Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 nov 2014

Por qué nos gusta cotillear (sí, a ti también, que me lo han contado)

The-gossips
The Gossips, de Norman Rockwell (fragmento)
Cotillear no es el mejor de los pasatiempos, no nos engañemos.
Pero a pesar de los aspectos negativos, trae consigo beneficios tanto personales como sociales, además de estar ligado a los orígenes de la cultura humana.

Y menos mal, porque lo hacemos todo el rato.
 Bueno, yo no, pero Joaquín no para.
En serio. Luego te cuento
. Centrémonos en el tema.

Cotillear es divertido. “No podría haber sociedad sin cotilleo”, nos explica en una entrevista el psicólogo Miguel Silveira, “ya que necesitamos tener información sobre otras personas y nos fascina la vida privada de los demás.
 Esta necesidad puede quedar satisfecha por la dinámica del cotilleo”.
 Además, el chismorreo “se enmarca dentro de las interacciones sociales y facilita las relaciones dentro del grupo”, ya que se trata de temas fáciles que nos interesan a todos y que permiten iniciar conversaciones incluso con gente a la que no conocemos mucho
. Es decir, el cotilleo “nos gusta”.

Por supuesto, no se puede obviar que, “al resaltar aspectos negativos, sean verdaderos o falsos, se crea un bombardeo que afecta al imaginario de la gente” y que por tanto puede crear o reforzar la imagen negativa que tengamos de los demás.
“Se puede llegar a hacer mucho daño”, añade Silveira, que recuerda que hoy en día los rumores pueden extenderse más rápido gracias a redes sociales y otros medios. 
Sólo hay que pensar, no ya en Twitter y Facebook, sino también en aplicaciones como Secret y Whisper, que permiten decir lo que queramos de quien queramos desde el anonimato.

El cotilleo tiene raíces ancestrales. No nos gusta sólo porque sí: la razón está en cómo vivíamos hace miles de años, cuando gran parte de nuestro éxito reproductivo dependía de nuestra habilidad para conocer las complejidades de la vida tribal, tal y como explica John Hardy, profesor de Neurociencia en la Universidad de Londres.
 El cotilleo era información valiosa en un entorno en el que todo el mundo se conocía: ¿esta posible pareja está libre? ¿Qué tal caza? ¿Es cierto que distingue las frutas silvestres venenosas de las que sólo producen ardor de estómago?
 ¿Esa cabra es suya?

Robin Dunbar iba más allá en Grooming, Gossip and the Evolution of Language. Este autor recuerda que los primates se asean unos a otros: básicamente se buscan insectos entre el pelo para contribuir a una dieta lo suficientemente alta en proteínas y como modo de establecer un contacto físico agradable. En los humanos y con la aparición del lenguaje y de unos grupos sociales más amplios, este aseo físico se sustituye por un “aseo social”: el lenguaje y en especial el cotilleo, que ayudan a reforzar los lazos colectivos.

El cotilleo conserva parcialmente este tipo de funciones, como recuerda Elena Martinescu, de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Groningen (Holanda), en un email a Verne. Martinescu explica que hay estudios que apuntan que esta actividad “tiene un papel muy importante a la hora de transmitir normas y en el momento de castigar a los miembros del grupo que no respetan estas reglas”. Cotillas
Los cotilleos son motivadores. Martinescu ha publicado recientemente un estudio que sugiere que esta actividad puede mejorar nuestro comportamiento.
 “Escuchar cotilleos sobre otras personas nos ayuda a evaluarnos a nosotros mismos, porque nos comparamos con las personas acerca de las que se cotillea”.
 Es decir, se recibe una lección útil sin necesidad de enfrentarnos directamente con la persona de la que se habla.

La clave es el miedo: “Cuando escuchamos cotilleos positivos aprendemos cómo podemos mejorar o qué tipo de persona necesitamos ser para tener éxito”, pero cuando se trata de rumores negativos, “tememos ser el tema de cotilleos ajenos”.

