Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

8 feb 2015

Una alfombra rosa insípida..........................................................................Carmen Mañana

Sybilla vuelve a los Goya con Elena Anaya y Banderas anuncia que lanzará su propia marca.

 

La alfombra roja de los Premios Goya 2015. / Atlas

Toda la expectación que se genera en torno a quién recibirá los Premios Goya, ya sea esta poca o mucha, queda reducida a la mitad sobre la alfombra roja, o, en esta 29 edición, rosa.
 Si es ingenuo esperar emoción de los atuendos de actores e invitados, resulta razonable exigir al menos ambición.
 Un adjetivo que ayer ni siquiera podía aplicarse a Penélope Cruz.
 La madrileña apareció con un palabra de honor negro de Oscar de la Renta.
 El modisto fallecido en octubre vistió a la actriz en múltiples ocasiones, desde la ceremonia de los Oscar de 2005 hasta la gala del MET de 2011.
 Su elección fue pues, tan trillada en la forma, como significativa en el fondo.
La actriz Macarena García. / JAVIER BARBANCHO (REUTERS)
Bárbara Lennie, una de las mujeres más sofisticadas que transita por las pantallas españolas, apostó por un vestido blanco con hombros joya.
 Aunque la pieza de Cavalli Atelier suponía una elección un tanto desconcertante después del esmoquin negro de Dior que lució en la gala de los nominados, la actriz no parecía artificial ni envarada en su apretado estilismo.
 Algo que, desgraciadamente, no podían decir todas las invitadas.
 Entre tantas transparencias, cancanes y brillos, la elección de Lennie conseguía distinguirla de sus compañeras.
Blanca Suárez confesaba que iba “vestida de princesa” con un traje granate con incrustaciones del diseñador libanés Zuhair Murad.
 En la misma línea pero en una dirección diametralmente opuesta, Juana Acosta optó por un vestido que, teniendo todos los elementos para provocar un coma diabético al espectador —enormes estampados florales, cola y falda voluminosa— resultaba todo un acierto, firmado por Carolina Herrera.
 Una gran marca internacional no siempre es sinónimo de éxito y Aura Garrido, de Jean Paul Gaultier, es un buen ejemplo, siendo actriz y vestido, por separado, magníficos.
Penélope Cruz, en la alfombra roja. / JAVIER BARBANCHO (REUTERS)
Elena Anaya, que suele aportar una pequeña dosis de riesgo, optó por un evocador vestido en color beige con capa y pronunciado escote de Sybilla, diseñadora fetiche de Pedro Almodóvar, que vuelve a las tijeras y la aguja tras unos años de silencio
. Gracias a esta sinergia, la creadora, que acaba de recibir la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, regresa a las alfombras rojas de la mano de una de las actrices más admiradas, y la intérprete volverá a colocarse en las arbitrarias listas de mejor vestidas.
De alta costura iban Nieves Álvarez, con una pieza firmada por su amigo íntimo Stephane Rolland, y Ana Belén.
 Con su vestido azul Klein de Tot-Hom dio una lección de estilo a las nuevas generaciones.
La actriz Blanca Suárez. / JAVIER BARBANCHO (REUTERS)
La firma española Pedro del Hierro consiguió marcarse un importante tanto sobre esta pasarela con más de tres millones de espectadores que son los Goya: vestir al conductor de la gala y chico de oro de la taquilla española, Dani Rovira.
 Los invitados masculinos que, generalmente, dan entre poco y nada de juego, han dejado en esta edición una exclusiva y varias alegrías.
Banderas contó en directo que la de ayer sería la última ocasión en la que llevaría un esmoquin de Ermenegildo Zegna.
 Y no porque no se sintiese favorecido: porque piensa lanzar su propia firma
. José Coronado, de Brooks Brother; Jon Kortajarena, de Tom Ford; y Andrés Velencoso, de Dior, conformaron el podio masculino.

Alberto Rodríguez: Sevilla como principio y fin................................................ Gregorio Belinchón

El triunfador de los Goya posee todo un universo fílmico en su ciudad natal.

