Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

29 sept 2014

Si yo fuera catalán......................................................................Javier Marías

Huele a artificial esa fiebre. Se propaga cuando en España hay un Gobierno del PP del que uno entiende que cualquiera quiera separarse.

Poco después de la Diada, se me preguntó en una entrevista por Cataluña, y contesté que hasta ahora no le había dedicado aquí una columna entera principalmente por dos razones: una, para no bailar al son de Mas, Junqueras y Forcadell, como lleva haciendo todo el mundo desde 2012; dos, porque me cuesta sentir el menor interés por esa cuestión.
 Si a mí me daría lo mismo que dejara de existir una nación llamada España en pro de un conjunto más amplio, Europa, no me pidan que comprenda el empecinamiento de una porción de catalanes en tener pasaporte propio, embajadas, selecciones deportivas y un ridículo ejército, como ha previsto la susodicha Carme Forcadell, esa especie de monja a la vez mandona y presumida, elevada a la categoría de “madre de la patria” pese a su inmensa capacidad para soltar sandeces como la siguiente, el 11 de septiembre:
“Hoy, 300 años después de la derrota, hemos recuperado Barcelona”. Supongo que quería decir que la Cataluña más cerril se la había arrebatado a los barceloneses peligrosamente cosmopolitas, porque ya me explicarán a quién, si no.
Es cierto que Cataluña posee unas características muy marcadas, una lengua y una tradición cultural muy fuertes, y que su status no debería ser el mismo que el del resto de comunidades.
 Es respetable que muchos de sus habitantes deseen ser independientes, sin más razón que su voluntad o antojo
. Pero uno se pregunta qué ha pasado, de 2012 a hoy, para que todo eso se haya exacerbado.
 Tras siglos de convivencia –casi nunca forzada–, ¿ha ocurrido algo muy grave? ¿Ha habido, por ejemplo, un amotinamiento de la población brutalmente reprimido por la Guardia Civil? ¿Se ha suspendido el Estatuto de Autonomía? ¿Se ha destituido o encarcelado al Presidente de la Generalitat? ¿Ha sucedido algo tan imperdonable como para prender la mecha, para que se tome una determinación tan tajante como escindirse de España?
Uno no lo ve, aunque se esfuerce.
 Pequeñas afrentas, sí: una no pequeña la inició la tontuna de Zapatero, la prosiguió el PP al impugnar el nuevo Estatut aprobado en referéndum y la remató el Tribunal Constitucional al darle la razón a ese partido incompetente.
 Gran tacto el de todos ellos. Pero ¿en verdad es eso tan insoportable e irreversible como para crear la contagiosa fiebre, para romper todo vínculo? No olvidemos que ese nuevo Estatut se molestó en votarlo un número más bien exiguo de catalanes.
 El día de la consulta no pareció importarle tanto al conjunto.
 Y menosprecio catalán a los demás lo hay a diario.
Lo decisivo de una independencia no es el hecho en sí, sino en manos de quién queda uno”
Huele a artificial esa fiebre. Se propaga cuando en España hay un Gobierno del PP del que uno entiende que cualquiera quiera separarse.
 Cuando hay una aguda crisis económica.
 Cuando la Generalitat se anticipa a Rajoy en sus recortes, de modo que los catalanes los padecen por partida doble.
Todo esto pasa inadvertido porque desde hace dos años no hay más urgencia ni asunto que la independencia.
 Es como si a los catalanes se los hubiera narcotizado o hipnotizado con eso, y hubieran dejado de existir los demás problemas y abusos, que sufren tanto como el resto.
 Una gigantesca cortina de humo para tapar que CiU y ERC llevan a cabo políticas tan feroces y derechistas como la del PP. Apenas se diferencian.
Personalmente, me traería sin cuidado que Cataluña se independizara, y me consta que lo mismo les ocurre a no pocos madrileños, que piensan:
“Pues bueno, y allá se las compongan”. Ahora bien, si yo fuera catalán estaría aterrado ante la posibilidad. Intento imaginarme un Madrid independiente (ya sé que no es comparable, pero al fin y al cabo somos sólo un millón menos que en Cataluña)
. Un Madrid aislado, al que no salvarían de vez en cuando Andalucía, Asturias, Aragón o la propia Cataluña.
Al que tampoco salvaría nunca la Unión Europea, de la que estaríamos excluidos.
 Un Madrid que quedaría a merced del PP durante décadas, si no para siempre.
 En el que el partido gobernante haría lo que le diera la gana sin cortapisas y sin rendir cuentas a nadie. Lo decisivo de una independencia no es el hecho en sí, sino en manos de quién queda uno, sin que nadie pueda venir en nuestra ayuda.
 El panorama catalán no es mucho mejor, en ese aspecto: una casi segura alternancia de CiU y ERC. El primero con todas las trazas de ser tan corrupto como el que más en España, tan dedicado a los negocios (y no al bienestar de los ciudadanos) como el PP.
 El segundo, además de calamitoso, frívolo y aventado, parece tener una dificultad congénita para entender la pluralidad y la democracia, así como nula idea de cómo gobernar, y quizá por eso se resiste a entrar en la Generalitat.
La única vez que lo hizo, en tiempos recientes, fue en el llamado “tripartito”, con las responsabilidades difuminadas, y aun así su relativo mando resultó desastroso.
Esa es la cuestión. La independencia, muy bien.
 El aislamiento, lo sobrellevaremos y nos bastamos.
 Pero ¿en qué manos quedamos? ¿Quién podrá venir en nuestro auxilio si las cosas salen mal o nos arrepentimos?
Yo doy gracias a que España no esté sola y dependa no sólo de Europa, sino del conjunto de sus comunidades, lo cual impide dictaduras o que ningún Gobierno se eternice.
Eso no sucedería en un Madrid independiente, me temo, ni en una Cataluña independiente, estoy casi seguro.
 Así que lo dicho: con las perspectivas actuales, si yo fuera catalán tendría pánico. elpaissemanal@elpais.es

