Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

14 ene 2015

Una Reina para jugar a los recortables....Hoy la vestimos así, ayer de verdeazulado, falda negra blusa blanca

Reina LetiziaVER GALERÍA
Coincidiendo con la entrega de los diez premios correspondientes a la tercera edición de los "Telefónica Ability Awards", que reconocen el esfuerzo en la integración de discapacitados, la esposa del rey Felipe VI nos regaló su versión más lady con una blusa blanca que combinó con una falda de talle alto y vuelo de color negro y zapatos de tacón, con más altura de la que suele llevar, a juego.
Doña Letizia también arriesgó en lo que a su beauty look se refiere y acaparó todas las miradas con sus labios pintados de un rojo intenso, que tan de moda está esta temporada y es una elección que le gusta, le favorece y por la que ya se ha decantado en otras ocasiones. En cuanto a las joyas, la Reina prefirió dejar todo el protagonismo a su estilismo y tan sólo lució unos bonitos y llamativos pendientes negros.
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En su intervención, la Reina quiso defender la importancia de favorecer la inserción laboral de las personas con discapacidad y recalcó que "no es un problema", sino "una realidad que exige un esfuerzo común de todos". "Situar a las personas con discapacidad en la cadena productiva es la mejor expresión de lo que somos como sociedad, como país", aseguró. 
"No estamos hablando de filantropía solamente; hablamos de ventajas competitivas, de innovación, hablamos de inversión; no se trata sólo de mejorar la vida de las personas, tengan la capacidad que tengan; se trata de aumentar la eficacia, la productividad y el rendimiento de las organizaciones", declaró en su discurso, antes de añadir: "En definitiva, todos ganamos". Doña Letizia advirtió asimismo de que, mas allá de la tecnología que contribuye a facilitar la vida, "lo que de verdad hace que las cosas cambien es una actitud, una energía, que combina voluntades diferentes de todos los actores, públicos y privados". "El asunto que nos ha traído hoy aquí, esto es, aplaudir la iniciativa de empresas y entidades que habéis sabido hacer realidad la inclusión de personas con discapacidad, nos concierne a todos y nos conviene a todos", concluyó la Reina.
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Casi una treintena de personalidades y representantes de ministerios, universidades, sindicatos y asociaciones vinculadas al mundo de la discapacidad, junto a los seis ganadores absolutos en las dos ediciones anteriores, constituyeron el jurado, encabezado por el presidente de Telefónica, César Alierta, que ha seleccionado a los premiados entre 53 finalistas de un total de 431 candidaturas en esta tercera edición española de los "Ability Awards", que nacieron en 2004 en Irlanda por iniciativa de Caroline Casey a través de una fundación actualmente denominada Kanchi.
Todos ellos recibieron, de manos de la Reina, una escultura de Shane Holland que les acredita como las entidades o empresas que mejor han desarrollado en España modelos de negocio sostenibles para integrar en su cadena de valor soluciones, productos y servicios capaces de satisfacer las necesidades de las personas con discapacidad.

Heroínas sexuales que inspiran nuestra vida erótica...................................................RITA ABUNDANCIA

No han escrito tratados feministas, pero su actitud, muchas veces tachada de frívola, ha revisado muchas de las ideas reinantes en cuanto al sexo.

 

Dita Von Teese 
 
Dita Von Teese

 Dita Von Teese. Se puede ser feminista y ganarse la vida quitándose la ropa.
 ¿Existía antes de Dita algo más denigrante para la mujer que desnudarse frente a un grupo de pervertidos?
 Probablemente no, pero ella consiguió cambiar la imagen de las show girls, las pin ups y el burlesque y trasformar estas actividades rancias y undreground en actitudes a imitar y en herramientas al servicio de la mujer y su sexualidad.
 “Hay quien dice que lo que yo hago no es feminista.
Yo creo que es bastante liberador ganar 20.000 dólares en 10 minutos”, sentenció en una ocasión
. En una entrevista a The Huffington Post, la stripper reconocía que el feminismo no es incompatible con enseñar las tetas, “creo que las viejas ideas de lo que es el feminismo están cayendo.
Y para mi el feminismo se trata también de no decidir por otra persona lo que es degradante o le da poder, porque mucha gente puede ver mi espectáculo y pensar que es algo vejatorio para la mujer, pero también se puede uno preguntar por qué es degradante si la mayor parte del público son mujeres y esto les supone una forma de inspiración o una nueva versión de la idea de sensualidad”.
 El público de Dita, compuesto según ella en un 80% de mujeres y el resto de hombres –en el que los heterosexuales no son mayoría– es el ejemplo palpable del cambio de actitud frente al noble arte de quitarse la ropa y al hecho de que los cursos de pole dance o burlesque se hayan popularizado entre la población como forma de reivindicación y cultivo de la propia sexualidad.

