Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 oct 2014

Aventuras criminales.................................................................. Javier Marías

El Estado no tiene por qué pagar una suma millonaria para liberar a los imprudentes de terroristas, ni otros jugarse el cuello por sacarlas de la cueva en la que se han metido.

Seré yo el anómalo, como de costumbre.
Sin duda por eso la mayoría de las “iniciativas” actuales me parecen imbecilidades, en el mejor de los casos puerilidades.
 Muchas son inocuas y por tanto carecen de trascendencia, pero, no sé, me cuesta entender que los “cebos” para recaudar fondos y luchar contra enfermedades consistan en que unos corredores barceloneses hagan una carrera por las vías del metro (donde no hay paisaje ni aire), o en que un montón de celebridades mundiales se echen encima cubos de agua helada.
Al parecer, la gente paga por verlo (por qué eso atrae, para mí es un misterio) y así hay más dinero para buscar la cura de no sé qué dolencia. Nada mueve tanto a la solidaridad como las maratones, que se celebran todos los domingos del año, arrebatando así las ciudades a los sufridos transeúntes, que ya no pueden pasear jamás por sus centros en día festivo.
 A esto se añaden las “diversiones”, fomentadas invariablemente por los ayuntamientos cretinos. ¿Qué me dicen de los llamados “perrotones” –el mero nombre merece castigo–, en que los desconsiderados dueños de perros interrumpen el tráfico para trotar, todos juntos, en compañía de sus pobres y desdichados perros (desdichados por padecer a tales amos)?
Pero hay cosas que sí tienen repercusiones, y que cuestan la vida a otros o se la ponen en peligro. Comprendo que al que no le quede más remedio –admirables corresponsales, médicos, ingenieros, alguien a quien obliga su empresa– viaje a países intransitables y feroces, que por desgracia hoy son muchísimos
. Ya me resulta más difícil que haya tantos “cooperantes” y “voluntarios” y miembros de ONGs que, ni cortos ni perezosos, se trasladen a regiones árabes o africanas en las que, por su mera condición de occidentales, pasarán a ser codiciadas presas para secuestros, chantajes y –a la postre– financiación de terroristas
. Se sabe que gran parte del dinero del que dispuso al principio el autodenominado Estado Islámico procedía de los rescates abonados por España, Francia, Italia y otros países para salvar a compatriotas rehenes. Es fuerte la tentación de pagar lo que sea (todos los Gobiernos niegan hacerlo, pero los únicos que no mienten son los Estados Unidos y el Reino Unido)
. Y, sin embargo, con cada cesión se está fortaleciendo económicamente a los terroristas y se los anima a seguir recaudando por el mismo procedimiento.
Cada vez que un rehén es soltado, respiramos con alivio y nos alegramos, y no solemos pensar que esa liberación va a suponer más secuestros y más armamento con el que se asesinará a mansalva. Sabiéndose todo esto desde hace tiempo, lo que uno no concibe es que los “cooperantes” no refrenen sus ansias de ayudar en zonas impracticables
. Cómo no se dan cuenta de que lo más probable es que les salga el tiro por la culata y, en vez de ser útiles a nadie, se conviertan en un gigantesco problema, para sí mismos y para todo el mundo.
Una característica de estos tiempos es que pocos se piensan las cosas dos veces, antes de hacerlas”
Una característica de estos tiempos es que pocos se piensan las cosas dos veces, antes de hacerlas. “Me apetece esto y, si surge un contratiempo, que me saquen las castañas del fuego”, parece ser la divisa imperante
. No quisiera estar en la piel de ese montañero que este verano se rompió un tobillo en los Picos de Europa (creo). Un helicóptero de la Guardia Civil fue a socorrerlo, y sus tres ocupantes se mataron en el intento
. Hay autonomías que se plantean, o han aprobado, cobrar a los excursionistas negligentes el costo de sus rescates. Es lo de menos, no todo se puede tasar en dinero
. Lo grave es que alguien –y hoy son legión– decida correr una aventura que, en el caso de torcerse, puede poner otras vidas en riesgo, y eso sucede en demasiadas ocasiones.
 Quizá ese montañero no fue imprudente, o acaso lo fueron los tripulantes del helicóptero (lo ignoro, tal vez todo fue pura mala suerte), pero, si yo fuera él, no podría evitar tener sobre mi conciencia, al menos en parte, la muerte de esos tres guardias civiles.
“Si no me hubiera subido al monte”, pensaría, “seguirían vivos esos hombres”. En un reportaje de J.A. Aunión en este diario leo unas declaraciones sobre el “auge” del montañismo:
“Además, se observó que, cuando los rescatados eran entrevistados por los medios, no eran conscientes de lo que habían hecho y de lo que había supuesto su rescate, dando una sensación de haber tenido una aventura divertida”. Sin duda habrá numerosas excepciones: gente responsable y preparada, que intentará valerse por sí sola y no subestimará la montaña.
 “El monte ya no impone respeto”, era sin embargo el titular de esa crónica. Y en ella señalaba alguien: “Antes a la montaña sólo iban la gente de los pueblos y los montañeros federados; ahora va todo el mundo”. Sólo en Cataluña hubo 697 rescates en 2013, una media de casi dos diarios, lo cual parece una locura tratándose de actividades para las que no muchos estarán entrenados.
 Ese es el problema: hay demasiadas personas que lo quieren hacer todo, estén o no facultadas para ello. Personas maleducadas, imbéciles, criminalmente frívolas a menudo.
 Nada que objetar a que se pongan en peligro si se les antoja. Eso sí, siempre y cuando asuman que es bajo su responsabilidad exclusiva
. Que el Estado no tiene por qué pagar una suma millonaria para liberarlas de terroristas, ni otros individuos jugarse el cuello por sacarlas de la cueva en la que se han metido o del risco al que han trepado. elpaissemanal@elpais.es

