Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 may 2015

Querida Mamá





La tercera edad de un icono del pop francés......................................... Gabriela Cañas

Françoise Hardy relata en un libro sus problemas de salud y la “devastación” insoportable del envejecimiento”. 

Defiende la eutanasia, es ecologista y de derechas.

 Sigue escribiendo canciones pero prefiere que otros les pongan música.

 

Françoise Hardy,
La artista francesa Françoise Hardy, en 2012, a sus 71 años. / photopqr / le parisien

En el elegante distrito XVI de París vive una solitaria mujer de 71 años que apenas sale de casa. Tiene el pelo corto y blanco y es de una extrema delgadez.
 Se llama Françoise Hardy, una compositora, cantante y escritora que no ha parado de trabajar desde que en 1962, con solo 18 años, se hizo mundialmente conocida con una sencilla melodía que expresaba el romanticismo y la melancolía de la generación de los años sesenta: Tous les garçons et les filles.
La tristeza de la Françoise Hardy de hoy es bien distinta a la de entonces
. Castigada por la enfermedad y la debilidad física, el escaso éxito de su último álbum, según confiesa, le empujó a escribir Opiniones no autorizadas, el libro que acaba de publicar.
 El texto es el testimonio de una personalidad difícilmente clasificable que deplora la “devastación insoportable” del envejecimiento.
 Una nueva fractura ósea, esta vez en el hombro, le ha impedido conceder más entrevistas en plena promoción editorial.
 Sus textos hablan por ella. Son de una sinceridad sorprendente. Resumen con crudeza y ágil prosa su extraordinaria vida y sus libérrimas ideas.
Defiende la eutanasia (su madre recurrió a ella para evitar la agonía que le esperaba) y el aborto (deplora el intento del Gobierno español de abolir tal derecho) y es ecologista (le alarma el uso de los pesticidas), pero se considera de derechas
En Opiniones no autorizadas (Editorial Équateurs) dedica un capítulo a la política francesa. “La gente de izquierdas parece tener la convicción no solo de poseer la verdad, sino de ser altruista y progresista, lo que le lleva a considerar a los de derechas como retrasados mentales egoístas y reaccionarios”, afirma.
Tal consideración no le impide admirar a políticos socialistas.
 Confiesa su estima por Michel Rocard (ex primer ministro) y Hubert Védrine (exministro de Exteriores).
Vapulea, sin embargo, al presidente de la República, François Hollande, al que considera, en lo personal, ridículo y carente de seducción y carisma.
Françoise Hardy, en una foto de 1963. / Cordon Press
Apoyó a Nicolas Sarkozy.
 Estableció una buena relación con su esposa Carla Bruni y el propio exjefe del Estado la llamó un día para charlar e intercambiar opiniones.
Hoy, sin embargo, es el ex primer ministro Alain Juppé, que aspira a ser el candidato de la derecha para la jefatura del Estado, “el único capaz de atraer tanto a los electores de derecha como a los de centro e incluso a los decepcionados por el socialismo”, escribe Hardy, que añade:
 “Sarkozy no es consciente del odio que inspira a la mitad de los franceses”.
Habitualmente alejada de los focos, a pesar de su constante actividad artística, su vida es un libro abierto
. Las estrellas del pop de su generación, como Silvye Vartan o Jane Birkin, han sido mucho más recatadas. En 2008 rompió el fuego con una autobiografía descarnada: La desesperanza del mono y otras bagatelas.

