Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 abr 2015

PERFIL Russell Crowe, maestro y director............................................... Elsa Fernández-Santos

El actor e icono de Hollywood se pasa a la dirección con una cinta sobre la batalla de Galípoli por una buena causa

 

Cuando en 2001 Russell Crowe logró el Oscar al mejor actor por Gladiator, fue el único de los cinco finalistas –entre los que se encontraban Javier Bardem, Tom Hanks, Ed Harris y Geoffrey Rush– que al escuchar su candidatura se aplaudió ostensiblemente a sí mismo. Sin atisbo de falsa modestia, con el mismo orgullo y sangre fría que exhibió minutos después, subió al escenario con uno de los peores looks masculinos de la historia de Hollywood a recoger la dorada estatuilla. Crowe recordó entonces de dónde venía –un suburbio de Sídney, ciudad en la que creció– y adónde sentía que le llevaba ese glorioso instante, de regreso a esa humilde procedencia.
Esta mezcla de autenticidad, determinación y seguridad en sí mismo es una de las señas de identidad de este actor nacido en Wellington, Nueva Zelanda, en 1964. La misma fe inquebrantable que le ha llevado a embarcarse en la dirección de su primera ­película, El maestro del agua, protagonizada por él en la piel de un padre-granjero-aventurero en busca de sus hijos muertos en la batalla de Galípoli. Un batido sentimental y antibelicista que naufraga en un mar de buenas intenciones.
Crowe, un actor con fama de asilvestrado y metepatas, cree que a estas alturas sabe lo suficiente para embarcarse en una carrera como realizador, algo que le permitiría mantener su residencia en Australia y poder vivir junto a sus dos hijos, Charlie y Tennyson, de 11 y 8 años respectivamente. Dirigir, aseguraba hace unos días en Madrid, no es un accidente en su carrera, sino sencillamente una apuesta que tiene como meta lograr la “libertad” creativa. “Si me diesen a elegir a cualquier director vivo con el que trabajar, no escogería a ninguno; no creo que exista uno solo del que a estas alturas pueda aprender algo. Hay muchos que me fascinan, eso es distinto, pero habiendo probado ya las mieles de mi propio rodaje, creo que puedo decir que hasta la fecha es el más feliz y divertido que he conocido nunca”.
Aunque resulte presuntuoso, el actor lo suelta con tantísima convicción que no queda otra que asentir su afirmación. “Sí, es arriesgado, y si esta película no funciona volveré a trabajar para otros, y tampoco está mal, aunque será volver a un limbo no muy cómodo para mí. Ahora mismo no tengo ningún proyecto porque necesito tiempo para mí mismo. Hasta la primera semana de mayo no regreso a casa y en este momento es lo único que necesito, porque no me siento ni muy sano, ni muy motivado, ni muy conectado con nada. Necesito volver y recuperar las cosas más esenciales de la vida”.
Entre esas cosas están, además de sus hijos, su tierra, su equipo de rugby (los South Sydney Rabbitohs), su banda de rock y una forma de vida que rechaza el lujo de Hollywood. Crowe cree que el tiempo no ha pervertido tampoco su esencia como actor. “Tengo más capas de experiencia, pero creo que hay una pureza en mi forma de ver el trabajo que sigue intacta, igual que el primer día. Elijo los personajes siempre con mi propio criterio y sigo, como me gusta decir, respetando a los dioses del cine. Solo acepto proyectos con los que tengo una honda conexión. No hago anuncios de televisión ni presto mi imagen para vender ninguna clase de productos. Amo mi trabajo. Eso tampoco quiere decir que sea de esos que se lo toman demasiado en serio, pero siento muchísimo respeto por lo que hago”. Dirigir a otros actores no solo no le impone, sino que le parece lo mejor de su nueva faceta como director. “Conozco el grado de intimidad y de esfuerzo que necesita un actor para sentirse a gusto. Creo mucho en la preparación de un personaje, en el trabajo previo. Todo lo que se camina antes del rodaje solo puede beneficiar a una película. Es una pena que esto no se cuide suficiente, y lo sé por experiencia propia, que ya es larga y va desde mi adolescencia hasta hoy. Muchas veces he echado de menos que los directores no te escuchen suficiente ni tampoco se tomen la molestia de preguntarte nada. No siempre es así, Ridley Scott es un director que espera que contribuyas con tus ideas a la película. Al menos lo hizo conmigo y quizá se arrepintió porque sé que me ponía muy pesado. Pero creo que para un realizador escuchar a un actor es un privilegio, su poder sobre ellos y el equipo en general debe aceptarse como una enorme suerte, y los que lo olvidan están simplemente dejando de lado lo más importante de su oficio”.