 

Las clínicas dentales invaden España.................................................................................. Fernando Barciela


Clínica Vitaldent en Collado Villalba (Madrid). / SANTI BURGOS

Dentix es el último ejemplo en el sector de las clínicas dentales, que vive un auge inédito en los últimos años. Fundada en 2010 por Ángel Lorenzo, odontólogo e hijo de protésico dental, empezó con cuatro clínicas (50 empleados) pero ya va por las 80 (1.400 empleados) y llegará a 100 a finales de año
. Su crecimiento está siendo tan rápido —este año creará 1.000 empleos— que espera facturar 200 millones de euros este año, casi el triple que en 2013.
Desde que Vitaldent iniciara su camino como franquicia en 1997, han surgido decenas de cadenas similares.
Y aun cuando Vitaldent sigue siendo la más grande, con 434 centros, otras como Unidental, fundada en 1998, tiene 160 centros, o CareDent, creada en 2004, suma ya 95. Este sector fue, según DBK, el único que creció en 2012.
Las clínicas estéticas u oftalmológicas bajaron su facturación ese año, pero las dentales crecieron un 2,4%, hasta ingresar 595 millones de euros.
Todo esto no hubiera ocurrido sin la franquicia, con 25 o 30 enseñas.
 Dadas las fuertes inversiones necesarias (un mínimo de 200.000 euros), para muchas empresas fue el único modelo posible.
 Pero la franquicia es solo parte de la historia. Lorenzo, de Dentix, quien ha optado por centros propios, cree que "el cambio desde el dentista privado a estas redes era inevitable".
 También Luis Cañadas, fundador de CareDent, apunta que ha "elegido el modelo de redes porque el tradicional se había quedado obsoleto".
 Cañadas opina que "la mayor complejidad de las especialidades dentales imposibilita que un dentista dé respuesta a todas las necesidades de sus pacientes.
 Hay que tener un equipo de especialistas, y eso exige un modelo empresarial". Y trabajar en red genera economías de escala
. "Nos permite negociar con los proveedores", explica Lorenzo, "y centralizar servicios y así bajar costes y abaratar precios". Cañadas añade: "Esto nos permite desarrollar líneas comerciales y de publicidad y formar a nuestros médicos".
Las tecnologías que "permiten prestaciones de más calidad, más rápidas y a menor precio", dice Lorenzo, no están al alcance del dentista particular.
Es el caso del CAD-CAM (diseño de la prótesis por ordenador y su envío al laboratorio, donde se fabrica digitalmente), la radiografía 3D, la regeneración ósea o los sistemas de cirugía guiada. "Ahora estamos incorporando el escáner intraoral", cuenta el empresario, "que permite tomar las medidas dentales de modo tridimensional, sin utilizar las pastas que disgustan a los pacientes".
Las nuevas cadenas permiten economías de escala, por lo que el precio es más bajo que en Bulgaria o Rumanía
¿Qué ha llevado a los pacientes a decantarse por el modelo? En primer lugar el precio, que ha generado, asegura Cañadas, "una democratización de la odontología. España ya pone más implantes que Francia o Inglaterra.
 En este país hay gente con poder de compra a la que le faltan dientes". Las empresas tampoco han vacilado en utilizar cualquier herramienta de marketing que atraiga clientes
. Y se han beneficiado de la ausencia de prestaciones dentales en el sistema público, algo que, explica Santiago Barbadillo, de Barbadillo y Asociados, una consultora de franquicias, "ocurre en toda Europa, donde estas coberturas son muy bajas".