Además y como explica el psicólogo social de la Temple University, Eric K. Foster en un análisis sobre los estudios realizados acerca del tema, cotillear puede elevar nuestro estatus, ya que nos hace poseedores de conocimiento especial acerca de nuestro grupo. Es decir, los cotilleos son una divisa social, en lo que coincide Silveira: “Se busca quedar bien, resaltar el propio ego delante del grupo. Es una ventaja psicológica para el que inicia la información”.
Tell me more
Los cotilleos estimulan la cooperación en el trabajo. “Esta oficina parece el instituto” es una de las frases que más hemos dicho y oído todos cuando nos han venido a contar historias que ni siquiera queríamos conocer.
 Cualquier cortado, caña o tercera copa en la cena de empresa se convierte en la excusa perfecta para hablar mal de ese vago de Joaquín o comentar el penúltimo rumor sobre el director general.

Pero aunque parezca mentira, que te vengan a explicar estas cosas tiene sus aspectos positivos. Según un estudio de la Universidad de Stanford, estos cotilleos proporcionan información que utilizamos para dejar de lado a quienes no saben cooperar (te miro a ti, Joaquín).
 Y además estos últimos aprenden a utilizar esta información para mejorar su nivel de cooperación. Es decir, el cotilleo ayuda a mitigar los comportamientos egoístas y a escoger compañeros de trabajo adecuados.

Pero entonces, ¿hay cotilleos buenos? Depende de cómo definamos el término. Según el ya citado Foster, muchos estudios parten de que el cotilleo es cualquier conversación que se refiera a personas tanto presentes como ausentes. Este tipo de intercambios supone dos tercios de nuestras conversaciones.
 Si nos referimos a los comentarios negativos sobre personas ausentes (lo que comúnmente llamamos cotilleo), se trata del 5% de nuestras conversaciones. (Por cierto: no hay pruebas que demuestren el tópico de que las mujeres cotillean más que los hombres).

En este sentido y siguiendo lo mencionado hasta ahora, Martinescu apunta que cotillear “tiene mayoritariamente buenas intenciones y ayuda a los grupos y a los individuos a funcionar mejor”. Aunque no olvida que “los cotillas pueden destruir reputaciones y convertir en víctimas a inocentes”.
De hecho, hay un motivo crucial (y egoísta) por el que resulta muy conveniente hablar bien de los demás.
 Se llama "transferencia espontánea de rasgos" y consiste en que la gente te atribuirá los calificativos que tú pongas a los demás.
 Es decir, si sueles llamar "vagos" a todos tus compañeros de trabajo, todo el mundo acabará asociándote a la pereza y a la vagancia.
 Incluso quien ya te conozca. La lección está clara: si no tienes nada bueno que decir de los demás, es mejor callarse.
Aun así, Foster recuerda que muchos estudios muestran la efectividad del cotilleo para difundir especialmente la información negativa.
 Y en una línea similar, Silveiro recuerda que “el chisme siempre se fija en aspectos negativos”, en una tendencia que en su opinión ha crecido en los últimos años.
Burnsgossip
Nos los creemos. Mucho. Demasiado, incluso
. En el Instituto Max Planck de Biología Evolutiva, el profesor Manfred Milinksi diseñó una serie de juegos experimentales en los que se podía escribir comentarios sobre cómo jugaban otros participantes (si colaboraban o si eran tramposos, básicamente).
 En uno de estos juegos, los participantes tenían a su disposición tanto estos comentarios como el comportamiento real de sus adversarios en rondas anteriores. Cuando la información difería, los jugadores se dejaban guiar más por el cotilleo que por los datos.

Nos creemos los cotilleos porque son emoción en estado puro
. De hecho, son historias y satisfacen las emociones del mismo modo que lo hace la literatura, con el aliciente de que conocemos a los protagonistas. Este es el factor más importante a la hora de provocar lo que Foster llama "la conmoción de la revelación".
Es decir, los programas y revistas de cotilleo no son más que grises sucedáneos comparados con la posibilidad de hablar mal de Joaquín.
Los cotilleos de la tele no son lo mismo. El ya mencionado John Hardy explica que los beneficios del cotilleo en sociedades ancestrales no se trasladan necesariamente a la sociedad contemporánea: conocer el currículum erótico-festivo de todo el que sale por la tele no nos aporta nada y sólo nos interesa por lo que este profesor califica de “resaca evolutiva”.