Alberto Rodríguez, en las marismas del Guadalquivir, donde rodó 'La isla mínima' / julián rojas

Pocas veces un Goya habrá supuesto más alivio para un cineasta que para Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971).
 Las semanas previas a la ceremonia, el director se ha multiplicado de un lado a otro, mientras su esposa, Manuela Ocón, directora de producción también candidata por La isla mínima, rodaba en Torremolinos Toro, de Kike Maíllo, y sus dos hijos le esperaban en Sevilla.
Por si fuera poco, estos días se ha confirmado que el cineasta dirigirá la primera serie de ficción de Movistar Series, centrada en la Sevilla del siglo XVI, y por si faltaba algo Rodríguez ha rematado el guion de su próxima película, centrada en uno de los más curiosos y oscuros personajes de la España reciente, Francisco Paesa.
Así que el final de la gala de los Goya fue para él toda una liberación.
 “Si no hubiera ganado no habría pasado nada, soy un gran aplaudidor”, confiesa entre risas Rodríguez, porque hasta en otras cuatro galas anteriores ha estado nominado.
Nunca se había levantado de la butaca, siempre se fue de vacío.
 “Puede que ganar ahora sí sea un alivio. Es una manera de pasar un testigo. Por otra parte, nunca me he sentido presionado por los premios.
 Por la taquilla sí, pero por los premios, nunca”.
Las ganas de hacer cine de Alberto Rodríguez nacen probablemente de su padre, técnico de televisión, que en los años noventa compra una cámara de 16 milímetros a otro operador de TVE y se la regala a su hijo.
 Alrededor de esa cámara se juntan en el bar La Sirena, en el barrio sevillano de La Alameda de Hércules, un grupo de chavales “muy variopinto e inconsciente con ganas de rodar aunque sin ninguna pretensión más allá que pasarlo bien” y que se convierten en la Generación CineExin: los directores Santi Amodeo y Chiqui Carabante, el director de fotografía Alex Catalán —mano derecha de Rodríguez—, el productor Gervasio Iglesias, el script Paco Baños (“mi compañero de pupitre desde parvulario”), los actores José Luis García Pérez y Alex O’Dogherty, el sonidista Daniel de Zayas (“Mi vecino de calle”), el periodista David Cantero…
 Muchos de esos nombres pueden leerse en los títulos de crédito de La isla mínima.
 Por eso, entre los premios, Rodríguez prefiere el de mejor película:
 “Porque reconoce al equipo y porque un premio no es más que una invitación al público para que se acerque a ver tu trabajo.
 Hacemos las películas para que el público las vea, por esto son importantes los premios.
Y con La isla mínima me siento más que recompensado”.
“Siempre tuve la sensación de ser un intruso en esto del cine”
Alberto Rodríguez debutó como codirector junto a Santi Amodeo en El factor Pilgrim (2000). Después, ya en solitario, llegaron El traje (2002), 7 vírgenes (2005) y After (2009).
“Pero yo no me sentí director hasta que acabé la serie Hispania y volví al cine para hacer Grupo 7. Porque siempre he tenido la sensación de ser un intruso en el cine, que en cualquier momento alguien lo descubriría.
 Ahora sí me siento dentro, más porque ya viene detrás otra nueva generación, el relevo, que por méritos.
Y me gusta esa gente que viene”.
Al mirar su currículo, el cineasta siente una punzada por After, un amor de padre al hijo más desvalido: “A mí me gusta mucho, y sin embargo fue un desastre en taquilla y la crítica ni la vio”, recuerda.
El sevillano es tímido, pausado.
“Quiero volver a mi vida normal, a ver a mis amigos, a salir tranquilo a la calle y que acabe esto de los Goya”. En un momento dado, hace años, estuvo a punto de venirse a Madrid.
 Pero en el último minuto, a Ocón le salió trabajo en una película y se quedaron en Sevilla.
“Fue lo mejor que nos pudo pasar”, admite.
 Y de ese mundo nace La isla mínima, de cuando Rodríguez y Álex Catalán vieron una exposición del fotógrafo Atin Aya, retratista de la clase obrera, el hombre que pasó meses en las marismas del Guadalquivir entre sus gentes, fotografiándoles en blanco y negro. “Nos golpeó. La isla mínima es deudora de esos retratos.
 Y por eso es una película política, pensada para hacer preguntas. Me gusta que la gente la haya entendido en ese sentido”.

 

7 feb 2015

¿Y qué nos ponemos?........................................................ Boris Izaguirre

Pedro Sánchez se equivocó de plano vistiéndose igual que Mariano Rajoy para sentirse estadista al firmar un interesante pacto antiterrorista.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en la firma del pacto antiterrorista. / ALEJANDRO RUESGA

