Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

12 ago 2015

Cayetano Rivera: "Fran sigue triste y dolorido"


cayetano-dolorido.jpg
El hermano de Francisco Rivera ha pasado poco antes de las diez de la mañana de este miércoles por la puerta de la clínica Quirón de Zaragoza, donde el diestro continúa ingresado en la UCI y ha declarado que Fran "sigue triste y dolorido, aunque ha pasado mejor la noche y el ánimo lo va recuperando poco a poco".
 Informalia ha podido saber que Cayetano ha anulado la corrida prevista para este viernes en Gijón. El hermano de Fran ha estado cerca de 30 minutos en el centro sanitario, donde se ha interesado por el estado de Francisco, y luego se ha marchado a la estación de tren para abandonar Zaragoza junto a José María García.
De momento, no ha habido parte médico pero se sabe que le van a hacer un nuevo escáner al torero y que lo que se teme es la aparición de infecciones: "No hay fiebre ni signos de infección, pero aún es pronto y podría aparecer..
 Cayetano además ha querido tranquilizar a todo el mundo a través de un tuit en el que dice cómo ha pasado la noche su hermano y que no han aparecido infecciones, aunque avisa con prudencia de que aún es pronto para descartar posibles complicaciones.
 Francisco Rivera Ordóñez está en manos de un equipo al frente del cual se encuentra el doctor Val-Carreres, considerado el mejor cirujano taurino.
Cayetano tiene cara de preocupación más que la de ayer.




Marea gay en Isla Fantasía................................................................................... Camilo S. Baquero

El acto del Circuit Festival en el parque acuático de Vilassar de Dalt reúne a 8.000 personas.

El País Vídeo (Atlas)

Hay imágenes que por muy vistas que estén no dejan de causar cierta sorpresa. Esto le pasa a la fiesta del Circuit Festival en la Isla Fantasía.
 El evento central ha reunido este martes a más de 8.000 personas en el parque acuático de Vilassar de Dalt (Barcelona).
 Desde el martes ya había colgado el cartel de completo.
 El Circuit Festival se extiende hasta el día 16 en la capital catalana y después se muda a Ibiza.
Pero ayer, la protagonista era la peculiar marea formada por hombres, bañadores, gafas de sol, alguna mujer y flotadores con formas de animales.
Todos se movían al ritmo de las olas artificiales de la gran piscina y al del tecno y el dance, siempre mezclado con lo último del pop, que sonaba por los potentes altavoces.

El parque abrió sus puertas a las 10 de la mañana para que muchos pudieran disfrutar de un día de sol y toboganes
. La fila para coger el autobús hasta la Isla Fantasía, en plaza Cataluña, bajaba por Portal del Ángel. En 2008, cuando comenzó el evento organizado por el promotor catalán Matinée Group, este acto fue lo más llamativo.
 En cierta manera rompía con la idea de que la fiesta gay —más allá de en la que termina convirtiéndose la celebración del Orgullo— tenía que circunscribirse solo a la noche y a las grandes discotecas.
 Ocho años después, la fórmula sigue gustando.
Los organizadores calculan que el Circuit festival atrajo el año pasado atrajo a unas 72.000 personas, un número bastante difícil de superar año tras año pero que prácticamente dobla la asistencia del primer año.
 De ahí a que los promotores hayan pensado en 2015 en exportar la fórmula a Ibiza, donde se prologará hasta el 23 de agosto.
El Circuit tiene detractores.
Bastantes. Barcelona es en estos días un hervidero de homosexuales que llenan tiendas y restaurantes. En muchos casos responden a un estereotipo —horas de gimnasio, la pequeña camiseta imperio, gran gafa de espejo— que intimida y hasta molesta a ciertos sectores.
Se trata de una imagen que algunos consideran el triunfo y la tiranía del capitalismo rosa, que ve a los gais como gente rica consumidora.
También tiene sus fanáticos
. Muchos. Uno de ellos es Kuoros, un griego afincado en Londres y que ya tiene siempre a Barcelona agendada en sus vacaciones estivales.
“Me gusta el ambiente que se vive en el Circuit. Vienes con tus amigos, te lo pasas bien y disfrutas de una ciudad maravillosa.
 Un poco de hedonismo no está mal”, asegura este abogado entrado ya en los 40 años.
No está mal un poco de hedonimos en el Circuit Festival"
Kuoros, asistente al evento
“Es verdad que es un poco caro (la entrada para la fiesta de día y de noche costaba 90 euros), pero es lo que te gastarías haciendo cualquier otra cosa.
 ¡Estoy de vacaciones y quiero pensar en otra cosa!”, afirmaba desde Isla Fantasía Matías, un gaditano de 30 años que llegó el sábado a Barcelona para disfrutar del Circuit.
Después de la hora de la comida la fiesta se trasladó a la piscina central.
 Allí la música hizo su papel: hacer que la gente se acerque más, tal vez un poco más allá de lo que muchos podrían considerar dentro de los márgenes de lo decoroso.
 Ya había desaparecido el postureo de mucho cuerpo escultural. Muchos dejaron el macho alfa en el tobogán.
 Otros, sencillamente, se dejaron llevar. Culpa y Circuit Festival no combinan.