Esta rubia teñida de negro que empezó a bailar en clubs a los 18 años no ha acabado en el arroyo. Tiene su propia firma de lencería, ha colaborado con los mejores diseñadores, ha sobrevivido a un noviazgo con Marilyn Manson y ha reconocido que ha tenido relaciones con otras mujeres, aunque se considera heterosexual.
“He experimentado con ello, cuando era joven, tratando de conocerme a mi misma, pero no soy una lesbiana”.
 Hacer el amor es su ocupación favorita y la castidad, según sus propias palabras, “la virtud más sobrevalorada”.
Pero lo bueno del burlesque es que no se necesita ser una modelo de Victoria’s Secret para practicarlo, una puede empezar a cualquier edad y con cualquier talla, lo cual nos deja siempre un resquicio, un plan B a todas las que hemos pasado ya la década de los 30.
 
kim cattrall 
 
  Samantha Jones y el poder del sexo oral

La sabiduría erótica que Samantha Jones –para muchos verdadera protagonista de Sexo en Nueva York– va desgranando en la serie equivale a varios cursos intensivos de sexología, autoestima y pensamiento positivo que, poco a poco y subliminalmente, van cambiando actitudes.
 Es muy probable que tras ver la serie de las chicas de Manhattan muchas mujeres rediseñaran, consciente o inconscientemente, sus conceptos sobre amor, masturbación, pornografía, relaciones con los hombres, actitud frente al paso de los años y hasta sexo oral.
 Quizás no coincidamos al cien por cien en su filosofía, pero probablemente hemos tratado de imitarla en más de una ocasión.
 La libidinosa relaciones públicas nos enseñó que no hay que esperar a la media naranja para disfrutar del sexo; mientras ésta llega podemos entretenernos con otras frutas y si no están aún maduros, la autocomplacencia es un verbo a conjugar.
“Tengo una cita con mi dildo”, dijo en una ocasión.
Pocas chicas admitían por aquel entonces que veían pornografía pero nuestra heroína no tenía reparos en hacerlo “tienes que tener Internet, aunque solo sea por el porno”, le señaló un día a una de sus compañeras
. Como ocurre con los espíritus libres, los convencionalismos sociales o el qué dirán, no pudieron nunca poner barreras a sus arrestos, “querida, tienes que dejarlo correr”, le aconsejó un día a Carrie, “si yo me preocupara cada vez que una bruja dice algo en Nueva York sobre mi, nunca saldría de casa”.
Samantha era una aventurera sexual, y a lo largo de la serie la hemos visto irse a la cama con variadas tipologías, desde señores de 70 años a parejas de gays; a pesar de ser la más veterana del grupo.
 Nos enseñó también que los años hay que afrontarlos con sentido del humor “es oficial, los estrógenos han abandonado el edificio” y a comprender y aceptar las debilidades del género masculino, incluso sus rarezas, “me gusta la idea de un hombre con faldas, el acceso es más fácil”.
 A pesar de su imagen de frívola americana, preocupada solo en engrosar su lista de amantes, Samantha nos sorprendió con su coraje a la hora de tratar con un cáncer y sus píldoras de sabiduría. Les dejo con dos. “La sensación de poder en el sexo oral es muy excitante.
 Quizás tu estás de rodillas, pero lo tienes a él agarrado por las pelotas”.
“Tal y como somos en la cama somos en la vida.
Nunca he conocido a un hombre que fuese malo en la cama y bueno fuera de ella”.
 
helen gurley
 
Helen Gurley Brown. Hay que exprimir la vida sexual de soltera.