LA ‘CHANSON’ DE HARDY

- Grabó su primer disco, Tous les garçons et les filles, con música y letras propias, en 1962
 En pocos meses vendió dos millones de copias.
Un año después, participó en Eurovisión y actuó por vez primera en una película, de Roger Vadim
. Es en 1965 cuando triunfa en Reino Unido con All over the world, hace famosa la minifalda de Mary Quant y conoce a los Rolling Stones, los Beatles y al fotógrafo David Bailey.
- Seis años después de darse a conocer, en 1968 vive un nuevo éxito con Comment te dire adieu y posa para Paco Rabanne.
- Condecorada con la Gran Medalla de la canción francesa en 2006, ese mismo año publica el álbum Parenthèses de dúos con Julio Iglesias o Alain Delon.
- Su biografía, La desesperanza del mono y otras bagatelas (2008), se convierte en otro éxito en Francia. En 2012 sale su último álbum, el número 29º, L’amour fou, al tiempo que sale su primera novela del mismo título.
Encandiló a Mick Jagger, Bob Dylan o Eric Clapton.
Sus fotos con minifaldas y modelos futuristas de Paco Rabanne dieron la vuelta al mundo, pero ella otorga poca importancia al éxito frente a cuestiones más íntimas.
 Cayó en los brazos de un guapo cantante francés, Jacques Dutronc. Ahora viven separados, pero el hijo de ambos, el cantante Thomas Dutronc, cree que siguen viviendo “una historia de amor muy particular”
. Hoy, Hardy bromea: “Los dos estamos condenados a ser viejos y feos”.
En sus libros habla de la modestia del hogar de su infancia, de la homosexualidad de su padre, casado con otra mujer, y de la esquizofrenia de su hermana.
Se retrata como una adolescente acomplejada. “Brigitte Bardot, toda ella con gracia, curvas y sexapil, encarnaba entonces el canon de la belleza femenina de la que yo estaba desesperadamente alejada con mi aspecto andrógino”, afirma.
 Amó tanto como sufrió de amores y, por supuesto, relata los estragos de su mala salud, agravada con un cáncer, un linfoma de MALT, que le produce problemas digestivos.
 No ahorra detalles sobre colonoscopias, lavativas y tratamientos, a menudo degradantes, impropios, creyó uno de sus amigos, de un icono como ella.
Dos elementos actúan como bálsamo en su vida: la literatura y la música.
 Devoradora de libros, es amiga de Michel Houellebecq y Patrick Modiano y se lamenta de la brevedad de la vida para seguir leyendo a los escritores que admira
. Nunca ha dejado de hacer canciones, pero prefiere que sean otros los que pongan música a sus poesías
. Finalmente, una confesión poco sorprendente: “Tengo un gusto inmoderado por lo bello”.

Kate Middleton da a luz a una niña................................... Patricia Tubella / Mábel Galaz


Los duques de Cambridge, con su hija a la salida del hospital. / GETTY / REUTERS-LIVE!