Martinescu añade que la principal diferencia entre el cotilleo de famosos y el cotidiano es que no conocemos a los famosos, por lo que resulta difícil hacer comparaciones con nuestro comportamiento.
 Este tipo de cotilleo “puede ser interesante y atractivo del mismo modo que las historias sobre personajes ficticios.
Nos dicen algo sobre el mundo en el que vivimos, los estándares que usamos para realizar ciertos juicios y nos ayudan a entender qué podemos esperar en diferentes situaciones”.

En esta línea, Silveiro apunta que el cotilleo de revistas y programas de televisión también nos hace “sentir cierto alivio cuando se resaltan conductas negativas de las personas con más poder, influencia y fortuna”. Nos alegra ver cómo “los ricos también meten la pata”, ya que esto “consuela nuestros propios sufrimientos”.

En definitiva, no debemos cotillear.
 Está feo. Podemos perjudicar a mucha gente.
 Pero tiene sentido que lo hagamos: nos ayuda a transmitir y recoger información, en especial sobre normas sociales, lo que nos puede servir para saber a qué atenernos y con quién tener cuidado. Pero no olvidemos que se trata, también, de un comportamiento que puede ser injusto.
(Nota: no conozco a ningún Joaquín).

Granados y su socio repatriaron en 2007 cuatro millones desde Singapur..................................... José Antonio Hernández


Francisco Granados, ex secretario general del PP de Madrid, tras su arresto el pasado lunes. / CLAUDIO ÁLVAREZ

