30 sept 2014
Ana, más Boyer que Preysler........................................................................Mábel Galaz
Es hija de un exministro de Economía y una reina del corazón
Su relación con Verdasco ha puesto bajo los focos a una joven que eligió el camino paterno, sin renunciar a los beneficios del materno.
Dicen que es inteligente como su padre y elegante como su madre. Por un slogan casi igual, una firma de ropa de niños tuvo que quitarlo por ser machista, en este caso mientras la interfecta no diga nada quedará así la difinición de su carácter, pero parece estar muy cómoda en el lugar dónde está su madre, nada hace nada solo vestirse, irse de fiestas de sociedad y emanciparse lentamente. Así que Isabel realmente se buscará otra casa, ya ha dicho alguna vez que es muy grande y necesita tropecientos criados y asistentes personales.
Sacó su nuevo iPhone 5 S del bolso y consultó la aplicación de la
Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).
Estaba a bordo de un Land Rover participando, en Tenerife, en una prueba con fines solidarios
. El partido que despertaba su interés se jugaba a muchos kilómetros, en el estadio O2 de Londres. Era la final de dobles de la Copa de Maestros que disputaban Fernando Verdasco y Jesús Marrero. Los españoles ganaron el título tras un igualado juego a Mike y Bob Bryan, y en el coche, Ana Boyer casi saltó de alegría
. El tenis ha sido siempre su deporte favorito, pero más aún lo es desde que sale con Verdasco
. A sus 24 años, la única hija en común de Miguel Boyer e Isabel Preysler acapara portadas por esta relación, aunque, desde que nació, su vida ha estado en un escaparate que, hasta ahora, ha evitado todo lo posible, a diferencia de sus hermanos de madre.
Mientras Chabeli se fotografía con sus dos hijos en remunerados reportajes de revistas, Julio José busca una salida profesional en la música, Enrique triunfa por medio mundo con sus discos y Tamara combina su vida mediática con su fervor religioso, la hermana pequeña de la popular saga se prepara para comenzar su vida profesional
. Ana se ha pasado los últimos seis años estudiando.
“Sí, soy la más empollona de la casa. Bueno, en realidad soy la única, porque mis hermanos han escogido otros caminos”, cuenta por teléfono desde Tenerife.
“Por eso ahora me he tomado un tiempo de vacaciones para descansar y viajar”.
La hija de Miguel Boyer, para satisfacción del exministro de Economía del Gobierno socialista de Felipe González, tiene dos títulos universitarios —el de Derecho y el de Administración y Dirección de Empresas en ICADE— y un prometedor futuro por delante.
En diciembre comenzará a trabajar.
“Me interesa el mundo de la consultoría estratégica. Trabajaré en un banco de inversión y haré una rotación en varias empresas, pero no quiero dar nombres porque no les gusta”.
Ana ha llevado con discreción su carrera profesional, de la que ahora desvela algunos datos. “Estudié un curso en San Diego [EE UU], lo que en Europa sería un Erasmus; luego estuve un verano en Nueva York como becaria del Banco Santander”, recuerda.
También hizo prácticas en São Paulo (Brasil), para lo que tuvo que hacer un curso intensivo de portugués, lengua que habla bastante bien, aunque es el inglés el idioma que domina a la perfección, ya que en su casa se usa tanto como el castellano.
Ana es la única hermana que sigue viviendo en el domicilio familiar de la exclusiva urbanización madrileña de Puerta de Hierro. No tiene prisa por independizarse y menos aún cuando su padre se encuentra convaleciente del accidente cerebral que sufrió hace dos años.
El hogar de los Boyer-Preysler se ha adaptado para que el exministro continúe allí su rehabilitación. “Está mucho mejor, pero es un proceso lento”, cuenta su hija.
Con su madre pasó muchas horas en el hospital cuando la vida de Boyer estuvo en peligro.
“Fue en esa época cuando dejé un poco de lado los estudios”, explica
. Ahora es Isabel Preysler quien sigue más de cerca la evolución de la salud de su marido, a quien solo abandona para asistir a su trabajo como imagen de marcas de lujo por el que obtiene importantes cheques.
“La crisis nos afecta a todos en mayor o menos medida”, dice Ana.
