Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 may 2015

El PSOE se acerca al PP, Podemos se desploma y Ciudadanos se dispara................................... Anabel Díez


Barómetro del CIS Abril 2015

El PP volvería a ganar las elecciones generales si estas se celebraran en este momento.
 Con mucha pérdida respecto al resultado que obtuvo hace tres años y medio, pero se mantiene a la cabeza aunque con el PSOE pisándole los talones. Un 25,6% de los votos del PP, frente a un 24,3% del PSOE, lo que puede considerarse como un empate técnico. Este es el resultado de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en su barómetro del mes de abril realizado entre el 1 y el 12 de ese mes con una muestra de 2.500 entrevistas y con un margen de error de un 2% arriba o abajo.
Atlas
Podemos se aleja de posiciones de poder. El partido de Pablo Iglesias se colocó en segunda posición en el anterior barómetro, correspondiente al mes de enero, tras el PP, con un 23,9%. Con el tiempo, el partido de Pablo Iglesias va perdiendo posiciones (obtiene el 16,5% del voto estimado, siete puntos con respecto al último estudio), a la vez que Ciudadanos ha subido respecto a enero, donde se colocó en un 3,1%. Desde entonces hasta ahora, otros institutos de investigación, como Metroscopia, van situando al partido de Albert Rivera con una expectativa de voto que roza el 20%. La novedad está en cierto fortalecimiento de los dos grandes, PP y PSOE, aunque los populares siguen cayendo en tanto que se observa un ligero repunte de los socialistas.

La subida de Ciudadanos (diez puntos en apenas tres meses) le deja a solo a 2,7 puntos de la formación de Iglesias.
El partido de Rivera se situaría en cuarto lugar, con un 13,8% en estimación de voto, según el último sondeo. Izquierda Unida se queda con un 4,8% y la presencia de UPyD, con un 1,9%, es prácticamente residual.
En estos momentos, el PP y el PSOE serían opciones claras de gobierno en tanto que los siguientes, Podemos y Ciudadanos, consolidarían sus puestos de oposición a costa de Izquierda Unida y UPyD. El partido que lidera Cayo Lara y Alberto Garzón logra el 4,8% de intención de voto, a dos décimas del 5% necesario para entrar en el Parlamento.
Más atrás figura UPyD, con un 1,9%, por lo que sí toma cuerpo, cada vez más sólido, el trasvase casi total de sus votantes hacia la fuerza política que lidera Albert Rivera.
La satisfacción del PP y del PSOE por estos datos está justificada ya que dejan atrás a los dos nuevos partidos pero, sin embargo, estos últimos resultarán imprescindibles para cualquiera de los dos que pretenda gobernar.
 Los dos emergentes se alejan de la primera posición , pero resultarán imprescindibles para completar mayorías.
 Aun así, podría haber sorpresas si se tiene en cuenta la respuesta directa de los encuestados, es decir, sin ponderaciones y sin cocina. En este orden, Podemos está por encima del PP en voto directo con un 13,6% frente a un 13,5% de los populares.
 En esta casilla el PSOE cuenta con un 15,4% y Ciudadanos con un 10%.
El vicesecretario de Organización del PP, Carlos Floriano, ha recalcado que su partido sea la formación en la que los españoles "confían más para gobernar" después de estos años de crisis y el secretario de Organización, César Luena, cree que la "recuperación gradual" de los socialistas "va a ser imparable". Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, ha tildado de "fortísimo" el crecimiento de su formación y se ha mostrado dispuesto a salir "a ganarle las elecciones a PP y PSOE".
El sondeo contiene las preguntas habituales de los barómetros mensuales sobre la situación política y económica, además de la percepción ciudadana sobre sus problemas. Nada cambia respecto al principal problema que existe actualmente en España, según los consultados. El paro está a la cabeza para el 81,5%, seguido por la corrupción y el fraude, que lo es para el 48,6%.
Los resultados se han presentado a pocas horas del inicio de la campaña electoral de las autonómicas y municipales del 24 de mayo. Los primeros días del trabajo de campo coincidieron con las elecciones en Andalucía, donde irrumpieron Ciudadanos y Podemos, unos resultados que acabaron con las mayorías absolutas; la crisis interna de UPyD, en medio del trasvase de filas al partido de Albert Rivera; el cierre de la instrucción del caso Bárcenas, con el PP acusado de responsable civil subsidiario por delito fiscal; y el desfile de los aforados socialistas en el Tribunal Supremo por el caso de los ERE.
Los encuestados tampoco han tenido en cuenta en sus respuestas la investigación por blanqueo de capitales al exvicepresidente Rodrigo Rato, detenido el 16 de abril mientras registraban sus despachos y domicilios, ni la reciente dimisión del número tres de Podemos, Juan Carlos Monedero.
El CIS ha realizado 13 encuestas preelectorales en las comunidades autónomas que celebran elecciones el 24 de mayo, así como en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
 También se realizaron estudios en los municipios de Barcelona, Madrid, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Vitoria y Zaragoza.

