Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

27 oct 2014

Aureliano Buendía y Pablo Iglesias........................................... Luisgé Martín

La idea de que basta con cambiar a los que mandan para corregir el rumbo es perversa y traerá frustración.

En Cien años de soledad,que es una novela más política de lo que se suele recordar, los conservadores y los liberales libran una formidable guerra. 
 Después de muchas batallas, el coronel Aureliano Buendía, jefe militar de los liberales, recibe a los representantes políticos de su propio partido, que han estado negociando la paz con el Gobierno conservador y que le traen una lista de demandas:
 “Pedían, en primer término, renunciar a la revisión de los títulos de propiedad de la tierra para recuperar el apoyo de los terratenientes liberales.
 Pedían, en segundo término, renunciar a la lucha contra la influencia clerical para obtener el respaldo del pueblo católico.
 Pedían, por último, renunciar a las aspiraciones de igualdad de derechos entre los hijos naturales y los legítimos para preservar la integridad de los hogares”
. Cuando terminan de exponer los términos de su acuerdo, el coronel Aureliano Buendía sonríe y les responde
: “Quiere decir que sólo estamos luchando por el poder”.

La izquierda democrática, sin embargo, tiene que enfrentarse siempre a esa paradoja: su propósito es hacer desaparecer las alienaciones de la sociedad, pero para ello tiene que conseguir ser votada por los alienados, que están sometidos o hechizados por los poderes dominantes.
 Recuérdese la célebre disputa entre Clara Campoamor y Victoria Kent en el debate parlamentario celebrado en 1931 sobre el sufragio femenino
. Buena parte de la izquierda se opuso en aquel debate al derecho al voto de las mujeres, alegando que su proximidad ideológica con la Iglesia católica y su falta de “reflexión y de espíritu crítico” las hermanaba demasiado con los partidos de derechas y que con ellas se acabaría arrastrando a la República hacia el conservadurismo más feroz.
El trabajo de Felipe González hasta 1982 consistió en aglutinar a esa mayoría social en torno a un proyecto común progresista
Los ciudadanos sometidos y humillados a los que la izquierda democrática invoca, en efecto, no son siempre demasiado ilustrados, disponen de una información manipulada o parcial, y tienen en muchos casos intereses personales contradictorios: unos ahorros que no quieren perder, una fe religiosa conservadora, unos minúsculos privilegios laborales o un sentimiento de patria xenófobo, por ejemplo.
 Pero a todos esos ciudadanos se les necesita para construir una mayoría política y con todos ellos hay que pactar, por lo tanto, para poder lograrla. ¿Es eso luchar sólo por el poder, como decía el coronel Aureliano Buendía, o es tener una estrategia racional y pragmática para cambiar las cosas?
El trabajo de Felipe González hasta 1982 consistió en aglutinar a esa mayoría social en torno a un proyecto común progresista.
El trabajo de Pablo Iglesias, ahora, parece querer ir por el mismo camino.
 Desde que Podemosobtuvo su espectacular resultado en las elecciones europeas de mayo, es muy difícil encontrar unas declaraciones suyas —o de su equipo más próximo— que no pueda suscribir cualquier ciudadano de izquierdas, moderado o radical.
 Desde muchas trincheras se les sigue acusando de leninistas, bolivarianos y utópicos, pero su discurso es ya sólo reformista y regenerador, como se demuestra en el esbozo de programa electoral aprobado en su asamblea fundacional del pasado fin de semana.
 Incluso sus propuestas económicas revolucionarias, tan impugnadas por expertos de todo tipo, han entrado en una fase de matización permanente y de condicionalidad, como si siguieran aquel consejo sabio de Ortega: “El verdadero revolucionario lo que tiene que hacer es dejar de pronunciar vocablos retóricos y ponerse a estudiar economía”.
“La única diferencia actual entre liberales y conservadores es que los liberales van a misa de cinco y los conservadores van a misa de ocho”, dice el coronel Aureliano Buendía muchos años después de aquella primera reunión
. Ésa es probablemente la sensación que tiene una buena parte de la sociedad española después de tres décadas de gobiernos alternativos de PP y PSOE. No es cierto que uno y otro sean lo mismo, pero sí existen indicadores reales que avalan la idea: la igualdad —la gran bandera de la izquierda— no ha aumentado más con los gobiernos progresistas.
