Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 jul 2015

Un dinosaurio al borde del abismo.................................................................... Rosa Montero.

Los microrrelatos son eso, una pastilla de miel y limón para chupar aplicadamente cuando te raspa un poco la garganta.

Preparando el otro día una clase de literatura me vino a la cabeza el conocidísimo microcuento de Augusto Monterroso titulado El dinosaurio
 : “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Siete palabras. Si piensas, como yo, que la literatura te puede salvar la vida, entonces estarás de acuerdo en que los microrrelatos son como ese pequeño comprimido de paracetamol que llevas en el bolsillo por si un día te duele la cabeza.
 Es decir, las grandes obras tipo Guerra y paz, Lolita, En busca del tiemp
o perdido y demás novelones monumentales serían operaciones a corazón abierto, pongamos.
 O un doble trasplante de hígado y riñón
. Pero los microrrelatos son eso, una aspirina, un omeprazol, una pastilla de miel y limón para chupar aplicadamente cuando te raspa un poco la garganta.
El mundo hispano es muy aficionado a los microrrelatos (espero que no sea por pereza lectora) y de hecho en España tenemos el cuento más breve posible, ya que sólo consta de una palabra. Es del escritor leonés Juan Pedro Aparicio, se titula Luis XIV y dice así:
“Yo”. Sí, en efecto, lo admito, este minitexto es más una ocurrencia ingeniosísima, un brillante e inteligente chiste que un relato, porque para que la narración exista de verdad ha de contar algo que transcurre en el tiempo, ha de tener una trastienda, una acción que podemos intuir o imaginar.
Pero, con todo, ese Luis XIV-Yo de Aparicio sigue siendo citado en las antologías como el micro más microscópico del mundo y desde luego consigue caracterizar a un personaje y una época en un prodigioso relámpago expresivo que tan sólo utiliza dos letras.
Para que un microrrelato funcione, ha de rozar una frontera esencial
El dinosaurio de Monterroso sí tiene todos los ingredientes de un relato y además está lleno de recovecos y de ecos.
Podemos intuir una infinidad de explicaciones para esas siete palabras, un estruendo de significados y metáforas.
Es tan amplia y tan compleja la ventana que abre en la realidad que, de hecho, la gente altera sin querer el cuento en su cabeza y lo cita mal.
 En su pequeño y delicioso libro de ensayos titulado La vaca (Alfaguara), el propio Augusto Monterroso cuenta que tanto Vargas Llosa como Carlos Fuentes mencionaron su microrrelato en sendos artículos y lo hicieron de manera errónea.
Vargas lo convirtió en “Cuando despertó, el unicornio todavía estaba allí”, mientras que Fuentes transmutó el dinosaurio en cocodrilo
. Una se siente tentada de hacer psicologismo barato y ponerse a elucubrar sobre las razones inconscientes del cambio, sobre por qué la imaginación de Vargas vio unicornios maravillosos e inexistentes mientras que Fuentes percibió cocodrilos aterradores y muy reales, pero dejaré la cosa aquí y tan sólo resaltaré una vez más la poca fiabilidad de nuestra memoria, capaz de olvidar y manipular y reescribir a su antojo siete malditas palabras.
Hay otro famoso microrrelato aún más breve que el de Monterroso y tremendamente conmovedor.
 Ha sido generalmente atribuido a Hemingway, pero por lo visto no es suyo, sino que se trata de uno de esos relatos colectivos, hijos de muchos padres, que van dando tumbos durante años de boca en boca, refinándose cada día un poco más.
El cuento tiene seis palabras y dice así: “Vendo zapatos de bebé, sin usar” (For sale: baby shoes, never worn).
 He aquí de nuevo una historia que se puede completar imaginariamente de muchas maneras.
 Para que un microrrelato funcione, ha de rozar una frontera esencial.
 La frontera del dolor y de la muerte, como en el caso de los zapatos infantiles; el confín de los miedos más profundos, desde los terrores infantiles hasta la locura, en el caso de Monterroso. ¿Te atreves a jugar a encontrar esa fisura, te atreves a inventar tu microtexto? Con un máximo, pongamos, de doscientas palabras. Escribo aquí uno mío apresurado. Se titula Alféizar: “Objetos dejados por el suicida: unas gafas, un DNI, un libro con el pico de una página doblado”.
Pero escribiendo este artículo me ha sucedido algo más estremecedor que cualquier cuento.
Mi engañosa memoria, tan infiel como la de todos, recordaba el relato atribuído a Hemingway con el anuncio de una cuna, no de unos zapatos de bebé.
Como no me fio nada de mí misma, googleé “vendo cuna de bebé sin usar” para comprobar si la cita era correcta.
Y entonces, para mi horror, mi pantalla se llenó de anuncios verdaderos, de ofertas de cunas de bebé ominosamente nuevas, de historias no contadas que pueden ser banales pero también trágicas. Vivimos en el borde de un abismo y el arte nos permite poner frágiles pretiles ante la nada.
@BrunaHusky
www.facebook.com/escritorarosamontero
www.rosamontero.es

 

4 jul 2015

Defender la alegría como un destino...................................Mario Benedetti

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

Estoy viva como fruta madura...


Estoy viva como fruta madura...

Estoy viva

como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de los pájaros,
tejedora del viento navegante.

