Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

18 abr 2015

Galeano y la imaginería económica latinoamericana.................................... Ibsen Martínez.

La iracundia de la obra del escritor uruguayo ‘Las venas abiertas de América Latina’ fascinó durante décadas a la izquierda de la región.

¿A quién podríamos llamar intelectual influyente en nuestra América?
El mexicano Gabriel Zaid, al discurrir sobre el papel de los intelectuales en “la región más transparente”, brindó una definición: intelectual influyente es aquel que opina periódicamente sobre asuntos de interés público —en especial, de política económica— y es atendido por las élites
. Si no le hacen caso los poderosos, observa Zaid, nuestro hombre no es más que un inconducente opinador, un cantamañanas de página editorial: un inane profeta, un tertuliano.
La verdad, no abunda en América Latina el tipo de intelectual público que ejerza discernible influencia en la toma de decisiones por quienes tienen la sartén cogida por el mango, y menos en lo que atañe a políticas económicas, aunque muchos columnistas, analistas televisivos de horario matutino y, en general, oficiantes de lo que Mario Vargas Llosa llamó “civilización del espectáculo”, se solacen pensando lo contrario.
Sin embargo, se ha registrado el caso, único hasta donde alcanzo a ver, de un distinguido estudioso de la economía latinoamericana, autor de muy sesudos libros, que no sólo fue elegido presidente de su país, sino que ejerció el cargo estupendamente: el brasileño Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931), cuya obra, digamos juvenil, fue copiosamente citada por centenares de sus pares a todo lo largo y ancho de América Latina durante los años setenta y hasta bien entrados los ochenta del siglo pasado.
La nuez de sus ideas de entonces es quizá la única indiscutible contribución latinoamericana al pensamiento económico moderno: la celebérrima teoría de la dependencia económica.
Pese a las retractaciones del doctor Cardoso, esta ha tenido un duradero efecto de explicación de nuestras insuficiencias políticas, sociales y económicas
. En su versión canónica, la teoría de la dependencia pone énfasis en los desequilibrios entre el centro (los países desarrollados) y la periferia (nosotros) y en los desiguales términos de intercambio entre ambas regiones.
 Resulta, comprensiblemente, una teoría en extremo atractiva que pronto se hizo muy popular entre muchos escritores, legos en economía pero comprometidos con la región, desde Julio Cortázar, en los años setenta, hasta el colombiano William Ospina, en nuestros días.
No abunda en América Latina el tipo de intelectual que ejerza discernible influencia en la toma de decisiones
Llegar a ser presidente de Brasil puede resultar una experiencia aleccionadora hasta para el profesor de posgrado más inflexiblemente dogmático: cada hemisferio de su yo debe sentirse proverbialmente solitario en la cúspide del poder, pero ¿cuál de los dos buscará la reelección?
Hoy, el expresidente Cardoso es aún festejado en el Foro Económico de Davos por el tino con que supo, en los años noventa, darle eficiencia y rostro humano a profundas reformas macroeconómicas, atentas a desarrollar una economía de mercado, reformas que habían fracasado más o menos estrepitosamente en otros países sudamericanos.
Ciertamente, Cardoso no suscribe ya las martingalas antiimperialistas que como scholar [investigador] propugnó vivamente durante su exilio en Caracas.
 Es algo que habla mucho y bien de su probidad intelectual, pero sus ideas de hace 40 años aún recorren el continente como algo mucho más tangible que un fantasma: la teoría de la dependencia neocolonial se ha corporeizado en la ola neopopulista que azota a Iberoamérica.
