Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

8 dic 2014

Las ‘juanas’ y el machismo literario................................................... Luis Pablo Beauregard

Ocho escritoras con el premio Sor Juana Inés de la Cruz se reúnen en la FIL.

 

Reunión de 'juanas': (de izquierda a derecha) Inés Fernández, Ana García, Tununa Mercado, Margo Glantz, Edmundo Paz, Cristina Rivera, Silvia Molina, Gioconda Belli y Claudia Piñeiro. / SAÚL RUIZ

La tarde de 2010 en la que Claudia Piñeiro tuvo que morderse la lengua, la misma tarde en la que recibió la llamada que le anunció que había obtenido el premio Sor Juana Inés de la Cruz por su novela Las grietas de Jara.
 “En ese momento estaba festejando a una autora que había ganado otro premio, no quise decir nada. Por momentos me metía a otro cuarto para saltar de alegría”, dijo la autora argentina en un panel con otras siete escritoras que han merecido el galardón. Gioconda Belli redondeó la idea
. “Somos más discretas y modestas que los escritores.
 No queremos empujarnos las unas a las otras”.
El encuentro de las juanas, como las ha bautizado la FIL, fue una reflexión sobre el papel de la mujer en las letras y una excusa para recordar a Sor Juana Inés de la Cruz, la poetisa mexicana del siglo XVII tan cercana a Calderón y Góngora; y una de las primeras figuras que representó, en palabras de Silvia Molina, “la eterna lucha de la mujer por el acceso al conocimiento”.
Todas mujeres, todas latinoamericanas.
 Fue un momento para reflexionar por qué la gran novela latinoamericana aún no tiene un nombre de mujer
. “El boom es un término totalmente macho”, dijo Ana García Bergua, ganadora el año pasado con La bomba de San José.
Ocho voces tímidamente moderadas por el boliviano Edmundo Paz Soldán, que quiso hacerse “invisible”, abordaron la necesidad de que exista el premio que las une, ideado en 1993 por la antropóloga Milagros Palma; desde entonces se ha entregado a 21 escritoras del mundo hispano.
“En un mundo ideal este premio no sería necesario”, dijo la mexicana Cristina Rivera Garza.
Pero este mundo dista de ser perfecto y las mujeres amantes de los libros, que no solo devoran novelas sino que las escriben, acusan aún cierta discriminación.
Esta va desde el salario que reciben:
 “Los adelantos que nos dan no son tan jugosos”, según García Bergua, hasta una sugestión que brota ante la página en blanco antes de escribir.
“Hay autocensura
. Si abordas temas muy femeninos te ponen en el corralito de la literatura feminista”, dice la nicaragüense Belli, que asegura que su última novela, El intenso calor de la luna, es una suerte de el amor en los tiempos de la menopausia.
“Se intenta escribir una literatura sin sexo, pero el canon fue establecido por los hombres”.
Ante una sala abarrotada, en su mayoría por mujeres, y desternillada de vez en vez por el humor de Margo Glantz, las juanas hablaron de la necesidad de que este premio, que obedece según Belli a un gesto de discriminación positiva, regrese a sus orígenes y ofrezca a la ganadora, además de los 10.000 dólares, la posibilidad de que la obra elegida sea traducida al inglés.
 La reconocida este año ha sido la argentina Inés Fernández Moreno por El cielo no existe. “El premio da visibilidad a las mujeres.
 El Sor Juana es una especie de aura”, dijo.
Las generaciones sobre el escenario, —Rivera Garza, nacida en 1964, es la más joven y Glantz, de 1930, la mayor— reconocieron que la nueva camada de escritoras ha dejado de escribir “a partir del impedimento”.
“Muchas tuvimos que robar tiempo de nuestras vidas personales como madres, esposas o hijas, para escribir”, dijo Piñeiro, que trabajó como contable antes de publicar y tiene tres hijos.
“Se piensa que nosotras dejábamos de lavar platos para escribir sonetos”, bromeó García Bergua.
Sin embargo, todas coinciden en que las nuevas voces femeninas de la literatura han introducido en sus novelas la posibilidad de no tener hijos o las fallas de la maternidad, temas que hubieran sido impensables hace pocos años, pero que podrían haber sido inspirados por los versos rebeldes que brotaron de la cabeza de una monja curiosa que sostuvo, según Tununa Mercado, una “relación erótica con la palabra” en el barroco mexicano.
 Sor Juana Inés de la Cruz maleaba la letra porque escribir bien no era decente:
“Sor Juana no quería ser santa, quería ser sabia” dijo Margo Glantz.
Las juanas saben que estaba en lo correcto.