“Estamos en un momento muy complicado, pero creo que las cosas van mejorando poco a poco”. Le preocupa el paro juvenil, que ella no sufre, pero sí sus compañeros.
“En ICADE hay una bolsa de trabajo muy buena y casi todos ya tenemos empleo, pero mis amigas del colegio sí están teniendo problemas.
Nuestra generación lo va a pasar muy mal”.
Ella, además de tener ocupación como consultora estratégica, cuenta con la baza de poder ganar dinero en actos públicos.
Hasta hace algunos años, Ana se resistía a aparecer en las fiestas y en las revistas que veneran a su madre, pero finalmente cayó en la tentación. “Hace tiempo que hago algunas cosas de este tipo, siempre las mismas”, cuenta.
“Y seguiré haciéndolas mientras pueda”.
Es la parte Preysler de su vida. “De pequeña era igual físicamente a mi padre, y también en la forma de ser.
Ahora creo que me voy pareciendo más a mi madre”. Y es que Ana tiene mucho de Boyer, pero también posee parte del glamour que desde hace décadas exhibe su madre y que le ha convertido en la reina del corazón.
De su mano ha pasado a formar parte del clan Porcelanosa, ese grupo de famosos que acompañan a los reyes de la baldosa allá por donde haya una tienda que inaugurar o una fiesta a la que acudir.
Ana, cuentan sus amigos, es algo tímida, pero muy sociable, quizá porque ha pasado muchas horas subida a unos tacones en salones con gente mucho mayor y muy variopinta.
Pero la cualidad que más destacan de ella es su sensatez.
“Los hermanos, a pesar de ser de padres distintos, se adoran.
Ella es quien aporta la opinión cabal cuando están juntos”, explica uno de estos amigos.
La nota discordante en su voluntad de discreción es su relación con Fernando Verdasco, conocido tanto por su juego en la pista como por sus conquistas fuera de ella.
“Sé la fama de ligón que tiene”, reconoce. “Estamos muy ilusionados, estamos conociéndonos”. La pareja fue descubierta hace algo más de un mes, aunque estaban juntos desde antes del verano
. Los pillaron jugando al tenis en un club de Boadilla (Madrid).
Desde entonces, en la casa de los Boyer-Preysler hay más coches de paparazis que de costumbre. “Estoy habituada a la prensa desde que nací
. No me preocupa. Supongo que esto pasará”, confiesa resignada.
Los fotógrafos han seguido sus pasos por los torneos de Estocolmo, París y Londres, a los que ha acudido para ver jugar a su novio. Verdasco, lejos de ocultarse, hace exhibición de sus sentimientos. En la semifinal de dobles de Londres se dirigió a la grada y dibujó un corazón con sus manos hacia el lugar donde se encontraba su chica.
En unas semanas, Verdasco se marchará a jugar a Catar y Dubái.
La pareja estará un mes alejada
. Ana sabe que será un momento clave en su relación. Él estará jugando al tenis, y ella, sentada en un despacho comenzando su trabajo como consultora estratégica.
Parece que, de momento, en su vida impera más el carácter Boyer que el Preysler.
Todo a su tiempo, cuando vea qué cómodo es presentar un anuncio glamuroso de bombones o sales de baño, se le quitará las ganas de trabajar lo que estudió en Icade, que por cierto, cuesta un pastizal, eso si sales cn trabajo seguro que para eso pagastes.
Estaba a bordo de un Land Rover participando, en Tenerife, en una prueba con fines solidarios
. El partido que despertaba su interés se jugaba a muchos kilómetros, en el estadio O2 de Londres. Era la final de dobles de la Copa de Maestros que disputaban Fernando Verdasco y Jesús Marrero. Los españoles ganaron el título tras un igualado juego a Mike y Bob Bryan, y en el coche, Ana Boyer casi saltó de alegría
. El tenis ha sido siempre su deporte favorito, pero más aún lo es desde que sale con Verdasco
. A sus 24 años, la única hija en común de Miguel Boyer e Isabel Preysler acapara portadas por esta relación, aunque, desde que nació, su vida ha estado en un escaparate que, hasta ahora, ha evitado todo lo posible, a diferencia de sus hermanos de madre.