Y su mitología —toda teoría arrastra la suya— tuvo superlativo rapsoda en el uruguayo Eduardo Galeano [falleció el 13 de abril a los 74 años], autor de un libro diabólicamente persuasivo y soberbiamente bien escrito: Las venas abiertas de América Latina
 . Autodidacta eminente, el interés de Galeano por la historia económica y su fervor de izquierdas lo llevaron, a fines de los años sesenta, tiempo de guerrilleros tupamaros y militares torturadores, a escribir una deslumbrante vulgata guevarista de historia general de las Indias que dio forma a la imaginación económica de todo un continente. Chávez, tan dado a hiperbólicos dislates, dijo alguna vez de Galeano que era “el Bartolomé de las Casas de la economía latinoamericana”.
Desde su aparición en 1971, una florescencia de leyendas urbanas testimonia el estatuto de libro sagrado que le otorgó la izquierda latinoamericana.
 Un relato, por ejemplo, quiere que una tarde de aquellos años, una joven estudiante de ciencias sociales colombiana, mientras lee fragmentos del libro a su novio, sentados ambos en la trasera de un autobús durante un atasco de tráfico, experimente de súbito un rapto que la lleve a ponerse de pie y leer en voz alta y delirante párrafos incendiarios en obsequio de un auditorio de perplejos lumpemproletarios bogotanos.
 Su voz alcanza a escucharse en las aceras, en otros colectivos atascados, la gente baja de ellos, se agolpa en torno al primer bus para recibir la pentecostal palabra de Galeano…
Ahora bien, ¿qué clase de libro de historia de economía es este cuyos primeros párrafos destilan misticismo moral, rabioso, puro y duro? “La división internacional del trabajo —catequiza Galeano— consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder.
 Nuestra comarca del mundo se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”.
El autor concluía por entonces que “no hay más camino para nuestro continente que la violencia”
En un epílogo del autor, escrito en 1977, se lee que se trata de una “historia del pillaje”, escrita para ilustración de las mayorías y que su interés mayor son los mecanismos del saqueo imperial. Deslumbrante modelo de agitación y propaganda, el libro degrada, sin embargo, a fuerza de efectistas sobresimplificaciones sobre nuestras sociedades a medio hornear, la misma teoría que se propone ilustrar.
Galeano concluía por entonces que “no hay más camino para nuestro continente que la violencia”, algo que no estuvo nunca en la cabeza de Cardoso.
 Por todo ello, la pregunta persiste: ¿de dónde emana la fascinación que este libro colérico ha ejercido durante décadas en tantas e influyentes mentes latinoamericanas?
Creo haber dado con una respuesta en un ensayo del británico Tony Judt: “La atracción que unas u otras versiones del marxismo ejercen en intelectuales y políticos extremistas latinoamericanos, por ejemplo, o en Oriente Próximo, nunca se ha desvanecido: en la medida en que aún pasa como relato convincente de la experiencia local, el marxismo retiene en tales sitios mucho del encanto que obra en los antiglobalizadores del resto del planeta”. “Estos ven en las tensiones e insuficiencias de la economía capitalista de hoy precisamente las mismas injusticias y oportunidades que llevaron a observadores de la primera globalización económica, allá por 1890, a aplicar la crítica de Marx al capitalismo para mejor teorizar de nuevo sobre el imperialismo”.
 Y añade: “Como nadie más parece ofrecer una estrategia convincente para rectificar las desigualdades del capitalismo moderno, el campo ha quedado libre para quien ofrezca un relato que sea, a la vez, prolijo e iracundo”.
La prolija y mendaz iracundia de Las venas abiertas de América Latina es el ejemplo perfecto.
Ibsen Martínez es escritor.