La princesa Carlota viste ‘made in Spain’............................................................ Andrea Morales Polanco.

El gorro, jersei y patucos que lució la hija de los duques de Cambridge cuando fue presentada el pasado sábado en Londres fue elaborado a mano en una tienda de San Sebastián.

 


Ayago y Susana Villar viven en San Sebastián y son propietarias de Irulea, una tienda especializada en prendas para bebés, niños, lencería femenina y ropa blanca. No imaginaban que un gorro, un jersei y unos patucos las iban a volver famosas.
 El sábado la princesa Carlota, la hija de los duques de Cambridge, era fotografiada por primera vez, con un ajuar hecho en Irulea y ellas no estaban ni enteradas.
"Una de nuestras clientas fue quien nos avisó
. Fue ayer, no anteayer, bueno ya no sé ni en que día vivo, cuando una de mis clientas me dijo que la princesa llevaba puesto un gorrito de nosotras.
 Luego de ver las imágenes fuimos hilando la historia y nos dimos cuenta que era verdad, que tanto el gorro, como el jersei y los patucos los habían comprado aquí", relata por teléfono Ayago Villar, quien asegura que desde que se dio a conocer la noticia muchos curiosos se han acercado a la tienda, situada en la calle Mayor, en pleno centro de la ciudad.
Una mujer, que no se identificó, se puso en contacto con la tienda por Facebook.
 Más tarde las propietarias le enviaron diversas imágenes de las prendas y una vez estuvo convencida acudió personalmente para comprar varios modelitos, todos hechos a mano y con productos de primera calidad.
"Todo lo que se llevó fue en color blanco y hueso, pues nos contó que no sabía el sexo del bebé al que le estaba comprando el regalo", recuerda Villar.
Carlota Isabel Diana
La princesa Carlota Isabel Diana, con el gorro confeccionado en San Sebastián. / John Stillwell (AP)
La mujer según cuentan las propietarias, podría tener contacto con alguien cercano a la realeza británica.
Lo que hace suponer que quizá es algún familiar de María Teresa Turrión Borrallo, la niñera del príncipe Jorge. "Nunca nos dijo nada, ni quien era. Pero fue una persona encantadora", cuenta Ayago Villar.
Irulea es una tienda familiar, que fue fundada en 1932 por la abuela de Susana y Ayago Villar dedicada a prendas para bebés, niños, lencería femenina y ropa blanca.
 La tienda se destaca por tener prendas de calidad y confeccionadas, aunque también venden vestuario hecho en otras partes.
Poco se sabe de Turrión Borrallo, que hasta hace una semana se encargaba de cuidar solo al pequeño príncipe Jorge y ahora también ayuda con Carlota
. Se baraja la idea de que quizá fue ella quien mandó a comprar el regalo. Turrión llegó en 2014 a la casa de los duques de Cambridge para ser la institutriz de Jorge, y se convirtió en la primera extranjera de la historia que se ocupa de criar a un miembro de la realeza británica.
Guillermo de Inglaterra, Kate Middleton y sus hijos volvieron este miércoles a su residencia en Amber Hall, en Norkfold. El martes pasado la reina Isabel II conoció a su quinto bisnieto, quien ya tiene su propia moneda conmemorativa por su nacimiento el pasado sábado 2 de mayo.

6 may 2015

Qué luna la de aquel día............................................................................ Jesus Hermida..