Mientras Chabeli se fotografía con sus dos hijos en remunerados reportajes de revistas, Julio José busca una salida profesional en la música, Enrique triunfa por medio mundo con sus discos y Tamara combina su vida mediática con su fervor religioso, la hermana pequeña de la popular saga se prepara para comenzar su vida profesional
. Ana se ha pasado los últimos seis años estudiando.
“Sí, soy la más empollona de la casa. Bueno, en realidad soy la única, porque mis hermanos han escogido otros caminos”, cuenta por teléfono desde Tenerife.
“Por eso ahora me he tomado un tiempo de vacaciones para descansar y viajar”.
La hija de Miguel Boyer, para satisfacción del exministro de Economía del Gobierno socialista de Felipe González, tiene dos títulos universitarios —el de Derecho y el de Administración y Dirección de Empresas en ICADE— y un prometedor futuro por delante.
En diciembre comenzará a trabajar.
“Me interesa el mundo de la consultoría estratégica. Trabajaré en un banco de inversión y haré una rotación en varias empresas, pero no quiero dar nombres porque no les gusta”.
Ana ha llevado con discreción su carrera profesional, de la que ahora desvela algunos datos. “Estudié un curso en San Diego [EE UU], lo que en Europa sería un Erasmus; luego estuve un verano en Nueva York como becaria del Banco Santander”, recuerda.
También hizo prácticas en São Paulo (Brasil), para lo que tuvo que hacer un curso intensivo de portugués, lengua que habla bastante bien, aunque es el inglés el idioma que domina a la perfección, ya que en su casa se usa tanto como el castellano.
Ana es la única hermana que sigue viviendo en el domicilio familiar de la exclusiva urbanización madrileña de Puerta de Hierro. No tiene prisa por independizarse y menos aún cuando su padre se encuentra convaleciente del accidente cerebral que sufrió hace dos años.
El hogar de los Boyer-Preysler se ha adaptado para que el exministro continúe allí su rehabilitación. “Está mucho mejor, pero es un proceso lento”, cuenta su hija.
Con su madre pasó muchas horas en el hospital cuando la vida de Boyer estuvo en peligro.
“Fue en esa época cuando dejé un poco de lado los estudios”, explica
. Ahora es Isabel Preysler quien sigue más de cerca la evolución de la salud de su marido, a quien solo abandona para asistir a su trabajo como imagen de marcas de lujo por el que obtiene importantes cheques.
“La crisis nos afecta a todos en mayor o menos medida”, dice Ana.
“Estamos en un momento muy complicado, pero creo que las cosas van mejorando poco a poco”. Le preocupa el paro juvenil, que ella no sufre, pero sí sus compañeros.
“En ICADE hay una bolsa de trabajo muy buena y casi todos ya tenemos empleo, pero mis amigas del colegio sí están teniendo problemas.
Nuestra generación lo va a pasar muy mal”.
Ella, además de tener ocupación como consultora estratégica, cuenta con la baza de poder ganar dinero en actos públicos.
Hasta hace algunos años, Ana se resistía a aparecer en las fiestas y en las revistas que veneran a su madre, pero finalmente cayó en la tentación. “Hace tiempo que hago algunas cosas de este tipo, siempre las mismas”, cuenta.
“Y seguiré haciéndolas mientras pueda”.
Es la parte Preysler de su vida. “De pequeña era igual físicamente a mi padre, y también en la forma de ser.
Ahora creo que me voy pareciendo más a mi madre”. Y es que Ana tiene mucho de Boyer, pero también posee parte del glamour que desde hace décadas exhibe su madre y que le ha convertido en la reina del corazón.
De su mano ha pasado a formar parte del clan Porcelanosa, ese grupo de famosos que acompañan a los reyes de la baldosa allá por donde haya una tienda que inaugurar o una fiesta a la que acudir.
Ana, cuentan sus amigos, es algo tímida, pero muy sociable, quizá porque ha pasado muchas horas subida a unos tacones en salones con gente mucho mayor y muy variopinta.
Pero la cualidad que más destacan de ella es su sensatez.
“Los hermanos, a pesar de ser de padres distintos, se adoran.
Ella es quien aporta la opinión cabal cuando están juntos”, explica uno de estos amigos.
