Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 jul 2015

Aquella España sórdida.................................................................. Carlos Boyero

Recuerdo en blanco y negro el cine más impresionante y perdurable que se ha realizado en este país.

 

Gemma Cuervo, Milagros Leal y Jacinto San Emeterio, en 'El mundo sigue'.
Recuerdo en blanco y negro el cine más impresionante y perdurable que se ha realizado en este país. Se hizo en la interminable y sórdida noche del franquismo y no fueron muchos los espectadores que pudieron verlo.
La censura era ignorante, mezquina y cerril, pero no tan ciega como para intuir o certificar que esas películas contenían dinamita, que el esperpento o la tragicomedia podían hablar corrosivamente, con lucidez dolorosa, provocando la risa, la piedad, el horror y la mueca, sobre algo bastante insoportable llamado realidad.
Las asfixiaron económicamente, retrasaron su estreno o las destinaron a la marginalidad y en algún caso estuvieron prohibidas durante intolerable tiempo, aunque recibieran el mayor honor en el festival de Cannes, como fue el caso de Viridiana.
 Pero ahí están, con su talento, su fuerza, su mala leche y su expresividad intactas.
Estoy hablando de El pisito, El cochecito, Calle Mayor, Plácido, El verdugo, El extraño viaje, La caza, La tía Tula. Y, cómo no, la áspera, brutal y veraz El mundo sigue.
Se rodó hace 52 años, pero los inquisidores pusieron un notable celo en que no la viera ni dios.
Creo que mi primera cita con ella fue en la Filmoteca, hacia finales de los 70
. Me dejó aterrado, con la sensación de que se había atrevido con tanta audacia como inteligencia a hablar de la colectiva miseria moral, la hipocresía que imponía la honorabilidad, la redención social y familiar después de vender el cuerpo y el alma a condición de haber triunfado en la transacción, hacerse rica, comprar la respetabilidad, la desesperación, la envidia y la ira de la que poseyendo idénticos o superiores atributos físicos que esa hermana prostituida y trepa, permanece en la miseria al haber elegido un matrimonio desastroso con un perdedor egoísta y vil.
Fernando Fernán-Gómez, aquel señor con cerebro y sensibilidad privilegiadas, pensamiento libre, una observación única, comprensiva y a veces demoledora de las personas y las cosas, dotado de irremplazable talento oral, brillante escribiendo, interpretando y dirigiendo, alguien con valores renacentistas que sobrevivió como pudo en el mundo que le parió, retrata de forma admirable una realidad permanentemente mediocre, opresiva, machista hasta la náusea, dominada por el miedo, en esta película que describe el ritmo de las calles, el ambiente de los bares, el pavor o el desafío al “que dirán”, la resignación sufriente, la amargura sin tregua, con una autenticidad y un realismo perdurables.
También extrae lo mejor de sus intérpretes. Gemma Cuervo y Lina Canalejas crean a dos hermanas en posesión de un desgarro memorable, intensidad, matices. Todo en El mundo sigue resulta perturbador y creíble
. Sales revuelto. Y deja huella. Es un clásico del cine español.
 Y te preguntas lo que hubiera sido capaz de crear este hombre extraordinario en un país y una época que respetaran y valoraran el arte.

.El paso del tiempo.........................................................................Boris Izaguirre.

Los años afectan tanto a Meg Ryan como a Casillas y de rebote a Sara Carbonero.

Sara Carbonero e Iker Casillas. / PABLO RUIZ (RAW PHOTO PRESS)

