En la gran pantalla trabajó en 'La hora de los valientes', 'Libertarias', 'AzulOscuroCasiNegro' o 'La gran familia española'
Actor de rostro duro, edad indescifrable en pantalla y voz potente,
con la muerte del hispanoargentino Héctor Colomé ayer sábado en Madrid
víctima de un cáncer se va un intérprete de larguísima carrera en teatro
y cine.
Llegó a España en 1976, con 32 años, así que Héctor Buffa Colomé, que ha fallecido a un mes de cumplir los 71, ha pasado más tiempo fuera de su Argentina natal que en ella.
Nacido en Córdoba (Argentina), “más argentino que un porteño”, dijo en diversas ocasiones, a Colomé le cambiaron el nombre artístico en España de una forma extraña, como contó en El diario de Navarra: “Yo no me lo quité, ¡me lo quitaron! Cuando debuté en el Teatro Príncipe de Gran Vía, en Madrid, me encontré con que en los carteles me habían quitado el Buffa.
Es que en valenciano suena muy mal eso de Buffa, me dijo el productor que era valenciano. Dije en plan chulito: ‘O me cambias el nombre, o no estreno’.
Me contestaron que sí, que lo cambiaban, pero si la obra funcionaba y había dinero para volver a pintar mi nombre.
Al final, estrené y me llevé todo de calle: críticas, público, entrevistas... todos me pusieron de maravilla.
Y pensé: ¿para qué voy a cambiar? Eso sí, con toda la familia de mi padre, que son italianos, me costó un disgusto”.
Porque cuando el aún Buffa Colomé llegó a España, ya era un reputado intérprete –debutó con 15 años- en Argentina ganador de un Premio de Teatro en 1970. Había estudiado Ciencias y Económicas y Teatro en la Universidad Nacional antes de decidirse por la interpretación.
En España su primer gran éxito llegó con Absalón (1983) en el teatro (donde también empezó una larguísima relación con José Sanchis Sinisterra), y un poco más tarde en el cine con Redondela (1987), de Pedro Costa, un año después de debutar en la televisión española.
La de Colomé es una larguísima carrera en la que concatenó sin complejos cine, teatro y televisión. Incluso trabajó como actor de doblaje en series como Los caballeros del Zodiaco, McGyver, Colombo o Falcon Crest.
A inicios de los noventa, tras zarzuelas como La revoltosa, entra en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que entonces dirigía Adolfo Marsillach. Llegan así La gran sultana, su Comendador en Fuenteovejuna, Don Gil de las calzas verdes, El médico de su honra, el rey Basileo de La vida es sueño o El misántropo
. A finales de los noventa se desvincula de la compañía, empieza a estrenar en el Centro Dramático Nacional (Eslavos, San Juan o La fundación) e inicia su relación con la actriz Carmen Arévalo, madre del cineasta Daniel Sánchez Arévalo
. En diversas ocasiones el director ha calificado a Colomé de su “padre en el cine”, y solía reservarle ese rol en sus películas, como en AzulOscuroCasiNegro (2006), La gran familia española (2013) y los cortos Física II y Traumalogía.
Otro cineasta con el repitió fue Xavi Puebla, con quien actuó en dos soberbios filmes: Bienvenidos a Farewell-Guttman (2008) y A puerta fría (2012).
Pero en cine actuó en muchas más películas: con Antonio Mercero en La hora de los valientes (1998), con Vicente Aranda en Libertarias (1996), Juana La Loca (2001) y Canciones de amor en Lolita’s Club (2006), en La ciudad de los prodigios, La caja 507, El Lobo, Atraco a las tres… y media, El penalti más largo del mundo, Obaba, 25 kilates, Flores negras, Pudor, Los límites del control, Lope…
Su última aparición en la gran pantalla fue el año pasado en REC 4: Apocalipsis. En televisión se le pudo ver en series como Policías, en el corazón de la calle, Petra Delicado, Amar en tiempos revueltos, 14 de abril. La República, Herederos, 23-F: Historia de una traición, Karabudjan y Carta a Eva, donde encarnó a Juan Perón.
De los escenarios nunca se bajó gracias a obras como Noche de reyes, Eduardo III, Tirano Banderas, Filomena Marturano o Panorama desde el puente. Candidato dos veces a los premios de la Unión de Actores, Colomé explicaba así que habitualmente le llamaran para personajes de villano o de tipo apesadumbrado: “Supongo que el físico condiciona.
Sobre todo si se trabaja con prisas.