El secreto de la juventud: Photoshop.....................................Andrea Morales Polanco

Profesionales de la fotografía creen que se ha traspasado la frontera de los retoques. 

Alcanzar la perfección se ha convertido en una gran obsesión.

Julia Roberts, sin líneas de expresión en una campaña publicitaria. / Cordon Press

No importa que el mundo de la moda se vaya rindiendo poco a poco ante las curvas.
 O que recientemente el emblemático almanaque Pirelli incluyera entre sus maniquies a una modelo de tallas grandes, o que la firma de lencería Aerie aumentara en un 9% sus ventas gracias a una campaña basada en resaltar la belleza real y sin retoques.
 El deseo de verse más joven y delgada sigue pesando más en la balanza.
"En las últimas dos décadas el hilo argumental de las revistas de moda y la publicidad ha sido la creación de estereotipos de la mujer perfecta
. Alcanzarla se ha convertido en una obsesión que genera inseguridad”, apunta el sociólogo especializado en Moda Pedro Mansilla
. Justamente este sentimiento es el que ha convertido al software en una herramienta que “salva” a las celebridades de sufrir un bochorno que pudiera ensuciar su reputación de belleza absoluta.
Para Mansilla el principal problema del abuso del Photoshop no es solo la inseguridad que hace que los famosos acepten salir casi irreconocibles en portadas de revistas con tal de alimentar la vanidad, sino que ha pasado de ser utilizado en campañas publicitarias a contenidos editoriales.
 “Cuando compras una revista y lees un artículo asumes que la información que recibes es verdad. Si la noticia viene acompañada de una foto alterada tú lo interpretas como algo real
. El problema es que no la identifiques como imagen ficticia”, se queja el sociólogo.
“Solo el 2% de las mujeres se siente bien con su cuerpo”, dice una experta
Hace dos meses la revista ¡Hola! presentaba en su portada una entrevista con Terelu Campos
. La colaboradora de Sálvame enseñaba en la edición de octubre su nuevo hogar.
 Pero no fue la lujosa casa lo que llamó la atención de los lectores, sino la imagen de una mujer visiblemente más delgada y joven de la que aparece en la televisión.
 La misma revista también retocó por su cuenta la imagen del rey Juan Carlos en enero de este año. Pero para arreglos el de Madonna que a sus 56 años ha aparecido esta semana rejuvenecida.
 Vestida de cuero y con un rostro sin arrugas es el nuevo rostro de la colección primavera/verano 2015 de Versace.
“Estoy asustado. No comparto los criterios que utilizan las revista y la publicidad.
 Las fotografías están demasiado tocadas”, confiesa el experto en retoque fotográfico Alberto Yagüe. Explica que son las publicaciones las que buscan que las imágenes sean más que perfectas, irreales. “He recibido llamadas de famosos que me han dicho que no les ha gustado el resultado final”, confiesa
. Sin embargo, el retocador de imágenes aclara que ellos son solo un eslabón más en la cadena de producción. “Los fotógrafos capturan las instantáneas, nosotros seguimos las indicaciones, pero son los directores de arte los que al final deciden”, apostilla.
La fotógrafa Vanessa Montero comparte la opinión de Yagüe, prefiere las fotos más naturales. “En una sesión se cuidan mucho los detalles
. Realmente no es necesario que se retoquen demasiado”, explica.
El profesor de Marketing de la IESE José Luis Nueno asegura que las fotos siempre han mostrado una imagen que no es precisamente la real, incluso antes de la llegada del Photoshop. “Constantemente se está buscando llenar diferentes expectativas", concluye.
 Resalta que más allá de las instantáneas alteradas existen factores que influyen en la creación de los estereotipos que las personalidades públicas “deben” mantener y las personas quieren alcanzar.
“Las publicaciones que prometen cuerpos perfectos por medio de fuertes regímenes alimenticios y dietas milagrosas alimentan esta percepción”, indica.
Famosas como Keira Knightley critican el abuso de arreglos en sus fotos
Susie Orbach es una aclamada psicoterapeuta británica que promueve la aceptación del cuerpo.
 Es la mente detrás de la campaña Belleza Real, que presentó Dove en 2004 y que pretendía reivindicar la naturalidad.
 “Solo el 2% de la mujeres se siente cómoda con su cuerpo.
 El mayor rechazo llega por culpa de las publicidades en las que aparecen mujeres perfectas.
 Todo ello construye en sus mentes una imagen de un cuerpo y una cara que no son reales”
. Esta es la tesis que sostiene Orbach, que ya en 2010 ofreció en una conferencia sobre este tema en Madrid.
La campaña de Dove fue aplaudida a nivel mundial, pero a los ojos de Nueno no fue más que una estrategia comercial. “Unilever es dueña de Dove, pero también de otras marcas como TreSemmé. Mientras en una promueve la belleza natural, en la otra utiliza modelos con retoques digitales”, ejemplifica el experto en Marketing.
Los excesos de la perfección han empezado a saturar a los profesionales que durante años se han beneficiado
. No solo retocadores como Yagüe o fotógrafos como Montero demuestran su descontento, las celebridades también han alzado la voz.
 La actriz Keira Knightley, confesó al periódico británico The Times que accedió a posar en toples en la revista Interview con la condición de que no fuera retocada.
“Me parece importante decir que da igual la forma que tengas”, dijo al respecto la actriz inglesa.
 En el pasado, países como Estados Unidos, Francia, Noruega o Reino Unido han penalizado a grandes corporaciones por presentar campañas publicitarias demasiado manipuladas
Desde hace años algunas iniciativas han propuesto que las imágenes retocadas tengan un sello que las identifique.
 “Quizá sería más fácil que las fotos que no han pasado por ningún tipo de manipulación fueran las que llevaran la etiqueta”, bromea Nueno.