Pero la auténtica protagonista de Sexo en Nueva York fue Helen Gurley Brown, la que en 1965 tomó los mandos de la revista Cosmopolitan y trasformó una publicación dirigida por hombres y destinada a las amas de casa sumisas, que entretenían su tiempo haciendo tartas de manzana y comprando en las rebajas de los almacenes Selfridge, en una cabecera que hablaba de trabajo, viajes, dinero, sexo y vida. 
La filosofía de la remodelada publicación consistía en empoderar a las mujeres, hacerlas conscientes de sus capacidades y animarlas a salir al mundo a perseguir sus sueños, en vez de limitarse a esperar a que algún príncipe encantado los convirtiera en realidad. 
“No utilices a los hombres para conseguir lo que quieres en la vida, cógelo tu misma”, decía.

El sexo, pilar esencial en este planteamiento y uno de los puntos en los que debía basarse esta nueva forma de ver la vida, hizo que Cosmopolitan contara enseguida con un explícito consultorio sexológico.
 No había por qué elegir y la mujer, en opinión de Gurley Brown, debía aspirar a todo: estatus, trabajo, dinero y, por supuesto, orgasmos; defendiendo la todavía poco popular idea de una mujer soltera e independiente con una vida sexual plena y satisfactoria.
 Ella misma, antes de casarse a los 37 años, vivió una etapa de romances y sexo ocasional, mientras trabajaba como secretaria en California
 Posteriormente narró esa parte de su vida en el libro El sexo y la mujer soltera (1962), que inspiró una película protagonizada por Natalie Wood La pícara soltera (1964), y luego la serie de Carrie Bradshaw. 
Cuando todavía una mujer no podía obtener una hipoteca, Helen trató de cambiar la imagen de las féminas aún no casadas, personas que en vez de estar elucubrando trucos para cazar marido, disfrutaran de la soltería con el savoir faire, la elegancia y la clase de un bachelor.
Su apariencia y sus gustos distaron también mucho de los que acostumbraban a tener las luchadoras por la igualdad de géneros
. Obsesionada por su aspecto, Brown era adicta a la cirugía estética, las pelucas y las pestañas postizas
. De hecho, en una ocasión escribió un artículo en el que profundizaba sobre cómo llevar un postizo y tener buen sexo al mismo tiempo.
 La decoración de su oficina consistía en paredes rosas, muchas flores y tapizados de leopardo y a muchas de sus colaboradoras y periodistas las apodada Pussycat
. Puede que no nos guste la forma en que lo hizo, pero no hay duda de que instruyó a las masas, que no leían a Simone de Beauvoir, sobre el nuevo concepto de sexualidad en el que la mujer adquiría más protagonismo.
 En una ocasión dijo: “el sexo es una de las tres mejores cosas que hay, y no se cuáles son las otras dos. Una tiene que recordarse a sí misma: soy una persona sexual, quiero sexo en mi vida, me lo merezco y no voy a dejar que éste desaparezca”.
 Un buen mantra que deberíamos empezar a recitar cada mañana, frente al espejo.
Emmanuelle 
Emmanuelle. El cine erótico además de genitales enseña otras cosas.

Puede que a muchos les parezcan una horterada las películas de Emmanuelle, pero nadie puede dudar que acercaron el cine erótico a un público no habituado a este género y, sobre todo, a las mujeres
. La serie de cintas protagonizada por Sylvia Kristel parecía diseñada para un público femenino ya que destilaba una estética exquisita, casi de revista de moda, y mostraba una nueva burguesía a la que le gustaba jugar al cambio de parejas, la infidelidad consentida, las aventuras sexuales o el sexo con desconocidos
 Una especie de Asterix y Obelix en la que el lugar de destino era casi tan importante como las peripecias que ocurrían en él.
 Su popularidad se refleja en el hecho de que la película Enmanuelle (1974), rodada en las islas Seychelles, catapultó a esta parte de la geografía como destino turístico para el viaje novios. 
Si la gente se fijaba en el entorno, es muy probable que también tratara de imitar, en algunos casos, la trama; poblada de hombres y mujeres guapos con cuerpos naturalmente bellos, algo que hoy en día puede resultar hasta sorprendente.