 

Isabel Preysler bate récord de audiencia en su vuelta a la televisión tras 20 años para desvelar su lado más personal

El pasado mes de septiembre falleció su marido Miguel Boyer y poco a poco Isabel ha ido retomando sus apariciones públicas.

Es la primera vez que acude a un plató de televisión en los últimos 20 años.

 Isabel Preysler acudió como invitada a El hormiguero para hablar de su nueva faceta con su primera firma de cosmética My cream y también sobre su vida y sus hijos.

 Ha ido retomando poco a poco sus apariciones públicas tras el duro golpe que supuso la muerte de su marido Miguel Boyer, a finales del pasado mes de septiembre. Recordándole comentó: “Miguel ha sido la historia de amor más importante que he tenido yo”. Sobre lo que se dijo en su momento sobre su relación con Florentino Pérez, indicó: “Pobre Florentino, lo que le cayó encima…

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Sentada en el lugar que ocupa habitualmente el presentador, dado que se veía así su "mejor lado", Isabel habló de sus hijos y de lo bien que se lo pasan cuando están los cinco juntos, sobre todo con las ocurrencias que tiene Tamara. “Los hermanos se tiran por los suelos de la risa con sus salidas… como ella ve que le ríen todas las gracias pues se crece y sigue. Entonces sí que es verdad que puede ser muy graciosa”. Comentó Isabel lo que había hablado precisamente con Tamara cuando esta le dijo que había pensado en meterse a monja. “Le dije si eso es lo que quieres de verdad, pues vámonos, a qué convento quieres ir yo te comprendo y apoyo… Claro, se quedó chocadísima y me dijo con qué rapidez te estás deshaciendo de mí. Le dije no, tú me estás diciendo que crees que eso puede ser tu felicidad, yo lo único que quiero es que seas feliz, no me hace mucha gracia, no creo que sea lo tuyo, pero si estás convencida vámonos”.
También comentó cómo ve las carreras musicales de sus hijos Julio y Enrique, que han seguido los pasos de su padre Julio Iglesias en este sector. “Es difícil, tres Iglesias en el mercado, no es fácil, lo que pasa es que a Julio le apasiona, le gusta, no le importa que los otros dos Iglesias tengan el éxito que tengan y él tenga menos, porque lo disfruta igual. Y seguirá trabajando siempre”. Comentó que no tiene rivalidad con su hermano Enrique: “Ninguna”.
Isabel desveló cuál es el nombre que utilizan sus nietos para referirse a ella. “Me llaman Lala, porque Alejandro no podía decir abuela cuando era muy pequeño y me quedé con Lala y a Julio le llaman Lolo”. Durante la conversación con Pablo, Isabel desveló algunos de sus secretos de belleza, para estar así de estupenda. “Antes jugaba al paddel, al golf, pero desde que me operaron de las cervicales no hago deporte. Antes hacía yoga, ahora hago gimnasia con un entrenador”. Habló de los complementos vitamínicos que toma: “Tomo vitamina B, C, D, E, colágeno, calcio, magnesio, Omega 3 y 6”.
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Los viernes se reúne con sus amigas para ver películas y tomar algo, una noche en la que no faltan todo tipo de antojos. “A veces vemos dos películas y comemos sin parar, vienen sin almorzar muchas veces porque dicen nos vamos a hinchar esta noche. Tomamos hamburguesas, perritos calientes, patatas fritas, chocolate… Estamos todo el tiempo comiendo”. ¿Y cómo quema calorías? “Mucho mérito no tengo, mi madre es así, lo he heredado y es una cosa genética. Tampoco estoy quieta nunca, pero no engordo, es verdad”.
Otro de sus trucos es un batido de verduras y fruta por la mañana. “Lleva brócoli, calabacín, pimiento verde, pepino, col rizada, espinacas y después zumo de lima y manzana verde que es para darle buen sabor”. Con respecto a su crema, contó que lleva trabajando durante “casi tres años” y que estuvo muy implicada en todo el proceso. “Tenía que asegurarme de que era buena, he hecho cantidad de pruebas que además de hacerlas yo, el señor del laboratorio con el que me llevé muy bien desde el principio, nos entendíamos divinamente, yo le decía no esto todavía yo lo que necesito es más hidratación o más luminosidad”.
La visita de Isabel logró congregar frente a la pequeña pantalla a 3.855.00 espectadores y un 19,4% de cuota de pantalla, convirtiéndose en la entrega más vista en la historia del programa.