 El coeficiente de Gini, que mide los niveles de desigualdad de los países, ha ido mejorando o empeorando en España al compás de la situación económica general, no del color de los gobiernos.
 Y eso, junto con la corrupción, es lo que ha terminado desencantando a muchos votantes antiguos de la izquierda y a la mayoría de los jóvenes: la creencia de que la acción política era irrelevante.
La casta viene de la gente; no ha llegado a España en platillos volantes
Podemos, como Rajoy (aunque con más juicio que él), ha hecho bandera del sentido común, no de la ideología
. No reivindican la revolución, sino una utopía casi doméstica. “Asaltar los cielos”, de momento, consiste sólo en construir un país decente y que funcione. Iglesias reconoce que es inviable hacer de repente un cambio global que transforme el capitalismo y reconoce que no es posible construir una sociedad sin injusticias, pero sí aspira a construir una en la que “no haya alguien con dieciocho cuartos de baño en su casa y otro al que se le comen las moscas”
. El mensaje tal vez es populista, porque lo complicado no es enunciar el objetivo, sino alcanzarlo tomando decisiones concretas en este mundo concreto, que es el único que existe.
 Pero seguramente en la situación de descomposición en que nos encontramos, laberíntica, un cierto grado de populismo tenga la virtud de ayudar a reformular los principios políticos gangrenados con los que convivimos desde hace años, y eso ya de por sí sería una buena noticia
. Cambiar el lenguaje, la mirada.
Sigue habiendo en el discurso de Podemos, sin embargo, una mancha negra que amenaza con convertir tarde o temprano su éxito en desengaño: la insistencia —en un país donde el que no defrauda es porque no tiene la ocasión de hacerlo, y no por convencimiento ético— de que todos los problemas los causan los que mandan.
 La casta viene de la gente, no ha llegado a España en platillos volantes, y cualquier intento de regeneración política pasa en consecuencia por poner patas arriba la cultura nacional del pelotazo, la pillería, el escaqueo y el clientelismo
. Desde el arrabal hasta el palacio de la Zarzuela.
 La hipótesis de que basta con cambiar a la clase dirigente para enderezar el rumbo es perversa y traerá frustración en el futuro.
El gran reto de Podemos, en cualquier caso, es conciliar al coronel Aureliano Buendía con los emisarios políticos de su partido
. Es decir, reunir a una mayoría social suficiente —con las renuncias que eso comporte— sin olvidar que el objetivo final no es alcanzar el poder, sino defender las libertades, construir una sociedad más igualitaria (no más pobre) y reivindicar esa fraternidad tan arrumbada desde hace décadas en todos los programas políticos.

 Lograr, en fin, que en la misa de cinco y en la misa de ocho empiecen a cambiar las parábolas del sermón.
Luisgé Martín es escritor.

 

El marido de Teresa Romero recibe el alta tras cumplir la cuarentena.................................. El País / Pilar Álvarez

ATLAS

Javier Limón, el marido de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, ha recibido el alta del hospital Carlos III de Madrid tras cumplir este lunes con la cuarentena de 21 días sin que se le detectara presencia del virus de ébola.
 Ha abandonado el centro en el coche de su abogado, que iba al volante, y tiene previsto ofrecer una rueda de prensa a las 18.00 para "agradecer el apoyo" recibido durante el internamiento por él y por su esposa, según ha señalado su despacho de abogados en un comunicado.
Limón ha indicado a la salida que quiere descansar cuando a las 9.45 ha dejado el centro por la salida del complejo del Instituto Carlos III, a unos 400 metros de la entrada del centro sanitario donde permanecían esperando periodistas y cámaras de televisión.
 El pasado miércoles, el marido de Teresa Romero indicó a EL PAÍS que lo más duro de la reclusión había sido "no poder defender" a la auxiliar.
 “Le atacaron para echarle la culpa de todo mientras ella estaba medio muriéndose”, señaló.
En el centro hospitalario permanecían hasta este mañana en observación un total de 11 personas que tuvieron contacto con Romero antes de que se confirmara su contagio por ébola
. A lo largo de la mañana, 10 de ellos ya han recibido el alta y han salido del hospital
. El único que permanecerá en el centro es el vecino de Fuenlabrada que viajó en la misma ambulancia que Teresa Romero. Este paciente sigue en observación por otras razones clínicas, según ha indicado una portavoz del hospital La Paz- Carlos III.