Si me diesen a elegir a cualquier director vivo con el que trabajar, no escogería a ninguno; no creo que exista uno solo del que pueda aprender algo”
Hijo de una pareja que trabajaba sirviendo comida en rodajes y que emigró a Australia cuando él tenía apenas cuatro años, Crowe fue un mal estudiante que dio sus primeros pasos como actor en plena pubertad. Alcanzó la fama internacional en 1997 gracias a su ­interpretación de un policía taciturno en L. A. Confidential, su tercer largometraje estado­unidense. A su favor, además de su talento, jugaba una tosquedad física que le daba un atractivo añadido. Ante una legión de nuevos galanes cuya palmaria falta de testosterona les incapacitaba para la épica mascu­lina, Crowe se convirtió en todo un especialista, sutil y poderoso, en machos alfa. Su plenitud llegaría –además de con Una mente maravillosa (2001), de Ron Howard– con la magnífica interpretación del capitán Jack Aubrey en Master and Commander (2003), de Peter Weir. Una película clave en su carrera y en su vida, cuyas enseñanzas también ha aplicado para su primer trabajo detrás de la cámara. “Antes del rodaje de Master and Commander pasé bastante tiempo en alta mar, junto a capitanes de todo tipo de barcos. No tenía claro si podía ser del todo un marino y era algo que necesitaba saber antes de rodar. En aquellos días tuve largas conversaciones con muchos capitanes, de mercantes, pesqueros, de barcos militares. Les pregunté por la importancia de los galones y me dijeron que en los momentos críticos la tripulación nunca espera de ti que tengas razón, sino que tengas seguridad. Esa idea es algo que me he aplicado a la hora de rodar esta película”.
Crowe ha demostrado que es creíble en el thriller (El dilema), en la piel de un viejo periodista de investigación (La sombra del poder), que se atreve con la comedia romántica (Un buen año), que sigue siendo un detective creíble (American Gangster) y que además sabe cantar (Los miserables) y hasta puede encarnar a Robin Hood o al mismísimo Noé. Incluso se permite el lujo de rechazar la segunda parte de Gladiator por considerar que ya no tiene edad –ni figura– para interpretar el papel. Efectivamente, si el actor quiere volver a meterse en la piel de Máximo Décimo Meridio tendría que renunciar a unas cuantas cervezas. A sus 51 años recién cumplidos, fuma como un carretero y ha ganado unos kilos que exhibe sin complejos. Cuando le preguntaron hace unos meses por la decisión de decir no a la secuela de romanos, el actor dio, según algunos medios, unas polémicas declaraciones sobre lo patético que le resultaba ver a actrices ya maduras interpretando personajes jóvenes. Sus compañeras lo pusieron a caldo y solo Meryl Streep salió en su defensa al alegar que se estaban sacando sus palabras de contexto y que entendía perfectamente a qué se refería el actor con sus declaraciones. A él, básicamente, le da igual la polémica en cuestión. “Me alegra que al menos una actriz como ella supiera entender lo que dije, que hablaba solo sobre mí mismo. La pregunta incómoda era para mí ante la dura decisión de dejar de hacer papeles que ya no se ajustan a mi edad. Y no es una decisión nada sencilla, pero, bueno, es muy fácil sacar de contexto una frase para que parezca desafortunada. En cualquier caso, estoy seguro de que todas esas actrices jóvenes que tanto se escandalizaron lo entenderán perfectamente cuando tengan mis años”.
