Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 sept 2014

Rose Ausländer y la poesía después de Auschwitz............................................................. Cecilia Dreymüller

Una cuidada selección y traducción de los versos de la poeta muestra su progresivo acercamiento a Paul Celan.

 

La poeta Rose Ausländer en 1931.

La poesía escrita por los supervivientes del Holocausto, como búsqueda de un lenguaje no contaminado, como intento de guardar la memoria del sufrimiento, supone uno de los más altos retos de la creación literaria.
 Su dificultad no estriba sólo en la imposibilidad de adecuar la expresión poética a la experiencia de Auschwitz, como sentenciaba Adorno, sino en la resistencia del poeta contra la culpa de haber sobrevivido, contra el silencio que impone el legado de los muertos
. Desde los años sesenta, esta resistencia y resurrección poética desde el dolor, a los que cada autor, cada autora, se enfrenta desde sus propias circunstancias y posibilidades, están indisolublemente asociados a los nombres de Paul Celan y de Nelly Sachs.
Entre estos dos polos generacionales y estéticos se halla justamente la obra poética de Rose Ausländer, nacida en 1901 en Czernowitz, emigrada a EE UU ya en los años veinte y fallecida en 1988 en Düsseldorf.
 Con Sachs comparte la educación literaria rilkeana; al 20 años más joven Celan le une el origen de la multicultural Bukovina.
Y probablemente le deba la conciencia para la lucha por la expresión poética.
 "Majestuosamente pobre / el léxico / en boca sangrante // A los caídos / los levantamos / los cubrimos / con el paño de lágrimas // nos rebelamos / contra los tiradores en el campo / por todoeluniverso // Patriambrientos // La muerte nuestra de cada día / la enterramos en la palabra / resurrección".
La poeta nació en 1901 en Czernowitz, emigró a EE UU en los años veinte y falleció en 1988 en Düsseldorf
El caso es que tras el encuentro con Paul Celan, en la obra de la ya casi sexagenaria Ausländer se observa un recomienzo estilístico, un giro de 180 grados, hacia la técnica de reducción y elipsis tan característica de la poesía de Celan
. A partir de allí, los sonetos de los años treinta —incluidos en esta selección de poemas de diferentes épocas estupendamente traducida por Teresa y José Ruiz Rosas—, con la pomposa artificialidad de versos como "unges mi pesar de astrodiamantes", quedan a años luz.
 La apuesta por la esencia de la palabra es tan radical como segura. "Escribe / tu propio mundo / hasta el final // antes que el final / te tache".
 El poema se titula ‘El final’, y si bien la depuración extrema de estos poemas de los años sesenta y setenta apunta a trascendencia y penetración espiritual, a menudo se queda en lo evidente.
 El prólogo de Helmut Braun apenas aporta nada al conocimiento de la obra de Ausländer, pues versa principalmente sobre su relación con la obra del tan admirado Paul Celan.
Mi aliento se llama ahora (y otros poemas). Rose Ausländer. Selección y traducción del alemán de Teresa Ruiz Rosas y José Ruiz Rosas. Prólogo de Helmut Braun. Igitur. Montblanc. Tarragona, 2014. 207 páginas. 17 euros

Que la vida iba en serio................................................................................... Carlos Zanón

'Felices los felices', de Yasmina Reza, encierra acción, nervio y pensamiento, pero su estructura nos lleva a la rutina.

 


“Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices”.
 La cita de Jorge Luis Borges le sirve a Yasmina Reza (París, 1959) como título y como arco bajo el que pasamos al empezar a leerla
. La escritora francesa parece gozar de uno de esos extraños idilios con público y crítica desde el primer día. Siendo además una creadora capaz de destacar en diferentes especialidades y —rara avis— mostrando una elogiosa y lúcida mirada sobre su propio éxito.
 Brilló como dramaturga (suya es Arte, de 1994), guionista, directora de cine (en 2009 dirigió Chicas, con Carmen Maura), y sus tentativas en la narrativa fueron recibidas con espléndidas críticas (Una desolación o En el trineo de Schopenhauer). También se acercó al relato periodístico con El alba la tarde o la noche, sobre la figura de Nicolas Sarkozy en la campaña de las elecciones de 2007.
Para redondear el cuadro, una novela suya —Un dios salvaje— fue adaptada al cine por Roman Polanski con buenos frutos y mejores interpretaciones de Kate Winslet, Jodie Foster y Christoph Waltz.
Yasmina Reza es lúcida,
divertida y cruel,
pero sobre todo humanista
Yasmina Reza es hija de padre medio ruso medio iraní.
 A tenor de la solapa del libro, descendiente de familia judía expulsada de España por la Inquisición —dada la memoria proverbial familiar, dan ganas de preguntar si conocieron a Spinoza en Holanda y qué tal fue el Siglo de las Luces—. Su madre húngara y —¡oh là là!— violinista. Ambos se conocieron en París
. Casi estoy viendo a los Aristogatos en los tejados y a Robert Doisneau haciendo fotos.
Felices los felices se sirve como un híbrido entre dramaturgia y novela.
 Un pastillero con 21 grageas y 18 personajes.
 Cada monólogo —que encierra acción y pensamiento, nervio y sentido de humor— es breve, pero te deja ver un mundo muy amplio, casi inabarcable, que hace que la novela —con o sin prescripción médica— te la automediques a dosis de dos o tres pastillas.
 Personajes algunas de cuyas vidas se cruzan con las de otros personajes.
 Reza es lúcida, divertida y cruel, pero sobre todo humanista. Entiende y no moraliza a sus personajes, que no son nunca engendros robóticos.
 Abre el monólogo/pastillero y deja caer una canica desde arriba hasta abajo
. La bola se acomoda en todos los agujeros, en las situaciones, pensamientos y lugares trascendentes y/o superfluos que son la vida.
 La operación quirúrgica de Reza —ese tubo con una luz— nos muestra de lo que estamos hechos por dentro: de sadismo, bondad, risas, miedo, necesidad de calor y de dolor, de compañía y de víctimas. Una diosa que no juzga ni sabemos si se compadece, pero sí que permite y comprende
. Un retrato de clases medias acomodadas, de parejas atadas a la guerra matrimonial, bostezos y adulterios low cost, insatisfacciones, armisticios y hasta un hijo que se cree Céline Dion.
El libro se sirve se como un híbrido entre dramaturgia y novela.
 Un pastillero con 21 grageas
Felices los felices tiene en su virtud —ramalazos, regates breves, goles en el minuto 90— su propio talón de Aquiles
. El planteamiento estructural acaba por llevarnos a una cierta rutina que se extiende a lo que nos explica la autora. Las últimas voces nos da igual qué nos digan, lo sabemos todo, no nos importa. Ya están agotados los fuegos artificiales.

Ello no debe ocultar todo lo bueno que tiene y se propone en este libro.
 El escáner de la autora hace que la difícil incisión se realice sin que perdamos al paciente, que éste siga vivo, como si tal la cosa.
 Pero a lo largo del libro se nos instala una determinada melancolía.
 Es como si los 18 personajes hayan intentado distraer a la Vida, engañarla, ir más deprisa que ella, refugiarse tras un montón de casas, amores, éxitos y cenas con amigos.
 Pero que la Vida, como pasa siempre, les diera alcance.
 Agotados y sin recursos para seguir ilusionándose, mintiéndose o simplemente seguir corriendo. Y cuando les atrapa la Vida, les pone la mano en los hombros, les sienta en una silla y les pide que la miren a los ojos
. Que hagan el favor de escuchar, al menos por una vez.
 Que traten de entender que la Vida va en serio y es mortal y sin sentido
. Pero al cabo de unos segundos, ellos, nosotros, seguimos a lo de siempre.
 A vivir, a contarnos la vida, a creernos que lo del fin no va del todo con nosotros.
Felices los felices. Yasmina Reza. Traducción de Javier Albiñana. Anagrama. Barcelona, 2014. 192 páginas. 14,90 euros

La verdad imprudente..............................................................................Jordi Gracia

Ambientada en la Transición, la nueva novela de Javier Marías utiliza los secretos de un matrimonio para reflexionar sobre la oportunidad de la memoria histórica.

