Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

14 may 2015

Extraña en el Bernabéu.................................................... Luz Sánchez-Mellado


Casillas se lamenta tras la eliminación del Madrid.
Casillas se lamenta tras la eliminación del Madrid. / DANI POZO (AFP)

Detesto el fútbol, lapidadme por hereje.
 No es una pose, ojalá, es una incapacidad como otra cualquiera.
 Me encantaría que me encantase. Contemplando con envidia de excluida de la fiesta la pasión de los forofos, es obvio que me estoy perdiendo uno de los grandes placeres de la vida.
 Pero no hay manera, bien que lo siento
. Es oír el soniquete de los cantores de gesta que lo glosan en la tele o en la radio, y entrar en fase REM aguda.
Anoche, no obstante, asistí a mi primer partido del siglo, nada menos que la semifinal de la Champions entre el Real Madrid y la Juve -obsérvese mi dominio de la jerga- y algo ha cambiado para siempre.
Vi gente beber hasta reventar la vejiga en un botellón gigantesco antes de entrar al estadio donde no se puede consumir más alcohol que el de la enfermería.
Vi gente de todo pelaje cantar a grito pelado como una sola voz ultraterrena.
Vi sudor. Vi lágrimas. Vi la sangre de la aorta del público bombear según se iba acercando el final del partido y se mascaba la tragedia.
Visto lo visto, he de reconocer dos cosas. Sigue sin gustarme el fútbol: el verdadero espectáculo está en las gradas.

El asunto tiene mucho de oficio religioso.
 Al entrar al templo, los monaguillos del equipo anfitrión reparten entre los fieles el himno de La Décima -obra de un bardo barbudo gallego, según me cuentan-, como el misal en misa
. Como en los servicios preconciliares, y aún hoy en algunos pueblos que yo conozco, se separa a la parroquia por géneros
. No a los hombres de las mujeres, un buen 30% de la masa, eso sería inconstitucional.
 Sino a los de un equipo de otro, para evitar que salte la chispa y prenda la mecha de la violencia. Así, mientras los madridistas campaban a sus anchas, que para eso estaban en casa, a los italianos los tenían estabulados en un alero del estadio.
A la vez protegidos y enjaulados por una red como la que se pone en las cunas de los bebés cuando están creciditos para que no se tiren de cabeza al suelo, solo que allí no era para evitar suicidios involuntarios, sino para que los niños no arrojaran el biberón del refresco, o el sonajero del iPhone al campo.
Sigue sin gustarme el fútbol: el verdadero espectáculo está en las gradas
Niños, sí. Porque niños eran, o parecían, todos y todas. Incluido un matrimonio de ancianos de los de misa de una en San Fermín de los Navarros, de blanco impoluto ambos, que solo perdieron los nervios –él, no ella- con un presunto penalti no pitado abucheado por el abuelo con un golpe de su bastón de empuñadura de carey sobre la barandilla. Así estaban todos.
 Tan felices, tristes, aburridos y exaltados a ratos como solo están los críos de primaria.
 En resumen: veintidos chavales jugando al balón sobre un mantel de picnic a cuadros verde hierba, y 90.000 compinches dándoles instrucciones precisas desde el graderío: “Bale: no te reserves, cabrón, es ahora o nunca”,
 “Cristiano: menos gomina y más vaselina”, “El que es bueno es Pirlo, el hijo de puta”.
Al final, mientras los italianos esperaban en su cuna a que la policía los escoltara al aeropuerto, grupúsculos de madridistas gritaban el enésimo
“Florentino, dimisión” para las cámaras de la enésima tele.
 Detrás, caminaba de la mano de su padre un niño regordete reventando las costuras de su camiseta con el 4 de Ramos a la espalda
. Iban los tres –seguro que Ramos también en el vestuario- llorando a lágrima viva.