El ex secretario general del Partido Popular (PP) de Madrid Francisco Granados y su socio en la sombra, David Marjaliza, lograron repatriar en 2007 a España cuatro millones de euros que el segundo ocultó, a su nombre, en paraísos fiscales.
 El dinero, de origen supuestamente ilícito, arribó a España blanqueado tras haber estado inicialmente en un banco suizo, luego en Costa Rica y finalmente en Singapur.
 Para blanquearlo en España con vistas al fisco, los dos cabecillas de la denominada Operación Púnica simularon compraventas de obras de arte.
Oficialmente, la operación la realizó David Marjaliza, pero los investigadores sospechan que Granados no era ajeno a la misma, dado que ambos, amigos desde la infancia, constituían un tándem: Marjaliza establecía la operativa y Granados proporcionaba las influencias políticas para conseguir contratas públicas.
El sumario que investiga el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco revela entregas periódicas de dinero de Marjaliza a su amigo al margen de otras operaciones inmobiliarias con las que le benefició, siendo ya cargo público.
 Los dos están acusados de ser los cerebros de la trama criminal que ha desmantelado el magistrado en el marco de la citada operación, destapada la semana pasada y que ha supuesto el arresto de 52 personas, de las que casi una decena han ingresado en prisión, entre ellas Marjaliza y el propio Granados
. Seis alcaldes y el presidente de la Diputación de León, Marcos Martínez, también están implicados.
La fortuna pasó de Suiza a Costa Rica y de allí al país asiático
El juez atribuye media docena de delitos al ex número dos del PP de Madrid, desde cohecho a tráfico de influencias pasando por blanqueo de capitales.
 Fuentes jurídicas conocedoras del caso apuntan que la Guardia Civil ha registrado además en Madrid el despacho de abogados que diseñó para los dos cabecillas de la trama el entramado societario para lavar el dinero que ambos consiguieron supuestamente de adjudicaciones de contratas y/o servicios públicos bajo el paraguas del poder político que cosechó Granados en Madrid entre 2003 y 2011: primero fue alcalde de Valdemoro y luego ocupó diferentes consejerías en el Gobierno de Esperanza Aguirre.
El sistema para retornar blanqueado el dinero era similar al que empleó el extesorero del PP Luis Bárcenas: lo movían por diferentes países —en Costa Rica crearon la sociedad tapadera Sheraton Tradings— y finalmente llegaba a España simulando que se destinaba a pagar unas transacciones de obras artísticas, que eran inexistentes.
Marjaliza, Granados y las esposas de ambos tenían cuentas en Suiza
. El exdirigente popular disponía al menos de dos: una con 1,5 millones de euros y otra con unos 300.000. Su socio disponía de otro depósito bancario en el que, como mínimo, llegó a tener cuatro millones de euros.
 Los investigadores creen que no eran las únicas. Sospechan que hay más cuentas y están tras ellas y sus movimientos.
El sistema de lavado de capitales era similar al que usaba Bárcenas
Granados señaló ante el juez y la sección de delitos contra la Administración de la Guardia Civil, antes de ser encarcelado, que tras acceder a la vida pública pidió cancelar una cuenta que tenía en Suiza por su actividad anterior como agente de Bolsa, pero aseguró que la entidad bancaria le indicó que la pusiera a nombre de otra persona, por lo que buscó a Marjaliza.
El juez no le ha creído.
 Fue la Fiscalía suiza, a través de una comisión rogatoria, la que informó a España de la existencia de cuentas a nombre de Granados y Marjaliza en la banca de ese país y de las extrañas transferencias de dinero que ambos realizaban entre ellos y hacia América
. Este es el origen de la Operación Púnica, cuya investigación inició la Fiscalía Anticorrupción el pasado 1 de febrero.
Aparte de cuentas en el extranjero, Granados y su socio realizaron también operaciones inmobiliarias. Las diligencias revelan que el primero compró un chalé en Marbella que aparentemente luego vendió a su socio pero del que, en realidad, siguió disfrutando.
 De hecho, tras la ficticia venta a Marjaliza, los muebles de la casa los adquirió Granados.
No siempre el ex secretario general del PP de Madrid dependía del dinero que, en especie o en metálico, le proporcionaba su amigo
. El empresario José Luis Huerta, dueño de la firma Waiter Music, radicada en la localidad madrileña de Aranjuez, también pagó suculentas comisiones a Granados, quien tenía su propia operativa de recaudación gracias a su influencia sobre alcaldes de Madrid por su condición de alto cargo del PP.
La operación se extenderá en los próximos días a nuevos municipios
Detrás de la adjudicación a Waiter Music de numerosos conciertos y verbenas en municipios de la Comunidad de Madrid estaba la mano de Granados, según apuntan fuentes jurídicas
. Este es, según las pesquisas, el principal granero de las comisiones logradas por el que fuera primero consejero de Transportes y luego de Presidencia, Justicia e Interior.
Como número dos del PP regional era, además, quien debía avalar las candidaturas de los alcaldes.
Marjaliza, por su lado, fue un conseguidor de contratas y servicios públicos para sí mismo así como para terceros
. Según el sumario, por cada obra conseguida en favor de terceros, a veces con la ayuda en la sombra de Granados, se llevaba entre un 2% y un 3% de comisión.
La Operación Púnica, que afecta a siete Ayuntamientos madrileños, la mayoría de ellos gobernados por el Partido Popular, y a uno del PSOE, el de Parla, no ha acabado aún, según fuentes jurídicas cercanas a la investigación.
 Ahora hay que desentrañar la voluminosa documentación intervenida en las decenas de registros efectuados en esos Consistorios y en empresas privadas.
En los próximos días saldrán a la palestra, por sus conexiones con la red, nuevos municipios implicados y otros representantes públicos que también han colaborado con el entramado ahora desarticulado

2 nov 2014

“Bosé da miedo; como se te escape es como el demonio”...................................................... Juan Cruz

Dará miedo, no lo dudo con sus excentricidades, pero cada vez está más feo, él que fue guapisimo, sus cabreos o no saber dirigir lo que cuesta su carrera, con 4 hijos porque así lo quiso y supongo que una niñera para cada uno, poco queda de aquel Miguel de falda negra, que canataba Sevilla, ahora parece una señora de mala leche, debe ser el lado Bosé porque Dominguín era más apacible. O juntos fueron fuego y estopa, y eso debe marcar.

