Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 mar 2015

¿Qué es esto, Paul Thomas Anderson?........................................................... Carlos Boyero

Voy a leer la novela de Thomas Pynchon para saber si es tan vacua como la película.

 


Sé de muchos lectores fervorosos de Thomas Pynchon.
 Incluso, algunos están convencidos de que ha escrito o va a escribir la gran novela americana. Qué manía le ha dado al personal con ese eufemismo de la gran novela americana.
 Resulta que todos los años tres o cuatro autores logran el insólito prodigio de crear la gran novela american
a. Ay, señor, señor, si Scott Fitzgerald levantara de la tumba su alcoholizado organismo
. Aunque no comparta ese contracultural entusiasmo hacia la obra de Pynchon, me dispongo a hacer los deberes. O sea, comienzo a leer Vicio propio, su penúltima novela.
PURO VICIO
Dirección: Paul Thomas Anderson.
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Owen Wilson, Katherine Waterston, Reese Witherspoon.
Género: drama. EE UU 2014. Duración: 148 minutos.
Lo hago, entre otras cosas, para descifrar el enigma de si el material literario que ha adaptado al cine Paul Thomas Anderson es tan vacuo, insoportable, absurdo, inútilmente kilométrico como su película.
Y supone una sorpresa.
 Ingrata, por supuesto.
Solo te puede decepcionar alguien del que esperas cosas buenas, con talento contrastado
. Y este director lo posee, aunque aquí se haya esfumado. Boogie nights y Magnolia me parecen tan esplendidas como turbadora
s. En The master existe un clima enfermizo y un actor (descansa en paz, Philip Seymour Hoffman) que me fascinan y hay otras cosas que me gustan menos
. La primera parte de Pozos de ambición tiene algo hipnótico; la segunda y, sobre todo, el desenlace, son un desbarre absoluto e irritante.
 Que se le hayan vuelto a alborotar lamentablemente las neuronas no es nuevo.
 En Embriagado de amor me puso de los nervios.
Puro vicio (no les debe gustar a los tituladores lo de Vicio propio) se desarrolla en Los Ángeles a comienzo de los setenta
. Se supone que todos los personajes andan colgados de alguna sustancia —caballo, coca, maría, metanfetamina—, pero hay cuelgues y cuelgues; no está garantizado que lo que dicen sea ingenioso y excéntrico (aunque lo pretenden), y apasionante lo que les ocurre.
 El protagonista es un detective que está fumado desde que se levanta y acostumbrado a perder.
Nada que ver con Spade, Marlowe y Archer. Pero es inevitable asociarlo con El Nota, el pintoresco e inolvidable personaje de El gran Lebowski.
Tanto él como los delirantes asuntos en los que se metía, acompañado de sus indescriptibles colegas, eran muy divertidos, los Coen en estado de gracia.
Los parecidos terminan en que ambos son californianos jipiosos pegados todo el rato a un canuto. Aquí, el rastreo que este hace de crímenes, desapariciones, enigmas de antiguas novias, negocios turbios, relaciones con un policía más patético que surrealista, sectas en busca de la percepción extrasensorial y otras monerías de la época, está narrado de forma plomiza y sin que sepas de qué te está hablando el director, qué pretende con este disparate sin gracia.
¿Y el rarito Joaquin Phoenix? En su salsa. El tormento dura dos horas y media.
Y crees que no va terminar nunca.

 

12.000 mujeres esperan para comprar estos pantalones..........................................Álvaro Ortiz

La primera colección de pantalones de la firma estadounidense Everlane ha batido todos los récords de venta anticipada por internet. ¿Cuál es el secreto de su éxito?.

everlane
Los pantalones que han provocado la euforia colectiva.
Foto: Cortesía de Everlane