 

El cambio en el Gobierno desata un debate sobre el papel de Santamaría....................................... Carlos E. Cué

La vicepresidenta forma un núcleo duro cada vez más fuerte mientras algunos ministros constituyen un grupo alternativo.

 

Reunión del Consejo de Ministros presidido por Rajoy en septiembre. / Samuel Sanchez (EL PAÍS)

La llegada de Alfonso Alonso al Ministerio de Sanidad ha profundizado una separación en el Gobierno de la que ya se había empezado a hablar internamente hace tiempo: el núcleo duro en torno a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, al que se incorpora Alonso, y el grupo de ministros veteranos y más cercanos a Rajoy, con el que les une una larga amistad.

Según coinciden diversos ministros y dirigentes del PP consultados, entre estos últimos incluso se va formando un grupo alternativo que, en ocasiones, organiza encuentros de fin de semana.
 El más conocido de ellos se produjo en La Rioja en 2013, donde fueron fotografiados José Manuel García Margallo (Exteriores), Jorge Fernández Díaz (Interior) Ana Pastor (Fomento) José Manuel Soria (Industria) y Miguel Arias Cañete (entonces Agricultura).
Todos ellos son amigos de Rajoy de muchos años, veteranos políticos con perfil propio y tienen un recorrido muy diferente al de la vicepresidenta, aunque ni mucho menos están enfrentados a ella
. De forma más discreta, esos encuentros han continuado y, según fuentes del Gobierno, a ese grupo se han incorporado ministros como José Ignacio Wert (Educación) o Isabel García Tejerina (sucesora de Arias Cañete en Agricultura).
 "Un poco de conspiración de vez en cuando no hace daño a nadie, este es un Gobierno unido en torno al presidente", ironiza un ministro.
 Otros insisten en que no hay problemas entre ellos.
El poder que acumula Sáenz de Santamaría genera algunos recelos en el Gobierno y el PP, donde no todos los sectores ven con buenos ojos que se haya convertido en la principal aspirante a la sucesión del presidente si este, al contrario de lo que anunció el sábado, decidiera no repetir como candidato. En el PP algunos recelan del perfil demasiado técnico y poco político de Sáenz de Santamaría.
 El choque, siempre con sordina, de la vicepresidenta y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, también genera muchas suspicacias.
Mientras, en el grupo más cercano a la vicepresidenta —aunque todos son de Rajoy, que lleva 10 años al frente del PP y ha designado ya prácticamente a todo el mundo— están ministros clave como Cristóbal Montoro (Hacienda), Fátima Báñez (Empleo), ahora Alonso y muchos colocan ahí también a Rafael Catalá (Justicia)
. Cercanos a la vicepresidenta son también muchos cargos intermedios y secretarios de Estado y un puesto clave como el de Álvaro Nadal, jefe de la oficina económica del presidente.
 Se llaman a sí mismos sorayos, con ironía, y son un bloque sólido. "Algún sorayo tendrá que quedarse con Soraya", ironizaba el sábado José Luis Ayllón, secretario de Estado de relaciones con las Cortes, ante la posibilidad de que Rajoy lo elija como nuevo portavoz parlamentario.
 Entre la vicepresidencia, Hacienda y el grupo parlamentario se forma el núcleo duro que toma las decisiones diarias.
 La salida de dos ministros veteranos con autonomía como Alberto Ruiz Gallardón y Ana Mato ha reforzado el poder de la vicepresidenta.
"Es cada vez más evidente que Rajoy ha dejado todas las tareas del día a día del Gobierno en manos de Sáenz de Santamaría y su gente", señala un ministro, que admite que hay dos tipos de perfiles, los que son muy cercanos a Rajoy, que despachan directamente con él o actúan más por libre, y los que están en la órbita de la vicepresidenta.
 Nadie cuestiona al presidente, y menos la propia Sáenz de Santamaría, que desde que empezó en política solo ha trabajado para él.
 Pero los dos polos del Ejecutivo son cada vez más claros, con algunos ministros más autónomos como Luis de Guindos o Pedro Morenés. "En cualquier caso ella prácticamente no puede tener más poder, porque ya lo tiene casi todo", señala otro ministro.
Según varios de los dirigentes que más conocen a Rajoy, al presidente no le agrada que se traslade tanto la idea de que la que manda en el Gobierno es ella.
Sin embargo, no ha actuado. "No es mi tema, yo no soy comentarista, yo tomo decisiones", suele decir, según las fuentes que recuerdan sus palabras.
Ahora tiene muchas decisiones por tomar. Sobre todo, con las candidaturas a las autonómicas y municipales.