El cantante Miguel Bosé publica su álbum 'Amo'. / Bernardo Pérez

¿Cómo está? Contento con este trabajo. Dicen que es el más Bosé desde que hice Sereno, hace 12 años.
Es de temática muy variada, desde la literatura fantástica (Tolkien, Verne, Carroll) hasta las sensaciones de domingo que hay en un poema de Biedma.
Y Amo. Habla del conocimiento, de los mundos que desde pequeño me han atrapado, haciéndome viajar e investigar.
¿Qué significa más Bosé? Es una marca, generada después de mucho tiempo. Explicaron el premio de la Academia Latina diciendo que, antes de que entre mi voz, ya se sabe que la canción es mía.
¿Qué es ser muy Bosé para usted? Bosé es un tipo al que le gusta renovar y estar subido en la cresta de la ola profesional. Se me parece y lo necesito.
Es una forma de traducir un lenguaje interior que no podría más que ser musicalizado (o escrito). Se ve sólo desde fuera.
¿No le resulta raro hablar de usted en tercera persona? Miguel es una cosa y Bosé es otra.
¿Y quién está en el disco? Bosé. Quien te habla ahora es Miguel intentando explicarse a Bosé, el que sube a los escenarios, el que paga las facturas
. Y Miguel intenta darle un orden. Miguel es más austriaco, más milanés, más suizo, y Bosé es pura anarquía.
¿Con quién se lleva mejor? Con Miguel.
Empecé a crecer con él y acabaré con él. El Bosé que un día concluya es porque se habrá acabado, y yo seguiré con Miguel.
¿Cómo es Miguel? Un tipo de perfil muy bajo, sin titulares, muy terrenal
. Bosé da miedo, como se te escape es como el demonio, hay que tenerlo siempre ocupado.
El álbum habla de amor; es el tirano que vive escondido en la memoria
¿Saldría con él por la noche? He salido con él; he tenido una época muy canalla en la que me dediqué sólo a salir, y durante los tres años y pico que duró no vi el sol.
Cuando un día me desperté, un 12 de junio, y tomé la primera copa del día, con 33 años, dije: ¡YA! Y pasé a otra historia.
¿Fue otra persona? Sí. Tuve que bajar a mis infiernos.
 Tenía una vida estructurada, pero había una parte de mi naturaleza descompensada.
 Descubrí algo terrorífico, fascinante, una oscuridad seria, mucha arrogancia.
 Cuando dije basta recobré el equilibrio.
¿Le dio miedo? Ni siquiera cuando decidí salir.
 Luego, pensando con distancia, piensas que no sabes cómo no te has muerto.
 En situaciones límite ves la otra cara del riesgo y sientes que entre pitones eres inmortal. Es inexplicable.
Mientras confiesa eso su cara recupera su aire juvenil. Pues probablemente, porque tengo que volver atrás y me visualizo otra vez...
¿Qué le ayudó a salir de ahí? La saturación.
 Cuando corres el riesgo de que esa fiesta tome los tintes del hábito es cuando hay que dejarlo.
¿Le ayudaron los amigos? Recuerdo aventuras amorosas, parte de mi manada.
Pero la decisión fue voluntaria, quería dar salida a esta válvula. Si no, me habría comido y podrido.
 O hubiera estallado mal.
¿Se siente un extranjero aquí, Bosé? No. Soy mitad español, con una parte andaluza-gitana, otra parte toledana, hay la parte madrileña, la mitad italiana, el Milán suizo..., y nací en Panamá. Español, pasto de montones de cultura.
¿Y cómo se siente aquí? Cabreado, como cualquiera.
 De pronto te encuentras con una España que nunca imaginaste
. En un año y medio se privatiza todo, y unos que se llaman patriotas desahucian a sus compatriotas. Es un crimen.
 Han creado la sociedad del que más tiene, y el que no, que se joda.
Biedma advirtió que "la vida va en serio". Tengo 58 años, ¡ya soy un señor!
 Tengo a las espaldas mucho camino y cuatro hijos, fíjate lo que me queda.
 La vida va en serio y ahora la ves de manera diferente.