Ironías de la vida, la actriz holandesa que protagonizó esta serie de cintas y que fue mito erótico de los 70, era frígida.
 Así lo reconoció en sus memorias, escritas a los 56 años bajo el título de Undressing Emmanuelle, en las que contaba haber sufrido este problema debido a su estricta educación religiosa y a una violación, a manos de su padre, a los nueve años.
 
 
 

D’Annunzio, el héroe mesiánico.................................................................. Julián Casanova

El autor reflexiona sobre la volcánica dimensión de Gabriele D’Annunzio.

El escritor italiano Gabriele D’Annunzio, en la década de 1860. / topham picturepoint

Gabriele D’Annunzio es el personaje ideal para tratar de explicar las ideas, motivaciones, deseos, aspiraciones y estados emocionales de muchos italianos en los años anteriores al ascenso del fascismo.
 La reciente biografía de Lucy Hughes-Hallett, traducida al castellano como El gran depredador(Ariel), explica la complejidad de los dos D’Annunzios, aunque para ella “son uno y el mismo”: el “aceptable”, que escribió bellos poemas y obras que le valieron la admiración de escritores como James Joyce, Marcel Proust o Henry James; y el “abominable”, que instigó a sus compatriotas “a ir a la guerra y empapar la tierra con sangre”.
Ese segundo D’Annunzio, “defensor de los más peligrosos ideales de patriotismo y gloria”, interesa especialmente al historiador, porque su nacionalismo beligerante, su brillante utilización de la publicidad y de los medios de comunicación de masas, su forma de “hacer política”, tan influyente en el fascismo, fueron los que le convirtieron en un nuevo tipo de figura pública.
 Por mucho que se destaquen sus escandalosos amoríos o su talento literario, lo relevante es que tanta gente aceptara y siguiera sus diatribas contra las autoridades corruptas y pacifistas y su glorificación del militarismo.
Desde que estalló la Gran Guerra, la sociedad italiana vivió un áspero debate y división sobre la intervención o la neutralidad.
 Frente a socialistas y liberales, se formó una mezcla explosiva de intervencionistas —revolucionarios, socialistas disidentes y nacionalistas de extrema derecha— unidos por la creencia de que Italia, relegada a un segundo plano por el sistema político internacional, tenía que reclamar un lugar en el sol entre los grandes poderes
. Eran todavía pocos, sin la fuerza suficiente para alterar el sistema político liberal, pero la guerra iba a socavar ese orden y les iba a abrir grandes oportunidades.
Porque esa guerra resultó larga, destructiva, y cuando acabó, el balance de víctimas para Italia era trágico: más de medio millón de muertos y un millón de heridos, de los cuales casi la mitad quedaron inválidos para siempre.
 El coste de vida en 1919 cuadriplicó el de 1913 y la desmovilización y vuelta a casa de dos millones y medio de soldados hicieron del trabajo un bien escaso.
 Las huelgas y ocupaciones se extendieron por la agricultura y la industria, hubo un espectacular crecimiento del socialismo y los patronos y terratenientes comenzaron a financiar grupos armados para destruir la revolución.
D’Annunzio (derecha) con Benito Mussolini / Cordon press
Fue en ese escenario de guerra y posguerra desastrosas en el que D’Annunzio se movió como un lucio —The Pike es el título en inglés del libro de Hughes-Hallett—, un depredador que plasmó en su oratoria guerrera la necesidad de purificar con la violencia esa sociedad decadente.
 Combatió, se quedó ciego del ojo derecho cuando el fuego antiaéreo alcanzó el avión en el que volaba, volvió al frente para mandar un escuadrón de bombarderos y, cuando millones de europeos esperaban, cansados de tanta muerte, el final de la guerra, declaró: “Ya huelo el tufo de la paz”.
Italia, como vencedora de la guerra, recibió importantes ganancias a costa de su enemigo tradicional, Austria, pero no obtuvo colonias en África, el sueño de muchos nacionalistas, y todas las promesas sobre la costa dálmata, que D’Annunzio reclamaba para formar la Gran Italia, se esfumaron. “Victoria nuestra, nadie podrá mutilarla”, escribió el poeta para convertirlo en uno de sus lemas y continuar el conflicto.
 Lo hizo en Fiume, una pequeña ciudad en el norte del Adriático reclamada tras la guerra por Italia y Yugoslavia, que ocupó en septiembre de 1919 con un grupo de veteranos de guerra, desafiando al Parlamento, al Gobierno y al orden internacional
. Cuando tuvo que abandonarla por la fuerza, en enero de 1921, se había convertido en el héroe de los italianos ansiosos por reparar la ignominia de la “victoria mutilada” y destruir al Parlamento, “una horda nauseabunda de tunantes e idiotas”.
D’Annunzio no fue un fascista, pero “el fascismo sí era dannunziano”.
 Y aunque se retiró, tras la derrota en Fiume, a los 57 años, a una casa en las colinas al lado del lago Garda, los quince meses pasados allí transformaron su popularidad en poder y culto a la personalidad. Las camisas negras, el saludo romano, la glorificación de la virilidad, la juventud y la patria eran elementos “ya presentes en Fiume tres años antes de la marcha de Mussolini en Roma”.
Murió el 1 de marzo de 1938, cuando el héroe nacional que le había sustituido cargaba sobre sus espaldas más de una década de dictadura. D’Annunzio ya no vivió la Segunda Guerra Mundial, ni la extrema brutalización de la política que condujo al Holocausto, una palabra que él utilizaba a menudo, “un baño de sangre que permita eliminar la pestilencia”
. Pero esa historia de atrocidad moral debía mucho al poeta, seductor y predicador de la guerra.

