Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 nov 2014

La soledad de un seductor........................................................ Antonio Lorca


José María Manzanares a hombros del matador Enrique Ponce / Chema Moya (EFE)

"Josemari ha muerto de soledad; no abandonado, pero sí solo e infeliz".
Esta es la sincera y dolida reflexión de uno de los pocos amigos cercanos que tuvo el torero en los últimos tiempos.
José María Dols Abellán (Manzanares para la gloria taurina) fue encontrado sin vida el pasado martes en una habitación de su finca extremeña, donde vivía desde hace años apartado del mundo. Allí, solo el hombre, entre toros, campos de maíz y sus recuerdos, acabó de manera inesperada una existencia jalonada de muchas luces y algunas sombras, de reconocimientos y duras críticas, de conocidos circunstanciales y seguidores veleidosos, de largas fiestas y mujeres guapas, de lances arrogantes y alguna bravuconada, de amigos y enemigos íntimos, de destellos de felicidad y largas noches de tristeza…
Allí, en la finca extremeña, acabó, sobre todo, un torero privilegiado, nacido para la gloria, un creador de belleza, referencia fundamental de la compostura, el gusto, la calidad y el sabor torero; un hombre atractivo, dotado de una gran elegancia y un natural poder de seducción; un consumado artista, indolente, también, inconstante, conformista y de escasa ambición.
Quizá por eso, la huella de su toreo ha sido menos profunda de lo que pudo haber sido a pesar de tantos ditirambos impúdicos como han derramado estos días sus propios compañeros, que han competido a la hora de encontrar adjetivos tan sonrojantes como irreales.
“Era raro como todos los toreros —añade su amigo—, tenía un temperamento fuerte, mantenía una difícil relación con su familia y pasaba los días en su finca apartado de todo y de todos, sin ilusiones”.
“Josemari era un bohemio —señala un admirador de muchos años—, buena persona, muy puro, amigo de sus amigos, respetuoso con sus compañeros y con una afición desmedida”.
Vivió la vida a tope.
 Y convertido ya en personaje famoso fue el objeto de deseo de las bellezas patrias y foráneas
José María Manzanares nació en Alicante el 14 de abril de 1953, hijo de Pepe Manzanares, un enfermo de los toros que dejó sus tareas en el puerto para probar suerte como novillero y ganarse, finalmente, el sustento como banderillero.
 Él fue quien inoculó a su hijo el veneno de la torería, y a los tres años ya toreaba de salón
. Pronto se descubrió que las fibras del chaval eran especiales y en el incipiente aficionado afloró la elegancia clásica con la que ha entrado en la leyenda.
Acababa de cumplir los 18 años cuando tomó una alternativa de lujo en su Alicante natal de manos de dos grandes figuras: Luis Miguel Dominguín como padrino, y Santiago Martín El Viti como testigo.
 Era el 24 de junio de 1971.
Comenzaba ese día una carrera larga, que se extendería hasta el 1 de mayo de 2006, cuando la tarde de la presentación como novillero de un juvenil Cayetano en la Maestranza sevillana decidió romper el guion previsto y robarle el protagonismo al muchacho al decidir en un acto de rabia cortarse la coleta
. Enfadado por el mal juego de sus toros, llamó a su hijo quien, tijera en mano, le desprendió el añadido y puso fin, definitivamente, a su trayectoria.
Fueron 35 años de presencia casi continuada en los ruedos; muchas temporadas —retiradas efímeras y vueltas ilusionantes incluidas— que vinieron a corroborar la clase innata del torero, su corto compromiso con la fiesta y consigo mismo y un carácter díscolo que le provocó no pocos contratiempos.
Figura indiscutible durante muchos años, imprescindible en todas las ferias importantes de España y América, José María Manzanares se convirtió por derecho propio en la referencia del clasicismo taurino. Triunfó en Las Ventas, pero un sector de la plaza lo convirtió en blanco constante de ataques feroces; quizá por eso, lo adoptó Sevilla, a la que deleitó con detalles de su calidad, aunque nunca llegó a traspasar la puerta de la gloria.
 Y mientras muchos aficionados se sentían arrobados por sus sublimes instantes de creación artística, algunos críticos exigentes denunciaban su actitud conformista y ventajista ante los toros.
El diestro José María Manzanares, durante su faena con la muleta en La Maestranza de Sevilla, mayo 2005. / EFE
Se casó en 1977 con Yeyes Samper, con la que tuvo cuatro hijos, dos chicas, Ana María y Yeyes, y dos chicos, José María, matador de toros, y Manuel, rejoneador.
 Vivió la vida a tope, celebró los éxitos —sobre todo, en América— con generosidad y sin prisas, y convertido ya en personaje famoso y con dinero, fue el objeto de deseo de bellezas patrias y foráneas.
Un supuesto romance con una guapa oficial fue el detonante de su divorcio, y, también, de su particular destierro a tierras extremeñas.
 Comenzó, además, una etapa difícil con sus vástagos, que no superaron la separación de sus padres, y un grave desencuentro con José María, por serias discrepancias sobre la gestión de su carrera como matador de toros.
 Y algo más hubo porque el padre no estuvo presente en la boda de su hijo torero.