Así y excluyendo este caso, esta noche ya solo dormirá en el Carlos III la auxiliar de enfermería Teresa Romero
. Aunque el pasado martes dio negativo en la última prueba PCR del ébola y se le considera libre del virus, la paciente debe permanecer aislada aún unos días, según los criterios que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Uno de los médicos que atendió a Romero en el hospital de Alcorcón cuando ingresó de urgencia el pasado 6 de octubre ha dicho al salir del Carlos II que lo primero que quiere es “darle ánimos a Teresa”.
“Si el precio a pagar por salvar una vida iba a ser el aislamiento, lo volvería a hacer”, ha asegurado el médico interno residente (MIR) Javier Solana
. Ha hecho también un llamamiento a la sociedad (y a los Gobiernos del primer mundo) para que entiendan que hay miles de personas en África que están sufriendo por el ébola, que se ha cobrado ya casi 5.000 muertes y ha infectado a más 10.000 personas.
"Vivimos en un mundo globalizado en el que los problemas son globalizados", ha afirmado este médico.
Otros que han salido del hospital este lunes son un celador, cuatro enfermeras que tuvieron contacto con Teresa Romero y cuatro médicos de Alcorcón, el SUMMA y el Carlos III, entre ellos el doctor Juan Manuel Parra Ramírez, que atendió a la auxiliar de enfermería en el hospital de Alcorcón.
 Ante los periodistas, Parra ha celebrado que todo haya "terminado bien" y ha reconocido que el periodo de aislamiento ha sido "duro".
 Pero ha asegurado que también volvería a hacerlo: "Soy médico de urgencias, es mi trabajo". Ahora, lo que quiere hacer es olvidar todo, "respirar un poco" y abrazar a su familia.
Sobre la carta que envió a sus superiores tras atender a Romero (en la que denunciaba fallos en el protocolo, entre ellos que el traje de protección, que tuvo que ponerse más de doce veces, le estaba pequeño), Parra no ha querido opinar sobre si servirá para algo o no.
"Ya se verá, tiempo habrá", ha concluido.
La semana pasada ya se dio de alta a cinco de las personas ingresadas.
 Se trata de las dos peluqueras que depilaron a Teresa Romero antes de saber que tenía el virus, la médico de familia que la atendió en el centro de salud de Alcorcón cuando notó malestar, una limpiadora de este mismo centro y una amiga de la auxiliar de enfermería.

Cuando el cuerpo duele......................................................................... Rosa Montero

Con el dolor físico, cuando el cuerpo se rebela y se convierte en un enemigo que te maltrata y aprisiona.

 