 

La historia que esconde el 'No me importa nada' de Luz Casal......................................Ana Boyero

La relación que inspiró la letra del popular tema estaba condenada al fracaso, pero este canto a la indiferencia se convirtió en el mayor éxito de la cantante.

 

Tú juegas a quererme
yo juego a que te creas que te quiero


En el quinto álbum de Luz Casal cada pista era una apuesta. 
El ecléctico Luz V (1989), en el que convivían guitarras eléctricas, sintetizadores e incluso había espacio para las maracas, abría con dos canciones de amor de estilos y enfoques opuestos.
 Mientras que Loca era la provocativa declaración a un exnovio asentado y, probablemente, algo arrepentido, la desgarrada Te dejé marchar tenía sección de cuerda y era un hermoso canto a la frustración de haber amado y haber perdido. 
En medio de este sentido repertorio, una canción cínica y descreída se convertiría en el mayor éxito de Luz Casal. No me importa nada tenía como inspiración a una pareja que no estaba a la altura del romance de los sonetos, su letra era una narración sobre la falta de emoción, carente del drama de los boleros y sin la ilusión del pop, que hablaba de una de esas relaciones en las que uno se embarca sin estar convencido y de las que sale preguntándose: ¿qué estoy haciendo con mi vida?

Y no me importa nada
que rías o que sueñes
que digas o que hagas


A finales de los ochenta, Gloria Varona había compuesto algunos versos, pero nunca se había planteado hacer canciones. Su hermano, el músico Pancho Varona, fue quien animó a esta funcionaria del Ministerio de Empleo y Seguridad Social a que le proporcionara letras: ‘No me importa nada’ fue su tercera composición. Ya se sabe que las obras primerizas tienden a ser especialmente autobiográficas… y por entonces aquella treintañera tenía novio.cover 

“Era el típico tío que sabes que te está mintiendo y engañando”, explica Gloria, “pero que en el fondo tampoco te importa demasiado porque eres consciente de que es una persona transitoria”.
hermanos Varona
Los hermanos Pancho y Gloria Varona en el año en que ‘No me importa nada’ fue nº 1 de Los 40 Principales (Bolonia, 1990).
Serena y confiada
invento las palabras que te hieren
El desencanto con esa relación en piloto automático facilitó que escribiera la letra de corrido. En apenas diez minutos Gloria tenía un manuscrito que se convertiría en número 1 de Los 40 Principales, abriría a Luz Casal las puertas del mercado internacional y, años más tarde, se traduciría al francés. Apenas hubo cambios a posteriori, si bien en un principio la letra decía “escucho tus chorradas acerca del amor y del deseo” (Gloria finalmente cambió el término ‘chorradas’ por ‘bobadas’ porque, reconoce entre risas, “cantado sonaba demasiado duro”). “Mucha gente me decía: “Ay, qué triste”, pero a mí la canción no me parecía triste ni era mi intención cuando la hice”, afirma. “Habla sobre todo del hartazgo, de ese estar jugando a que somos novios. ¿Qué necesidad hay de que me cuentes bolas y de que vengas a hablarme del amor, si los dos sabemos de qué va esto?”.
Esa variedad de lecturas que tiene el tema es especialmente gráfica si comparamos los dos videoclips que acompañaron a la canción.
 El primero, bastante turbio, tenía de protagonista a una castigadora Luz vestida de cuero que recorría una discoteca seduciendo con desgana a quien se pusiera por delante. 