El astronauta Buzz Aldrin pisa La Luna, junto al módulo lunar en la misión Apolo 11 / NASA

Estas cosas uno no las puede remediar: cada vez que ahora me acuerdo de la noche de la Luna (¿dónde estabas tú la noche de la Luna?) siem­pre me sale un estribillo, hasta lánguido, de los Beatles: Oh, I believe in yesterday...
 Sí, claro: creer en el pasado es una consolación de los que aún no sabemos si creer en el mañana. Luego, en noches de tedio solitario, también me acuerdo del poema que escribió McLeish —por encargo, supongo, a tanto el verso y la finura a tanto- para la primera página de The New York Times ese día vigésimo del mes séptimo del año sexagesimonono, cuando, por decirlo con titular periodístico muy sobado por aquellas fechas, «los hombres pisan la Luna».
 Cierto: todo era muy sobado por aquellas fechas, pero el poema de McLeish, entonces, quizá tuvo su miga, no lo sé: «Y en el cuarto día, por la noche, bajamos como un rayo y pusimos el pie sobre tus playas y sentimos pasar por nuestros dedos tu arena fina. Y nos levantamos, aquí en el crepúsculo, en el frío, en el silencio.
Y aquí, como en el principio de los tiempos, levantamos nuestras cabezas. Y sobre nosotros, más bella que la Luna, una luna.»
Bueno, sí: seguramente no estuvo mal.
Pero 18 yo, la verdad, lo que más recuerdo y lo que siempre sí quiero recordar de la noche de la Luna es que había un hombre y una mujer sobre el césped manicurado de la NASA, como en sueño o en dormición o en lo que fuera, mirando ellos hacia arriba tal cual e imaginando ellos que sí veían a Neil Armstrong y a Buzz Aldrin en la Luna que por allí, entre nubes, se apareció.
 Que sí los veían, que los estaban viendo por las are­nas, las que luego dijo McLeish, tan finas y tan grises y tan recién desvirgadas.
 Pero eso fue al final de todo. Primero, al principio, en el prin­cipio de aquella noche, fue que se nos hacían el culo y los labios y las almas agua por lo que allí iba a pasar
. Y eso era, según nos dijeron, que en un cierto momento aparecerían por nuestros monitores las primeras imágenes y se oirían las primeras palabras de un hombre sobre la Luna: fe es creer aquello que verdaderamente quere­mos creer.
 Y yo me recuerdo con el corazón en la nuez de mi garganta: qué inocentes éramos, entonces, todavía. Y también revivo, ahora que me pongo a pensarlo después de diez años, una grandísima y nerviosa y hasta sensual algarada. Después de todo, 3.497 periodistas dan para mucho ruido. Periodistas registrados y con sus papeles en orden, quiero decir.
Y no cuento a los periodistas emboscados, consorte, amantes, francotiradores, amigos, conocidos y de oca­sión.
Me recuerdo con el corazón en la nuez de mi garganta: qué inocentes éramos, entonces, todavía
Otra cosa: hacía calor aquella noche en Houston, por donde la marisma huele a petróleo y a boñiga de vaca
. Ya lo había anun­ciado el periódico de la mañana: «Nubosidad considerable, con riesgos de chubascos y de tormentas
. Temperatura en los treinta grados.» Pero hacía más calor de sangre en los recintos del centro espacial.
 Y un ansia de besos que las gentes se daban o se robaban, de paso, por las esquinas. «Esta noche todos somos hermanos.» Sí, eso sí...
Y luego, por fin al fin, se hizo un silencio grandísimo, como de eclipse o de retre­ta.
 Y en mi monitor de televisión apareció una cosa blanca que yo no sabía lo que era. Y resultó ser Armstrong
. Y de lo que dijo, pues yo no creo que nadie se enteró así de primera instancia hasta que vinieron las secretarias en un vuelo: «Ha dicho no sé qué de un pequeño paso y un gran salto.»
 Bueno, vale... Y de lo que yo dije sólo recuerdo una solemne, seguramente, estu­pidez: «Y miren cómo Armstrong tantea con sus pies el suelo de la Luna, como un niño extiende los brazos hacia su madre...»
 Absolutamente gilipollas. Pero yo lo sentía entonces, y ahora no me da ni vergüenza ni nada.
Y después, a las tres horas de función o así, todo ya terminó (esperemos que el espectáculo les haya gustado, como también cantaban los Beatles) y se hizo un pandemonio y triquitraca generales, con banderas americanas que salían de todas partes y puros con su vitola y abrazos y parabienes a discreción
. Y yo recogí mis papeles y me salí al patio de la NASA, y allí fue donde se pasó lo del hombre y la mujer, que ahora mismo lo copio tal como lo puso en imprenta, por aquellos días, un cierto escribano:
“A la salida del edificio número 1 de la NA­SA, en Houston, hay una ladera de césped liviano, mínimo tobogán de hierba fresca.
 Y había un hombre y una mujer, allí echados, cara a la Luna, casi luna de Jueves Santo, que por entre unas nubes se estaba.
Era la madrugada del lunes 21 de julio (hora española), y Arms­trong y Aldrin habían ya terminado, entonces, de caminar por la carátula empolvada.
Y dijo la mujer: a partir de hoy ya no seremos los mismos, nunca más...»
Y eso, yo lo sé, resultó ser cierto después
. Porque cuando el hombre y la mujer se vieron otra vez, en la cosa de Apolo XII, ya sí que no eran los mismos y ya sí que no se amaron nunca más.
 Pero entonces, aquella noche, en los mote­les de Houston, nadie quiso pensar sino en lo que dice Kris Kristoferson: que el diablo se lleve el mañana.
Y ahora les copio otra vez:
Aquella noche fue una históri­ca, espléndida, magnífica grosería.
«Aquella noche hubo de todo: de lo bueno y de lo alto, de lo malo y de lo bajo.
 Todos lleva­mos en nosotros un gran señor de altivos pensa­mientos y, a su lado, el servidor humilde, de las ruines obras
. Aquella noche hubo de todo y la Luna hacía eses por las carreteras de Texas.
Y los hombres y las mujeres, ebrios de historia y de espacio, se echaron en las piscinas, y los vasos de plástico se echaron en las piscinas, y una sangre gloriosamente alcohólica se echó en las piscinas, y los huesos de pollo se echaron en las piscinas, y un manchurrón de labios y colorete se echó en las piscinas. Y por la mañana, ya, la Luna nos amaneció ahogada y beoda en las piscinas.»
Bueno, tampoco hay que ponerse así. Ni tan carnles como los que estábamos en Houston, ni tan exquisitos como McLeish: «Desde el prin­cipio de los tiempos, antes del principio de los tiempos, antes de que los hombres supieran el sabor del tiempo por primera vez, ya pensába­mos en ti.»
Yo, la verdad, no pienso mucho en la Luna. Y si pienso, cuando pienso, tampoco me dan es­calofríos. Eso sí: aquella noche fue una históri­ca, espléndida, magnífica grosería.