Una edad en la que Crowe está francamente decidido a dejar de ser un artista nómada para convertirse en un sedentario padre de familia. “Me he separado de mi mujer, tengo dos hijos y nada me importa ahora más que ellos. Ni mi profesión, ni nada. En el impulso de convertirme en director y hacer esta película subyace la necesidad no solo de estar a su lado, sino de que sepan que me dedico a algo que no es lejano y abstracto. No quiero que crezcan sin verme trabajar y pensando que son unos privilegiados que tienen un padre que viaja mucho, gana un montón de dinero y luego, cuando está en casa, no hace nada. Creo que es muy importante inculcarles la ética del trabajo, y esa ética solo nace viendo a tus padres trabajar. Opino que una manera de prevenirles de su propio entorno es que entiendan que todo ese glamur que indudablemente tiene mi profesión viene de algo muy concreto: el esfuerzo. Quiero que me conozcan como a un padre trabajador, de la misma manera que yo conocí a los míos, que han sido mis grandes referentes”.
En París, pocos días antes de la entrevista, Crowe supo que le había sido denegada la nacionalidad australiana, noticia un tanto chocante teniendo en cuenta que su país de adopción hasta ha estampado un sello con su cara. “Es una complicación burocrática algo absurda que intento esclarecer. Durante un tiempo dejé de entregar unos papeles que debía llevar al día y cuando lo hice ya era demasiado tarde. Fue durante una etapa muy ocupada de mi vida, que coincidió con la campaña para los Oscar de Gladiator y el rodaje y la campaña de Una mente maravillosa. Pasé casi todo aquel tiempo fuera de Australia y ahora se acogen a eso para denegarme la nacionalidad. Es absurdo, me he criado en este país, mis hijos y mi exmujer son australianos y es desde hace mucho tiempo mi hogar. Por otro lado, podría haber utilizado mis influencias para resolver este asunto sin hacer ruido, pero no he querido hacerlo porque me parecía importante ser uno más y señalar que esto que me está ocurriendo a mí le pasa a otros 200.000 neozelandeses, cuya contribución al país se niegan a reconocer las autoridades australianas”.
Quiero que mis hijos me conozcan como a un padre trabajador, de la misma manera que yo conocí a los míos, que han sido mis grandes referentes”
Los sectores más reaccionarios de aquel confín le echan ahora en cara que su pelícu­la El maestro del agua intente acabar con la heroicidad de una batalla, la de Galípoli, que ha contribuido a la narración nacional. “Quería poner sobre la mesa que se construyó una falsa épica alrededor de esta batalla, en la que murieron miles de jóvenes australianos y neozelandeses y cuya realidad espantosa poco tuvo que ver con la aventura mítica que se construyó luego. Fue brutal; los chicos morían desangrados, aullaron de dolor durante horas. Las contiendas no son ni limpias ni hermosas. Siento haber ofendido a los veteranos de guerra, pero algunos periodistas saben cómo cabrear a las publicaciones de derechas y promilitares, y eso es exactamente lo que ha pasado: algunos diarios en Australia han hablado en nombre de esos veteranos que han podido sentirse ofendidos. La película, ciertamente, no celebra la guerra, pero estoy seguro de que eso no ofenderá nunca a ningún hombre que ha conocido los horrores de una batalla”.
Por si quedaban dudas de su condición de convencido australiano (de adopción), nada más aterrizar en Madrid, Crowe preguntó por un bar con flat white, típico café espumoso que es todo un orgullo nacional. Lo encontró en la zona del cuartel del Conde-Duque, y tras degustar el cordero, la remolacha y el canguro del local dejó una generosa propina de 55 euros. “¿De verdad le parece mucho? El servicio era estupendo y la comida también. No es que necesite imperiosamente ir a un café australiano, aunque también lo hice al llegar a París. Lo cierto es que tengo bastante morriña, llevo muchas semanas viajando fuera de casa y, sí, me gusta el café que tomamos allí, que además se lo recomiendo vivamente a cualquiera. Eso no quiere decir que cuando viaje no me interese también por la comida y las costumbres de ese lugar, es solo que estoy un poco cansado después de varios meses en ruta”.
Al día siguiente de la entrevista en Madrid, el actor voló rumbo a Los Ángeles con dos inciertas misiones: convencer al mundo de sus recién adquiridas maneras de director de cine con El maestro del agua y dar con el café australiano perfecto, ese capaz de hacerle sentir como en casa.