Leo en un interesante libro de la psicóloga clínica Grela Bravo que casi el 10% de la población vive con dolor crónico de diversa intensidad.
 Ella misma forma parte de ese grupo de personas y el libro se titula Sobrevivir al dolor (Plataforma Editorial) y ha estado en las listas de más vendidos, cosa que no me extraña porque es un tema poco usual; como la misma Bravo dice, sobre el dolor pesa un tabú social.
 Desde luego sucede así con el dolor del corazón, con los duelos por la muerte de alguien, con la pena de vivir cuando la vida es penosa; pero sin duda, como bien apunta la autora, también ocurre con el dolor físico, cuando el cuerpo se rebela y se convierte en un enemigo que te maltrata y aprisiona.
El texto de Bravo habla del dolor en general, pero los apéndices tienden a centrarse en la fibromialgia, aunque desde luego ése no es ni mucho menos el único dolor crónico que existe.
 Hay infinidad de dolores de espalda, así como daños neuropáticos irrecuperables tras intervenciones quirúrgicas y accidentes.
 Por no hablar de la legión de jaquecosos y migrañosos o del casi 3% de enfermos de Parkinson, por ejemplo
. Sí, puede haber mucho sufrimiento asociado al cuerpo a lo largo de la vida.
 Y lo asombroso es la capacidad que tiene el ser humano para sobrellevarlo y adaptarse.
No puedes ignorar ese dolor, tienes que adaptar tu vida a ello; pero no puedes rendirte
De esa capacidad es de lo que escribe Grela Bravo en su libro, que en principio tiene el formato de un texto de autoayuda, pero que es más poético que otra cosa.
 En cierto sentido echo de menos que la obra hubiera sido más testimonial, que hubiera hablado más de lo personal y lo concreto, pero comprendo que es un tema que se sitúa en la esfera de lo indecible y que hay que acercarse a él dando rodeos.
 El dolor, explica en primer lugar Bravo con formidable lucidez, es lo que el paciente dice que es. No hay manera de medir el dolor objetivamente; el facultativo tiene que escuchar y respetar lo que dice el enfermo.
 Y esto no siempre sucede.
La clase médica tiende a desesperarse ante las enfermedades que no consigue curar y esa frustración suele descargarla con el paciente. Recuerdo ahora el caso de Pierre Curie, cuyos huesos se estaban deshaciendo a causa de la radiactividad y que sufría dolores terribles; sus médicos, que ignoraban los letales efectos del radio, vinieron a decir que lo que le pasaba a Curie es que estaba demasiado nervioso
. La culpabilización del enfermo ha sido una constante en las dolencias poco conocidas.
 Hasta ayer mismo, las enfermas de fibromialgia han sido tratadas como histéricas empeñadas en llamar la atención; y todavía hay síndromes, como el de Sensibilidad Química Múltiple, que siguen sin ser plenamente aceptados.
 Qué terrible que tu dolor sea banalizado y considerado un síntoma de desequilibrio mental. Como si, igual que un niño caprichoso, te empeñaras en seguir sufriendo.
Esa falta de respeto y de apoyo médico empeora sin duda el aguante del dolor.
 Hace algunos años se hizo un experimento con un grupo de enfermos de ahora no recuerdo qué dolencia
. Al 25% del colectivo no se le administró ninguna medicina; a otro cuarto se le dio el tratamiento correcto; el cuarto siguiente recibió un placebo, y los restantes, por último, tomaron también un placebo, pero sabiendo que lo era
. Pues bien, los que más mejoraron fueron, naturalmente, los que recibieron la medicina adecuada y, después, los que ingirieron el placebo inconscientes de ello
. Pero, para pasmo de los investigadores, resultó que los que tomaron a sabiendas las medicinas de mentira también mejoraron con respecto al grupo que no recibió ningún tratamiento. ¿Y por qué sucedió eso?
 Pues el trabajo no extraía conclusiones causales, pero yo creo que es evidente que los enfermos a los que nadie hacía caso siguieron encerrados en su dolencia, mientras que las personas que tomaron placebo de manera consciente por lo menos gozaban de la plena atención de los médicos y eran seguidos estrechamente en su evolución.
 Necesitamos que nos escuchen y que nos tengan en cuenta.
 Una buena relación con tu médico disminuye la percepción de tu dolor, y también hay estudios que demuestran esto.
Lo que más me ha gustado del libro de Grela es el camino que señala para atravesar el dolor, un difícil pero espléndido trayecto que exige, en primer lugar, asumir que no puedes ignorar ese dolor, que tienes que admitir tus limitaciones y adaptar tu vida a ello; pero, una vez hecho esto, hay que tener claro que no puedes rendirte.
 Tu vida es mucho más grande que tu dolor, y la actitud, explica la guerrera Grela Bravo, es lo que mide la diferencia entre el dolor y el sufrimiento.