La nota discordante en su voluntad de discreción es su relación con Fernando Verdasco, conocido tanto por su juego en la pista como por sus conquistas fuera de ella.
“Sé la fama de ligón que tiene”, reconoce. “Estamos muy ilusionados, estamos conociéndonos”. La pareja fue descubierta hace algo más de un mes, aunque estaban juntos desde antes del verano
. Los pillaron jugando al tenis en un club de Boadilla (Madrid).
Desde entonces, en la casa de los Boyer-Preysler hay más coches de paparazis que de costumbre. “Estoy habituada a la prensa desde que nací
. No me preocupa. Supongo que esto pasará”, confiesa resignada.
Los fotógrafos han seguido sus pasos por los torneos de Estocolmo, París y Londres, a los que ha acudido para ver jugar a su novio. Verdasco, lejos de ocultarse, hace exhibición de sus sentimientos. En la semifinal de dobles de Londres se dirigió a la grada y dibujó un corazón con sus manos hacia el lugar donde se encontraba su chica.
En unas semanas, Verdasco se marchará a jugar a Catar y Dubái.
La pareja estará un mes alejada
. Ana sabe que será un momento clave en su relación. Él estará jugando al tenis, y ella, sentada en un despacho comenzando su trabajo como consultora estratégica.
Parece que, de momento, en su vida impera más el carácter Boyer que el Preysler.
Todo a su tiempo, cuando vea qué cómodo es presentar un anuncio glamuroso de bombones o sales de baño, se le quitará las ganas de trabajar lo que estudió en Icade, que por cierto, cuesta un pastizal, eso si sales cn trabajo seguro que para eso pagastes.
El largo viaje de Miguel Boyer.........................................................................Miguel Ángel Noceda
En su paso por el Gobierno de González demostró lo lejos que estaba de la ortodoxia socialista.
El exministro socialista Miguel Boyer Salvador falleció la mañana de
este lunes, día de su santo, en una clínica de Madrid, donde había
ingresado de urgencia a primera hora.
La causa del fallecimiento de Boyer, que tenía 75 años, fue una embolia pulmonar.
El que fuera superministro de Economía, Hacienda y Comercio en el primer Gobierno de Felipe González sufrió en 2012 una hemorragia cerebral que le dejó, entre otras secuelas, problemas de movilidad.
Cuando el PSOE ganó las elecciones de octubre de 1982 de forma aplastante, González ya tenía en la cabeza que su hombre para liberalizar la economía sería Miguel Boyer.
Su nombramiento fue toda una declaración de intenciones, que tensionó las relaciones con UGT, dirigida por Nicolás Redondo, y con el ala más a la izquierda del partido.
Boyer era un economista con tendencias liberales.
Para González, era el apropiado para hacer la transición en tándem con Carlos Solchaga (como ministro de Industria y posteriormente su sucesor) y dar paso a los cambios que la economía española necesitaba para entrar en la Comunidad Económica Europea (luego Unión Europea). Boyer se rodeó de un ramillete escogido de economistas como Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Guillermo de la Dehesa, Luis de Velasco, Josep Borrell, Petra Mateos (su jefa de gabinete) o José Víctor Sevilla, que dejó el cargo tras varios encontronazos en materia fiscal.
Desde el principio aplicó una estricta política monetaria para controlar la inflación; pero la primera actuación sonada fue la expropiación de Rumasa, descubriendo una trama contable del imperio de José María Ruiz-Mateos, quien tiempo después le agredió mientras la espetaba aquel famoso “que te pego leche”.
Hombre con fuerte carisma, que sabía que su opinión solía tenerse muy en cuenta, se alejó de viejos clichés socialistas. Aceleró la reconversión industrial, puso el embrión del contrato temporal y la reforma de las pensiones, que originó el vendaval definitivo para la ruptura con UGT
. Defendía la reforma laboral y el alargamiento de la edad de jubilación, instó a profundizar en las reformas estructurales que impulsó con el denominado decreto Boyer de liberalización de horarios comerciales y actualización de alquileres, que precisamente este año llega a su fin.