‘No me importa nada’ es la banda sonora de un duelo prematuro, una canción que escuchar para coger fuerzas antes de agarrar las maletas y salir de una relación que hace tiempo que ha dejado de sumar.
 Encontrarla triste o no depende de si quien la escucha cree que la vida merece la pena sin pareja.
 Cuando la interpreta sobre el escenario, sonriendo con plenitud mientras repite una y otra vez que no le importa nada,
 Luz transmite que ella también es de las que valora el amor propio por encima del amor romántico.
 “Es una declaración de independencia, una muestra de seguridad”, explica la cantante, que recuerda que al principio hubo gente que incluso calificó la canción de “feminista”.

El público escuchó el tema dos años después de haber sido escrito. 


En el quinto álbum de Luz Casal cada pista era una apuesta. El ecléctico Luz V (1989), en el que convivían guitarras eléctricas, sintetizadores e incluso había espacio para las maracas, abría con dos canciones de amor de estilos y enfoques opuestos. Mientras que Loca era la provocativa declaración a un exnovio asentado y, probablemente, algo arrepentido, la desgarrada Te dejé marchar tenía sección de cuerda y era un hermoso canto a la frustración de haber amado y haber perdido.
En medio de este sentido repertorio, una canción cínica y descreída se convertiría en el mayor éxito de Luz Casal. No me importa nada tenía como inspiración a una pareja que no estaba a la altura del romance de los sonetos, su letra era una narración sobre la falta de emoción, carente del drama de los boleros y sin la ilusión del pop, que hablaba de una de esas relaciones en las que uno se embarca sin estar convencido y de las que sale preguntándose: ¿qué estoy haciendo con mi vida?

Y no me importa nada
que rías o que sueñes
que digas o que hagas


A finales de los ochenta, Gloria Varona había compuesto algunos versos, pero nunca se había planteado hacer canciones. Su hermano, el músico Pancho Varona, fue quien animó a esta funcionaria del Ministerio de Empleo y Seguridad Social a que le proporcionara letras: ‘No me importa nada’ fue su tercera composición. Ya se sabe que las obras primerizas tienden a ser especialmente autobiográficas… y por entonces aquella treintañera tenía novio.

“Era el típico tío que sabes que te está mintiendo y engañando”, explica Gloria, “pero que en el fondo tampoco te importa demasiado porque eres consciente de que es una persona transitoria”.
hermanos Varona
Los hermanos Pancho y Gloria Varona en el año en que ‘No me importa nada’ fue nº 1 de Los 40 Principales (Bolonia, 1990).
Serena y confiada
invento las palabras que te hieren

El desencanto con esa relación en piloto automático facilitó que escribiera la letra de corrido. En apenas diez minutos Gloria tenía un manuscrito que se convertiría en número 1 de Los 40 Principales, abriría a Luz Casal las puertas del mercado internacional y, años más tarde, se traduciría al francés.
 Apenas hubo cambios a posteriori, si bien en un principio la letra decía “escucho tus chorradas acerca del amor y del deseo” (Gloria finalmente cambió el término ‘chorradas’ por ‘bobadas’ porque, reconoce entre risas, “cantado sonaba demasiado duro”).
“Mucha gente me decía: “Ay, qué triste”, pero a mí la canción no me parecía triste ni era mi intención cuando la hice”, afirma. “Habla sobre todo del hartazgo, de ese estar jugando a que somos novios. ¿Qué necesidad hay de que me cuentes bolas y de que vengas a hablarme del amor, si los dos sabemos de qué va esto?”.
Esa variedad de lecturas que tiene el tema es especialmente gráfica si comparamos los dos videoclips que acompañaron a la canción. El primero, bastante turbio, tenía de protagonista a una castigadora Luz vestida de cuero que recorría una discoteca seduciendo con desgana a quien se pusiera por delante.


El segundo (el preferido de la cantante, grabado para promocionar su primer recopilatorio en Francia) era mucho más optimista, un paseo en solitario despreocupado, liberador y a plena luz del día.



Tú juegas a olvidarme
yo juego a que te creas que me importa

‘No me importa nada’ es la banda sonora de un duelo prematuro, una canción que escuchar para coger fuerzas antes de agarrar las maletas y salir de una relación que hace tiempo que ha dejado de sumar. Encontrarla triste o no depende de si quien la escucha cree que la vida merece la pena sin pareja. Cuando la interpreta sobre el escenario, sonriendo con plenitud mientras repite una y otra vez que no le importa nada, Luz transmite que ella también es de las que valora el amor propio por encima del amor romántico. “Es una declaración de independencia, una muestra de seguridad”, explica la cantante, que recuerda que al principio hubo gente que incluso calificó la canción de “feminista”.