¡Ha sido niña! Los duques de Cambridge han sido padres este sábado (a las 9.34 hora peninsular) por segunda vez, cuatro años y dos días después de haber contraído matrimonio.
 Ha sido un bebé que se ha hecho esperar más días de los programados y que ha tenido pendiente a medio mundo del hospital St. Mary de Londres
. Pero lo que no se hizo esperar demasiado fue su presentación. No se habían cumplido diez horas del alumbramiento cuando los felices padres abandonaron el centro médico con su niña en brazos. Antes posaron brevemente con la pequeña. Kate presentaba un magnífico aspecto.
 Ambos declararon sentirse "muy, muy felices". Una hora antes Guillermo había llegado con su hijo Jorge, que también acudió a conocer a su hermana.
Kate Middleton ingresó para dar a luz a las seis de la mañana (hora peninsular). La duquesa de Cambridge llegó en un discreto coche a la clínica, la misma en la que nació su primer hijo, acompañada de su marido, Guillermo de Inglaterra.
 El nombre de la pequeña, siguiendo la tradición de la familia real británica, no se dará a conocer hasta dentro de unos días. La niña llevará el título de princesa de Cambridge y pasa a ocupar el cuarto lugar en la línea de sucesión al trono después del príncipe Carlos, el príncipe Guillermo y el príncipe Jorge.
La llegada del bebé fue comunicada primero a la reina Isabel y después a los abuelos.
 A continuación se anunció a través de Twitter e Instagram y después se dispararon 62 cañonazos desde la Torre de Londres y el 41 desde Green Park.  El ala Lido de hospital St. Mary se encontraba reservada desde hace días especialmente para el acontecimiento e incluso había un equipo de médicos preparado para recibir en cualquier momento a Kate.
Los medios de comunicación a las puertas del hospital St. Mary donde ha dado a luz Kate Middleton. / LEON NEAL (AFP)
Catalina (nacida Kate Middleton) y su hija se encuentran en perfecto estado, ha precisado un comunicado de palacio tras el parto en el que la duquesa ha sido atendida por el doctor Guy Thorpe Beeston, quien ya participó en el equipo que atendió el nacimiento de su primogénito. En su primer alumbramiento, la duquesa estuvo en manos del doctor sir Marcus Setchell, hoy ya jubilado. La duquesa había ingresado en el ala Lido del hospital, adonde se trasladó en coche desde el palacio de Kensigton, la residencia londinense en la que permanecía instalada desde el pasado fin de semana. Los duques de Cambridge tienen su hogar habitual en Ammer Hall (condado de Norfolk, en el este de Inglaterra), donde Guillermo ejerce de piloto del servicio aéreo de ambulancias de la región.
La noticia del natalicio, que según los cálculos errados de la prensa se esperaba inicialmente el pasado fin de semana, ha sido recibida con especial júbilo por el grupo de monárquicos que llevan varios días acampados en los alrededores del recinto hospitalario, junto a un enjambre de periodistas y cámaras.
A las exclamaciones de “¡Ha sido niña!” siguieron las inevitables especulaciones sobre el nombre que recibirá la nueva princesa, siendo Alice y Charlotte los favoritos a nivel popular, aunque en círculos reales no se descarta que los padres acaben eligiendo el de Elizabeth, en honor a la monarca y bisabuela de la niña o Diana, en recuerdo de su abuela paterna. También se barajan María e Isabel.
El príncipe Guillermo con su hijo Jorge a las puertas del hospital. / Kirsty Wigglesworth (AP)
El nacimiento de la nueva princesa se ha producido cuando faltan sólo cinco días para las elecciones generales del 7 de mayo. Los grandes partidos han decidido suspender brevemente los principales actos de su campaña, conscientes de que quedarían desplazados de las portadas de la prensa, y todos sus líderes se han aprestado a felicitar a la familia real. Uno de los estrategas del Partido Conservador admitía días atrás y con cierto cinismo que el primer ministro, David Cameron, confía en que la noticia beneficie sus expectativas electorales “porque la gente va a sentirse especialmente optimista ante la feliz noticia” y ello redundará en su percepción sobre la marcha del país.
El nacimiento de Jorge mejoró aún más la imagen de Guillermo y dio más popularidad todavía a Kate, tanto que las encuestas recogen que los británicos prefieren que Isabel II sea sucedida en el trono por su nieto antes que por su hijo Carlos. La llegada de un bebé a la familia real británica supone, según los expertos, importantes beneficios económicos.
Los duques, con su niña. / Matt Dunham (AP)
Hace dos años el nacimiento de Jorge generó 247 millones de libras (343 millones de euros).  En declaraciones hace unos días al Daily Telegraph, el economista  David Bamfield, aseguraba: "Creo que habrá un impulso inmediato de alrededor de 80 millones de libras (111 millones de euros) cuando nazca el bebé. Unos 20 millones o 25 millones (30 o 37 millones de euros) se gastarán en recuerdos conmemorativos.
 El resto irá a alimentos y bebidas, como dulces y vino espumoso". Al haber sido una niña se espera que los beneficios sean mayores ya que el negocio de ropa infantil aumentará.
Kate desveló que salía de cuentas a mediados de abril, aunque la Casa Real británica, en el momento de anunciar el embarazo, fijó finales de mes como fecha del parto. El bebé se ha hecho esperar tanto, que las autoridades municipales se han visto obligadas a alargar el periodo de prohibición del tráfico en las inmediaciones del centro médico. Y es que la duquesa siempre se ha mostrado partidaria de los procesos naturales para dar a luz.
La duquesa de Cambridge, quien está de baja por maternidad desde su último acto oficial a finales de marzo, fue vista en los últimos días saliendo del palacio de Buckingham conduciendo su propio coche, un Range Rover. Acompañaba a su niño a clases de natación y dicen que ella estuvo haciendo
ejercicio en un intento de acelerar el parto.
Lo que hubiera dado su abuela Diana de Gales por ver esta niña.

Muere Maya Plisétskaya, el gran cisne del ballet clásico...................... Roger Salas

La bailarina rusa, premio Príncipe de Asturias, fue directora del Ballet del Teatro Lírico Nacional. Ha fallecido en su casa de Múnich.

