El nuevo jefe de los Alba diseña su modelo de gestión para el patrimonio que ha heredado
Carlos Fitz-James Stuart quiere ser un duque del siglo XXI
En este tiempo de cambios, la familia ha sufrido fisuras.
En este tiempo, Carlos Juan Fitz-James Stuart Martínez de Irujo se ha visto envuelto ya en varias polémicas de índole familiar y también en alguna gestión fallida, como el intento de venta de importantes documentos de Cristóbal Colón.
No le gustan los medios de comunicación de los que toda su vida ha huido, pero su nuevo papel le lleva de vez en cuando a responder a los reporteros a pie de calle. Esta entrevista, la primera que concede como nuevo jefe de los Alba, la responde con un cuestionario previo.
Pregunta. ¿Cómo afronta la responsabilidad de estar al frente de la Casa del Alba?
Respuesta. Con ilusión y sentido de la responsabilidad.
P. ¿Qué proyectos tiene para esta nueva etapa?
R. En primer lugar, consolidar y racionalizar unos activos muy variados y complejos que tienen su origen hace casi 600 años, estabilizando su gestión, y continuar enriqueciendo su Patrimonio Histórico, por ejemplo completando la digitalización de su archivo.
Carlos Fitz-James Stuart, que todavía usa el título de duque de Huéscar cedido por su madre, es consciente de que la gestión del legado que ha recibido debe ser acorde con los nuevos tiempos. Por eso anuncia que su gestión de la Casa de Alba en el siglo XXI “será muy activa en todos los frentes; cultural, económico cívico y con una importante proyección social”, sin concretar más sus planes. Y asegura que ahora tiene presente los consejos que le dio su madre para cuando llegara el momento. “Mi madre tuvo siempre un gran interés en que el legado de la Casa se conservara a la vez de manera dinámica y muy digna”.
“Carlos es conservador y protegerá el título”, dijo de él la duquesa en su biografía titulada Lo que la vida me ha enseñado. Ese es su gran reto; preservar el patrimonio histórico artístico de sus antepasados.
Nacido en Madrid en 1948, como primogénito ha heredado todos los tesoros de su familia: la Fundación Casa de Alba (con sus palacios de Liria y Monterrey, entre otros); la colección de medio centenar de ducados, marquesados, condados y grandezas, y la responsabilidad de preservar el legado histórico y monumental
. Toma así el relevo de los 18 duques que le han precedido, desde el primer portador del título, García Álvarez de Toledo, en el último cuarto del siglo XV.
El nuevo duque está divorciado de Matilde Solís-Beaumont, hija de los marqueses de la Motilla
. El matrimonio, que se anuló en 2006, tuvo dos hijos varones, Fernando y Carlos.
El primero de ellos se ha convertido, tras la muerte de su abuela, en el nuevo heredero. Carlos Fitz-James mantuvo posteriormente una relación con la empresaria Alicia Koplowitz. Ahora no se le conoce ninguna pareja.
No le gusta hablar de su vida privada pero sabe el interés que despierta.