Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 feb 2015

Benarroch le planta cara al futuro....................................................Leticia García

En tiempos de crisis, la diseñadora intenta reinventarse aunque admite que sus prendas son “un lujo prescindible”.

 Amiga de políticos, intelectuales y famosos se apoya en sus hijos para seguir adelante.

 

Elena Benarroch en la gala de Ralph Lauren en 2013. / Getty Images

Dos empleados impecablemente vestidos atienden a una señora que luce un abrigo imponente. Detrás, pasillos repletos de pieles de todos los tipos, curtidas y sin curtir, teñidas y sin teñir, conducen, por un lado, al taller donde varios artesanos cosen a mano.
 Por el otro, al despacho de Elena Benarroch (Tánger, 1955), una amplia estancia cubierta de libros y fotos con vistas a un pequeño invernadero
. “Hablemos del futuro”, dice desde su mesa la diseñadora.
En 2011, Benarroch volvió a su tienda-taller de la madrileña calle de Zurbarán, que abrió en 1981 y fue testigo de los primeros pasos de su fulgurante carrera.
 Sus prendas han desfilado en Madrid y Nueva York (donde llegó a tener un local en Madison Avenue), han sido portada de Vogue USA, protagonizado colaboraciones con Louboutin y Martin Margiela y vestido a las actrices de Almodóvar dentro y fuera de la pantalla.
 Una vida repleta de hitos, premios y amigos célebres, de Felipe González a Gabriel García Márquez, de Sonsoles Espinosa (a la que asesoró durante el mandato de Zapatero) a Juan Gatti, Miguel Bosé o Daniel Barenboim.
Si en la capital hubiera existido algo parecido a la gauche divine catalana, ella habría sido una de sus lideresas.
“Mi vida no ha estado dedicada a la peletería, sino a la moda, aunque se me conozca por las pieles. En los ochenta, abrimos la primera tienda multimarca importante.
Trajimos piezas de Jil Sander, Bottega Veneta, Walter Steiger…”. El plural con el que se expresa alude a su compañero personal y profesional, el escultor Adolfo Barnatán, del que se separó hace unos años y con el que continúa embarcada en sus proyectos.
 “Esas marcas fueron abriendo tienda propia y no tenía sentido mantener el espacio”.
Elena Benarroch junto a Miguel Bosé. / Cordon Press
No es, por tanto, la primera crisis que le toca vivir a Elena Benarroch.
En los últimos días se ha especulado con una posible bancarrota.
 Se ha hablado de la venta de propiedades e incluso del cierre de la marca. Pero la empresa sigue a flote:
 “Yo permaneceré aquí con la tienda, el taller y mis clientes, y mis hijos tienen un showroom en Nueva York desde el que distribuyen internacionalmente.
 Todo se crea en España y se envía a  EE UU.
 Con el tiempo, ellos buscarán talleres americanos, porque hay cosas que no se pueden confeccionar aquí”.