De su etapa queda, además, el choque ideológico con el vicepresidente, Alfonso Guerra, quien se opuso de forma rotunda a que Boyer fuera vicepresidente de asuntos económicos, como era su pretensión. González, que siempre le defendió, no quiso defraudar a Guerra y se quedó sin vicepresidencia, lo que le llevó a presentar la dimisión en julio de 1985
. Guerra le dedicó un libro biográfico con la frase “A Miguel Boyer, cíclope de la economía”. Este le comentó: “¿Con lo de cíclope quieres llamarme gigante o tuerto?”.
Guerra ganó la partida. Boyer lanzó más de un dardo envenenado:
“A Felipe se le escapó la crisis de la mano, si lo hace en 24 horas sale adelante el cambio, pero dejó que se convirtiera en un pulso”.
En esas fechas, Boyer ya había dejado a su mujer, la ginecóloga Elena Arnedo, con quien tuvo dos hijos, para irse a vivir a la casa del Ministerio con Isabel Preysler, que a su vez había abandonado al marqués de Griñón y con quien tendría una hija
. Esa relación y la casa de 14 baños le llevó a estar más en las páginas del corazón que en las de economía.
Su amigo Solchaga le encomendó entonces la presidencia del Banco Exterior, cargo en el que se codeó con los siete grandes bancos y banqueros, entre ellos el recientemente fallecido Emilio Botín. Posteriormente sería fichado por Construcciones y Contratas (luego FCC) de las hermanas Koplowitz y los Albertos.
Fue una época turbulenta en la que tuvo, entre otros episodios, que declarar en el caso Ibercorp, en el que estaban encausados sus amigos Mariano Rubio y Manuel de la Concha, miembros como él de la denominada beautiful people, una especie de gauche divine a la española, que se reunía en los canáculos de Madrid y en los veranos de Marbella.
Boyer había sido muy activo en la lucha contra la dictadura
. Fue detenido en 1962 tras ser sorprendido, junto a Luis Gómez Llorente y Miguel Ángel Martínez, mientras manipulaban una vietnamita, en la que imprimían pasquines.
Eso le llevó seis meses a la cárcel de Carabanchel y le despidieron de la Junta de Energía Nuclear en la que había entrado prácticamente desde que se había licenciado en Físicas.
Le entró entonces el gusanillo de la economía, ciencia en la que se doctoró y que le serviría para incorporarse al Banco de España, donde coincidió con los que serían íntimos amigos (Luis Ángel Rojo, Mariano Rubio, Solchaga…). Luego trabajó en el antiguo INI y Explosivos Río Tinto, donde destacó por su impronta contestaria.
Boyer había bebido la libertad en su casa
. Nació en la localidad francesa de San Juan de Luz, en el exilio al que se vio obligada su familia, perteneciente a la burguesía ilustrada que había perdido la guerra.
Su padre estaba en un campo de concentración y su abuelo materno, Miguel Salvador, fue condenado a muerte por Franco, pena que fue conmutada por una carambola al interceder el cuñadísimo Serrano Súñer por un compañero de celda.
Luego, ya instalada la familia en Madrid, estudió en el Liceo Francés, donde comenzó a despuntar por su brillantez, algo que resaltaría más tarde en los debates que le gustaba mantener.
En ellos destacaba por su fino sentido de la ironía, que florecía cuando lograba desprenderse de la timidez inicial.
Era también un hombre de vaivenes.
Ya en la transición, en 1977, dejó el partido, aunque no rompió su carnet —el número 19— de la Federación Socialista Madrileña “por nostalgia”.
Se pasó con Francisco Fernández Ordóñez, pero lo dejó porque Pacordóñez se integró en UCD. Intentó ser senador por Rioja Independiente, acercándose a la tierra de su familia materna (su bisabuelo Amós Salvador fue ministro de Hacienda en dos ocasiones con Sagasta).
Tras fracasar volvió al redil socialista, que ya dejaba el marxismo.
Encabezó la lista por Jaén con viejos y jóvenes militantes, entre ellos Cándido Méndez, que le sustituyó como diputado cuando Boyer dejó el Parlamento por incompatibilidad en 1981
. Luego vendría la dimisión como ministro, la baja del partido en 1996 por controversias por la incorporación al euro, y, poco después, el ruidoso acercamiento al PP, al aceptar hacerse patrono de la Fundación FAES presidida por José María Aznar.