El otro día en la playa leía una entrevista a Parker Posey, una de las musas indies de los años noventa. En ella la actriz, que acaba de rodar una película de Woody Allen, explicaba que le asombró como después de su paso por el Festival de Cannes, sus fans solo le hablaban del traje que lució en la alfombra roja
. “Es más importante el traje y la alfombra roja que la película”, exclamaba.
 El rebaño digital es así. Cualquier instante, objeto, persona, puede agrandarse y escrutarse obsesivamente.
 Adquieren importancia cosas que nunca antes lo fueron, porque la inmediatez lo permite.
 Y así como las agrandamos, tan rápida y fácilmente las olvidamos.
O sustituimos por otras.
Es lo que ha pasado con el “nuevo rostro” de Meg Ryan.
 La actriz acudió a un desfile de la alta costura en París y nadie recuerda qué desfile era o si hubo alguna prenda relevante porque todo ha quedado eclipsado por el furor digital ante lo que muchos consideran un daño irreversible antes que una cirugía.
Es un furor fácil y barato. Puedes abusar de ese ya abusado rostro con tus dedos.
 Burlarte, desde tu juventud, de la crisis de una mujer de cincuenta y tantos a la que no se le permite envejecer.
Las redes sociales están en manos de jóvenes sin filtro. Como los niños, que no piensan dos veces lo que van a decir.
Una cirugía plástica toma tiempo
. Sobre todo a que se ajuste al rostro.
Y en un lifting no buscas rejuvenecer, en realidad sabes que vas a hacerte una cara para la siguiente década.
 Eso sí, Meg Ryan decidió hacerse una cara de socialité texana cuando todos tenemos demasiado viva su imagen de loquita deliciosa.
 Pero es que la mayoría de las veces las loquitas deliciosas se convierten en estiradas damas de sociedad en cualquier ciudad.
Meg Ryan esta semana en París. A la derecha, una imagen de la actriz en 2002. / cordon press
El paso del tiempo afecta tanto a Meg Ryan como a Iker Casillas y de rebote a Sara Carbonero
. La pareja que endulzó lo más agrio de la crisis con su famoso beso, se va a Oporto.
 No es demasiado lejos, cinco horas en coche desde la Finca, la urbanización de los millonarios jóvenes.
 Cinco horas con Iker. Así se ha resuelto un partido que tuvo momentos muy complicados.
 Se van pero no muy lejos. Hay que ver la parte positiva de todo esto, Sara: estarás 500 kilómetros más lejos de tu suegra con 15 millones más, mientras disfrutas del dulce vino de Oporto a su salud.
Lamentablemente desde este fin de semana el mundo es un poquito más vulgar por la desaparición de Leopoldo Rodés.
 Todos valoramos su contribución para hacer de Barcelona una de las ciudades más reconocibles del mundo, su pasión por la cultura, la democracia y su capacidad para modernizar el empresariado español
. Me gustaría agregar que Rodés fue un hombre de estilo
. El último caballero. No había nada en sus movimientos y actos que no desprendiera un sello propio, algo más que elegancia y educación
. Era estilo, que no es un don, es un ideal que generalmente se define por una serie de códigos que su portador elige muy temprano en la vida y se pasa años puliéndolos.
 En un escritor, por ejemplo, el estilo está en la puntuación.
 Las comas co
nvierten las frases en música
. En Leopoldo, el estilo acompañaba su inteligencia.
 Eran la misma cosa. Y disfrutaba compartiéndolo, con la mayor cantidad de personas, de cualquier edad, talento o condición.
 La mayor demostración de su estilo era su casi invisibilidad. Rodés pertenecía a una generación que consideraba el protagonismo un exceso.
Que restringía sus apariciones a actos muy concretos, casi supervisados.
 Como si hubiera decidido vivir bajo ese precepto que la gente decente sale en los periódicos un máximo de tres veces. Al nacer. Cuando se casa.
Y al marcharse.
Cuando su esposa, Ainhoa Grandes, me invitó a conocerle Leopoldo me habló de amigos comunes venezolanos mientras me acercaba uno de sus legendarios dry Martini
. Yo, nervioso ante un titán de la sociedad, le pregunté si las vasijas perfectamente alineadas en su salón eran precolombinas. “No, son etruscas”, me respondió, con total afabilidad achicando el océano que las separaba
. Uno recuerda las cosas más absurdas cuando alguien desaparece.
 Sentí inmediato respeto hacia él por esa manera suya de subrayar y a la vez corregir mi ignorancia. Me gusta pensar que hizo muchas cosas de esa manera, en especial conseguir que los Juegos Olímpicos de Barcelona contribuyeran a modernizar la imagen de España
. Y también la manera en que nunca envejeció, siempre fue activo, curioso y moderno.
 Aunque para hacerlo, sus trajes jamás se modificaran sobreviviendo a todas las tendencias. Igual que su dry Martini, exacto, helado, seco.
 El sabor de la inteligencia.

 

Lou Doillon: “Las mujeres tenemos que ir con mucho cuidado para no perder terreno”........................Álex Vicente y Nirave

La hija menor de Jane Birkin creció a la sombra de su familia. Tras intentar ser modelo y actriz, ahora triunfa en la música.