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

 

El siglo XVII en la mochila....................................................... Juan Cruz

Pasear con Pérez-Reverte era como ir ahora con una de las 'celebrities' de la tele o con los actores que luego han dado imagen a las películas que proceden de sus textos.

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Arturo Pérez-Reverte era un reportero que aparecía por la Feria del Libro de Madrid con su mochila y miraba firmar a sus colegas.
Era como un espadachín nostálgico en medio de los cuchillos literarios.
Rafael Conte, en este periódico, le dio la bienvenida como novelista. Cuando publicó La piel del tambor (1995), la novela en la que la Iglesia se encuentra con el enemigo informático, sus libros ya tiraban mucho más que lo que él (y sus editores) hubieran imaginado nunca; esa novela, en concreto, salió a la calle con 250.000 ejemplares.
Ya pasear con Pérez-Reverte, aquel antiguo solitario, era como ir ahora con una de las celebrities de la tele o con los actores que luego han dado imagen a las películas que proceden de sus textos. Johnny Depp y Roman Polansky, que hicieron El club Dumas en cine, eran en Toledo menos codiciados, para los autógrafos, que el autor del libro, y eso en este mercado es tan raro como un perro verde.
Con esa fama encima, aquel muchacho de la mochila, que tuvo a su lado a una editora excepcional, Amaya Elezcano, llegó un día con unos manuscritos que a los editores le parecieron eso, un perro verde.
Él es muy plástico explicando, como si estuviera poniéndole voz a las escenas de la tele, de modo que enseguida que empezó a contar cómo era Alatriste a los que lo escuchaban en la editorial Alfaguara se le empezaron a meter cifras en la cabeza, hasta que uno dijo: tiremos 150.000.
 Y llegaron enseguida a los 250.000.
 Fue el preludio de un éxito en el que al principio no creyó ni él.
El primer título de la docena que concibió desde el principio lo hizo con su hija Carlota, entonces una jovencísima estudiante.
 Los que lo conocen saben que su obsesión por la historia (El capitán Alatriste es siglo XVII puro) lo debió llevar a contarle a Carlota qué fue ese tiempo de espadachines.
Nada más afrontar lo que más le aterra de su trabajo como escritor (responder a los periodistas), dijo qué quería hacer: “Recuperar sin alharacas un siglo que no es ni tan abyecto como se dice ahora ni tan maravilloso como se decía durante el franquismo”.
 Ahora Alatriste va con Pérez-Reverte como si fuera una lección de historia en su mochila.