¿Fue José María un mujeriego? “Josemari quería mucho a su mujer y siempre se ha preocupado por sus hijos; especialmente, por Ana María, que sufre un problema de salud”, responde el amigo cercano.
Pero… “No hay torero bueno al que no le gusten las mujeres…”.
Atrás quedaron sus peleas con un crítico salmantino que lo zahirió y despreció con maldita saña, su enfrentamiento con El Soro en el ruedo de Valencia por un quite a destiempo, y sus gestos arrogantes con algunos presidentes que lo sancionaron por actitudes o decisiones inapropiadas.
 Sin duda, era José María Manzanares un hombre apasionado, aunque no son pocos los que opinan que lo fue más en la calle que en el ruedo.
Admiró a Antonio Ordóñez, visitó muy poco las enfermerías, le gustaba hablar de campo y de toros, le encantaba el flamenco y se atrevía a bailar cuando la ocasión lo requería. Había fumado mucho, pero presumía de ser un atleta, y retaba a sus amigos a igualar los mil abdominales que, aseguraba, hacía cada día.
Genio y figura hasta que se encerró en el campo y la soledad fue su compañía. En Extremadura, con sus angustias a cuestas, abandonado por él mismo, murió un artista seductor, aquejado, como todos, de grietas en su alma, pero tocado por la genialidad, aunque él nunca estuviera dispuesto a desarrollar todo su conocimiento.

Olghina, el amor adolescente del rey Juan Carlos......................................................... Javier Martín


Olghina De Robilant, en Ravello, en el año 1945. / / Dufoto / foto scala, florence, copyright 2014