Pero el idilio duro lo que tardó Aznar en apoyar la guerra de Irak.
Y, tras otro periodo, en el que presidió CLH (la antigua Campsa) y el grupo Hispania, volvió a acercarse al PSOE.
Era habitual en La Moncloa. En la celebración del 30º aniversario de la victoria socialista en 2012 y recién salido del ictus, se presentó en el acto en el que no se le esperaba y en el que los organizadores tuvieron que improvisar un cartel a mano con su nombre en primera fila, muy cerca de Guerra y siempre junto a Solchaga.
La causa del fallecimiento de Boyer, que tenía 75 años, fue una embolia pulmonar.
El que fuera superministro de Economía, Hacienda y Comercio en el primer Gobierno de Felipe González sufrió en 2012 una hemorragia cerebral que le dejó, entre otras secuelas, problemas de movilidad.
Cuando el PSOE ganó las elecciones de octubre de 1982 de forma aplastante, González ya tenía en la cabeza que su hombre para liberalizar la economía sería Miguel Boyer.
Su nombramiento fue toda una declaración de intenciones, que tensionó las relaciones con UGT, dirigida por Nicolás Redondo, y con el ala más a la izquierda del partido.
Boyer era un economista con tendencias liberales.
Para González, era el apropiado para hacer la transición en tándem con Carlos Solchaga (como ministro de Industria y posteriormente su sucesor) y dar paso a los cambios que la economía española necesitaba para entrar en la Comunidad Económica Europea (luego Unión Europea). Boyer se rodeó de un ramillete escogido de economistas como Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Guillermo de la Dehesa, Luis de Velasco, Josep Borrell, Petra Mateos (su jefa de gabinete) o José Víctor Sevilla, que dejó el cargo tras varios encontronazos en materia fiscal.
Desde el principio aplicó una estricta política monetaria para controlar la inflación; pero la primera actuación sonada fue la expropiación de Rumasa, descubriendo una trama contable del imperio de José María Ruiz-Mateos, quien tiempo después le agredió mientras la espetaba aquel famoso “que te pego leche”.
Hombre con fuerte carisma, que sabía que su opinión solía tenerse muy en cuenta, se alejó de viejos clichés socialistas. Aceleró la reconversión industrial, puso el embrión del contrato temporal y la reforma de las pensiones, que originó el vendaval definitivo para la ruptura con UGT
. Defendía la reforma laboral y el alargamiento de la edad de jubilación, instó a profundizar en las reformas estructurales que impulsó con el denominado decreto Boyer de liberalización de horarios comerciales y actualización de alquileres, que precisamente este año llega a su fin.
De su etapa queda, además, el choque ideológico con el vicepresidente, Alfonso Guerra, quien se opuso de forma rotunda a que Boyer fuera vicepresidente de asuntos económicos, como era su pretensión. González, que siempre le defendió, no quiso defraudar a Guerra y se quedó sin vicepresidencia, lo que le llevó a presentar la dimisión en julio de 1985
. Guerra le dedicó un libro biográfico con la frase “A Miguel Boyer, cíclope de la economía”. Este le comentó: “¿Con lo de cíclope quieres llamarme gigante o tuerto?”.
Guerra ganó la partida. Boyer lanzó más de un dardo envenenado:
“A Felipe se le escapó la crisis de la mano, si lo hace en 24 horas sale adelante el cambio, pero dejó que se convirtiera en un pulso”.
En esas fechas, Boyer ya había dejado a su mujer, la ginecóloga Elena Arnedo, con quien tuvo dos hijos, para irse a vivir a la casa del Ministerio con Isabel Preysler, que a su vez había abandonado al marqués de Griñón y con quien tendría una hija
. Esa relación y la casa de 14 baños le llevó a estar más en las páginas del corazón que en las de economía.
Su amigo Solchaga le encomendó entonces la presidencia del Banco Exterior, cargo en el que se codeó con los siete grandes bancos y banqueros, entre ellos el recientemente fallecido Emilio Botín. Posteriormente sería fichado por Construcciones y Contratas (luego FCC) de las hermanas Koplowitz y los Albertos.