El público escuchó el tema dos años después de haber sido escrito. Para entonces, Gloria y su antimuso ya no estaban juntos. “Siempre tuvo una vaga idea de que estaba dedicada a él y no le hacía mucha gracia. Yo no insistía por no hacer sangre, pero también bromeaba diciendo que era el único novio que me había dado pasta”. La letrista, por supuesto, se refiere a los jugosos cheques que le llegaron en concepto de derechos de autor.
Portada Luz Casal
 
Portada del álbum 'Luz V', donde se incluye el popular tema.
Esquivando el baladón

En cuanto terminó la letra se la pasó a su hermano Pancho, compositor, productor y compañero de gira de Joaquín Sabina, a quien el cantante de voz rota describió en una ocasión como “mi andamio, mi todo”. 
Si a su hermana solo le hicieron falta diez minutos para tener la letra, Pancho necesitó dos años hasta dar con la música apropiada. 

hermanos Varona
Los hermanos Pancho y Gloria Varona en el año en que ‘No me importa nada’ fue nº 1 de Los 40 Principales (Bolonia, 1990).
Serena y confiada
invento las palabras que te hieren

El desencanto con esa relación en piloto automático facilitó que escribiera la letra de corrido. En apenas diez minutos Gloria tenía un manuscrito que se convertiría en número 1 de Los 40 Principales, abriría a Luz Casal las puertas del mercado internacional y, años más tarde, se traduciría al francés. Apenas hubo cambios a posteriori, si bien en un principio la letra decía “escucho tus chorradas acerca del amor y del deseo” (Gloria finalmente cambió el término ‘chorradas’ por ‘bobadas’ porque, reconoce entre risas, “cantado sonaba demasiado duro”).
“Mucha gente me decía: “Ay, qué triste”, pero a mí la canción no me parecía triste ni era mi intención cuando la hice”, afirma. “Habla sobre todo del hartazgo, de ese estar jugando a que somos novios. ¿Qué necesidad hay de que me cuentes bolas y de que vengas a hablarme del amor, si los dos sabemos de qué va esto?”.
Esa variedad de lecturas que tiene el tema es especialmente gráfica si comparamos los dos videoclips que acompañaron a la canción. El primero, bastante turbio, tenía de protagonista a una castigadora Luz vestida de cuero que recorría una discoteca seduciendo con desgana a quien se pusiera por delante.


El segundo (el preferido de la cantante, grabado para promocionar su primer recopilatorio en Francia) era mucho más optimista, un paseo en solitario despreocupado, liberador y a plena luz del día.



Tú juegas a olvidarme
yo juego a que te creas que me importa

‘No me importa nada’ es la banda sonora de un duelo prematuro, una canción que escuchar para coger fuerzas antes de agarrar las maletas y salir de una relación que hace tiempo que ha dejado de sumar. Encontrarla triste o no depende de si quien la escucha cree que la vida merece la pena sin pareja. Cuando la interpreta sobre el escenario, sonriendo con plenitud mientras repite una y otra vez que no le importa nada, Luz transmite que ella también es de las que valora el amor propio por encima del amor romántico. “Es una declaración de independencia, una muestra de seguridad”, explica la cantante, que recuerda que al principio hubo gente que incluso calificó la canción de “feminista”.

El público escuchó el tema dos años después de haber sido escrito. Para entonces, Gloria y su antimuso ya no estaban juntos. “Siempre tuvo una vaga idea de que estaba dedicada a él y no le hacía mucha gracia. Yo no insistía por no hacer sangre, pero también bromeaba diciendo que era el único novio que me había dado pasta”. La letrista, por supuesto, se refiere a los jugosos cheques que le llegaron en concepto de derechos de autor.
Portada Luz Casal
Portada del álbum 'Luz V', donde se incluye el popular tema.
Esquivando el baladón

En cuanto terminó la letra se la pasó a su hermano Pancho, compositor, productor y compañero de gira de Joaquín Sabina, a quien el cantante de voz rota describió en una ocasión como “mi andamio, mi todo”. Si a su hermana solo le hicieron falta diez minutos para tener la letra, Pancho necesitó dos años hasta dar con la música apropiada.