Era jovencísimo y ya tenía un cuerpo atlético y unos movimientos muy hábiles. Juanito acercó su mejilla a la mía.
 Estaba ardiendo. Sus labios se detuvieron en mi oreja y yo me eché un poco hacia atrás. ‘Guapa’, susurró”.
La condesa Olghina di Robilant narra en su libro Sangre Azul (1991) el encuentro con su Juanito en una noche veraniega de 1956.
 Él tenía 18 años, ella, 22. Ahora la serie de Telecinco El Rey trae a colación aquel primer amor del que sería Juan Carlos I, rey de España.
“Surgió un flechazo entre compañeros de mesa
. Me enamoré como una colegiala. Era una relación alegre, simpática, sin pretensiones, sin compromisos, así que no éramos fieles”, ha recordado ahora la condesa en conversación con EL PAÍS, apunto de cumplir los 80 años.
“Yo no conocí al Rey.
Conocí a un muchacho, que los amigos llamábamos Juanito.
 Era bromista, alegre y juvenil. Su padre, don Juan de Borbón, y el entonces Caudillo Franco le habían prohibido que se casara con una chica que no fuera de la familia real.
 Fundamentalmente, él estaba unido con la mujer más guapa de las casas reales europeas, María Gabriela de Saboya, pero luego también se lo prohibieron”.
Lo de las bodas reales siempre es un problema; por eso, dos años antes del flechazo Olghina-Juanito, en 1954, la reina Federica de Grecia fletó el barco del amor, el Agamemnon.
 Eran tiempos duros para las monarquías europeas entre exilios y falta de recursos para viajes y fastos.
 Gracias al dispendio de los reyes de Grecia y del armador griego Eugene Eugenides casi un centenar de miembros de las casas reales europeas con vástagos en edad de merecer se fueron 11 días de crucero.
“Estas cabezas coronadas — actuales, jubiladas y aspirantes—”, diría The New York Times, “príncipes y princesas; duques y duquesas y numerosos nobles de las páginas del almanaque del Gotha, han decidido, lógicamente, que en estos tiempos democráticos, ellos y sus familias tienen el mismo derecho a unas vacaciones que el hombre común”.
“No fue un gran fusil, y menos yo. Debe haber mejorado para cazar elefantes”.
A Juanito le pilló el crucero en plena efervescencia (16 años) y le supo a poco
. “Siempre teníamos a los padres encima”, cuentan las crónicas de Associated Press. “Me hubiera gustado que hubiera durado un mes”, declaró el rey Pablo de Grecia, el anfitrión.
 “Pero no podía imaginar que esto fuera tan terriblemente caro”
. La reina Federica iba a lo suyo: “Solo Dios sabe qué ocurrirá, pero yo espero que algo surja”.
A Juan Carlos le dio tiempo de hacerle ojitos a Sofía, una chica griega de su misma edad, primogénita de los paganos del crucero, y a María Gabriela de Saboya
. La semillita quedó plantada. A los seis meses, dos de los viajeros, María Pía de Saboya y Alejandro de Yugoslavia, contraían matrimonio.
 Sofía y Juan Carlos tardaron ocho años.
Cuando se bajaron del barco, los que reinaban, como los griegos, se fueron a sus países, y el resto para Portugal.
 En los años cincuenta se daba una patada en Estoril y brotaba un exrey o un exaspirante: los Saboya de Italia, los condes de París, Miguel de Rumania, Simeón de Bulgaria, los Braganza de Portugal, los Karadjordjevic yugoslavos, los archiduques de Austria, más los Borbones de España....
Y a su alrededor la corte, como Olghina di Rubilant, que había acabado sus estudios de Bellas Artes en Venecia.
En una cena de todos ellos en la cercana playa del Guincho coincidieron Juanito y Olghina. Era el verano del 56. Cada vez que intentaba llevarse el tenedor a los labios, Juanito le daba con el codo. Bailaron y algo más.
Poco después Juanito se fue a la mili. “Me envió fotos de uniforme”, escribió en su blog Olgopinions, en junio, coincidiendo con el día de su abdicación.
“Me escribía que en el buque escuela dormía abrazado a una almohada, pensando que era yo, y que se cayó de la hamaca, y así volvió a su realidad”.
Esa tierna correspondencia la publicó, en 1988, el semanario Interviú. “..
.Y por eso quiero decirte que cuando yo digo una cosa”, escribía Juan Carlos, “como la tarde del mantel blanco, ‘te quiero’, era y es la verdad. ...
Yo por mí, años y años podría seguir queriéndote, pero no sería yo, sería mi subconsciente, pues a mí —no mi cuerpo sino mi alma—, me tira seguir de pe a pa los pasos de mi padre y no traicionarle nunca (...). No me negarás que yo te dije que me debía a España y que nunca podríamos realizar ese sueño...”.