De manera repentina, en palabras de su atribulado viudo, el compositor Rodion Shchedrin, falleció ayer a los 89 años de un infarto, en su residencia de Múnic
h (Alemania), la gran bailarina, verdadera diva del ballet del siglo XX, Maya Mijailovna Plisétskaya. Niña prodigio que comenzó a bailar con solo tres años, había nacido el 20 de noviembre de 1925 en Moscú, en el seno de una familia de pintores, actores y bailarines de origen judío y de gran renombre y prestigio
. De pequeña padeció la salvaje represión de Stalin, que ordenó la ejecución de su padre, y vio cómo su madre, una actriz, era enviada a un campo de internamiento.
 El genio de la artista despegó a los cuatro años, acompañando en escena a su tía Sulamit Messerer. Maya estudió seis años con Elizabeta Gert, que cultivó su nobleza y acentuó la notable plasticidad de sus brazos
. También trabajó un curso con Agripina Vaganova y a los 11 años aparece en una variación de las hadas de La bella durmiente en el Bolshói.
 De ahí pasó a su primer ballet de tema español, en 1941: el Grand Pas de Paquita, y después llegó su Reina de las Dríadas en Don Quijote. Ya la leyenda estaba en marcha.
Fue ayer domingo, sobre las ocho de la tarde, cuando el director del teatro Bolshói, Vladímir Ourine, anunció oficialmente el fallecimiento de la dama del ballet clásico.
 El presidente de Rusia, Vladímir Putin, mandó un comunicado de pésame lamentando su muerte. Durante la época comunista, fue una de las pocas estrellas a las que las autoridades de la Unión Soviética permitían actuar en el extranjero, y fue la estrella del Bolshói en las giras a Norteamérica y a Reino Unido en plena Guerra Fría.
Plisétskaya fue una figura que se mantuvo fiel a la que era su única religión, el ballet, luchando dentro de un teatro implacable y burocratizado en el que gracias a su excepcional talento fue capaz de vencer los intentos de ostracismo y menoscabo a su carrera y personalidad.
Considerada como la prima ballerina assoluta, fue cabeza de cartel de una generación irrepetible de la danza clásica en la que también sobresalen la cubana Alicia Alonso (que la sobrevive con 94 años) y la británica Margot Fonteyn (que murió en 1991).
Con su talento luchó contra un teatro implacable y burócrata
La moscovita ingresó en 1934 en la escuela de ballet de la capital rusa y en 1941 ya era parte del elenco del Teatro Bolshói.
Tras graduarse, debutó profesionalmente en 1944 y solo un año después actuó como solista del Bolshói, acumulando papeles como Myrtha Reina de las Wullis en Giselle.
  En 1948 pasó a ser primera bailarina tras sustituir a Galina Ulanova en El lago de los cisnes.
Su espíritu indómito encontró realización en 1967 con el ballet Carmen, que coreografiara para ella y por encargo expreso suyo el cubano Alberto Alonso. Carmen representaba el irrefrenable deseo de victoria e imposición de la mujer por encima de cánones y convenciones; su tío Boris Messerer pintó los decorados y Rodion Shchedrin preparó una preciosa suite sobre los temas de la ópera homónima de Bizet. Con ellos, Maya regaló al mundo y a la historia del ballet un carácter único y un ejemplo de patria universal en el arte.
Cabría extenderse en la influencia poderosa que su baile ciertamente autoritario fue capaz de marcar, de manera indefectible, toda una época en el desarrollo de la danza académica del siglo XX. En este punto hay que mencionar sus cisnes: Odette el cisne blanco, Odille el cisne negro y la trémula ave agonizante de La muerte del cisne, de Mijail Fokin, que Maya elevó a cotas inigualables que no admiten comparación alguna, salvo con Anna Pavlova, para quien fue creado a principios del siglo XX.
Hace dos décadas, Maya Plisétskaya publicó unas explosivas y reveladoras memorias donde hablaba del presente, del pasado y de la sombra de un futuro en el que no veía nada claro.
 En su verbo, tan afilado como su baile, burócratas e intrigas quedaron echados por tierra y solo quedaba al final la férrea voluntad de una artista que luchó siempre por la libertad de su arte y en la vida.
A Plisétskaya le ha sorprendido la muerte haciendo las maletas para desplazarse a Lucerna (Suiza), donde el próximo 15 de mayo iba a recibir el primero de una serie de homenajes que culminarían en Londres en noviembre, con motivo de su 90 cumpleaños.
 Plisétskaya pasó por España y dejó la huella que le permitieron: dirigió el Ballet del Teatro Lírico Nacional entre 1987 y 1990 y luchó por recuperar el perdido patrimonio de la danza académica española
. Fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2005 junto a la también bailarina Tamara Rojo.


Se le concedió la Medalla de Oro de Bellas Artes y desde 1993 tenía la nacionalidad española.