Ser mal profesor sale barato.................................................................. Patricia Gosálvez

Recortes, falta de rendición de cuentas y un sistema que premia sobre todo investigación lastran la docencia. Solo 12 universidades públicas tienen evaluaciones obligatorias.

Una clase en la Universidad Complutense de Madrid. / carlos rosillo

“Entre que tú llegas un cuarto de hora tarde y que yo me voy media hora antes, esto es un cachondeo”.
 El veterano profesor farfulla la queja sin alterar el tono que usa durante toda la clase.
 Una perorata en la que los alumnos de Periodismo aprenden que hizo de joven el camino de Santiago o que compra revistas de equitación… “Sé más de la vida de este que de la tuya”, susurra una alumna a su compañero
. Mucha batallita y poco temario. Hoy toca la empatía y los procesos de identificación con la audiencia.
 Sin embargo, la clase aburre y acaba en bronca. “Si no te interesa la asignatura no vengas”, le espeta el profesor a una que está hablando. “Precisamente porque me interesa hablé con usted sobre cómo la da”, contesta ella.
“Tú es que no entiendes el método socrático, y ese carácter te va a traer problemas… Ten cuidado”. Con esto el profesor se levanta por primera vez de la silla, para marcharse, media hora antes de lo que toca.
“Dar clase se ha convertido en un castigo”, dice un profesor.
 “Los buenos no tienen incentivos, y los malos todas las excusas”
Para atisbar cómo se enseña en la universidad pública, EL PAÍS asistió durante una semana a clase como un alumno más de la Complutense de Madrid.
No teman, la clase descrita fue la peor con diferencia de una decena de profesores, turnos, cursos y facultades.
 Una muestra diminuta teniendo en cuenta que solo en la Complutense hay unos 6.000 profesores.
 Sin embargo, basta una semana de vuelta a clase para repasar algunas lecciones.
 La primera: lo que pasa tras la puerta cerrada de un aula, allí queda.
 “En la universidad pública existe una cultura de reinos de taifas en la que el profesor es dueño y señor dentro del aula”, dice Clemente Lobato, profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad del País Vasco.
“Esto va cambiando, aunque lentamente, hacia una cultura donde la educación es un proceso colectivo”.
En la misma facultad del profesor presuntamente "socrático" encontramos otro que parece dar clase en un planeta distinto.
 Es un par de décadas más joven y arranca su clase sobre la Unión Europea comentando —de pie y moviéndose por la clase— los titulares de la semana.
 Usa la visita del Papa al Parlamento Europeo para preguntar por qué este tiene más de una sede. Nadie lo sabe, así que encarga averiguarlo para la siguiente clase.
 Es serio pero entusiasta, lo que hace más digerible el plomizo reglamento europeo sobre la prensa, que él trufa de ejemplos actuales como los pinchazos de News Corp.
 Acaba llevando la clase hacia un debate sobre las tertulias televisivas.
 No es una charla de bar.
 Los chicos hablan sobre polarización, falsa pluralidad, conglomerados mediáticos… Cuando el profesor se marcha, ellos siguen.