En otra carta, le cuenta su relación con María Gabriela de Saboya. “Sabes que estoy enamorado de tí como de ninguna otra chica hasta hoy. Pero sabes también que, por desgracia, no puedo casarme contigo.
 Debiendo, por tanto, escoger, creo que Gabriela es la más conveniente”.
“Nunca estuvimos comprometidos”, reconoce Olghina a este periódico, “pero nos mantuvimos en contacto hasta 1960.
 Nos escribíamos cartas y coincidíamos en viajes y fiestas. La prensa se ha referido a menudo a nuestra relación como algo más que una amistad y yo nunca lo he negado”.
“Sobre todo conocí a Juanito durante fines de semana cazando la perdiz o, en invierno, patos y gansos.
No fue un gran fusil, y menos yo, que amaba y amo los animales. Debe haber mejorado para cazar elefantes...”.
La vida de Olghina era, cuando menos, revuelta.
 En 1958, es decir, mientras se carteaba con Juan Carlos, fue la protagonista del escándalo de Rugantino.
 En la discoteca romana celebraba su 25º cumpleaños con Pasolini, Rosellini y afamados playboys entre los invitados; una bailarina turca se quedó en top less y el desmadre —entonces el listón del escándalo estaba bajito—, lo recreó Fellini en la Dolce Vita (1960).
Con 25 años, Olghina se convertía en madre soltera para escándalo de la familia y, especialmente, de su madre, que no paró hasta conseguir la custodia de su nieta Paola
. Nunca ha revelado el nombre del padre, aunque en 1989 el semanario Oggi publicó declaraciones suyas asegurando que era el Rey de España. Olghina lo desmintió.
Periodista aún en activo, a la condesa Olghina le gusta que la actual reina sea colega de profesión.
 De su marido, del hijo de Juan Carlos, el rey Felipe VI, nada sabe. “Nunca conocí a su hijo”, declara a este diario.
 “Por los periódicos y la televisión creo que es un hombre joven y guapo, que lo está haciendo bien en el papel del soberano”.

31 oct 2014

Helena Rubinstein, el poder de la belleza................................................ Irene Crespo


Sesión de fotos de Helena Rubinstein en su casa de Nueva York en 1944. / Museo Judio

En 1955, Helena Rubinstein había conseguido que, prácticamente, todo artista con cierto nombre la retratara.
 Warhol, Dalí, Man Ray, Marie Laurencin, Graham Sutherland, William Dobell… Son sólo algunos de los que aceptaron pintar a esta mujer de barbilla erguida y pelo negro recogido en un moño estirado que acentuaban su poderosa personalidad.
Aquellos óleos, fotos o dibujos con su imagen eran la representación de una aplastante seguridad en sí misma, la promoción de su individualismo y autodefinición que, predicaba, toda mujer debía ejercer para alcanzar su libertad.
 Eran, de hecho, un recuerdo de una independencia por la que había luchado desde que salió de su Polonia natal huyendo de un matrimonio de conveniencia
. Eran la imagen de un gran ego, el de “la primera millonaria hecha a sí misma, un icono global de emprendedurismo femenino y una líder de moda, diseño y filantropía”, como recuerda Mason Klein, el comisario de Helena Rubinstein: Beauty is Power (La belleza es poder).
Retraro de Helena Rubinstein, 1957. / Galeria Daniel Katz
El Museo Judío de Nueva York reivindica su nombre e influencia que creen olvidados y explora por primera vez en esta exposición el universo artístico y estético de Helena Rubinstein a través de más de 200 objetos: desde los retratos, a su vestuario (Elsa Schiaparelli, Poiret…), sus primeros anuncios, productos cosméticos y su amplísima colección de arte.
Beauty is Power es el eslogan que Rubinstein eligió para el anuncio de su primer producto, la crema Valaze, que empezó vendiendo en Australia, adonde llegó en 1896, y con la que fundó un imperio cosmético mundial.
 Durante el cambio de siglo, el maquillaje estaba solo asociado a actrices y prostitutas, sin embargo, Rubinstein estaba convencida de que los productos cosméticos eran la manera que tenía la mujer de transformarse, de elegir su identidad y afirmar su libertad.
 La belleza era poder para ella. Y aunque murió, en 1965, antes de que las nuevas feministas lo pusieran en duda y consideraran el maquillaje una manera de convertir a la mujer en objeto, Rubinstein se reafirmó cuando, al instalarse en Nueva York en 1915, conoció a las sufragistas que se pintaban los labios de rojo como símbolo de emancipación.
“La subjetividad se da hoy por hecha”, dice Klein. “Pero el sentido de individualidad e independencia que Rubinstein promovía era nuevo en el siglo XX.
 Dando la posibilidad a las mujeres de mejorar su aspecto y encontrarse a sí mismas como individuos, contribuyó a su empoderamiento”.
Por eso, los salones de belleza que tenía en Nueva York, Londres o París, no eran simples spas. “Los salones de belleza de Helena Rubinstein eran lugares donde no sólo se aprendía a mejorar el aspecto –dice Klein–, también se animaba a reconsiderar los estándares del gusto, a aprender sobre diseño, color y arte”.
El estudio de Rubinstein a principios del siglo XX en Francia. / Museo de Arte de Tel Aviv
Inspirada por los salones literarios europeos, Helena Rubinstein diseñaba sus centros estéticos como lugares de conocimiento.
 Así, supervisaba su decoración, colgando en sus paredes las obras de arte vanguardista que empezó a coleccionar en cuanto le llegó el éxito.
“No era solo una mecenas de arte europeo y latino”, recuerda Klein. Miró, Braque, Picasso, Nadelman, Kahlo estaban entre sus adquisiciones. “También fue una de las pioneras en coleccionar arte de Oceanía y África”
. Y, además, una enamorada de las habitaciones en miniatura, desde un salón barroco español a un estudio en Montmartre, que se pueden ver por primera vez en 50 años en esta exposición, junto a todos esos retratos que se obsesionó en encargar a todo artista conocido.
Durante décadas solo se le resistió un pintor, un amigo, Pablo Picasso
. Decidida a conseguirlo, en 1955, Rubinstein se presentó en la casa del artista en la Costa Azul, y éste aceptó hacer algunos bocetos para un futuro cuadro que jamás pintó.
 “El teatro del rostro era su ocupación diaria, la aplicación de la personalidad, su negocio”, dice Klein sobre la pasión de Rubinstein por los retratos. 30 bocetos le hizo Picasso, una docena se ve en esta exposición: una radiografía perfecta de esa personalidad poderosa que Helena Rubinstein se construyó.