 Y, como decía el neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, que sobrevivió durante tres años en los campos de concentración nazis de Auschwitz y Dachau, lo único que no te pueden quitar es la actitud.
@BrunaHusky
www.facebook.com/escritorarosamontero, www.rosa-montero.com

La momia de Bridget Jones............................................................................................Luz Sánchez-Mellado

Estamos de acuerdo en que, con tanto sube y baja en la báscula por el guion, el efecto yoyó haya pasado factura a Renée Zellweger. Pero no nos la pegas, mona.

Renée Zellweger, en su última aparición pública, detonante de su comentado cambio físico. / Mario Anzuoni (Reuters)

Dicen los delicados de espíritu que, a ciertas edades, hay que elegir entre cara o culo.
 Suelen ser varones hablando de mujeres, obviamente, porque para ellos lo de calva o barriga no suele ser una disyuntiva, sino un pack más indivisible que el de los yogures
. Otros, más ibéricos de bellota, sostienen que, pasados los 40, las señoras o se ajamonan o se amojaman, qué ingeniosos
. Ellos no, por supuesto.
 Ellos vienen atocinados de serie, y ya se sabe que el sebo cuanto más añejo, más rancio.
 En fin, dirás que a cuenta de qué me meto yo solita en esta guerra de sexos así a lo tonto, con la cantidad de causas justas que hay ahora mismo en el globo.
Pues mira, porque me acabo de hacer sin querer un selfie buscando el móvil con la cabeza metida en el bolso, y cuando he visto el documento gráfico, he concluido con el gurú Floriano  que, en ciertas batallas perdidas, la mejor defensa es un ataque gratuito.
Qué zanjas, qué socavones, qué papada, qué careto.
 O sea, ¿que esa cacatúa soy yo cuando bajo la guardia?
 Al final van a tener razón todos los machistas anónimos autores de todas las sentencias del refranero. Pellejas, no sé, allá cada una con el uso y disfrute de su cuerpo.
 Pero, desde luego, cuanto más viejas, más pellejos, congéneres, eso es un hecho científico.
 Como que estaba ya por pedir hora con el costurero de guardia de Corporación Dermoestética para que me metiera los dobladillos de la jeta, cuando he visto la foto del antes y el después de Renée Zellweger y he decidido darme un tiempo antes de recurrir a soluciones quirúrgicas
. Porque, vamos a ver, Renée, hija, ¿tú qué te has hecho en la cara?
Ya sé que vas diciendo que estás feliz con tu novio, que llevas una vida supersana y que todo eso se te refleja en el rostro
. Vale, aceptamos bulo como animal de compañía. Estamos de acuerdo en que, con tanto sube y baja en la báscula por exigencias de tus guiones, el efecto yoyó te haya pasado factura y hayas querido ponerle remedio
. Pero a nosotras no nos la pegas, mona.
 Por mucho que tu pareja te tenga sorbido el seso, se necesita mucho más que endorfinas para convertir los mofletes de Bridget Jones en la momia de Tutankamon
. Total, para parecer cinco minutos más joven y cinco siglos más antigua.
A ver, que yo no soy nadie para juzgarte, y menos con estos surcos por carrillos
. Ya sabemos que Hollywood es cruel con las mujeres y que, mientras ellos a los 45 están en su mejor momento, nosotras ya no estamos ni para los leones de la Metro.
 Pero, no sé, digo yo que las divinas podríais ir oponiendo un poquitín de resistencia a esa dictadura, ¿no?
 O, al menos, no chulear a las humanas diciendo que vuestras mutaciones se deben a dormir ocho horas, correr ocho kilómetros y beber ocho litros de agua al día.
 Y dicho esto, voy a pimplarme un cocido para resolver el falso dilema entre cara y culo
. Que no os engañen, chicas: se puede tener de todo. Solo hay que ver las fotos de Máxima de Holanda y Letizia de España en la visita de nuestros Reyes júnior a los Países Bajos.
 Yo no digo nada, Reina, pero a veces, más es más, diga lo que diga Junqueras.