Fue una época turbulenta en la que tuvo, entre otros episodios, que declarar en el caso Ibercorp, en el que estaban encausados sus amigos Mariano Rubio y Manuel de la Concha, miembros como él de la denominada beautiful people, una especie de gauche divine a la española, que se reunía en los canáculos de Madrid y en los veranos de Marbella.
Boyer había sido muy activo en la lucha contra la dictadura
. Fue detenido en 1962 tras ser sorprendido, junto a Luis Gómez Llorente y Miguel Ángel Martínez, mientras manipulaban una vietnamita, en la que imprimían pasquines.
Eso le llevó seis meses a la cárcel de Carabanchel y le despidieron de la Junta de Energía Nuclear en la que había entrado prácticamente desde que se había licenciado en Físicas.
Le entró entonces el gusanillo de la economía, ciencia en la que se doctoró y que le serviría para incorporarse al Banco de España, donde coincidió con los que serían íntimos amigos (Luis Ángel Rojo, Mariano Rubio, Solchaga…). Luego trabajó en el antiguo INI y Explosivos Río Tinto, donde destacó por su impronta contestaria.
Boyer había bebido la libertad en su casa
. Nació en la localidad francesa de San Juan de Luz, en el exilio al que se vio obligada su familia, perteneciente a la burguesía ilustrada que había perdido la guerra.
Su padre estaba en un campo de concentración y su abuelo materno, Miguel Salvador, fue condenado a muerte por Franco, pena que fue conmutada por una carambola al interceder el cuñadísimo Serrano Súñer por un compañero de celda.
Luego, ya instalada la familia en Madrid, estudió en el Liceo Francés, donde comenzó a despuntar por su brillantez, algo que resaltaría más tarde en los debates que le gustaba mantener.
En ellos destacaba por su fino sentido de la ironía, que florecía cuando lograba desprenderse de la timidez inicial.
Era también un hombre de vaivenes.
Ya en la transición, en 1977, dejó el partido, aunque no rompió su carnet —el número 19— de la Federación Socialista Madrileña “por nostalgia”.
Se pasó con Francisco Fernández Ordóñez, pero lo dejó porque Pacordóñez se integró en UCD. Intentó ser senador por Rioja Independiente, acercándose a la tierra de su familia materna (su bisabuelo Amós Salvador fue ministro de Hacienda en dos ocasiones con Sagasta).
Tras fracasar volvió al redil socialista, que ya dejaba el marxismo.
Encabezó la lista por Jaén con viejos y jóvenes militantes, entre ellos Cándido Méndez, que le sustituyó como diputado cuando Boyer dejó el Parlamento por incompatibilidad en 1981
. Luego vendría la dimisión como ministro, la baja del partido en 1996 por controversias por la incorporación al euro, y, poco después, el ruidoso acercamiento al PP, al aceptar hacerse patrono de la Fundación FAES presidida por José María Aznar.
Pero el idilio duro lo que tardó Aznar en apoyar la guerra de Irak.
Y, tras otro periodo, en el que presidió CLH (la antigua Campsa) y el grupo Hispania, volvió a acercarse al PSOE.
Era habitual en La Moncloa. En la celebración del 30º aniversario de la victoria socialista en 2012 y recién salido del ictus, se presentó en el acto en el que no se le esperaba y en el que los organizadores tuvieron que improvisar un cartel a mano con su nombre en primera fila, muy cerca de Guerra y siempre junto a Solchaga.
29 sept 2014
Rejuvenecer a precio de oro.............................................................José Fernández-Pacheco
En solo cinco años, un refugio alicantino se ha convertido en la meca saludable para famosos de todo el mundo entre quienes se incluyen cantantes, actrices, modelos y hasta jequesas.
Aquí no hay alcohol ni carne roja, ni esas cantidades proteicas que proclama Dukan
. Las proteínas salen de hongos, legumbres y algas en programas macrobióticos que oscilan entre los 500 y los 6000 euros.
Su lista de clientes estrella va de Barbra Streisand a Naomi Campbell pasando por Alejandro Sanz, Elsa Pataky, Isabel Preysler, Julio Iglesias, Andrés Velencoso y Kylie Minogue, y consortes de la política con peculiar estilo de vida, como la jequesa de Qatar o Svetlana Medvédeva (señora de Medvédev).