La Junta revoca la Medalla de Andalucía de Isabel Pantoja.................................................Antonio Jesús Mora Caballero


Isabel Pantoja, tras recoger en 2002 la Medalla de Andalucía. / garcía cordero

El Gobierno andaluz ha iniciado los trámites para retirar la Medalla de Andalucía a la cantante sevillana Isabel Pantoja, después de que el Tribunal Supremo confirmara en junio su condena a dos años de prisión y a una multa de 1,14 millones de euros por blanqueo de capitales en el marco del caso Malaya.
 Es la primera vez que la Administración autónoma lleva a cabo la revocación de esta distinción desde su creación en 1985.
La artista recibió el reconocimiento en 2002 “por una labor artística que ha llevado el nombre de Andalucía a cualquier rincón del mundo”.
La presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha confirmado en Granada el inicio de este procedimiento, que se espera que sea aprobado antes del 12 de noviembre por el Consejo de Gobierno, informa Efe. Según el decreto que regula la concesión de estos galardones, la medalla podrá “ser revocada como consecuencia de la condena de su titular por algún hecho delictivo, así como por la realización de actos o manifestaciones contrarias a la Constitución, al Estatuto de Autonomía o a sus instituciones de autogobierno”.
Ya en abril de 2013, cuando Isabel Pantoja fue condenada en primera instancia por la Audiencia Provincial de Málaga, el Gobierno andaluz anunció su intención de retirar la distinción a la cantante una vez que la sentencia fuese firme.
La decisión la Junta ha sido calificada como “lógica” por el consejero de Justicia, Emilio Llera.
 “Ha participado en la corrupción política del Ayuntamiento de Marbella y, lógicamente, merece una respuesta drástica por parte del Gobierno de la Junta”, asegura.
“La medalla no puede lucir en la solapa de los corruptos ni de los que blanquean dinero”, critica el consejero de Turismo, Rafael Rodríguez.
 El coordinador general de IU, Antonio Maíllo, ha confiado en que el procedimiento no se “demore”. “Esta distinción debe ser para personas anónimas que consiguen avances sociales para su comunidad desde el trabajo solidario”, asegura.