18 abr 2015

Bimba Bosé: «Éste es mi cuerpo y voy a aceptar lo que soy» ............................Ana Fernández Abad

Un año después de someterse a una mastectomía en el pecho izquierdo, la ‘dj’ no esconde sus cicatrices

. Acaba de convertirse en imagen de la colección Post-Surgery de baño de Women’secret.

 

bimba
Bimba con bañador de la colección Post-Surgery de Women’secret y muñequeras de Artengo.
Foto: Félix Valiente

 «Tengo muchos propósitos para el futuro.
 Quiero ser bailarina, montar a caballo, viajar, sacarme el carné de patrón de yate. Son fantasías que me gustaría hacer, pero voy a ir a lo cercano, poco a poco.
Tampoco me machaco». Hace un año, Bimba –dj, modelo, cantante, española nacida en Roma, nieta de torero, sobrina de Miguel Bosé– tuvo un choque de realidad: le diagnosticaron un cáncer y tuvieron que quitarle el pecho izquierdo.

La experiencia la ha cambiado por dentro: «Ahora me organizo mejor, pienso en que mi futuro y el de mis hijas [Dora y June, de 11 y 3 años] tiene que estar asegurado, me enfrento a la vida de una manera más realista. No dejo de soñar, pero sin ser tan radical, sin boicotearme a mí misma». Y también por fuera: su cara muestra dos tonos, el claro de su piel y otro más oscuro, fruto del tratamiento («como la modelo Winnie Harlow con el vitíligo, me parece guay que se saque punta a los defectos, es bonito») y no ha borrado las cicatrices de la operación («me planteo una reconstrucción, pero con calma, porque no sé qué sensación me va a generar que me pongan una teta ahí»).
Aplaude la idea de la campaña de Women’secret de mostrar la belleza real y natural de las mujeres. Sin ese pecho, como una amazona primeriza, asegura que no tiene proyectos a largo plazo.
 «Es la primera vez que se presenta un futuro limpio, un lienzo por empezar.
 Pero no me preocupa. Quiero vivir el momento, carpe diem», explica mirando directa a los ojos.
En octubre cumple 40, ¿qué piensa de su pasado como modelo y qué espera de este futuro como dj?

No me considero mayor, ni mucho menos. Miro atrás y estoy muy orgullosa de lo que he conseguido. Algunos dirán que no he hecho nada.
Me da igual. Me ha costado llegar y mantenerme ahí. Pese a que casi tengo 40, todavía me siento como a los 15: me gusta sorprenderme.
Ahora es imagen de una línea de baño post cirugía. ¿Qué sintió la primera vez que se puso el bañador tras la mastectomía?
 
La campaña trata de quererse tal y como eres. La primera vez que fui a la playa pensé: «Éste es mi cuerpo y voy a aceptar lo que soy».
 Como estoy tomando hormonas, noto que estoy más hinchada, tengo la piel más floja y estoy más rellena de lo normal. Pero me gusto.
Las prendas de esta colección están diseñadas teniendo en cuenta que la zona es sensible, hay roces, las prótesis a veces son incómodas...