 

Miguel e Isabel...........Como va cambiando









Miguel Boyer, tres décadas junto a Isabel Preysler......................................... Mábel Galaz

El exministro dejó su carrera política y se alejó de la vida pública por quien ha sido su mujer durante 26 años.

 

Miguel Boyer e Isabel Preysler, en julio de 2012 en su casa de Madrid.

Miguel Boyer e Isabel Preysler han vivido una historia de amor durante casi 30 años, los primeros de manera clandestina
. Fue una relación que comenzó turbulentamente —ambos estaban casados— y que pronto se convirtió en una de las más sólidas del panorama social español. Boyer lo dejó todo por ella, incluso el Ministerio de Economía del gobierno de Felipe González.
 Ella, a cambio, redujo al máximo sus apariciones públicas para acomodarse a la vida más discreta que él prefería.
 Desde que en 27 febrero de 2012 Boyer sufriera un derrame cerebral, Preysler no se ha separado de su marido. "Salgo con mis amigos, intento llevar una vida normal, pero mi prioridad es Miguel".
 En su lujosa casa de la urbanización madrileña de Puerta de Hierro han discurrido los últimos días del exministro
. Allí su familia dispuso todas las comodidades posibles para facilitar el día a día de Boyer que, aunque bastante recuperado, tenía problemas de movilidad tras su accidente cerebral.
  Su muerte ha sido algo inesperado para toda la familia.
 El fallecido ingresó en la mañana del lunes en la clínica Rúber al sentirse mal.
Fue en su casa donde la pareja se dejó ver por última vez hace dos años
. En una exclusiva a la revista ¡Hola! el matrimonio posó y habló de la enfermedad de Boyer, que le mantuvo en coma y muy grave durante varias semanas
. "Estoy contento, muy contento. Gracias a mi mujer, me he salvado" confesaba el exministro de Economía. Y añadía: "De lunes a sábado hago rehabilitación; por la mañana, en un centro especializado, y por la tarde, en casa, y además nado en la piscina
. Solo tengo palabras de agradecimiento hacia mis médicos y mis amigos". Y, además, confesaba cómo había comprobado que "la vida te puede cambiar en cuestión de segundos".
Este verano Boyer se decidió a pasar unos días de vacaciones fuera de su domicilio
. Estuvo con Isabel Preysler en casa de unos amigos en Marbella. "Han sido solo unos pocos días. Miguel por muy bien que esté donde mejor se encuentra es en casa", explicaba Preysler.
Toda la familia ha manejado con discreción la enfermedad de Boyer
. "Está bien, va poco a poco", han repetido una y otra vez tanto Isabel Preysler como Ana, la única hija del actual matrimonio del exministro.
Los hijos de Isabel Preysler han estado también muy pendientes estos años del "tío Miguel" como llamaban al tercer marido de su madre.
Pero ha sido Ana, la hija del matrimonio, el gran apoyo de su padre.
 La joven, de 25 años, ha heredado la inteligencia del exministro y la elegancia de su progenitora. Una de las últimas alegrías que recibió Boyer fue ver cómo su hija iniciaba su vida laboral como analista financiera y comenzaba una relación con el tenista Fernando Verdasco.
A los 36 años Isabel Preysler se casó con Miguel Boyer, entonces presidente del Banco Exterior de España, de 48 años
. Fue una ceremonia tan discreta que no asistió ninguno de sus familiares.
 Para ella era su tercera boda, la segunda para él.
 Se celebró en los juzgados de la calle de Pradillo, en Madrid. Actuaron como testigos Margarita Vega Penichet y el abogado José María, Amusátegui.
Ella se había casado de blanco a los 20 años con Julio Iglesias; con 29 años volvió a contraer matrimonio canónico, vestida de salmón, con Carlos Falcó, marqués de Griñón
. Boyer estuvo casado hasta esa fecha con la ginecóloga Elena Arnedo, con quien tenía dos hijos. Preysler aportaba al matrimonio tres hijos, Chabeli, Julio José y Enrique, de su matrimonio con Julio Iglesias, y una niña, Tamara, de su matrimonio con Carlos Falcó.
 De su unión nació Ana.

