiguos, que también fue rastreada.
Las sospechas contra Morate se acrecentaron cuando se supo que hasta aquella minúscula localidad de Palomera, enmarcada por una frondosa zona boscosa que circunda al río Huécar, había llevado y mantenido retenida a otra novia, a la que después liberó.
 Aquello generó una gruesa mancha en su historial en el que figuran antecedentes por maltrato y retención ilegal.
Esa víctima acompañó hace unos días a la policía y reconstruyó sus días de cautiverio, por si su captor hubiese repetido el modus operandi.

El amor sin boda de Pessoa................................................................................... Javier Martín

Luis Morales relata la nebulosa relación del poeta portugués con su novia en la Lisboa de entreguerras.

 Uno de los grandes culebrones del mundo literario del siglo pasado.

Imagen de Lisboa en 1918.

Esperó a que se fueran todos de la oficina; esperó a que ella se pusiera el abrigo y, turbada, se dirigiera a la puerta.
Allí, contra el quicio, Pessoa se abalanzó y la besó ardientemente, como nunca había besado a una mujer
. Como nunca besó a otra mujer.
 Aquella noche del 24 de enero de 1920 quedó grabada en la memoria de Ofélia, pero no tanto en la de Fernando. Ella tenía 19, él los 32: “Me quedé loco, me quedé tonto / Mis besos no vinieron a cuento. / La apreté contra mí, / La enlacé en mis brazos, / Me embriagué de abrazos, / Me quedé tonto, eso fue todo”, escribió el poeta.
Pasión, desazón y desasosiego, mucho desasosiego. Luis Morales reproduce en Un amor como éste uno de los grandes culebrones del siglo XX del mundo literario, el de Fernando Pessoa (1888-1935) con Ofélia Queiroz (1990-1991), la única mujer en la vida íntima del atormentado genio portugués.
Vaya por delante que nada nuevo hay en el material que maneja Morales.
Su mérito, que no es poco, radica en ordenar el caos del mundo pessoaniano, concretamente en la única relación íntima que mantuvo con una mujer.
 Epistolarmente, la relación entre Pessoa y Ofélia se extiende entre enero y septiembre de 1920 y nueve años después, entre septiembre y diciembre.
 Morales se introduce en las 48 cartas de Pessoa (publicadas en 1978) y en las cerca de 300 de Ofélia (recopiladas todas en 2013).
Ofélia Queiroz, novia de Fernando Pessoa. / Joshua Benoliel
Gracias a esas cartas comprendemos el poema protector de Pessoa (“Solo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor sí que son ridículas”).
 Las suyas lo son. “Bebé, ven para acá”, le escribe a Ofélia, “ven junto al Niñito; ven a los brazos del Niñito; pon tu boquita contra la boca del Niñito”.
 Y luego, penando porque se fija en otros: “¡¡¡Mala, mala, mala!!! ¡Unos buenos azotes es lo que tú necesitas!”.
Morales, que dice modestamente que no es experto en Pessoa, se enorgullece de conocer —y sobre todo amar— Lisboa.
 Y así, en Un amor como éste, reconstruye la Lisboa de la pacata sociedad de entreguerras y ordena el descontrol sentimental entre una joven romántica y un señor maduro con una “ola negra” in crescendo sobre su espíritu.
A las pocas semanas de aquel beso, “Ofélia, mi ofelinha, mi bebézinho”, de educación burguesa, estrecha el lazo
: “¿No crees mejor que yo le diga un día de estos a mi hermana que ya te declaraste?”.
 Pessoa responde: “Eso es propio de gente común. Yo no soy común.
Y no digas a nadie que nosotros salimos juntos.
 Es ridículo, nosotros nos amamos”.
Es cierto que al genio le aquejan dolencias físicas y, sobre todo, un runrún incesante en la cabeza. Pasa tres meses sin escribir a Ofélia, que ya no suspira por un compromiso; le bastaría que le lanzara una señal con el sombrero cuando pasa por debajo de su ventana.
Harta de plantones, le escribe a finales de noviembre de 1920: “Hace ya cuatro días que no aparece y que ni siquiera se digna escribirme
. Siempre el mismo proceder. (…) Se ha hecho su voluntad. Le deseo felicidades”.
En alguna esquina del Libro del desasosiego, Pessoa utiliza a su heterónimo Bernardo Soares para desnudarse:
“Solo una vez fui en verdad amado.
 Algunas simpatías tuve, que, poniendo algo de mi parte, podría haber convertido, o al menos tal vez podría haber convertido, en amor o en afecto”.
Pasaron nueve años hasta que se restableciera el contacto
. En 1929, por una amistad común, Pessoa supo que a su ex le había gustado una foto suya bebiendo, como siempre, en la barra de Martinho
. El escritor le mandó una copia con una gota de su ingenio: “Fernando Pessoa en flagrante delitro”.
Se reanuda el tobogán emocional, pero Ofélia recibe una novedad. “Si me caso, no me casaré si no es contigo.
 Queda por saber si el casamiento o el hogar son cosas que se concilian con mi vida de pensamiento”, escribe Fernando a finales de septiembre de 1929. Ofélia promete que no le molestará. “No te supondré estorbo”.
 Y aclara: “Yo no te considero un hombre normal, y como tal no espero de ti banalidades ni futilidades”.
Para entonces, fumaba 40 cigarrillos al día, el alcoholismo iba en aumento, visita tugurios de Cais do Sodré y sigue dando plantones a Ofélia, a quien los enfados le duran lo que tarda en llegar el correo con la fórmula mágica, un chorro de autoflagelación (“se ha partido la correa del automóvil viejo que llevo en la cabeza”) y unas gotas de zalameo (“… y eres bombón, y eres avispa, y eres miel…”). Ofélia, resignada a su derrumbe físico, solo le pide que, si va al Abel (su tasca preferida), no beba con el estómago vacío.
Es tarde, a finales de 1935, la Agencia Barata se lleva el cadáver de su amado
. Ofélia ni se entera.
Un amor como éste es una obra atractiva para muchos públicos: para los interesados en la sociedad de entreguerras, para los que aman Lisboa y, sobre todo, para quienes amando la literatura de Pessoa gustaría de husmear en la personalidad de alguien que se definía como “los alrededores de una ciudad inexistente”.
Un amor como éste. Luis Morales. Funambulista Madrid, 2015. 343 páginas. 21 euros
.......y sobre todo que esos escritores que nos dieron tanto con sus obras son hombres simples a la hora del amor, mejor solo leerlos.