La guerra del lujo es puro arte................................................................ Eugenia de la Torriente

Los titanes de la industria de moda trasladan su rivalidad de las tiendas a los museos. Bernard Arnault (Dior, Vuitton), François Pinault (Gucci) y el matrimonio Prada exhiben sus colecciones en busca de la trascendencia cultural que se les niega en los negocios.

Nos hemos acostumbrado a que los amos del lujo mundial cubran las calles del globo con sus nombres al abrir tiendas sin pausa, pero ¿museos?
Hace 10 años, el flujo de noticias de los grandes conglomerados estaba protagonizado por la adquisición de nuevas marcas por las que pagaban sumas astronómicas con tal de arrebatárselas al competidor
. Ahora la rivalidad se ha desplazado al arte y tiene su teatro de operaciones en Venecia, que hoy cierra su Bienal.
En 1999, los dos mayores faraones de la moda y el lujo, François Pinault y Bernard Arnault, se peleaban por el control de Gucci
. Desde 2006 libran una batalla por la posteridad y el reconocimiento cultural en la que cada cual se construye un museo -una pirámide- mayor. Pinault, que creó el grupo Pinault Printemps Redoute (PPR), que ampara firmas como Gucci o Balenciaga, cuenta ya con dos espacios en Venecia, reformados por el arquitecto Tadao Ando, en los que expone su propia colección. Arnault controla el mayor grupo del sector, Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), que cobija 60 marcas como Louis Vuitton, Tag Heuer, Dior o Givenchy.
El cuarto hombre más rico del mundo, según la revista Forbes, espera que el proyecto de Frank Gehry para la sede de la Fundación Louis Vuitton se termine en 2013.
 El museo se presentó seis meses después de que Pinault inaugurara su primer centro de operaciones en el Palazzo Grassi, pero la oposición vecinal ha demorado su apertura.
"Que otros hayan seguido nuestro ejemplo es buena noticia", afirma patrizio bertelli
"No se logra lo mismo solo comprando. hay que legar", dice maría de corral
Bernard arnault prefiere mantener en secreto qué obras mostrará su museo
Pinault rechaza que se equipare su actividad en el arte con las de otros titanes
El matrimonio formado por Patrizio Bertelli y Miuccia Prada trató de convertirse en un grupo de lujo como Gucci y LVMH al comprar Jil Sander o Helmut Lang. Firmas que después tuvo que vender. Fieles a su estilo de jugadores atípicos e intelectuales, fueron de los primeros en investigar este camino hacia la trascendencia.
 La Fondazione Prada, que se creó en 1993, abrió durante la última Bienal de Venecia una sede permanente en un palacio del siglo XVII, Ca' Corner della Regina, y prepara la inauguración de otro espacio en Milán, firmado por Rem Koolhaas/OMA.
 Dos museos que albergarán su propia colección y también otras exposiciones.
 "El arte, en sus múltiples expresiones, es una característica fundamental de nuestra empresa, parte integrante de nuestro modo de pensar", explica por correo electrónico Bertelli, director general del Grupo Prada y copresidente de la fundación.
"La Fondazione Prada representa uno de los primeros y, en aquella época, inusuales proyectos culturales y artísticos financiados por una compañía privada.
 Otros han seguido nuestro ejemplo y ahora es bastante común que las empresas inviertan directamente en la cultura, pero entonces éramos pioneros.
 El hecho de que otras empresas del lujo hayan seguido este camino es una buena noticia".
La coincidencia temporal en la creación de sus propios espacios museísticos y lo parecido de sus formatos son, si a ellos se les pregunta, pura coincidencia.
 No se trata de una continuación de la competencia que han exhibido en el pasado. François Pinault, de 75 años, rechaza que se equiparen sus actividades en el arte con las de otros titanes del lujo con el argumento de que él ya no administra el grupo que fundó y está volcado en su faceta de coleccionista. Es cierto que entregó las llaves del imperio a su hijo François-Henri