“Estuve mucho tiempo intentando hacer algo decente, pero me salían baladones insoportables, muy tristes, quedaba una canción coñazo”, recuerda Pancho.

No estar emocionalmente implicado y a la vez conocer de primera mano la inspiración del tema le hicieron ser un poquito más benévolo. Después de todo, ya se sabe que bajo los discursos de grandeza y autoafirmación que predicamos después de una mala experiencia amorosa también hay decepción y pena. Él quiso que la música transmitiera aquello que las palabras no reconocían.“Al escuchar la letra la que gana el combate es ella, pero realmente a los dos les pasa algo malo. Me parecía una historia triste para ambos”, afirma.

Cuando en 1989, ayudado por el guitarrista Manolo Rodríguez, Pancho consiguió por fin ese equilibrio musical entre seguridad y tristeza, grabó una maqueta en su casa, un piso del madrileño barrio de La Latina en el que el tumulto de los turistas se colaba por las ventanas. Aquella primigenia versión de No me importa nada tenía, atención, un estilo country americano.
Luz Casal promocion
 
 
 

La tierna y sorprendente historia del pollo de Esplá y el cerdito valiente..................................... Antonio Lorca

Los toreros no somos matarifes; nuestro destino y nuestra voluntad es crear belleza’ declaró Curro Romero.

Toros
Retirada de Francisco Esplá y salida por la puerta grande de Las Ventas, con dos orejas en su primer toro, en 2009. / Bernardo pérez

Contaba Luis Francisco Esplá en una entrevista radiofónica que un invierno se enclaustró con su cuadrilla en una finca para matar unos toros a puerta cerrada y preparar en equipo la inminente temporada.
Finalizado el retiro, decidieron celebrar una comida especial, para la que recibieron un obsequio del ganadero.
-Maestro, tengo mucho gusto en regalarles este hermoso pollo campero, para que se lo coman ustedes con arroz.
Esplá agradeció el detalle y se dirigió al tercero de la cuadrilla.
- Juan, mata tú el pollo, que estás más acostumbrado con la puntilla.
- Maestro, ¿tengo que ser yo? Que lo mate, José, el picador, que tiene gallinas en el corral de su casa.
- Yo, no. Nunca le he cortado el cuello a un pollo, matador.
Hágalo usted que maneja mejor la espada.
Total, contaba el torero, que mientras el pollo asistía expectante, con la cresta erizada y un poco mosca, a tan sesuda discusión taurina, no hubo manera de decidir quién se encargaría de darle el pasaporte para la otra vida.
- ¿Y qué pasó al final?, inquirió el periodista.
- ¿Que qué pasó? Pues que dejamos libre al pollo y nos comimos un arroz a la cubana.