Notas de maestros

  • El programa de evaluación Docentia se está implantando voluntariamente en 44 de las 48 las universidades publicas.
  • Usa tres fuentes: profesores, responsables académicos y, sobre todo, una encuesta a los alumnos. ¿Cumple el profesor con horarios y tutorías, es claro, accesible, bueno? ¿Despierta tu interés?
  • Docentia es un modelo, los centros deciden si los profesores están obligados a evaluarse (solo en XX centros) y las consecuencias de la nota.
  • 10 universidades públicas aplican Docentia con la certificación de la ANECA que exige que se evalúe al menos al 30% del claustro, que los resultados agregados se publiquen, que conlleven consecuencias para los profesores y que haya planes de formación para mejorar.
Las clases observadas fueron todas teóricas y de grado.
 No se han visto las prácticas y seminarios impulsados por el Plan Bolonia.
 Aún así, la forma de impartir teoría varía muchísimo.
Dado que no hay información oficial sobre cómo dan clase los profesores, para decidir cuáles escoger en este experimento (excelentes, buenos, regulares y malos) hay que contrastar las mismas fuentes que usan los alumnos al matricularse: bar, pasillos y Patatabrava.com.
 Comentarios sobre el primer profesor en esta web para universitarios: “No intentes ir de listillo, los chistes los hace él”; “ni se te ocurra cogerle, falta al respeto, no se le entiende cuando habla, llega a clase a la hora que le apetece”; o “pone más empeño en contar sus batallas que en explicar el temario”.
 Del segundo: “Vale la pena asistir”; “clases amenas”; o “explica de maravilla, se implica con sus alumnos y aprendes un montón”.
“No vamos a dar, ofrecemos información útil y no institucional para que el alumno tome decisiones”, explica Oriol Solé, fundador de PatataBrava.com, donde los comentarios ofensivos se eliminan.
 Lo que más alaban de un profesor: que sepa mucho, esté al día y comunique bien.
 Lo que más critican: la falta de interés. “No vayas, se limita a leer los apuntes”, se repite en los comentarios.
“Lo que opinan otros alumnos sobre un profesor es un criterio fundamental a la hora de escoger asignatura”, dice Dan Levy, experto en formación y profesor en el Kennedy School de Harvard, donde las encuestas son obligatorias y públicas.
 “Es una herramienta muy útil para ellos”, dice, “pero aún más para los profesores que usan este feedback para mejorar”.
Clase de Periodismo en la Complutense. / carlos rosillo
En muchas universidades españolas, las encuestas además de no ser públicas, son voluntarias.
Solo se prestan a ellas los profesores que quieren. “Los malos no las hacen, sobre todo si son titulares o catedráticos y no necesitan puntos para ascender”, se lamenta Marina Escorza, portavoz de la asociación estudiantil Puño y Letra de Filología.
 “Pueden decir cualquier barbaridad en clase, que nadie les toca, son la casta universitaria”. En 2012 la Complutense evaluó a 1.335 profesores (de 6.289), se prestaron a ello el 60% de todos los profesores ayudantes doctores, pero solo el 8,5% de los catedráticos.
 “Si fuesen obligatorias tendrían sentido”, apunta Carlos Gómez Lanz, de la delegación de estudiantes de Medicina. “Los alumnos saben que no va a afectar a la forma en que se da clase, así que no las rellenan”.
El Plan Bolonia trajo consigo Docentia, un programa de evaluación docente que usan 44 de las 50 universidades y que ayuda a implementar la Agencia nacional de evaluación ANECA, que desde 2007 ha certificado su aplicación en 10 centros públicos
. Es la enésima fórmula para que se rindan cuentas.
 En la Oficina de Calidad de la Complutense admiten los escollos para evaluar. “La meta es que en el futuro Docentia sea obligatorio y público..
. Pero en la universidad los cambios van despacio”, dice Alfredo Pérez, jefe del servicio. “El problema son las consecuencias”
. La laxitud o firmeza de las mismas depende de cada centro. En general, una buena evaluación da puntos para acreditarse y ascender.
 Una mala puede suponer un toque, una recomendación para asistir a un curso o la negación de un aumento. “A mayor recompensa y sanción mejor funcionaría... Pero hay sindicatos, estatutos. Estamos hablando de funcionarios.
 Es delicado y falta voluntad política”, dice Pérez.
“Es injustificable no evaluar la docencia”, dice un experto en formación.