Yo no llevo prótesis. A mí me aprietan muchísimo los sujetadores en la zona de la cicatriz, y si te han quitado ganglios, la circulación varía mucho
. Por eso es importante lo que ha hecho Women’secret, que ha creado los diseños con gente mastectomizada para aprender.
 Las marcas tienen que concienciarse, no solo de los problemas con las tallas, sino de la gente a la que le falta una pierna, un pecho o es alérgica

Bimba Bosé: «Éste es mi cuerpo y voy a aceptar lo que soy»

Un año después de someterse a una mastectomía en el pecho izquierdo, la ‘dj’ no esconde sus cicatrices. Acaba de convertirse en imagen de la colección Post-Surgery de baño de Women’secret.

bimba
Bimba con bañador de la colección Post-Surgery de Women’secret y muñequeras de Artengo.
Foto: Félix Valiente
«Tengo muchos propósitos para el futuro. Quiero ser bailarina, montar a caballo, viajar, sacarme el carné de patrón de yate. Son fantasías que me gustaría hacer, pero voy a ir a lo cercano, poco a poco. Tampoco me machaco». Hace un año, Bimba –dj, modelo, cantante, española nacida en Roma, nieta de torero, sobrina de Miguel Bosé– tuvo un choque de realidad: le diagnosticaron un cáncer y tuvieron que quitarle el pecho izquierdo.
La experiencia la ha cambiado por dentro: «Ahora me organizo mejor, pienso en que mi futuro y el de mis hijas [Dora y June, de 11 y 3 años] tiene que estar asegurado, me enfrento a la vida de una manera más realista. No dejo de soñar, pero sin ser tan radical, sin boicotearme a mí misma». Y también por fuera: su cara muestra dos tonos, el claro de su piel y otro más oscuro, fruto del tratamiento («como la modelo Winnie Harlow con el vitíligo, me parece guay que se saque punta a los defectos, es bonito») y no ha borrado las cicatrices de la operación («me planteo una reconstrucción, pero con calma, porque no sé qué sensación me va a generar que me pongan una teta ahí»).
Aplaude la idea de la campaña de Women’secret de mostrar la belleza real y natural de las mujeres. Sin ese pecho, como una amazona primeriza, asegura que no tiene proyectos a largo plazo. «Es la primera vez que se presenta un futuro limpio, un lienzo por empezar. Pero no me preocupa. Quiero vivir el momento, carpe diem», explica mirando directa a los ojos.
En octubre cumple 40, ¿qué piensa de su pasado como modelo y qué espera de este futuro como dj?

No me considero mayor, ni mucho menos. Miro atrás y estoy muy orgullosa de lo que he conseguido. Algunos dirán que no he hecho nada. Me da igual. Me ha costado llegar y mantenerme ahí. Pese a que casi tengo 40, todavía me siento como a los 15: me gusta sorprenderme.
Ahora es imagen de una línea de baño post cirugía. ¿Qué sintió la primera vez que se puso el bañador tras la mastectomía?

La campaña trata de quererse tal y como eres. La primera vez que fui a la playa pensé: «Éste es mi cuerpo y voy a aceptar lo que soy». Como estoy tomando hormonas, noto que estoy más hinchada, tengo la piel más floja y estoy más rellena de lo normal. Pero me gusto.
Las prendas de esta colección están diseñadas teniendo en cuenta que la zona es sensible, hay roces, las prótesis a veces son incómodas...

Yo no llevo prótesis. A mí me aprietan muchísimo los sujetadores en la zona de la cicatriz, y si te han quitado ganglios, la circulación varía mucho. Por eso es importante lo que ha hecho Women’secret, que ha creado los diseños con gente mastectomizada para aprender. Las marcas tienen que concienciarse, no solo de los problemas con las tallas, sino de la gente a la que le falta una pierna, un pecho o es alérgica.
bimba
Bimba con biquini de la colección Post-Surgery de Women’secret y gafas de Marc Jacobs.
Foto: Félix Valien

No ha tenido problemas para contar lo que le pasaba, al igual que Angelina Jolie explica sus cirugías preventivas. ¿Es bueno compartir la enfermedad?