 

lou 
Americana de Emilio Pucci, camisa de Hermès, pulsera de eslabones de Uno de 50 y anillo T Square
de oro rosa de Tiffany & Co. El resto de joyas son de ella.
Creció en una familia donde las mujeres estaban destinadas a convertirse en musas silenciosas.
Pero Lou Doillon salió rebelde. «He luchado contra eso toda mi vida», asegura.
Siempre a la sombra de sus padres, el cineasta Jacques Doillon y la actriz y cantante Jane Birkin, y de su hermanastra, Charlotte Gainsbourg –hija de Serge, a quien Doillon llamaba «Papá 2»–, llegó un día en el que decidió buscarse un oficio que le permitiera brillar con luz propia
. Probó suerte como actriz y modelo, antes de reconvertirse en cantante de éxito con Places, un primer disco de folk-pop que se convirtió en uno de los fenómenos del año pasado en Francia.
 A sus 33 años, Doillon prepara ahora su reválida con un nuevo álbum que publicará en octubre.
¿Qué podemos esperar de este segundo disco?
Está siendo un proceso complicado.
 Intento mantenerme fiel a un sonido depurado. Me gustaría que sonara como si lo estuviera tocando sola en mi cocina.
 Lo va a producir Taylor Kirk, de la banda canadiense Timber Timbre. Es un hombre muy tozudo, así que lo nuestro es como una pelea de bueyes.
No sé por qué me hago esto, pero siempre acabo rodeada de machos. Cuando les apetece un café o un té, te lo piden instintivamente.
 En cambio, cuando se trata de encontrar una solución técnica o un problema de producción, te hacen bastante menos caso.
¿Le van las relaciones difíciles?
¡Eso es justo lo que dice mi novio! Según él, odio la docilidad y creo que tiene razón.
 El primer disco funcionó muy bien, así que me hicieron bastantes propuestas, pero tuve que irme al Canadá más profundo a trabajar con 15 tipos que nunca habían oído hablar de mí [risas].
 Supongo que todo se explica porque no crecí entre personas amables y educadas.
¿A qué se refiere?
Mi padre no es un hombre amable, como tampoco lo fue Serge.
 Vengo de una familia de bordes, donde a las mujeres solo se les dejaba ser musas, sin derecho a la palabra.
Yo también empecé siendo modelo y actriz, pero no tardé en entender que ese papel no me satisfacía. Nunca me he resignado a eso.
Me he peleado con los hombres de mi familia hasta casi llegar a las manos
. Pero al mismo tiempo, odio a las chicas que se toman por chicos.
 Yo soy una mujer, pero con los suficientes cojones para plantarles cara.

lou 
Chaqueta 'vintage' y anillos de Lou Doillon
Su madre fue una musa que sí consiguió liberarse. ¿Es un modelo a seguir?
Es interesante que diga eso…
 Cuando uno piensa en Jane Birkin o en Françoise Hardy, las considera mujeres liberadas.
En realidad, no lo eran, solo lo hacían ver.
 Hardy dice que sin Jacques Dutronc no hubiera sido nada en la vida y mi madre, que se lo debe todo a Serge Gainsbourg.
 Y, en ambos casos, es falso.
 Diría que mi generación es la primera realmente liberada.
 Soy la primera que puede echar a un tío a la calle, porque tengo un sueldo propio, una casa a mi nombre y el derecho a criar sola a mi hijo
. Mi madre, en cambio, podía enviar a paseo a Serge, pero el patrón que determinaba sus relaciones era de sumisión.
 Las mujeres tenemos que ir con mucho cuidado para no perder terreno
. Por eso, cuando veo a Nicki Minaj y Kim Kardashian, me escandalizo.
 Me digo que mi abuela luchó por algo más que el derecho a lucir un tanga.
¿Cómo explica este fenómeno?
Es una especie de síndrome de Estocolmo.
 Como los chicos ya no nos pegan en el culo, nos lo hacemos nosotras mismas.
 Como nadie nos llama «zorra», nos lo llamamos entre nosotras. Cuando veo a Beyoncé cantando desnuda bajo la ducha suplicando que su novio borracho se la tire, me digo: «Asistimos a una catástrofe».
 Y encima los demás me responden que no he entendido nada, que ella es una feminista de verdad porque en sus conciertos ha colocado un cartel enorme que dice eso.
 Es peligroso creer que eso es cool. No deja de ser una mujer que canta canciones escritas por hombres y que responden a una fantasía masculina
. Me molesta que la gente se lo tome a la ligera.
Hoy todo el mundo es tan cínico e irónico…