No se ha educado aún mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbran el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.

Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida,
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavalos alegres marchando hacia el colegio.

Si.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espiral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo,
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.

Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.

GIOCONDA BELLI

Orgullo y satisfacción............................................................................... Boris Izaguirre

La familia Iglesias Preysler está de nuevo en acción para asegurarnos un verano lleno de emociones.

 

El cantante Julio Iglesias durante una acutación. / PERE DURAN

He empezado a releer Retrato de una dama de Henry James, porque es clave para comprender muchas cosas del amor, según ha comentado Vargas Llosa.
 Mi marido me lo ha regalado. “En la época de James no existían ni Internet ni cine ni televisión, por eso era necesario describir con intensidad cada imagen y cada sentimiento para atrapar tu atención”, con eso bastó para dejarme llevar otra vez por su literatura, igual que en mi adolescencia.
¿Le habría gustado a Henry James el matrimonio igualitario?
 ¿Sabría disfrutar del amor gay? He vivido el desarrollo del Orgullo Gay desde 1994, el año en que me mudé a Madrid.
 En mi ciudad de origen, Caracas, no había posibilidad alguna de celebrar algo similar y sigue sin existir
. Una de las cosas que une al Gobierno de Nicolás Maduro, el fantasma de Chávez y la oposición venezolana es su incapacidad de promover ninguna ley en defensa de los derechos de la comunidad LGTB
. Hace 21 años Leopoldo Alas, a quien siempre extraño, me invitó a ir. “Primero que todo, tienes que llamarla 'mani”, me instruyó en la cocina de la familia Bosé
. “Empezamos en La Latina, subimos por todo Tirso de Molina hasta la calle Carretas, porque allí hay un cine que ha sido muy simbólico para la comunidad
. Y terminaremos en la Puerta del Sol con una gran besada”.
Leopoldo no está físicamente con nosotros, tampoco Pedro Zerolo y ya no se culmina la marcha con esa gran besada, que reunía desafío y humor con un erotismo desordenado.
 Pero hay que alegrarse de que la mani se haya transformado en la gran celebración que es.
 Y celebrar que hoy regrese a Madrid con su alegría, después de unos años en que el Ayuntamiento intentó por todos los medios coartarla. Eso también se ha ido.
La vez que llevé a mis padres, hace unos 10 años, estaban impactados por los caballeros con alas de ángel y torsos depilados así como con los que llevaban máscaras de cuero sado
. Pero, en realidad, lo que más les asombró fueron esas familias de madrileños, con sus hijos y los abuelos, “pasándoselo tan bien”, me dijo mi mamá, que hoy tampoco está.
Pero la marcha, sí.
Hoy, el Orgullo Gay en Madrid y mañana, referéndum en la cuna de la filosofía, la democracia y del teatro, Grecia. Eros y Pathos en la misma semana.
 A nadie le puede gustar la filosofía de que unos organismos internacionales decidan tu futuro, pero ¿es necesario ese teatro de los representantes de esas instituciones retratándose riéndose y encantados de sí mismos en las fotos? ¿De qué se ríen?
 Sería mejor que vinieran a negociar durante la marcha del Orgullo, se soltaran un poquito la melena y descubrieran que no hay nada mejor para desengrasar que subirte a una carroza, ponerte alas de ángel, correr con zapatos de tacón y enamorarte como una tonta.
 Personalmente encuentro más honestas a las bacantes de Femem, desnudándose enfrente de Cibeles en Madrid en contra de la ley mordaza, que a cualquier representante del FMI.
Lejos de allí, en una fiesta en Miami, dos parejas gais se preocupaban sobre cómo todo esto alteraría sus planes de verano en Grecia.
“El hotel nos asegura que nada va afectarnos. El verano en Miconos es más barato y divertido que en cualquier otra parte ”, confesaron.
 De hecho, una de las cosas que el Gobierno griego ha aceptado de las propuestas europeas para el rescate es subir el IVA de turismo al 13%.
 A nosotros nos parece poquísimo. “Pero imagínate si no podemos ir a Miconos, ¿podrá Ibiza con tanta gente?”, preguntaron planteando otro conflicto: si las islas griegas colapsan, ¿sobreviene un desequilibrio en el reparto del turismo mundial?
¿Qué dice Christine Lagarde, la presidenta del FMI? Si Grecia sale del euro, ¿sale ella también del Fondo Monetario Internacional?
 Y si insiste en broncearse en las islas griegas, ¿no deberían presentarle una buena prima?
Antes del bronceado radical de Christine siempre estuvo el de Julio Iglesias, operado recientemente de la espalda.
Su nuevo tema, Fallaste Corazón, no trata de una cardiopatía sino de un nuevo alegato New Age. Iglesias ha invitado a varias caras del panorama nacional a participar en el vídeo promocional, entre las que me ha incluido.
 La invitación me llena de orgullo y satisfacción porque Julio es el rey del entretenimiento latino
. Y es mi manera de adentrarme en el revival de la familia Iglesias Preysler.
 Sus integrantes están de una manera u otra de nuevo en acción. Quizás como respuesta a la tragedia griega, la gran familia del glamour reacciona para asegurarnos un verano lleno de escapismo y emociones.
 Como las novelas de Henry James, expertas en describir mundos peculiares para retratarnos mejor.