“Docentia es una cortina de humo del desmantelamiento de la educación pública de la Ley Wert; por un lado recortas y cargas a los profesores de créditos, y por otro haces que te preocupa la calidad”, opina José Manuel Rodríguez Victoriano, profesor de Sociología en Valencia. “En el contexto de Bolonia, Docentia convierte a los estudiantes en usuarios satisfechos o insatisfechos, no en ciudadanos.
 Es necesaria una evaluación cualitativa y transparente”.
Recortes aparte, profesores y alumnos señalan dos males endémicos que obstaculizan la mejora de la docencia. A) La universidad es una estructura inmovilista que se rige por antigüedad y jerarquía (un profesor la define como “casi medieval”, un alumno como “un dinosaurio”). B) Vale más ser buen investigador que buen docente: la academia lo premia monetariamente y con menos horas lectivas. “Enseñar se ha convertido en un castigo”, dice Rodríguez Victoriano. Resultado: “Los profesores buenos no tienen incentivos, y los malos tienen todas las excusas”.
 Al final, depende de las ganas que le ponga el profesor.
“Hay algunos geniales, que inspiran”, dice el portavoz de los jóvenes médicos. “La media está bien. Poco a poco hacen clases más participativas, más evaluación continua… Pero siempre va a haber ese catedrático que lleva 40 años leyendo los mismos apuntes”.
 “A los profesores les falta calle”, resume la alumna de Filología. “Bolonia es una cosa sobre el papel y otra en realidad...
 La mayoría de los profesores siguen soltando su rollo, con más o menos talento”.
El panorama que pintan muchos estudiantes es que hay una minoría de profesores excelentes y otra de nefastos (sobre ambos hay cuórum). Entremedias, un amplio montón, mejor o peor valorados.
 En Derecho aburren un par de profesores que, sin moverse de la silla, desgranan desapasionadamente el Código Civil.
 Los alumnos prefieren a otra que ilustra los artículos con casos y sentencias.
Las opiniones no tienen que ver con el uso de la tecnología (una de las obsesiones de las evaluaciones institucionales, junto a la participación), con lo chisposa que sea la materia, ni lo “hueso” que sea el profesor.
“Hay profesores que dicen barbaridades y nadie les toca”, se queja una alumna
La tibia es la protagonista de Anatomía I. El serio doctor dibuja con maestría huesos, músculos y venas a mano alzada en la pizarra mientras lanza como una escopeta “vean cómo se inervan el poplíteo, el sóleo, y el plantar”, “aquí tienen el retináculo de los músculos extensores”, “esta es la arteria para la diáfisis tibial” y cosas peores.
 Es una clase densa y complicada, pero los alumnos la adoran.
Los mejor valorados en los pasillos (cinco de los ocho de ese montón intermedio) son los más entusiastas.
 Los que hablan con más énfasis y gesticulan más. Los que ponen ejemplos, preguntan y a los que se oye. Parece de Perogrullo, pero sorprende el número a los que no se entiende bien.
También la queja constante sobre cómo no les da tiempo a enseñar como quieren. “¡Ay, Bolonia, Bolonia!”, clama un profesor de Literatura que se ventila Los Amantes de Teruel en tres minutos y una manida postal (“yo no uso power points de esos”).
 Sus clases siempre empiezan media hora tarde.
“La docencia es mucho mas difícil de evaluar que la investigación, pero es injustificable no hacerlo”, opina Clemente Lobato, que asesora cursos para enseñar a enseñar.
“Buscar la excelencia requiere un cambio de mentalidad por parte de algunos profesores y también del sistema, que debería darle más importancia”.
La última lección aprendida en una semana versa sobre los alumnos. En clase se ve de todo. Una chica compra bolsos por Internet durante una hora. Otros hablan sin parar. Pasa más en las clases malas, pero no solo
. Durante una apasionada lectura de la Apología de Sócrates, en la que una valorada profesora se deja el alma y la garganta, una alumna echa la siesta. La asistencia nunca supera la treintena (aunque haya el doble matriculados).
Eso sí, van cientos de amigos de Facebook y Whatsapp, que los alumnos consultan sin pudor en móviles y portátiles.
 Bastantes reconocen no saber cómo se llama quien acaba de darles clase. Y la evaluación docente no aparece en las reivindicaciones estudiantiles.
“Entre las becas, las tasas, los planes de estudios… Son demasiadas cosas”, dice la portavoz de Puño y Letra
. Aun así, todos coinciden en que un buen profesor nunca se olvida.