En solo unas semanas, una marca de moda creada hace cinco años ha puesto los dientes largos a miles de personas en todo el mundo.
El lanzamiento de su primera colección de pantalones, anunciado para el pasado lunes, rebasó las expectativas de quienes durante años han seguido de cerca sus apuestas minimalistas y fáciles de llevar
. En el último mes, los encargos por venta anticipada han superado las 12.000 peticiones.
 Sin diseños previos que certifiquen el buen hacer de la firma en este terreno y sin un solo euro invertido en publicidad, a priori resulta casi imposible creer la hazaña.
 Pero, ¿en qué se basa el éxito comercial de esta firma prácticamente desconocida para el gran público?
Everlane es una compañía de moda unisex nativa de internet y que solo opera en internet.
 No existe una estructura publicitaria clásica que avale su éxito ni tampoco tienen ese recurrente afán por sobornar a celebrities para que luzcan las prendas que les prestan
. Su éxito se basa en su estrategia de comunicación, diseñada por y para las redes sociales.
 Los canales tradicionales de exhibición, como las pasarelas, no tienen cabida en su concepción del negocio (tan solo disponen de un showroom en Nueva York).
 El responsable de esta revolucionaria forma de actuar se llama Michael Preysman, un inversor curtido en fondos de capital riesgo que en 2010 decidió probar suerte en una industria que desconocía por completo.
 Y el balance no puede ser más redondo.
La idea, según explicaba Preysman hace unos meses en la web de Style, consiste en ofrecer prendas con precios competitivos, buen diseño y cuya producción cumpla escrupulosamente con la legislación sobre la protección de los trabajadores.
 En definitiva, transparencia y juego limpio. De hecho, en su página web explican dónde están y cómo son las factorías donde producen su ropa
. De Estados Unidos a Asia, pasando por Vicenza, en el norte de Italia, o Ubrique, en nuestro país, donde dan trabajo a 14 artesanos especializados en marroquinería (confeccionan los bolsos y las carteras de la firma).
Pero, si nos atenemos al tema que encabeza este artículo, ¿cómo es posible que una firma tan joven haya conseguido tener una lista de espera de 12.000 personas para una prenda que ni siquiera había confeccionado antes?
El equipo creativo que diseña en las oficinas de Everlane solo ofrece básicos para hombre y mujer, compitiendo con marcas como J.Crew o Zara: camisetas, chaquetas, accesorios, camisas, jerséis… En cinco años han conseguido multiplicar por diez sus ventas iniciales.
 Tras un exhaustivo trabajo de investigación que ha durado doce meses y tras pulsar la opinión de sus clientes en redes sociales, por fin han concebido sus primeros pantalones.
De lana, ligeramente stretch, en dos colores (azul navy y negro) y un solo modelo. ¿Se puede simplificar más?
El pasado lunes, fecha en la que lanzaron sus famosos pantalones (que se enmarcan dentro de la colección para primavera-verano), los encargos por venta anticipada ya habían superado las 12.000 peticiones, según Everlane.
¿El precio? Entre 92 y 100 euros.
 Lamentablemente, de momento la firma solo distribuye pedidos en Estados Unidos y Canadá, pero en la plataforma HopShopGo se pueden adquirir las prendas desde todo el mundo
. Everlane ya ha anunciado que en otoño lanzará su colección de pantalones para hombre y varios modelos más de la línea femenina.
No sabemos si el ‘efecto Birkin’ de la interminable lista de espera es flor de un día, pero todo indica que esta estructura empresarial basada en redes sociales y con tanto éxito puede crear escuela.
Y muchos veteranos se pondrán las pilas.
 De momento, Vogue ya le ha dado su bendición. Una moda del número de febrero de la edición estadounidense de la revista mostraba a Kendall Jenner con una prenda de Everlane.
 Y todo el mundo sabe que si Anna Wintour señala con el dedo...

 

12 mar 2015

Los hijos tóxicos............................................................ Carlos Pardo

La primera novela de la escritora de cuentos Samanta Schweblin es una inteligente variación del tópico del “monstruo exterior igual a monstruo interior”.


Que lo verdaderamente monstruoso es la naturaleza, la de afuera y la humana, es algo a lo que nos ha acostumbrado el terror clásico: el bosque y la selva funcionan como escondite de lo reprimido por la razón y los hijos son el comienzo de la extrañeza
. Así, donde creíamos encontrar seguridad, en el mundo y en el tiempo, hallamos la advertencia de nuestra extinción.
La primera novela de la escritora de cuentos Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) es una inteligente variación del tópico del “monstruo exterior igual a monstruo interior”, algo que la relaciona con una corriente de la narrativa latinoamericana atenta a dar el golpe de gracia al discurso colonial de la inocencia del paisaje
. Amanda y su hija pequeña pasan unos días en el campo en una casa alquilada a Carla, una atractiva mujer cuyo hijo, David (siempre según la versión de Carla), después de intoxicarse bebiendo agua de un arroyo y tras una curación ritual, perdió la mitad del alma.
 Dentro de esa clave improbable el lector participa de una historia que tiene mucho de alucinación: a partir de la conversación entre Amanda y David, un niño con inquietante voz de adulto, reconstruimos el momento en que Amanda pierde la “distancia de rescate” con la que protegemos a nuestros hijos (“esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería”).
Distancia de rescate es un relato (mejor que una novela) que comparte con los del anterior libro de Schweblin, Pájaros en la boca (Lumen, 2010), un estilo poético a fuerza de sustraer lo accesorio, la visibilidad de su escritura y la confianza en que el tema de un cuento se halla en la perspectiva desde la que se narra.
 En este caso un diálogo de dos voces inquisitivas, un adulto y un niño transmutados (es el niño el que sabe y el adulto el ingenuo), y aislados en un lugar confuso que nos cuidamos de desvelar en esta nota
. Y aunque la habilidad de Schweblin para manejar una perspectiva tan compleja es manifiesta, lo forzado del punto de partida y el apoyo en una escritura minimalista de época, hacen que el relato sea demasiado insistente cuando uno adivina el desenlace (porque apuesta demasiado al giro argumental). No obstante, son muchos los aciertos de esta variación sobre un tema inmunológico: el enemigo llegado de afuera (el virus, el elemento tóxico) es a la vez lo más natural.
 E incluso pone en duda la pervivencia de una estructura de nuestro imaginario del peligro, porque al emparentar sutilmente las plantaciones de soja transgénica con el temor a la deformación, física y moral, de la propia descendencia, Schweblin trasciende dos posibles lecturas de su novela (la maternal y la ecológica) y desmonta el concepto de naturaleza.
 La “distancia de rescate” se transforma en el vulnerable espacio del cuidado del humanismo burgués, una familiaridad con el mundo ya perdida.
Distancia de rescate. Samanta Schweblin. Literatura Random House. Barcelona, 2015. 124 páginas. 13,90 euros.