El gran Iker...................................................... José Antonio Martínez Lamoca

Apenas entiendo de fútbol, mucho más de sentimientos.
 Sin entender de eso que algunos llaman el “deporte rey”, Iker Casillas ha sido y es un deportista ejemplar. 
Alejado de la fatua espuma de los supermillonarios y extravagantes futbolistas, siempre me ha parecido un tipo normal, uno de los nuestros, capaz de pasear por nuestras calles y beber en nuestras tascas.
 Es y ha sido uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos; sin duda, nuestro mejor portero de fútbol y, probablemente, uno de los mejores del mundo.
 Y en un deporte que mueve masas humanas y monetarias.
 A esos aficionados madridistas que abuchean domingo sí y domingo también a Iker, el mayor de mis desprecios.— José Antonio Martínez Lamoca.

Cannes también es feminista....................................................... Carlos Boyero

'Con la cabeza alta', de Bercot, que inauguró el certamen, es inmediatamente olvidable.

REUTERS LIVE

El Festival de Cannes nunca ha sentido simpatía por el azar. Todo obedece a razones artísticas, pero sobre todo prácticas.
 Por ejemplo: gran parte del cine asiático y africano que acostumbran a programar está coproducido por Francia.
 Tampoco se cortan un pelo a la hora de exhibir cine francés.
En esta edición va a haber sobredosis del producto patrio.
 Y un mimo especial hacia el cine europeo de autor. ¿Y el cine estadounidense? Muy escaso
. En la sección oficial se podrá ver lo último de Gus Van Sant y de Todd Haynes, dos directores habituales en este festival que tanto les ama.
 Yo, un poco menos.
Y fuera de competición se proyectarán Irrational Man, la nueva película de Woody Allen, y la cuarta entrega de Mad Max.
Digo yo que se habrán realizado en Estados Unidos unas cuantas películas que merezcan la pena, pero en esta edición la oferta de Cannes de cine imperialista es más que rácana.
Tampoco es casual la abundante presencia de mujeres en los diversos jurados ni que se exhiban numerosas películas de directoras.
El año anterior hubo quejas sobre la mínima participación del género femenino en la programación, sospechas de discriminación
. Problema resuelto
. En mi caso me da igual que haya directores o directoras, a condición de que sea atractiva la oferta de unos u otras.
 Tampoco ha olvidado Cannes homenajear a Ingrid Bergman en la fotografía que ilustra el cartel de esa edición
. No tengo nada en contra de mujer tan hermosa y legendaria actriz, pero sería más lógico que en el centenario de aquel creador total llamado Orson Welles nos topáramos con su rostro en todos los lugares de la ciudad. Incluso en la sopa.
Ha inaugurado el festival la película francesa Con la cabeza alta, de Emmanuelle Bercot.
 Cine social centrado en la infancia y adolescencia de un chaval problemático con todas las papeletas y las circunstancias para terminar siendo un residente habitual de las cárceles, o que le ocurra algo aún peor.
 Es una película entre discreta, bienintencionada y tibia, inmediatamente olvidable
. Su desenlace revela que la educación de críos díscolos, de proyectos de delincuencia, funciona modélicamente en Francia
. Entre una jueza humanista y un comprensivo educador lograrán que el chaval no se descarríe a perpetuidad.

La sutileza de Kore-Eda


El muy personal y sensible director japonés Kore-Eda Hirokazu ha bautizado el cine a concurso con la bonita y también alargada Umimachi diary, que describe la adopción que hacen tres hermanas cuyo padre las abandonó, y posteriormente la madre, de la hija que éste tuvo con otra mujer.
 Curiosamente, en esta historia que habla del calor familiar, de la necesidad de construir un refugio afectivo y sólido para evitar el frío del mundo exterior, las hermanas no se abrazan, no se besan, no se tocan ni una sola vez.
 Imagino que la relación familiar en la cultura japonesa evita el contacto físico.
 Pero la sutileza de este director para describir sensaciones y sentimientos, lo que se expresa y lo que se calla, las emociones con matices, sigue siendo primorosa.
 No ocurren grandes cosas y en el montaje podía haber abreviado algunas situaciones repetitivas, pero su atmósfera y su capacidad de sugerencia son envolventes.
El Rimbaud que escribió ese breve poema llamado Sensación se hubiera identificado con la imagen de una adolescente enamorada que junto a su amigo pedalea en una bicicleta para ver los cerezos en flor, en la plenitud que siente observando la belleza, cerrando los ojos mientras el sol y el viento la acarician
. Este director no es un sensiblero ni un cursi. Es otra cosa.
 Es un poeta identificable.