Adiós al primer ministro socialista de Economía » Muere Miguel Boyer............................................... Miguel Ángel Noceda

El exministro socialista de Economía ha fallecido por una embolia pulmonar.

 

Miguel Boyer, en Zaragoza en 2009. / Javier Cebollada (EFE)

El exministro socialista Miguel Boyer ha fallecido este lunes en torno a las 12.15 en la clínica Rúber Internacional de Madrid, donde ingresó de urgencia esta misma mañana, según informan fuentes cercanas a la familia.
 La causa del fallecimiento de Boyer, que tenía 75 años, ha sido una embolia pulmonar.
 El que fuera ministro de Economía en el primer Gobierno de Felipe González sufrió en 2012 una hemorragia cerebral de la que se recuperaba lentamente, pero que le dejó, entre otras secuelas, problemas de movilidad.
Miguel Boyer Salvador (nacido en 1939 en San Juan de Luz, Francia, durante el exilio de sus padres) se ha ganado un hueco en la historia de España.
 Era un hombre reflexivo con fuerte carisma, cuyas opiniones solían tenerse muy en cuenta, aunque a veces no estaban exentas de polémica
. Fue diputado del PSOE y ministro de Economía y Hacienda con Felipe González; se dio de baja por controversias sobre la incorporación al euro.
 Luego asesoró a José María Aznar y se incorporó a la Fundación FAES; también se dio de baja por ser contrario a la invasión de Irak.
Durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, éste le "escuchaba", aunque en su cabeza no cupo volver a la actividad política
. En su tiempo se puso el embrión del contrato temporal y se inició una primera reforma de las pensiones que granjeó un vendaval entre PSOE y UGT.
 Boyer defendía la reforma laboral y el alargamiento de la edad de jubilación, instó a profundizar en las reformas estructurales que precisamente impulsó con el denominado decreto Boyer de liberalización de horarios comerciales y actualización de alquileres.

Cuando dejó de ser ministro en 1985, tras exigir sin éxito una vicepresidencia económica, pasó a presidir el Banco Exterior.
 Posteriormente, presidió CLH (la antigua Campsa) y trabajó para FCC. Después colaboró en el grupo Hispania de José Ramón Carabantes y es consejero de Reyal Urbis y Red Eléctrica.
Conocido como "el superministro" en los años en que fue titular de Economía, Hacienda y Comercio con Felipe González, Boyer será también recordado por haber llevado a cabo la expropiación de Rumasa.
 Para la historia quedan las imágenes del presidente de Rumasa, José María Ruiz-Mateos, atacando al grito de "¡qué te pego leche!" a Boyer, a quien persiguió sin descanso disfrazado de Supermán o de presidiario, entre otras cosas.
De su etapa en el Gobierno socialista queda, además, una estricta política monetaria dirigida a controlar la inflación, así como el choque ideológico con el entonces vicepresidente, Alfonso Guerra. La salida de Boyer del Gobierno en julio de 1985 a petición propia se justificó en el cansancio, pero inevitablemente fue interpretada como la victoria de Guerra.
A su dimisión le siguió un distanciamiento con el PSOE que le llevó a abandonar las filas del partido en 1996.
Tras su paso por el patronato de FAES dio otro giro por el que volvió a acercarse al PSOE y al Gobierno de Zapatero.
Tras su primer matrimonio con la ginecóloga Elena Arnedo, con quien tuvo dos hijos, se unió a la reina de la prensa del corazón, Isabel Preysler, con quien ha estado casado más de 26 años y tuvo una hija, Ana.