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 Otro de sus trucos es un batido de verduras y fruta por la mañana. “Lleva brócoli, calabacín, pimiento verde, pepino, col rizada, espinacas y después zumo de lima y manzana verde que es para darle buen sabor”. Con respecto a su crema, contó que lleva trabajando durante “casi tres años” y que estuvo muy implicada en todo el proceso.
 “Tenía que asegurarme de que era buena, he hecho cantidad de pruebas que además de hacerlas yo, el señor del laboratorio con el que me llevé muy bien desde el principio, nos entendíamos divinamente, yo le decía no esto todavía yo lo que necesito es más hidratación o más luminosidad”.

Sah sin corona..................................................................................... Marc Bassets

El hijo del último monarca de Irán y de Farah Diba, una de las reinas del ‘glamour’, vive exiliado en EE UU. No ha pisado su país desde hace 36 años, pero todavía hay quien le considera un referente en la política de Teherán. 

Hoy recuerda a su padre, cabeza de una familia marcada por la tragedia, y sueña con un cambio en su tierra.

 

Reza Pahlav
Reza Pahlav, en Washington en junio de 2009. / Getty

Entre los exiliados iraníes que estos días siguen las noticias sobre la aproximación de Estados Unidos a Irán, hay un hombre de 54 años que vive en las afueras de Washingon y lo observa desde una posición particular.
 Su madre se llama Farah Diba y su padre, fallecido en 1980, era Reza Pahlevi, el Sah de Persia.
Reza Pahlevi hijo, al que sus colaboradores dan el trato de Su Alteza Real, es el heredero del trono persa.
 Si en 1979 el vendaval de la historia no hubiera barrido a los Pahlevi, ahora todo sería distinto
. Quizá Reza Pahlevi sería el Sah, la revolución islámica no habría existido, Teherán seguiría siendo un aliado de Washington y no se estaría negociando un programa nuclear porque el programa nuclear o no existiría o EE UU lo toleraría.
La realidad es que Reza Pahlevi no ha pisado su país desde hace 36 años.
 Ahora, después de que EE UU e Irán alcanzasen un acuerdo sobre el programa nuclear iraní, Pahlevi explica su visión del acuerdo por Skype, el sistema de videoconferencia por Internet.
“El pueblo de Irán como nación y el régimen que ha gobernado el país durante 25 años, desde mi punto de vista, no son lo mismo.
 La cuestión debe ser, ¿estamos hablando de la aproximación entre dos naciones? ¿O de la aproximación con el régimen?”, dice Pahlevi.
El heredero sostiene que los iraníes de a pie quieren normalizar las relaciones con el mundo exterior. Tienen los mismos sueños y aspiraciones de cualquier individuo que aspire a la democracia, los derechos humanos y el fin de las discriminaciones.
Sha de Irán junto a Farah Pahlavi y sus hijos en Bahamas en 1979, / Getty Images
El problema, continúa, es un régimen que “ha tomado rehén” el país
. Si las negociaciones entre la comunidad internacional e Irán van más allá del programa nuclear y contemplan cuestiones como los derechos humanos o las libertades políticas, argumenta, “entonces son un paso en la dirección”.
—¿Debe Estados Unidos buscar un cambio de régimen en Irán?
—No sé si se puede decir que cualquier país extranjero debiera buscar cambios de régimenes, porque los cambios de régimen corresponden a las personas de cada país.
 La respuesta a su pregunta es que el pueblo iraní quiere desde hace tiempo un cambio de régimen.
El hijo del último Sah evoca “la modernidad, muchos aspectos seculares, el papel de las mujeres” del Irán anterior a la revolución