 


Javier Marías, visto por Sciammarella

Ésta es la historia de dos desgracias y un final feliz: la desdicha de una mujer, la desdicha de un "país sucio" (que es España, y así lo llama un personaje) y la felicidad de un espectador escarmentado, reflexivo y egoísta, que es el narrador de la historia.
Pero Eduardo Muriel es el maestro: un prolífico director de cine raro, supongo que con elementos de Jesús Franco o Jess Frank (tío de Javier Marías), y quizá algún reflejo de Juan Benet, que contrata a un joven de 23 años para asesorarlo en tareas de traducción y secretaría en 1980.
 Mucho tiempo después, ese joven necesita contar esa breve temporada de convivencia con Muriel y su mujer (dos desgracias juntas), tan decisiva en su vida y también en su modo de asumir y entender la madurez. Así empieza lo malo es quizá la novela de Marías con trama más compacta, y quizá por eso se remata con un epílogo que recapitula y acaba la historia: la vida del narrador ha venido a reproducir diabólicamente las condiciones de la vida de Muriel y su mujer, aunque sin los errores ni el dolor de ellos: callando.
 Pero no hay sermón ni doctrina, obviamente: este Marías es Marías, impávido y suculento, incluidos algunos de sus manierismos (en particular en la primera mitad de la novela) e incluidas esas magistrales suspensiones narrativas que dejan absorto al lector mientras nada sucede pero todo está pasando.
El centro de la novela es la verdad y sus trampas, los secretos y sus desvelos: saberlos y descubrirlos, saberlos y callarlos
. Suena a chismografía barata, pero es la vida de cada día, y por descontado la vida de cada día de cada uno de nosotros con sus secretos dispuestos a convertirse, a la mínima oportunidad, en seísmos devastadores: tú no eres quien dices, la razón de aquel acto fue otra, lo hice por lo que no has imaginado nunca, no quise que lo supieras y ya lo sabes.
 Lo que redime esta dimensión sumisa es el tejido verbal de la novela, su arquitectura desveladora y la conformidad del narrador en ser espía e interlocutor reflexivo de otros, sobre todo de Muriel
. Supo lo que no quería saber, y su mujer, una irresistible Beatriz, lamentará hasta su muy próxima muerte haber desvelado, en un ataque de furia, un secreto antiguo
. Ese será el motor que amasará de amargura la vida de ella y en gran medida la de su marido. ¿Con los secretos del pasado colectivo sucede lo mismo?
El centro de la novela es la verdad y sus trampas, los secretos y sus desvelos: saberlos y descubrirlos, saberlos y callarlos
Porque la historia de Muriel y su mujer es sólo el ángulo privado para un enfoque colectivo sobre la España que sale de la dictadura con una reconversión acelerada de múltiples biografías ligadas al franquismo y, de golpe y en apariencia, desligadas de él y hasta prestigiosamente antifranquistas.
 La novela desvela unos cuantos camelos y camelistas con ensañamiento pero sin nombres propios, aunque sí alusiones.
 Hacia 1980 se saben demasiadas cosas de demasiados médicos, abogados, arquitectos, profesores como para que todos comulguen con la versión naíf y disfrazada de su pasado.
 Verdades omitidas y mentiras consentidas fueron parte de la Transición, y no hay reprobación en la novela de ese enjuague.
 Pero no todos los secretos y silencios fueron iguales ni todos actuaron como ese médico que dota a la novela de una dimensión trágica y maldita que a ratos se hace turbadora: quién sabe dónde está lo más justo en ese caso, en cada caso conocido de primera mano y con detalle.
Con todo, la novela decae hacia la mitad de sus páginas —las que ceden a la pasión cinéfila del autor, las que se acercan al retrato de costumbres, aunque brille de nuevo algún personaje real, como Francisco Rico o, mejor, la caricatura socarrona y fantasiosa que de él saca Marías.
 Se resiente el engarce entre los motivos iniciales y las 200 páginas últimas, pero éstas son trepidantes narrativa y reflexivamente, con el lector entregado a la agobiante espiral de la verdad y de lo justo: la verdad secuestrada por interés espurio, la verdad oculta por razones legítimas, la verdad callada por los efectos canallescos de revelarla, la verdad protectora, la verdad imprudente.
 Y el rencor que desata no haber sabido antes.
 La novela desafía así el ardor juvenil por la verdad a toda costa para cavilar sobre episodios que pueden merecer el olvido, al menos cuando desempolvarlos comporta tantas dosis de venganza o de rencor como de consuelo pacificador.
Por supuesto, Marías no está por silenciar el pasado ni enterrar a los historiadores, sino por sacar de encima de esa pasión su falsa inocencia, su esquematismo o incluso su uso "desaprensivo", como lo llama Mainer en la edición actualizada de Breve historia de la literatura española, a propósito de Ayer no más, de Andrés Trapiello.
 Por eso Marías narra las condiciones de lo real vivido e íntimo con meditaciones que emparentan esta novela con otras espléndidas y recientes de autores algo más jóvenes que él, como el citado Trapiello, Javier Cercas o Ignacio Martínez de Pisón. Tu rostro mañana ya estaba entre las mejores; hoy lo está también esta desazonante, valiente y a menudo turbadora Así empieza lo malo.
Así empieza lo malo. Javier Marías. Alfaguara. Madrid, 2014. 534 páginas. 21,50 euros (electrónico, 9,99)