 

13 may 2015

El rito orgiástico de Cannes.................................................................. Gregorio Belinchón

La ciudad es un paraíso del lujo: una coca cola por 25 euros y noches de hotel por 1.500.

 

De izquierda a derecha: Sophie Marceau, Rokia Traore, Ethan y Joel Coen, Sienna Miller y Rossy de Palma, el jurado del Festival de Cannes. / reuters-LIVE! / WireImage

Dicen que hay negros nubarrones para el mercado de películas.
 Que la crisis europea sigue manteniendo timoratos a los distribuidores del continente.
Más aún, que tras años de películas de inauguración repletas de glamur (que no de calidad, aún resuenan las carcajadas del año pasado provocadas por Grace of Monaco), el festival estará repleto de cine social y de dramas.
 Que proseguirá la ola de robos que desde hace dos años sacude los hoteles y las tiendas de lujo… como ya ocurrió la semana pasada en la de Cartier, donde los cacos se llevaron joyas por valor de 17 millones de euros.
Pero Cannes sigue siendo Cannes: la ciudad del lujo, de una coca cola por 25 euros, una noche barata de hotel por 280 y un apartamento con tres habitaciones al módico precio de 5.000 euros la quincena, y hoteles como el Carlton a 1.500 euros la noche.
En Cannes hay decenas de mujeres esculturales de físico casi imposible paseando por sus aceras. También estarán las hordas de turistas de visita el fin de semana, atascando las aceras para desesperación de quienes trabajan alrededor del festival, con la ilusión de ver una estrella… un encuentro fácil si se sabe dónde buscar.
 Volverán las fiestas patrocinadas por rutilantes marcas ávidas de fotos de famosos. Invariablemente, los acreditados estarán haciendo cola desde las ocho de la mañana para ver películas.

Fondearán otra vez un centenar de yates en la bahía que son hoteles de lujo para sus dueños, anfitriones de fiestas homéricas, o sencillamente, casas flotantes: el año en que Steven Spielberg presidió el jurado, dormía en su mansión de mar y bajaba a ver las películas en helicóptero o lancha rápida
. Seguirán los filetes empanados del Café Roma, lugar habitual de avituallamiento de los periodistas con su terraza abierta las 24 horas enfrente del Palais del festival.
 Cuando llueva, surgirán los vendedores chinos con sus paraguas a 10 euros que se deshacen con un único uso.
 Las terrazas de los apartamentos que dan a La Croisette resplandecerán con los carteles de proyectos futuros: gran parte de ellos no llegarán a ningún lado.
Las alfombras rojas rebosarán de estrellas de cuerpos y contratos de clase A, aunque la organización ya ha advertido de que no permitirá en la medida de lo posible selfies, menos aún palos de selfies.
Y por supuesto, también habrá cine. Películas. Creadores. Aplausos. Cannes contra los Oscar. Cannes contra los otros festivales: el año pasado las grandes películas de los premios de Hollywood estuvieron en Berlín (El gran hotel Budapest, Boyhood) o Venecia (Birdman).
 El certamen francés sabe que tiene que recuperar el liderazgo del cine mundial.
 Y durante 15 días, a sus playas se acercarán todos los prebostes del séptimo arte –incluido Chris Dodd, el presidente de la MPAA, la asociación de los estudios de Hollywood- a rendir pleitesía a un puñado de arena, de sueños en imágenes y fotogramas. Thierry Frémaux, director general del certamen, es, desde hoy miércoles, dios en la Tierra. Hasta el 24 de mayo.