Sabe que los tiempos han cambiado; más para un negocio basado en pieles de alta gama.
 “Hoy se vende lo más barato o lo más caro.
 Los turistas asiáticos o rusos son los que mantienen el consumo de un producto más elitista, como puede ser el mío.
 Trabajo más con clientes chinos que con rusos, probablemente por el tipo de piezas que hago”, razona
. Los hábitos de compra también difieren de los de hace dos décadas. “Antes lo barato era feo y lo caro bonito
. Ahora tiendas como Mango, Zara o H&M ofrecen productos de menor calidad con diseño”.
Elena Benarroch junto a Mario Vaquerizo. / Carlos Alvarez (Getty Images)
La creadora planea adaptarse a la actualidad de la industria. Desde 2004, su hija Yaël Barnatán diseña una línea dentro de la marca.
Su hijo Jaime se encarga de la comunicación.
“La línea de Yaël se dirige a una clientela más joven, que por definición tiene menos poder adquisitivo”, cuenta.
 Utiliza pieles más asequibles pero sigue con la misma vocación transgresora a la hora de confeccionar las prendas.
 Tanto Yäel como Jaime viven y tienen la sede de su negocio en Williamsburg, el epicentro de la modernidad neoyorkina.
 “La forma de vender también ha cambiado. Conservo clientes de hace más de 30 años, pero actualmente la clave está en Internet y en las tiendas pop up.
 Hacia ahí nos enfocamos”, apunta.
Su plan consiste en el equilibrio entre tradición e innovación, artesanía y desarrollo digital, lujo clásico y lujo asequible
. El suyo fue y seguirá siendo un producto exclusivo:
 “Necesito mínimo seis personas para confeccionar un abrigo. Adquirir las pieles en subastas internacionales (no en proveedores, como se ha dicho), curtirlas, decir si se estampan o se tiñen… se tarda seis meses”.
 Y seguirá siendo así.
 Nunca ha tenido miedo. “Lo aprendí todo sola. Mi primera prenda fue un jersey de visón rosa y la gente no lo entendía
. Cuando tenía la tienda multimarca, tampoco entendieron que un traje de chaqueta de Jil Sander tuviera un precio prohibitivo, pero 30 años después, mis abrigos y aquellos trajes continúan intactos y siguen siendo actuales”.
Loles Leon, Elena Benarroch y Bibi Andersen. / Carlos Alvarez (Getty Images)
Si algo echa en falta en España es “el fomento de la industria, de cualquier tipo.
 No podemos ser un país de turismo y servicios. De este negocio dependen 20 familias y en algunos momentos hemos llegado a ser 50”, afirma.
Pero no quiere rememorar épocas doradas, prefiere mirar al presente: “Lo mío es un lujo prescindible. Vivimos un momento muy difícil y la gente necesita comer y trabajar.
 Eso no quiere decir que la moda sea frívola, es un negocio que mantiene a mucha gente”.
 Sin embargo, en su discurso aflora de forma recurrente una frase que quizá resuma el trabajo de estos 35 años:
 “La clave está en perder el respeto a las pieles”.

Un trozo de rosco para Cáritas.....................................................Victoria Torres Benayas

"Es una obligación moral ayudar a la gente necesitada", declara el ganador de 'Pasapalabra'

Pasapalabra
Luis Esteban Lezáun, durante su participación en 'Pasapalabra'.

Luis Esteban Lezáun, el concursante que el pasado jueves logró resolver las 25 preguntas del rosco del programa Pasapalabra de Telecinco, ha anunciado que donará a Cáritas Diocesana parte del premio de 354.000 euros que se llevó
. La cifra concreta de la contribución se la reserva, aunque da a entender que no será pequeña.
 "Claro que tengo pensado cuánto, pero hay un mandado bíblico que dice que que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha", explica con una sonrisa en conversación telefónica con este periódico.
Inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía en Manacor (Mallorca), natural de Zaragoza y de 42 años, niega que su gesto pueda ser considerado una heroicidad en estos tiempos de sálvese quien pueda.
"Me consta que hay mucha buena gente que contribuye con Cáritas y con otras muchas organizaciones como Manos Unidas, heroicidad es otra cosa, es, por ejemplo, lo que hacen los policías que se juegan la vida a diario en acto de servicio, esto no es nada".
 