El paso y el salto

La página 339/2 del libro de transcrip­ciones correspondientes al viaje del Apo­lo XI va marcada en su parte superior con los siguientes datos: fecha, 20 de julio de 1969; hora, 21.52 (tiempo de Houston, Texas); momento del vuelo, 109 horas y veinte minutos. La página está dedicada a sólo doce líneas en inglés. Se trata de un casi monólogo que, traducido, podría quedar así:
Armstrong. Voy a salir del módulo lu­nar, ahora...
Armstrong. Este es un pequeño paso para un hombre. Un salto gigantesco para la humanidad.
Armstrong. ... La superficie es fina y polvorienta. Puedo... Puedo esparcirla con la punta de mi pie. Se adhiere en ca­pas muy finas, como polvo de carbón, a las suelas y a los filos de mis botas. Sola­mente he salido una pequeña fracción de una pulgada, pero ya puedo ver la huella de mis botas y las pisadas en las finas partículas de arena.
Control. Neil... Aquí, Houston. Te oímos...
Esas líneas son el testimonio más pri­migenio y verdadero de lo que ocurrió y se dijo en el momento exacto en que un hombre pisaba, por primera vez, la Luna.
 Según el propio Armstrong, la frase, ya histórica, sobre el paso y el salto no había sido preparada de antemano.

Todo en él era grande.......................................... Carlos Boyero

Orson welles
Orson Welles en una imagen de la exposición de fotografías de Magnum 'La pasión por el cine', en Lisboa en 2001.

Hoy cumpliría cien años.
No hay que hacer esfuerzos proteicos para imaginar su aspecto
. Con Welles tengo la sensación de que nunca fue joven ni viejo, de que no tenía edad o de que podía aparentar la que le diera la gana, que siempre fue una cosa tan insólita como impresionante que respondía al nombre de Orson Welles, que no necesitó aprender ni evolucionar, que su personalidad y su inteligencia no tuvieron alteraciones, que fue deslumbrante, complejo y bendecido por el arte más poderoso desde su niñez y así hasta el final.
Seguramente, habitarían en alguien tan especial las luces y la tinieblas e imagino que podría llegar a resultar desesperante muchas veces para la gente que financiaba su creatividad pero también que, como el personaje de Alida Valli en El tercer hombre, el cine seguiría en deuda permanente con él y enamorado de su grandiosa e inquietante figura, aunque los hechos nos confirmaran algo tan monstruoso como que pretendió hacerse rico en el mercado negro adulterando la penicilina y dejando tullidos a niños en aquella Viena devastada por la guerra.