. Pero no cree que deba haber una restauración.
Me marché con la idea de pasar un año fuera pero en medio de este viaje ocurrió la revolución”
“Mire la era post-Franco en España. Lo que ocurrió en España a principios de los años ochenta fue un paso adelante, no fue un paso atrás a la era pre-Franco
. Irán ha cambiado mucho. La era de mi padre era un mundo distinto”, explica Pahlevi, que preside la organización Consejo Nacional de Irán para unas Elecciones Libres.
El régimen del Sah no fue inocente.
 Cuando se le pregunta a Pahlevi hijo por las violaciones de los derechos humanos bajo el reinado de su padre, por los crímenes de la policía secreta y por las acusaciones de llevarse una fortuna del país, Reza Pahalvi responde: “En principio yo no apruebo ningún acto que haya sido injustificable y que haya tenido que ver con violaciones de derechos humanos, hayan ocurrido ahora o antes.
Algunas de las críticas fueron infundadas. Así que depende de si estas eran fundadas.
 Está claro que nadie, ni yo, puede aprobar nada así”.
En otro momento, afirma: “Los excesos de la policía secreta, tal como están documentadas, no pueden ser tolerados.
 Nadie lo hace. No creo que haya una comparación entre los problemas de entonces con lo que tenemos ahora”.
Familia Pahlavi en su casa de Washington en 2008. / Jean-Claude (GettGetty Images)
Sobre las acusaciones de irregularidades financieras, replica: “Ha habido una tremenda cantidad de acusaciones falsas que emanaron de los enemigos de mi padre
. Siempre han sido infundadas y ninguna ha sido probadas por ninguna de las personas que las lanzaron”.
Reza Pahlevi no ha olvidado su último día en Irán.
Fue a mediados de junio de 1978, el día después de su graduación en el instituto
. Él se marchaba a Texas para formarse como piloto de la fuerza aérea. Hizo escala en Londres.
“La reina Isabel me había invitado para las carreras de caballos en Ascot”, recuerda.
 “Estuve allí unos diez días. Lo recuerdo bien porque era en medio del Mundial de Fútbol [se jugó en Argentina con Videla en el poder]. Irán por primera vez se había clasificado para el campeonato.
 Me marché con la idea de pasar un año fuera pero en medio de este viaje ocurrió la revolución”. Tenía 17 años.
Dos años después, se encontraba con su familia en El Cairo, donde unos meses antes su padre había muerto.
 El 14 de septiembre de 1980 envió un mensaje a los jefes militares del Irán jomeinista ofreciéndose a servir a su país como piloto.
“Claro, no recibí respuesta”, lamenta.
 “Después escuché que en círculos del régimen dijeron que esto era un truco y que intentaban llevarme allí y que se estaba preparando un golpe
. Yo estaba preparado a ir como piloto y defender a mi país durante la guerra”.
“Quiero servir a mi país lo mejor que pueda, en cualquier función que sea adecuada”, dice Su Alteza Real en otro momento. “Mi destino personal no es lo importante”.
—¿Sueña con ser Sah?
— No es una cuestión de ser o no alguien.
Es una cuestión de ser un iraní orgulloso de un país. Y si pudiera ser un actor a la hora de promover este cambio, podría decir: misión cumplida.
 El resto sería quizá un bonus, pero no necesariamente es mi deseo personal ni mi objetivo. ¿Cómo podría alguien no sentirse honrado por sus compatriotas si un día le pidiesen que tuviese un papel en el alto más cargo?
 Muchos individuos acabaron siendo líderes de éxito y al principio no tenía la ambición de ser nadie. Pienso en Gandhi, en Mandela, quizá incluso De Gaulle.