23 sept 2014

El único que dimite.......hasta ahora.......................Gallardón dimite y deja la política tras el fracaso de la ley del aborto

El ministro de Justicia renuncia también a su escaño en el Congreso y a sus cargos en el partido. "No soy la persona para poder llevar adelante con convicción la nueva regulación anunciada por el presidente".

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha dimitido sólo cuatro horas después de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunciara la retirada de la reforma de la ley del aborto. Gallardón comunicó la semana pasada al jefe del Ejecutivo su intención de dejar el cargo al sentirse desautorizado en relación con un texto legal que apadrinó con fervor.
 Hoy, tras hablar de nuevo con Rajoy, lo confirmó en conferencia de prensa: "Yo no soy la persona para poder llevar adelante con convicción la nueva forma de regulación del aborto que ha sido anunciada por el presidente del Gobierno".
Gallardón abandona la política tras 30 años de actividad. En los próximos días renunciara a su escaño en el Congreso de los Diputados y a sus cargos en el Partido Popular.
Ruiz-Gallardón ha sido tajante al afirmar que no asumirá "ningún puesto de responsabilidad política, después de haber estado al frente de la Alcaldía, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Justicia". "Mi vida política la debo dar por agotada", ha remarcado.
El ministro ha resumido así el fracaso que le ha llevado a dimitir: “Yo asumí el compromiso de reformar la ley del aborto como consecuencia del encargo de responsabilidades que se hizo en el Gobierno a comienzos de legislatura
. Lo hice de acuerdo con lo que había sido la doctrina de nuestro partido y con el criterio establecido en el recurso de inconstitucionalidad de nuestro partido contra la Ley de 2010, y de acuerdo con el criterio del Constitucional que hasta tres veces distintas se ha pronunciado sobre el asunto.
 El Gobierno ha tomado la decisión de no seguir adelante con este anteproyecto de ley.
 No he tenido capacidad de convertir el anteproyecto aprobado en consejo de ministros en un proyecto y tramitarlo ante las Cortes tal y como era el compromiso que habíamos adquirido en el propio Gobierno”.