 

CRÍTICA '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' » Cuernos, hormonas y posproducción............... Luz Sánchez-Mellado

La final de la cuarta edición de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' cerró anoche un rosario de ocho folletines, perdón, entregas, en que lo más natural era el pelazo de Luján Argüelles.

 

Quién quiere casarse con mi hijo
Luján Argüelles, Markus y Rocío.

Markus, Daniel en el Registro Civil, lo dijo alto y claro: “Quiero encontrar un putón familiar”, con lo que luego nadie podía llevarse a engaño.
 El poeta, un maromo gallego guapito de cara y chulazo de espaldas, sometió a la prueba del destornillador a sus diez candidatas mediante el expeditivo método de introducirles la lengua hasta la tráquea, y dejó para la decisión final a dos aspirantes antagónicas.
 Sara, la tetona laxa. Y Rocío, la bella discreta.
 Para terminar de testarlas, primero se acostó con el “putón”, obviamente y, solo después, eligió a la “familiar” haciendo bueno el dicho preconstitucional de que los hombres se acuestan con las frescas pero se casan con las decentes.
 Todo muy moderno y muy fino y muy igualitario.
Y bastante divertido, esa es la noticia.
La final de la cuarta edición de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, en Cuatro, cerró anoche un rosario de ocho folletines, perdón, entregas, en las que lo más natural, con diferencia, era el rubio del pelazo de Luján Argüelles, su impagable presentadora.
 El planteamiento está más visto que las mamas de Belén Esteban.
Cinco solteros, uno de ellos gay por aquello de la cuota reglamentaria, se presentan como mirlos blancos en busca de su media naranja, férreamente escoltados por sus santas madres como juezas y parte.
Y una horda de mancebas tan necesitadas de varón –o de cuota de pantalla- como para someterse voluntaria y encantadamente al escarnio público de que ten de calabazas en horario de máxima audiencia compiten por sus favores, incluidos los sexuales, si se tercia.
"El cásting, el guion y la posproducción son las claves del éxito del formato"
Ni que decir tiene que ellos, y ellas, son para echarles de comer aparte
. Además del esteta de Markus, uno de ellos es un multimillonario en Ferraris e indigente en amor del de las películas
. Otro, cineasta alternativo con una madre hipercontroladora vieja reina de la belleza.
 Un tercero con un Edipazo de manual de psiquiatría, serio déficit de atención, y una madre bruja, valga la redundancia.
 Y el cuarto, Sandro, un gay sevillano más tierno que el osito Mimosín capaz de llorar a moco tendido porque su amado le ha regalado un corazón de plástico hecho con un botellín de agua
. Flora y fauna hacen su parte. Los aquelarres entre las madres de las criaturas.
 Los duelos de divas entre suegras y nueras.
 Y los numeritos de celos, los intercambios de fluidos corporales y las luchas en el barro, hacen el resto.
Nada nuevo en la parrilla, si no fuera porque el espacio tiene una cosa que lo hace más adictivo que el glutamato de los chinos.
 Bueno, una no, tres: el cásting, el guion y la posproducción son las claves del éxito del formato. Los hilarantes efectos de sonido, las perlas cultivadas que salen por esas bocas, y, por último pero no menos importante, los momos de Luján, inmensa en su papel de víbora buena, derriten a las piedras. En plata: Que mujeres mayores de edad y conscientes de sus derechos comunitarios se peleen por hombres incapaces de salir del vuelo de las faldas de sus madres es un misterio de la Humanidad como otro cualquiera.
¿QQCCMH? no pasará a la historia de la ficción televisiva. Ni a la de la liberación de la mujer. Ni siquiera a la cuenta de resultados del informe PISA.
 Pero es un sainete choni de lo más entretenido.
A ellos y ellas que les quiten lo copulado. Y a nosotros, lo reído.
 ¿Pasa algo? Cada una tiene sus placeres culpables.