Esta semana se ha vivido como una auténtica goleada emocional en el FC Barcelona.
 Primero fueron Shaky, a la que queremos tanto, y Piqué, marcándose un golazo que se llama Sasha, un niño precioso con el que se enriquece tanto la familia como la afición blaugrana.
 Pero pocos días después de la feliz llegada de Sasha irrumpió, procedente del equipo de la Audiencia Nacional, el juez Ruz con una imputación en la mano
. El señor Bartomeu, presidente del club, era acusado de delito fiscal.
El caso Neymar está que arde y el rebote del señor Bartomeu adjudicándole su imputación a envidias españolas, en el fondo, viene a desnudar que los equipos de fútbol son clubes de caballeros con reglas oscuras.
Por lo que hemos sabido sobre la negociación del contrato de Neymar, queda claro que la pirueta fiscal tenía como objetivo principal que Messi, la otra superestrella del equipo, no se sintiera ofendido porque dejaba de ser el que más dinero ganaba del fútbol club.
 ¡No hay nada más caro que intentar conciliar sensibilidades entre divos!
 Tanto regate no hace más que inflar las cifras, Bartomeu ya lleva gastados más de un millón de euros en abogados mientras la opinión pública se ha reído de sus declaraciones sobre un posible boicot nacional anti Barça.
 Pero una cosa hay que reconocerle, es el imputado por delito fiscal mejor vestido.
 No todo el mundo se fija en el atuendo de un presidente, a veces creemos que van casi uniformados, pero Bartomeu tuvo un momento exquisito combinando traje marrón con camisa gris y corbata granate.
 Por un momento, el vapuleado seny hizo equipo con la elegancia creando un estilo muy del gusto paseo de Gracia.
Lamentablemente, de poco va a servirle porque Bartomeu ha jugado la carta de la victimización que en los clubes masculinos sienta fatal.
 Pero ha generado un inquieto debate ante los sondeos demoscópicos que animan el año electoral: ¿frente a situaciones inéditas, cómo debemos vestirnos? Por ejemplo, para acudir a una marcha multitudinaria de Podemos, ¿qué nos ponemos? Carmen Lomana escogió un plumas nacarado con un vibrante pañuelo de colores.
 Las críticas le llovieron en su Twitter y acudió a defenderse en Hable con ellas, y explicó que “quería conocer el tejido social que había” pero el debate quedó abierto: ¿estamos o no estamos ante un nuevo tiempo para el estilo?
 La marcha estuvo llena de eslóganes, la mayoría superocurrentes como diría el príncipe de los blogueros, Pelayo, que antepone el súper a súper casi todo.
 Esas consignas contribuyeron a llevar a un superincómodo tercer lugar al PSOE
. Lo que nadie supo supercalibrar es que Pedro Sánchez, El Guapo, como cariñosamente le llama Susana Díaz, se equivocaba de plano vistiéndose igual que Mariano Rajoy para sentirse estadista al firmar un interesado pacto antiterrorista
. Fue un error, porque en el mismo momento los nuevos ministros griegos aparecían sin corbata y proponiendo un nuevo sex symbol que es su ministro de Economía, Yanis Varoufakis, con su carismático parecido a Zidane.
 Varoufakis tiene a muchas y muchos ciudadanos europeos pendientes de sus gestos y lenguaje corporal casi tanto como de sus propuestas económicas.
¡Y sin corbata! Para Pedro El Guapo Sánchez no era momento para anudarse una corbata para firmar un pacto que ya es de por sí un nudo bien complicado cerca de la garganta.
 En el tiempo de Podemos esa corbata no solo envejece sino que te hace parecer entregado a quien no debes parecerte.
Pedro El Guapo creyó que encorbatándose nos iba a ocultar más fácilmente su necesidad de parecer un estadista.
¿Qué nos ponemos? Es una pregunta que nos hacemos con harta frecuencia.
En muchas invitaciones madrileñas se ha puesto de moda indicar el llamado dress code. “Venirse arriba”, indicaba una para una fiesta de cumpleaños.
Pero para la fiesta organizada por Valentino para celebrar el cumpleaños de su socio, Giancarlo Giammetti, hubo tantos dress codes como fiestas porque fueron tres días de celebraciones que tuvieron como punto álgido el fiestón al que había que acudir de flamenco.
 Muchos pusieron pegas y se pactó entonces un spanish touch.
 ¿Y cómo consigues ese toque, precisamente, en el país del flamenco?
“Pues llevando un Roberto Cavalli y volantes”, sintetizó una vecina de Carmen Lomana, también decidida a alejarse todo lo posible de cualquier marcha de Podemos.
 Pero encantada de acercarse a la fiesta flamenca de Valentino.
 En ella, los invitados extranjeros, muy educados, se esmeraban para no hablar de imputaciones ni de corrupción y alababan lo supergenial que encuentran a Madrid, supercharming y supertodo.
 Pero, como en tantas fiestas, tuvieron que hablar del tiempo.
 Del temporal que azota a la mitad norte del país y de esas imágenes de señoras superabrigadas, con frío y labios rojos en el acto para conmemorar los 20 años del asesinato de Gregorio Ordóñez en Vitoria.
 Rápidamente alguien agregó que había visto la noticia en el periódico enmarcada por dos superanuncios: los levantamientos de embargos en las ventas tanto del palacio de Pedralbes de los Urdangarin- Borbón como de la propiedad en La Moraleja de Isabel Pantoja
. Un levantamiento de embargo paralelo en dos imputaciones cada vez más paralelas.
Todo nos remite a esa improbable pero picante pregunta sin respuesta: si Tania Sánchez llegase a ser la primera dama del Gobierno español, ¿qué nos ponemos? ¿Qué tejido social seremos?