Si ya todo te viene dado, casi puedes trabajar sin maquillaje. Te peinan de época y ya está. También la edad influye”. En la programación del Teatro Real ha quedado pendiente su participación en 2 delirios sobre Shakespeare, de Alfredo Aracil.
Llegó a España en 1976, con 32 años, así que Héctor Buffa Colomé, que ha fallecido a un mes de cumplir los 71, ha pasado más tiempo fuera de su Argentina natal que en ella.
Nacido en Córdoba (Argentina), “más argentino que un porteño”, dijo en diversas ocasiones, a Colomé le cambiaron el nombre artístico en España de una forma extraña, como contó en El diario de Navarra: “Yo no me lo quité, ¡me lo quitaron! Cuando debuté en el Teatro Príncipe de Gran Vía, en Madrid, me encontré con que en los carteles me habían quitado el Buffa.
Es que en valenciano suena muy mal eso de Buffa, me dijo el productor que era valenciano. Dije en plan chulito: ‘O me cambias el nombre, o no estreno’.
Me contestaron que sí, que lo cambiaban, pero si la obra funcionaba y había dinero para volver a pintar mi nombre.
Al final, estrené y me llevé todo de calle: críticas, público, entrevistas... todos me pusieron de maravilla.
Y pensé: ¿para qué voy a cambiar? Eso sí, con toda la familia de mi padre, que son italianos, me costó un disgusto”.
Porque cuando el aún Buffa Colomé llegó a España, ya era un reputado intérprete –debutó con 15 años- en Argentina ganador de un Premio de Teatro en 1970. Había estudiado Ciencias y Económicas y Teatro en la Universidad Nacional antes de decidirse por la interpretación.
En España su primer gran éxito llegó con Absalón (1983) en el teatro (donde también empezó una larguísima relación con José Sanchis Sinisterra), y un poco más tarde en el cine con Redondela (1987), de Pedro Costa, un año después de debutar en la televisión española.
La de Colomé es una larguísima carrera en la que concatenó sin complejos cine, teatro y televisión. Incluso trabajó como actor de doblaje en series como Los caballeros del Zodiaco, McGyver, Colombo o Falcon Crest.
A inicios de los noventa, tras zarzuelas como La revoltosa, entra en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que entonces dirigía Adolfo Marsillach. Llegan así La gran sultana, su Comendador en Fuenteovejuna, Don Gil de las calzas verdes, El médico de su honra, el rey Basileo de La vida es sueño o El misántropo
. A finales de los noventa se desvincula de la compañía, empieza a estrenar en el Centro Dramático Nacional (Eslavos, San Juan o La fundación) e inicia su relación con la actriz Carmen Arévalo, madre del cineasta Daniel Sánchez Arévalo
. En diversas ocasiones el director ha calificado a Colomé de su “padre en el cine”, y solía reservarle ese rol en sus películas, como en AzulOscuroCasiNegro (2006), La gran familia española (2013) y los cortos Física II y Traumalogía.
Otro cineasta con el repitió fue Xavi Puebla, con quien actuó en dos soberbios filmes: Bienvenidos a Farewell-Guttman (2008) y A puerta fría (2012).
Pero en cine actuó en muchas más películas: con Antonio Mercero en La hora de los valientes (1998), con Vicente Aranda en Libertarias (1996), Juana La Loca (2001) y Canciones de amor en Lolita’s Club (2006), en La ciudad de los prodigios, La caja 507, El Lobo, Atraco a las tres… y media, El penalti más largo del mundo, Obaba, 25 kilates, Flores negras, Pudor, Los límites del control, Lope…
Su última aparición en la gran pantalla fue el año pasado en REC 4: Apocalipsis. En televisión se le pudo ver en series como Policías, en el corazón de la calle, Petra Delicado, Amar en tiempos revueltos, 14 de abril. La República, Herederos, 23-F: Historia de una traición, Karabudjan y Carta a Eva, donde encarnó a Juan Perón.
De los escenarios nunca se bajó gracias a obras como Noche de reyes, Eduardo III, Tirano Banderas, Filomena Marturano o Panorama desde el puente. Candidato dos veces a los premios de la Unión de Actores, Colomé explicaba así que habitualmente le llamaran para personajes de villano o de tipo apesadumbrado: “Supongo que el físico condiciona.
Sobre todo si se trabaja con prisas.
Si ya todo te viene dado, casi puedes trabajar sin maquillaje. Te peinan de época y ya está. También la edad influye”. En la programación del Teatro Real ha quedado pendiente su participación en 2 delirios sobre Shakespeare, de Alfredo Aracil.