Está bien que los personajes públicos lo comuniquen, para informar a otra gente que está perdidísima. Me han recomendado que haga lo mismo que Angelina, que me quite los ovarios y las trompas de Falopio.
Su decisión no me va a condicionar, pero es interesante saber la opinión y la experiencia de otra gente.
¿Y lo va a hacer?

Es muy duro, un poco radical. Todavía no me he decidido.
Supondría no tener más hijos.

Tengo seis hermanos y desde pequeña pensaba que no quería hijos, tal vez por mi experiencia familiar
. La maternidad es un estado de plenitud, pero ya he cumplido. En todo caso, adoptaría.
Con un trabajo nocturno como el suyo, ¿es difícil conciliar?

El de dj es el más estable que he tenido.
 Comparto la custodia con mi exmarido, eso lo facilita. Cuando estoy con mis hijas no suelo trabajar, y tengo una buena red de canguros…
¿Cómo plantea la educación de las niñas?

Van a un colegio de pago.
Yo he sufrido la educación española, he sido una fracasada escolar, y no es justo que sea el primer termómetro de que la política no se pone de acuerdo.
 A los niños hay que exponerlos
. Es bueno que vean la realidad para que no se conviertan en conformistas.
¿Es reivindicativa?

Soy cero política.
 Pero estoy cansada. Está claro que el bipartidismo no funciona. Y Podemos no me interesa en absoluto, ni el PP o el PSOE.
 En vez de desarrollar la cultura, como en Inglaterra, aquí se invierte en política. Es triste, cutre, porque al final la gente se larga del país.
Usted no se va, y busca nuevos proyectos. Con su novio, Charlie Centa, lanzó una marca de ropa, Sinchronic, pero no fue bien.

Es un ejemplo de cómo aquí se puede querer ser emprendedor y no poder.
 Nos vamos a reciclar en una web de tendencias, a ver dónde nos lleva.
Dice que todo es fugaz, relativo, pero David Delfín parece su constante.

He ido dando tumbos desde pequeña, en todos los sentidos. Mi padre vivía en EE UU, no le tuve ahí todo el rato. David es un punto de referencia para mí, le amo.
«He ido al infierno y he vuelto y déjame decirte que fue maravilloso» fue el leitmotiv de su último desfile. ¿Describe este año?

En absoluto. He estado en el infierno antes de lo que me ha pasado ahora
. El último año ha sido un regalo. He sido capaz de encontrar mis emociones.
 Antes era menos comunicativa y, gracias a esto, puedo hablar y eso me ayuda.



La 'guerra' de los López: la palabra de uno contra la del otro

Juan Fernando López Aguilar.
PD

La 'guerra' de los López: la palabra de uno contra la del otro

Juan Fernando López Aguilar: "Mi mujer era feliz y enloqueció"


Juan Fernando López Aguilar está protagonizando una polémica judicial conducida por la ley que él mismo desarrolló como ministro en el Gobierno de Zapatero, la de violencia de género.
Su exmujer, Natalia de la Nuez, le ha denunciado por malos tratos que él no deja de negar
. La imputación le ha valido la suspensión de militancia del PSOE y los tribunales tendrán que decidir.

Hasta que llegue este momento, el eurodiputado y su exesposa se han enzarzado en una lucha de declaraciones contrapuestas, donde ninguna de las dos versiones presenta coincidencias.
"Ella ha sido feliz en el matrimonio y estaba orgullosa de ser mi mujer hasta que surgió otra relación y enloqueció".
Sin embargo, De la Nuez relativiza la infidelidad:

"Es una historia tan vulgar que si lo hubiese hecho con más gracia, le hubiese perdonado. Ella tiene diez años menos y un cuerpo estupendo y yo no voy a competir con eso".
El político socialista asegura que la cosa se torció cuando su ahora exmujer descubrió la infidelidad. En su versión
 De la Nuez quería salvar el matrimonio y su familia a toda costa, y empezó a amenazarle con "hundir su carrera y destruirle".
Sin embargo, la versión de Natalia de la Nuez es bien distinta.
 Asegura haber sufrido maltrato físico y psicológico desde el año 2000, y argumenta que no denunció antes por miedo y que atribuía las lesiones a accidentes domésticos.
"No soy un maltratador", ha insistido López Aguilar.
Extraños hechos registrados policialmente trufan esta batalla verbal.
Los dos incendios que se han producido en la casa que compartía la pareja, y que abandonó el eurodiputado hace meses, y la denuncia retirada del hijo mayor de su exmujer, fruto de una relación anterior, contra su padrastro por malos tratos.
Gorka de la Nuez acabó retirando la denuncia porque su madre se lo pidió, según relata El Mundo, e incluso pidió perdón públicamente por el daño al prestigio que pudiera haber causado a su padre.

Galeano y la imaginería económica latinoamericana.................................... Ibsen Martínez.

La iracundia de la obra del escritor uruguayo ‘Las venas abiertas de América Latina’ fascinó durante décadas a la izquierda de la región.