La fascinación que despierta el seductor, cínico y siniestro tercer hombre permanecería intacta aunque descubras su reverso tenebroso.
 Y te subirías a la noria del Prater con él para escuchar hipnotizado sus salvajes opiniones sobre la condición humana, los Borgia y el reloj de cuco, pero convendría que te agarraras muy muy fuerte a algún asidero, ya que no habría dudas de que si le suponías un mínimo problema te lanzaría al vacío.
No es casual que su gran amor fuera Shakespeare y que estuviera obsesionado con trasladarle al cine, para mi gusto con resultado desigual en Macbeth y Otelo (y que me excomulgue la Academia dedicada al culto a lo sagrado) y de forma conmovedora en Campanadas a medianoche.
 Y, por supuesto, siempre debió de tener claro que la historia le reivindicaría como el Shakespeare del cine.
 De igual a igual. Pero nunca sabremos cuántas obras prodigiosas hubiera creado Welles (o de lo que hubiera sido capaz de lograr Maradona en el fútbol si el adictivo polvo blanco no colonizara su organismo desde que se instaló en Barcelona) si le hubieran permitido engendrar sus múltiples y ambiciosos proyectos con plena libertad creativa, tal como las concibió su imaginación, con presupuestos a la altura de lo que pretendía hacer.
Aseguraba Welles que únicamente logró esa independencia con Ciudadano Kane, el lujoso bautizo en el cine de aquel niño prodigio que iba a revolucionar el lenguaje de contar historias con una cámara. Tengo sensaciones que se renuevan continuamente con esta película.
 La miré de reojo la primera vez ante las permanentes y solemnes listas de historiadores y críticos declarando que era lo más hermoso y profundo que había creado la historia del cine
. Y admitiendo su magia, su misterio, su potente expresividad, me pareció que no era para tanto, que lo más parecido a la felicidad me lo habían regalado en la pantalla directores como Lubitsch, Keaton y Murnau.
Tengo la sensación de que nunca fue joven ni viejo, de que no tenía edad
Pero cada cierto tiempo un imán extraño me obligaba a revisar la historia de ese hombre temible y trágico que se despedía del mundo obsesionado con ese enigmático y lírico Rosebud, algo maravilloso y puro que alguna vez poseyó y que después se lo llevó el viento
. Y las últimas veces que la he visto me ha hipnotizado, su grandeza es auténtica. Sin embargo, El cuarto mandamiento, de la que Welles renegaba, ya que la productora remontó su primitivo trabajo, me enamoró desde el primer encuentro
. Cuánta tristeza, sentimiento, poesía, comprensión y sutileza existe en la crónica del esplendor de los Amberson y en su inevitable derrumbe, en las devastadoras facturas emocionales que pueden acompañar al progreso.
Cinco de sus películas me han dejado huella a perpetuidad
Y, cómo no, me sentí intrigado y cautivado por los perversos amores de aquel marinero nihilista que se cuelga de la mujer que menos le conviene en la perturbadora y sombría La dama de Shanghai. O con esa negrísima obra maestra que desprende aroma a pesadilla perdurable titulada Sed de mal, cuyo inicio deslumbra ante la genialidad y la audacia de esa cámara cuyo virtuosismo solo es equiparable al de Hitchcock, pero que en su desarrollo y en ese final inolvidable, con el compadecible y odioso ogro llamado Hank Quinlan sabiéndose derrotado y agonizante, más borracho, añorante y solo que nunca, te crea un nudo en la garganta y un recuerdo eterno en la retina.
Ya sé que Welles es más que todo eso, aunque se me atraganten o me aburran algunas de sus presuntas obras de arte, pero las cinco películas que he citado me dejan huella a perpetuidad
. Era distinto, era único, era excesivo, era genial, lo cual no garantiza el eterno estado de gracia, pero cuando este funcionaba paría criaturas inolvidables.