‘Entiendo el toreo como una caricia; como una armonía, una inspiración, una forma de expresar el sentimiento, como lo muestran el compositor con sus notas o el pintor con sus pinceles.
 Los toreros no somos matarifes; nuestro destino y nuestra voluntad es crear belleza’.
Así se expresaba Curro Romero el 5 de abril de 2008, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Nunca, y son ya algunos años como aficionado a los toros, he sido testigo de un acto violento verbal o físico en una plaza de toros más allá de una cariñosa bronca de educados y dolidos aficionados hacia su ídolo
. Nunca, hasta ahora, que ha renacido con fuerza inusitada una ola antitaurina que está descubriendo a un minoritario grupo de personas que dice defender la vida y los animales y, escudándose en el cobarde anonimato, mancha las redes sociales con mensajes rebosantes de odio y una extraña maldad que intimidan sobremanera ante la dolorosa certeza de que existen semejantes que desean la muerte de otros para defender -dicen ellos- la vida
. Doloroso y penoso. ¿Quién en su sano juicio y digno de respeto puede desear la muerte de Rivera Ordóñez? Más vale ser, entonces, taurino bullanguero que antitaurino con tan mala sangre.
Lo normal, eso sí, es que existan personas, muchas personas, y algunos partidos políticos contrarios a los toros.
 Ha ocurrido siempre. Y tienen perfecto derecho a ello.
 Hasta Papas de la Iglesia y Reyes de la piel de toro hubo que los prohibieron, y han abundado y abundan intelectuales de toda condición y pensamiento que los han aborrecido y aborrecen.
 La polémica ha sido connatural a la fiesta de los toros.
 Pero ahí sigue…
¿Por qué vuelve ahora? Porque la fiesta está tocada del ala, con media estocada en las agujas, a la deriva y desnortada. Y el depredador acecha siempre a la presa más débil.
La crisis de valores ha alcanzado a la tauromaquia, fragmentada y muy desunida; carece de un líder carismático, y está abotargada de rutina, uniformidad y aburrimiento.
Y lo realmente grave es que las figuras, los toros más comerciales y los empresarios más relevantes no son capaces de frenar la huida constante de espectadores.
La guinda la pone el Gobierno, que consigue que se apruebe una ley que no cumple, y prefiere que la fiesta se desangre con una irresponsable desidia.
 Inadmisible resulta, por ejemplo, que una actividad que es patrimonio cultural de este país no reciba más que migajas de la televisión pública.
Es decir, el modelo está agotado.
Toda su estructura lo está.
De nada valen las comparaciones con otras actividades culturales, ni toreros que se desmonteren en el paseíllo, ni desesperadas cartas al director ni lamentos diversos.
 La única solución está en las entrañas de la propia fiesta de los toros: o cambia o desaparecerá.
Pero la fiesta no se acabará por la campaña de los antitaurinos, tanto de los intransigentes que se sientan en los plenos municipales, como los pocos que se manifiestan junto a las plazas o los ilusos aguafiestas que se lanzan al ruedo con el torso desnudo; la tauromaquia, tal y como hoy la conocemos, desaparecerá el día que el público no pase por taquilla, cansado de aburrimiento o de presunto engaño y manipulación.
Por si fuera poco, la relación del ser humano con los animales ha cambiado radicalmente en las últimas décadas.
Y mientras se celebraba una carrera de fondo en la que los animales ganaban protagonismo, se hacían nuestros amigos, y los considerábamos como miembros de nuestras propias familias, el toro, una obra perfecta de ingeniería genética, uno de los animales más bellos de la naturaleza, nacido para una creación artística, ha permanecido encerrado en el campo, aislado del mundo, en un coto secreto, y solo lo hemos mostrado en los veinte últimos minutos de su vida.
La fiesta de los toros ha estado fuera de este proceso imparable, y ha perdido, quizá de manera irremediable, la batalla de la comunicación con el mundo.
Varias generaciones de niños que han crecido disfrutando con animales de distintas especies y asumiendo como algo natural el papel cada uno de ellos, solo han conocido el toro por la imagen cruenta de la lidia en la plaza, y muchos son los que piensan que ese animal es la víctima de unos malvados torturadores que son los aficionados a la fiesta.
 Así, a estas alturas, de poco sirven las apelaciones al derecho de las minorías y a la libertad, por muy fundamentadas que estén.
 Los aficionados a los toros estamos rodeados porque cada vez es más patente la destaurinización de la sociedad española.
Se cumplen ahora veinte años del estreno de la película Babe, el cerdito valiente, una historia enternecedora.
 Sus padres adoptivos, una pareja de perros ovejeros, le cuentan cómo funciona la granja.
 ‘Todos tenemos una misión’, le dicen; ‘la vaca sirve para dar leche; los perros, para ayudar al amo con las ovejas, y los cerdos no sirven para nada, y por eso los amos se los comen por Navidad.
 Así funciona el mundo, Babe’.
Este mensaje de la película australiana es el que parece que no se ha entendido: el toro sirve para la lidia en la plaza, para generar emoción y arte.
 Si no fuera así, no serviría para nada; nos lo comeríamos y desaparecería.
Sea como fuere, los aficionados a los toros no somos torturadores; yo, al menos, y perdonen la petulancia de la primera persona, no me considero parte de un grupo de crueles mortales enfermos de morbo; me repugnan la sangre, la tortura y el sufrimiento ajeno.
 Pero tengo la buena o mala suerte de pertenecer a una cultura en la que el toro es protagonista de un modo de entender la belleza.
Y acepto que otros no lo entiendan así.
Lo que tengo muy claro, eso sí, es que ni Curro Romero ni la cuadrilla de Luis Francisco Esplá, con el maestro a la cabeza, son unos matarifes deleznables.
 Y, si no, que le pregunten al pollo…