España lleva, además, la delantera en Europa en la proliferación de estos centros. "España es el país con más redes de clínicas, mayor penetración y crecimiento del modelo", afirma Cañadas, algo que se debe sin duda también al factor precio, ya que "son incluso inferiores a los de Colombia, Rumania o Bulgaria". ¿Dónde está el secreto? Todos afirman que en los bajos salarios practicados aquí, a tal punto que el propio fundador de CareDent reconoce que "ya están por debajo de lo aconsejable".
 No extraña que en el Consejo General de Colegios de Dentistas de España, su presidente, Óscar Castro, denuncie "sueldos bajísimos, a veces de 800 euros, y lo que es peor, que en algunas empresas muchos médicos cobren a comisión, sin Seguridad Social, obligados a un mínimo de facturación para subsistir".
La clave está en la abundancia de dentistas, que "no tiene", según Cañadas, "parangón en Europa.
 Se forman más dentistas italianos en España que en Italia".
 Castro, del Consejo, dice que "hay más de 30.000 dentistas aquí, uno por cada 1.200 habitantes, cuando, según la OMS, debe haber uno por 3.500". Todo esto porque, dice, "han permitido abrir facultades y escuelas privadas de modo indiscriminado". Quizá esto explique que los intentos de exportar el modelo español no hayan sido exitosos
. Vitaldent, con 80 centros en Italia, tuvo que retirarse de Portugal. Pese a eso, todas las grandes redes tienen proyectos para fuera de España. "Queremos abrir unas diez clínicas en el extranjero antes de fin de año", asegura Lorenzo, de Dentix
. La primera estará en Bérgamo, Italia. Luego seguirán por Milán o Turín, donde Dentix tiene locales. También en México DF y en Colombia. CareDent, que tiene 25 clínicas en Italia, está desembarcando en Portugal.
Barbadillo cree que, dada la competitividad de las empresas, tienen posibilidades en el exterior. "Todos esos países donde el servicio es caro o poco especializado son interesantes".
 Pero, para lograrlo, "hacen falta, además, cadenas más grandes. Las nuestras son pequeñas", opina Cañadas.
 La solución estaría en plantear fusiones en el sector, algo que ocurrirá en los próximos años. No solo porque la tendencia al cierre de clínicas privadas es imparable, sino también porque algunas cadenas están al límite de la solvencia debido a las guerras de precios.
El Consejo de Dentistas cree que el Gobierno respalda esta expansión para no tener que ampliar los servicios dentales en la Seguridad Social
El sector ha vivido, de todos modos, en constante polémica con el Consejo General de Dentistas, que ha redoblado sus denuncias y solicitado la regulación de la publicidad.
 Este se muestra muy crítico con muchos mensajes, que considera "engañosos". "Esos anuncios en la tele, diciendo que colocan implantes a 250 euros son una falsedad", se queja Castro. "Es posible que el implante en sentido estricto pueda costar eso, pero hay que colocar la corona y al final, si no lees la letra pequeña, puedes acabar pagando 1.700 euros por pieza". Lorenzo, que ha fichado a la agencia Sra. Rushmore para sus campañas, afirma: "Cumplimos todas las normas", y subraya, "los Colegios, en las autonomías, pueden visar la publicidad, y la nuestra la visan".
Y Cañadas, de CareDent, opina que el Consejo "trata de proteger un modelo en declive, olvidándose que todos somos odontólogos (yo soy profesor en la Complutense) y estamos colegiados".
Al Consejo no le agrada el tono mercantilista del sector y culpa a la Administración por la expansión de las franquicias. "Le interesa estas clínicas de bajo coste porque así evita tener que dar prestaciones dentales en el sistema público (...). Lo que tienen que hacer es aumentar la cartera de servicios", dice Castro. Lorenzo contraataca: "El futuro es lo que estamos haciendo las cadenas. Bruselas va a liberalizar más el sector. ¿Por qué lo hace? Porque la liberalización permite más competencia y precios adecuados".