El ministro de Justicia defendió en su última comparecencia ante la prensa la reforma legal que elaboró y que Rajoy ha decidido retirar pese a ser un compromiso electoral del PP.
El anteproyecto de ley, aprobado por el Consejo de Ministros el 20 de diciembre de 2013, apostaba por la regulación más restrictiva de la democracia sobre la interrupción voluntaria del embarazo
. El texto elaborado por el Ministerio de Justicia recogía todos los principios que el Partido Popular defendió en el recurso de inconstitucionalidad presentado hace más de tres años contra la Ley de Plazos que aprobó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Pese a ello, el presidente Mariano Rajoy decidió retirar el anteproyecto en la fase final de su tramitación, lo que Ruiz-Gallardón interpretó como una desautorización mayor con la que no podía convivir más tiempo al frente del ministerio.
Gallardón trasladó hace unos días a Rajoy su intención de dimitir tras conocer que el texto que había preparado su departamento iba a ser retirado definitivamente
. El presidente intentó convencer al ministro de Justicia para que permaneciese en su puesto pero siempre bajo la premisa de que la reforma de la ley del aborto no saldría adelante, según indicaron a este periódico varias fuentes gubernamentales.
 Esa situación abocaba al ministro de Justicia a ser, aún más, la diana perfecta de la oposición, que le castiga cada semana con preguntas sobre una reforma legal que ha sido desautorizada por el Gobierno al que pertenece.
El ministro, cuyo mandato ha estado salpicado por una fuerte contestación de distintos colectivos judiciales en relación con los proyectos de Ley que ha tramitado desde su departamento, optó por dejar el cargo cuando queda apenas un año para que acabe la legislatura.
Gallardón es el primer ministro que abandona por voluntad propia el gabinete de Mariano Rajoy.
 Su paso por el Ministerio de Justicia apenas ha dejado leyes importantes. Todas las que anunció para "revolucionar y modernizar" la administración de Justicia, como la reforma del Código Penal; la Ley del Poder Judicial o la Ley de Enjuiciamiento Criminal, están empantanadas en el Congreso o no han logrado salir de su departamento pese a que fueron anunciadas hace mucho tiempo.
El ministro de Justicia ha amagado más de una vez con abandonar la política.
 La última, cuando Mariano Rajoy le negó en 2008 su presencia en las listas electorales tras las quejas planteadas por la que entonces era presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre
. Al final, Gallardón se mantuvo como alcalde de Madrid, donde consiguió dos mayorías absolutas como al frente de la Comunidad de Madrid, y esperó a las próximas elecciones generales de 2011. Entonces Rajoy sí le llevó en su candidatura y, tras lograr la mayoría absoluta, le nombró ministro de Justicia.
En ese momento recibió un encargo envenenado: redactar el texto de la nueva Ley del Aborto, que podía haber recaído en el ministerio de Sanidad.
 El PP había prometido en su programa electoral un cambio legislativo sobre el aborto con una frase tan ambigua que le permitía al Gobierno elaborar una ley muy restrictiva o tramitar una reforma mínima sin tocar lo sustancial de la norma vigente: "Cambiaremos el modelo de la actual regulación para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores".
En sus declaraciones públicas, tanto el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como la vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría, sugirieron que la normativa que redactaría el Ministerio de Justicia se parecería mucho a la Ley de supuestos de 1985 que aprobó el Gobierno de Felipe González. Y así fue, aunque el anteproyecto aprobado por el Gobierno popular eliminaba uno de los tres supuestos -el de malformación- y endurecía los requisitos para la interrupción voluntaria del embarazo.
El principal y casi único defensor público del anteproyecto de ley fue Alberto Ruiz-Gallardón, que sometió a consultas el texto y asumió suavizar su contenido tras aceptar algunas de las sugerencias formuladas por el Consejo General del Poder Judicial y por el Consejo Fiscal
. Con esas mínimas correcciones, Ruiz-Gallardón elaboró un texto que recuperaba el supuesto de la malformación y anunció públicamente su intención de llevarlo al Congreso antes de que pasara el verano.
 Pero el último consejo de ministros del pasado viernes le desmintió
. Y el presidente Rajoy le acabó de rematar cuando anunció cuatro días después que el texto quedaba definitivamente encerrado en un cajón.