 
A su juicio, "es una obligación moral de todos los que vivimos de una forma más o menos desahogada contribuir al bienestar o al menos a la superviviencia de gente que está necesitada", sobre todo cuando se tiene un auténtico "golpe de suerte" como el suyo.
 "Es verdad que antes era más sencillo ser solidario que ahora que vamos todos más ajustados pero no podemos olvidar a los demás", añade.
La idea de la donación le viene de siempre. "Mi mujer es voluntaria de Cáritas y ya colaboramos mensualmente, aunque con cifras más humildes, claro.
 Mi mujer y yo siempre habíamos pensado que, de lograr el premio, lo haríamos", cuenta el ganador del bote de Pasapalabra, para añadir que confía "plenamente" en la Iglesia "como administradora del dinero".
En unas semanas espera recibir el premio, momento al que esperará para ponerse en contacto con Cáritas y hacer la contribución. ¿En qué le gustaría que se empleara el dinero? "La verdad es que no lo sé, son tantas las necesidades, por eso me fío del criterio de Cáritas, ellos son los expertos en solidaridad, que ellos lo distribuyan como crean conveniente y lo dediquen a lo más perentorio", explica.
Con el resto del dinero, cancelará su hipoteca y se irá de viaje a un crucero con su mujer, Fátima, y sus dos hijos.
Todo ello, eso sí, tras descontar la mitad que se lleva Hacienda, un pellizcazo que pagará de muy buena gana. "Gracias a lo que me quitará Hacienda creamos carreteras, hospitales, escuelas... La mejor forma de colaborar con el Estado es pagando los impuestos", dice  ejemplarizante.
Esteban resolvió correctamente las 25 definiciones para alzarse con los 354.000 euros del bote acumulado en una entrega en la que participó con la actriz Ana Milán y el cantante Carlos Goñi como aliados
. Tras numerosas ocasiones en las que estuvo a las puertas de completar el rosco, se alzó con el millonario premio en su cuarta etapa en el concurso, tras contestar correctamente con la palabra "zalá" a la pregunta "oración de los musulmanes".
El concursante maño, licenciado en Derecho, participó por primera vez en 2012, con 29 programas acumulados, además del especial conmemorativo del programa 1.500 con 33.000 euros de premio; en 2013 participó en 22 programas y obtuvo 24.000 euros; también estuvo en el programa especial de Nochevieja, en el que empató con Paco de Benito y consiguió un viaje a Nueva York y la oportunidad de volver a concursar; y por último, en esta etapa final participó en 30 programas.
 En total, 83 para conseguir los 354.000 euros del premio.
"Hay que estudiar mucho para llevarse el rosco", confiesa el concursante, que dedicaba unas dos horas al día a recopilar palabras y a elaborar listados con premios Nobel, ganadores de Oscar y similares, además de hojear el diccionario habitualmente

. Gran aficionado al deporte y lector compulsivo, la semana que viene publica su segunda novela, La vida contra las cuerdas (Plataforma Editorial) —la primera se titula El inspector que ordeñaba vacas, de la misma editorial—, no piensa probar suerte en otros concursos televisivos y seguirá en su puesto de trabajo.
"Me encanta mi rutina de inspector jefe de Policía", comenta, aunque ahora se dedica más a la "acción institucional que a la operativa".


La alfombra roja de los Oscar 2015 Patricia Arquette, que se hizo con el Oscar por Boyhood, fue una de las primeras en aparecer por la alfombra roja. Viste un diseño de su mejor amiga de la infancia, Rosetta Getty.

Julianne Moore
Foto: Getty


Foto: Getty

Naomi Watts eligió este vestido de Armani Privé.


Foto: Getty

Naomi Watts


Naomi Watts






Foto: Getty

La alfombra roja de los Oscar 2015

Reese Witherspoon, nominada por interpretar a Cheryl Strayed en Alma Salvaje, con vestido bicolor de Tom Ford. La actriz se sumó en su Instagram horas antes de la gala con el hashtag #AskHerMore a que los periodistas no solo preguntasen a las actrices por sus looks.

Foto: Getty


Reese Witherspoon, con melena suelta y joyas de Tiffany


Foto: Getty


Dakota Johnson, muy guapa con vestido asimétrico de Saint Laurent.


 Dakota Johnson








Foto: Getty


Dakota Johnson con labios rojos y coleta despeinada.

Foto: Getty


Cate Blanchett, ganadora del Oscar a mejor actriz en 2014, acude a la ceremonia con un sencillo vestido negro de Margiela que cede todo el protagonismo a un espectacular collar de Tiffanny and Co azul turquesa.

Foto: Getty

Redmayne


Rosamund Pike, que llevaba parte de su melena rapada y el resto recogida.

Rosamund Pike, nominada a mejor actriz por Perdida, con vestido rojo palabra de honor de Givenchy.

Foto: Getty

Emma Stone, muy a los años 40 con este Eliee Saab. La actriz estaba nominada a mejor actriz secundaria por Birdman.

 
 

Ralph and Russo firma el diseño rosa palo con detalle en el hombro de Gwyneth Paltrow.

 

Eddie Redmayne, nominado por La teoría del todo, acompañado de su pareja Hannah Bagshawe.

 

Michael Keaton y Alejandro Gonzalez Iñarritu.


Lo que cuenta la alfombra roja............................................................ Carmen Mañana

Desde el fracaso de Tom Ford hasta la redención de John Galliano.

 Las elecciones estilísticas de las actrices como termómetro de la industria de la moda.