¿Usted no lo es?
Tengo sentido del humor, pero el cinismo es un ácido que lo destruye todo
. Cuando Patti Smith canta People Have the Power, me emociona por su falta de cinismo.
Su música tampoco es cínica.
Claro que no.
La gente paga 20 euros y contrata a una niñera para venir a verme.
 Lo mínimo que puedo hacer es ser honesta con ellos.
¿Cómo vivió el éxito de su primer disco?
Me protegí diciéndome que no funcionaría.
 Encontrar un público amplio y las buenas críticas me emocionaron.
 Pero la vida es curiosa: justo cuando empezaba a sentir cierta satisfacción, mi hermana Kate [Barry, fotógrafa de éxito] se mató.
 Me centré buscando la parte universal de esa experiencia. Me dije que eso le sucedía a miles de personas en el mundo, que no tenía nada de excepcional.
 No puedes quedarte en tu rincón lamentándote y repitiéndote que tu hermana se ha matado y que nadie ha sufrido tanto como tú.
 Para mi madre y mi hermana fue difícil comprenderlo, pero yo solo sé reaccionar así.
¿Cómo fue crecer con cuatro hermanastras y dos padres distintos? En aquella época, ¿esa diferencia respecto a la mayoría de las familias le fue difícil de aceptar?
Hubo un poco de todo, momentos de alegría y de dolor [sonríe].
 De muy pequeña comprendí que la única forma de ser feliz en esta familia era no juzgar y aceptar que el amor podía tomar muchas formas.
Mi madre besaba a Serge en el backstage de sus conciertos y se decían ante mis propios ojos que no deberían haberse separado.
 Crecí con adultos de sentimientos muy cambiantes.
 De hecho, toda la filmografía de mi padre habla de eso.
Te quiero, pero dentro de dos minutos te querré menos, en una hora no sabré qué hacer contigo y mañana, tras haberte dicho que te largues, entenderé que eres el amor de mi vida
. Puede sonar algo excesivo, pero me parece más realista que esos telefilmes estadounidenses donde los personajes se dicen: «Te querré siempre».

lou

  ¿Le molesta su imagen pública?
La gente tiene una imagen errónea.
Suelen creer que soy millonaria, desagradable, frívola y más o menos drogadicta [risas].
Durante una época, se decía que me tatué el nombre de mi hijo [Marlowe, quien hoy tiene 13 años] para no olvidarme de él cuando me despertaba totalmente ida en cualquier rave.
 Yo fui mucho más rock’n’roll que eso: tuve un hijo a los 19 años.
En lugar de tomar cocaína en el Montana [club frecuentado por las celebridades de París], me subía a un tren con mi hijo sin billete y nos íbamos a visitar la casa de Rimbaud.
¿Qué relación tiene con su físico?
Durante mucho tiempo no me gusté.
 Hasta hace poco, cuando me veía en una foto, me sorprendía no parecerme a Laetitia Casta [risas]. Sin embargo, he aprendido a llevarlo mejor y a confiar en los demás.
¿Qué importancia tiene la moda en su vida?
La moda siempre me trató con amabilidad, no como el cine.
Tuve la suerte de que me fotografiara Bruce Weber a los 17 años. Esta industria creyó en mí antes que nadie.
 Solo siento respeto y gratitud.
 Gracias a ella, tengo una casa y he criado a mi hijo.
Se diría que le interesa menos que en otras épocas…
La he dejado algo de lado, pero porque sería contraproducente respecto a la música.
 Me gustaría hacer portadas en bañador y a la vez un disco, pero la gente no lo entiende.
 Sé que no debería importarme lo que opinen los demás, pero no quiero convertirme en un kamikaze, como mi padre.
¿No le gustan sus películas?
Al revés, me parecen geniales, pero incomprensibles en un mundo que solo consume comida para bebés.
 La gente prefiere esa propaganda de la felicidad, del amor duradero y del embarazo feliz.
 Toda esa propaganda sobre el supuesto bienestar está pensada para hacerte más frágil y así obligarte a consumir más.


 

10 jul 2015

Muere el actor Omar Sharif.............................................................................. Gregorio Belinchón

La estrella egipcia, descubierta para el cine occidental con 'Lawrence de Arabia', fallece en El Cairo a los 83 años.

 

Omar Sharif
Omar Sharif, en el festival de Venecia de 2009. / xavier torres-bacchetta