¿A quién podríamos llamar intelectual influyente en nuestra América?
El mexicano Gabriel Zaid, al discurrir sobre el papel de los intelectuales en “la región más transparente”, brindó una definición: intelectual influyente es aquel que opina periódicamente sobre asuntos de interés público —en especial, de política económica— y es atendido por las élites
. Si no le hacen caso los poderosos, observa Zaid, nuestro hombre no es más que un inconducente opinador, un cantamañanas de página editorial: un inane profeta, un tertuliano.
La verdad, no abunda en América Latina el tipo de intelectual público que ejerza discernible influencia en la toma de decisiones por quienes tienen la sartén cogida por el mango, y menos en lo que atañe a políticas económicas, aunque muchos columnistas, analistas televisivos de horario matutino y, en general, oficiantes de lo que Mario Vargas Llosa llamó “civilización del espectáculo”, se solacen pensando lo contrario.
Sin embargo, se ha registrado el caso, único hasta donde alcanzo a ver, de un distinguido estudioso de la economía latinoamericana, autor de muy sesudos libros, que no sólo fue elegido presidente de su país, sino que ejerció el cargo estupendamente: el brasileño Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931), cuya obra, digamos juvenil, fue copiosamente citada por centenares de sus pares a todo lo largo y ancho de América Latina durante los años setenta y hasta bien entrados los ochenta del siglo pasado.
La nuez de sus ideas de entonces es quizá la única indiscutible contribución latinoamericana al pensamiento económico moderno: la celebérrima teoría de la dependencia económica.
Pese a las retractaciones del doctor Cardoso, esta ha tenido un duradero efecto de explicación de nuestras insuficiencias políticas, sociales y económicas
. En su versión canónica, la teoría de la dependencia pone énfasis en los desequilibrios entre el centro (los países desarrollados) y la periferia (nosotros) y en los desiguales términos de intercambio entre ambas regiones.
 Resulta, comprensiblemente, una teoría en extremo atractiva que pronto se hizo muy popular entre muchos escritores, legos en economía pero comprometidos con la región, desde Julio Cortázar, en los años setenta, hasta el colombiano William Ospina, en nuestros días.
No abunda en América Latina el tipo de intelectual que ejerza discernible influencia en la toma de decisiones
Llegar a ser presidente de Brasil puede resultar una experiencia aleccionadora hasta para el profesor de posgrado más inflexiblemente dogmático: cada hemisferio de su yo debe sentirse proverbialmente solitario en la cúspide del poder, pero ¿cuál de los dos buscará la reelección?
Hoy, el expresidente Cardoso es aún festejado en el Foro Económico de Davos por el tino con que supo, en los años noventa, darle eficiencia y rostro humano a profundas reformas macroeconómicas, atentas a desarrollar una economía de mercado, reformas que habían fracasado más o menos estrepitosamente en otros países sudamericanos.
Ciertamente, Cardoso no suscribe ya las martingalas antiimperialistas que como scholar [investigador] propugnó vivamente durante su exilio en Caracas.
 Es algo que habla mucho y bien de su probidad intelectual, pero sus ideas de hace 40 años aún recorren el continente como algo mucho más tangible que un fantasma: la teoría de la dependencia neocolonial se ha corporeizado en la ola neopopulista que azota a Iberoamérica.
Y su mitología —toda teoría arrastra la suya— tuvo superlativo rapsoda en el uruguayo Eduardo Galeano [falleció el 13 de abril a los 74 años], autor de un libro diabólicamente persuasivo y soberbiamente bien escrito: Las venas abiertas de América Latina
 . Autodidacta eminente, el interés de Galeano por la historia económica y su fervor de izquierdas lo llevaron, a fines de los años sesenta, tiempo de guerrilleros tupamaros y militares torturadores, a escribir una deslumbrante vulgata guevarista de historia general de las Indias que dio forma a la imaginación económica de todo un continente. Chávez, tan dado a hiperbólicos dislates, dijo alguna vez de Galeano que era “el Bartolomé de las Casas de la economía latinoamericana”.
Desde su aparición en 1971, una florescencia de leyendas urbanas testimonia el estatuto de libro sagrado que le otorgó la izquierda latinoamericana.
 Un relato, por ejemplo, quiere que una tarde de aquellos años, una joven estudiante de ciencias sociales colombiana, mientras lee fragmentos del libro a su novio, sentados ambos en la trasera de un autobús durante un atasco de tráfico, experimente de súbito un rapto que la lleve a ponerse de pie y leer en voz alta y delirante párrafos incendiarios en obsequio de un auditorio de perplejos lumpemproletarios bogotanos.
 Su voz alcanza a escucharse en las aceras, en otros colectivos atascados, la gente baja de ellos, se agolpa en torno al primer bus para recibir la pentecostal palabra de Galeano…
Ahora bien, ¿qué clase de libro de historia de economía es este cuyos primeros párrafos destilan misticismo moral, rabioso, puro y duro? “La división internacional del trabajo —catequiza Galeano— consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder.
 Nuestra comarca del mundo se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”.
El autor concluía por entonces que “no hay más camino para nuestro continente que la violencia”
En un epílogo del autor, escrito en 1977, se lee que se trata de una “historia del pillaje”, escrita para ilustración de las mayorías y que su interés mayor son los mecanismos del saqueo imperial. Deslumbrante modelo de agitación y propaganda, el libro degrada, sin embargo, a fuerza de efectistas sobresimplificaciones sobre nuestras sociedades a medio hornear, la misma teoría que se propone ilustrar.
Galeano concluía por entonces que “no hay más camino para nuestro continente que la violencia”, algo que no estuvo nunca en la cabeza de Cardoso.
 Por todo ello, la pregunta persiste: ¿de dónde emana la fascinación que este libro colérico ha ejercido durante décadas en tantas e influyentes mentes latinoamericanas?
Creo haber dado con una respuesta en un ensayo del británico Tony Judt: “La atracción que unas u otras versiones del marxismo ejercen en intelectuales y políticos extremistas latinoamericanos, por ejemplo, o en Oriente Próximo, nunca se ha desvanecido: en la medida en que aún pasa como relato convincente de la experiencia local, el marxismo retiene en tales sitios mucho del encanto que obra en los antiglobalizadores del resto del planeta”. “Estos ven en las tensiones e insuficiencias de la economía capitalista de hoy precisamente las mismas injusticias y oportunidades que llevaron a observadores de la primera globalización económica, allá por 1890, a aplicar la crítica de Marx al capitalismo para mejor teorizar de nuevo sobre el imperialismo”.
 Y añade: “Como nadie más parece ofrecer una estrategia convincente para rectificar las desigualdades del capitalismo moderno, el campo ha quedado libre para quien ofrezca un relato que sea, a la vez, prolijo e iracundo”.
La prolija y mendaz iracundia de Las venas abiertas de América Latina es el ejemplo perfecto.
Ibsen Martínez es escritor.