Julianne Moore vestida de Chanel alta costura. / VÍDEO: REUTERS / FOTO: Steve Granitz

La etiqueta #askhermore condensaba el deseo de muchas actrices de ser preguntadas sobre algo más que sus vestidos en la gala de los Oscar
. Pero hace ya tiempo que la alfombra roja se convirtió en una de las pasarelas más relevantes para la industria de la moda.
 La ropa no es lo más importante, pero es importante.
 Ni siquiera Reese Whiterspoon, una de las máximas defensoras de esta iniciativa, puede sustraerse a esta realidad.
 Su palabra de honor blanco y negro hablaba de un fracaso no estético sino marketiniano. Tom Ford, el diseñador que lo firmaba, decidió trasladar el desfile de su colección para el próximo otoño/invierno a Los Ángeles.
 Una decisión que reflejaba el peso de Hollywood en los planes de futuro de la firma, pero que el domingo solo se vio recompensada con la presencia de una de sus creaciones en el teatro Dolby.

No fue la única conclusión sobre el sector del lujo que pudo extraerse de esta alfombra roja.
Que una actriz de la categoría de Cate Blanchett escogiera una pieza de John Galliano para Maison Martin Margiela revela que no solo el mundo de la moda, sino también el del espectáculo, ha absuelto al diseñador caído en desgracia tras proferir insultos antisemitas contra una pareja en un bar de París.
También Sienna Miller, icono de estilo y celebritie fetiche de Anna Wintour, lanzó un potente mensaje con su elección.
 En este caso, de apoyo a Peter Copping, el diseñador británico que ha asumido la difícil tarea de suceder al malogrado Óscar de la Renta al frente de la firma a la que dio nombre.
El vestido negro y de corte clásico que lució la protagonista de El francotirador pertenece a la colección con la que Copping debutó en la semana de la moda de Nueva York hace apenas cinco días y que no podría haber tenido mejor estreno en público.
Dakota Johnson, de Saint Laurent.
La alfombra roja es, además, el escaparate donde las grandes casas gustan de hacer alarde de sus capacidad artesanal.
 Y esta edición quedó más claro que nunca.
 A un lado del ring, un vestido de Calvin Klein compuesto por 6.000 perlas para Lupita Nyong'o
. Al otro, Chanel y las 80.000 lentejuelas de la pieza de alta costura que lució Julianne Moore.
Ya sea porque obligar a una mujer a pasarse tres horas sentada sobre pequeñas bolitas resulta turbador o porque Moore es capaz de defender con seguridad cualquier prenda por muy compleja que sea, no hubo lugar para la discusión.
 El ganador del combate fue Karl Lagerfeld.
Hedi Slimane, director creativo de Saint Laurent, también se confirmó como uno de los vencedores de la noche al vestir a una de las mujeres que más expectación despertó, Dakota Johnson, protagonista de 50 sombras de Grey
 . Una de las más acertadas, pero no la única representante del estilo sofisticado de la casa francesa. El vaporoso vestido negro de Margot Robbie, protagonista de El lobo de Wall Street, surgió como el contrapunto necesario y digno de agradecer a tanta princesa Disney.
Rosamund Pike, de Givenchy. / Getty
Dentro de esta categoría, pero quizá en una subdivisión carolliana, se enmarcaba Lady Gaga.
 La cantante llevó una pieza hecha a medida por Azzedine Alaïa y que constituía la primera incursión del mítico diseñador tunecino en la gala de los Oscar.
Pero, tristemente, no todas las invitadas suscitaron interés por la trascendencia o el éxito de sus elecciones. Givenchy firmaba dos de los estilismos más desafortunados de la gala.
 El vestido de brocado rojo de Rosamund Pike confirmaba lo que el Vera Wang que lució en los Globos de Oro ya apuntó: la actriz tiene en su estilista a su peor enemigo.
Mientras, el modelo azulón de Jessica Chastain ratificaba que incluso la mujer más bella puede quedar eclipsada por un estilismo mal escogido.
Entre los hombres, merecen mención aparte el esmoquin de terciopelo de Prada que llevaba el rapero Common y la versión azul celeste de Jared Leto con flor en la solapa incluida.
 Una licencia que solo el cantante y actor puede permitirse sin caer en el ridículo más desastroso.