Una familia marcada por la tragedia

Mábel Galaz
La prensa se ha olvidado de los Pahlevi
. Ya no ocupan las portadas de las grandes revistas del papel couché. Farah Diba, la reina de la elegancia, ya no marca estilo.
 Vive medio retirada entre su casa de Connecticut (Estados Unidos) y su apartamento de París. Guarda silencio.
 Solo en 2003 decidió pronunciarse en unas memorias para explicar a sus “dos nietas y a la juventud iraní cómo fue la época del Sha”
. Salvo ese momento solo se ha hablado de ella en situaciones trágicas
. En 2001 para informar del suicidio, en un lujoso hotel de Londres, de Leila, su hija menor
. Una muerte que los suyos atribuyeron a la melancolía que dicen invade la vida de esta familia en el exilio y que a ella, cuentan, le afectó más que al resto
. Otros, sin embargo, atribuyeron el deceso a la anorexia que sufría y a una sobredosis.
Diez años después, los Pahlevi perdían a otro de los suyos: en enero de 2011 cuando Ali Reza, el segundo de los hijos varones del sah y Farah Diba, también se quitó la vida en su domicilio de Boston
. De nuevo la familia habló de que la melancolía hizo mella en él
. El joven luchó durante años contra una grave depresión también atribuida a la muerte de su padre, el sah Mohamed Reza Pahlevi.
 Esta muerte fue especialmente dolorosa para Farah Diba ya que poco antes del suicidio se supo que su novia, Raha Didedar, se había quedado embarazada de él
. Meses después, en agosto de 2011, Reza Pahlevi, como primogénito, anunció el nacimiento de Iryana Leila, la hija póstuma de su hermano

Detención-espectáculo

El Gobierno ha de aclarar el fulminante arresto de Rato seguido de su rápida puesta en libertad.

Rato, cuando era ministro de Economía, y Montoro, de Hacienda, en 2000. / gorka lejarcegi

La investigación por la que ha sido detenido el exvicepresidente del Gobierno y exdirector del Fondo Monetario Internacional deja abiertos demasiados interrogantes.
 Hace falta aclarar rápidamente la solidez de los indicios que llevaron a tomar esa medida fulminante contra Rodrigo Rato y al registro de su domicilio y de su despacho profesional, actuaciones que se saldaron, sin embargo, con la puesta en libertad del detenido a las pocas horas de iniciadas.

Editoriales anteriores

¿Era realmente preciso que un agente le agarrase por el cogote y le introdujera en el coche policial? ¿Es que Rato se había resistido o existen órdenes de actuar así con todos los sospechosos, cualquiera que sea su actitud?
También cabe preguntarse de qué depende que unas veces se espose al investigado por delitos económicos y otras no:
 ¿del libre albedrío de los agentes o estos deben atenerse a criterios reglados?
No menos confusos son los motivos de que la Fiscalía de Madrid fuera la elegida por la Agencia Tributaria para comunicarle unas indagaciones sobre movimientos en sociedades de Rato fuera de España, y que llevó a aquella a movilizar al juzgado de guardia
. La Fiscalía Anticorrupción, que investiga a Rato por el caso Bankia y el de las tarjetas black, se ha quejado de haber quedado marginada; hasta el punto de que la fiscal general del Estado habrá de dirimir, la semana que viene, a quién le corresponde la competencia.
 ¿Y por qué la Fiscalía de Madrid cambió de criterio, en cuestión de horas, sobre si Rato debía continuar custodiado?
Cabe temer que a la detención-espectáculo llevada a cabo le sigan lentitudes posteriores de procedimiento, que enfríen la conmoción causada, aunque sin duda asistiremos también a la consabida fase de las filtraciones parciales.
En apariencia, el Partido Popular está preocupado por las consecuencias en un año cuajado de citas electorales. Sin embargo, queda la sensación de que el Gobierno maniobra para distanciarse de Rato y, a la vez, controlar los efectos del nuevo escándalo.
 Esa impresión no se disipa con la pequeña colección de banalidades —“da igual el relieve social o político o el poder económico” [de los afectados]— con la que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, obsequió ayer a los periodistas.
 Hacen falta explicaciones mucho más precisas.
Todas estas dudas no despejan la impresión lamentable de que las enérgicas tomas de postura de Rato contra los delitos económicos, cuando era ministro y vicepresidente en el Gobierno de José María Aznar, se ven enfrentadas ahora a graves sospechas de que él mismo las ha conculcado.
 La orden judicial de bloqueo de todas sus cuentas es una medida muy drástica, que da a entender que se estrecha el cerco sobre el patrimonio del exvicepresidente.
Todo ello hace más acuciante saber la verdad, a la que tanto puede contribuir la fiscalía; que, por cierto, depende jerárquicamente del Gobierno.