Lo privado..................................................................................... Juan Cruz

Escribo “lo privado” porque quiero referirme a lo público.
 Lo público es lo privado por otros medios. Cuidamos lo privado porque es nuestro, lo consideramos inviolable, como nuestra intimidad.
 Sin embargo, a lo público lo consideramos ajeno, parte de un Estado que aborrecemos, elemento de una Administración que no nos gusta, manejada además por políticos y por funcionarios que llevan años disgustándonos.
Este país maleducado cree que lo suyo es inviolable, pero viola lo público.
 En Madrid, donde escribo, el verano pasó de puntillas por la ciudad porque la Administración municipal no tuvo el decoro de limpiarla
. Maldito Ayuntamiento, es verdad.
 Pero los desperdicios que veíamos por la mañana los que paseábamos en agosto por sus calles principales (incluidas las adyacentes al Palacio de Correos) fueron arrojados o vertidos o dispuestos la noche anterior por cientos o miles de viandantes que consideraron que era más práctico hacer que la ciudad fuera un váter que buscar un váter.
Así que los que nos encontrábamos con el detritus maldecíamos a Ana Botella y a los suyos, pero no nos acordábamos de que somos nosotros mismos los que consideramos que como el aire es libre hay que empobrecerlo
. Tenemos, pues, en gran estima lo privado, pero tratamos lo público con el desprecio que usamos para referirnos a nuestros adversarios como si tuvieran que desaparecer debajo del manto de nuestra indiferencia o de nuestro rencor.
Cuanto menos respeto tengamos por el otro individuo, menos respeto tendremos por lo que significa lo público
No es tan solo un asunto administrativo o político el desprecio de lo público desde la esfera privada; es también una cuestión sentimental, y educativa
. Cuanto menos respeto tengamos por el otro individuo (privado), menos respeto tendremos por lo que significa lo público
. En la base de este desafuero está nuestra falta de educación, que no es tan solo expresión de urbanidad, sino que tiene que ver con los presupuestos y con la política, por tanto.
Sobre todo, con la política. Si la política condujera de veras los presupuestos de un país nuevo y mejor, la educación estaría en el primer renglón, pero esa es una asignatura que no conseguimos aprobar.
Eso es lo público, que no sabemos respetar.
 Ahora ya hemos visto lo que ha pasado con el dinero público (¿o privado?) de la vieja Caja Madrid, de qué manera disponían (para lo privado) los que habían sido elegidos para administrar lo público. Eso no solo sonroja porque muestra el poco respeto que estos señores tenían por lo de otros, sino por el poco respeto que se tenían.
¿Cómo no tuvieron la pulsión de decir que eso no era suyo? ¿Cómo es posible ese desvergüenza en la gestión pública?
Pues es fácil deducir que porque tienen poco respeto también por lo privado, porque en circunstancias iguales serían capaces de apropiarse también de lo privado. ¿Que no es así?
 Probablemente, pero a veces si no exageras no te agarran la metáfora.
Ahora se publica un libro admirable de Javier Pradera (Corrupción y política. Los costes de la democracia. Galaxia Gutenberg). Hombres de ese rigor sabían que la democracia es como la silla del dictador portugués que describe José Saramago.
Poco a poco la silla se va hundiendo con sus termitas, mientras nosotros pensamos que como las termitas no son nuestras no importa que la silla se vaya al garete.

Perder las amistades.....................................................................Elvira Lindo

Me produce desasosiego que lo de Cataluña haya llegado a un punto de no retorno.

 