. Un viernes de abril de 2003, le llevó a cenar al bistró Ami Louis y le sacó tres anillos enlazados fabricados por el joyero Joel Rosenthal.
En uno estaba grabado el número 1963, cuando Pinault padre creó su primera empresa. En el segundo se leía 2003, fecha en la que François-Henri tomaba el mando.
 En el tercero había un interrogante.
 Junto a los anillos estaban las llaves del despacho de Pinault.
Dos años más tardó en desvincularse de la administración de una compañía que empezó en la madera y se extendió al comercio gracias a Printemps, La Redoute o Conforama. Hasta el 19 de marzo de 1999, Pinault se mantuvo ajeno al sector del lujo. Ese era, y aún es, el feudo de Arnault. Su grupo, LVMH, acaba de incorporar a Bvlgari y ha adquirido casi el 20% de Hermès este año.
 Pero aquella casi primavera de 1999, Pinault compró el 44% de Gucci para diluir la participación de Arnault.
 El movimiento estaba promovido por el tándem de directivo y creativo formado por Domenico de Sole y Tom Ford, que no deseaban caer en manos de su principal rival. Acudieron a Pinault para defenderse y este terminó por devorarlos.
 El modelo de De Sole y Ford era muy parecido al que Arnault, un formidable empresario de la moda que procedía de la construcción, había impuesto en Dior y Louis Vuitton con las sonadas contrataciones de John Galliano y Marc Jacobs.
La entrada de Pinault en Gucci y la posterior conversión de la empresa en un grupo multimarca -a la manera de LVMH, difícil obviar el parecido- con la adquisición de Balenciaga o Yves Saint Laurent y la creación de Stella McCartney y Alexander McQueen fue un ataque a la hegemonía de Arnault en el sector.
 La hostilidad acabó en los tribunales, donde Arnault trató de que Pinault pagara su osadía.
 El enfrentamiento terminó en un acuerdo de paz relativa en septiembre de 2001.
 Pero tras los atentados de Nueva York cayeron las jugosas ventas que habían permitido que Pinault, Arnault o Prada pagaran sumas millonarias por marcas en letargo como Bottega Veneta, Pucci o Azzedine Alaïa
. Aquella burbuja, como tantas otras, se desinfló. El sueño de los gigantescos conglomerados se diluyó y el mercado tendió a concentrarse en aquellas marcas que realmente daban dinero.
Bernard Arnault, de 62 años, estableció en 1991 una política de mecenazgo que convirtió al Grupo LVMH en uno de los grandes patrocinadores del arte en Francia.
 Quince años más tarde, reenfocó ese esfuerzo hacia algo más concreto.
 "Al establecer una política de mecenazgo, nuestro objetivo era compartir parte de nuestro éxito económico con nuestro entorno, nuestros clientes, personal y accionistas", explicaba Arnault durante la presentación de la Fundación Louis Vuitton para la Creación.
"La construcción de la fundación, que transforma la naturaleza efímera de este patrocinio en algo más duradero, nos pareció una conclusión lógica".
"Su condición de coleccionistas no tiene relación con que vengan del lujo. No veo tanto una rivalidad como una necesidad de hacer público algo que desarrollaban en privado", opina la comisaria de arte y exdirectora del Reina Sofía, María de Corral.
 "Mucha gente del mundo del petróleo hace lo mismo.
 El arte proporciona estatus. Además, puede que obtengan una satisfacción personal que no les da solamente el dinero. El contacto con los creadores y el reconocimiento del mundo del arte siempre han sido una gratificación para los mecenas.
 Es lo mismo que les pasaba a los Medicci
. Pero no se logra la misma trascendencia solo comprando. Hay que legar algo. Si no, no se harían esos edificios".
"Es un paso lógico de un coleccionista que se ve con todo almacenado y le entra la ansiedad", añade el director de Arco, Carlos Urroz. "La colaboración entre lo público y lo privado es más difícil en Europa que en EE UU, y por eso muchos grandes coleccionistas están abriendo sus propios museos aquí".