Había tres leyendas que rodeaban al actor egipcio Omar Sharif: su buena mano con las mujeres, sus cabreos homéricos y que sus días empezaban al mediodía.
 Todas eran ciertos, y todas bien visibles.
 También sus gustos refinados, su apostura y su pasión por el bridge: esa sabiduría en el vivir y en la interpretación se han acabado hoy en El Cairo, donde la leyenda del cine ha fallecido esta tarde a los 83 años de un infarto de corazón en un hospital del barrio de Heluán, en el sureste de la ciudad, donde llevaba ingresado casi un mes
. Según cuenta la agencia EFE, el arqueólogo egipcio y exministro de Antigüedades Zahi Hawas, amigo íntimo de Sharif, explicó al diario Al Ahram que el actor sufría de pérdida de apetito.
 Su negativa a ingerir alimentos -que provocó un deterioro de su salud, acuciado por su alzhéimer-  llevó a su hospitalización.
Cualquier entrevista con el ídolo suponía primero esperar a que el protagonista de Doctor Zhivago, Che!, Funny girl, Orgullo de estirpe y de docenas de filmes egipcios, el hombre que surgía de la inmensidad del desierto en Lawrence de Arabia, firmara autógrafos a diestro y siniestro: hasta sus últimos días mantuvo su fama mundial.
Nacido en Alejandría en 1932, con el nombre de Michel Demitri Chalhoub, el actor empezó en el cine en 1954 con Shaytan al-Sahra.
 Al año siguiente trabajó con su amigo el gran cineasta egipcio Youssef Chahine en Siraa Fil-Wadi (y fue al festival de Cannes en 1955).
 En poco más de seis años filmó 18 películas seguidas, y cuando el equipo de David Lean llegó en 1962 a Egipto a rodar parte de Lawrence de Arabia, allí estaba Sharif para encarnar al jerife
Alí -personaje conseguido por su perfecto inglés, que para eso había estudiado en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres-: su figura se lanzó en el cine mundial.
Por ese drama ganó un Globo de Oro y su única candidatura al Oscar.
Su segundo Globo de Oro le llegó con su otra colaboración con David Lean: Doctor Zhivago.
Gracias a su físico, realizó bastantes personajes históricos (el Che Guevara, el zar Nicolás II y Genghis Khan son buenos ejemplos).
Su único César, el gran galardón del cine francés, lo ganó con El señor Ibrahim y las flores del Corán en 2003, película que le recuperó para las nuevas generaciones.
Entre sus títulos más populares están La caída del imperio romano, Y llegó el día de la venganza, El Rolls-Royce amarillo, La conquista del imperio, La noche de los generales, El oro de Mackenna, Che!, Funny girl -en ese rodaje surgió su relación sentimental con Barbra Streisand-, Orgullo de estirpe, La isla misteriosa, Top Secret, El guerrero número 13 y Océanos de fuego.
Sharif hablaba un español preciso: cuando ganó algo de dinero trajo a su familia a Madrid, y hasta la muerte de su madre, en 1998, el intérprete pasaba largas temporadas en España. "No he vuelto porque me duele mucho el recuerdo.
Aunque tengo sobrinos y sobrinos nietos madrileños", recordaba en el festival de Granada en 2009. En Madrid, en el barrio de Salamanca, aún está abierta la tienda de camisas de algodón egipcio Sharif.
El actor vivió siempre en hoteles, con pocas posesiones, y hasta 2006, como buen jugador apasionado, se movía de torneo en torneo de bridge.
 Hasta escribía de este juego de cartas en el Chicago Tribune. "Llegué a perder un millón de dólares en una noche.
 Lo dejé porque me he centrado en mis nietos.
Mi hijo Tarek vive en El Cairo, y allí está con sus tres hijos". Aunque siguió trabajando hasta hace unos dos años, cuando le diagnosticaron alzhéimer (sus últimas películas, ambas de 2013, son Rock the Casbah y Un castillo en Italia, de Valeria Bruni Tedeschi), era muy crítico con su carrera. "Doctor Zhivago era mediana, la segunda parte de El señor Ibrahim y las flores del Corán sobraba... Sólo salvaría algunas de mis primeras películas con Chahine y Lawrence de Arabia". Ya no veía cine. "Sólo me atraen en la tele los filmes mudos de Chaplin".
Nacido cristiano -se convirtió al islam para casarse-, Sharif hablaba mucho sobre el entendimiento entre religiones y al final se definía como ateo: "Aunque soy bondadoso y cuando las cosas me iban mal Dios me ponía películas para que volviera a ganar dinero.
 Sospecho que en España no me entenderían, y en Egipto me matarían".
 La mujer que logró su conversión religiosa fue la actriz Faten Hamama, a la que hasta su muerte consideró el gran amor de su vida, y con la que tuvo a su único hijo.
 Con ella se casó en 1955 y se divorció en 1974.
 Hamama falleció el pasado enero.
"De mi galanura", confesaba en Granada, donde recibió un premio del Festival de Cines del Sur, "ya no queda nada.
 Desde 2004 no tengo novia.
 Bueno, ahora sí, dos de 35 años, una en El Cairo y otra en París, pero quedamos para cenar de vez en cuando.
 Al acabar nos damos dos besos en la mejilla y cada uno a su casa".