En medio de la noche sonó el teléfono
. Como estábamos en Nueva York fui hacia él con el temor de escuchar una mala noticia. Al entrar en la cocina reconocí la voz que dejaba un mensaje, familiar para mí, quizá para ustedes, porque era la de un viejo compañero de Radio Nacional.
 Qué extraño que su voz poblara de pronto la densa oscuridad del apartamento pidiéndonos ayuda y consuelo.
 A nuestro amigo Javier, que pasaba unos días en la ciudad, le había doblado un cólico nefrítico.
 Era aún de madrugada cuando entramos en la parte trasera de la ambulancia, mi marido y yo flanqueándole, como escoltas o como si estuviéramos detenidos, porque la enfermera nos dejó unidos y atados con un mismo cinturón
. Fue toda una experiencia viajar por la ciudad saltándonos legalmente los semáforos.
 El enfermo se retorcía de dolor pero, al no correr peligro, disfrutamos como niños viendo por la ventanilla trasera sucederse las calles.
 También pensé, dada como soy a la truculencia, que si alguna vez me tocaba ir de protagonista en una camilla preferiría no cruzar las avenidas neoyorquinas sino la muy familiar Doctor Esquerdo, de camino al Marañón, por poner el ejemplo más recurrente en mi vida.
La patria es donde te atienden sin tener que entrar en el hospital con la tarjeta de crédito en la boca
Y es que no han sido pocas las veces en que viviendo fuera de mi ciudad he rumiado sobre qué era eso de la patria, por aquello de sentir de pronto añoranza de cosas concretas o encontrarme vulnerable.
 La patria es el sitio al que quieres volver si estás débil.
 Lo sé porque así lo he vivido. A la patria quieres regresar si estás enfermo; la patria es donde te atienden sin tener que entrar en el hospital con la tarjeta de crédito en la boca (esto se entiende si pasas un tiempo en Estados Unidos); la patria es donde tienes más amigos a los que recurrir; la patria es el lugar que contiene recuerdos de tu infancia; la patria es donde estudiaste el bachillerato
. Mi padre solía decir que el patriotismo se demuestra en la declaración de Hacienda.
La patria es, pues, el sitio donde además de recibir, das.
Con la interminable historia del referéndum catalán hay muchos columnistas que manifestándose en contra de la separación comienzan advirtiendo que no conciben patriotismo alguno
. Sospecho que en esto todos andamos con pies de plomo, y tenemos que comenzar diciendo que por no sentir no nos sentimos ni españoles.
 Para que no se diga. Yo no decidí dónde nací, de hecho, dada la biografía nómada de mi familia, vine a nacer en un lugar precioso, pero podía haberme tocado otro, y fui educada en la idea de que hay que tratar de amoldarse al lugar en el que se vive, no permitiendo que la nostalgia te impida disfrutar del espectáculo de la novedad, que es el que verdaderamente nos hace crecer.
 Pero aun así, yo sí que tengo patria.
 Mi patria es ese país que nombro cuando en el extranjero me preguntan de dónde soy
. Lo nombro con naturalidad y convencimiento, es lo que marca mi historia familiar, es una verdad no agresiva, es una evidencia carente de orgullo, y contiene elementos, como la forma de moverse, de expresarse y de pensar que saltan a la vista aunque uno mismo no las perciba
. Soy española. Sin dramatismos, oiga. Y soy de las que creían que existían tantas formas de serlo como españoles hay, por eso me produce un enorme desasosiego lo que ocurre en Cataluña, que parece haber llegado a un punto de no retorno.
Dicen que si hay una situación que el ser humano no puede soportar es la de rechazo
Se viene apelando a unos sentimientos de patria que no reconozco en mi catálogo sentimental, es decir, no experimento tan vehemente intensidad, no necesito distinguir mi nación de otras ni mantenerla en estado puro, no contaminada.
 Más bien trato de mantener distancia de la exaltación patriótica por cuanto la exhibición de banderas me hace pensar siempre en aquellos que se quedan fuera de los colores que se agitan.
 Pero tengo un corazón, por supuesto que lo tengo, un corazón que no late sólo a ritmo de racionalidad, que se encoge ante la demostración unánime de pasiones colectivas y que se resiente ante el rechazo.
 Dicen que si hay una situación que el ser humano no puede soportar es la de rechazo.
En toda la retórica sentimental en torno al asunto catalán se ha teorizado ampliamente sobre el cariño que debíamos demostrarle a Cataluña, o sobre la falta de cariño que los catalanes experimentaban.
 A mí siempre me ha parecido un argumento similar al que se emplea con un adolescente: si se comporta de manera esquiva es porque quiere que le queramos más.
Pero, por una vez, sobre todo llegados a este extremo, deberíamos poder mostrar, aquellos que no somos catalanes pero tampoco seguidores de un españolismo reaccionario, deberíamos, repito, desnudar nuestro corazón: ¡también lo tenemos en el lado correcto!
 Ese corazón que, al escuchar de pronto a un amigo catalán que desea la independencia, se queda acongojado.
Puede que tal vez ese amigo, acostumbrado a creer que cualquiera que contradiga sus aspiraciones es un reaccionario, no caiga en la cuenta de una razón que aun siendo esencial se le escapa, y es que defendiendo una frontera no se van a quebrar sólo los lazos políticos en abstracto. Hay algo más real en todo esto. Lo esencial aquí, además de las consecuencias económicas para las dos partes, es que lo que se podrían perder son las amistades. Y eso, ¿a nadie le importa?
Pues a mi que leo lo que usted escribe por ser la esposa de quien es, ¿No se iba a ir usted de este Periódico? total para lo que escribe y como lo escribe tenga por seguro que no la echaremos de menos.