Por primera vez en su vida, Isabel Preysler afronta una situación
nueva, la soledad de una mujer sin pareja
.Casada a los 18 años con Julio Iglesias, sus siguientes matrimonios con Carlos Falcó y Miguel Boyer se sucedieron casi de inmediato, sin apenas tiempo para considerarse una mujer libre.
Cuando decidió romper con Julio, Isabel se propuso emprender una vida de diversión que no había conocido antes
. En Filipinas, porque era muy joven y sus padres gente muy estricta
.Y a su llegada a Madrid, porque enseguida conoció a Julio Iglesias y tuvieron que casarse antes de lo previsto, ya que estaban esperando un hijo
. Cuando tuvo constancia de las infidelidades del cantante, decidió tomarse la libertad que un marido a la antigua, posesivo y celoso, no le había permitido disfrutar.
Con su vecina y amiga Carmen Martínez Bordiú, cansada también de su matrimonio con Alfonso de Borbón Dampierre, empezaron a hacer vida social en solitario, se divertían dentro y fuera de España, pero este raro paréntesis duró poco
. Enseguida apareció Carlos Falcó, marqués de Griñón y el amor la convirtió otra vez en una señora casada y madre de nuevo.
De Miguel Boyer se enamoró perdidamente mientras era todavía la marquesa de Griñón y han estado juntos casi 30 años.
Así que a los 63, Isabel se encuentra sola por primera vez, pero también tranquila .
Los dos últimos años han sido duros, durísimos
. Con Miguel enfermo, la casa se había convertido en un trasiego de enfermeras, fisioterapeutas, médicos y visitas.
Y era ella quien llevaba las riendas. «Lo que diga la señora», contestaba siempre Miguel Boyer si alguien del servicio le peguntaba qué hacer .
Ahora Isabel tiene que tomar decisiones de otra índole y siempre en solitario.
Como qué hacer con una casa de 2.000 metros cuadrados, siete personas de servicio y unos gastos astronómicos de mantenimiento.
Su madre, Betty Arrastia, de casi 90 años, pasa largas temporadas con ella en Madrid.
Sus sobrinos, los hijos de su hermana Beatriz, que murió hace dos años, están con ella a menudo. Y su hija Ana Boyer vive todavía en la casa de sus padres, pero su relación con Fernando Verdasco es seria.
Podría irse cualquier día.
"Miguel Boyer era hombre de sueldazos, no de fortuna", comenta un amigo de la familia.
"La economía doméstica depende de Isabel desde la enfermedad de su marido. Es de sentido común que venda la casa, demasiado grande y demasiado cara para una mujer cuya vida va a cambiar radicalmente".
.Casada a los 18 años con Julio Iglesias, sus siguientes matrimonios con Carlos Falcó y Miguel Boyer se sucedieron casi de inmediato, sin apenas tiempo para considerarse una mujer libre.
Cuando decidió romper con Julio, Isabel se propuso emprender una vida de diversión que no había conocido antes
. En Filipinas, porque era muy joven y sus padres gente muy estricta
.Y a su llegada a Madrid, porque enseguida conoció a Julio Iglesias y tuvieron que casarse antes de lo previsto, ya que estaban esperando un hijo
. Cuando tuvo constancia de las infidelidades del cantante, decidió tomarse la libertad que un marido a la antigua, posesivo y celoso, no le había permitido disfrutar.
Con su vecina y amiga Carmen Martínez Bordiú, cansada también de su matrimonio con Alfonso de Borbón Dampierre, empezaron a hacer vida social en solitario, se divertían dentro y fuera de España, pero este raro paréntesis duró poco
. Enseguida apareció Carlos Falcó, marqués de Griñón y el amor la convirtió otra vez en una señora casada y madre de nuevo.
De Miguel Boyer se enamoró perdidamente mientras era todavía la marquesa de Griñón y han estado juntos casi 30 años.
Así que a los 63, Isabel se encuentra sola por primera vez, pero también tranquila .
Los dos últimos años han sido duros, durísimos
. Con Miguel enfermo, la casa se había convertido en un trasiego de enfermeras, fisioterapeutas, médicos y visitas.
Y era ella quien llevaba las riendas. «Lo que diga la señora», contestaba siempre Miguel Boyer si alguien del servicio le peguntaba qué hacer .
Ahora Isabel tiene que tomar decisiones de otra índole y siempre en solitario.
Como qué hacer con una casa de 2.000 metros cuadrados, siete personas de servicio y unos gastos astronómicos de mantenimiento.
Su madre, Betty Arrastia, de casi 90 años, pasa largas temporadas con ella en Madrid.
Sus sobrinos, los hijos de su hermana Beatriz, que murió hace dos años, están con ella a menudo. Y su hija Ana Boyer vive todavía en la casa de sus padres, pero su relación con Fernando Verdasco es seria.
Podría irse cualquier día.
"Miguel Boyer era hombre de sueldazos, no de fortuna", comenta un amigo de la familia.
"La economía doméstica depende de Isabel desde la enfermedad de su marido. Es de sentido común que venda la casa, demasiado grande y demasiado cara para una mujer cuya vida va a cambiar radicalmente".
Isabel Preysler, en la recepción el día de la proclamación de Felipe VI.
EL MUNDO