A la inversa, ¿qué aporta al arte la entrada en escena de estas empresas de lujo? "Si el respaldo va acompañado por una pasión sincera y competente, sin segundos fines comerciales, puede conllevar la creación de obras que difícilmente hubieran existido y contribuir al desarrollo cultural de la sociedad", apunta Patrizio Bertelli.
"En el curso de los años, la Fondazione Prada ha ofrecido a numerosos artistas la posibilidad de realizar exposiciones que ningún galerista, coleccionista ni, probablemente, otro organismo hubieran estado dispuestos a financiar".
La personalidad de estos magnates se filtra en los monumentos a sí mismos.
 Fuentes de Louis Vuitton confirman que esta institución se nutrirá de la colección privada de Arnault, pero se niegan a revelar los detalles de sus fondos. De momento, prefieren mantener el secreto.
 Una actitud muy acorde con el carácter discreto del normando.
 El fiero Pinault ha modelado una colección de más de 2.000 obras con la misma determinación y furia con la que amasó una fortuna que Forbes situaba en 2009 por encima de los 7.600 millones de dólares. Nacido en una familia de campesinos en Bretaña, dejó el instituto a los 15 años y empezó en el negocio de la madera. En 2006 se convirtió en la persona más poderosa del arte, según ArtReview. Su lema es "piensa como un estratega y actúa como un animal", y bautizó su holding con el nombre de la diosa de la caza, Artémis.
 Dicen que presiona para entrar antes que nadie en las exposiciones y que visita en el estudio a cualquier artista al que compra. La experta Caroline Bourgeois, comisaria de sus últimas exposiciones, colabora con él desde 1997. Pero Pinault alardea de instinto. Su primera adquisición ocurrió en 1980: tropezó con un cuadro de Paul Sérusier que retrataba a una mujer que le recordó a su abuela. "El arte se ha convertido en mi religión", decía a The Financial Times en abril. Explicaba que tras media hora ante una escultura de Carl Andre, exclamó: "No tengo elección", y pagó siete millones de dólares.
"Las exposiciones en Palazzo Grassi y Punta della Dogana pueden hacer que un artista sea conocido de inmediato", comenta Bourgeois.
"Hay galerías que prestan mucha atención al gusto de Pinault, y como dijo un crítico, él es un creador de opinión". "Pinault tiene poder y lo utiliza", sostiene De Corral. "Tengo la impresión de que compra cualquier cosa que exceda de tamaño normal. Arnault es diferente.
 Es más discreto, y se conoce poco su colección.
 Y la de Prada que se vio en la Bienal de Venecia me parece muy interesante".
Patrizio Bertelli y Miuccia Prada han buscado la cercanía con el mundo del arte en sus productos y tiendas (firmadas por Koolhaas o Herzog & De Meuron).
 En primavera, Prada se exhibirá en el Museo Metroplitan de Nueva York con Elsa Schiaparelli. La institución neoyorquina asimila su trabajo junto a artistas contemporáneos con el que Schiaparelli desarrolló con los surrealistas en la década de los veinte.
 ¿Cómo elige Bertelli qué incorporar a su colección? "Una obra con la que me enfrentaré cada día, que entra a formar parte de mi vida. No es un acto banal porque el paso siguiente representa la intención de compartir esta experiencia con otras personas".
"Hay más de un mundo que utiliza el arte", reflexiona De Corral. "Estas instituciones no tienen nada que ver con un museo.
 Es una labor diferente y está bien que existan.
Es bueno que la gente se acostumbre a ver arte". Es significativo que Venecia se haya convertido en el escenario de estos proyectos a medio camino entre el exhibicionismo y la cultura. En la inauguración de Punta della Dogana, su directora, Monique Veaute, señalaba que Venecia albergó el primer museo de Europa Occidental. En el siglo XII, la habitación detesoro en el Doge Palace se abría al público un día al año para mostrar sus riquezas.
"Esa tradición local continuaría gracias a apasionados coleccionistas ofreciendo al público sus preciosas posesiones".
 Ocho siglos después, los millonarios -modernos faraones- siguen abriendo sus salones para que admiremos sus alhajas.