Los que han estado, lo cuentan...
Barbra Streisand: Nadie sabía que la actriz y cantante estaba hospedada en SHA, hasta que ella misma se fotografió en las zonas comunes con clientes que después se difundieron en redes sociales. Dicen que es fan absoluta del lugar.Isabel Preysler: Tras acudir con Marisa Yordi de Borbón unos días; quiso que su exmarido, Julio Iglesias disfrutase del lugar y se lo recomendó. El cantante le hizo caso y fue.
Alaska y Mario: Fueron de los primeros en acudir. Anécdota es que el marido no contaba con que la cerveza de SHA es sin alcohol. “Mario se puso farruca”, recuerda Olvido. Aun así, quedaron maravillados.
Elsa Pataky: Se hospedó durante dos meses y leyó todo sobre la macrobiótica, donde encontró una fuente de eterna juventud mejor que las operaciones estéticas. Firmó en el libro de visitas como El-SHA Pataky.
Naomi Campbell: Llegó a tal punto su relajación y bienestar que olvidó su famosa mala leche. Su comportamiento en SHA fue ejemplar y disfrutó de las suites privadas con jacuzzi.
En sus pasillos, repostan inhalando oxígeno puro o depurándose con uno de los más de cien tés personalizados que cada día ofrece uno de los tres empleados por huésped, que comprenden más de 30 nacionalidades diferentes en un hotel de lujo que en este lustro ha recibido a 15.000 visitantes de los que aproximadamente el 30% repite experiencia.
Todo empezó como un plan de difusión promovido por la generosidad intelectual de don Alfredo Bataller, su fundador. Este empresario inmobiliario, que tenía su casa de verano justo donde hoy se levanta SHA, fue curado (siguiendo el concepto holístico de la salud que proclama la medicina natural) de una enfermedad crónica muy grave que afectaba a su aparato digestivo:
“Al sanar estaba tan agradecido y conmocionado por estas terapias naturales que quise que la mayoría de la población, que las desconoce, se acercase a ellas para llevar una vida más saludable y mejor
. Así que convertí mi casa en una especie de hotel, clínica y escuela en la que aprender a vivir del mismo modo que me habían salvado la vida”.
Pudiendo haber caído por la pendiente del hippismo, Bataller prefirió entender sus cinco pabellones como un lugar único cargado de lujos que no se ven pero que transmiten relax: un ambientador lemongrass exclusivo, el sonido de una cascada de diez metros que se escucha en el hall o una piscina infinity con vistas a Sierra Helada, el pico Puig Campana, Benidorm y la Bahía de Altea.
Y ante su éxito, once países han pedido tener un SHA; pero Bataller, que dice que su proyecto es “más del corazón que de la cabeza” se centra por el momento en culminar lo ya empezado y ha comprado el chalet contiguo para ampliar la zona de spa. También tiene un proyecto con el ayuntamiento de Alfaz del Pi para construir un huerto de agricultura orgánica que abastezca al restaurante SHAMADI, en manos de un equipo de cocineros discípulos de Ferran Adrià (quien pasó una temporada allí cuando decidió cerrar El Bulli) y que ofrece una carta con productos orgánicos personalizada para la dieta de cada cliente.
Cuentan que una señora acudió a SHA para asistir a unas conferencias y le gustó tanto que decidió darse el lujo de dormir en uno de los canapés óptimos para el descanso con sábanas de algodón de 700 hilos que tienen aquí ( la noche puede costar desde 230 euros en individual y 290 la doble a una royal suite de 6.000)
Tras pasar la noche decidió ahorrar durante un año para volver cinco días y renunciar a los quince que pasaba en su anterior destino por el mismo precio.
Al final esto de los destinos es algo cultural y de bolsillo, pero lo que no cuesta ni lo que Dukan pide por su libro es la información que SHA comparte en las redes sociales. A su SHA TV y su blog Método SHA, cargados de recetas, trucos, suman tienda online con los mismos productos que tienen en este remanso de paz con toque digital en el que hasta la contraseña de wifi es saludable: HEALTHANDWELLNESS, todo junto y en mayúsculas.
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