Cuando se fue a Alemania, a principios de los cincuenta, el maestro Emilio Lledó
pesaba 53 kilos. Ahora pesa 17 kilos más.
Y tiene en su haber casi todos los premios que puedan concederse.
Le felicitaron ayer desde todo el mundo, de América y de Europa; 123 llamadas que él anotó como un estudiante.
Tenía una cita en la Casa del Lector para hablar de Epicuro.
El director de esa casa, César Antonio Molina, le dio la bienvenida y la enhorabuena, con estas palabras legendarias:
“Como decíamos ayer…”. Y el maestro, que ahora tiene 87 años, y ya no es el joven de 37 que nosotros tuvimos como profesor en la Universidad de La Laguna, se comportó como si no le pesaran los años ni los kilos, que siguen siendo pocos: don Emilio, como lo llamamos siempre sus alumnos más primitivos, comenzó a hablar de su materia, Epicuro.
De pronto, aquel hombre que había anunciado su cansancio tras el ajetreo que le ha traído este galardón en forma de princesa, se olvidó de los oropeles y del ruido que había precedido a su conferencia y se introdujo en el lenguaje de Epicuro como si lo tuviera delante
. Epicuro fue, para él, el precursor filosófico del cuerpo y de la vida; como solía hacer en aquellas clases de su juventud, él aplicó la experiencia “del comentario de textos” que le enseñó su maestro don Francisco antes de la guerra, en Vicálvaro, y se dispuso a hacer excursiones por los fantasmas más queridos de su historia personal de la Filosofía.
Los alumnos, entre ellos este mismo cronista, lo escuchábamos como si al veterano profesor le hubiera nacido desde dentro aquel recién elegido catedrático de Historia de los Fundamentos Filosóficos que nos llevó por el camino del pensamiento con la agilidad de un muchacho que no pesaba mucho más de 53 kilos. Epicuro, Aristóteles, Platón: en un momento el ganador del premio Princesa de Asturias de Humanidades llenó la mesa de nombres propios y de la alegría de haberlo aprendido para poderlo conta
Y yo como Juan que fui alumna suya y no dejo de ir a escucharle siempre que pueda, no quiero perderme una enseñanza de D. Emilio: MI QUERIDO PROFESOR, fuimos afortunados en ser alumnos suyos.
Recuerdo como en su primer examen que era un acercamiento al que debe ser su obsesión, Platón y en lineas generales todo lo que era la Filosofía, me llamó y a unos cuantos más, porque debo decir que ibamos por la tarde a oirle sin obligación de ninguna de las partes, y quería saber como sabía algo de Bertrand Russel que lo comenté en el exámen, así nos daba más estímulos para estdiarlo y junto a mi había algunos de sus alumnos, y debo decir que en el Insti me dió clase de Filosofía un gran Profesor, D. Manuel Cardenal.Con él empezamos y seguimos con D. Emilio..
Y tiene en su haber casi todos los premios que puedan concederse.
Le felicitaron ayer desde todo el mundo, de América y de Europa; 123 llamadas que él anotó como un estudiante.
Tenía una cita en la Casa del Lector para hablar de Epicuro.
El director de esa casa, César Antonio Molina, le dio la bienvenida y la enhorabuena, con estas palabras legendarias:
“Como decíamos ayer…”. Y el maestro, que ahora tiene 87 años, y ya no es el joven de 37 que nosotros tuvimos como profesor en la Universidad de La Laguna, se comportó como si no le pesaran los años ni los kilos, que siguen siendo pocos: don Emilio, como lo llamamos siempre sus alumnos más primitivos, comenzó a hablar de su materia, Epicuro.
De pronto, aquel hombre que había anunciado su cansancio tras el ajetreo que le ha traído este galardón en forma de princesa, se olvidó de los oropeles y del ruido que había precedido a su conferencia y se introdujo en el lenguaje de Epicuro como si lo tuviera delante
. Epicuro fue, para él, el precursor filosófico del cuerpo y de la vida; como solía hacer en aquellas clases de su juventud, él aplicó la experiencia “del comentario de textos” que le enseñó su maestro don Francisco antes de la guerra, en Vicálvaro, y se dispuso a hacer excursiones por los fantasmas más queridos de su historia personal de la Filosofía.
Los alumnos, entre ellos este mismo cronista, lo escuchábamos como si al veterano profesor le hubiera nacido desde dentro aquel recién elegido catedrático de Historia de los Fundamentos Filosóficos que nos llevó por el camino del pensamiento con la agilidad de un muchacho que no pesaba mucho más de 53 kilos. Epicuro, Aristóteles, Platón: en un momento el ganador del premio Princesa de Asturias de Humanidades llenó la mesa de nombres propios y de la alegría de haberlo aprendido para poderlo conta
Y yo como Juan que fui alumna suya y no dejo de ir a escucharle siempre que pueda, no quiero perderme una enseñanza de D. Emilio: MI QUERIDO PROFESOR, fuimos afortunados en ser alumnos suyos.
Recuerdo como en su primer examen que era un acercamiento al que debe ser su obsesión, Platón y en lineas generales todo lo que era la Filosofía, me llamó y a unos cuantos más, porque debo decir que ibamos por la tarde a oirle sin obligación de ninguna de las partes, y quería saber como sabía algo de Bertrand Russel que lo comenté en el exámen, así nos daba más estímulos para estdiarlo y junto a mi había algunos de sus alumnos, y debo decir que en el Insti me dió clase de Filosofía un gran Profesor, D. Manuel Cardenal.Con él empezamos y seguimos con D. Emilio..