 

Templos griegos................................................................ Luz Sánchez-Mellado

Como un templo, está el tal Yanis. Tanto que tiene uno para él solo en la Acrópolis.

 El Erecteión, dedicado a Erecteo, el antiguo rey de Atenas hasta que vino él a robarle el trono.

El primer ministro griego y líder del partido izquierdista Syriza Alexis Tsipras / EFE

Hola, ¿soy yo sola o alguien más se ha percatado de que Alexis Tsipras y Pedro Sánchez se dan un aire de familia?
 El español en más apolíneo: o sea, más alto, más flaco y más consumido de tanta guerra intestina. Y el griego en más dionisíaco: o sea, más tosco, con más pelo de la Acrópolis, y más cargado de hombros de tanto soportar el peso de la historia tal cariátide cejijunta
. Cada uno en su estilo, de acuerdo.
 Pero para mí, y eso es lo nuevo, que cualquiera de esos dos líderes aguantaría de sobra una estatua de esas antiguas a tamaño natural tal y como sus madres los trajeron al mundo. Kourós, se llamaban, según creo recordar de las clases de Historia del Arte de BUP, perdón, secundaria antes de la ESO. Pero eso fue antes de que Wert sacara todas esas chorradas de las Humanidades a un máster aparte, y lo mismo me he quedado obsoleta.
 Lo que quiero decir, mayormente, es que lo de llover sangre y lo de la plaga de langostas aún está por confirmar por la Agencia Estatal de Meteorología.
 Pero que el terremoto político que sacude Europa está dejando patas arriba el escalafón de machos alfa, beta y omega 3 poliinsaturados es un hecho incontrovertible.
Ahí tienes, si no, a Yanis Varoufakis, el flamante ministro de Finanzas heleno con hache. Varoufucker, le llaman las hipsteresas de mi curro, un alias tan sutil, tan críptico y tan para estetas que, francamente, no lo capto, aunque les ría la gracia como una posesa, no vaya a ser que me prejubilen por mainstream.
Yo, sin embargo, veo a ese sujeto más como la versión evolucionada del Homo erectus, dicho sea sin segundas intenciones referidas a su capacidad vasodilatadora, sino a su prodigiosa ídem craneana y al cuajo de no doblar la cerviz ni delante del superministro alemán Schaüble postrado en su silla de ruedas
. Claro que no me extraña
. Con ese cuello de morlaco, perdón, minotauro; ese torso de descargacamiones, perdón Hércules, y esa chulería con la que le estrechó la diestra a Dijselbloem sin sacarse la siniestra del bolsillo del pantalón reestructurándose el paquete de la deuda, cualquiera le tose al nota
. Como un templo, está, en fin, el tal Yanis
. Tanto, que tiene uno para él solo. El Erecteón, dedicado a Erecteo, un antiguo rey de Atenas hasta que semejante maromazo vino a robarle el trono.
Conste en acta que me había hecho el propósito de no hablar de Grecia a tontas y a locas como un tertuliano
. Pero, a ver, ¿de quién vas a hablar entonces? ¿Del perfil bajo de Susana antes de la batalla? ¿Del pobre Moreno Bonilla, que tiene que ir a los mítines con el nombre bordado en el jersey de pico para que la peña se quede con su jeta? ¿Del Taniagate anunciado? Yo por quien siento en el alma lo de Syriza es por mi Guindos
 . Con lo que le ha costado a ese prócer sacarnos a pulso uno a uno del abismo macroeconómico, llega Erecteo, y lo destrona como el ministro más machote de la UE
. Ay, Luis, cómo te comprendo. Da igual la edad, el sexo y los callos que tengas en salvas sean las partes
. Siempre hay uno más joven que te roba foco.
 Aunque sea 14 meses contados.